SOLO UN SESENTA POR CIENTO

«¿Qué te parecen los martes y jueves?».

Las palabras resonaron en los oídos de Jeongmin como la persistente imagen de una luz parpadeante que sigue brillando en los ojos mucho después de haberse apagado. La noche anterior había programado la alarma por primera vez en mucho tiempo. Al ver la lista de alarmas con intervalos de cinco minutos entre las siete y las nueve de la mañana, recordó una época de competencia y cansancio. Al mismo tiempo, le tranquilizó pensar que, aunque no tuviera muchas fuerzas, ya no tenía la necesidad de vivir como vivía. Le habían dado permiso para volver a descansar.

Cuando el sonido de la alarma la despertó, recordó las palabras de Johee diciéndole que comiera bien antes de ir al taller. Jeongmin salió de casa después de preparar un buen almuerzo. No había imaginado que aprender algo nuevo le aceleraría el corazón. El brillo dorado que le recorría la sangre le resultaba totalmente desconocido; era un color que Jeongmin no podía poseer, que no se le permitía tener.

Entre los edificios uno y cuatro del barrio de Bamgashi había varias tiendas. Por lo general, en las plantas bajas solía haber restaurantes coreanos, tiendas de conveniencia o cafeterías antiguas, y los pisos superiores eran casas residenciales. Tal vez debido a que la población era escasa y la mayoría de los residentes eran de edad avanzada, el barrio resultaba bastante aburrido para los jóvenes. El taller de cerámica se encontraba en el callejón más escondido frente a una escuela primaria y el edificio 2. En esa ocasión Jeongmin llevaba ropa más adecuada a la temperatura, así que no sudó tanto como la última vez. Mientras escudriñaba meticulosamente el exterior del taller, descubrió el letrero oculto tras una enredadera de hiedra.

소요 SOYO

ceramic art &

Las letras estaban escritas sin adornos, en negro sobre un cartel blanco, del mismo color que el edificio. Jeongmin abrió la puerta siguiendo el olor a arcilla tostada. Ese día el taller estaba lleno de gente. Había un niño pequeño y un estudiante de secundaria jugando con la arcilla y Jihye, con quien había tomado café la última vez. Jihye se acercó a ella amablemente y le presentó a los otros miembros.

—Este es Hansol, de la escuela primaria. Hoy parece que no ha venido su amiga… Aunque nunca se sabe cuándo va a venir. Si viene la próxima vez te la presento. Y aquí está el futuro de nuestro taller, Jun. Su nombre es corto, tiene solo una sílaba.

Hansol la saludó confuso y Jun simplemente miró a Jeongmin de soslayo.

Jihye preguntó si podía llamar a Jeongmin unnie** y tutearla. Era la segunda vez que se veían; o, mejor dicho, era como la vez número 1,5. Jeongmin era una persona que insistía en el uso del «usted» incluso para referirse al vecino más joven que ella que acababa de graduarse de la universidad, llamándolo «escritor». Pero como no había conocido a Jihye en un entorno profesional, Jeongmin decidió no pensarlo demasiado y asintió. La sonrisa de Jihye le pareció encantadora. Siempre se sentía un poco incómoda con las personas que habían crecido rodeadas de cariño y sin dificultades, pero no podía evitar sentirse atraída hacia ellas.

A Johee le sorprendió que Jeongmin llegara exactamente a la una y media, y bromeó diciendo que no le gustaban las personas perfectas. Como si fuera una rutina, antes de comenzar la clase, Johee siempre preparaba café. Esta vez hizo uno con sabor a avellana, que le supo delicioso incluso sin la espuma de leche.

—Antes he visto que hay un cartel en la entrada. El taller se llama Soyo, ¿verdad?

—¡Vaya! No se puede ver muy bien por las plantas, ¡pero has podido verlo! Lo he escondido a propósito para que solo lo pudieran encontrar las personas que tengan una buena capacidad de observación. Juro que no es porque sea un engorro mantenerlo.

El interior del taller estaba muy limpio para tratarse de un espacio donde se manejaba arcilla, así que Johee debía de estar diciendo la verdad.

—Las plantas de la entrada están un poco descuidadas. Al principio ni siquiera sabía que era un taller de cerámica. El nombre, Soyo, ¿significa que es necesario invertir tiempo para hacer cerámica?***

—Error. El nombre viene de los hanjas So (), que significa «amasar», y Yo (), «horno». Es un significado muy intuitivo: amasar arcilla y cocerla en el horno. Pero acabo de decidir que también voy a incluir el significado de «necesitar tiempo». Es un homónimo, qué buena idea.

—Es un buen nombre. Además es fácil de pronunciar.

—Ahora que ya hemos aclarado la identidad del taller, ¿nos ponemos manos a la obra?

Johee llevó a Jeongmin hacia la parte trasera del taller. Había varios delantales colgados al lado del casillero donde se guardaban los artículos personales. Estaba emocionada y hablaba más que la primera vez que se conocieron.

—Cuando vengas al taller lo primero que debes hacer es dirigirte aquí para buscar tu delantal. Pero… ¡mira qué desastre! He olvidado pedir el tuyo. Hoy toma prestado uno de otro miembro. Solo viene los fines de semana, así que no sabe mucho sobre lo que pasa el resto de los días. Y aunque lo averigüe, no es el tipo de persona que diría algo. Es tan bueno… me recuerda a un oso.

Jeongmin tomó un delantal verde particularmente grande cubierto de arcilla. Tenía mal cosidas lo que parecían ser las iniciales del dueño, «G. S.». El dulce aroma del perfume impregnado en la tela la envolvió junto con el delantal. Cuando metió la mano en el bolsillo para dejar el móvil, palpó algo frío; un anillo fino de plata. No tenía grabados iniciales ni números pero Jeongmin inmediatamente supo que se trataba de un anillo de compromiso. Jeongmin, que al ver los defectos en el anillo comenzó a pensar en la posible larga duración de esa relación, de repente sintió un inexplicable sentimiento de culpa. Guardó de nuevo el anillo en el fondo del bolsillo. Aunque lo único que había hecho había sido tocarlo, sintió que se estaba metiendo en una historia de amor ajena.

No había hecho más que ponerse el delantal, pero ya estaba un tanto emocionada al haberse convertido oficialmente en ceramista. Jeongmin siempre había sido muy cauta con sus emociones, pero en esta ocasión decidió permitirse disfrutarlo. Se armó con un cubo de agua, dos esponjas y un torno y se sentó en el espacioso escritorio donde también estaba trabajando Hansol. Johee, sentada a su lado, preguntó:

—¿Has decidido lo que quieres hacer?

—Quiero hacer la taza en la que me disteis café la otra vez.

—Ajá, una taza tiene asa, así que es difícil de hacer. Normalmente se empieza por algo más simple, como un plato.

Jeongmin lamentó no poder hacer una taza y observó los platos expuestos en los estantes. No sabía qué hacer. Eran objetos que requerían técnicas demasiado difíciles para una principiante como ella.

—Hmm… ¿este plato amarillo es difícil de hacer? —preguntó mientras lo sostenía.

Lo que más le llamó la atención fue su llamativo color, pero más que nada se fijó en el diseño sencillo.

—Eso es un plato con una técnica valorada en cinco millones de wones. Originalmente fue hecho para exhibirse, no para venderse. Pero tienes buen ojo.

Jeongmin se sorprendió y dejó el plato rápidamente. Volvió a sentir cómo la distancia que la separaba de la cerámica se ampliaba de nuevo.

—Normalmente primero se piensa en el uso que le vas a dar al plato. En la cerámica, se piensa en la utilidad antes que en el diseño o la belleza. Aunque a ti todos deben parecerte más o menos iguales, solo que con una ligera diferencia de tamaño. —Johee fue hacia los estantes y comenzó a mostrar y a describir cada artículo:

«Este es ideal para comer pajeon los días de lluvia. Este está bien para comer algún postre cuando invitas amigos a casa, especialmente los postres que se hornean, como galletas o magdalenas. Este es un poco más alto, así que puede servir para preparaciones con caldo, como el dongchimi. Piensa en tu cocina. ¿Qué tipo de plato necesita?

—Hmm, mi cocina está vacía. En realidad no uso muchos platos. Normalmente no saco la comida de los tuppers. Tampoco como muchos postres. En realidad… no es que cocine mucho.

—Al parecer tienes muchos platos que hacer. Es divertido ver cómo tu despensa se va llenando poco a poco. ¿Qué te parece si hoy haces un plato multiusos? Que sea solo un poco más grande que la palma de tu mano. Lo simple siempre es lo mejor; un plato redondo sin mucha complicación de diseño. Cuanto más ambiguo sea el tamaño, más se adaptará a cualquier comida.

—Sí, cualquier cosa estará bien.

—Cuando toques la arcilla por primera vez te resultará un poco extraño. No intentes que te salga perfecto, usa solo el sesenta por ciento de tu esfuerzo. Ni más ni menos, solo el sesenta por ciento.

Johee trajo la arcilla blanca. Ese terrón de arcilla mugriento se iba a convertir en un plato… La arcilla que Jeongmin tocó por primera vez era suave y blanda, y más fría de lo que esperaba. Fue fácil empujar el rodillo para crear un grosor de ocho milímetros en lo que sería la parte inferior del plato y después colocar la masa en el torno.

—Ahora te tienes que concentrar. —Johee sacó un cuchillo pequeño.

Hizo girar el torno de alfarero y, con el cuchillo, dibujó vagamente un círculo del tamaño del plato. Jeongmin observó la demostración, pero le temblaban las manos cuando Johee le pasó el cuchillo. Hizo un primer intento nervioso. El círculo estaba perfectamente… deformado. Jeongmin miró a Johee como queriendo decir: «¿Y ahora qué?».

—No pasa nada. Inténtalo otra vez.

Volvió a hacer girar el torno, pero el círculo se deformó aún más. Jeongmin consiguió hacer un círculo decente después del tercer o cuarto intento, pero la masa de arcilla ya estaba cubierta de marcas de cuchillo. Miró a Johee intentando averiguar qué hacer.

—¿Debería intentarlo con otro terrón de arcilla?

—No. A diferencia de otros materiales como la madera, el cuero o el metal, la arcilla es blanda. Esto significa que se puede arreglar cuando quieras. Mira.

Johee frotó las marcas de cuchillo con la palma de su mano. Como si se tratara de una herida curándose rápidamente, las marcas se difuminaron y se esfumaron rápidamente, como si nunca hubieran existido.

—Siempre se puede arreglar… —Jeongmin susurró en voz baja.

—¿Sabes por qué se te deforma el círculo? Porque no lo manejas con seguridad. Tu mano sigue el movimiento del torno de alfarero. Lo que tienes que hacer es dar fuerza a tus manos y mantener la posición fija.

Johee le dijo que borrara el círculo que había conseguido y que lo intentara de nuevo. El torno giraba a toda velocidad, como si estuviese animándola a que se diese más prisa. Jeongmin fortaleció la mano con la que sostenía el cuchillo y lo colocó en la posición de las tres en punto; después bajó la mano. Aunque había bajado el cuchillo, la forma de la arcilla aún era ligeramente ovalada, pero esa vez la mano de Jeongmin se había mantenido firme. Cuando levantó el cuchillo, el trazo seguía estando en la posición de las tres en punto. Luego intentó darle forma a la arcilla con sus manos y creó un círculo perfecto.

La textura de la arcilla al ser cortada por el cuchillo también le resultaba desconocida. Era como intentar cortar una masa de pan suave y elástica. Cuando trató de limpiar la arcilla con una esponja, fue como si estuviese acariciando la superficie de un pastel de arroz cubierto de aceite de sésamo.

—Ahora ha llegado el momento de hacer los rollos. Tienes que intentar que la forma sea fina y larga, como un garaettok****. Luego los apilaremos.

Jeongmin se remojó las manos en agua y empezó a dar forma a la arcilla; al principio estaba fría, pero al contacto con sus manos se fue calentando.

—Si ves que la arcilla se calienta, eso es señal de que está secándose. Procura añadir más agua a medida que se calienta. Tienes que comunicarte con ella.

Johee le explicó la técnica de los rollos y se fue a supervisar el trabajo de Hansol. Cuando Jeongmin supo que se podían cometer errores con la arcilla, dejó de tenerle miedo a trabajar sola. No era una profesional, así que tampoco tenía la necesidad de crear artículos tan sobresalientes como los de su profesora. En lugar de utilizar grandes expresiones como «amasar la arcilla», era suficiente con trabajar con frases más sencillas como «acariciar la arcilla». Bastaba con crear un artículo básico que sirviera para retener la comida en su interior.

Jeongmin colocó dos capas de material para aumentar la altura y alisó la superficie. Cuando le dio forma para que se abriese hacia fuera a unos 120 grados, comenzó a parecerse a un cuenco. En ese preciso instante, Jeongmin enderezó los hombros; se le habían quedado agarrotados, posiblemente debido a su nerviosismo. Mientras los relajaba, miró alrededor del taller. Parecía que su nariz se había habituado rápidamente al olor intenso y concentrado de la arcilla. El sonido de la radio comenzó a hacerse audible. Era una emisora que emitía britpop alegre, aunque con un toque decadente. Pasaban canciones de diferentes épocas: desde los Beatles hasta Blur, Oasis o Coldplay. Estaba tan concentrada que ni siquiera se había dado cuenta del sonido de la radio… Jihye y Jun aún estaban sentados frente al torno de alfarero. Con los AirPods puestos, parecían estar absortos en su trabajo. A Jeongmin le fascinaba poder existir en ese espacio tan individualista pero sorprendentemente hospitalario.

Los sonidos del taller eran agradables a los oídos, estaban en el punto justo. Jeongmin nunca escuchaba música en casa; era como si estuviese intentando desconectarse por completo del resto del mundo. Incluso se había deshecho de su televisión. Le daba miedo toparse con algún programa en el que había trabajado al cambiar de canal. Como un teléfono en modo silencioso, la casa se había resguardado en el silencio. Era como si todos los sonidos del mundo exterior fuesen ruido, bulla.

Pero los sonidos del taller eran distintos; como engranajes girando en perfecta armonía, no había ningún sonido que fuera demasiado estridente. Todo parecía estar en su sitio: las preguntas absurdas que Hansol lanzaba a Johee, las respuestas juguetonas de Johee, el constante sonido que producía el torno de alfarero, las extrañas exclamaciones y expresiones de molestia que Jihye a veces murmuraba para sí misma, el soft metal que salía de los AirPods de Jun, las palabras entrecortadas de los transeúntes que se filtraban a través del cristal y los chistes terribles que estaba contando el DJ de la emisora. Si alguno de estos sonidos dejara de existir, el taller se quedaría desierto.

El silencio que Jeongmin había mantenido durante meses se había empezado a resquebrajar. Era como si el silencio hubiese formado un ovillo en su cabeza, y este hubiese empezado a deshilacharse poco a poco. Ahora el no tener por qué guardar silencio le resultaba agradable. Jeongmin llegó incluso a pensar que el rumor cosquilleante de las palabras y el sonido pesado de la arcilla eran, en realidad, maravillosos.

El primer plato que hizo no estaba bien equilibrado y era bastante irregular. Sin embargo, debido a su tamaño ambiguo e impreciso, era un plato que podía contener cualquier cosa. Johee dijo que era «genial». Fue solo más tarde que Jeongmin descubrió que era un hábito muy suyo lanzar palabras de ánimo a aquellos miembros que carecían de confianza.

—Esto es todo por la clase de hoy. El esmaltado y la cocción en el horno los haremos en la siguiente clase. Intentad pensar en el color con el que queréis esmaltar vuestras cerámicas, y si queréis que tengan brillo o no. Esos son vuestros deberes.

Al mirar el reloj, se dio cuenta de que eran casi las cuatro. El tiempo había pasado en un visto y no visto. Jeongmin se sorprendió de nuevo; al parecer, seguía siendo capaz de abstraerse por completo de la realidad haciendo cualquier cosa.

Al final de la clase siempre tocaba limpiar. Limpiar el torno de alfarero y dejarlo en su sitio. Después de lavar el bol del agua, la esponja, los cuchillos y las herramientas de madera, ponerlos a secar en un lugar donde diese el sol. Jeongmin comenzó a recoger siguiendo las reglas enumeradas en un papel.

Ting.

De repente se escuchó el tintineo de un metal al caer. Luego, un estrépito resonó por todo el taller. Las herramientas que se habían dejado a secar habían ido a parar al suelo. Al quitarse el delantal, Jeongmin había golpeado la caja de herramientas con el brazo. Johee rio a carcajadas y le preguntó si ya sabía cómo «no ser perfecta». Jihye, Hansol e incluso Jun se acercaron a recoger todo. Jeongmin pareció entender vagamente el significado de hacer solo el sesenta por ciento. La primera vez que el taller había abierto sus puertas era la una y media; cuando volvieron a abrirse el reloj ya marcaba las 16:07.


** Unnie es una expresión de respeto utilizada por mujeres para referirse a otras mujeres de mayor edad con quienes tienen una relación cercana. Existen varios honoríficos para dirigirse respetuosamente a alguien.

*** En coreano, que algo sea necesario es 소요되다 (soyodueda).

**** El garaettok es un tipo de ttok, o pastel de arroz, que se caracteriza por su forma de cilindro largo y blanco.