CAPÍTULO 4
Perfecto hijo de Dios
Cuando fuimos con varias colaboradoras y alumnas a un seminario que ofreció Rosa María Wynn, la traductora de Un Curso de Milagros, que hace más de treinta años que enseña y practica el curso, la mayor diferencia que sentí con respecto a ella es que yo todavía no me animo a poner el énfasis en que somos el perfecto hijo de Dios, en medio de los errores y equivocaciones que todos cometemos.

Realmente este concepto aún no lo estoy trabajando, porque para hacerlo tengo que sentir que hay una de todos los yoes de mis alumnas, que hay alguien en cada una de las que vienen a clase, que está de mi lado, que no lo usará para justificarse. Sobre todo, porque la mayor parte de mis alumnos son mujeres (ji, ji).
No les puedo explicar cuánto se demorarían al usar las frases del Curso de Milagros para justificar el error, para consolarse de estar obrando mal, para no poner énfasis en el cambio, tal como solemos hacer los seres humanos... ¡y las mujeres, más!
Yo sé que lo que dice Un Curso de Milagros es real, lo siento: somos Dios, y aún somos perfectas, tal como Dios nos creó, solo que no lo recordamos.
Rumi, ese poeta sufí que adoro, cada dos párrafos dice: «Recuerda. Recuerda al Amigo...».
Y por supuesto que coincido con lo que dice Marianne Williamson, también maestra del curso, a la que este ayudó a salir de la droga. En su libro Volver al amor5 (que por supuesto les recomiendo), ella dice: «Está bien. Soy envidiosa, celosa, enferma... soy todo eso negativo que estoy viendo. Pero también soy mucho más que todo eso, y estoy dispuesta a que recuerden quién soy en verdad».
Pero eso no significa que justifique a la que le puso veneno a la suegra, diciéndole: «Bueno, estabas haciendo lo mejor que podías... » ¡No! No lo hagas, no te lo permitas, ¡reprime ese impulso de matarla! Yo lo logré. ¡Se puede! (Ja, ja, ja).
Y sobre todo, no pierdan de vista que la jugada nuestra invita a la jugada del otro. No digo que sea «culpa» de uno, pero sí que es nuestra responsabilidad. No puedo desentenderme de mis acciones, porque si tiro la pelota hacia la derecha, eso hará que todos los jugadores corran hacia allí... y eso se origina EN MI JUGADA. Y los demás están ahí para demostrar que hemos pateado hacia la derecha. Entonces: gracias por mostrarme el error, Don Otro; ¡la próxima vez intentaré patear para el otro lado!
5 Volver al amor es un libro de Marianne Williamson, una guía para un viaje espiritual, para aceptar el amor que nos hemos estado negando y alcanzar la paz interior. La autora dice también que puede ser usado como un manual para tratar los problemas de cada día desde el milagro de la transformación.