PRÓLOGO

En Chile, cualquier discusión acalorada entre hinchas del fútbol acaba cuando emerge el colocolino recordando que “somos el único campeón de la Copa Libertadores”. Sin lugar a dudas, Colo-Colo es por lejos el club más exitoso del balompié nacional. Aquello se confirma principalmente con cuatro datos: es el único que ha levantado la Libertadores, es el de mayor cantidad de estrellas locales con 29, es el de más trofeos internacionales con 3 y es el único que jamás ha jugado en segunda división. Pero más que la estadística, este glorioso club es un genuino representante del país. Incluso, su nombre se lo debe al valiente cacique araucano que luchó y dio su vida por la resistencia frente a los españoles.

Fundado en 1925, desde sus albores Colo-Colo provocó un extraño magnetismo, traducido en un masivo arrastre de público debido a su espíritu guerrero y óptimos resultados. Esta popularidad se acrecentó por la sensibilidad que provocó la muerte de David Arellano, uno de sus fundadores y quien falleció hidalgamente defendiendo sus colores en una gira por España, en 1927.

Finalmente, los éxitos deportivos transformaron a Colo-Colo en una pasión de multitudes, especialmente de los sectores de menores recursos, quienes se identificaron con el sacrificio de sus ídolos.

Además de David Arellano, asoman otros célebres jugadores que han enaltecido al club. El propio autor describe a varios en su libro. Yo mencionaré solo a algunos, ya que la lista de astros es interminable.

Para empezar, destaco al habilidoso Manuel Muñoz, quien fue tan grande que hizo suyo el apodo “Colo-Colo”. A su vez, el delantero Jorge Robledo introdujo el profesionalismo adquirido en Inglaterra. Por su parte, Enrique Hormazábal fue un genio que deleitaba con su riqueza técnica y exquisita pegada, lo mismo que su discípulo aventajado, Francisco “Chamaco” Valdés.

Carlos Caszely fue el ídolo en su máxima expresión. Capaz de desafiar al poder político como a la más sólida de las defensas, su estrecho vínculo con Colo-Colo da para un libro aparte. Su socio en la cancha, el brasileño Severino Vasconcelos, maravilló con su talento privilegiado.

Roberto Rojas, el mejor arquero albo de todos los tiempos, fue capaz de dejar en el banco al extraordinario Mario Osbén y ser elegido ¡cinco años seguidos! como el mejor guardameta del Campeonato Nacional. Su sucesor, el argentino Daniel Morón, siguió por la senda triunfal, imponiendo el color amarillo como uniforme oficial de los arqueros del cacique. Uno de los últimos referentes fue el trasandino Marcelo Barticciotto. Fue estrella en dos etapas victoriosas y además fue campeón como entrenador.

Para concluir el recuento de figuras, no hay que olvidar que esta casaquilla también fue vestida por los tres mejores futbolistas chilenos de la historia: Elías Figueroa, Iván Zamorano y Leonel Sánchez. Sin embargo, ninguno de ellos llegó en su mejor momento. En las bancas también hubo héroes. Por ejemplo, el húngaro Francisco Platko, quien sorprendió al medio futbolístico en 1941 con la introducción de su exitosa táctica WM. Como entrenador, también salta a la vista Luis “Zorro” Álamos, quien creó al Colo-Colo más estético de la historia, logrando el título local en 1972 y el subcampeonato de la Copa Libertadores 73. Otro DT que impulsó un juego vistoso fue Claudio Borghi, tetracampeón de Chile con sus coronas del Apertura 2006, Clausura 2006, Apertura 2007 y Clausura 2007.

De todos los estrategas, quien ocupa el trono es el croata Mirko Jozic, quien no solo revolucionó el balompié criollo, sino también el sudamericano al levantar la ansiada Copa Libertadores. Triunfó con su dinámica e intensidad europeas, y con una táctica donde llamaban la atención los rombos y una zaga compuesta por un líbero y dos stoppers.

Como se puede apreciar en la narración de los técnicos, Colo-Colo se ha distinguido en nuestro balompié por ser pionero en el plano táctico. Y ojo que también tiene otros hitos. Por ejemplo, es el primer club chileno en ir de gira a Europa, en alzar la Libertadores, en ser tetra-campeón y en jugar oficialmente en Isla de Pascua ante el representativo local.

Para entender lo que significa Colo-Colo para nuestro país, no hay nada más acertado que recurrir a su precioso himno. Allí encontramos frases que reflejan su arraigo nacional como “cantemos todos de Arica a Magallanes” o “su nombre vibra desde el mar a los Andes”.

La relevancia del club incluso traspasa las fronteras. Cuando viajamos al extranjero generalmente nos alaban nuestro vino y las poesías de Pablo Neruda, pero también es esperable que nos pregunten por Colo-Colo. Por algo existe el grito de guerra “¡¿Quién es Chile?! ¡Colo-Colo! y ¡¿Quién es Colo-Colo?! ¡Chile!”.

Pero no todo ha sido color de rosas para los albos. Las severas crisis económicas e institucionales han sido una constante, llegando a su punto cúlmine en la quiebra de 2002.

Por su importancia para el país, Colo-Colo tampoco ha estado al margen de los poderes del Estado. De hecho, el primer Presidente de la República futbolizado, Pedro Aguirre Cerda, fue hincha albo. Incluso existen tesis que afirman que el Golpe de Estado de 1973 se retrasó por la fantástica campaña que cumplía el elenco popular en la Copa Libertadores. El propio Presidente Salvador Allende les habría pedido a los jugadores continuar con las victorias para tener al pueblo concentrado en lo deportivo. Eran momentos de extrema polarización, donde solo Colo-Colo emergía como factor de unión para los chilenos.

Como aficionado por la historia del fútbol, siento profundo respeto y gran admiración por este anciano de 87 años llamado Colo-Colo. Por un asunto de edad, no pude gozar con sus equipos de antaño. Pero tuve el privilegio de solazarme con el notable cuadro que se coronó campeón de Sudamérica en 1991, una consagración que nos llenó de orgullo a todos los chilenos.

La obra de Roberto Guidotti me ha entusiasmado por su relato fluido, atinado, objetivo y preciso. No sobra ni falta ningún episodio relevante. El autor ha sido capaz de reunir todos los momentos importantes de la historia alba. Se nota su entusiasmo al rememorar el título de la Copa Libertadores 91 y se percibe su aplomo al evocar los cíclicos altibajos directivos. Pero que esto no lleve a confusión, pues el libro destaca por su prolijidad, por estar bien escrito y, sobre todo, por estar sumamente documentado.

La investigación ha sido ardua. No ha cejado en su empeño por hallar datos, chequear fechas, consultar por innumerables bibliografías y entrevistar a diversos testigos de la gloriosa trayectoria del cacique. Por su grabadora no solo pasaron futbolistas, sino también periodistas, sociólogos, historiadores y profesores, entre otros. Todo ello permite tener mayores herramientas para comprender el fenómeno Colo-Colo y lo que representa para nuestro país.

La obra que usted tiene en sus manos partió como muchos textos, ya que fue la tesis de Guidotti para optar al título de periodista en la Universidad de Chile. Por supuesto recibió distinción máxima. Posteriormente la perfeccionó aun más y el resultado es un libro de excelencia. Decir que debe ser leído por todos los colocolinos resulta una obviedad. Me atrevería a señalar que es un texto imprescindible para todos aquellos que deseen conocer un poco más acerca de la identidad chilena, porque, como bien dice su himno, “Colo-Colo representa nuestra raza sin igual”.


Felipe Risco Cataldo1

Periodista


1 * Felipe Risco Cataldo es autor de los libros de fútbol Campeones 2002, Con 24 años basta y sobra, Se lo merecen y También se lo merecen. Sus obras han sido elogiadas por célebres periodistas deportivos, como Julio Martínez, Pedro Carcuro y el argentino Fernando Niembro.