Introducción

Las historias de vida nos cautivan y nos incumben porque nos interesamos por las vidas de las personas a las que acompañamos. Cuando nos acercamos a estas vidas a través de las historias de vida, lo hacemos para intentar entender cuáles son las vivencias subjetivas que estas personas tienen de su experiencia vital, a la vez que ponemos en relación unas vidas particulares con las situaciones socioculturales e interpersonales en las que están inmersas.

Cada vida es única, pero está conectada con otras muchas y con sus contextos. Cada persona tiene una historia personal (o varias) que narrar. Las historias de vida no son sus vidas, pero nos acercan a cómo estas personas las viven. Acercarnos a las historias de vida de las personas y los colectivos a quienes acompañamos como educadores y educadoras sociales nos permite aproximarnos a la singularidad y a la complejidad, a la subjetividad de toda existencia humana. Pero las historias personales están relacionadas y conectadas también con otras historias de personas que han pasado por trayectorias o procesos similares, están imbuidas de significados colectivos según la posición que las personas ocupan en la sociedad. Las historias de vida son, por lo tanto, un producto de la memoria personal, pero también de la memoria colectiva y social. Así, a través de esta técnica nos acercamos a las vidas de las personas y comprendemos mejor la sociedad y la cultura en la que están (y estamos) ubicados.

Además, las historias de vida nos ayudan a reconocer, valorar y comprender al otro, a acercarnos al significado que los actores dan a su propia experiencia, a conocer sus puntos de vista, sin un juicio moral sobre la idoneidad o no de sus creencias o de sus comportamientos. Y si creemos que como educadoras y educadores tenemos que incidir o acompañar en ciertos procesos, hacerlo, teniendo en cuenta sus perspectivas.

Finalmente, la manera de acercarnos al otro, con una técnica que se basa en el establecimiento de una relación interpersonal, nos emplaza al proceso del otro, nos obliga a posicionarnos como educadoras y educadores sociales, y nos lleva a la vinculación y al compromiso con estas personas.

El uso de las historias de vida en el ámbito de la educación social, ya sea en una vertiente de investigación o en un ámbito más aplicado, no es una propuesta nueva, pero no existe en la literatura de la profesión una obra enfocada a las metodologías y a las técnicas biográficas. Fue esta carencia la que nos empujó a escribir este libro. Hemos pretendido recopilar y ordenar algunos de los saberes fruto de distintas experiencias prácticas, a la vez que los encuadrábamos en un marco clarificador, tanto teórico como metodológico, que pudiera serle útil a un lector proveniente del campo de la educación social. Se debería decir mucho más sobre este enfoque, se debería profundizar en la conceptualización teórica de las historias de vida, en las implicaciones y en las herramientas metodológicas. No agotamos la compilación de las posibles aplicaciones prácticas. Aspiramos, más bien, a ser un punto de partida para los profesionales que quieran acercarse a esta técnica como una herramienta más a su alcance, aspiramos a mostrarles sus posibilidades y las oportunidades que puede ofrecer, y a animarlos a utilizarla cuando sea oportuna.

La idea de escribir un libro sobre cómo podemos utilizar y aplicar las historias de vida en la educación social se sustenta en la visión que los autores tenemos de esta técnica, que tiene sus raíces en nuestra formación antropológica, en nuestra experiencia práctica en el ámbito de la educación social y en la reflexión sobre como ambas disciplinas pueden nutrirse mutuamente. Queremos persuadir al lector de las aportaciones que puede ofrecer a los educadores y educadoras, ya sea como herramienta para el conocimiento, la reflexión, la vinculación o la transformación.

El uso de las historias de vida en educación social nos debería servir para conocer los procesos en los cuales las personas que acompañamos se encuentran inmersas, así como las visiones que tienen de sí mismas. Y a partir de ello, trabajar para incidir en su situación personal

Esta comprensión puede darse sobre procesos amplios relacionados con una determinada categoría, situación o trayectoria social (en términos de Bertaux), pero también sobre procesos situados en una institución determinada, en un entorno concreto.

Por lo tanto, esta mejora a partir del conocimiento que nos proporcionan las historias de vida, puede referirse tanto a un conocimiento y cuestionamiento reflexivo y transformador de ciertas prácticas y contextos de la educación social como a un cambio más concreto en beneficio de las mismas personas que se narran, ya sean individuos, familias, grupos, colectivos, comunidades...

Aunque todos los usos de las historias de vida en la educación social comparten la finalidad de perseguir una mejora de los enfoques y de las acciones educativas para avanzar en el proceso de acompañamiento a las personas, existe una gran riqueza y diversidad en las formas de emplearlas.

Aun así, a nuestro entender, hay una distinción básica entre esta pluralidad de utilizaciones: la que persigue la producción de conocimiento per se y la que está enfocada a la acción, a la transformación, aunque en algunas aplicaciones esta frontera pueda ser frágil. Esta es la diferencia a partir de la cual hemos estructurado tanto nuestro discurso como este documento: por un lado, las historias de vida como técnica de investigación en educación social y, por otro, las historias de vida como herramientas de transformación.

A pesar de que la educación social es una disciplina dirigida principalmente a la acción, nos parece deseable la participación activa de las educadoras y los educadores sociales en la investigación que se lleva a cabo en contextos de acción educativa. Esta implicación puede ser conveniente para la práctica profesional, puesto que tienen que ser aquellos que trabajan directamente en el ámbito quiénes traduzcan los conocimientos teóricos adquiridos en las investigaciones para darles un sentido más práctico, pero también para la misma investigación es muy pertinente incorporar la mirada de los educadores, para instar a algunas investigaciones a bajar de las torres de marfil alejadas de la práctica y de las personas sobre las que “investigan”.

Cuando, desde la educación social, se utilicen las historias de vida como técnica de investigación cualitativa, habrá que saberlas enmarcar en proyectos de investigación (con un objeto de estudio, una metodología...) sustentados en una determinada perspectiva teórica y con un enfoque holístico de los problemas y los contextos que se investigan.

Para que la incorporación de los profesionales de la educación social en la investigación sea posible, es necesario que se formen también en el ámbito de la investigación, que aprendan no sólo a desarrollar una técnica como las historias de vida, sino a plantear teórica y metodológicamente una investigación, en la que la elaboración de historias de vida es una más de las técnicas de investigación que se pueden emplear. Algunos planes de estudios ya incorporan algunos itinerarios donde adquirir las nociones básicas, en otros casos se puede optar por otros recursos formativos que existen para complementar los estudios en este sentido.

Pero las educadoras y los educadores sociales también pueden (y tendrían que) participar en investigaciones que se hacen en su ámbito y formar parte de planteamientos más interdisciplinares, en los que se incorpore su visión. En estos casos, el peso del diseño metodológico de las investigaciones lo pueden llevar otros especialistas, pero integrando la mirada de los educadores así como su experiencia y habilidad en el acompañamiento a personas.

Sin embargo, donde las historias y los relatos de vida pueden dar más frutos en educación social es en los contextos aplicados. Las historias de vida pueden convertirse en una herramienta para la transformación y la mejora de las vidas (individuales, colectivas...) de los narradores.

La aplicación de las historias de vida para el cambio se puede llevar a cabo desde acciones educativas muy diferentes: en el ámbito de la formación, en procesos de empoderamiento individual, colectivo o de desarrollo comunitario, entre otros.

Lo que una persona cree que ha determinado su vida, y que se nos revela en su relato, nos ayuda a comprenderla mejor (su trayectoria, las dificultades que ha superado –o no-, sus motivaciones, anhelos, sueños, frustraciones, miedos...). De este modo, conocer el punto de vista de las personas que acompañamos desde la educación social es fundamental, puesto que nuestro papel como educadoras y educadores no tiene que ser el de decidir por ellos, sino el de acompañarlos en sus procesos de toma de decisiones.

Conviene no olvidar la otra gran aportación que se puede extraer de las historias de vida: el trabajo reflexivo de los propios narradores a partir de la elaboración de su relato. ¿Qué decisiones (externas sí, pero también personales, escogidas o impuestas) han acabado por configurarlos como individuos insertos en un conjunto social?, ¿qué condicionantes los han llevado a la situación en que se encuentran en el momento actual? Y, a partir de aquí, se puede utilizar esta reflexión como herramienta de transformación de su realidad, como herramienta para los educadores y educadoras implicados en este proceso de acompañamiento.

Las historias biográficas pueden ser también una herramienta crítica que nos sirva para transformar la mirada que los educadores tenemos sobre los educandos en este mundo complejo, donde las vidas y las trayectorias de las personas responden a múltiples factores.

Sumergirnos en la práctica de las historias de vida requiere tiempo: tiempo para acercarnos, para conocer, para vincularnos, para analizar y para comprender, pero también para respetar al otro y a su proceso.

Optar, en uno u otro sentido, por las historias de vida en la educación social significa reconocer, valorar y comprometerse con la importancia de la experiencia individual y colectiva, desde la vida cotidiana de las personas, para construir conocimiento profesional.

Este libro está estructurado en cinco capítulos y un anexo final.

El primer capítulo, Historias de vida y otras técnicas biográficas, nos introduce en las técnicas biográficas y define sus diferentes tipologías. Esto nos permite revisar algunos de los refierentes teóricos que propiciaron el contexto teórico a partir del que proliferaron las técnicas biográficas y presentar diferentes obras de refierencia basadas en historias de vida.

En el segundo capítulo, Historias de vida como técnica de investigación: cómo se lleva a cabo una historia de vida, se reflexiona sobre los motivos para escoger esta técnica en el ámbito de la investigación, sobre los tipos de objetos de estudio de los que pueden dar cuenta, y cuáles pueden ser sus aportaciones. Se proporciona una guía breve para enfrentarse a la elaboración de una historia de vida, en la que se fijan las diferentes etapas que tiene que seguir el investigador: desde la selección de los informantes hasta la fase final de publicación.

En el tercer capítulo, Los relatos biográficos como una forma de dar sentido a la propia persona, se pone énfasis en el significado que tienen estos relatos para las personas que los emiten, sobre las funciones psicológicas que cumplen y la utilidad que tiene elaborarlas para sus narradores.

En el cuarto capítulo, La relación en las entrevistas biográficas, se habla sobre las entrevistas, el marco donde se elaboran los relatos biográficos, entendiéndolas como una interacción que nace de un acuerdo entre dos personas que, de entrada, parten de una posición desigual, una posición asimétrica que tendremos que intentar equilibrar durante la narración, la escucha, el intercambio y el acompañamiento que se produce.

En el quinto y último capítulo, Historias de vida como una herramienta de transformación, nos concentramos en las posibilidades del uso de historias de vida como herramienta de intervención desde una perspectiva aplicada. Os presentamos un amplio abanico de diferentes formas de aplicación, basadas, en la mayoría de casos, en experiencias concretas.

Al final del libro se incluye el anexo El relato biográfico de una educadora social, que es el ejemplo del relato de vida profesional de una educadora social. Encontraréis una presentación de este relato: cómo se elaboró, un breve análisis y gran parte de su transcripción.