Introducción

Septiembre de 1962. Tanques del Ejército recorren las calles de Buenos Aires. Tropas de infantería, que se aprestaban para combatirlos, ocupan parques y plazas. Las radios difunden comunicados de facciones militares que, como en los juegos de guerra, se hacían llamar azules y colorados. Luego de cuatro días de escaramuzas y algunos enfrentamientos de poca importancia, el conflicto finaliza con un comunicado-proclama en el que los llamados azules prometen restablecer la justicia y la disciplina, respetar las leyes y reglamentos del Ejército, y cumplir con la “sagrada misión de hacer posible la democracia”. Poco después informan que el jefe de las tropas de la guarnición de Campo de Mayo, el casi desconocido general de brigada Juan Carlos Onganía, había sido designado Comandante en Jefe interino del Ejército. A primera vista, parecía otra de las tantas crisis militares que se habían hecho habituales en aquellos años. Sin embargo, era el comienzo de una etapa de estabilidad para el Ejército que duraría poco más de una década. En ese lapso fue conducido por el grupo de oficiales que habían vencido en aquellas jornadas de septiembre de 1962. El control institucional por parte de este grupo se prolongó hasta el 25 de mayo de 1973, fecha en la que el gobierno constitucional del Dr. Héctor Cámpora descabezó la cúpula del Ejército y designó Comandante en Jefe al general Jorge Carcagno.

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El objetivo central de este libro es estudiar al Ejército argentino entre septiembre de 1962 y mayo de 1973, período durante el cual los hombres de la caballería, que habían liderado la facción azul, controlaron los principales mandos de la institución. La etapa analizada es significativa dentro del ciclo de la historia institucional del Ejército abierto por la llamada “Revolución Libertadora” (1955), que se prolongó hasta el final de la última dictadura (1983), durante el cual las Fuerzas Armadas (y el Ejército en particular) se transformaron en protagonistas del proceso político argentino. En ese sentido, la “Revolución Libertadora” significó un corte abrupto en la historia del Ejército. En los años previos, el presidente Juan Domingo Perón había pretendido “peronizar” las Fuerzas Armadas en un claro intento de control subjetivo de las mismas que provocó reacciones que reforzaron cierta tendencia a la politización autónoma de los militares argentinos. El alzamiento contra el general Perón se produjo, en parte, como una reacción de algunos sectores militares contra el intento de “peronizar” a las Fuerzas Armadas. El triunfo de la “Revolución Libertadora” inició un proceso inverso de “desperonización” durante el cual centenares de oficiales de las tres fuerzas armadas fueron pasados a retiro obligatorio. El período posrevolucionario se caracterizó también por las luchas facciosas, la indisciplina, la falta de subordinación a las jerarquías y el aumento de los niveles de autonomía militar frente al poder político. Esta situación se prolongó hasta septiembre de 1962, cuando la victoria de la facción azul, preocupada por la supervivencia de la institución, inició una década de orden al interior del Ejército durante la cual éste estuvo dominado por un grupo homogéneo de oficiales superiores, la mayoría de los cuales compartían un pasado de luchas antiperonistas.

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Tres hipótesis generales básicas recorren este libro. En primer lugar, luego de la lucha facciosa entre azules y colorados, los oficiales del arma de caballería restablecieron los patrones de disciplina y autoridad jerárquica al tiempo que controlaron, a través de manejo de los ascensos, retiros y traslados, los puestos clave de la estructura de mandos del Ejército argentino hasta mayo de 1973. Este grupo de generales de caballería estaba integrado, mayoritariamente, por oficiales que compartían un pasado de luchas antiperonistas y habían sido reincorporados al Ejército durante la “Revolución Libertadora”. En segundo término, ésta representa un punto de quiebre en los niveles de autonomía de las Fuerzas Armadas con respecto al poder político que aumentaron significativamente. La autonomía militar, en un primer momento de carácter defensivo e institucional, se transformó a partir de la crisis de septiembre de 1959 en autonomía ofensiva y política, y se expresó a través de “planteos”. Desde ese momento, creció el nivel de autonomía militar, aunque esto no ocurrió de forma progresiva ni lineal, alcanzando niveles altos en los primeros meses de 1973. La autonomía plena (o “corporatización”) recién alcanzó su punto culminante entre 1975 y 1982.

Por último, este proceso fue paralelo a la transformación doctrinaria del Ejército argentino que comenzó en 1957 desde la Escuela Superior de Guerra. Junto con las tradicionales hipótesis de conflicto (contra Brasil y Chile) se incorporó otra que alcanza su culminación con el desarrollo de lo que llamaré “Doctrina del Enemigo Interno”, 1 que le proporcionó al Ejército un nuevo patrón de interpretación para los conflictos políticos y sociales, y una justificación para sus futuras intervenciones políticas. La base de esta doctrina, que se manifestó en el desarrollo de la Guerra Contrarrevolucionaria, ya había sido sólidamente establecida para 1961, fue asimilada durante toda la década de 1960, y perfeccionada y aplicada durante la etapa final de la llamada “Revolución Argentina”.

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El nivel de análisis que he elegido para este trabajo sobre el Ejército es el de la estructura interna de la organización, a través del estudio de las relaciones entre promociones, armas y especialidades al interior de la misma, y sus relaciones con el sistema político. Por ese motivo se otorga gran importancia a los ascensos a los grados superiores del Ejército. En una institución en la cual son los propios generales quienes cumplen un papel primordial en la selección de quienes serán sus pares, el estudio de los procesos de ascenso al generalato y la conformación del Alto Mando es fundamental para comprender los cambios en las relaciones de fuerza que se manifiestan en el interior de la institución a lo largo del tiempo. Esta mirada hacia el interior del Ejército permitirá relevar con mayor precisión un amplio campo de investigación, referido a la evolución de sus tendencias internas, los profundos cambios doctrinarios ocurridos desde finales de la década de 1950 y su interrelación con otros sectores políticos y sociales.

De lo anterior se desprende que no se trata de una historia integral del período posperonista ni un trabajo global sobre las Fuerzas Armadas argentinas, sino el estudio de un actor institucional clave del proceso político entre 1962 y 1973. La propia dinámica de ese Ejército, que lo llevó a ser protagonista de la vida institucional del país, hace que surjan a lo largo de este libro una serie de temas de suma importancia, como la cuestión de la guerrilla, la crisis del sistema político, la radicalización de diferentes sectores sociales, o los conflictos sindicales. Estos temas no serán desarrollados en forma exhaustiva porque significaría apartarme del foco de la investigación y del nivel de análisis propuesto. Tampoco es objetivo de este trabajo estudiar la relación entre Ejército y grupos sociales o económicos, ya que el acento esta puesto en la dinámica institucional interna. Me referiré a esos vínculos en aquellas circunstancias que afecten su relación con el Estado y la sociedad en su conjunto.

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En su estructura interna, este libro se divide en trece capítulos y las conclusiones. En el primero, de carácter historiográfico, analizo los principales debates sobre la relación Fuerzas Armadas y Sociedad generados a partir de los textos clásicos de Samuel Huntington y Morris Janovitz. Ello me permitirá precisar algunas de las categorías que utilizaré a lo largo del trabajo, reflexionar sobre el control civil y los alcances de la autonomía militar en el caso argentino, y realizar un breve estado de la cuestión acerca del Ejército en la etapa posperonista. Los capítulos siguientes siguen un criterio de exposición cronológico. El segundo y el tercero sintetizan la historia del Ejército argentino durante el siglo XX hasta el inicio del conflicto entre azules y colorados (1962), identificando el origen de algunas de las características principales de la etapa posterior que es objeto de este trabajo: la creciente influencia de los oficiales de caballería, los cambios en materia doctrinaria en un contexto de Guerra Fría y el aumento en los niveles de autonomía militar. En los dos capítulos siguientes analizo las causas de la profunda crisis de autoridad por la que atravesaba el Ejército en 1962, que pueden rastrearse en la “Revolución Libertadora”, y examino, en detalle, las luchas facciosas de septiembre de 1962 y abril de 1963, así como sus consecuencias inmediatas tanto en el plano de la política nacional como en el castrense. El capítulo sexto corresponde al análisis de la situación del Ejército durante la primera etapa de la presidencia de Arturo Illia, caracterizada por la desconfianza mutua entre el gobierno y la conducción del Ejército, que alcanza su punto culminante con una crisis castrense que desembocó en el imprevisto retiro voluntario de Juan Carlos Onganía.

Sólo en el séptimo capítulo me aparto del relato cronológico para rastrear el origen de los cambios doctrinarios ocurridos en el Ejército tras la caída de Perón. La aparición de una primera guerrilla rural en Salta es el disparador para adentrarme en el estudio de las influencias externas. Primero a través del análisis del influjo de la misión militar francesa que, a partir de 1957, desarrolló toda la estructura para la “lucha antisubversiva”. Luego mediante el estudio de la política de ayuda militar norteamericano, del entrenamiento de militares argentinos en los Estados Unidos y en la Escuela de las Américas (Canal de Panamá), y de las Conferencias de Ejércitos Americanos. Me detendré a examinar, particularmente, la Vª Conferencia, realizada West Point en agosto de 1964, donde el general Onganía pronunció un famoso discurso cuyo análisis permite comprender, con todos sus matices, el nivel de autonomía alcanzado por el Ejército en su relación con poder político a mediados de la década de 1960.

El capítulo 8 está dedicado al análisis detallado de la conspiración cívico-militar que derrocó al presidente Arturo Illia desde la conformación del núcleo golpista. En el plano castrense, el análisis estará basado en el contrapunto entre la actitud de los oficiales legalistas de la Secretaría de Guerra y el estado mayor golpista por apropiarse del discurso de la facción azul. Para finalizar, intentaré responder dos preguntas que surgen del relato: ¿cuáles fueron las causas que movilizaron a los sectores golpistas?, y ¿por qué, a pesar de sus esfuerzos, el sector legalista del Ejército no pudo impedir el golpe de Estado? Los dos capítulos siguientes analizan la primera etapa de la llamada “Revolución Argentina”, bajo la presidencia del general Onganía. En el noveno se identifican las características del nuevo gobierno “revolucionario” y sus tendencias internas, y se examina el llamado “Plan Europa”, que pretendía romper la dependencia de los Estados Unidos en materia de abastecimiento militar. El análisis se extenderá hasta la designación del general Lanusse como Comandante en Jefe del Ejército, punto de inflexión en la situación interna del Ejército en el siguiente lustro. El capítulo 10 comprende la primera etapa de su comandancia y el eje del mismo es la conflictividad política y social de la primera mitad de 1969 que culminó en el “Cordobazo”. A partir de ese momento se multiplicaron las insurrecciones urbanas, aumentó la violencia política, se agudizó el deterioro del gobierno del general Onganía, cuya imagen quedó sumamente dañada ante la opinión pública. En la parte final, detallaré el proceso político y militar que culminó con el derrocamiento del primer presidente de la llamada “Revolución Argentina”. El capítulo 11 está dedicado a la breve presidencia del general Levingston, cuya propuesta de “profundizar la Revolución” representó un nuevo fracaso de la “Revolución Argentina” que inició una fase defensiva marcada por la reactivación de la actividad política, el crecimiento de las organizaciones armadas, y la multiplicación de las puebladas, cuyo punto culminante fue el llamado “Viborazo” (Córdoba, marzo de 1971). El derrocamiento de Levingston marca el inicio de una etapa signada por la unión del poder real y el poder formal en una misma persona: Alejandro Lanusse. Ese será el tema de los capítulos 12 y 13. En el primero de ellos examino la primera etapa de su gobierno, en la que la política pasó a ocupar un lugar central, y la búsqueda de un consenso entre Fuerzas Armadas, partidos políticos y dirigentes sindicales se transformó en el objetivo principal del gobierno. En ese contexto analizo la propuesta del Gran Acuerdo Nacional (GAN) y los intentos de acercamiento del general Lanusse a Perón, mientras que, paralelamente, crecía la violencia paraestatal y el gobierno endurecía la legislación antiterrorista. Los planes de Lanusse y del sector liberal del Ejército sufrieron un duro golpe con el levantamiento de los regimientos de caballería de Azul y Olavarría (octubre de 1971). La segunda parte de este capítulo está dedicada al análisis de ese suceso, así como de las características ideológicas de los diversos grupos nacionalistas que participaron del mismo. Para finalizar examinaré el cambio de estrategia hacia Perón de parte del general Lanusse, desde mediados de 1972, una vez que se hizo evidente el fracaso del Gran Acuerdo Nacional. En el capítulo 13 se analizan los últimos meses de la comandancia del general Lanusse, una etapa de altísima conflictividad política y social que siguió a la matanza ocurrida en Trelew en agosto de 1972. Estos meses también se caracterizaron, en el plano castrense, por los conflictos de la conducción del Ejército con las otras dos fuerzas armadas, y por el creciente descontento de algunos mandos intermedios que se negaban a reprimir levantamientos populares, o bien se oponían a la proscripción del peronismo. Pero el regreso de Perón (noviembre de 1972) y el eventual triunfo electoral del FREJULI resquebrajaron la autoridad de Lanusse sobre el Ejército. Es en ese contexto que el sector lanussista promovió la firma del llamado documento “de los Cinco Puntos” que buscaba condicionar al gobierno elegido por la voluntad popular. Sin embargo, el amplio triunfo justicialista desbarató los planes continuistas del Alto Mando del Ejército y favoreció una profunda depuración del mismo que marcó el final del predominio del arma de caballería luego de algo más de una década.

1. “Doctrina de la Seguridad Nacional” es una categoría muy amplia que surge en los Estados Unidos, y que ha sufrido múltiples variaciones a lo largo del tiempo. Al fin y al cabo todas las doctrinas de defensa se vinculan con la “Seguridad Nacional”. Preferiré entonces la expresión “Doctrina del Enemigo Interno”, que define mejor el cambio producido a partir de la segunda mitad de la década de 1950, y cuyas bases –intentaré demostrar– ya estaban firmes mucho antes de que los militares argentinos concurrieran masivamente a entrenarse a escuelas militares de Estados Unidos y del canal de Panamá en las que se difundían las ideas del Pentágono.