Capítulo 2
PRIMER TRIMESTRE DE EMBARAZO
¡El test dio positivo! Y empiezan a surgir miles de preguntas. Todo un mundo de sensaciones y una nueva vida se está desarrollando dentro de ti. Y junto con la gestación del bebé, empezarás a notar muchos cambios físicos y emocionales. ¡Bienvenida, mamá, al embarazo!
Elegir obstetra
La elección del ginecólogo u obstetra, cuando se realiza a conciencia, enfrenta a la mujer a una serie de interrogantes. Antes de tomar la decisión te preguntarás si el médico novato tiene la experiencia suficiente para detectar enfermedades complejas, si el profesional de larga trayectoria se mantiene actualizado o si conviene elegir un ginecólogo hombre o mujer. ¿Me sentiré cómoda?
En el caso del embarazo, sobre todo si eres primeriza, necesitas una contención muy especial y no todos los profesionales pueden satisfacer esa necesidad de la misma manera.
Si bien el sistema de salud condiciona las posibilidades de elección del obstetra, tienes herramientas para cerciorarte de que el profesional actúa con responsabilidad.
Aun cuando el obstetra actúe con responsabilidad, es importante que te sientas cómoda y respetada en los exámenes.
En el sistema público el obstetra controlará el embarazo durante los 9 meses, pero –salvo una circunstancia especial– es probable que en el momento del parto seas atendida por un profesional que recién conoces. Por este motivo, es muy recomendable que realices el curso de preparación para el parto porque las obstétricas que lo dictan hablan sobre los profesionales del servicio y efectúan una visita a la sala de partos. Además, es posible que durante el curso te presenten a más de una obstétrica, con lo cual aumentan las chances de encontrar alguien conocido en el momento del parto.
Algo similar ocurre en las obras sociales de los trabajos. En general, en estos casos el número de profesionales es más reducido y puede haber diferentes alternativas para lograr la elección del profesional con el que te sientas cómoda, tanto en la atención ginecológica como obstétrica.
En los sistemas de seguros o prepagos, o de la medicina privada, las posibilidades de elección se diversifican y puedes optar por aquel médico que te queda cerca de tu domicilio o trabajo y cuyos horarios de atención te resultan más cómodos.
Independientemente de la edad, sexo, experiencia y sistema dentro del cual ejerce el ginecólogo u obstetra, el primer criterio que debes valorar a la hora de elegir al profesional es su idoneidad. Una forma sencilla de hacerlo es asegurarse de que el médico cuenta con la acreditación expedida por la autoridad competente que lo habilita a ejercer. A este aspecto formal se suman las características personales del médico, cuya preferencia será particular de cada mujer.
Otra alternativa válida a la hora de elegirlo es solicitar el asesoramiento de un profesional de confianza, como puede ser el médico de familia. Esta opción es menos viable en el sistema público, pero en este ámbito la mujer tiene el reaseguro de que los profesionales trabajan dentro de un servicio en el cual generalmente hay controles, reglas y normas de atención preestablecidas.
Una vez que se ha comprobado que el profesional está acreditado y se tienen referencias de su idoneidad, deberás probar si tienes empatía con el médico. No hay que desestimar el tan mentado «es cuestión de piel» a la hora de la elección. Es muy importante guiarse también por los sentimientos que surgen en la primera o segunda consulta.
Aunque no siempre pueden abordarse todos los temas en las primeras entrevistas, hay algunos que no se pueden pasar por alto como es el caso de las embarazadas con fechas de parto conflictivas (fiestas, vacaciones). Cerciórate de que el obstetra pueda atenderte esos días o que te cuente cuál es la estrategia alternativa que ha diseñado (equipo, reemplazante).
Cuidados y recaudos en el embarazo1
En las primeras semanas de embarazo el bebé se desarrolla, lo cual lo vuelve más sensible a la acción de agentes externos, tanto físicos como químicos. Es importante no exponerte a los rayos X y no tomar medicación sin consulta previa. Si tomas regularmente alguna medicación, debes consultar inmediatamente con tu médico de cabecera para ver si puedes continuar tomándola, si debes modificar la dosis, o reemplazarla por otra más segura. Los medicamentos que con mayor frecuencia requieren estos ajustes son los antihipertensivos, los anticonvulsivantes y los psicofármacos. Ante cualquier enfermedad preexistente es necesaria la consulta precoz, tanto con el obstetra como con el médico de cabecera.
Fecha estimada de parto. ¿Cómo calcularla?
Un embarazo normal y a término dura 38 semanas a partir de la fecha de ovulación. Como no se sabe con precisión cuándo se produjo la concepción y solo se conoce la fecha de la última menstruación, los obstetras cuentan los embarazos utilizando esa fecha como guía, sumando en total 40 semanas al primer día de la última menstruación.
Así, en la primera consulta se establece la fecha probable de parto (FPP).
Este cálculo se obtiene sumando a la fecha de la última menstruación 7 días + 9 meses. Por ejemplo: si la fecha de la última menstruación fue el 10 de enero, la FPP será el 17 de octubre.
Para calcular la FPP los obstetras utilizan una tabla circular (gestograma) que contiene dicha información. Busca en las filas que están en negritas la fecha de tu última menstruación. La fecha que aparece justo debajo es la fecha estimada de tu parto.
Mamá primeriza
La maternidad es concebida aún hoy como un rol natural y exclusivo de las mujeres, un estado ideal de realización casi absoluta, de completa felicidad. Los aspectos positivos y gratificantes de ser madre son bien conocidos y socialmente aceptados, no así las aristas más problemáticas y dolorosas, generadoras de cansancio, frustraciones y angustias.
Si eres mamá primeriza debes saber que ser madre implica renuncias, genera desencuentros en el matrimonio y hasta puede reavivar antiguas tensiones con tu propia madre y amigas. Con coraje, tendrás que hacerles frente a las dificultades si crías a tu hijo y, al mismo tiempo, luchas por tu realización personal, y a la vez para que el amor con tu pareja siga vivo en medio de las batallas cotidianas.
Está muy bien que se pueda disfrutar, por ejemplo, de ese estado maravilloso que es el embarazo, un período único y extraordinario, pero también es bueno prepararse para el día después del parto, cuando empieza otra etapa que tiene, también, turbulencias y angustias.
Y prepararse significa caer del pedestal de la embarazada mimada y atendida, porque al pedestal sube, inevitablemente, el bebé recién nacido. Las mujeres modernas conviven con expectativas de inclusión laboral, se forman, capacitan, desarrollan profesionalmente, luchan mucho por ser independientes y, al mismo tiempo, aspiran a ser madres. Pero la realidad es que poco sabemos de lo que significa atravesar un parto, amamantar, criar hijos.
Al ser madres te enfrentas a un torrente de emociones naturales que tienen que ver con el nacimiento. Pero, al mismo tiempo, aparece latente todo un esquema, una expectativa más típicamente masculina de trabajo y evolución en un sistema eficientista, consumista, de velocidad y urgencia, que entra en conflicto con el ritmo que necesitas para criar un bebé.
Hay mujeres que por sus propias características, o porque han contado con modelos maternos interesantes, pueden integrar mejor la maternidad y el trabajo. Pero otras entran en cortocircuito y viven «tironeadas».
Una de las cosas que pasan con la maternidad es que se pierde la noción de que el tiempo pasa, que las coyunturas se modifican. A veces te parecerá que vas a estar encerrada para siempre, cambiando pañales y amamantando a ese bebé que amas pero que no para de demandarte, y te preguntarás: «¿Mi libertad dónde está?». Hay que tener presente que, felizmente, el bebé –y tú también como madre– van creciendo.
Cada vez que das a luz a un hijo entras en un maremágnum de emociones y sensaciones nuevas, confusas, fuertes. Eres una madre recién nacida, una madre nueva, tienes que aprender una cantidad de cosas. Y no importa si eres primeriza o si vas por el tercero, porque con cada hijo nace una madre distinta.
El segundo hijo: ¿un sentir diferente?
Cada embarazo, cada parto y cada hijo son únicos, por eso hemos escuchado a las mamás decir que les resultó muy distinta la experiencia de la llegada del primer hijo en comparación con la del segundo. Puede haber diferencias respecto de la motivación al buscar el primer hijo y el siguiente.
La relación con cada hijo es muy variable. Por supuesto, existen algunas similitudes pero también diferencias, las cuales dependen no solo del lugar que cada niño ocupe dentro de la familia, sino también de su carga genética que, entre otros factores, condiciona sus rasgos personales. Cabe aclarar que ningún niño viene al mundo como una tabula rasa.
Otro elemento a tener en cuenta, al referirnos al deseo de un hijo, es el sexo del bebé. Las ganas de tener un segundo hijo muchas veces están motivadas, al menos en un nivel consciente, por el anhelo de que ese hijo sea de un determinado sexo. Debemos saber que la preferencia por un sexo u otro, aunque parezca tratarse de cuestiones superficiales («tener la parejita», «que sea nena para jugar con la hermanita», etcétera) está determinada por profundas motivaciones inconscientes.
Si la relación con el primer hijo es muy narcisista, es decir, exclusiva y excluyente de otros vínculos, puede quedar bloqueado el deseo de tener otro hijo.
¿De qué depende la decisión de tener
un segundo hijo?
La decisión de tener un segundo hijo depende, en primer lugar, de la fuerza que tengan todos estos elementos mencionados.
Hay padres que sienten temor a no poder amar tanto a un segundo hijo como al primero.
Otra cuestión que pueden temer es que este se sienta excluido o muy celoso y que le provoque alguna regresión.
Al respecto, es importante saber que un niño a los 2 años ya suele estar en condiciones físicas y psíquicas como para tolerar la llegada de otro hermanito.
Resulta muy distinto cuando un hermanito llega a los 2 años, o después, que cuando esto ocurre antes de esta etapa, dado que es muy diferente en la relación que tiene la madre con un niño de pecho y que aún no controla esfínteres, que con otro que ya ha logrado este aprendizaje.
A la hora de tomar la decisión de tener un segundo hijo pueden pesar, también, los aspectos económico, laboral y profesional para ambos padres, pero sobre todo para la mujer.
Muchas postergan la maternidad porque consideran que ser madres atrasará su desarrollo en estos aspectos.
Puedes hacer una consulta psicoanalítica para aliviar la angustia que puede generarte la decisión de tener un segundo hijo y favorecer así la llegada del niño y el futuro de la familia.
Llega un hermanito
¿qué hacer con los celos?
El nacimiento de un hermanito constituye una circunstancia crítica para el primogénito, incluso cuando espere al bebé con ilusión. Una observación frecuente de los padres es qué hacer con los celos.
Los celos son una reacción normal de todos los niños ante la llegada de un hermanito. Cada niño reacciona de una manera diferente frente a la nueva situación, de acuerdo con su propia personalidad. Algunos pueden sentirse felices durante el embarazo y comenzar a demostrar celos al nacer el bebé o a los 6 meses (cuando comienza a hacer gracias), mientras que otros pueden sentirse celosos desde el embarazo. En realidad, los celos se producen porque el niño tiene miedo de perder el amor y la atención de sus padres. Estos miedos generan cierta angustia que se manifiesta generalmente en llantos y berrinches sin causa aparente. «No sabe qué quiere», dicen los padres cuando cuentan lo que les pasa, y ciertamente, es la expresión de la angustia misma.
Ya próximos al parto, teme que el nuevo integrante que viene a casa pueda quitarle parte o tal vez todo el amor que papá y mamá le dan. Una vez que llega el bebé a casa se da cuenta de que todos están pendientes del pequeño y él siente que lo dejan de lado. Entonces comienzan las manifestaciones de celos: también llantos y berrinches acompañados a veces de mal comportamiento, pero ahora con un objetivo claro. Ahora sí sabe lo que quiere: llamar la atención (que el pequeño no le quite el protagonismo).
Esta conducta es normal, lógica y predecible en distintas intensidades pero no en la totalidad de los casos, y es más común si el niño tiene menos de 3 años.
¿Cómo puedes ayudarlo a superar los celos? Primero debes comunicarle que el bebé está en camino, respetando su interés por el tema. Cuando el niño se muestre interesado hay que tratar de involucrarlo. Se debe hacer participar activamente al pequeño de esta alegría en casa, que entienda la suerte que tiene de pasar a ser un «hermano mayor». De hecho, es bueno no anunciar la noticia del modo: «vamos a tener otro hijo» sino como «Juancito va a tener un hermanito». Una buena forma de hacerlo partícipe es que acompañe a la mamá al médico y observe cuando le realizan una ecografía, llevarlo cuando se sale de compras de alguna ropita o accesorio para el bebé y que ayude en la preparación del ajuar y habitación del bebé.
Él, junto con el papá, tiene que tener el privilegio de ser los primeros en verlo, acariciarlo y besarlo con cuidado.
La fase de ajuste en la familia es temporal, ya que la llegada de un nuevo hijo siempre trae consigo más aspectos positivos que los problemas que se puedan tener al principio.
Es fundamental que los padres no sientan culpa por tener otro bebé. Desde el comienzo debes vivirlo con felicidad y transmitirle esto al niño, aun sabiendo que normalmente, como todos, deberá pasar por un período de adaptación.
Reacciones más comunes al tener
un nuevo hermanito
• Desinterés: algunos niños, al darse cuenta de que el bebé solo duerme, come y nada más, prefieren ignorarlo hasta que crece un poco y comienza a interactuar.
• Regresión: esta es una de las reacciones más comunes; puede manifestarse en el interés en los juguetes del bebé, querer la mamadera o el chupete, incluso volver a tener «accidentes» con el control de esfínteres. En la mayoría de los casos, las regresiones pasan pronto: lo importante es no ponerles tanta atención y recalcar en el hijo mayor que esos comportamientos son de bebés y no de un niño mayor.
• Enojo: puede presentarse en diferentes grados, e incluso resultar en acciones en contra del bebé. Una recomendación en este caso, además de estar alertas y no dejar al bebé solo con el hermanito, es darle atención por parte de ambos padres.
Reacciones más comunes al tener
un nuevo hermanito:
• Hacer partícipe al hijo mayor de algunas decisiones «importantes» de la casa. Por ejemplo, qué cenarán, cómo acomodarán el cuarto del bebé o su cuna si dormirán en el mismo cuarto, o incluso que ayude a escoger el nombre del bebé.
• Hacerlo sentir orgulloso de ser el mayor. Se le pueden dar pequeñas tareas que cumpla en casa o incluso que ayude en el cuidado del bebé, que le cante alguna canción para dormir, etc.
• Nunca comparar a los hijos, si es más bonito, si tiene mejor color de ojos el bebé, etc.
• Facilitar el juego y la interacción entre ellos a medida que el bebé vaya creciendo.
• Hablar con el hermano mayor de cuando él era bebé, enseñarle fotos, recuerdos, etc.
• Compartir un tiempo a solas con él. Por ejemplo, que papá lo lleve al parque, al cine, o que mamá lo invite solo a tomar un helado, o una noche pueden alquilar una película.
Recuerden que la paciencia, la comprensión e incluso la disciplina son los ingredientes que no deben faltar para superar con éxito esta etapa.
Las náuseas
En el embarazo se presentan algunos síntomas poco agradables, como por ejemplo las náuseas.
Este malestar afecta al 85% de las embarazadas y se produce durante los tres o cuatro primeros meses de gestación. Son provocadas por cambios en el funcionamiento del aparato digestivo de la mujer. Estos se deben a la aparición de las hormonas placentarias, la gonadotrofina coriónica y la progesterona. Estas hormonas hacen que la digestión sea más lenta y, en consecuencia, los alimentos permanecen más tiempo en el estómago.
Otros factores que producen náuseas pueden ser el estrés, las pastillas de hierro, o bien los olores fuertes.
Tienen también un componente psicológico importante, que a veces resulta predominante. Esto se ve en los casos de miedos relacionados con posibles enfermedades en el bebé o temores al parto, ya sea por dolor o por la inminente responsabilidad de ser madre, con todos los cambios que llevará aparejada esta nueva situación.
Generalmente, la intensidad de las náuseas y vómitos es leve a moderada pero en casos extremos puede ser severa (hiperemesis) llegando a comprometer gravemente la salud de la madre (desnutrición y deshidratación severa) y eventualmente la salud del bebé en gestación.
En la actualidad existe una medicación que es una combinación de succinato de doxilamina y piridoxina, y es el único tratamiento aprobado por la FDA para la prevención de las náuseas con categoría A, es decir, con máximo score de seguridad, por lo que pueden tomarlo las embarazadas también.
Cambios físicos en el primer trimestre
Desde su fecundación, una célula inicia un hermoso viaje hacia la vida: se multiplica, se transforma, anida y evoluciona hasta que se convierte en un nuevo ser humano. ¡Es el pequeño que estás esperando!
El embarazo se divide en tres trimestres, durante los cuales se van experimentando cambios que preparan tu cuerpo para recibir al bebé.
En el primer trimestre se forman los órganos principales del niño. En el segundo, sus órganos se vuelven más complejos, y en el tercero, que es la etapa final, el bebé aumenta de tamaño y peso, preparándose para nacer.
En este primer trimestre, tu cuerpo comienza un profundo proceso de cambios hormonales que no son notorios exteriormente y los síntomas varían de mujer a mujer.
Notarás la suspensión de los ciclos menstruales, mareos, náuseas y vómitos, frecuentes ganas de orinar, aumento del volumen y sensibilidad de los pechos, pigmentación más oscura de los pezones, cambios de humor, ansiedad e inseguridad, aumento de secreciones vaginales y sensación de cansancio y sueño.
En estos meses, el cuerpo y la placenta generan hormonas como la gonadotropina coriónica, encargada de segregar estrógenos responsables de que los pechos aumenten de tamaño preparándose para la lactancia, y además son las causantes del sueño y del cansancio.
El útero comienza a crecer y presiona la vejiga, razón por la cual se orina con más frecuencia.
Tips para que te sientas mejor
• No corras. Trata de no correr para llegar a algún lugar, tómate el tiempo que corresponda para caminar.
• No ingieras alimentos inadecuados. Procura no ingerir alimentos que sepas que te producen vómitos y náuseas.
• Elige tus comidas preferidas. Elige las comidas que más te gusten. No realices cambios en tu dieta.
• Come poco y más seguido. Comer poca cantidad de alimentos, pero de forma más seguida. Consumir productos lácteos para aumentar la ingestión de calcio.
• Ingiere alimentos ricos en hidratos de carbono. Puedes comer galletas secas, tostadas, etc. Alimentos ricos en vitamina B6. Puedes elegir alimentos como el atún, la papas, la banana, las pasas de uva, el salvado de trigo y las semillas de sésamo.
• Evita alimentos grasosos. No ingieras alimentos grasosos, ni tampoco aquellos de olor fuerte.
• Evita los jugos cítricos. Evita los jugos cítricos si notas que no te caen bien, ya sean los naturales, los que vienen envasados listos para tomar o en polvo para preparar.
• Come caramelos ácidos. Te ayudarán a disminuir el exceso de saliva.
• Toma bebidas digestivas. Ingiere bebidas como la soda o bien algún té de menta o manzanilla.
• Come algo antes de levantarte. Trata de tomar un rico desayuno en la cama si puedes.
Si tienes náuseas en exceso o si continúan luego de la semana 16 de tu embarazo, debes consultar a tu obstetra.
Es posible que aumentes de 1 a 2 kilos, que se distribuyen entre el mayor volumen de sangre, el feto, la placenta, el útero, el líquido amniótico y los pechos.
Es habitual que sientas rechazo a ciertos alimentos, olores y sabores (con los que antes no tenías problemas), y también cambios de humor y mayor sensibilidad.
El consumo calórico en el embarazo es de solo un 15%, y es totalmente falso el mito que dice que hay que comer por dos.
Resulta imprescindible el consumo de ácido fólico y otras vitaminas del complejo B; si no fueron administradas en la etapa pre-embarazo, hay que comenzar a tomarlos ahora. Previenen patologías graves del bebé, tales como malformaciones cardíacas, renales y efectos del tubo neural.
Los cambios físicos generales
en las nueve lunas
Durante las diferentes etapas del embarazo, el cuerpo femenino se va modificando para poder adaptarse al bebé que gesta en su interior. Además del aumento de peso y del cambio hormonal característico de esta etapa, algunos órganos se desplazan o cambian de posición mientras que otros mantienen su estructura.
Debido a que el diafragma se eleva unos cuatro centímetros y el tórax se ensancha dos centímetros en su diámetro transversal, los volúmenes de aire que movilizan a los pulmones se modifican y pueden provocar en la embarazada una sensación de fatiga y necesidad de respirar más seguido. Esto es algo totalmente normal y que es ocasionado también por la acción hormonal, que no debe generar ninguna preocupación.
A medida que el embarazo avanza, el diafragma se eleva, el corazón rota hacia arriba y su punta se dirige a la izquierda, ya que se apoya sobre este músculo. Sumado al aumento de la frecuencia de los latidos cardíacos (10 a 15 por minuto) se pueden experimentar algunas palpitaciones (sensación de golpes leves de adentro hacia fuera de la pared torácica) que no tienen mayor importancia. Además, el corazón puede aumentar levemente de tamaño y la base donde se implantan las válvulas puede distenderse al igual que las arterias y venas del resto del cuerpo. Esta modificación en las válvulas puede producir algunos soplos (ruido que se percibe en la auscultación), que también son normales durante este momento en la vida de la mujer.
Hacia el final del segundo trimestre del embarazo y especialmente durante el tercero, el estómago rota hacia arriba y hacia su lado izquierdo, y como consecuencia se modifica su relación anatómica con el esófago (sección del tubo digestivo que va de la faringe al estómago), lo que puede producir regurgitación de los ácidos gástricos.
Además, tanto el intestino delgado como el grueso se mueven hacia arriba y hacia los costados a medida que el útero aumenta de tamaño y ocupa más lugar por el crecimiento del bebé. Sobre la etapa final del embarazo, el apéndice se eleva y llega a estar en algunos casos casi a la altura del borde de las costillas.
Mientras que tu cuerpo intenta mantenerse en equilibrio, a medida que se desplaza su centro de gravedad, las curvaturas antero posteriores de la columna vertebral cambian acentuándose sobre todo en la zona lumbar por rotación anterior de la pelvis. Los cambios en la zona de la pelvis ocurren sobre todo en las articulaciones, más específicamente en los ligamentos: la progesterona los reblandece para que las uniones entre los huesos se desplacen mejor y la mujer tenga una mayor elasticidad a la hora del parto, facilitándole la tarea de dar a luz.
Pero como este fenómeno ocurre en todo tu cuerpo, en mayor o menor medida se debilitan todas tus articulaciones. Es por esto que por lo general las embarazadas suelen torcerse los tobillos y se les caen fácilmente las cosas de las manos.
También se da una cierta descalcificación en el organismo por el mayor requerimiento de calcio del bebé, pero esto es algo transitorio, que se recupera pocos meses después del nacimiento.
Por su parte, las costillas se elevan y desplazan hacia afuera, lo que hace que traccionen los cartílagos donde se insertan en el esternón, produciendo a veces dolores intensos. Estas molestias pueden aliviarse con analgésicos, dependiendo de la intensidad, duración del dolor y de la edad gestacional; antes de tomarlos es preciso consultarlo con un obstetra.
El funcionamiento del sistema urinario también se ve afectado a medida que el bebé crece, porque los riñones aumentan levemente su tamaño y pueden estar ligeramente desplazados hacia arriba y atrás. Pero el cambio más evidente se da en los uréteres, los conductos huecos que van desde cada uno de los riñones hacia la vejiga y transportan la orina, ya que aumentan de diámetro notoriamente y lo recuperan luego del parto.
Especialmente en la última etapa del embarazo, cuando la cabeza del bebé se apoya en la pelvis, la vejiga se comprime y cambia la forma del fondo.
Una vez que el niño ha nacido, todos tus órganos y huesos se reacomodan normalmente, ya que estos cambios tuvieron lugar para favorecer el crecimiento del bebé dentro de ti y que ambos estén preparados para el momento del parto.
La consulta sobre dolores de espalda durante el embarazo es muy común en los consultorios y en la actualidad afecta a casi dos tercios de las embarazadas.
El dolor más frecuente es el que se ubica en la zona posterior más baja de la pelvis hacia ambos costados de la línea media. Quienes lo padecen son las mujeres que en embarazos anteriores ya los experimentaron, las que padecieron este tipo de dolores antes de quedar embarazadas o las que no tienen una base de entrenamiento físico pregestacional.
Por su parte, los calambres en los músculos gemelos suelen producirse en el tercer trimestre y son también frecuentes en los músculos de los pies. Duran algunos segundos, pero en ocasiones dejan dolor residual por varias horas.
La causa de estos dolores se explica a partir del avance del embarazo, cuando el bebé va ocupando más lugar en el útero y genera mayor peso. En esos momentos las curvaturas antero posteriores de la columna vertebral cambian acentuándose sobre todo en la zona lumbar por rotación anterior a la pelvis. Para proteger y atenuar estos trastornos se pueden practicar deportes como la natación, caminatas, yoga y gimnasia en el agua, siempre consultando previamente con el obstetra.
El dolor leve se combate cambiando de postura, descansando sentada apoyando las piernas a la altura de las caderas y flexionándolas ligeramente para cambiar el eje de la pelvis. Para los dolores intensos se sugiere reposo, calor seco o húmedo, además de ejercicios suaves. En tanto, para los dolores muy intensos, que ni siquiera permiten caminar, se indica reposo, baños de inmersión calientes y antiinflamatorios. Si el dolor persiste se recomienda realizar una resonancia magnética para descartar cualquier patología de columna que no tenga que ver con el embarazo.
Los calambres se previenen elongando los músculos, sobre todo antes de dormir, ya que en general aparecen cuando descansas. En algunos casos se suministra calcio o magnesio, pero la mejor forma de aliviarlos es mediante la elongación del músculo; si persisten, poner la zona afectada bajo agua caliente.
Más cambios. Tu mundo emocional
Es normal experimentar cambios de humor: temores, inquietudes y angustias. Habrá momentos en los que te sentirás plena y todopoderosa, y otros, frágil y necesitada de mimos.
Esta repercusión emocional va a depender de cada historia personal e incluso del vínculo con tus padres.
Desde el momento mismo en que te enteras que darás vida a un nuevo ser, una serie de cambios comienzan en tu mente. Preparas tu cuerpo para anidar al bebé en gestación y tu psiquis debe acomodarse a la nueva situación.
Su definición, desde un punto de vista biológico, es el proceso en el que se inicia y se desarrolla el feto en el interior del útero materno. La culminación de este proceso de embarazo se da en el momento del parto. Esta línea de proceso nos da una idea de continuidad, estabilidad y crecimiento del feto y ubica a la madre en un lugar físico de acogida, anidación y acompañamiento.
El fenómeno del embarazo, en el ser humano, excede el hecho exclusivo biológico y tiene un significado, no solamente a nivel social y cultural, sino de manera preponderante en el plano psicológico. Es por esto que desde la psicología posmoderna se lo considera como un proceso psicobiológico y, más recientemente, como psicobiosocial.
Cuando comienzas a tomar contacto con el ser que has concebido puedes sentirte abatida, triste algunas veces, confundida entre el deseo de ser madre y todo el cambio psicofísico que se está produciendo en ti.
Los cambios son muchos en el transcurso del embarazo: tienes malestares (náuseas, vómitos, decaimiento, etc.) que aparecen en el primer trimestre; también tomas conciencia de que tu cuerpo cambia (los senos se agrandan, tu peso aumenta, etc.) en función de la evolución de ese bebé que está por nacer; te llega la responsabilidad de tener que cuidarlo desde el momento del nacimiento, ya sea sola o acompañada con tu pareja o familia, y todo un mundo nuevo está por descubrirse en los nueve meses.
Cambios psicoafectivos1
Distintos cambios psicoafectivos están presentes en el embarazo. Desde lo afectivo existe ambivalencia en los sentimientos hacia el bebé que va a nacer, y aunque parezca extraño, hay mujeres que pueden llegar a tener sentimientos negativos hacia él. Las razones encontradas son:
• El niño no fue concebido mágicamente, como sí lo fue en su infancia. Por ejemplo, este sentimiento se puede dar en madres solteras donde el ideal de familia fue interrumpido por una realidad de abandono de su pareja, soledad e incertidumbre.
• El niño es una amenaza para su cuerpo durante el embarazo y luego de este. La mujer debe integrar su nuevo cuerpo a su propia imagen corporal y luego cuando nace separarse de él. A las mujeres cuyo físico les da su identidad profesional, les trae mucha angustia el solo hecho de pensar que su cuerpo se va agrandando, deformando y de pensar cómo quedará este luego del nacimiento del bebé. En algunos casos la mamá resigna su lactancia para que sus senos se mantengan en su mejor forma.
• El niño pasa a representar una interferencia en su vida privada. La mujer, en muchas ocasiones, se siente no deseada, se ve con sobrepeso, y su imagen corporal comienza a afectar su propia autoestima, quedando entrampada en este estado y no pudiendo salir de él.
La mujer pasa por distintos ciclos vitales y dentro de estos está la posibilidad de ser mamá. El embarazo representa una crisis de personalidad y de identidad. Tal es que se podría comparar con la crisis que se experimenta en la adolescencia, donde se encuentran los siguientes puntos en común más importantes:
• Una transformación hormonal y corporal, donde ella misma no se reconoce, y que a diferencia de la adolescencia se da en un plazo muy corto de nueve meses durante el embarazo y continúa hasta la culminación de la lactancia.
• Cambio en el estatus social. En la adolescencia es el pasaje de niña al mundo de los adultos. En la mujer embarazada primeriza, el pasaje de mujer a madre.
• Las identificaciones. En la adolescencia, con figuras significativas de su vida. En la embarazada, particularmente con su propia madre.
• Importantes fluctuaciones de humor. Momentos de euforia y momentos de tristeza cíclicos, solo aceptados como normales cuando se dan solamente en estas etapas.
• Situaciones que se impregnan de gran sensibilidad. Hay sucesos que en otras etapas de la vida pasarían sin más pero que tanto en la adolescencia como en el embarazo cobran un sentido preponderante.
En el embarazo se produce una crisis evolutiva que reactiva conflictos del pasado y potencia las problemáticas del presente y afecta a todo el conjunto familiar.
En esta resolución de conflictos influyen la personalidad, la historia personal, la situación presente, las características del embarazo y la ubicación del embarazo en el encadenamiento histórico familiar.
Cada uno conforma la crisis evolutiva en el embarazo:
• La personalidad. Desde luego van a existir personalidades con ciertos rasgos que harán más llevaderos los nueve meses en unas mujeres que en otras y permitirán que transiten el embarazo con mayores o menores obstáculos (sin llegar al extremo de mujeres con trastornos de la personalidad).
• La historia personal. Tendrá una incidencia primordial. Claramente se encontrarán mayores dificultades en madres primerizas, aquellas que han realizado tratamientos prolongados de fertilidad y las que han transitado previamente por abortos.
• La situación presente (conyugal, familiar y social) está íntimamente relacionada con el bienestar que le representará el embarazo. Una mujer embarazada, cualquiera fuere su situación de embarazo, podrá transitarlo de manera natural cuando existe total contención de su pareja y familia y medios sanitarios adecuados.
• Las características del embarazo. Incluye no solo el tipo de embarazo: único, múltiple, in vitro, etc. sino también otra característica importante como lo es la edad de la mamá. El grupo más riesgoso en cuanto a esta crisis lo conforman las madres adolescentes.
• La ubicación del embarazo en el encadenamiento histórico de la familia. Este embarazo puede ser muy deseado por sus padres, abuelos, hermanos, o no. Si se trata de un embarazo no deseado se verá qué lugar ocupará este bebé en su genograma y qué peso significativo tendrá para la mamá.
Esta crisis evolutiva será particular para cada mamá embarazada, y de la resolución de los conflictos que se le presenten en el embarazo, dependerá el pasaje y llegada a la siguiente etapa del ciclo vital que le toque vivir a cada mujer.
La paternidad actual
Afortunadamente, esos padres que tenían como únicas responsabilidades llevar el pan a la casa y ser la temible imagen de castigo para sus hijos ya han quedado en la historia. La mayoría de los niños de hoy tiene la dicha de tener padres muy diferentes a los que fueron sus abuelos y más aún sus bisabuelos en ese mismo rol.
En la actualidad vemos innumerable cantidad de papás en los consultorios de los obstetras, en la sala de espera del pediatra, en las reuniones de padres del colegio, haciendo la adaptación del jardín, jugando con los chicos en el parque o llevándolos a los baños de shoppings, cines y restaurantes. Padres que cambian pañales, que bañan a sus hijos, los ayudan con la tarea, leen el cuaderno de comunicaciones, saben las vacunas que se les han aplicado y la dosis de antitérmico adecuada para su peso, entre otras tantas cosas que hasta hace no más de una década eran tareas exclusivas de la madre, y desde luego ¡que a ninguna se le ocurría siquiera pedirle al papá que se encargase de alguna de estas cuestiones!
Si nos preguntamos cuáles han sido las causas que generaron este beneficioso cambio para el saludable desarrollo de los niños, aparecen varias respuestas: el creciente acceso de las mujeres a trabajos full-time fuera de la casa; los frecuentes divorcios, que inevitablemente llevan a los papás a hacerse cargo de lo que les pasa y de lo que necesitan sus hijos durante el tiempo que están con él; el deseo de brindarles a sus hijos una crianza y un vínculo paterno diferente al que ellos mismos recibieron, etc. Lo cierto es que hoy las cosas son diferentes, y el puntapié inicial para esto fue el ingreso de los padres a la sala de partos: hoy en día es muy raro que algún hombre se pierda de vivir la inolvidable experiencia de participar activamente en el nacimiento de su hijo, acompañando a la mujer y asistiendo a ese momento único.
Más allá de las causas, lo importante es que el modelo tradicional de familia ha ido evolucionando. El padre se alejó de la antigua imagen autoritaria para construir una más protagónica en la crianza de los hijos. La dinámica familiar pasó de sostenerse en una estructura arraigada a una jefatura masculina, a una más equilibrada, donde ambos cónyuges aportan ingresos y comparten responsabilidades y tareas vinculadas al hogar y los hijos.
Hoy hablamos de una paternidad comprometida, que implica tener sentimientos y conductas responsables respecto del hijo, sentirse emocionalmente conectado con él y expresarlo, estar físicamente y afectivamente disponible, ofrecer apoyo material para sustentar sus necesidades y participar activamente en las decisiones relativas a su crianza. Una paternidad presente, cálida y de apoyo contribuye al bienestar físico y emocional del niño y a su desenvolvimiento social, tanto presente como futuro, porque cuando los padres participan en la vida de sus hijos se genera una complicidad única, ambas partes se benefician, y el vínculo se hace más cercano, genuino y disfrutable.
Mamá RH negativo y papá RH positivo:
¿qué hacer con esta incompatibilidad?
El test es positivo, el embarazo se confirma, ¿ahora qué hacer? Ya sea antes de comenzar la búsqueda de un embarazo o durante la primera visita al obstetra es fundamental contarle al médico sobre los problemas de salud. El obstetra también preguntará sobre el grupo sanguíneo de la mamá y el papá. ¿Qué pasa cuando la mamá es RH negativo y el papá no lo es?
Es muy importante que los padres se realicen un análisis de sangre antes o en los primeros días del embarazo para averiguar si la madre es RH negativo y el padre es RH positivo y prevenir la incompatibilidad de RH.
El test de Coombs es la prueba diagnóstica que determina la compatibilidad de tu grupo sanguíneo con el del bebé.
La incompatibilidad se crea cuando una mujer con RH negativo y un hombre RH positivo conciben un hijo, y este hereda el factor de su padre. Entonces puede darse el caso de que algunos de los glóbulos rojos de la sangre del bebé penetren en el flujo sanguíneo de la madre durante el embarazo y durante el parto. Los glóbulos rojos del bebé serán detectados como sustancias extrañas, lo que puede desencadenar una respuesta inmunológica de la madre en contra del bebé, produciendo anticuerpos para destruir los glóbulos rojos diferentes (RH positivos).
Esto se origina cuando los glóbulos rojos fetales pasan a la circulación materna, lo cual se produce más que nada en el momento del parto.
Este es el motivo por el cual generalmente, de no recibir profilaxis la mamá, las complicaciones se originan en los siguientes embarazos y no en el primero. Durante el embarazo, el pase de glóbulos rojos fetales es mucho más raro. La incompatibilidad de RH afecta al 5% de las parejas. Del 1 al 10% de las madres RH (-) se sensibilizan luego de su primer embarazo; 30% luego del segundo embarazo, y 50% con posterioridad al tercero. La consulta obstétrica, en este caso, también cobra mayor relevancia: en la primera consulta se solicita grupo y factor sanguíneo a la embarazada. De ser RH negativo hay que determinar la presencia de estos anticuerpos por medio de la prueba de Coombs indirecta. La misma prueba se repite a las 20 semanas y desde ahí en adelante una vez al mes. A las 28 semanas se da una vacuna de Gamaglobulina Anti Ro, que actúa bloqueando los posibles anticuerpos formados.

Luego del parto se estudia el grupo y factor del bebé y de ser RH positivo se vuelve a administrar la vacuna. Si el bebé resulta RH negativo como la mamá, todo lo que hizo el médico fue en vano... pero no hay forma de saber el grupo y factor del bebé dentro de la panza por medios no invasivos, así que hay que realizar todo esto preventivamente.
Tus derechos laborales en el embarazo
Si estás embarazada, cuentas con la protección que te otorga la Ley de Contrato de Trabajo, una norma que en la Argentina rige desde 1976 pero que las compañías van adaptando a las nuevas necesidades y a su interés por retener a las mamás en sus puestos.
Una vez que comunicas tu embarazo, la relación que posees con la empresa se modifica, por lo menos, en lo inmediato. En la Argentina los derechos que te otorga el art. 177 son claros: no puedes trabajar durante los 45 días anteriores al parto y tampoco después, durante el mismo plazo. Esto puede modificarse reduciendo el plazo previo a 30 días y el post a dos meses. Un total de 90 días de licencia por maternidad con salario pago.
La flexibilidad se inicia en el momento que comunicas que estás embarazada (con certificado médico) y eso implica flex time para que puedas acudir a médicos, cursos de preparto y otras cuestiones relacionadas con tu nuevo estado. Esto realmente no debe considerarse un beneficio, dado que forma parte del sentido común.
También la ley establece que no puedes ser despedida dentro de los siete meses y medio anteriores o posteriores. La ley presume que cualquier potencial despido obedece a tu embarazo y, en consecuencia, te deberán indemnizar con una suma equivalente a trece meses de sueldo.
Las licencias de 3 y 6 meses y una hora diaria de lactancia también están contempladas por esta normativa que cumple cuarenta años y que, aunque en muchos casos se fue modernizando, contempla la protección central para todas las madres. La ley sigue manteniendo esos tiempos, pero cada compañía va teniendo mayor flexibilidad en el tema. Muchas no tienen un plazo general sino que se van adaptando en función del puesto, el rol de la profesional y otras cuestiones que consideran en cada caso en particular.
La compañía debe reservarte el mismo puesto o mejorarlo. Muchas mujeres no quieren volver al rol que tenían porque sus prioridades cambian; en ese caso, se pueden poner de acuerdo en modificar su puesto o acordar una salida. Pero siempre tiene que ser acordado y conversado.
La licencia por paternidad en la Argentina tiene gusto a poco, es de apenas dos días, la más corta en toda la región de Latinoamérica.
Aunque en distintos roles, ambos vínculos –el que el bebé establece con el padre y con la madre– son importantes. Y esta relación debe construirse tempranamente.
En lo respectivo a la licencia por maternidad, las madres argentinas están en el fondo de la tabla de posiciones.
En comparación con los vecinos, es la misma que se otorga en Perú y Bolivia; mientras que por debajo solo quedan Ecuador y Paraguay, con 84 días. Por encima, Colombia, y recientemente Uruguay, prevé 98 días, lo que equivale a 14 semanas, que es el número mínimo que recomiendan tanto Unicef como la Organización Internacional del Trabajo. Todavía más ofrecen Brasil (120 días), Venezuela (182) y, finalmente, Chile, con 210 días mínimos disponibles de licencia laboral por maternidad.
Pero hay más. Además de los días mínimos de licencia, cada sistema normativo tiene sus vericuetos. En Chile, a la manera europea, existe un período de 12 semanas de licencia posterior que la mujer puede fraccionar y “compartir” con el padre del niño.

1.Para más información sobre este tema, véase Capítulo V de este libro, «Embarazo saludable».
1.Para más información sobre este tema, véase apartado «Depresión posparto» en Capítulo VII: Parto.