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El mito de la multitarea

 

Ningún hombre que no sea dueño de sí mismo es libre.

EPICTETO

 

La multitarea nos falla.

Permíteme que vaya un paso más allá. La multitarea ni siquiera existe. Regresaremos más tarde a esta afirmación alarmante aunque científicamente respaldada.

¿Por qué son tantas las personas que van arrastradas a la carga de la multitarea? Colectivamente, somos boicoteados por plagas de los tiempos modernos tales como:

Demasiado que hacer, demasiado poco tiempo

Vida desordenada, mente desordenada

Montañas crecientes de exigencias diarias

Torbellinos de distracciones

¡Nooo! (Se escucha una inquietante música de Halloween.)

Esta lista es la punta del iceberg. Venga; propón unas cuantas docenas de ejemplos de tu propia cosecha. Te esperaré aquí, golpeando el suelo con el pie, cada vez más nerviosa por estar perdiendo mi irremplazable tiempo.

Cuando regreses, mira cómo describió la multitarea en la vida cotidiana un tipo al que entrevisté: «¿Que cuál es el efecto de la multitarea cuando examinas los mensajes de texto mientras conduces? ¿O cuando lees el periódico mientras hablas por teléfono con los colegas? ¿O cuando estás viendo un partido en directo mientras tu esposa quiere hacer algún plan? Pues que te empotras en el coche que tienes delante, aceptas terminar un proyecto antes de lo que podría hacerse y programas un viaje de trabajo el día del cumpleaños de tu suegro».

En un esfuerzo baldío por compensar el tsunami al que llamamos nuestra vida, intentamos afrontar varias tareas al mismo tiempo… consiguiendo una desenfrenada vida de distracción. Perdemos la concentración, incrementamos el estrés y nos preocupamos sin sentido por cosas que no guardan ninguna relación con lo que estamos haciendo. Nos volvemos despiadadamente irrespetuosos con las personas que tenemos delante: colegas, clientes, vendedores, empleados, seguidores y hasta con nuestra propia familia.

La atención fragmentada (alias multitarea) resquebraja los resultados y hace fracasar las relaciones.

Un monstruo entre nosotros

¿Qué es lo que hace a la multitarea tan atractiva?

Conocemos los peligros de leer y enviar mensajes de texto y conducir al mismo tiempo, y sin embargo muchos seguimos haciéndolo. ¿Cómo podemos sortear la distracción? ¿Por qué nos resulta tan difícil enfrascarnos en las tareas de una en una? Porque a cada momento nos acecha lo que llamo el monstruo de la multitarea. Y muchos nos vemos frustrados por culpa de esta criatura irresistible.

Uno de sus principales trucos consiste en atraer nuestra atención hacia obligaciones que no guardan relación con aquello en lo que estamos trabajando. Gravita sobre nuestras mesas, se mueve pesadamente por nuestro lugar de trabajo, dos cabezas que oscilan descuidadamente en direcciones opuestas, desafiándonos a que prestemos atención a una o a otra. Cuando, presas de la desesperación, nos quedamos mirando fijamente el sigiloso crecimiento de nuestra bandeja de entrada, el monstruo de la multitarea nos susurra dulcemente al oído la Única Solución: «¡Trata de resolver dos, tres, cuatro al mismo tiempo! Es tu única esperanza».

Y lo que es peor, según parece todos los demás han adoptado al monstruo de la multitarea como su guía venerado, poniéndose a su entera disposición.

¡Resiste! ¡Pon freno a esta locura! Haz gala de tu capacidad de resistencia y echa a la calle a patadas al monstruo de la multitarea. Los monstruos de la multitarea son como las sirenas del mar que atraen a los marineros al desastre, solo que no tan bien peinados.

¿Y si te pido que ahuyentes al monstruo de la multitarea sólo por un día? ¿Serías capaz de hacerlo? ¿Qué te lo impediría? ¿Podrías intentarlo? ¿Qué resultados obtendrías?

Uno de mis clientes hizo la siguiente reflexión: «Siempre me he enorgullecido de ser alguien que hace muchas cosas a la vez un año tras otro, pero si hoy tuviera que hacer una autoevaluación sincera, ¡me doy cuenta de pronto de los peligros que conlleva toda esta locura!»

Otro reconoció: «Cuando hago más de una cosa al mismo tiempo, nunca hago nada especialmente bien».

La cruda realidad es que intentar hacer muchas cosas a la vez está relacionado con la escasa productividad.1 Por definición, hacer más de una cosa a la vez implica que estés distraído. La única manera de hacer algo particularmente bien —o, subamos el listón, espectacularmente bien— es mediante un compromiso absoluto con la labor. Como le oí a un padre explicar sabiamente a su hijo, un flamante licenciado: «En cualquier momento, puedes hacer una cosa bien o dos mal».

El atractivo de la distración

Estamos distraídos. Y esto no nos presta un gran servicio.

Pero no te eches todas las culpas. Las expectativas culturales —basadas en los avances tecnológicos— han dado lugar a unas exigencias irreales. Se espera de nosotros que asimilemos sin solución de continuidad un torrente de información de un sinfín de medios de comunicación. Tenemos que estar permanentemente disponibles.

Muchos reaccionamos a la alarmante montaña de exigencias dividiendo nuestra atención entre las tares. Nos hallamos en medio de una creciente corriente hacia lo que Linda Stone denomina la «atención parcial continúa», prestando una atención superficial y simultánea a flujos de información que rivalizan entre sí.2Viviendo en nuestro big bang personal, nos sentimos incapaces de mantener el ritmo del universo en frenética expansión que rodea nuestras vidas. Oigo lo mismo permanentemente: «Cuanto más intento mantenerme al día, más agobiado me siento».

Son legión las personas víctimas de la idea equivocada de que la multitarea es necesaria para enfrentarse a la sobrecarga de tareas. Y esto es siempre contraproducente.

La multitarea es engañosa. En lugar de aliviar las exigencias, magnifica nuestros problemas, pues nuestros cerebros son incapaces de concentrarse en más de una cosa a la vez.

La multitarea bloquea la entrada del flujo de información a la memoria a corto plazo. La información que no consigue acceder a esta memoria no se puede transferir para que la memoria a largo plazo la recupere. Por consiguiente, la multitarea reduce nuestra capacidad para realizar tareas.

Estamos perdiendo nuestra capacidad de centrarnos; estamos dispersos; somos maleducados; provocamos —y sufrimos— accidentes; somos improductivos; cedemos el control. Fingimos hacer muchas cosas a la vez.

¿Y por qué he dicho «fingimos»? ¡Porque la multitarea no existe! Te iré colando este dato a hurtadillas hasta que estés preparado para oírlo. ¡Es una ilusión! Imagina a Zeus arrojando rayos. O a Casper, el Fantasma Bueno.

A todo el mundo
 le encanta la neurociencia

Como cualquier neurocientífico amigo atestiguará, el cerebro sólo se puede centrar en las cosas de una en una.

Permite que me extienda. El cerebro es incapaz de procesar simultáneamente flujos independientes de información procedentes de las tareas que exigen atención. A lo que nos referimos coloquialmente como multitarea recibe el nombre técnico de cambio de tarea, esto es, moverse rápida e ineficazmente de una tarea a otra.

Como explica el doctor Eyal Ophir, neurocientífico de la Universidad de Stanford: «En realidad, los humanos no podemos hacer varias cosas a la vez, lo que hacemos es cambiar de tarea… cambiar rápidamente de una tarea a otra». Aunque esto parezca hacer muchas cosas a la vez, el cerebro es incapaz de centrarse en dos cosas simultáneamente. Además, el rendimiento se resiente de este ir y venir de la atención.3

Y la cosa no para ahí; presta atención a lo que dice al respecto el doctor Earl Miller, del Instituto Tecnológico de Massachusetts: «Uno no puede centrarse en una (tarea) mientras está haciendo otra. Y la razón de que esto sea así se debe a lo que se denomina interferencia entre dos tareas… La gente no puede hacer muy bien varias cosas a la vez, y cuando dice que puede, está engañándose. Al cerebro se le da muy bien engañarse a sí mismo».4

Recapitulando: la verdadera multitarea es imposible, y lo que habitualmente es etiquetado como tal es en realidad un cambio entre tareas. Cambiamos de tarea en décimas de segundo; conscientemente no percibimos las demoras. Así que, en lo sucesivo, me referiré indistintamente a la multitarea como cambio constante de tarea, «tentativas de multitarea» o «la llamada multitarea». Sólo ocasionalmente hablaré de multitarea, aunque tanto tú como yo sabemos que sólo será una forma abreviada. La mayoría de los defensores de la multitarea no comprenden su verdadero significado. Y no digo esto como una crítica feroz. De todas formas, los aficionados a hacer varias cosas a la vez sólo prestarán la mitad de su atención a lo que estoy diciendo.

Incluso las sinapsis eléctricas se cortocircuitan durante la llamada multitarea. Como me contó un cliente: «Esta mañana me encontré con mi jefe al entrar. Se me puso a hablar cuando yo intentaba introducir mi número clave en la cerradura de la puerta. Así que le dije: “No puedo hacer varias cosas a la vez”, refiriéndome a que no podía escucharle e introducir mi número al mismo tiempo. Entonces me contó que, tal como están diseñados los circuitos, la multitarea también fracasa en el contexto de la ingeniera electrónica. Si intentas que un circuito haga más de una cosa a la vez, su eficacia se reduce».

El jefe de mi cliente es doctor en ingeniería eléctrica. De hecho, según el diccionario Oxford de inglés, la palabra multitarea proviene del procesamiento informático, apareciendo en el vocabulario inglés al mismo tiempo que el primer ordenador.

Multitarea: [nombre] 1. Calcular la ejecución simultánea de más de un programa o tarea por un único procesador informático. 2. Ocuparse una sola persona de más de una tarea al mismo tiempo.

Reemplazar los cambios vertiginosos por atender las tareas de una en una nos permite hacer más en menos tiempo. Esto es, terminamos antes.

Cuando la multitarea no es tal

Algunas personas replican airadamente a esto: «Yo puedo mantener una conversación y vaciar el lavavajillas. ¡Soy capaz de escuchar la radio y conducir! Eso es multitarea».

Permite que empiece diciendo que admiro tu espíritu batallador. Dicho esto, el doctor David Meyer puede aclarar las cosas: «En la mayoría de las situaciones, simplemente el cerebro no puede realizar dos tareas complejas al mismo tiempo. Eso puede darse sólo cuando las dos tareas… no compiten entre sí por conseguir los mismos recursos mentales».5

La multitarea implica combinar dos o más actividades, propiciando en potencia que al menos una reciba una atención inadecuada. Las actividades que no precisan en la práctica ningún esfuerzo consciente se pueden realizar conjuntamente con tareas fundamentales y no entran en el ancho de banda de la multitarea. Las tareas «sencillas» son funciones automatizadas de poca monta que incluyen las actividades memorísticas que no precisan concentración.

Realizar dos tareas inconexas al mismo tiempo cuando al menos una no requiere ningún esfuerzo consciente no es multitarea. Las actividades de esta categoría varían en función de la experiencia y entorno de uno. Por ejemplo, ir en coche al supermercado del barrio es para muchas personas una actividad básica y rutinaria, y sin embargo un conductor bisoño debe poner toda su atención en la misma actividad. Lavar los platos no exige un esfuerzo consciente, a menos que se trate de una faena a la que no estés habituado. La mayoría podemos conducir y charlar con un pasajero o escuchar las noticias y limpiar la casa.

Aunque las tareas automatizadas varían en función de los antecedentes y la intención, las actividades que entran en esta categoría incluyen algunas tales como:

Escuchar música

Archivar documentos

Preparar comidas sencillas

Reparaciones o manualidades sencillas

Este es un terreno resbaladizo. Una distracción inesperada puede propiciar pasar por alto un fragmento favorito, colocar mal un documento, quemar una comida o derramar el pegamento. Podemos estar recorriendo en coche un trayecto conocido, írsenos el santo al cielo y pasarnos la salida habitual. La verdadera causa es un cerebro que se desconecta temporalmente de nuestras acciones. A la mente indisciplinada se le va la olla, se va a otra parte completamente distinta y se olvida de sincronizar con la misión en curso. Estaba haciendo varias cosas a la vez.

Apenas hay diferencia entre dedicarse a una actividad en buena medida reflexiva y mantener el estado de alerta a un lance inesperado. Es posible que puedas conducir hasta el trabajo sin pensar durante el noventa y nueve por ciento del tiempo. Pero si un coche da un volantazo inesperado y se mete en tu carril, ¿están tus reflejos listos para reaccionar?

Otro peligro es confundir las tareas automatizadas con las que requieren atención. Por ejemplo, la gente cree erróneamente que pueden enviar un mensaje de texto y caminar, mientras son plenamente conscientes de su entorno. No tardan en descubrir la falacia de esta creencia.

Aunque hay casos en que dedicarse a dos actividades que no compiten pueden ser beneficiosos, hay que escoger con cuidado. Apretar una pelota antiestrés mientras se asiste a una teleconferencia puede ser una liberación positiva, en cambio consultar el correo electrónico es una distracción. Hacer estiramientos mientras se ve un concurso de televisión es bastante más beneficioso que apoltronarse sin más en el sofá. Escuchar una música alegre mientras se hace ejercicio puede incrementar la eficacia de un entrenamiento, aunque conversar o leer mientras se está en una cinta de correr suele reducir el número de calorías quemadas. Dedicarse a dos actividades que no entran en conflicto cuando al menos una es automática es algo generalmente inocuo; entregarse a dos tareas que rivalizan puede cobrarse un precio muy alto.

El precio que pagamos

Levanta la mano si has visto personas haciendo algo de lo siguiente:

Chocar con otros mientras consultan un teléfono

No arrancar cuando la luz se pone verde

Jugar con dispositivos portátiles durante actividades profesionales

No darse cuenta cuando llegan al principio de la cola en una tienda o una cafetería

Estas molestias menores son la punta del iceberg.

Hacer varias cosas a la vez tiene un coste terrible.

En Estados Unidos, las distracciones al volante matan a decenas de miles de personas al año, con un coste económico, consecuencia de las heridas y pérdida de vidas, que asciende a 871.000 millones de dólares anuales. Las distracciones al volante y la conducción bajo los efectos del alcohol o las drogas están estrechamente vinculadas como las dos principales causas de accidentes de tráfico mortales. El consumo de drogas y alcohol es responsable del 18 por ciento de las muertes en accidentes de tráfico, estando presentes las distracciones al volante en por lo menos el 17 por ciento de los accidentes fatales, aunque es probable que el verdadero porcentaje sea mucho más alto. Las distracciones al volante no quedan debidamente registradas debido a las dificultades de la policía para precisar si han sido concausa del siniestro.6

Mensajes de texto mientras se conduce

La Fundación para la Seguridad Vial de la American Automobile Association (AAA) destaca a los teléfonos móviles como un problema de seguridad fundamental. Según un estudio de la AAA realizado en 2014, más del 67 por ciento de los conductores estadounidenses hablan o envían o leen mensajes de texto habitualmente yendo al volante, a pesar de ser conscientes de los peligros que conlleva.

Pero, como el director de Seguridad Vial de la AAA Jake Nelson observa: «Utilizar el teléfono mientras se conduce puede parecer seguro, pero hacerlo cuadriplica casi el riesgo de sufrir un accidente… Ninguno estamos a salvo de los peligros de distraernos al volante. El mejor consejo es colgar y conducir».7

Mensajes de texto mientras se camina

Enviar o atender los mensajes de texto mientras se camina también plantea un grave problema de seguridad. Un gran peligro que se deriva de escribir o leer mensajes de texto y caminar al mismo tiempo es que los peatones creen que dominan la situación. En realidad, «cuando estás escribiendo un mensaje de texto, no estás controlando las complejas acciones que conlleva caminar».8 Prestar atención al teléfono en lugar de al propio entorno puede acabar en catástrofe.

Las categorías más habituales de las distracciones del peatón medio incluyen:

Manual: hacer físicamente otra cosa

Visual: estar mirando algo que te distrae

Cognitiva: darle vueltas a las cosas en la cabeza

Lleva a cabo un experimento la próxima vez que estés dando un paseo con un colega que esté utilizando su dispositivo portátil. (Tú, evidentemente, estarás caminando sin impedimentos, equilibrado y feliz, gracias a este libro.) Sugiérele amablemente que guarde el dispositivo para que no se meta involuntariamente bajo las ruedas de los vehículos que pasan o le dé un porrazo a un transeúnte inocente.

¿Tu colega te responde, agradecido: «¡Viva, compañero! Gracias por tu útil recordatorio. ¡Me acabas de salvar la vida! ¡La comida corre de mi cuenta!»?

¿O masculla entre dientes distraídamente: «Tranqui. No te preocupes. Estoy bien. Sé perfectamente lo que está pasando a mi alrededor».

Cuando un caminante recibe un cacharrazo en la cabeza, siempre es culpa del otro. Con independencia de quien sea la culpa, la realidad es que el número de lesiones relacionadas con transeúntes que estaban hablando por sus teléfonos aumentaron en más del triple desde 2004 a 2009.9

Los accidentes derivados de las distracciones, tales como las de estar enviando mensajes de texto mientras se camina, causan un porcentaje especialmente elevado de lesiones en la cabeza y fallecimientos. Como una campaña de la administración recuerda a los conductores de Washington, D. C.: «Los transeúntes no llevan airbag de serie».

Las personas absortas se caen por las escaleras, tropiezan con el pavimento irregular y se meten debajo de los coches.10

Las distracciones durante el aprendizaje

Hacer varias cosas a la vez debilita nuestra capacidad para concentrarnos. Entre todos estamos perdiendo la capacidad de mantener una atención prolongada, y las distracciones derivan en una menor flexibilidad a la hora de aplicar los conocimientos a las nuevas situaciones.11 La capacidad de aplicar el conocimiento de un contexto a otro recibe el nombre de transferencia, e intentar realizar varias cosas a la vez reduce esta capacidad.

En su libro The Shallows, Nicholas Carr sostiene que Internet ha cambiado la manera que tenemos de procesar la información.12 Aunque la Red nos permite encontrar la información con mayor facilidad que cuando leemos detenidamente las publicaciones periódicas en la biblioteca local, también perjudica nuestra manera de asimilarla y retenerla. Moverse por una pantalla ha sustituido en buena medida la lectura de una página, produciendo un aprendizaje superficial y una retención deficiente.

Profundizaremos en estas consecuencias en la segunda parte del libro.

Trabajar mientras se está distraído

Abandonar y retomar el hilo mental de manera repetida ocasiona mayor fatiga mental y más errores que enfrascarse en una única labor. Cuando nos distraemos, el cerebro procesa y almacena la información de manera ineficaz. La multitarea —el cambio permanente entre tareas— incide de manera negativa en la concentración. El cambio constante de tareas es la antítesis de la concentración, y aquellos que realizan varias cosas a la vez muestran una menor capacidad de concentración y son, en consecuencia, menos eficientes.13

Un momento. Aún hay más. La multitarea también se cobra un precio en tres áreas más:

La calidad de vida

Las relaciones

Todo lo demás que te importa

Nada del otro mundo.

¿Ventaja generacional?

A menudo se me pregunta si los jóvenes tienen ventaja cuando se trata de la multitarea. ¿Crecer en un mundo de alta tecnología le equipa a uno mejor para hacer varias cosas al mismo tiempo? Va a ser que no. En palabras de Douglas Merrill: «Todos saben que a los niños se les da mejor la multitarea. ¿El problema? Que todos están equivocados».14

Los universitarios y alumnos de instituto tienen las mismas limitaciones de memoria que los adultos; sea cual sea la edad, comprendemos y retenemos menos cuando cambiamos de tarea. La información adquirida de manera deficiente provoca menor capacidad para transferir y aplicar los conceptos. Aprender a concentrarse es una cualidad vital.

Como reveló un estudio de la Universidad de Vermont, las aplicaciones informáticas no relacionadas con los estudios en los ordenadores portátiles de los alumnos están abiertas y activas más del 42 por ciento del tiempo en que estos están realizando sus trabajos académicos. El nivel de distracción entre los universitarios alcanza la categoría de pandemia.

Las generaciones más jóvenes tienen una idea tremendamente exagerada de la cantidad de cosas que son capaces de atender al mismo tiempo.15 Los jóvenes que intentan realizar dos tareas difíciles simultáneamente están engañados, porque las funciones cerebrales complejas compiten por la misma parte del cerebro, la corteza prefrontal. A las personas les resulta difícil evaluar en qué medida están operando sus procesos mentales, ya que tales procesos son inconscientes.16

Ocuparse de los mensajes de texto, el correo electrónico y estar conectado a la Red mientras se está en clase o haciendo el trabajo académico tiene un efecto negativo sobre los promedios académicos, porque, como puso de relieve un estudio de la Universidad de Harvard, la atención dividida dificulta nuestra capacidad para codificar la información. El resultado es que recordamos menos o nada en absoluto. La llamada conducta multifuncional «propicia una disminución de la capacidad para el procesamiento cognitivo e impide el aprendizaje profundo».17

Ella me deslumbró con su ciencia

El intento de hacer varias cosas a la vez exige que el cerebro cambie la atención con suma rapidez, en algo menos de una décima de segundo. Estas diversiones y pérdidas de concentración llevan a una mala utilización del tiempo y agotan nuestra capacidad mental.

Entonces, si conocemos las desventajas de intentar hacer varias cosas a la vez, ¿por qué seguimos arrastrándonos en busca de más?

En primer lugar, hay una multitud de distracciones tentadoras que nos persiguen a todas horas. Ni siquiera podemos ver la televisión sin dejar de ver el anuncio de otro programa desplazándose en letras gigantes por la parte inferior de la pantalla.

Otro atractivo de la multitarea es el ansia de novedades. Este hecho ayuda a explicar la razón de que nos sintamos tentados por la multitarea incluso cuando sabemos que es una equivocación. Cuando los estímulos indican un cambio de statu quo, la dopamina se libera y la adrenalina recorre el torrente sanguíneo a toda velocidad con independencia de que tales cambios se consideren positivos o negativos. Esta oleada contribuye a la atracción de las nuevas tareas por encima de lo que estemos haciendo en ese momento.18

La ayuda está en camino. El sistema ejecutivo del cerebro situado en el lóbulo frontal puede ayudar a suprimir la información irrelevante. Nuestro sistema ejecutivo decide qué entradas son superfluas y adónde dirigir nuestra atención.

Así pues, podemos alcanzar nuestras metas aprendiendo a reducir las distracciones. ¡Premio! Esta es una habilidad que se puede adquirir, que tú —¡eh, que te estoy hablando a ti!— puedes adquirir. Sigue leyendo.

 

1 Foster, Gigi y Charlene M. Kalenkoski, «Measuring the Relative Productivity of Multitasking to Sole-tasking in Household Production: New Experimental Evidence», IZA Discussion Paper, núm. 6763 (julio 2012).

 

2 Sonte, Linda, «Beyond Simple Multi-Tasking: Continuous Partial Attention» (30 noviembre 2009). http://lindastone.net/2009/11/30beyond-simple-multi-tasking-continuous-partial-attention.

 

3 Ophir, Eyal, Clifford Nass y Anthony D. Wagner, «Cognitive Control in Media Multitaskers», Proceedings of the National Academy of Sciences, 106, núm. 37, 15583-15587.

 

4 Hamilton, Jon, «Think You’re Multitasking? Think Again», National Public Radio (20 octubre 2008). http://www.npr.org/templates/story/story.php?storyId=95256794.

 

5 Murphy Paul, Annie, «The New Marshmallow Test:Resisting the Temptations of the Web», The Hechinger Report (3 mayo 2013). http://hechingerreport.org/content/the-new-marshmallow-test-resisting-the-temptations-of-the-web_11941.

 

6 National Highway Traffic Safety Administration, The Economic and Societal Impact of Motor Vehicle Crashes, 2010, National Highway Traffic Safety Administration, Washington DC (mayo 2014). DOT HS 812 013.

 

7 Green Michael, «Teens Report Texting or Using Phone While Driving Significantly Less Often than Adults», AAA NewsRoom, (11 diciembre 2013). http://newsroom.aaa.com/2013/12/teens-report-testing-or-using-phone-while-driving-significantly-less-often-than-adults.

 

8 Robinson, Marcene, «Think It’s Safe to Type a Quick Text While Walking? Guess Again», University of Buffalo News Center, (26 febrero 2014). http://www.buffalo.edu/news/releases/2014/02/022.html.

 

9 Nasar, Jack L. y Derek Troyer, «Pedestrian Injuries Due to Mobile Phone Use in Public Places», Accident Analysis & Prevention, 57 (agosto 2013), 91-95.

 

10 Glatter, Robert, «Texting While Walking? Think Twice», Forbes, (31 julio, 2012). http://www.forbes.com/sites/robertglatter/2012/07/31/texting-while-walking-think-twice.

 

11 Karin Foerde, Barbara J. Knowlton and Russell A. Poldrack, “Modulation of Competing Memory Systems by Distraction”, Proceedings of the National Academy of Sciences 103, no. 31: 11778–11783

 

12 Carr, Nicholas, The Shallows: What the Internet Is Doing to Our Brains, W. W. Norton, Nueva York, 2010.

 

13 Institute for the Future and Gallup Organization, Managing Corporate Communication in the Information Age, Pitney Bowes, Lanham (Maryland), 2000.

 

14 Merrill, Douglas, «Why Multitasking Doesn’t Work», Forbes, (17 agosto 2012). http://www.forbes.com/sites/douglasmerrill/2012/08/17/why-multitasking-doesnt-work.

 

15 Rosen, Larry D., L. Mark Carrier y Nancy A. Cheever, «Facebook and Texting Made Me Do It: Media-Induced Task-Switching While Studying», Computers in Human Behavior, 29, núm. 3, 948-958.

 

16 Paul, «The New Marshmallow Test».

 

17 Junco Reynol y Shelia R. Cotten, “No A 4 U: The Relationship Between Multitasking and Academic Performance”, Computers & Education 59, no. 2: 505–514.

 

18 Burns Gregory, Satisfaction: The Science of Finding True Fulfillment (Nueva York: Henry Holt, 2005), p. 43.