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El espejo vacío
MI MADRE Y YO
«Una mujer adulta puede buscar y encontrar su propio valor. Puede graduarse en importancia. Pero durante el inestable espacio que va de la infancia a la condición de mujer, una joven necesita ayuda para determinar su valía, y nadie mejor que su madre puede ungirla.»
Jan Waldron
Giving Away Simone[3]
Cuando creces en una familia donde domina el narcisismo materno, al llegar a la edad adulta vives cada día esforzándote al máximo por ser una «buena chica» y hacer lo correcto. Crees que si haces todo lo que puedes para agradar a los demás ganarás el amor y el respeto que ansías. A pesar de ello, sigues oyendo voces internas familiares que expresan mensajes negativos que debilitan tu propio respeto y tu propia confianza.
Si eres hija de una madre narcisista, es probable que hayas oído los siguientes mensajes interiorizados repetidamente a lo largo de tu vida:
| • | No soy lo bastante buena. |
| • | Me valoran por lo que hago más que por lo que soy. |
| • | Soy indigna de que me quieran. |
Cuando has oído, un año tras otro, estos mensajes que te niegan a ti misma, unos mensajes que son el resultado de un nutrimento emocional inadecuado cuando eras pequeña:
| • | Sientes un vacío en tu interior y una falta general de satisfacción. |
| • | Anhelas estar con personas sinceras y auténticas. |
| • | Tienes problemas con las relaciones amorosas. |
| • | Tienes miedo de llegar a ser como tu madre. |
| • | Te preocupas por si no eres una buena madre. |
| • | Te cuesta mucho confiar en los demás. |
| • | Sientes que no has tenido un modelo de conducta para ser una mujer sana y bien adaptada. |
| • | Percibes que tu desarrollo emocional se ha atrofiado. |
| • | Te cuesta ser una persona independiente de tu madre. |
| • | Te resulta difícil experimentar y confiar en tus propios sentimientos. |
| • | Te sientes incómoda cuando estás con tu madre. |
| • | Te resulta difícil crearte una auténtica vida propia. |
Incluso si experimentas sólo algunos de estos sentimientos, cargas con mucha ansiedad y desasosiego. Conforme aprendas más sobre la dinámica madre-hija asociada al narcisismo materno, verás claramente cómo has acabado sintiendo lo que sientes.
En mis investigaciones sobre el narcisismo materno he identificado diez problemas relacionales comunes que se producen entre madres e hijas cuando la madre es narcisista. Puede que te identifiques con todos estos problemas o sólo con algunos de ellos, dependiendo del lugar que ocupe tu madre en el espectro del narcisismo materno, que puede ir desde unos pocos rasgos al trastorno narcisista de la personalidad completo.
Veamos estas diez dinámicas entre madre e hija asociadas al narcisismo materno, a las que me refiero como «los diez azotes». Para que comprendamos mejor cómo actúan estas dinámicas en la vida real, las he ilustrado con ejemplos clínicos extraídos de mi consulta, así como con casos de la cultura popular.
LOS DIEZ AZOTES
1. Tratas constantemente de ganar el amor, la atención y la aprobación de tu madre, pero nunca te sientes capaz de complacerla.
Las niñas, pequeñas o mayores, quieren agradar a su madre y sentir su aprobación. Desde el principio de la vida, es importante que los niños reciban atención, amor y aprobación, pero esa aprobación debe ser para quienes son como individuos, no para quienes sus padres quieren que sean. Pero las madres narcisistas son muy críticas de sus hijas, y nunca las aceptan tal como son.
| • | Si alguna vez el mundo de la publicidad necesitara producir un anuncio dirigido a las hijas de madres narcisistas, mi clienta Jennifer podría haberles proporcionado la imagen perfecta. Durante nuestra primera sesión, me contó que tenía ganas de ponerse en una esquina sosteniendo un letrero que dijera: «Trabajaré por amor». Jennifer recordaba que siempre se esforzaba mucho por agradar a su madre, pero una de las anécdotas de su infancia era particularmente reveladora. Un día, en unos grandes almacenes, vio que su madre sostenía un pequeño y precioso monedero y comprendió lo mucho que lo quería. Se prometió que, como fuera, lo conseguiría, aunque sólo tenía ocho años y era un monedero caro. Se saltó almuerzos en la escuela durante semanas, hasta que hubo ahorrado el dinero suficiente para comprar aquel elegante monedero para su madre. Lo envolvió con un papel rojo brillante y reservó la sorpresa para Navidad. El día de Navidad, por la mañana, esperó ansiosamente la reacción de su madre ante el regalo, pero se quedó destrozada cuando su mamá la acusó de haberlo robado y lo tiró al otro lado de la estancia, chillando: «¡No quiero ningún regalo de una ladrona!» |
| • | Mindy se describe como «una persona descuidada» y a su madre como «La Señora Retentiva Anal; una maníaca de la limpieza». Me dijo: «Durante años me he esforzado por ser limpia y organizada para conseguir su aprobación, pero yo no soy como ella. En mí domina el lado derecho del cerebro. Intento tenerlo todo ordenado y pulcro, pero el desorden surge en contra de mi voluntad. Supongo que soy del tipo creativo, y a ella no le gustaba. Ahora tengo cincuenta años y todavía, cuando mi madre viene de visita, no puede contener su desaprobación si hay periódicos esparcidos por el suelo de la sala». |
| • | Lynette nunca pudo conseguir la aprobación de su madre. Ésta era una pianista consumada, y Lynette se esforzaba por ser como ella. Aunque dedicó años a estudiar piano y a dar recitales, nunca estuvo a la altura de las expectativas de su madre. «Todavía hoy, mamá chasquea la lengua cuando me equivoco», me contó. Lynette decidió que quizá su elección de pareja conseguiría su aprobación. «Cuando conocí a mi marido, me dije: “Espera a que conozca a este hombre. Le encantará y estará contenta de que lo haya elegido”. Confiaba en que lo adorara y que, finalmente, me diera la aprobación que yo necesitaba. Pero cuando lo conoció, me preguntó si yo lo encontraba guapo, porque a ella le parecía un poco tosco y no tan refinado como ella esperaba.» |
| • | Bridget recuerda que le hacía regalos a su madre para demostrarle su cariño. Se sentía especialmente triste respecto a una placa del Día de la Madre que le dio, con la frase «La mejor mamá del mundo» grabada. «La verdad es que a mamá no le gustó. La tuvo colgada durante un tiempo y luego la descolgó y me la devolvió. Dijo que no encajaba en la decoración cuando redecoró la cocina. Todavía la tengo. Al cabo de un tiempo dejé de intentarlo.» |
2. Tu madre hace hincapié en la importancia de cómo algo le parece a ella, en lugar de cómo te hace sentir a ti.
«Es mucho mejor tener buena apariencia que sentirse bien» podría bien ser el mantra de una madre narcisista. Presentar buen aspecto ante los amigos, familia y vecinos, en lugar de sentirse bien por dentro, es lo más importante para ella. Una madre narcisista te ve como una extensión suya, y si tú presentas buen aspecto, también lo presentará ella. En la superficie puede parecer que se preocupa por ti, pero en definitiva todo tiene que ver con ella y con la impresión que causa en los demás. Tu aspecto y cómo actúes es importante para ella sólo porque es un reflejo de su propia y tenue valía. Cuando no estás en exhibición y no puedes ser vista por los demás, te vuelves menos visible para ella. Es triste, pero cómo te sientas por dentro en realidad no le importa.
| • | Constance, de veintiocho años, me dice: «Mi madre interviene en todos los aspectos de mi vida: lo flaca que estoy, la ropa que llevo, el color de pelo acertado, incluso mi profesión. Nunca he estado gorda, pero a los doce años me hizo tomar píldoras adelgazantes y empezó a maquillarme cuando yo tenía quince años, con la explicación: “Los hombres abandonan a las mujeres que no se cuidan”. Cuando estoy en desacuerdo con su gusto, me degrada y me critica. Incluso ahora que soy adulta, cuando voy a su casa me aseguro de tener el “aspecto que mi madre quiere”. Me mato de hambre durante las dos semanas anteriores a la visita para estar lo bastante delgada». |
| • | Gladys contó algunos momentos de su infancia cuando su madre trataba de ser una buena madre. «Pero no podía simplemente abrazarme para consolarme. Una vez no me eligieron en una prueba para una obra de teatro en el instituto y estaba con el ánimo por los suelos. Sólo necesitaba que me abrazaran. Creo que ella se sentía mal por mí, pero no podía sintonizar con mis sentimientos. En cambio, hizo algo de lo más extraño. Fue y me compró unas botas go-gó y me anunció orgullosamente que, si me sentía mal por dentro, por lo menos podía tener buen aspecto al ir a la escuela al día siguiente. Ahora me pregunto si no fue ella la que se sintió avergonzada cuando no me eligieron en la audición.» |
3. Tu madre tiene celos de ti.
Las madres suelen estar orgullosas de sus hijos y quieren que brillen. Pero una madre narcisista quizá perciba a su hija como una amenaza. Tal vez habréis observado que cuando atraéis la atención, quitándosela a vuestra madre, sufrís represalias, desprecios y castigos. Una madre narcisista puede estar celosa de su hija por muchas razones: su aspecto, sus posesiones materiales, sus logros, su educación, incluso su relación con el padre. Estos celos son especialmente difíciles para la hija, porque llevan un doble mensaje: «Ten éxito para que tu madre esté orgullosa, pero no demasiado o la eclipsarás».
| • | Samantha siempre ha sido la más menuda de la familia. Dice que la mayoría de sus parientes tienen sobrepeso, incluyendo su madre, que es obesa. Cuando Samantha tenía veintidós años, su madre sacó su ropa del armario y la tiró al suelo de la habitación, exclamando: «¿Quién puede llevar una talla treinta y cuatro en estos tiempos? ¿Quién te crees que eres? Debes de ser anoréxica, será mejor que te consigamos ayuda». |
| • | Felice, treinta y dos años, me dijo: «Mi madre siempre quería que estuviera guapa, pero no demasiado. Yo tenía una cinturita preciosa, pero si me ponía un cinturón que me definía el talle, me decía que parecía una puta». |
| • | Mary me contó con tristeza: «Mi madre me dice que soy fea, pero luego espera que salga ahí fuera y esté divina de la muerte. Fui candidata a reina del homecoming[4] y ella se mostró muy orgullosa ante sus amigas, pero luego me castigó. Es un mensaje demencial: ¿mi auténtico yo es feo, pero se supone que tengo que fingir en el mundo real? Sigo sin entenderlo». |
| • | Cuando Addie estaba en el instituto, le atraía hacer una carrera de modelo y empezó a indagar en escuelas y programas para la profesión de modelo. Consiguió algunos trabajos divertidos para los grandes almacenes locales y estaba entusiasmada por hacer algo que le encantaba. No obstante, los celos de su madre se interpusieron en los sueños de Addie. La madre entró en Internet, encontró algunos concursos de belleza para mujeres de más de cuarenta años y le pidió a su hija que la inscribiera. Addie lo hizo y su madre ganó uno de los concursos. La postal de Navidad del año siguiente era una foto de la madre en el concurso de belleza con un texto que había escrito sobre que nunca eres demasiado vieja para hacer lo que quieres en la vida. Addie nunca le dijo nada a su madre, pero estaba profundamente decepcionada y avergonzada. Nunca llevó adelante su propia ambición de hacer un curso de modelo, porque la competencia con su madre resultaba demasiado abrumadora. Al recordar este incidente en la terapia, Addie dijo con tristeza: «Nunca llegó a tener nada que ver conmigo». |
| • | Laura, cincuenta años, era la hija más joven de la familia y tenía una estrecha relación con su padre. «Pero mamá no quería que estuviera con él; era como si estuviera celosa de nuestra relación porque necesitaba ser el centro de atención. Decía cosas como “Quieres a tu padre y no a mí, y harás cualquier cosa por él”.» Creo que lo que la madre de Laura quería decir realmente era que se sentía amenazada por la atención que su marido le mostraba a su hija. Laura me contó que en una ocasión su madre les tiró piedras, a ella y a su padre, cuando estaban plantando flores juntos en el jardín. |
4. Tu madre no apoya tus saludables expresiones de identidad, en especial cuando entran en conflicto con sus propias necesidades o cuando la amenazan.
Cuando los niños crecen, necesitan poder experimentar cosas nuevas y aprender a tomar decisiones sobre lo que les gusta y lo que no les gusta. En parte, es así como desarrollamos nuestro concepto de identidad personal. Cuando las madres son narcisistas, controlan los intereses y las actividades de sus hijos para que giren en torno a lo que ellas encuentran interesante, conveniente o no amenazador. No alientan lo que sus hijas quieren o necesitan de verdad. Esto puede extenderse incluso a la decisión de una hija de tener un hijo.
| • | En la película La fuerza del cariño, la familia está sentada a la mesa cuando la hija anuncia que está embarazada. Su madre suelta un grito y sale corriendo de la habitación, diciendo que no está preparada para ser abuela. Está claro que el embarazo de la hija no tiene nada que ver con ella; tiene que ver con la madre.[5] |
| • | Como en la hija de la película, la capacidad de Jeri para expresarse se veía inhibida por la incapacidad de su madre para ver más allá de sus propias necesidades. Jeri siempre tuvo dotes artísticas de niña y empezó a ganar premios por sus obras en tercer curso. Más tarde, ganó un premio por un cuadro, que incluía una beca completa para una escuela de arte, pero nunca la aprovechó. «Nunca llegué a usar la beca —me dijo Jeri— porque mi madre no quería llevarme a la escuela en coche. Pensaba que era una complicación.» |
| • | Rubi tenía muchas ganas de participar en diversas actividades escolares, pero cuando consiguió el papel principal en el musical de la escuela, su madre se puso furiosa. «No tienes tiempo para ir a todos esos ensayos. No podrás hacer todo lo que tienes que hacer aquí», le gritó. La madre obligaba a Ruby a realizar todas las tareas de la casa antes de ponerse a hacer sus deberes, y memorizar el texto de la obra. Le puso muchas trabas durante todo el periodo de ensayos, pero cuando llegó la noche del estreno y Ruby hizo un buen papel pese a su madre, dio una gran fiesta para sus propios amigos para celebrar a «mi hija, la estrella». Sin embargo, no invitó a ninguno de los amigos de Ruby a la fiesta y, de un modo u otro, olvidó decirle a su hija que había hecho un buen trabajo. |
| • | Una madre puede sentirse tan amenazada por el éxito de su hija que ni siquiera asista a su graduación. María me contó que su madre le dijo que no podría asistir a la graduación, con la excusa de que hacía demasiado calor. María no se sorprendió; su madre nunca había compartido con ella nada del dinero del fondo fiduciario que su difunto padre había dejado, sino que lo había utilizado para ella, en lugar de ayudar a su hija a pagar la universidad, lo cual había sido la intención de su padre. «Tuve que trabajar como una esclava para acabar la universidad, y ella nunca me dio ni un céntimo», me contó María. |
5. En tu familia todo gira en torno a mamá.
Aunque «Todo gira en torno a mamá» es uno de los temas centrales de este libro, he añadido aquí esta frase hiriente para ilustrar algunos ejemplos específicos de cómo actúa en la relación madre-hija. Las madres narcisistas son tan egocéntricas que no se dan cuenta de cómo afecta su conducta a los demás, en particular a sus propios hijos. Mi propia madre puso en juego, recientemente, esta quinta dinámica, pero esta vez yo sabía cómo manejarla. Cuando estaba luchando por cumplir el plazo de entrega de este libro, mi madre quería que fuera a visitarlos, a ella y a mi padre, en su nueva casa. No sólo acababan de venir a verme a mi casa, sino que, como le expliqué, en aquellos momentos yo estaba muy ocupada escribiendo, además de ocuparme de una consulta a jornada completa. Le dejé claro que me iría mejor después de haber adelantado el trabajo para el libro. Su respuesta fue: «Todos tenemos metas y no llegamos a cumplirlas todas. Tienes que empezar a hacer algunas de las cosas que hace la gente corriente». En otras palabras, no importaba qué cosas importantes pasaban en mi vida en aquel momento; se trataba de lo que ella quería que yo hiciera: ir a verla. En el pasado, habría hecho lo que mi madre quería, sin tener en cuenta cómo me iba a mí, a mi programa de trabajo o a mi economía. ¡Gracias, Dios mío, por mi recuperación! Esta vez, me mantuve firme y le dije que iría a verla cuando me fuera bien.
| • | Sophie se sintió muy aliviada después de ver al médico por su depresión, que duraba desde hacía meses y estaba afectando a todos los aspectos de su vida. El médico le había recetado antidepresivos y, por vez primera en mucho tiempo, confiaba en que pronto se sentiría mejor. Le dijo a su madre que iba a empezar a tomar Prozac y le enseñó el frasco con el medicamento. La madre se lo arrebató y tiró las pastillas a la basura diciendo: «¿Cómo puedes hacerme esto? ¿Tan mala madre he sido?» |
| • | «Todo gira en torno a mamá» puede manifestarse en exhibiciones bastante obvias de competencia materna. La madre de Penny usurpaba el centro de atención que debería haberle correspondido a su hija antes de su boda. «Había visto un precioso azucarero y jarrita para nata, de plata, en una tienda del barrio y le dije a mi familia que pensaba comprármelos con el dinero que nos habían dado como regalo de boda. Pero cuando, a la semana siguiente, volví a la tienda para comprarlos, habían desaparecido. No pensé más en ello hasta la mañana de Navidad, cuando abría los regalos con mi familia. Mi madre había recibido aquellos mismos azucarero y jarrita como regalo de mi padre. Resulta que lo había enviado a la tienda de la que les había hablado, para que se lo comprara a ella. Luego, para colmo, utilizó aquel juego de plata para eclipsarme en una fiesta antes de la boda. En el sur de Estados Unidos es costumbre ofrecer, antes de la boda, un té y preparar una mesa para exhibir los regalos de boda que has recibido. Mi madre llegó al extremo de disponer una mesa propia. Después de que la gente mirara mi mesa, mi madre decía: “Venid a ver el juego de azucarero y jarrita que tengo”. Nunca se dio cuenta de cómo me afectaba su competitividad.» La madre de Penny llega a extremos increíbles para demostrar que todo gira en torno a ella. |
| • | La madre de Patricia es de Nueva York, y tiene el acento distintivo de esa ciudad. «Siempre que no quiere hablar de algo que yo saco a colación, porque lo que quiere realmente es hablar de sí misma, me echa esa conocida mirada y dice: “What eva”[6], y luego se lanza directamente a una diatriba sobre su situación y sus sentimientos.» La frase de la madre de Patricia es rápida y cortante. |
| • | Una madre narcisista que lo ve todo según le afecta a ella puede malinterpretar incluso la conducta de un niño pequeño. En la película Retrato de April, la madre (Patricia Clarkson) describe cuánto odia a su hija April (Katie Holmes). Dice: «Hasta me mordía los pezones cuando la amamantaba».[7] Imaginemos a la niñita diciendo: «Oh, mami, no quería hacerlo. Sólo tenía unos meses». |
6. Tu madre es incapaz de empatizar.
La falta de empatía es el sello de las madres narcisistas. Cuando una hija crece con una madre incapaz de sentir empatía, siente que no tiene importancia; sus sentimientos quedan invalidados. Cuando esto le pasa a una chica, a una joven o incluso a una mujer adulta, con frecuencia deja de hablar de sí misma o sintonizar con sus propios sentimientos.
| • | Alice estaba destrozada por su divorcio, y su madre no paraba de presionarla para conocer los detalles, lo cual no ayudaba en nada. Le preguntaba: «¿Quién se queda con la casa? ¿Qué hay de la custodia? ¿A qué abogado has contratado?» A regañadientes, la hija respondía a todas las preguntas, pero cuando trataba de expresar cómo se sentía a causa del divorcio, su madre no quería saber nada. Sólo se centraba en qué pensión debía pedir Alice y qué debía hacer el abogado. Incapaz de sintonizar con el dolor emocional de su hija, la madre hacía que sintiera que no tenía ninguna importancia. Alice se preguntaba constantemente: «Pero ¿qué hay de cómo me siento? ¿Acaso importo?» |
| • | A lo largo de la película Postales desde el filo, la hija, Suzanne (Meryl Streep), está furiosa con su madre, Doris (Shirley MacLaine), que no puede reconocer su dolor ni empatizar con él. Por ejemplo, cuando Suzanne empieza un programa de rehabilitación para superar su drogodependencia, lo único de que puede hablar su madre es de su pelo, de su maquillaje y de cómo está decorada la habitación, cualquier cosa menos cómo el hecho de dejar las drogas puede estar afectando a su hija. Cuando Suzanne termina la rehabilitación, Doris da una fiesta, ostensiblemente para su hija, pero sólo invita a sus propios amigos. En la fiesta, el cisma entre madre e hija se pone de relieve cuando Doris le pide a Suzanne que cante una canción y ella elige «You Don’t Know Me» (No me conoces). Entonces Doris ocupa el escenario y humilla a su hija cantando «I’m Here» (Estoy aquí), refiriéndose claramente a que estaba allí, para ayudar a su hija, durante aquel atroz año de rehabilitación. En esta desdichada fiesta, Suzanne canta finalmente «I’m checking out of this heartbreak hotel»[8] (Me voy de este hotel de sufrimiento). Lo que esta hija necesitaba hacer era, exactamente, marcharse del mundo de su madre, en el cual no existía la empatía. |
Recuerdo un momento de mi propia recuperación del narcisismo materno en que comprendí plenamente que mi madre no quería saber nada de mí. Sin embargo, yo persistía en hablar con ella por teléfono para decirle cómo me iba, obligándola rebeldemente a escucharme. Con frecuencia, ella esperaba a una pausa en la conversación y le pasaba el teléfono a mi padre. A veces, yo lo cronometraba, calculando cuánto tiempo podría hablar antes de que se oyera la voz de mi padre al otro extremo. Incapaz de empatía, mi madre tenía que apartarse y ceder su papel temporalmente a mi padre. Después de que rompiera otro récord al pasarme a mi padre cuando sólo habían transcurrido unos segundos, decidí no seguir intentándolo. Tenía la prueba y no tenía ningún sentido hacer que las dos nos sintiéramos mal.
7. Tu madre no puede afrontar sus propios sentimientos.
A los narcisistas no les gusta tratar con sentimientos, incluyendo los propios. Muchas hijas con las que he trabajado crecieron negando o reprimiendo sus verdaderos sentimientos a fin de mostrar la actitud que sabían que su madre quería ver. Estas mujeres describen a sus madres diciendo que se vuelven «frías como el hielo» o «se hacen humo» cuando se hablaba de sentimientos. Algunas dicen que su madre sólo puede expresar enfado, lo cual hace a menudo. Cuando el registro emocional de una madre se limita a frío, neutro o enfadado, y no se permite ni permite que su hija exprese sus auténticos sentimientos, las dos tendrán una relación superficial con muy poca conexión emocional.
| • | Brenda me dice: «Mi madre se enfrenta a los sentimientos como un huracán. A su paso todo queda destruido. Chilla y suelta muchas palabrotas. La culpa siempre la tiene otro. No hace frente a sus propios sentimientos». |
| • | Helen realizaba un maravilloso viaje por Europa después de graduarse en la universidad. Había conocido a un hombre y pensaba en casarse con él. Llamó entusiasmada a su madre en Estados Unidos para hablarle de lo que sentía. La madre dijo: «No quiero hablar de esto», y le colgó el teléfono. Hasta el día de hoy, Helen sigue preguntándose qué pensaba su madre. Sin embargo, aunque ya es cuarentona, nunca le ha preguntado sobre este incidente tan cargado emocionalmente. Aprendió temprano en la vida que no tenía que sacar a colación cuestiones de «sentimientos». |
| • | Stacy tenía muchas ganas de hablar de su infancia con su madre, algo que nunca había podido hacer, porque ésta se ponía furiosa. Pero había estado haciendo terapia y había dado grandes pasos hacia su recuperación. Planeaba tener una larga conversación con sus padres cuando vinieran de visita a la ciudad. Esta vez, sentía que los cambios que había experimentado la ayudarían a comunicarse de un modo diferente con su madre. En el jardín, charlando sobre los niños y la barbacoa familiar que harían ese mismo día, Stacy le dijo a su madre que le gustaría hablar abiertamente con ella, tal como hacía ella misma con sus propios hijos, pero en cuanto mencionó los sentimientos de la infancia, su madre empezó a irse por las ramas y a obsesionarse por arrancar las hierbas del jardín. En lugar de enfadarse, se cerró en banda y se metió dentro de sí misma, dejando a Stacy prácticamente sola. Después de unos incómodos momentos de silencio. Stacy y su madre volvieron a hablar de la comida para la reunión familiar, como si no hubiera pasado nada. Cuando Stacy me lo describió en la sesión de terapia, le pregunté qué había sentido. No encontró las palabras, pero las lágrimas rodaron por sus mejillas y se quedó muy quieta durante unos minutos. Luego, suspiró y dijo: «No existo; con ella no puedo existir». |
Stacy vio que su madre no podía abordar sus propios sentimientos ni tampoco los de su hija, y que la distancia emocional entre las dos era realmente insalvable.
8. Tu madre te critica y enjuicia.
Es muy difícil que un adulto supere que, cuando era niño, lo criticaran o lo juzgaran constantemente. Nos volvemos sensibles en extremo a cualquier cosa. Con frecuencia, las madres narcisistas critican y enjuician debido a la fragilidad de su propio yo. Usan a sus hijas como chivos expiatorios a causa de lo mal que se sienten consigo mismas, y las culpan por su propia infelicidad e inseguridad. Los niños —y a veces los adultos— no entienden que la razón de que mamá sea tan crítica es que se siente mal consigo misma; por ello, en lugar de reconocer que la crítica es injusta o producto de la frustración de su madre, la absorben («Debo de ser mala o mi madre no me trataría así»). Estos mensajes negativos de nuestra primera infancia se interiorizan —creemos que son verdad— y nos causan grandes dificultades más adelante en la vida. Las críticas de una madre narcisista crean en la hija un profundo sentimiento de «nunca soy lo bastante buena». Es increíblemente difícil librarse de él.
| • | Las únicas cualidades de Marilyn eran pasadas por alto por su madre, que sólo se centraba en —y criticaba— lo que percibía como defectos de su hija. La madre bailaba bien y valoraba a las personas que eran «musicales», en particular las que sabían bailar bien. Envió a Marilyn a clases de ballet y claqué en cuanto empezó a caminar y hablar. Pero la niña era cantante, no bailarina. «Mamá me dijo que era imposible enseñarme, que era una patosa. Se lo decía incluso a sus amigas y recuerdo que se reían. Aunque era buena cantando, lo único que ella decía era “Lástima que no sepa bailar”.» |
| • | Cuando Sharon se casó por tercera vez, tenía miedo de anunciárselo a sus padres porque sabía que su madre se mostraría desconfiada y crítica. Cuando les dio la emocionante noticia, su madre dijo: «Yo podría salir en el Guinness. Podría decirles que tengo sólo una hija, pero tres yernos». Sharon lloró casi toda la hora de consulta cuando me contó esta historia, y tengo que admitirlo, yo lloré con ella. |
| • | Ann me contó, durante la terapia, que se esforzaba mucho por ser independiente, pero que su madre ha influido en cómo ve el mundo y lo que siente sobre ella misma. «No tengo confianza en mis aptitudes. Me parece que mi madre siempre me está vigilando y que si cometo el más mínimo error es como si ella estuviera allí, juzgándome. Todo lo que hago incluye una parte de “¿Qué pensaría mamá?” Es una voz permanente dentro de mi cabeza.» |
| • | Chris me dijo que tenía miedo de invitar a su madre a su boda. «Mi madre cree que lo sabe todo y es muy crítica y enjuiciadora. Me temía que en un momento de silencio en la boda dijera: “Les doy dos años”.» |
9. Tu madre te trata como a una amiga, no como a una hija.
En una relación madre-hija sana, la madre actúa como tal y cuida de la niña. La hija debe poder confiar en su madre para su nutrimento, no al revés. Durante los años de crianza, las dos no deberían ser amigas ni iguales. Pero como, por lo general, las madres con rasgos narcisistas no recibieron una crianza adecuada, por dentro son como niñas necesitadas. En sus propias hijas tienen un público cautivo, una fuente incorporada de la cual conseguir la atención, el afecto y el cariño que anhelan. Como resultado, con frecuencia se relacionan con sus hijas como si fueran sus amigas más que su progenie. A veces, el único medio que tiene la hija para ganar puntos con su madre es ser una amiga que la apoya. Es posible que caiga en el papel de amiga voluntariamente, sin siquiera darse cuenta, hasta mucho más tarde, de que hay algo que está muy mal en ese arreglo.
| • | Desde que Tracy puede recordar, su relación con su madre ha sido como si fueran las mejores amigas. Dice: «Sólo tenía doce años y ya andaba con mi madre y sus amigas. Les cortaba el pelo a sus amigas y nos poníamos a dieta todas juntas. Mi madre y yo estábamos totalmente inmersas la una en la otra. Ella me lo contaba todo sobre sus amigas, sobre mi padre y la relación entre ambos, incluyendo la parte sexual. No importaba que yo me sintiera incómoda oyendo todo aquello. Ella necesitaba que estuviera allí, pendiente de ella». |
| • | La madre de Cheryl era madre soltera y salía constantemente. Cuando volvía a casa después de una cita, le contaba a su hija todo lo relativo al hombre con el que había salido, lo que hacían y lo que sentía hacia él. «Toda la vida de mi madre giraba en torno a sus citas, y yo tenía que escuchar cada aventura. La verdad es que yo quería que se ocupara de mí y de lo que yo estaba haciendo, pero siempre teníamos que hablar de sus novios y de su vida emocional.» Cheryl también dijo que su madre la dejaba con una niñera la mayor parte del tiempo y no se molestaba en asistir a ninguna de sus actividades escolares. «Ni siquiera sabía con quién salía yo ni en qué participaba en la escuela, pero yo lo sabía todo de su vida social.» |
Hay muchos temas adultos a los que no se debería exponer a los niños. Hay que permitir que los niños sean niños, que se centren en las cosas que les importan, y no se les debería cargar con las preocupaciones de los adultos. Los padres narcisistas involucran a sus hijos prematuramente en el mundo adulto. Una madre narcisista que constantemente le confía a su hija las dificultades que tiene en su relación con su marido, por ejemplo, no comprende lo doloroso que esto puede ser para la niña. La hija sabe que comparte rasgos con su padre igual que con su madre; por ello, una niña pequeña, interpreta las críticas a su padre como críticas a ella misma. Es preciso dejar que la hija dependa de ambos padres, pero cuando una madre comparte intereses adultos con su hija, se vuelve imposible mantener una dependencia sana; la hija de siente insegura y sola porque no puede depender ni de su padre ni de su madre. También se siente culpable por no poder solucionar el problema del matrimonio de sus padres ni las dificultades de su madre. De nuevo, el mensaje interno que le queda es: «No soy lo bastante buena (porque no puedo solucionar los problemas de mamá)». En la segunda parte, veremos cómo más adelante en la vida, este mensaje de autonegación afecta a las relaciones amorosas de una hija.
10. No tienes límites ni privacidad ante tu madre.
Separarte emocionalmente de tu madre al ir creciendo es fundamental para tu crecimiento psicológico, pero una madre narcisista no permite que su hija sea un individuo distinto. Por el contrario, la hija está ahí para satisfacer las necesidades y deseos de la madre. Esto crea un problema importante para la hija. No hay límites ni privacidad en la vida familiar. La madre puede hablarle de todo, sin importar lo inapropiado que sea y contarle a otros cualquier cosa sobre su hija, sin que importe lo embarazoso que pueda ser. Por lo general, la madre narcisista no tiene ni idea de lo mal que está hacerlo y de lo malsano que es para su hija. Para la madre, su hija es sencillamente una prolongación de sí misma.
| • | La madre de Cheryl se pasó de la raya cuando ésta retomó el contacto con una amiga del instituto. «Estaba tan entusiasmada por encontrarme con mi amiga y ver qué había estado haciendo en su vida de adulta. Habíamos sido muy amigas desde que empezamos hasta que acabamos en el instituto y luego dejamos de estar en contacto. Ella había perdido mi número de teléfono, pero buscó a mis padres en la guía. Mi madre contestó a su llamada y habló con ella mucho rato, asegurándose de alardear ante ella de que yo era médico. Pero también se apresuró a informarla de detalles sórdidos de mis relaciones amorosas fracasadas. Cuando, finalmente, hablé con mi amiga, lo primero que me preguntó fue sobre mis relaciones. Sentí una vergüenza y un embarazo instantáneos, y que mi madre había violado mi intimidad. ¿Por qué no había dejado que fuera yo la que le hablara a mi amiga de mi vida y de los problemas que había tenido, que fuera yo la que le explicara lo que había pasado de verdad y por qué?» |
| • | La madre de Marion viola su espacio físico real usando una llave de su casa y entrando sin avisar, de vez en cuando, para comprobar cómo lleva la casa su hija. Luego le deja notas desagradables. La última decía: «¿De verdad te eduqué para que fueras tan dejada? ¡En esa nevera podría haber bichos! ¿Qué tal si usamos el moho para hacer penicilina?» |
| • | La madre de Ruth no conoce límites cuando se trata de los chicos con los que sale su hija. «Mi madre los abraza, los besa, incluso se acuesta con ellos, si yo rompo con ellos. Una vez, estaba en mi fiesta de cumpleaños y empezó a ligar con mi ex novio delante de todos mis amigos. ¡Y ella todavía estaba casada! Cuando me enfrenté a ella, dijo: “Bueno, me ha pedido que vaya a casa con él y le he dicho que no”. Le dije: “Gracias, mamá, por ser tan considerada”.» |
| • | En su absorbente novela Places to Look for a Mother, Nicole Stansbury describe la falta de privacidad cuando la madre, haciendo caso omiso de las necesidades de su hija, cree que puede entrar en el baño, incluso mientras su hija lo está usando. La hija dice: «Siempre entras en el baño. No podemos poner cerrojos. Nunca llamas». La madre replica: «No es extraño que me pase todo el día en ascuas, no es extraño que sea un manojo de nervios. No puedo hacer nada, no puedo mover un dedo sin que me acusen. No sé qué tienes miedo de que vea, ni cuál es el gran secreto. Ni siquiera tienes todavía vello púbico».[9] Esta madre no sólo no respeta los límites y la privacidad de su hija, sino que la culpa de su propia conducta irrespetuosa. |
Para llegar a ser una mujer sana, madura e independiente, una hija necesita sentir que tiene una identidad independiente, separada de su madre. Las madres narcisistas no lo comprenden. Su propia inmadurez y sus necesidades no satisfechas bloquean la sana individuación de su hija, lo cual atrofia su desarrollo emocional.
¿Dónde estoy yo en el espejo?
Lo triste es que, debido a los efectos perjudiciales de estos diez azotes, cuando la hija de una madre narcisista busca su propia imagen en el espejo, le cuesta verse. Por el contrario, su identidad es un mero reflejo de cómo la ve su madre, y se muestra, con demasiada frecuencia, con una luz negativa.
En cada etapa de desarrollo, las hijas no pueden evitar interiorizar los mensajes y sentimientos negativos que sus narcisistas madres les han transmitido a lo largo de los años. Quizás hayas olvidado sucesos o traumas concretos, pero seguramente habrás memorizado los mensajes autodestructivos. Nosotras, las hijas, los llevamos a la vida adulta: crean patrones emocionales y conductuales inconscientes que nos causan problemas y que pueden ser muy difíciles de superar. Estos mensajes se pueden silenciar una vez que comprendas su origen e influencia y trabajes para formular tus propias y sanas opiniones sobre ti misma. Puedes aprender a suplantar estas voces negativas y cambiar tu propia imagen averiguando más sobre cómo tu madre desarrolló su conducta narcisista. Como descubriremos en el próximo capítulo, una madre egocéntrica tiene una autoestima vulnerable, lo cual hace que proyecte su odio a sí misma contra su hija. El narcisismo materno adopta numerosas formas; examinaremos estos diferentes tipos de madres narcisistas en el capítulo 3.
3 Jan L. Waldron, Giving Away Simone, Anchor, Nueva York, 1997.
4 Homecoming es una fiesta estudiantil que se celebra al comienzo del año académico y a la que asisten antiguos alumnos. Entre las actividades hay un desfile y la elección de la reina. (N. de la T.)
5 Terms of Endearement (La fuerza del cariño), película, 1983.
6 What eva igual a whatever. Se podría traducir por «lo que tú digas», es decir, «¿y a mí qué?» (N. de la T.)
7 Pieces of April (Retrato de April), película, 2003.
8 Postcards from the Edge (Postales desde el filo), película, 1990.
9 Nicole Stansbury, Places to look for a mother, Carroll & Graf, Nueva York. 2002, págs. 95-96.