1 Los casos contrarios se explican, no siempre, pero sí en general, por el hecho de que es lógico que la confesionalidad del elemento obrero de una industria dependa en primer término de la confesión imperante en el país de origen o en el que aquéllos son reclutados. A menudo, esta circunstancia hace variar a primera vista por completo la imagen ofrecida por muchas estadísticas confesionales; por ejemplo, en Renania. Por otra parte, es natural que los datos no sean concluyentes más que a condición de enumerar muy al detalle y con toda especialización las distintas profesiones; no siendo así, podrá darse el caso de que ciertos grandes empresarios aparezcan incluidos en la misma categoría de “directores de industria” que los “maestros que trabajan por su cuenta”. [Por lo demás urge advertir que el “gran capitalismo” actual se ha independizado por completo, sobre todo en relación con la extensa capa de sus trabajadores menos calificados, de las influencias que en otros tiempos pudo ejercer la confesión religiosa. (Véase sobre esto más adelante.)]

2 Cf., por ejemplo, B. Hermann Schell, Der Katholizismus als Prinzip des Fortschritts (El catolicismo como principio de progreso), Würzburg, 1897, p. 31. Georg von Hertling, Das Prinzip des Katholizismus und die Wissenschaft (El principio del catolicismo y la ciencia), Friburgo, 1899, p. 58.

3 Uno de mis discípulos ha trabajado el abundante material estadístico que poseemos sobre estas cosas: la estadística confesional de Baden. Cf. Martin Offenbacher, Konfession und soziale Schichtung (Confesión y estructura social), estudio sobre la situación económica de los católicos y protestantes en Baden, Tubinga y Leipzig, 1901 (vol. IV, fase 5 de los Cuadernos de Economía de la Universidad de Baden). Todos los hechos y números con que ilustramos a continuación nuestras afirmaciones proceden de este trabajo.

4 Así, por ejemplo, en el año 1895, en Baden había capital tributario por rentas de capital de 954 060 marcos por cada 1 000 protestantes, contra 589 000 marcos por la misma cantidad de católicos. A su vez, los judíos sobrepasaban con mucho estas cifras, con cuatro millones por cada 1 000. (Datos tomados de Offenbacher, loc. cit., p. 21.)

5 Acerca de esto deben confrontarse todos los razonamientos del trabajo citado de Offenbacher.

6 En los dos primeros capítulos del trabajo de Offenbacher se hallan detalles más precisos acerca de esto, relativos a Baden.

7 En la población de Baden había en 1895, 37% de protestantes, // 61.3% de católicos y 1.5% de judíos. Sin embargo, la confesionalidad escolar se repartía del modo siguiente en los años 1885-1891 en los jóvenes que cursaban en las escuelas, nacionales y libres (Offenbacher, op. cit., p. 16):

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8 Véanse los números de la nota anterior, en los que se ve que, por relación con su población total, la asistencia de los católicos a los institutos de segunda enseñanza es inferior en un tercio, salvo, con escasa diferencia, en los liceos (por la ayuda que prestan sus enseñanzas para la formación teológica). Señalemos también como característico el hecho de que, en Hungría, los protestantes presentan en mayor grado que en parte alguna las manifestaciones típicas de asistencia a la enseñanza secundaria (Offenbacher, loc. cit., p. 19, nota final).

9 Véase la demostración en Offenbacher, loc. cit., p. 54, y las tablas que inserta al final del trabajo.

10 [Eso está muy bien visto en los pasajes que más adelante tendremos ocasión de citar de los escritos de sir William Petty.]*

11 [Los ejemplos que Petty* cita a propósito de Irlanda tienen un fundamento bien sencillo: que, en ese país, la capa protestante de la población es tuvo constituida por lores absentistas: hubiera sido erróneo afirmar otra cosa, como lo prueba el pasaje relativo a los “Scotch-Irish”. En Irlanda existió, lo mismo que en todas partes, la relación típica entre capitalismo y protestantismo. Sobre los “Scotch-Irish” en Irlanda véase C. A. Hanna, The Scotch-Irish, 2 vols., Nueva York, Putnam.]

12 Esto no impide, naturalmente, que también la última haya tenido consecuencias importantes, y, sobre todo, no contradice el hecho de que, como más tarde veremos, para el desarrollo de toda la atmósfera vital de muchas sectas protestantes fue de un alcance decisivo (incluso en su participación en la vida económica) el haber constituido siempre minorías reducidas y, por lo mismo, homogéneas, como ocurría, por ejemplo, con los calvinistas auténticos fuera de Ginebra y Nueva Inglaterra, incluso allí donde ejercían el do minio político.

[Con nuestro problema nada tiene que ver el fenómeno conocido universalmente de que los emigrantes de todas las confesiones del mundo (indios, árabes, chinos, sirios, fenicios, griegos, lombardos, “trapezitas”)* se hayan instalado en otros países como representantes del espíritu mercantil de pueblos más desarrollados. En su trabajo sobre “los orígenes del moderno capitalismo” refiérese Brentano a su propia familia, como ejemplo de esta afirmación. Pero // la verdad es que en todos los tiempos y en todos los países ha habido banqueros de origen extranjero como preclaros representantes de la experiencia y las relaciones mercantiles; no son, pues, algo específico del capitalismo y más bien fueron objeto de desconfianza ética por parte de los protestantes (véase más adelante). Otra cosa ocurrió con las familias protestantes de los Muralt, los Pestalozzi, etc., que de Locarno pasaron a Zurich, donde pronto se convirtieron en los propulsores de un desarrollo capitalista (industrial) específicamente moderno.]

13 Offenbacher, op. cit., p. 68.

14 Inusitadamente finas observaciones sobre las peculiaridades características de las confesiones en Alemania y en Francia y su intersección con otros elementos culturales en la lucha nacionalista alsaciana pueden encontrarse (Legaz Lacambra omitió traducir estas líneas iniciales. N. del E.) en el notable escrito de W. Wittich, Deutsche und französische Kultur im Elsäss (Cultura alemana y francesa en Alsacia), Estrasburgo, 1900 (separata de la Illustrierte Elsäss, Rundschau, 1900).

15 Quiere decirse con esto: cuando se daban realmente las posibilidades de desarrollo capitalista en el respectivo territorio.

16 Véase, acerca de esto, Dupin de St. André, L’ancien église réformée de Tours. Les membres de l’église (publicado en el Bull. de la soc. de l’hist. du Protest., vol. 10). Sobre todo un católico tendría que ver aquí como primer motivo impulsor el anhelo de emancipación del control monástico y aun eclesiástico en general. Pero a esta interpretación se opone no sólo el juicio de los adversarios de aquella época (incluso Rabelais), sino también, por ejemplo, las objeciones de conciencia de los primeros sínodos nacionales de los hu gonotes (por ejemplo, el I Sínodo, C. partic., qu. 10, en Aymon, Synod. Nat., p. 10), en el que se pregunta, por ejemplo, si un banquero puede ser jefe de una Iglesia; por otra parte, y a pesar de la actitud inequívoca, Calvino en este punto, en los sínodos nacionales, los fieles más escrupulosos planteaban repetidamente la cuestión en torno a la licitud del préstamo con interés, y ya esto muestra no sólo activa participación de todos los círculos interesados, sino, sobre todo, que el deseo de poder ejercer la usuraria pravitas sin control de la confesión, no pudo haber sido factor decisivo, aun en Holanda (véase más adelante). Por eso hemos de afirmar expresamente que estas investigaciones no conceden el menor valor a la prohibición canónica de la usura.

17 Wirtschaftsgeschichte des Schwarzwaldes (Historia económica de la Selva Negra), vol. I, Estrasburgo, 1897, p. 67.

18 Véase a este propósito las breves observaciones de Sombart, Der moderne Kapitalismus (El capitalismo moderno), 1ª ed., p. 380. [Desgraciadamente en la que a mi juicio constituye (en esta materia) la más floja de sus grandes obras (Der Bourgeois —El burgués—, Munich, 1913), ha defendido Sombart una “tesis” radicalmente equivocada, sobre la cual tendré ocasión de insistir; se ha dejado influir para ello por un escrito de F. Keller (Unternehmung und MehrwertEmpresa y plusvalía—, en los Escritos de la Sociedad Goerresiana, vol. 12), que, a pesar de sus finas observaciones (no siempre nuevas, sin embargo), queda muy por debajo del nivel de otras publicaciones apologéticas.]

19 Pues siempre es cierto que el mero hecho del cambio de domicilio en el trabajo es uno de los medios más poderosos de su intensificación (cf. también, supra, nota 12). Así, por ejemplo, una muchacha polaca, a la que todos los ofrecimientos de aumento de salario no son capaces de arrancarle su incuria habitual en el trabajo, cambia radicalmente de carácter y ofrece posibilidades insospechadas de aprovechamiento económico trabajando, por ejemplo, en Sajonia. Fenómeno semejante se da en los trabajadores italianos emigrados. Evidentemente el hecho no se debe (aun cuando sea un factor codeterminante) a la simple entrada en un “medio superior de civilización”, puesto que el fenómeno no deja de darse cuando, como en la agricultura, el trabajo es idéntico e incluso es posible que la calidad de emigrado obligue a un descenso temporal en el nivel de vida, que apenas hubiera sido soportado en la propia patria. El mero hecho de trabajar en un medio distinto del acostumbrado es lo que rompe el tradicionalismo y lo que actúa de factor “educador”. Apenas precisa indicar hasta qué punto se basa en efectos de tal índole la mayor parte del desarrollo económico norteamericano. En la Antigüedad, por los documentos que poseemos, se ve con la mayor claridad posible cómo el destierro de Babilonia tuvo idéntico alcance para los judíos [, y algo semejante ocurrió con los persas]. Entre los protestantes, la influencia de sus características religiosas actúa como factor rigurosamente autónomo [de modo se me jante a como ocurre en la India con los jainas], como lo prueba la indudable diferencia en la estatura económica existente entre las colonias puritanas de Nueva Inglaterra, la católica Maryland, el sur episcopaliano y la interconfesional Rhode Island.

20 [Como es sabido, en la mayor parte de sus formas constituye un calvinismo o zwinglianismo templado.]

21 [En la casi puramente luterana ciudad de Hamburgo, la única fortuna que se remonta hasta el siglo XVII es la de una conocida familia reformada (debo este dato a la amabilidad del profesor A. Wahl).]

22 [Por tanto, no constituye una “novedad” afirmar aquí esta conexión sobre la que ya disertaron Laveleye, Matthew Arnold y otros; lo raro es la duda totalmente infundada sobre ella que hay que proceder a explicar.]

23 Esto no impide, naturalmente, que tanto el pietismo [oficial] como algunas otras direcciones religiosas, se hayan opuesto más tarde, por reminiscencias de una mentalidad patriarcalista, a ciertos “progresos” de la constitución económica capitalista (por ejemplo, el paso [de la industria doméstica] al sistema de fábricas). Es preciso separar cuidadosamente, como repetidamente tendremos ocasión de ver, lo que una dirección religiosa determinada aspiraba como ideal y la influencia práctica que ejercía sobre la conducción de vida (Lebensführung) de sus adeptos. [Acerca de la específica aptitud para el trabajo de los trabajadores // pietistas, véase los ejemplos que, observados por mí en una fábrica de Westfalia, aduzco en el artículo “Zur Psychophysik der gewerblichen Arbeit” [“Psicofísica del trabajo industrial”], publicado en el Archiv für Soziologie (Archivos de Sociología), vol. XXVIII, principalmente, p. 263.]*