Tal vez hayas oído hablar del mindfulness y de cómo aprender a calmar la mente y vivir el momento presente tanto como sea posible puede ayudarte a sacar más provecho de cada día y a traer tranquilidad, paz y alegría a tu vida, así como una sensación de auténtico bienestar. Tal vez ya hayas intentado practicar el mindfulness, ya sea en forma de meditación formal o simplemente tratando de estar «presente» mientras abordas tu vida de cada día, pero tal vez hayas descubierto, como muchos otros antes que tú, que este concepto aparentemente simple puede ser sorprendentemente difícil. Si ves que te es imposible vivir en el momento presente y que tu cabeza está llena de repetidos «ojalá hubiera hecho...» y «tal vez», siempre estarás mentalmente en otro lugar —quizás preocupándote por el futuro o arrepintiéndote del pasado. Es posible que des vueltas en la cama por la noche, revisando los acontecimientos del día o que te despiertes con pensamientos que se atropellan unos a otros. Si todo esto te resulta familiar, entonces el mindfulness con la ayuda de los cristales es justo lo que necesitas. Los cristales te pueden ayudar a encontrar la tranquilidad física, emocional, mental y espiritual, simplemente desprendiéndote del pasado y del futuro. Los cristales te sujetan al momento presente y te ayudan a disfrutar de cada minuto de tu vida.
Una mente calladamente atenta es un componente esencial del mindfulness. Las obsesiones compulsivas y las cavilaciones son frecuentes y romper el ciclo puede ser difícil. Un estado mental descrito en el budismo zen en el que la mente no esté fijada en ningún objeto, pensamiento o emoción y, por tanto, esté abierta a todo, puede ser difícil de conseguir sin una práctica previa prolongada. No obstante, el mindfulness no significa que la mente este vacía. Se trata de «conciencia del momento» —una mente serena en lugar de otra que está llena de ruido de fondo. Focalizar suavemente tu atención en un cristal o en una «reflexión de un cristal» (página 18) es una forma fácil y efectiva de sosegar la mente de forma instantánea.
Yo duermo siempre con una Auralita 23 bajo la almohada para evitar que mi mente parlanchina empiece a actuar antes de que haya abierto los ojos. Disfruto de este momento de calma cuando mi cerebro se despierta despejado y tranquilo. Ese es el momento en que mi creatividad está a su máximo nivel. Cuando las ideas fluyen sin anunciarse, no juzgo si son «buenas» o «malas» «estresantes» o «dinámicas». Simplemente las observo a conciencia mientras fluyen pero sin prisas. Es un momento precioso de plena conciencia que disfruto cada día.
Una atención consciente y plena es algo que tú eres y no algo que te esfuerzas por hacer. Los cristales pueden ayudarte de verdad cuando intentas ser consciente de todas las cosas y tratas de vivir al máximo cada momento de tu vida cotidiana antes de que fluya el siguiente. Si somos capaces de vivir de esta forma, liberados de los pensamientos del pasado o del futuro, empezaremos a sentirnos más tranquilos y más propensos a darnos cuenta de estos muchos pequeños momentos que aportan alegría: los brotes verdes de un árbol, la sonrisa de un niño, una frase o un sonido con los que nos sentimos identificados. El mindfulness también nos trae una mayor creatividad y confianza en nosotros mismos, a medida que una mayor conciencia del momento presente sustituye a nuestro piloto automático. Ellen Langer, que ha estudiado durante más de cuarenta años su impacto en campos tan variados como la economía conductual y la psicología, ha afirmado lo siguiente con respecto a la toma de decisiones: «Cuando tu atención es plena y consciente, los errores se convierten en amigos».

Focalizar la atención lentamente en un cristal hermoso e inspirador como el Cuarzo espíritu o el Cuarzo rosa ofrece a la mente la oportunidad de descansar tranquilamente en el momento presente.
El comienzo de este libro nos introduce en la rica tradición del mindfulness, explorando algunas de las investigaciones que se han realizado sobre los muchos beneficios de esta práctica, para ayudarte a apreciar exactamente lo que la atención plena y consciente puede hacer por ti. Aprenderás a trabajar con tus cristales para llegar a ser más consciente del momento, incluyendo el modo de utilización de los «cristales de referencia» que encontrarás en la parte 1 y las palabras clave y las «reflexiones del cristal» en la parte 2.
Parte 1.- «Utilización de los cristales para el mindfulness». Esta parte trata de cómo se puede utilizar el mindfulness con la ayuda de los cristales para lograr el bienestar físico, mental, espiritual y emocional. Además, descubrirás por qué tal vez sea necesario cortar lazos con personas que se están agarrando a tu energía, y cómo identificar cuáles son los chakras (centros de energía del cuerpo) que te pueden ayudar a aclarar cuestiones que estén obstaculizando tu atención plena y consciente. Si quieres entender cómo y por qué los cristales pueden facilitar y mejorar el mindfulness, y aprender acerca de la rica tradición del mindfulness, sigue leyendo la introducción y la parte 1. Si tienes prisa por llegar a los aspectos prácticos, ve inmediatamente a la parte 2, pero lee el apartado fundamental de la introducción titulado «Cuidado de los cristales» (página 22) antes de empezar.

Estromatolita, uno de los cristales más antiguos del mundo, junto al Cuarzo ahumado, la Malaquita y la Piedra azul de Preseli. Todos los cristales pueden ayudarte a concentrar la atención en el momento presente.
Parte 2.- «Un Directorio de cristales para el mindfulness». En esta parte encontrarás las descripciones de las propiedades que cada uno de los cristales seleccionados ofrece para ayudarte en la práctica del mindfulness, junto a los ejercicios prácticos que pueden contribuir a manifestar estas propiedades en tu vida.
Si lo deseas, podrías hojear rápidamente el directorio hasta que una de las fotos te llame la atención y entonces trabajar con el cristal tal como allí está indicado. De este modo, podrás permitir que tu intuición te ayude. O, tal vez prefieras gestionar el mindfulness con ayuda de los cristales de una forma más específica, seleccionando la energía del cristal apropiado y entrar en sintonía con el cristal a través del ejercicio. Ninguno de los ejercicios lleva más de 15 minutos y algunos tan solo uno o dos minutos. Algunas personas advertirán que el efecto es inmediato en su estado mental, mientras que para otras puede tardar unos pocos días en manifestarse. Recuerda tan solo que el mindfulness exige práctica. Puedes utilizar el cristal tal como se describe en el ejercicio una o dos veces al día, o llevarlo encima hasta que notes que se produce un cambio —después del cual, por supuesto, no hay razón ninguna para no seguir disfrutando cotidianamente del contacto con el cristal. El mero hecho de concentrarte en un cristal mientras practicas la respiración consciente (página 27), por ejemplo, es una forma fácil de retornar al «ahora» que puedes realizar en prácticamente cualquier momento.
Después de un tiempo, es posible que desees avanzar y superar otra barrera que se opone a tu calma. En ese caso, busca en las páginas hasta que encuentres el cristal adecuado. Ten en cuenta que los cristales tienen otras propiedades curativas que posiblemente se darán a conocer a medida que vayas entrando en sintonía con estas piedras.
Practicado durante más de 2.500 años, el mindfulness echa sus raíces en las enseñanzas espirituales budistas de Oriente, aunque más recientemente se ha hecho popular en Occidente como práctica secular para lograr el bienestar. Thich Nhat Hanh, el monje budista vietnamita, activista pacifista y autor de muchos libros sobre mindfulness, lo define como «la energía de ser consciente y estar despierto ante el momento presente». Las prácticas tradicionales de mindfulness incluyen la meditación formal, así como disciplinas tales como yoga, chi kung y tai-chi. Sin embargo, no hace falta emprender ninguna de estas actividades para incorporar el mindfulness a tu vida, ya que entre las prácticas de mindfulness se encuentran sencillos ejercicios de respiración, tareas cotidianas realizadas de forma consciente (como lavar los platos o caminar), pronunciar mantras o focalizar la atención en un objeto, por ejemplo, un cristal. En otras palabras, la atención plena y consciente o mindfulness puede ser cualquier práctica en la cual el objetivo sea estar presente en lo que está ocurriendo en el momento. En la parte 2 encontrarás una amplia variedad de ejercicios para crear una práctica de mindfulness en tu vida.
Cuando te concentras en el momento actual sin emitir un juicio de valor de lo que está ocurriendo, tanto dentro de tu mente como en el entorno exterior, el mindfulness te aporta una forma de ser más tranquila. Y, cuando tu mente se aquieta y se decide por el momento presente, puedes descubrir que estás entrando en un estado mental más creativo que a menudo se describe como un «estado de flujo» y, como consecuencia, tu vida empieza a ser más dinámica y alegre. Tal vez hayas experimentado este estado de flujo cuando estabas absorto en una tarea que disfrutabas haciéndola. La práctica del mindfulness puede llevarte a este estado en cada acción que emprendas.
El mindfulness consigue que concentres la mente en lo que se percibe y experimenta en cada momento, a medida que adviertas, sin formarte una opinión, vistas, olores, sonidos, texturas y sabores, además de ideas, emociones, sentimientos y sensaciones corporales. Apoyarse en el momento presente profundiza en las percepciones y nos desconecta de la tendencia a darle vueltas al pasado o a preocuparnos del futuro. Pero el mindfulness también desarrolla el «pensamiento competente» —pensando que tiene sentido y es relevante en el momento. Nos enseña a permanecer en calma y concentrados, teniendo en cuenta que «esto también pasará» pero sin necesidad de escapar o acelerar el cambio.
En mi opinión, la pregunta principal acerca del mindfulness era cómo podía vivir en el momento presente cuando dicho momento podía ser insoportablemente horrible. Confinada en casa, prácticamente ciega y profundamente desorientada durante cinco meses, todo lo que podía hacer era permanecer sentada con mis cristales. Ellos me apoyaron y me ofrecieron esperanza y consuelo en todo momento. Del mismo modo, muchas personas que sufren dolores crónicos intensos, físicos o mentales, enfermedades graves o situaciones vitales extremadamente problemáticas descubren que el mindfulness les ayuda a enfrentarse a situaciones aparentemente inaguantables. Con la ayuda de mis cristales, me introduje en la práctica del mindfulness. Tú también puedes hacerlo.
Neurocientíficos de todo el mundo han estado estudiando el mindfulness a lo largo de las últimas décadas. Los investigadores han descubierto que una práctica regular puede aportar toda una gama de beneficios, debido a la efectividad demostrada por el mindfulness en la disminución de los niveles de estrés y ansiedad, lo que a su vez da lugar a una mayor salud física y mental, una mejor función cognitiva, una mayor eficiencia del sistema inmune, un descenso de los síntomas físicos y psicológicos del estrés (por ejemplo, presión arterial elevada), una mejor funcionalidad digestiva e intestinal, una mayor capacidad para abordar el dolor, aunque no lo pueda disipar; y el enlentecimiento o suspensión de reacciones automáticas y habituales.
El estilo de vida apresurado del siglo xxi es la receta perfecta para estresarse, y se sabe que el estrés a largo plazo, aunque sea de baja intensidad, afectará de forma negativa a todos los sistemas principales del organismo, lo que dará lugar a que se produzca una serie de síntomas que pueden ir desde dolores de cabeza, insomnio, libido baja, cambios de humor y ardor de estómago hasta consecuencias más más graves para la salud, como presión arterial elevada, función inmunitaria disminuida, alteraciones hormonales y problemas intestinales. No es de extrañar que la palabra de moda en labios de todos sea mindfulness, cuando estudio tras estudio ha demostrado que la adopción de una práctica de meditación regular de mindfulness puede reducir de forma significativa los niveles de estrés y con ello tener un impacto positivo sobre el bienestar mental y físico. Tal vez aún más sorprendente sea el hecho de que el antídoto no tarda años, y ni siquiera meses, en tener efecto. De hecho, en un estudio llevado a cabo en el curso online «Be Mindful» de la Universidad de Oxford, los participantes mostraron una reducción de los niveles de ansiedad del 58%, una disminución de la depresión del 57% y una reducción del estrés del 40% al cabo de un mes de iniciar una práctica de mindfulness. Un estudio publicado en Frontiers of Human Neuroscience demostró que los participantes no tienen que estar meditando de forma activa para beneficiarse de los cambios que su práctica ocasionaba en el cerebro. Durante la meditación, la región de la amígdala —el centro que integra la conducta emocional y la motivación— se «reinicia» para manejar mejor el procesamiento emocional y el control de la ira, y el cambio se mantiene durante los estados en los que no se practica la meditación.
Teniendo en cuenta la evidencia acumulada, no es de extrañar que los programas de mindfulness sean recomendados por las autoridades sanitarias británicas y que las prácticas de mindfulness para el dolor y el estrés desarrolladas por el Dr. Jon Kabat-Zinn, profesor emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts, sean ofrecidas actualmente por centros médicos, hospitales y organizaciones para el cuidado de la salud de todo el mundo. El mindfulness ha sido adoptado incluso por el cuerpo de marines de Estados Unidos, después de que un estudio reciente confirmara que tras ocho semanas de práctica de meditación consciente durante 15 minutos diarios los militares aumentaron su capacidad para manejar el estrés tanto dentro como fuera del campo de batalla y mejoraron su forma física y mental.
El mindfulness está demostrando también su eficacia en otras áreas. Un estudio emprendido en la Universidad de California, Santa Bárbara, descubrió que los estudiantes que practicaban el mindfulness obtenían mejores resultados en los tests de razonamiento verbal. También experimentaron mejoras de memoria y de la función cognitiva con un abanico muy amplio de efectos. (Examinaremos con más detalle en las páginas 44-46 los estudios sobre mindfulness en el lugar de trabajo.) Asimismo, en otro estudio llevado a cabo por Consumer Reports junto a la American Psychological Association, siete de cada diez psicólogos calificaron la práctica de mindfulness como «buena» o «excelente» para la pérdida de peso.
Descubrirás que los beneficios derivados de la práctica del mindfulness pronto empiezan a aparecer. A medida que disminuyen los niveles de estrés va aumentando la sensación de bienestar. Tendrás una mayor capacidad de gestión del estrés a corto y largo plazo, de las reacciones emocionales, del cambio, de la ansiedad y el temor, de las situaciones difíciles y de la toma de decisiones.
A más largo plazo, la práctica regular del mindfulness da lugar a un sinfín de beneficios que mejorarán tu calidad de vida. Tu autoestima crecerá, como también lo hará la aceptación de ti mismo (que te permite simplemente ser) y la tolerancia hacia otras personas. Serás más consciente de tu cuerpo, lo aceptarás mejor, y tu intuición se agudizará. Es posible que descubras que tienes mayores dosis de energía y de entusiasmo por la vida, que te llevas mejor con los demás, que eres capaz de relajarte de forma apropiada y que te transformas en una persona más creativa. La práctica continuada de mindfulness te ayudará a llevar equilibrio y resiliencia a tu trabajo y a tu vida personal. Observarás que reaccionas por propia elección y no de forma instintiva. Te verás libre de las restricciones del pasado. Es posible que llegues a apreciar en mayor medida la música, el arte, o cualesquiera otras actividades que te gusten. El mindfulness te ayudará a alcanzar tus propios objetivos y no los de otras personas, así como a sacar el máximo partido de cada momento cuando este tiene lugar.
Mirar fijamente las profundidades del cristal ofrece claridad instantánea y tranquilidad mental, ya que estas proporcionan un punto de focalización tenue y te ayudan a permanecer atentamente en el momento presente sin juzgarlo y sin necesidad de cambiarlo. Los cristales proporcionan una perspectiva objetiva; existen desde hace millones de años y en su situación el paso del tiempo es simplemente un abrir y cerrar de ojos. Poseen propiedades únicas (páginas 47 a 95) que pueden ayudar a desconectar la cháchara mental o el pensamiento compulsivo. Alivian la ansiedad, mejoran la ira, te muestran cómo perdonar y dejar atrás el pasado, y muchas cosas más. Te ayudan a ser una persona resuelta cuando es apropiado y a conectar contigo a un nivel muy profundo.
Todos los cristales que figuran en el directorio van acompañados de una «reflexión del cristal» que persigue evocar una imagen mental o un sentimiento que instantáneamente te lleve a la atención plena y consciente. Focaliza suavemente tu atención varias veces al día, durante tan solo uno o dos momentos, en una de estas reflexiones de los cristales. Están expresadas en el momento presente, como una afirmación o declaración de intenciones, pero el «yo» no está involucrado, ni tampoco ningún sentido de identidad basado en el ego. Las reflexiones de los cristales no son algo que tú hagas. Son herramientas para alojar en tu mente y con las que convives. Intenta susurrarlas suavemente de forma rítmica. Mirar fijamente el cristal amplifica el efecto pero no es esencial. Para evitar que las reflexiones de los cristales se conviertan en otra reacción habitual, descarga una aplicación de temporizador y utilízala para recordar su práctica en momentos inesperados.
Las palabras clave que encontrarás en el directorio encierran lo que el cristal ofrece al mindfulness. Utiliza la palabra clave como un atajo para descubrir propiedades específicas, tales como aceptación, tranquilidad y capacidad de dejar pasar las cosas. Estas palabras clave te ayudan a encontrar el cristal que necesitas o pueden señalarte algo de lo que no te habías dado cuenta que necesitabas, por ejemplo, perdonar o romper ataduras. Con mucha frecuencia centramos la atención en una emoción negativa —«agobiado», «ansioso» «enfadado», etcétera— y nos hace falta un recordatorio que en vez de ello nos dirija hacia una cualidad positiva. Las palabras clave son de ayuda en estos casos.
La Selenita y el Cuarzo ahumado juntos purifican un espacio, ayudando a vivir de forma consciente y plena.
Todos los cristales tienen la propiedad genérica de sanar —es decir, devolverte el equilibrio— pero cada tipo de cristal tiene también unas propiedades concretas que llevan al mindfulness. Un cristal puede auxiliar a diferentes niveles, en función de su vibración energética, ayudándote, por ejemplo, a reconocer tu yo espiritual o a resolver problemas que inhiben el mindfulness. También tenemos nuestra propia vibración individual y reaccionamos ante los cristales de diferentes formas. Aunque los cristales que figuran en este libro son satisfactorios para prácticamente todos, otro cristal podría encajar mejor con tu vibración, especialmente si ya forma parte de tu colección y, por tanto, ya has sintonizado con él. La lectura de las descripciones de las propiedades de los cristales te ayudará a reconocer exactamente cuál de ellos es apropiado para ti. En ocasiones, el cristal que instintivamente rehúyes es el que precisamente necesitas. Los cristales trabajan por tu bien; por tanto, confía en ellos para que restablezcan la armonía energética.
En la parte 1, los «cristales de referencia» remiten a los cristales apropiados que figuran en la parte 2, y también ofrecen alternativas en caso de que ya tengas a tu disposición un cristal adecuado que no figura en el directorio.
El perfil de cada cristal que aparece en la parte 2 incluye un ejercicio para un propósito específico, pero en primer lugar estudiaremos algunos medios generales a través de los cuales estas versátiles herramientas pueden facilitar el mindfulness a nivel cotidiano. (Encontrarás diversas formas de seleccionar un cristal en las páginas 22-23.)
Inspira y espira tres veces de forma consciente (página 27) mientras sostienes el cristal o miras la fotografía. El propósito no es «tener la cabeza en otra parte», sino estar más presente. Las piedras planas de formas lisas y redondeadas (Labradorita, página 82) son especialmente útiles para facilitar esta forma de utilización de los cristales. Son excelentes cuando te sientes ansioso y también actúan como recordatorio para vivir en el momento presente. A estos efectos, un gran canto rodado funciona también perfectamente (Heliotropo [Piedra de sangre], página 52).
Si el cristal es transparente y, sobre todo, si tiene niveles y oclusiones (Amatista de Brandenberg, página 60), puedes utilizarlo para mirarlo fijamente. Para ello, sostén el cristal o colócalo frente a ti al nivel de los ojos. Deja que tus ojos se concentren suavemente en el cristal y examínalo poco a poco hasta que tu mirada se detenga de forma natural. Sigue mirando fijamente el cristal hasta que tu mente se despeje, tu respiración se ralentice y te relajes, totalmente presente en el momento actual. Este método funciona muy bien con cristales como Labradorita (página 82), Selenita (página 74), Anandalita™ o Cuarzo aurora (página 76), Amatista (página 68) o Malaquita (página 72).
Llevar cristales encima quiere decir que su energía estará irradiando constantemente en tu energía personal, llevándola a la armonía. Te será de utilidad cuando hayas realizado provechosamente un ejercicio de uno de los perfiles de cristales de la parte 2 y te guste seguir experimentando la piedra. Los cristales son especialmente eficaces cuando se colocan por encima de la glándula del timo, a unos 6-8 centímetros debajo de la garganta, ya que así se conectan con tus sistemas inmunitarios físicos y sutiles. Trata de ensartar el cristal en una espiral metálica y colócala alrededor del cuello como un colgante. También es eficaz un brazalete de cristales o pequeños fragmentos de piedra. Ten en cuenta que un cristal puede ofrecer su máxima efectividad cuando realmente está en contacto con la piel.
Las fotografías de este libro contienen maravillosamente la energía del cristal. Para sintonizar con dicha energía, coloca la mano encima de la fotografía y deja que la energía penetre en el chakra de la palma de la mano y suba por el brazo hasta el corazón y la mente. También puedes colocar la fotografía boca abajo sobre cualquier parte de tu cuerpo que sienta la necesidad. Déjala allí durante unos momentos y mientras, inspira y espira de forma consciente tres veces (página 27). También puedes mirar fijamente la fotografía del cristal tal como se describe en la página 26. ¿Por qué no pruebas ahora con la fotografía de debajo?

La fotografía del Citrino suministra la misma energía que el propio cristal.
Para sacar el máximo partido de tus cristales, escógelos cuidadosamente para la tarea de que se trate, y límpialos y recárgalos antes de utilizarlos tal como se explica más adelante. Cuando utilices cristales para el mindfulness, focalízate en tu propósito y percibe el sentimiento de un amor incondicional; esto permite que las energías de los cristales fluyan y se aproveche el máximo su potencial. Si el cristal es pequeño y en forma de canto rodado, guárdalo bien protegido en una pequeña bolsa cuando no lo utilices; llévalo contigo cuando sea apropiado y tócalo con frecuencia. Si el cristal es más grande, colócalo allí donde puedas verlo con frecuencia.
Una de las formas más fáciles de escoger un cristal para la práctica del mindfulness es hojear rápidamente el directorio de cristales de la parte 2 y ver cuál de ellos te llama la atención. Si no, puedes recurrir a la descripción para seleccionar un cristal que encaje con sus necesidades. Si vas a utilizar cristales reales (y no las fotografías) y te enfrentas a una elección entre diversos cantos rodados, cierra los ojos y pide a tu mano que te guie hasta el cristal apropiado para ti mientras hundes la mano en los cristales. Aquel que se adhiera a los dedos es tu cristal.
Mediante la radiestesia con péndulo o con los dedos se localiza con rapidez el cristal adecuado una vez se haya establecido cómo son las respuestas «sí», «no» y «quizás». Si utilizas un péndulo, sostenlo con la cadena envuelta alrededor de la mano sin que apriete y dejando que la cadena cuelgue en una longitud aproximada del ancho de la palma de la mano. Para establecer el «sí», sostén el péndulo por encima de la rodilla y pregunta: «¿es [pronuncia tu nombre] mi nombre?» Habitualmente, el péndulo oscila en forma de círculo (toma nota de la dirección de la oscilación) o bien hacia atrás y hacia adelante. Este es tu «sí». Repite el proceso utilizando un nombre falso; la reacción del péndulo es tu «no» —puede oscilar en la dirección contraria o hacia atrás y hacia adelante, si previamente se ha movido en forma de círculos. Para la respuesta «quizás», el péndulo suele menearse un poquito o moverse lentamente.
Una vez hayas establecido tus respuestas, «sí», «no» y «quizás», selecciona un cristal por el que te sientas atraído, sostén el péndulo sobre el mismo y pregunta: «¿es este el cristal adecuado?». Si obtienes un sí por respuesta es que has encontrado tu cristal, de lo contrario, sigue practicando la radiestesia hasta que recibas una respuesta afirmativa. Si obtienes una respuesta «quizás», pregunta: «¿hay un cristal mejor para mí en este momento?».
Para practicar la radiestesia con los dedos, forma un círculo con los dedos pulgar e índice de una mano. Coloca el pulgar y el índice de la otra mano dentro del círculo y cierra. Tira con fuerza, si el círculo se mantiene unido, la respuesta es «sí», si se deshace, la respuesta es «no». Como ya se ha indicado antes, comprueba las respuestas «sí» y «no» (que pueden variar) antes de comenzar a practicar la radiestesia, preguntando: «¿es [pronuncia tu nombre] mi nombre?» y luego tirando con fuerza y considerando tu nombre real como un «sí» y un falso nombre como un «no». Una vez que hayas establecido tus respuestas «sí» y «no», selecciona un cristal por el que te sientas atraído, une los círculos formados por la unión de los dedos pulgares e índices de cada mano, colócalos encima del cristal seleccionado y pregunta: «¿es este el cristal adecuado?». Si obtienes un «sí» es que has encontrado tu cristal, de lo contrario sigue practicando la radiestesia hasta que recibas una respuesta afirmativa.
También puedes hacer radiestesia corporal con los chakras de las palmas de las manos —localizados en el centro de la palma de la mano— sosteniendo el cristal y sintiendo la energía, que percibirás como un hormigueo que sube por los brazos. Si estás en una tienda de cristales y te das cuenta de que aún llevas el cristal que escogiste a primera vista, este es el cristal que es apropiado para ti.
Todos los cristales tienen que limpiarse y recargarse periódicamente. Si tu cristal es un canto rodado o una pieza sólida, puedes limpiarlo colocándolo bajo un chorro de agua durante unos momentos —utiliza agua embotellada y no agua del grifo, si no vives cerca de una fuente o de un manantial de agua natural. Sécalo y exponlo al sol o a la luz de la luna para que se recargue. Alternativamente, añade unas gotas de un limpiador de cristales de marca registrada (Recursos, página 96) al agua embotellada o a la que procede de la fuente o manantial y sumerge el cristal en ella. Sin embargo, si el cristal es frágil, desmenuzable, estratificado, soluble en agua o compuesto de muchos cristales minúsculos, límpialo exclusivamente con un ligero rociado de agua de fuente o manantial embotellada en un frasco pulverizador. Añade antes al frasco una o dos gotas de limpiador. También puedes dejar el cristal durante la noche dentro de un recipiente con arroz integral (utilízalo como abono o tíralo después de su uso). La sal puede dañar los cristales desmenuzables o estratificados y, por tanto, es mejor evitarla como producto de limpieza. Otro de los métodos consiste en colocar el cristal en una bolsa junto a varias piezas de sal de roca durante toda la noche. Ten en cuenta que la Halita o sal de roca está compuesta de cristales de sal y, por tanto, es soluble en agua y no necesita recargarse antes de su uso. Si has limpiado el cristal siguiendo un método a base de agua o con Halita, déjalo expuesto a la luz del sol o de la luna para recargarlo, o bien emplea un cargador de marca registrada para el mismo fin. El Cuarzo transparente y ahumado, el Citrino y la Cornalina también pueden utilizarse tanto para limpiar como para recargar las energías de un cristal, pero estos cristales requerirán una limpieza posteriormente.
Si utilizas un método de limpieza a base de agua, añade un limpiador de marca registrada al agua antes de sumergir el cristal.
Una vez que se ha restituido al cristal su vibración energética más pura, estará listo para ser activado para que pueda trabajar en tu beneficio al máximo nivel. Sostén el cristal limpio y recargado en las manos durante unos momentos y pídele que trabaje siempre en tu máximo beneficio. Deja que tu amor y tus propósitos fluyan al interior del cristal y percibe cómo este te devuelve la energía.