Pureza, energía
y equilibrio
Puntos clave
• | Una dieta ideal sigue tres temas: pureza, energía y equilibrio. |
• | La pureza es eliminar las toxinas y volver a la naturaleza. |
• | La energía es algo más que alimentar el cuerpo; una clase de energía más elevada procede de la alegría de comer. |
• | El equilibrio es la adaptación de nuestro cuerpo a la vida que queremos vivir. |
En mi propia vida, he encontrado la manera de vivir la historia que quería vivir. Ya hemos hablado de uno de los temas, light (luz/ligero), que llegó a ser fundamental para mí. Sigue siéndolo. No es sólo que coma más ligero. Busco aligerar mi carga de estrés y evitar aumentar la carga de cualquier otro. Durante treinta años he ahondado en lo que significa la palabra enlightenment (iluminación) y cómo alcanzarla. Es maravilloso cómo esos temas pueden cambiar una historia en tantos aspectos. Lo afectan todo: la mente, el cuerpo, las emociones y el espíritu.
Espero que haya experimentado los beneficios de la ligereza, empezando por tomar más ensaladas, más frutas y hortalizas, y unas raciones más pequeñas. Pero el beneficio total no llega hasta que empezamos a tratar un tema holísticamente. Al añadir tres temas nuevos en este capítulo, podemos acercarnos más a una dieta ideal y, algo mucho más importante, alcanzaremos un sentido más profundo de la historia que queremos vivir. Los nuevos temas son:
Pureza
Energía
Equilibrio
Son temas conocidos y una de las tendencias alentadoras en el comer, en Estados Unidos, es que se va dando más valor a una dieta que contenga alimentos puros; es decir, naturales. Pero también hay un efecto de reacción que desalienta que la cumplamos. «Así es como debería comer» reduce, más que aumenta, la motivación. «Así es como disfruto comiendo» no necesita ninguna admonición; lo hacemos de forma automática. Mi meta es ayudarle a preferir una dieta pura, energética y equilibrada porque la disfrute más que cualquier otra.
Pureza
La acumulación de toxinas
en el sistema cuerpo/mente
lleva a un aumento de peso incontrolado,
que acelera el envejecimiento, y daña las funciones físicas.
Eliminar las toxinas despierta la capacidad
del cuerpo para renovarse y volver al equilibrio natural.
Es preciso eliminar las toxinas del cuerpo, la mente y el alma.
El anterior pasaje resume el objetivo global de pureza como tema de nuestra vida. Lo contrario de puro es impuro, tóxico, contaminado, adulterado, etcétera. Hay mucho que decir sobre eliminar sentimientos y relaciones tóxicos. Cada tema funciona mejor cuando lo aplicamos holísticamente. Aquí nos centramos básicamente en la comida como punto de partida.
Hágalo:
• | Cómo hemos dicho antes, tire toda la comida vieja y pasada. |
• | Reduzca al mínimo los alimentos procesados. |
• | Mantenga la fruta y las hortalizas tan frescas como sea posible, cuando las guarde. |
• | Prefiera los cereales integrales y los edulcorantes naturales. |
• | Elimine grasas hidrogenadas y trans. |
• | Compre productos ecológicos (si son asequibles). |
• | Favorezca las hortalizas intensamente verdes como las espinacas y las berzas, junto con el resto de la familia de las coles (incluyendo el brécol y la coliflor). |
No lo haga:
• | No coma restos pasados. |
• | No cocine con grasas hidrogenadas o trans. |
• | No use aceites viejos o rancios. |
• | No compre alimentos muy procesados con una larga lista de aditivos. |
• | No compre alimentos envasados o enlatados, excepto los que tengan los aditivos más simples, como el ácido cítrico y el agua. |
Al principio le contaba mi historia de pasarme al «todo puro», algo que habría sido considerado muy exagerado hace una década. Ahora, más que nunca, creo que es la dieta habitual de Estados Unidos la que resulta extrema. La pureza de todos nuestros alimentos y agua es una condición básica que todos tendríamos que exigir. Si tiene la intención de seguir una dieta completamente pura, dispone de una montaña de datos médicos para respaldarle.
No tenemos necesidad de azúcar blanco refinado para satisfacer el deseo de dulzor; la miel, el jarabe de arce y otras sustancias forman parte de los alimentos naturales y, por lo tanto, son mucho más beneficiosos. No necesitamos tomar alcohol para estimularnos, porque no se pueden ignorar sus efectos tóxicos. Sólo en lo que hace al peso, el alcohol afecta a los niveles de insulina al darle al cuerpo una descarga súbita del azúcar más simple que hay, lo cual es básicamente el alcohol. No necesitamos aditivos ni conservantes, cuando no se conoce su efecto a largo plazo en el cuerpo, además de que, constantemente, se van añadiendo otros nuevos. No necesitamos potenciadores del sabor ya que lo único que hacen es embotar nuestra sensibilidad natural al gusto.
Fije su meta en una dieta totalmente pura y, luego, vaya a por ella con entusiasmo. No cambie su vida debido a la ansiedad. La pureza es un tema positivo, pensado para aumentar su sensación de tener una vida gozosa.
Puede hacer que su dieta sea más pura en este mismo momento dando un sencillo paso: elimine todo lo viejo y rancio. Si la nariz le dice que algo no está fresco, tírelo. La química que lleva a que algo se estropee es complicada, pero en general, ¿quiere que lo rancio sea un tema en su vida? Fresco, puro y natural son unas palabras tan deseables que los publicitarios las usan constantemente para unos productos que están lejos de ser frescos, puros y naturales (por ejemplo, el «fresco» sabor de la nata montada llena de grasas procesadas, aditivos y otros ingredientes artificiales).
Cada vez más, la medicina preventiva se ha ido concentrando en los efectos perjudiciales de la oxidación, el mismo proceso que hace que el hierro se oxide, el vino se agríe y una manzana cortada se ponga marrón. En el cuerpo, el proceso es mucho más complicado, pero los principales causantes son los átomos de oxígeno de flotación libre, conocidos como radicales libres, que se adhieren a los tejidos con efectos perjudiciales. Algunos radicales libres proceden del entorno (la contaminación del aire y el humo de los cigarrillos, por ejemplo), pero, en su mayor parte, los produce el cuerpo. Los daños colaterales de la formación de radicales libres son responsables de la enfermedad y el envejecimiento. Muchas de las enfermedades más comunes de nuestra sociedad están relacionadas con los daños de los radicales libres, entre ellas las siguientes:
Cáncer
Enfermedades cardiacas
Apoplejía
Diabetes
Artritis
Osteoporosis
Enfermedad intestinal inflamatoria
Glaucoma
Degeneración de la retina
Enfermedad de Alzheimer
Otros efectos perjudiciales son visibles al mirarnos en el espejo. Una piel llena de arrugas, el pelo canoso, y unas articulaciones cada vez más rígidas son, también, el resultado de los radicales libres. En relación con el exceso de peso, si está comiendo demasiado y toma alimentos viejos, rancios y restos, está agravando los daños. No promuevo el miedo a los radicales libres, porque su acción en el cuerpo es complicada y no se entiende por completo (por ejemplo, los radicales libres aumentan de modo espectacular donde hay heridas o cortes, acumulándose como parte del proceso de curación).
Los alimentos frescos no están oxidados y, mejor todavía, algunos contienen antioxidantes que pueden contrarrestar los efectos perjudiciales de los radicales libres. Una de las razones de que los frutos secos y los aceites vegetales elaborados naturalmente sean beneficiosos es que son una fuente primordial de vitamina E, uno de los mejores antioxidantes que existen (no obstante, sus beneficios se pierden si las almendras o el aceite de oliva llevan guardados mucho tiempo y están rancios). En resumen, hay cosas que podemos hacer para aumentar la producción de radicales libres y otras cosas para limitarla. Los siguientes factores pueden aumentar la formación de radicales libres:
Fumar
La contaminación medioambiental
El alcohol
La radiación, incluyendo una exposición excesiva al sol.
Las carnes ahumadas o a la brasa.
Los alimentos envejecidos y fermentados, incluyendo los quesos.
Los medicamentos de quimioterapia.
Un alto consumo de grasas saturadas e hidrogenadas (las grasas hidrogenadas, la más corriente de las cuales es la manteca vegetal, se solidifican mediante un tratamiento químico).
El estrés y las hormonas del estrés.
El cuerpo tiene un sistema para desactivar los radicales libres y hay medios que pueden ayudarnos a hacerlo, incluyendo los siguientes:
Tomar más alimentos ricos en antioxidantes: hortalizas y frutas frescas, cereales, frutos secos y legumbres.
Usar generosamente hierbas y especias ricas en antioxidantes: eneldo, cilantro, romero, salvia, tomillo, menta, hinojo, jengibre y ajo.
Tomar vitaminas antioxidantes: A, C y E.
Eliminar el tabaco, el exceso de alcohol y los medicamentos no esenciales.
Reducir el estrés.
Meditar.
Tener exceso de peso no suele llevarnos en la dirección correcta para impedir estos trastornos. Está bien documentado que la obesidad está relacionada con el consumo de demasiadas grasas, las calorías vacías del azúcar, todo tipo de alimentos procesados y comer en las cadenas de comida rápida. Si toma decisiones en favor de la pureza, empezará a darle la vuelta a todo esto.
Pero, ¿qué hay del incumplimiento, la incapacidad de seguir los buenos consejos? La respuesta es hacer que la pureza sea parte de nuestros planes para sentirnos satisfechos, realizados.
Satisfacción «pura»: Imagine que está pensando qué pedir para almorzar y su mirada aterriza en «Plato mexicano combinado con enchiladas de buey y alubias refritas». Tiene hambre y empieza a hacérsele la boca agua sólo con pensarlo. Comer unas enchiladas de buey le dejaría satisfecho y, si se lo niega, el cerebro lo registra como privación. Tiene que encontrar una nueva elección que le parezca igualmente satisfactoria. En esta situación, algunas personas suspirarán y dirán: «Quiero portarme bien. Tráigame sólo una ensalada», algo sensato y nutritivo, pero es difícil pensar que una ensalada nos deje tan satisfechos como una enchilada, cuando eso es lo que nos apetece.
Veamos otro modo de pensar en ello usando el tema de la pureza. Las enchiladas están hechas con buey, que casi con toda certeza ha sido criado con hormonas para acelerar la producción de músculos. El queso está lleno de grasas saturadas y, si se ha asado la carne en una parrilla, encima de las llamas, el humo producido por el pringue carbonizado es un conocido carcinógeno. Estas cosas no encajan en la vida que quiere llevar. Ahora pasemos a los tacos de pescado. El pescado contiene aceites omega-3 y se digiere mucho más fácilmente; además, el repollo o la lechuga tienen vitamina C y antioxidantes. Seguirá tomando una sabrosa comida mexicana (los chiles picantes son buenos para el funcionamiento de los pulmones; limpian los conductos pulmonares), y con muchas menos calorías. Incluso si conserva el queso, los tacos de pescado aumentan su tema de pureza. Decidirse por este plato es una pequeña victoria que se suma positivamente a toda su historia.
(Nota: La ciencia médica también es de ayuda aquí. La sangre está compuesta de células sanguíneas que flotan en un líquido translúcido de color amarillento, conocido como plasma. Después de comer un plato de enchiladas de buey o una hamburguesa con queso, el plasma está turbio hasta seis horas después; es muy sorprendente ver la diferencia cuando a alguien se le extrae plasma después de tomar una comida así. La turbiedad procede de las moléculas de la grasa animal que permanecen en estado sólido a la temperatura del cuerpo. Se depositan fácilmente en las grietas microscópicas de las paredes de las arterias, construyendo depósitos de placa parecidos a los copos de nieve sucia que se incrustan en una grieta en la acera.)
Ahora tiene algo delicioso que comer, que no le hará sentir como si se privara, porque ha añadido una nueva clase de satisfacción —una clase superior— basada en su poder para escribir la historia que quiere para usted mismo. Si consigue dos o tres victorias así cada día, su historia se moverá en la dirección correcta, y lo mismo hará su cuerpo.
Pase a la acción:
Haga que sea puro
La próxima vez que esté decidiendo qué comer, pase su elección por un filtro mental, usando la mejor información de que disponga (de las etiquetas, de Internet, etc.).
• | ¿Cuánta grasa tiene? |
• | ¿Contiene azúcar oculto? |
• | ¿Tiene aditivos y edulcorantes? |
• | ¿Tiene un buen potencial antioxidante? |
• | ¿Cómo de frescos son los ingredientes? |
• | ¿Cómo de procesados están los ingredientes? |
Esta especie de revisión será bastante fácil y rápida una vez que se acostumbre a hacerla. Desafíese a encontrar la comida más deliciosa que supere su prueba mental.
Cuando se le coge el tranquillo, este paso se convierte en un reto agradable. Sabrá que está tomando la comida que encaja en la historia que quiere vivir. No elija nada que no quiera realmente; no están permitidas ni la decepción ni la privación. Lo importante es aumentar nuestra satisfacción, no reducirla. Como beneficio extra para su satisfacción emocional, su cuerpo casi siempre se sentirá mejor una hora después de haber tomado comida pura que si hubiera tomado una comida grasa o procesada.
Si quiere que su vida sea pura y esté libre del tema opuesto, la toxicidad, todos estos cambios le darán una nueva historia y un nuevo cuerpo al mismo tiempo.
Energía
La energía empieza con comida
que sea nutritiva y natural.
Los cinco sentidos aumentan el vigor
de la comida, que es una fuente añadida de energía.
La clase más alta de energía procede
del placer de comer, que apela
a nuestra mente y a nuestras emociones.
Nuestro cuerpo necesita combustible, así que el tema de la energía empieza al extraer calorías cuando se digiere la comida. Pero hay mucho más en este tema. La comida que tomamos debería aumentar el vigor, el entusiasmo y la alegría en nuestra vida; son el tipo de energía que aporta la auténtica satisfacción, mucho más allá de los niveles de azúcar. Lo que no queremos es promover el tema opuesto, la inercia, que es monótona y aburrida. Cuando vea la comida en relación con el tema principal, aquí tiene algunas directrices:
Hágalo:
• | Coma para sentirse lleno de energía. Coma menos cuando esté inactivo. |
• | Escoja los ingredientes más frescos que encuentre. |
• | Deje de comer cuando esté agradablemente satisfecho y no vaya más allá. |
• | Escoja una comida más ligera, que se digiera más fácilmente. |
• | Evite grasas pesadas de origen animal y el azúcar refinado. |
• | Haga que su comida esté llena de color y sea agradable a la vista. |
• | Satisfaga tantos sentidos como le sea posible, incluyendo el gusto, el olor y la textura. |
No lo haga:
• | No coma hasta no poder más. |
• | No recurra a aportes rápidos de energía, como bebidas energéticas muy altas en cafeína y bollos cargados de azúcar. (El té y el café son los mejores aportes de energía, ya que son naturales y no calóricos.) |
• | No se provoque el embotamiento tomando azúcar, grasas o alcohol en exceso. |
• | No engulla la comida, sin disfrutar de cada bocado. |
• | No elija los mismos alimentos cada día, sin ninguna variedad. |
• | No descuide el aspecto visual de un atractivo plato de comida. |
La energía es un ejemplo perfecto de lo estrechamente conectados que están la mente, el cuerpo y las emociones. Podemos levantarnos de la mesa sintiéndonos optimistas y alegres, el resultado perfecto de un festín. O, con el mismo consumo de calorías, podemos levantarnos como si no hubiera pasado nada; la comida sólo ha sido rutina, algo mecánico. Por esta razón, la energía es un tema holístico cuyo objetivo no es extraer nutrientes con la mayor eficacia posible, sino hacer que comer sea una experiencia placentera.
Recuerdo que leí unas memorias en las cuales la autora, que se había enamorado de un europeo, se encontraba un fresco día en los Alpes. Era el mes de mayo y el paisaje era deslumbrante. Tenía todas las razones para sentirse muy animada, y lo estaba. Pero lo que se le quedó en la mente fue la comida. El pequeño grupo de amigos que la acompañaban estaban tomando un picnic consistente en pan recién horneado, diminutos guisantes tiernos recién recogidos del huerto, y mantequilla cremosa. En aquel momento, en aquel escenario, estos sencillos alimentos se convirtieron en parte de un recuerdo mágico.
Sin embargo, en sí mismos, los guisantes son guisantes, el pan es pan, y la mantequilla, mantequilla. La cantidad de calorías que contienen es fija e invariable, con independencia de que los saquemos del frigorífico, donde llevan ya un tiempo, o los comamos en su mejor momento de frescura. Pero somos sensibles en otros niveles, y cada uno tiene su propia firma de energía. No hay ninguna medida científica que nos diga por qué una rosa recién cortada que nos da alguien a quien amamos no es igual que otra refrigerada, con una envoltura de plástico comprada en el supermercado. No hay medio de cuantificarlo, pero la energía es, sin ninguna duda, diferente.
Cuando se trata del paquete completo de energía, lo que comemos debería estar a la altura de la historia que queremos vivir, lo cual significa que sea:
Tan fresco como sea posible, sin monotonía, repetición y rutina.
Tan colorido como sea posible, un deleite para la vista. La comida es un arcoíris traído a la Tierra.
Tan alegre como sea posible, maximizando momentos de felicidad y placer. Como dice un sabio proverbio judío: «Es mejor comer paja en un establo que un festín en una casa de discordia».
Es irónico que muchos estadounidenses piensen que tienen que ir a otros países para disfrutar de la comida. Se deleitan con los lentos almuerzos que se prolongan durante horas en una terraza en la Toscana. Se entusiasman en un café parisino, donde se siente en el aire el orgullo de cocinar y comer. En cambio, comer en casa tiende a ser rápido, eficiente y rutinario. Metemos combustible en el estómago. Por lo demás, no nutrimos en absoluto los sentidos o el espíritu. Le Corbusier, representante de la arquitectura moderna, decía que una casa era «una máquina para vivir», lo cual suena bastante deprimente. Es igual de deprimente cuando las comidas se convierten en paradas rápidas para repostar.
Nuestro cuerpo no busca combustible como lo hace un camión diésel. Busca una serie de nutrientes. Los que funcionan como combustible son pocos y fáciles de describir:
Los carbohidratos se convierten rápidamente en energía, medida por los niveles de azúcar en la sangre.
Las proteínas se descomponen en energía más lentamente y se usan en su mayoría para reconstruir las células, no para proporcionar una energía que podamos percibir.
Las grasas van a quedar almacenadas en el cuerpo y son lo que más tarda en convertirse en energía.
Para un nutricionista, los carbohidratos son el combustible básico del cuerpo y deberían formar el segmento mayor de nuestra dieta diaria. Se necesita una pequeña cantidad de proteínas cada 24 horas para reconstruir los tejidos (entre 85 y 170 gramos, que es mucho menos de lo que la mayoría supone; una ración de pescado blanco es lo adecuado). Las grasas son necesarias pero se pueden reducir a sólo una o dos cucharadas diarias de aceites añadidos, sin dañar la salud; de hecho, una drástica reducción de grasas es el único medio conocido para recuperar las arterias coronarias obstruidas; el cuerpo no recurrirá a estas acumulaciones de grasa endurecida, a menos que se vea privado de cualquier otra fuente en la dieta.
En esta clara imagen se han introducido todo tipo de confusiones, en particular en lo que hace a los carbohidratos. Décadas atrás, a los atletas que comían en su lugar de entrenamiento se les daba carne roja, suponiendo que era necesario un aumento de proteínas para construir masa muscular y, con más músculos, un atleta debería poder alcanzar el máximo rendimiento. Pero en una serie de experimentos realizados en la Universidad de Yale, se hizo que dos grupos de deportistas se subieran a unas bicicletas estáticas y se les dijo que pedalearan hasta quedar exhaustos. Los deportistas que consiguieron los mejores resultados no fueron los que tomaban proteínas, sino los que tomaban carbohidratos antes de un partido. Había nacido la práctica de «aumentar carbohidratos».
Con el fin de aportarnos una energía rápida, los carbohidratos son procesados por la insulina producida en el páncreas, un mecanismo de fuego graneado que tarda escasos segundos si bebemos un refresco o cualquier otra forma de sacarosa, los azúcares más simples y más rápidos en entrar en nuestro sistema. Parece que se evitarían muchos problemas si los estadounidenses no cargaran su cuerpo de azúcar refinado o simple. En la naturaleza, los carbohidratos son complejos. Tardan más en descomponerse, lo cual ayuda a nivelar el azúcar en la sangre, mientras que el azúcar refinado hace que aumente bruscamente. Igualmente importante es que los carbohidratos naturales forman parte de alimentos completos, de forma que las grasas y las proteínas forman una barrera; si se toma solo, el azúcar refinado no tiene esa barrera protectora.
Por desgracia, las repercusiones son peores si aumentamos de peso. Desde hace tiempo los estadounidenses corren el riesgo de padecer una sobrecarga de insulina (hiperinsulinemia), que se debe a una inyección excesiva de combustible a través del azúcar blanco refinado y del jarabe de maíz con un alto contenido en fructosa. Aunque este último se basa en la fructosa, que no es un azúcar tan simple como la sacarosa (la fructosa se da naturalmente en la fruta y en muchas hortalizas), el proceso de refinamiento al elaborar el jarabe de maíz elimina esta ventaja.
Lo que preocupa a los médicos es que hay una visible epidemia de hiperinsulinemia y la enfermedad es un círculo vicioso; cuanta más insulina produce el cuerpo, menos eficaz se vuelve a la hora de extraer energía. La grasa se deposita y secreta hormonas que aumentan los niveles de insulina, haciendo que sea incluso menos efectiva. Mientras, la diabetes acecha en el horizonte, junto con una presión sanguínea alta y toda una serie de otros trastornos. No siempre se puede juzgar a través de los síntomas si se tiene hiperinsulinemia, pero las señales reveladoras son similares a las de la diabetes.
• | Fatiga |
• | Dolores de cabeza |
• | Sed excesiva |
• | Debilidad muscular |
• | Pensamiento confuso |
• | Temblores |
No obstante, en lugar de lanzarse a un safari a la caza de síntomas, es mejor tomar distancia y darse cuenta de que es preciso romper el círculo vicioso entre el sobrepeso y el exceso de insulina. Un poco de vigilancia lo cambia todo.
Cómo romper un círculo vicioso
Tome los carbohidratos naturales contenidos en alimentos naturales (frutas, hortalizas, cereales).
No beba refrescos azucarados; suprima el azúcar blanco refinado; use miel, jarabe de arce y otros endulcorantes naturales. Use todos los endulzantes de forma moderada.
Reduzca la ingesta de azúcar oculto en los alimentos procesados.
En el caso de granos y cereales, prefiera los integrales a los refinados.
Tome comidas completas, con diversas clases de alimentos, en lugar de comidas rápidas; establezca una barrera entre el azúcar que toma y el azúcar en la sangre.
Las buenas noticias son que, en la mayoría de las personas, la pérdida de peso se encargará del exceso de insulina. La diabetes de tipo 2, que ahora está ampliamente extendida como resultado de la epidemia de obesidad, retrocede, en general, una vez que se recupera el peso ideal. Incluso si el nivel de azúcar en la sangre es normal, es bueno que todos prestemos atención a los almidones y azúcares de los alimentos corrientes. Recientemente, la atención se ha focalizado en el índice glicémico (IG), que clasifica cada alimento según lo complejos que sean sus carbohidratos. Las cifras indican lo rápidamente que un alimento se convierte en glucosa, o azúcar en la sangre. Es mejor si es lento que rápido, porque impide picos en el azúcar en la sangre, y proporciona un flujo de energía equilibrado y constante. (No obstante, tomar los alimentos correctos no soluciona el problema por completo. Si, para empezar, come demasiado, la sobrecarga en su tracto digestivo no será beneficiosa. Además, el exceso de peso, sobre todo la grasa abdominal, hace que las células grasas secreten hormonas que confunden y reducen las señales del hambre y la saciedad que van unidas a la insulina y la glucosa; en resumen, la mejor estrategia es tomar buenas decisiones sobre cómo comer y recuperar nuestro peso ideal.)
Dado que está aprendiendo un enfoque mente-cuerpo para el control del peso, no creo que preocuparse por los valores glicémicos sea más útil que preocuparse por las calorías. Basta saber que los alimentos refinados y procesados ocupan el extremo malo del índice glicémico, mientras que los alimentos naturales e integrales suelen estar en el extremo bueno. Eche una ojeada en Internet a una versión publicada del IG, que clasifica los alimentos con un índice glicémico alto (malos) y los que tienen un índice bajo (buenos). Con esto bastará para que sepa el terreno que pisa.
Además, el IG no es infalible. Los valores glicémicos varían de una persona a otra, pueden cubrir una extensa serie dentro de un único alimento y no está registrado el efecto que tienen en el azúcar de la sangre a lo largo del tiempo. Una orientación general es suficiente. Hay algunas sorpresas, como las patatas y los nabos, que ocupan un lugar alto en la escala glicémica, aunque son alimentos naturales. El pan y el arroz blancos, que también tienen un índice alto, pasan por un proceso de refinado. Las palabras clave que hay que evitar son refinado, procesado y manufacturado, como gusta de recordarnos el doctor Andrew Weil.
Lo más importante en el tema de la energía es mirar más allá del tema de la comida como combustible. Comer nos da energía, pero debería, además, vigorizar nuestra vida.
Pase a la acción.
Comer para tener energía
Antes de comer, pregúntese:
• | ¿Estoy de buen humor? |
• | ¿Esta comida va a ser una experiencia positiva? |
• | ¿Lo que voy a comer es atractivo y tentador? |
• | ¿Puedo dedicar toda mi atención a disfrutar? |
Si responde sí a todas estas preguntas, conseguirá la mejor energía de lo que coma. Si responde no, entonces no coma o posponga la comida hasta que hayan cambiado los elementos negativos.
Otro consejo es comer hasta sentirse satisfecho, pero no hasta no poder más. Deje de comer cuando todavía le quede espacio en el estómago. Hacia la mitad de la comida, deje el tenedor y espere de cinco a diez minutos. Compruebe si sigue teniendo hambre y decida si necesita comer más.
Como siempre, no pase hambre; haga que le satisfaga decir: «Estoy añadiendo energía a mi historia». Dado que esta es la historia que quiere vivir, cada decisión que potencie el tema de la energía y se oponga al tema de la inercia, es una pequeña victoria.
Equilibrio
Mantener el peso ideal
es una señal física de que estamos en equilibrio.
Sentirnos satisfechos y realizados
muestra que nuestra mente y nuestras emociones
han encontrado el equilibrio.
El equilibrio no merece sonar aburrido o pesado. Debería ser considerado algo precioso, como el justo medio, un estado perfecto en el cual todo existe en la medida correcta. El tema opuesto, el desequilibrio, significa que se ha llevado algo al extremo. Cuanto más extremo, más difícil es que el sistema mente-cuerpo vuelva al equilibrio. Nuestra sociedad se enorgullece de todo tipo de extremos y promueve el riesgo como un modo apasionante de vivir. La historia es diferente tal como la ve nuestro cuerpo, que reacciona ante situaciones extremas, como el estrés, liberando hormonas del estrés como el cortisol, que se supone que serán temporales y fugaces, pero que pueden recorrer el cuerpo, todo el día, y que acaban contribuyendo a la hipertensión y la osteoporosis. Cuando estamos en desequilibrio, incluyendo el exceso de peso, la grasa corporal desencadena una serie perjudicial de hormonas del estrés, que llevan a desequilibrios ocultos en todo el sistema. Aquí me concentro en el lado alimenticio del equilibrio, uno de los temas más valiosos que hay que incorporar a nuestra vida.
Hágalo:
• | Coma cuando su estado emocional esté equilibrado. |
• | Consuma una amplia variedad de alimentos frescos. |
• | Atienda a cosas básicas como beber bastante agua y dormir lo suficiente. |
• | Coma a horas regulares con intervalos equilibrados entre ellas. |
• | Varíe la ingesta de calorías para equilibrar su nivel de actividad. |
No lo haga:
• | No coma lo mismo cada día. |
• | No siga una «dieta mono», donde un alimento «mágico» domina lo que come. |
• | No se siente a comer de mal humor. |
• | No coma cuando esté cansado o agotado. |
• | No rechace, todo el tiempo, un grupo de alimentos, como los cereales integrales, la fruta fresca o las hortalizas. |
• | No deje que el exceso de grasa empiece a desequilibrar sus comidas. |
Mi formación en endocrinología me dio ventaja en lo que respecta al equilibrio, porque el estudio de las hormonas tiene que ver con ese equilibrio. Estas sustancias del sistema endocrino, producidas naturalmente, le dicen al cuerpo cómo dormir, comer, crecer, tener relaciones sexuales, y responder al estrés. El sobrepeso es un estado de desequilibrio en el que participan cinco hormonas:
Insulina
Cortisol
Leptina
Grelina
Adiponectina
Las dos primeras son ya muy conocidas, dado que la insulina es clave en la digestión, los niveles de azúcar en la sangre y la energía. El cortisol está reconocido como una importante hormona del estrés. Pero la verdad es que las cinco hormonas interactúan unas con otras. La leptina y la grelina están asociadas al apetito, pero también al sueño, igual que el cortisol. La adiponectina, que tiene la misma raíz que adiposo o graso, regula la descomposición de los ácidos grasos; cuando nos ponemos a dieta, sólo para acabar descubriendo que todo lo que comemos acaba acumulándose alrededor de la cintura o en los muslos, la razón es que esta hormona favorece la retención de grasa. El cuerpo reacciona a lo que percibe como hambruna, almacenando más grasa para el futuro.
El equilibrio de estas cinco hormonas lleva al equilibrio general en el peso del cuerpo. Parece que la obesidad tiene dos tipos básicos. Uno se deriva del exceso de cortisol causado por el estrés, y la grasa se deposita en el abdomen. Esta clase de grasa es la peor, porque secreta grelina, la llamada hormona del hambre. Es un golpe doble, porque cuanto más grasas se consumen, más hambre se tiene, mientras que la grasa que se acumula también hace que se tenga más hambre. El otro tipo de obesidad tiene su origen en la insulina y en los problemas de azúcar en la sangre de que hemos hablado.
Las empresas farmacéuticas trabajan sin cesar para crear nuevos productos que reequilibren las hormonas. Pero, salvo que necesitemos medicamentos para enfermedades como la diabetes del tipo 1, añadir más sustancias químicas al delicado sistema endocrino no es la manera de hacerlo. Las hormonas se desequilibran cuando nuestra vida está en desequilibrio. Estar en equilibrio significa:
Dormir bien
Un estrés reducido
Comida adecuada
Emociones positivas
Sensación de bienestar
Si jugueteamos con las hormonas, estamos empezando la casa por el tejado. Por el contrario, lo que tenemos que hacer es equilibrar nuestra vida; el equilibrio hormonal se producirá naturalmente.
La razón de que el tema del equilibrio pueda parecer aburrido —y que, con frecuencia, no se le preste atención— no es ninguna sorpresa. Parece que una vida equilibrada sea algo que aceptamos al llegar a la mediana edad. Mitificamos la juventud, una época en que los impulsos eran libres, no había responsabilidades y el entusiasmo se alimentaba de nuevas aventuras (y de una oleada de hormonas). Pero es igualmente cierto que los adolescentes tienen el índice más alto de suicidios y accidentes de tráfico, que sufren inseguridad y ansiedad por el futuro, y que unas aventuras mal concebidas puedan acabar mal.
No estoy pintando intencionadamente una imagen sombría porque sí. La mayoría de las personas comen hoy del mismo modo que comían en la infancia y la adolescencia. Piense en las siguientes etiquetas que encajan en nuestra idea social de ser adolescente:
Romper las reglas
Vivir con desenfreno
Volverse loco
Rebelarse contra la autoridad
Ir de juerga
Si transferimos estas etiquetas al modo en que comemos, sucederán cosas malas. No quiero erigirme en juez. En lo que se refiere al cuerpo, cuando consumimos seis cervezas, un plato de patatas fritas al chile, y un bote grande de helado Chunky Monkey, no estamos rompiendo las reglas, ni actuando como rebeldes. No obstante, sí que estamos lanzando nuestro cuerpo a un desequilibro drástico. Cuando sobrecargamos el tracto digestivo, el cuerpo se ve forzado a cerrar o minimizar otras funciones que necesitan energía y atención. No puede enviar coches de bomberos a cada incendio; primero hay que ocuparse del peor.
Si se prolonga el tiempo suficiente, el desequilibrio crónico del sobrepeso lleva a lo siguiente:
Embotamiento y cansancio
Dormir mal
Apetito incontrolado
Impulso sexual disminuido
Problemas de salud incipientes (una amplia serie, empezando por dolor de las articulaciones, presión arterial alta, diabetes del tipo 2, arteriopatía coronaria, etc.)
En teoría, casi todos estos efectos se podrían curar con un sermón de diez segundos que empieza: «Crece. Madura. Responsabilízate». Pero sería inútil. La madurez y el equilibro que trae consigo, no son algo obligatorio. Si alberga opiniones que se apegan a la adolescencia, no decidirá llevar una vida más equilibrada. ¿Por qué no seguir fantaseando sobre una vida glamurosa, donde la juventud nunca termina?
Igual que todos los temas de este libro, el equilibrio tiene que ser más atractivo que sus alternativas. Por supuesto, uno de esos atractivos procede del conocimiento y la experiencia. Si recuerda la sensación de estar hecho polvo después de una noche de juerga, sus deseos de repetirla no serán muy fuertes. Pero no estoy muy seguro de que la motivación negativa dé resultado. El equipo de primeras respuestas del cerebro consta de instintos, impulsos, apetitos y deseos. Este equipo no escucha a «Después te arrepentirás». No conoce ningún después, sólo conoce el ahora. (Añadir moralidad tampoco ayuda; si lo hiciera, todos tendríamos un cojín bordado con el viejo proverbio protestante: «Sin in haste, repent at leisure»*
Pase a la acción.
El equilibrio sienta bien: Pruébelo
De la motivación negativa podemos extraer algo positivo: Haz lo correcto, y luego verás lo bien que te sientes. Puede ponerlo en práctica hoy. Pruebe cualquiera de las actividades anotadas (ver aquí) y, luego, media hora más tarde, compruebe cómo está. Observe lo bien que se siente. Registre mentalmente cualquier sensación positiva que note, expresándola para sus adentros:
Me siento centrado.
Estoy alerta.
Pienso con claridad, sin somnolencia.
Estoy listo para actuar; tengo energía.
Me siento satisfecho.
Me siento contento.
1. | Tome una comida ligera, que le sacie. |
2. | Como ya he mencionado, deje un poco de espacio vacío en el estómago, en lugar de llenarlo del todo. |
3. | Beba un refresco sin alcohol. |
4. | Sáltese el postre. |
5. | Si está con una compañía agradable, reduzca a la mitad lo que coma. |
6. | Tome una ración pequeña de proteínas acompañadas de abundantes hortalizas llenas de sabor y colorido. |
7. | Tome una comida vegetariana en la que le gusten todos los componentes. |
Observe que no se está imponiendo el «equilibrio» como algo tedioso, sino iniciando una nueva manera de comer. El equilibrio es un aspecto maduro, porque se mide por cómo nos sentimos después. Desear una estimulación inmediata no es malo; bien mirado, el delicioso sabor de la comida se experimenta aquí y ahora. La marca de la madurez es equilibrar inmediato y a largo plazo. Si un beneficio es demasiado a largo plazo, no dará resultado. Pero un retraso de media hora sí que lo dará, porque el modo en que nos sentimos seguirá relacionado con la comida que acabamos de disfrutar.
El equilibrio es un estado natural, pero también lo es el desequilibrio, lo cual añade otra pieza al puzle. El cuerpo es un milagro de adaptabilidad. Se puede adaptar a la altura del Valle de la Muerte, el lugar más bajo de America del norte, o a la de los Andes de Perú, a unos 4.900 metros por encima del nivel del mar. Somos omnívoros; nuestro cuerpo se puede adaptar casi a cualquier dieta, al contrario del oso panda, que moriría sin brotes tiernos de bambú, o el koala, que no puede sobrevivir sin hojas de eucalipto (y en cantidades enormes, dado que ni el koala ni el panda han desarrollado un sistema digestivo totalmente eficaz, adaptado a sus dietas; ambos animales deben comer constantemente mientras están despiertos e, incluso entonces, obtienen tan poca energía que el resto del tiempo lo pasan durmiendo).
El mecanismo que subyace a la adaptación es conocido como homeostasis, una clase especial de equilibrio. Si ponemos una cucharada de azúcar en nuestro café de la mañana y removemos, el azúcar se disolverá de manera uniforme por todo el café, de modo que cualquier sorbo, sea del fondo o de la parte superior de la taza, tendrá el mismo equilibrio de azúcar y líquido. Nuestro cuerpo no podría sobrevivir en un estado tan estático y uniforme. Miles de sustancias químicas requieren su propio y exclusivo equilibrio, que siempre está cambiando. La corriente sanguínea es una superautopista que traslada todo tipo de mensajes imaginables a y desde el cerebro. Los músculos y el corazón deben responder, sin un momento de demora, cuando les pedimos que actúen, provocando cambios en el flujo sanguíneo, el ritmo cardiaco y el consumo de oxígeno de forma automática.
La homeostasis es como un anillo de goma que puede volver a su lugar después de que lo hayamos deformado estirándolo. Perder el equilibrio es muy beneficioso, si de lo que hablamos es de hacer ejercicio, en lugar de quedarnos sentados, de ampliar los límites de nuestra creatividad, en lugar de seguir siempre la misma rutina, de ser proactivos, en lugar de resignados y pasivos. En lo que hace a la comida, la homeostasis es increíblemente adaptable a todo tipo de consumo, desde darnos un atracón hasta seguir un ayuno drástico. Pero, del mismo modo que podemos exigirle a nuestros músculos que se muevan, el proceso automático de la digestión permite todo tipo de intervenciones:
Nos podemos saltarnos una comida o no comer en absoluto.
Podemos llevarnos comida a la boca para compensar unos sentimientos negativos.
Podemos comer hasta hartarnos, sin que importe cuánto.
Podemos comer para olvidar nuestros problemas.
Ya hemos hablado de estas cosas, pero lo importante aquí es que los mensajes que insertamos en el proceso actúan sea para equilibrar el sistema mente-cuerpo sea para desequilibrarlo, y el cuerpo debe adaptarse, sin poder elegir ni quejarse. Las células tienen una vida propia —una vida compleja y fascinante—, pero cuando la mente llama, deben escuchar.
Los mensajes más negativos
Depresión
Falta de sueño
Mala imagen corporal
Baja autoestima
Fracaso
Pérdida
Pesar
Si fuera usted Sherlock Holmes buscando a un criminal oculto, Mr.X resultaría ser una de estas cosas y lanzaría silenciosamente nuestro cuerpo a un estado de estrés, caos, desequilibrio químico, y así sucesivamente. A falta de Sherlock Holmes, el único sabueso es nuestra consciencia.
Aquí es donde el equilibrio se vuelve algo positivo. Adoptar una actitud equilibrada ante los mensajes negativos aporta la curación. En lugar de rechazar el mensaje o forzarnos a pensar positivamente, lo cual es sólo una mano de barniz, podemos intervenir en nombre del equilibrio.
Intervenciones curativas
Sea menos exigente consigo mismo.
Tómese un tiempo extra cuando decida algo.
Si reincide, tenga paciencia.
Ofrézcase tranquilidad.
Busque consuelo en sus amigos.
Dese paz y solaz.
Minimice las experiencias estresantes.
Todas estas cosas afectan al peso, porque cargar con un exceso de peso es un estado desequilibrado para el sistema mente-cuerpo, en igual medida que perder el trabajo o llorar por algún ser querido que hemos perdido. Su cuerpo no tiene palabras para etiquetar lo que le está sucediendo, pero si las tuviera, su mensaje sería siempre: «Estoy haciendo todo lo que puedo para devolvernos el equilibrio».
Comprenda este mensaje sin palabras y luego intervenga dándole al cuerpo lo que necesita para reequilibrarse. Si piensa en las intervenciones curadoras anotadas más arriba, sus opuestos impiden la vuelta al equilibrio:
¿Qué perjudica la curación?
Ser duro consigo mismo.
Exigir soluciones instantáneas.
Verse como un fracasado.
Reprimir lo que siente en realidad.
Ser impaciente y desconsiderado.
Condenar las respuestas sin pensarlas a fondo.
Juzgarse a sí mismo.
Al principio, decía que no es necesario que se psicoanalice para perder peso con un planteamiento mente-cuerpo. Sigue siendo cierto. Pero sí que tiene que ser consciente. La consciencia más básica afecta al equilibrio; estamos equilibrados o no lo estamos. Dado que, por definición, un cuerpo con exceso de peso está desequilibrado, le compete a usted ayudarlo a volver al equilibrio mediante pensamientos y actos curativos.
Saber que se está curando es una de las mayores satisfacciones que aporta el tema del equilibrio.
Conviértalo en algo personal:
Purifique sin esfuerzo.
Aunque su primer objetivo es purificar eliminando toxinas, llevar a cabo una desintoxicación suave una vez a la semana beneficia a los otros dos temas al mismo tiempo. El cuerpo llega a reequilibrarse sin la exigencia normal de energía que es necesaria para el proceso digestivo. En todas las culturas, la medicina tradicional ha recomendado algún tipo de purificación ritual, y la sabiduría que hay detrás es holística: cuando dedico un día a la semana a seguir un régimen suave de purificación, me siento más ligero en todos los sentidos, incluyendo mi estado de ánimo y mis pensamientos.
Todos los fundamentos de la purificación proceden de productos naturales. En la dieta general, es bueno incluir alimentos con propiedades purificadoras, incluyendo los siguientes:
Berza, col y brécol
Naranjas, limones y pomelos
Judías mungo
Berros
Alcachofas
Espárragos
Remolachas
Jengibre
Ajo
Manzanas
Semillas de sésamo
Almendras
Para un día reservado para purificar el sistema, hay tres grupos de alimentos de eficacia probada; ahora figuran en mi práctica semanal, sin falta.
Aceites: Varios aceites tienen un efecto laxante, pero también se considera que tienen propiedades desintoxicantes. En mi día de purificación, tomo una mezcla de cuatro aceites —oliva, sésamo, lino y onagra vespertina—, que es fácil encontrar, ya preparada, en las tiendas de dietética. Uso una o dos cucharadas soperas de la mezcla por la mañana, solas o acompañadas con una comida.
Fibra: Los beneficios médicos de la fibra están bien documentados, en especial como protección del intestino; moderan el colesterol, por ejemplo, y posiblemente protegen las paredes del intestino de los carcinógenos. La fibra natural de los vegetales es menos agresiva para el cuerpo que el salvado y otras fibras procedentes de cereales (que pueden tener un efecto abrasivo en la pared intestinal). Yo me tomo dos cucharadas soperas de fibra en polvo por la mañana, mezcladas con agua carbonatada. Se venden algunas variedades deliciosas de esta fibra en las tiendas de dietética.
Zumos: Los ayunos con zumos son populares desde hace décadas, pero han sido criticados por basarse tanto en el azúcar y, en cualquier caso, no deberían durar más de unos días. En mi día de purificación, sólo tomo zumo de hortalizas, seguido por la noche por una sopa de verduras, como la minestrone. El zumo extraído de hortalizas de hoja verde es especialmente alto en fitonutrientes (de los que hablaremos más adelante), que son micronutrientes conocidos por tener propiedades antioxidantes. Los zumos herbales y de hierba de trigo (wheatgrass) están incluso más llenos de micronutrientes concentrados. Si es posible, lo mejor es que los exprima usted mismo o los compre recién exprimidos.
Los zumos de hortalizas, excepto el de tomate (que técnicamente es una fruta), casi no proporcionan calorías; por ello, tenga cuidado de no alterar su sistema al eliminar de repente toda la ingesta calórica. Yo he realizado la purificación durante más de un día, varias veces, y me resulta fácil mantenerla, pero para cualquiera, la clave es sentirse satisfecho, no privado de alimento.
Los zumos de frutas han perdido el favor de los consumidores, en parte porque separar el zumo de la fibra de una fruta (la pulpa de una naranja, la piel de una manzana) los reduce a ser un aumento de azúcar. Como contienen fructosa, los zumos de fruta fresca suministran energía sin presionar el tracto digestivo. Pero deben ser tomados con moderación, dado que no queremos disparar nuestros niveles de insulina con golpes de azúcar en un estómago vacío. Mezclar el zumo con fibra por la mañana da buen resultado. Durante el resto del día, tome zumo diluido en agua templada, siempre con moderación.
Mi purificación semanal, basada en aceites, fibra y zumos, me parece el mejor día de la semana. Tengo la satisfacción de dedicar una atención de calidad a mi cuerpo y escuchar lo que me tenga que decir. Los mensajes de ligereza y energía son gratificantes, por ello no siento ninguna privación.
Si quiere ir más allá —como todos sabemos, los programas de purificación existen por todas partes, los tenemos tan cerca como una búsqueda en Google— empiece con los pasos sin esfuerzo que acabamos de describir, luego vea si otros pasos de purificación le dan buen resultado. Sintonice con su cuerpo. El sufrimiento no es purificación; tratar a su cuerpo con dureza no equivale a «quien bien te quiera te hará llorar», es sólo hacer llorar.
La tradición de la purificación nos ha dado unas recomendaciones consagradas por el tiempo:
• Convierta su día de purificación en un día de descanso. Dedicar tiempo a la meditación es incluso mejor.
• Guardar silencio todo un día añade un elemento de autorreflexión y calma.
• Se puede probar el ayuno en todos sus aspectos. Un ayuno moderado para un hombre adulto estaría entre 1.000 y 1.500 calorías; para una mujer adulta, entre 700 y 1.100 calorías. Ayunar también incluye no comer carne ni beber alcohol y consumir mucha agua durante el día. Asimismo, es bueno comprobar el nivel de energía y tomar una pequeña cantidad de comida si nos sentimos embotados o apáticos. (Un malestar más grave significa que tenemos que dejar el ayuno de inmediato.)
• La limpieza para purificarse atrae a muchas personas que consultan a una amplia variedad de sanadores. En el Chopra Center usamos hierbas y extractos de frutas especiales combinados con el panchakarma, los cinco métodos de purificación de Ayurveda. El panchakarma se hace en condiciones clínicas, con profesionales preparados. Pero, para muchas personas, «hacer una limpieza» significa, por lo general, tomar un único alimento purificador todo el día, durante varios días (como la sopa de hortalizas verdes conocida como caldo Bieler) o tomar una dosis de una mezcla de aceite de oliva y zumo de limón. Si tiene buena salud, una limpieza, aunque rigurosa, puede aumentar su sensación de sano bienestar. Observe cómo reacciona su cuerpo y preste atención a sus mensajes.
*La traducción aproximada sería: «Si pecas sin pensar, te arrepentirás durante mucho tiempo». En español, decimos: «Antes de que te cases, mira lo que haces». (N. de la T.)