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¿Eres soltero por naturaleza?
«¿Cómo sabes si estás destinada a la soltería?». Es una pregunta que me han hecho muchas veces. A veces viene de un lugar de angustia, de personas que sienten una poderosa atracción por la soltería, pero les preocupa que esa preferencia signifique que algo está mal con ellos. Otras veces, los que preguntan parecen aliviados, como si se dieran cuenta por primera vez de que quizá no hay nada malo. Quiero que sientan algo incluso mejor que alivio, porque la vida de solteros, para las personas que prosperan cuando están solteras, es una vida alegre, auténtica y plena a nivel psicológico. Quiero que sientan orgullo.
No utilizo la expresión «destinados a la soltería» porque tiene un tufillo a juicio de opinión, como si las personas en cuestión estuvieran atrapadas en la soltería porque no tienen lo que hay que tener para estar en pareja. Los que yo llamo «solteros por naturaleza» están, como los «destinados a la soltería», destinados a ser solteros, pero por motivos grandiosos.
Mary, una mujer de treinta años de Buffalo, Nueva York, dice: «Me identifico como soltera por naturaleza porque vivo la mejor versión de mi vida cuando estoy soltera. Por mejor versión quiero decir que puedo desarrollarme, progresar, y experimentar una existencia feliz y genuina». Para los que son como Mary, la soltería parece como si fuera nuestra verdadera identidad.
Algunas personas son solteras por defecto o por derrota. Nosotros no somos así. Los solteros por naturaleza no lo estamos porque «tengamos problemas» o porque seamos «demasiado quisquillosos». No lo estamos porque no tuvimos suerte en el amor o porque nos traumatizaron relaciones románticas anteriores. La soltería no es una fase para nosotros. No la superaremos. No es nuestro plan B. Es nuestra primera y mejor opción.
La soltería puede definirse desde el punto de vista legal o social. Se es soltero de manera oficial si no se está casado. Puedes tener una relación sentimental duradera y comprometida con alguien con quien lleves viviendo décadas, pero si nunca lo habéis hecho oficial, sigues siendo soltero desde el punto de vista legal. Sin embargo, socialmente no serías soltero. Los solteros sociales no tienen una pareja sentimental seria. Son los solteros en solitario, solteros tanto en lo legal como en lo social.
La parte «por naturaleza» de Solteros por naturaleza remite tanto al disfrute de la soltería, como a la autenticidad. También es una puerta que se abre un poco para dejar entrar a algunas personas que no encajan en ninguna definición de soltería, pero que, en el fondo, sienten que serlo es lo que realmente los identifica. Son las personas casadas o con una relación sentimental seria que anhelan estar solteras, pero no quieren herir a su pareja dejándola. También incluye a personas que tienen parejas románticas a las que no quieren dejar, pero que insisten en que, en el fondo, son solteros. Como verás, sus relaciones no son muy convencionales. Intentan incorporar a sus vidas lo que los solteros por naturaleza sin pareja encuentran tan valioso: generosas raciones de soledad y montones de libertad.
¿Entras en la categoría de soltero por naturaleza?
La mejor manera de saber si eres soltero por naturaleza es leer las historias que comparto en este libro sobre las personas que ya saben que reúnen los requisitos, además de mis análisis sobre el significado de sus experiencias. Cuanto más te identifiques con esas historias, más probabilidad habrá de que lo seas. Cuanto más desees ser como ellos, más probable será que, si realmente le das una oportunidad a la soltería, te llegue a gustar más de lo que jamás soñaste que podría gustarte. Algunas personas son como una mujer de la que oí hablar durante la pandemia, que toda su vida buscó con desesperación una pareja romántica hasta que finalmente pasó un tiempo sola durante la pandemia y descubrió que le encantaba.
Otra forma de saber si lo eres es responder al cuestionario que aparece al final de este capítulo. El cuestionario comienza con catorce preguntas. A continuación, se les dice a los participantes: «Si eres soltero por naturaleza, la soltería te sienta bien. No estás soltero porque tengas “problemas” o porque no hayas encontrado pareja todavía. Por el contrario, estar soltero es para ti una forma de llevar una vida auténtica y llena de sentido. Incluso las personas que no son solteras pueden serlo por naturaleza. ¿Crees que eres soltero por naturaleza?». Como respuesta, los participantes podían elegir entre cuatro opciones: Sí; En más de un sentido, sí, pero no en todos; Tal vez en algún sentido sí, pero en su mayoría no; y No.
Las personas que son más claramente solteras por naturaleza responden «Sí» a la pregunta de si creen que lo son. Con frecuencia eligen las respuestas más típicas de los solteros por naturaleza cuando completan todas las catorce preguntas, o casi todas. Cuando es más claro que no lo son, responden «No» a esa pregunta. Responden a muy pocas preguntas de la manera que lo haría un soltero por naturaleza, por lo general, entre cero y cuatro preguntas.
Considero que soy soltera por naturaleza de manera clara e inequívoca, pero no habría sacado una calificación perfecta en el cuestionario. Mi perdición es la pregunta: «¿Crees tener una sensación de dominio personal, una actitud de “puedo con todo” y la sensación de que puedes hacer casi cualquier cosa que te propongas?». El 86 % de los solteros por naturaleza responden afirmativamente a esta pregunta. Con su actitud de «sí, se puede», y sin la tentación de depender de una pareja romántica para hacer lo que no saben o no les gusta, dominan toda una serie de habilidades. Eso les sirve para toda la vida. Yo me encuentro entre el 14 % de los solteros por naturaleza que no tienen un sentido de dominio personal. No creo que pueda hacer casi nada de lo que me propongo; es más, si es algo que no me interesa, ni siquiera quiero intentar aprenderlo. En el instituto, por ejemplo, estuve a punto de suspender un examen de aptitud mecánica. Si estuviera casada, dependería con descaro de mi cónyuge para que hiciera cualquier cosa que no me gustara y tendría aún menos aptitudes de las que tengo ahora.
De todas las personas que habían realizado el cuestionario «Solteros por naturaleza» hasta el momento en que analicé los datos para este libro —casi nueve mil personas de más de cien países—, el 29 % resultaron ser claros ejemplos de los solteros por naturaleza. Dado que las personas que respondieron al cuestionario fueron las que se enteraron y se interesaron por él, y no una muestra representativa de los adultos de los Estados Unidos o de cualquier otro país, los resultados no significan necesariamente que el 29 % de todos los adultos sean solteros por naturaleza.
En otra investigación, se les solicitó a varias muestras nacionales representativas de adultos alemanes de dieciocho años o más que indicasen su grado de acuerdo con la afirmación «Me gustaría tener pareja» en una escala de cinco puntos. El sociólogo de la Universidad Hebrea Elyakim Kislev analizó las respuestas de los solteros en solitario: no estaban casados, no convivían con una pareja romántica y no tenían una pareja romántica que viviera en otro lugar.43 Algunos no se habían casado nunca y otros estaban divorciados. Más de cinco mil seiscientos participantes cumplían esos criterios. En general, el 21 % dijo que no quería tener pareja, eligiendo o bien el «no» más definitivo («para nada») o bien la siguiente opción más definitiva. Las personas divorciadas eran incluso más propensas a decir que no querían tener pareja que las que nunca habían estado casadas, un 27 % frente a un 19 %.
No todos los que no quieren tener pareja son solteros por naturaleza. Algunos, por ejemplo, pueden estar hartos de la vida en pareja más que entusiasmados por la soltería. No obstante, tanto los resultados de la encuesta alemana como los de mi propia encuesta sugieren lo mismo: un número considerable de personas simplemente no quiere estar en pareja. Aunque continúe con desenfreno la exagerada celebración del matrimonio, las bodas y la pareja que yo llamo «matrimanía», y aunque en muchos países del mundo se sigan respetando, valorando y favoreciendo más a las personas en pareja más que a las solteras en tanto a leyes, políticas y prácticas, así como interacciones sociales cotidianas, al menos una de cada cinco personas solteras en Alemania, y probablemente también en muchos otros países, está diciendo «no, gracias».
Nuestras alegres vidas
Siempre he vivido la vida de manera más satisfactoria, creativa, feliz y emocionante estando soltera.
—Eva (44 años, Londres, Inglaterra)
Al describir la soltería en términos tan exuberantes, Eva habla por muchos de nosotros. De hecho, si quieres responder una sola pregunta del cuestionario «Soltero por naturaleza», para saber si lo eres, en lugar de las catorce, solo responde esta: «Cuando piensas en todas las alegrías potenciales de la vida de soltero, ¿a qué conclusión llegas?». De los que son evidentes solteros por naturaleza, el 96 % responde: «¡Me parece genial!». De los que no son tan evidentes, solo el 7 % piensa que la soltería parece genial.
Los solteros por naturaleza nos deleitamos con nuestra soltería y con todo lo que nos ofrece. Es una experiencia deliciosa que podemos saborear cada día. Sally, una austriaca de 45 años, dice: «La soltería es un estado que disfruto y saboreo muchísimo. Me encanta vivir sola, pasar tiempo sola, viajar sola y hacer cosas sola. No siento que me falte algo o alguien, sino que me siento feliz y completa como individuo».
Las personas que sienten una fuerte atracción por la soltería, pero que actualmente mantienen una relación romántica, a menudo se encuentran añorando su vida de solteros. Sally compartió: «He disfrutado de las relaciones cuando estuve en ellas, pero al final he sentido la necesidad de volver a estar sola y nunca he querido vivir con nadie». Un hombre me dijo que tenía una relación con «un chico muy agradable», pero añadió: «En concreto, sigo soñando todos los días con una vida en soledad.» Una mujer casada con un hombre dijo: «Cada vez más a menudo fantaseo con volver a estar sola. Ser libre».
Cuando la psicóloga social Wendy Morris y yo estudiamos los estereotipos de los solteros, descubrimos lo que esperábamos: la gente piensa que los solteros son menos felices que los casados.44 También piensan que estos se vuelven aún más infelices a medida que envejecen. Los solteros por naturaleza desafían esos estereotipos. A lo largo de su vida adulta, cuanto más aceptan su soltería, más satisfechos se sienten. Esto no es solo lo que aprendí de las historias de vida que compartieron conmigo; también es la conclusión de un estudio en el que diecisiete mil alemanes, mayores de dieciocho años, respondieron preguntas una y otra vez, durante un máximo de diez años, detallando cuánto añoraban tener una pareja, y el grado de satisfacción respecto a sus vidas.45 Las personas solteras que no intentan dejar de serlo llevan la vida que quieren, y cada vez mejor.
Nada de esto significa que seamos felices todo el tiempo. Nadie lo es. Pero nos alegramos de poder estar solteros. Agradecemos nuestra soltería en los mejores momentos, y la agradecemos incluso en los malos. Cuando la vida se burla de nosotros con algunas de las experiencias más amenazadoras imaginables, seguimos impertérritos. La pandemia no nos hizo huir a los brazos de una pareja romántica. Vivo en el sur de California, tierra de incendios forestales. Cuando un incendio feroz se abalanzó sobre mi casa y mi teléfono emitió la advertencia de que tenía que evacuar de inmediato, no deseé tener una pareja a mi lado. Kristin, de cincuenta y cinco años, de Bellingham, Washington, de quien hablaré más adelante, se enfrentó al desafío mayor. Un coche la arrolló cuando iba en bicicleta, dejándola destrozada y casi sin poder respirar. Sabía en el momento posterior al atropello que podía llegar a ser el final de su vida, pero no deseaba haber seguido casada. De verdad, no nos estamos engañando cuando decimos que amamos la vida de solteros.
Como a los solteros por naturaleza nos encanta nuestra soltería y no queremos perderla nunca, nos libramos de algunas de las emociones más dolorosas que experimentan los solteros que realmente no quieren serlo. Una de esas emociones es la «pérdida ambigua» de anhelar encontrar una pareja romántica para toda la vida, pero no saber si eso ocurrirá algún día. Karen Gail Lewis, autora de With or Without a Man (Con o sin un hombre), lo definió como «una pérdida que no tiene resolución», lo que dificulta seguir adelante.46 «Querido terapeuta», una columna de consejos, lo describió como «un dolor ambiguo: la pérdida intangible, el no saber, el alternar entre la esperanza en un momento y la tristeza al siguiente».47 A las personas que luchan contra esa ambigüedad les resulta difícil apostar por la vida de solteros y sentirse felices de serlo como les sucede a los solteros por naturaleza.
Los solteros por naturaleza no se libran de que los compadezcan. Ser soltero de cualquier tipo conlleva el riesgo de que te compadezcan. Por supuesto, hoy en día los medios de comunicación reconocen a las personas solteras fuertes, seguras de sí mismas y felices —yo también he contribuido a ello— y, sin embargo, las lluvias de lástima continúan, en su mayoría sin disminuir.
Compadecerse de alguien que es soltero por naturaleza es no entender cuál es nuestro perfil emocional. Conocemos las reglas que dictan qué sentimientos deberíamos tener frente a las cosas que nos suceden. Pero no es así como funciona para nosotros. Una regla sobre los sentimientos es que los adultos —en especial las mujeres— deben sentirse mal cuando un hermano o hermana menor se casa antes que ellas. Me alegré por mi hermano menor cuando se casó. Los quiero a él y a su mujer. El matrimonio es lo que él quería. No es lo que yo quería y no es lo que siempre he querido. ¿Por qué iba a sentirme mal por no tener algo que no quiero? Lily, una joven de treinta y seis años de Virginia Occidental, lo explica así: «Cuando mi hermano se casó, me alegré mucho por él, pero me sentí ajena a toda la ceremonia. No pensé: “Vaya, no veo la hora de encontrar a alguien y casarme”».
Se puede ser soltero por naturaleza y seguir alegrándose por la gente que está casada. Serlo por naturaleza significa ser felizmente soltero. No se trata de estar en contra de la pareja o del matrimonio, aunque esas actitudes no son descalificadoras. Estoy en contra de utilizar el matrimonio legal como criterio para acceder a beneficios y protecciones especiales, como ocurre en los Estados Unidos, pero en mi opinión eso es algo distinto de estar en contra de la pareja romántica.
Mi hermano mayor está casado. Él y su mujer viven a casi tres mil kilómetros de distancia, pero nos visitamos y mantenemos en contacto. Soy la última persona en el mundo que podría saber cómo están las cosas en el matrimonio de alguien, pero parece que tienen una relación muy agradable, tranquila y cariñosa. Han viajado juntos por todo el mundo. Han ido a restaurantes fabulosos. Cuando se vieron atrapados en casa durante la pandemia, participaron en catas virtuales de vino y queso organizadas por el emblemático restaurante de Nueva Orleans, Commander’s Palace.
Yo también me alegro por ellos. Los quiero. Y no siento envidia. No quiero formar parte de una pareja, ni siquiera de una maravillosa. Si viajara por el mundo con alguien, querría mi propia habitación. Me gustaría salir a pasear por mi cuenta algunas veces. Quizá demasiadas veces. He tenido muchas comidas espléndidas con amigos y familiares, y he disfrutado de cada momento. Cuando entre esos compañeros de cena había parejas, siempre me he alegrado mucho de no ser yo una de ellos. Al final de la velada, ellos se iban juntos a casa; yo me iba sola.
Otra regla emocional que infringen con frecuencia las personas solteras por naturaleza es cómo nos sentimos si comenzamos una relación sentimental y esta se acaba. Sabemos que la ruptura de una relación seria debe ser devastadora. Puede que incluso tengamos amigos o familiares que no pudieron levantarse de la cama durante días. Los que somos solteros por naturaleza a veces también experimentamos tristeza y dolor si se acaba una relación romántica significativa. Pero también sentimos algo más, a veces mucho más fuerte: alivio. Nos viene bien volver a la vida que nos resulta natural y cómoda, nuestra vida de solteros. En el cuestionario, el 84 % de los solteros por naturaleza declararon sentir alivio si estaban en una relación romántica que terminaba, en comparación con solo el 12 % de las personas que no lo son.
Los solteros por naturaleza también rompemos las reglas sobre las cosas que se supone nos asustan. No tenemos miedo a la soledad porque no somos muy susceptibles a ella. No nos asusta pasar tiempo solos, vivir solos, volver a una casa vacía, acostarnos solos o despertarnos solos. No nos asusta cenar solos, viajar solos o pasar las vacaciones solos. La mayoría de nosotros no tememos envejecer solos y, no, incluso tampoco tememos morir solos. Y lo que es más importante y fundamental, no tenemos miedo a estar solteros. Nos encanta estar solteros.
Es uno de nuestros superpoderes. Como no tenemos miedo a estar solteros, podemos apostar con alegría y sin reservas por nuestra soltería. Nos ahorramos el lamento sobre lo que podríamos estar perdiéndonos, las estrategias para encontrar al Elegido, que implican invertir tiempo y dinero en la búsqueda y en vernos de la forma que creemos que será más atractiva para una potencial pareja.
Todo un programa de investigación psicológica ha explorado las implicaciones de tenerle miedo a la soltería. Cuando estaba en la Universidad de Toronto, la psicóloga Stephanie Spielmann y sus colegas crearon una escala para medir ese miedo, con frases como «Me siento ansioso cuando pienso en estar soltero para siempre» y «Si acabo solo en la vida, probablemente sentiré que algo está mal conmigo».48 Me interesan más las personas que no tienen miedo a estar solteras, las que no están de acuerdo con ese tipo de afirmaciones. No se sienten ansiosos ni deficientes cuando piensan en quedarse solteros. Sus perfiles psicológicos son impresionantes. Los solteros sin miedo tienen menos probabilidades de sentirse solos y de sufrir depresión. También son menos neuróticos y más abiertos a nuevas experiencias.
No todas las personas que no tienen miedo a la soltería son solteras por naturaleza. Algunas personas no le tienen miedo, pero siguen interesadas en una relación romántica. Esas personas tienen estándares.49 No huyen de la soltería hacia cualquiera que los acepte. Al ver los perfiles online de posibles parejas románticas, son exigentes. Les interesan sobre todo las personas que parecen cariñosas y receptivas. Por el contrario, los que le tienen miedo a la soltería muestran casi el mismo interés por personas egocéntricas. En eventos de citas rápidas, los que no le tienen miedo dan sus datos de contacto a menos personas. Cuando se involucran sentimentalmente, es menos probable que se sientan necesitados y dependientes. Por ejemplo, no suelen estar de acuerdo con la afirmación: «Si no pudiera estar en esta relación, perdería una parte importante de mi persona». También es más probable que rompan una relación sentimental insatisfactoria que las personas que tienen miedo a estar solteras.
Los estudios demuestran que las personas que no tienen miedo a la soltería también manejan mejor el final de una relación sentimental.50 Inmediatamente después de la ruptura, es menos probable que intenten retomar el contacto con su ex y sienten menos nostalgia por esa persona. Mucho tiempo después de la ruptura, quienes tienen miedo a la soltería siguen añorando a su pareja; las que no tienen miedo, no.
Que los solteros por naturaleza no tengamos miedo de serlo no significa que no tengamos ningún miedo. Yo vivo con miedo a que mi ordenador se estropee. Me preocupa que el costo de vida en mi bellísima ciudad del sur de California acabe superando mis posibilidades. Tengo miedo de que mi salud falle algún día de forma tan catastrófica que ya no pueda vivir sola y cuidar de mí misma. Eso último no es miedo a estar soltera, es miedo a no poder vivir mi vida como deseo vivirla, de forma independiente en un lugar propio.
En el capítulo «Gulags domésticos» de su libro Contra el amor, Laura Kipnis ofrece una muestra de las respuestas que obtuvo a la pregunta, «¿Qué cosas no puedes hacer por estar en pareja?»: «No puedes salir de casa sin decir a dónde vas… No puedes ir a fiestas solo… No puedes ser vago… No puedes dejar los platos para más tarde… No puedes dejar la puerta del baño abierta… No puedes ver telenovelas sin que se rían de ti… No puedes comer lo que quieras».51 Y así durante ocho páginas.
Cuando un trío de científicos sociales estudió una dinámica similar de forma más sistemática, también descubrió que tener una pareja romántica puede ser agotador.52 En el estudio, más de trescientas personas en pareja, con edades comprendidas entre los diecinueve y los noventa y dos años, describieron con quién estaban y cómo se sentían en al menos dos ocasiones. Tener una pareja no les protegía de sentirse frustrados, preocupados, tristes o enfadados. De hecho, exceptuando a las personas que se destacaban por describir su relación de la forma más positiva, los participantes experimentaban más sentimientos negativos cuando estaban con su pareja que cuando no la tenían cerca.
Cuando escucho a personas que quieren permanecer solteras, a veces me cuentan historias sobre las cosas que sus parejas no les permitían hacer cuando estaban en una relación romántica, o cómo se sentían más cohibidas o más recelosas o más insuficientes o más desgraciadas cuando su pareja estaba cerca que cuando estaban a solas o con amigos. Les molesta lo que la pareja romántica significaba para ellos y no quieren volver a eso nunca más.
Algunas mujeres me dicen que se cansaron de hacer más de lo que les correspondía: fregar los platos, lavar la ropa, cuidar de los demás, organizar salidas y acordarse del cumpleaños de todo el mundo. Algunos hombres me dicen que se sentían asfixiados.
También escucho a personas que tienen problemas de confianza o cuyos padres los criticaban sin cesar cuando eran niños y nunca dejaron de hacerlo. Algunos me confiesan su historial de problemas emocionales. Otros dicen que nunca han visto una relación comprometida que quisieran para sí mismos; sus padres no fueron buenos modelos, y tampoco lo fue nadie.
Los escucho con gran interés; pero si sus motivos para permanecer solteros son solo negativos, eso significa que no son solteros por naturaleza. A los solteros por naturaleza nos encanta estarlo, y no porque huyamos de la vida en pareja o porque cuidemos viejas heridas; nos lanzamos a los brazos de la soltería por las oportunidades de florecer que nos ofrece.
¿Qué pasa con las personas que prosperan cuando están solteras pero que también han tenido experiencias problemáticas? Holly, de treinta y cuatro años y residente en Washington D. C., cree que es soltera por naturaleza. «Estoy bien sola», me dice. «Soy muy independiente, me encanta hacer mis cosas, hacer viajes rápidos de fin de semana en solitario, ir a cenar sola y tener una vida social activa».
Sin embargo, le preocupa identificarse como soltera por naturaleza por las razones equivocadas, y por eso me escribió. Luchó contra el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) durante su infancia y entre los veinte y treinta años. Tuvo algunas experiencias positivas cuando salió con personas, pero también otras traumáticas.
Holly está felizmente soltera, pero la gente no deja de decirle que lo que está experimentando no es en realidad felicidad y que está en estado de negación. Le dicen que aún no ha conocido a la persona adecuada. La patologizan diciendo que tiene miedo a la intimidad. Y a veces duda de sí misma. Se pregunta si sus problemas con el TOC la volvieron «cerrada a las relaciones románticas». Le preocupa no haber hecho suficiente esfuerzo en tener más citas y salir con más gente.
Le dije a Holly que no creo que importe en absoluto si sus experiencias de citas fueron desastrosas o encantadoras. No importa si tuvo TOC o si ha sido un ejemplo de salud mental. A los solteros por naturaleza no nos define ni motiva lo que hemos dejado atrás. Si Holly quisiera ser soltera solo como vía de escape a sus dolorosas experiencias sentimentales, o únicamente como forma de esquivar cualquier otra cosa que no le gustara, entonces no lo sería. Pero Holly, que es muy independiente, que disfruta de viajar sola y de salir a cenar sola y además tiene una vida social activa, sabe llevar muy bien la soltería. Debería felicitarse a sí misma, y sus amigos deberían admirarla.
Si eres soltero, puede que reconozcas lo que le ha ocurrido a Holly: la trataron como se suele tratar a los solteros. No se creyó en la veracidad de sus propios sentimientos de felicidad; dudaron de ellos, los examinaron y los volvieron en su contra.
Alenté a Holly a hacer algo que aconsejo a lo largo de este libro: invertir el guion. Imagina que le preguntas a personas casadas si realmente están felizmente casadas o si solo se están engañando a sí mismas. Imagina especular con que la verdadera razón por la que están casados es que nunca aprendieron a valerse por sí mismos. Tal vez se trate de alguna patología: son demasiado necesitados y dependientes para ser solteros.
A Holly le preocupaba no haber hecho un mayor esfuerzo en tener citas y salir con gente. Pero ¿por qué no les preocupa a las personas en pareja no haber hecho un mayor esfuerzo en tener una vida de solteros?
No creo que nadie, ni soltero ni en pareja, se merezca que lo traten de forma irrespetuosa. A las personas en pareja en general esto no les sucede. Suelen ser los solteros, en especial los que aman su soltería, los que sufren este tipo de ataque. Y no debería ser así.
Vidas plenas a nivel psicológico
La sociedad me enseñó a soñar con mi boda, pero ojalá hubiera soñado con mi vida.53
—Tracee Ellis Ross
«Tú me completas», le dijo Tom Cruise a Renée Zellweger en una escena de Jerry Maguire que sigue siendo icónica más de un cuarto de siglo después. Puedes burlarte del sentimiento, pero mucha gente lo cree con todo el corazón. Sin una pareja romántica —solo la pareja romántica adecuada— se sienten incompletos y disminuidos, como si les faltara algo.
No es el caso de los solteros por naturaleza. Para nosotros, la soltería es expansiva, nos ofrece todo un mundo de posibilidades. Si nos conformáramos con una vida de matrimonio convencional o de pareja romántica a largo plazo, nuestras vidas parecerán más pequeñas. Para nosotros, sería una vida inferior. Por supuesto, no todo el mundo experimenta así la vida en pareja, pero nosotros sí.
Nuestras vidas está llenas de posibilidades cuando podemos abrir nuestros brazos a tantas o tan pocas personas como queramos, sin la presión de elegir a una persona y priorizarla por encima de todas las demás. Nuestra vida está llena de potencial cuando podemos permitirnos la soledad que encontramos tan enriquecedora y reparadora. Nuestra vida es extensa cuando podemos utilizar nuestra libertad para perseguir nuestras pasiones, para hacer un trabajo que consideramos significativo o para estar disponibles para las personas más importantes para nosotros. Nuestra vida es plena cuando podemos crear hogares que son nuestros santuarios en lugares donde nos gusta vivir.
Sara Braca, autora de When the Church Burns Down, Cancel the Wedding (Cuando la iglesia se incendia, cancela la boda), me dijo que las personas en pareja a menudo se equivocan cuando le preguntan a ella por su vida personal. «La suposición subyacente siempre parece ser que estoy en la búsqueda del amor, ¡pero en realidad busco la vida!».

Cuando las personas solteras por naturaleza compartieron sus historias de vida conmigo, una tras otra se deshicieron en elogios sobre la variedad de experiencias que les ofrecía este estilo de vida. Sally (cuarenta y cinco años, Austria) dijo: «Mi vida es plena, abundante, variada e interesante». Acadia, de Melbourne, Australia, dijo: «Siento que a mis treinta y seis años he hecho mucho más de lo que esperaba hacer. Pensaba que lo único que podía hacer era tener un trabajo aburrido, casarme y tener hijos. Resulta que la vida —incluido el trabajo— es mucho mejor que eso y tiene muchas más oportunidades».
Mary (treinta y tres años, Buffalo, Nueva York) dice: «Veo la vida como una gran oportunidad para aprender, hacer, ver y evolucionar todo lo que pueda. Doy la bienvenida a nuevas experiencias». Lo que ella, Sally, Acadia y otros describían no era solo una vida alegre, sino una plena a nivel psicológico.
Para mucha gente de todo el mundo, una buena vida es una vida feliz. Los científicos sociales Shigehiro Oishi, de la Universidad de Virginia, y Erin C. Westgate, de la Universidad de Florida, les preguntaron a personas de nueve países —Angola, Alemania, la India, Japón, Noruega, Portugal, Singapur, Corea del Sur y Estados Unidos— acerca de su vida ideal.54 Una vida feliz fue la elección más popular en todas las naciones. También se valoró mucho una vida con sentido de propósito. Otros describieron su vida ideal como una vida con riqueza psicológica, llena de acontecimientos y experiencias interesantes y únicas. En todos los países, al menos el 7 % y hasta el 17 % de los encuestados afirmaron que, si tuvieran que elegir un solo tipo de vida, querrían una vida plena a nivel psicológico, incluso a expensas de una vida feliz y una vida con sentido de propósito.
Afortunadamente, no es necesario elegir solo una. Cada una ofrece algo diferente. Una vida feliz incluye comodidad, alegría y seguridad. Una vida con sentido de propósito es una vida con intención y aspiraciones. Una vida con riqueza psicológica, explican Oishi y Westgate, «se caracteriza por una variedad de experiencias interesantes y que cambian la perspectiva», y las personas que llevan este tipo de vida se ven recompensadas con la sabiduría que proviene de sus diversas experiencias.55
En su lecho de muerte, una persona que haya llevado una vida feliz podría decir: «¡Qué bien lo he pasado!», mientras que una persona que haya tenido una vida con sentido de propósito pensaría: «¡He marcado la diferencia!». El pensamiento de despedida de la persona que tuvo una vida de riqueza psicológica sería: «¡Qué viaje!».
Las personas solteras por naturaleza viven su soltería con alegría. También valoran el sentido de propósito. En el cuestionario, por ejemplo, es más probable que las personas solteras por naturaleza afirmen que elegirían un trabajo significativo antes que un trabajo bien pagado si no pudieran tener ambas cosas. Pero puede que lo que más les distinga sea la riqueza psicológica de sus vidas.
Oishi y Westgate sugieren algo parecido:
Según Kierkegaard [el teólogo danés], una persona casada con un trabajo seguro y respetado y con hijos puede tener una vida feliz y (en muchos aspectos) significativa, pero no necesariamente una vida rica en experiencias diversas que puedan generar un cambio de perspectiva. Aunque la mayoría de la gente opta por una vida convencional, segura y respetada, otros… optan por la vida del vagabundo estético, poco convencional, inestable e intransigente.56
Según Oishi y Westgate, las personas que llevan una vida plena a nivel psicológico son curiosas y abiertas. Tienen actitudes poco convencionales, experimentan el crecimiento personal y no quieren socializar todo el tiempo con la misma persona. Los solteros por naturaleza comparten todas esas características. En el cuestionario, por ejemplo, es probable que rechacen la idea de que una pareja romántica sea la persona más importante de sus vidas o que una persona sea su «acompañante» en la mayoría de las ocasiones. Prefieren tener más opciones, más variedad y más riqueza interpersonal.
Un estudio sobre adultos estadounidenses de mediana edad comparó durante cinco años a personas que permanecieron solteras con quienes permanecieron casados. Los solteros estaban más de acuerdo con afirmaciones como «Para mí, la vida ha sido un proceso continuo de aprendizaje, cambio y crecimiento». Los casados apoyaban más a menudo otro tipo de sentimientos, como «Hace mucho que ya no intento hacer grandes mejoras en mi vida».57
La variedad de experiencias únicas e interesantes que enriquecen la vida a nivel psicológico no tienen por qué ser todas alegres. Las experiencias desafiantes o incluso trágicas pueden añadir riqueza psicológica a la vida. La viudedad, por ejemplo, puede ser devastadora, pero también puede cambiar la perspectiva de una persona de un modo psicológicamente enriquecedor.
David, de sesenta y cinco años, vive en Austin, Texas, y ha desarrollado una exitosa carrera en el mundo de la radiodifusión, la animación y la composición de partituras musicales originales. También es un ávido viajero cuyas aventuras incluyen trabajar con curanderos en el Amazonas y escalar el monte Cervino en Suiza. Cuando se enteró de la investigación sobre las vidas plenas a nivel psicológico, me dijo:
Una vida plena a nivel psicológico es exactamente lo que deseo y lo que he buscado desde siempre, incluso cuando no sabía que eso era lo que estaba haciendo. Me considero una de las personas más afortunadas del planeta. Aunque he tenido una buena cantidad de retos difíciles y dolorosos, también he vivido muchas aventuras maravillosas y experiencias de aprendizaje, la mayoría de las cuales he iniciado a propósito. Dicen que es bueno ser rico, y aunque no tengo mucho dinero, soy más rico de lo que la mayoría de la gente llega a ser, solo por el camino que he tomado. Me pagan con la moneda de la riqueza psicológica: experiencias que me transforman y verdadera sabiduría.
Las personas que llevan una vida plena a nivel psicológico suelen ser liberales. Oishi y Westgate señalan que «quienes llevan una vida feliz y/o significativa tienden a preferir mantener el orden social y el statu quo, mientras que quienes llevan una vida de riqueza psicológica parecen abrazar el cambio social».58 Las personas solteras por naturaleza pueden encontrarse en todo el espectro político, pero en general tienden a tener posiciones más liberales que conservadoras, según mostraron los análisis de los datos del cuestionario.
Vidas auténticas
Cuando estoy soltero siento que soy la versión más auténtica de mí mismo.
—Evan (cuarenta años, San Francisco, California)
La autenticidad es la esencia de lo que significa ser soltero por naturaleza. Solteros es lo que en verdad somos. Vivimos la soltería como algo natural y cómodo. Vivir de otra manera nos parecería forzado. Algunos hemos intentado vivir la vida en pareja que se espera de nosotros. Nunca nos hemos sentido bien, ni siquiera con parejas a las que queríamos de verdad y que nos correspondían. En el mejor de los casos, a menudo nos sentimos vacíos y aburridos, como si estuviéramos imitando los movimientos; en el peor, nos sentimos fraudulentos y desdichados. Cuando las personas solteras por naturaleza describen su vida, utilizan el idioma de la autenticidad.
Para Acadia (treinta y seis años, Melbourne, Australia), lo mejor de estar soltera es «la libertad de ser la verdadera y auténtica versión de mi misma». Sally (cuarenta y cinco años, Austria) dice que estar soltera «es mi estado natural y preferido. No significa una falta de opciones, sino la elección de vivir mi vida según mis condiciones». Liz, de sesenta años, de Washington D. C., dijo: «Creo que estoy viviendo la vida que estaba destinada a tener».
Los académicos que estudian nuestras necesidades y motivaciones más profundas consideran que la autenticidad es esencial para el florecimiento humano.59 Si perseguimos objetivos que no reflejan quiénes somos en realidad, lo que nos importa y lo que se nos da bien, aunque alcancemos nuestras metas, no vamos a ser felices de verdad ni nos vamos a sentir realizados. Esa dinámica es evidente en las historias de personas solteras por naturaleza que intentaron, a veces en repetidas ocasiones, vivir la vida en pareja que creían que debían vivir, solo para sentirse insatisfechas cada vez. Solo cuando se comprendieron a sí mismos como solteros por naturaleza y abrazaron la vida de soltero sintieron que volvían a casa, a su verdadero yo.
Para su tesis de máster en la Universidad Estatal de Nuevo México, Kristen M. Bernhardt entrevistó a veinticinco personas a las que denominó «solteros por voluntad».60 Pienso en ellos como primos de los solteros por naturaleza: no buscaban una pareja monógama para toda la vida en el momento de la entrevista, pero no la descartaban en el futuro. Entre los participantes en la investigación de Bernhardt había personas que habían tenido parejas monógamas de larga duración en el pasado, pero que se dieron cuenta de que preferían ser libres. También participaron en el proyecto personas que nunca habían estado casadas o en pareja, incluidas algunas que eran asexuales y/o arrománticas, así como personas solteras poliamorosas que podían o no haber mantenido una o más relaciones, tanto sexuales como no sexuales. Según Bernhardt, lo que todas esas personas solteras por voluntad tenían en común era que sentían «orgullo y autoestima alta gracias a haber superado las inseguridades del pasado y a poder vivir la vida como creían que debía ser vivida. Eran felices porque vivían con autenticidad».
Cualquier persona más allá de su situación sentimental o relacional puede vivir con autenticidad. Sin embargo, es más probable que las personas solteras por naturaleza, que se oponen a las poderosas normas sociales, reflexionen sobre quiénes son y qué quieren en realidad. La profesora de filosofía Elizabeth Brake definió como amatonormatividad a la presunción predominante que dictamina cómo se supone que queremos vivir, a «la suposición de que una relación amorosa central, exclusiva, es normal para los seres humanos, en el sentido de que es un objetivo universal compartido, y que dicha relación es normativa, y por eso debería ser preferible a otros tipos de relación».61 Los solteros por naturaleza rechazan esto, al igual que Brake. En el cuestionario, el 86 % de los solteros por naturaleza, frente a solo el 8 % de los que no lo son, afirmaron no estar interesados en buscar pareja. Somos destructores de la amatonormatividad.
En su popular ensayo sobre el auge de los «solteros alfa», personas que no quieren renunciar a su independencia en aras de la pareja, Hattie Crisell, de treinta y cuatro años, cuenta que ha mantenido muchas relaciones sentimentales a lo largo de los años. En su última relación seria, se esforzó por llegar a un acuerdo en muchos aspectos, con la esperanza de que eso le ayudara a mantener la relación. «Lo que al final ya no podía ceder», escribe, «era mi felicidad, o mi sentido de quién era yo, que podía ver cómo se esfumaba. Aunque nos queríamos, eso no bastaba para soportar las contorsiones agotadoras que hacíamos intentando que funcionara».62
Las personas solteras por naturaleza que han tenido relaciones sentimentales han tenido a menudo esa sensación de estar alejándose de la persona que realmente son. Según sus experiencias, esa sensación de falta de autenticidad en las relaciones de pareja no era algo que ocurriera solo con parejas concretas que no encajaban bien con ellos. Por el contrario, era algo que afectaba a las relaciones románticas en general. Craig (cuarenta y un años, Newport News, Virginia) dijo: «Siempre me siento más “natural” cuando estoy soltero que cuando tengo pareja».
Eva (cuarenta y cuatro años, Londres, Inglaterra) dijo: «Caí ante la presión e intenté tener citas, incluso una relación romántica, pero siempre me sentí como con la talla de zapatos equivocada: incómoda».
Las personas cuya mejor forma de vida es la soltería, y que se liberan de la presión por vivir una vida de pareja convencional, ya no están en guerra consigo mismas. Al vivir de manera auténtica, se convierten en mejores amigos, mejores confidentes y, si les interesa, mejores amantes. Son capaces de pensar con más claridad y sumergirse en sus pasiones sin reservas.
Al optar por la soltería, también evitan frustraciones a posibles parejas románticas. En un ensayo, Vera, de cincuenta y dos años, escribió: «Dejé de tener citas y de involucrarme sentimentalmente y no podría ser más feliz… En el fondo, me di cuenta de que entablé algunas relaciones para evitar la soledad o porque era algo que se esperaba de mí. El inmenso daño que me causé a mí misma y a algunos de los hombres con los que salí por no haber sido yo misma me causa un gran dolor».63 Estar soltera en lugar de atraer a otra persona a una vida en pareja que en realidad no deseas es un acto de generosidad y amor.
Muchas de las personas solteras que tienen vidas alegres, auténticas y con riqueza psicológica son hombres
En 1898, la revista Atlantic Monthly publicó un extenso perfil de una persona que posiblemente sea el soltero más famoso del que nunca oíste hablar.64 Henry Crabb Robinson era una figura muy querida en los círculos literarios del Londres del siglo xix. Organizaba desayunos dominicales en su casa y entabló amistad con decenas de celebridades de la literatura.
Crabb Robinson era un lector y crítico apasionado, y un prolífico escritor de cartas y diarios. Cuando encontraba un poema que le encantaba, quería que sus amigos lo conocieran. «Defendió la poesía de Wordsworth en una época en la que los defensores eran escasos y poco influyentes», señaló Leon H. Vincent, autor del perfil. Goethe, que lo describió como «una especie de misionero de la literatura inglesa», dijo que Crabb Robinson les leía poemas a él y a su hija.65
Nacido en 1775, cuando la esperanza de vida de un hombre blanco era de unos treinta y ocho años, Crabb Robinson vivió hasta los noventa y dos. En sus últimos años, pasaba las Navidades en casa de Wordsworth, donde «su presencia se consideraba esencial para la sobria alegría de la familia. Tenían un dicho familiar: “Sin Crabb, no hay Navidad”».66
Crabb Robinson viajó mucho y recorrió muchos kilómetros a pie por Alemania, Gales, Suiza e Italia, a veces con amigos. Fue abogado y el primer corresponsal en el extranjero de The Times de Londres. Participó en la fundación de la Universidad de Londres y en una campaña contra la esclavitud. Sin embargo, lo que merecía un lugar especial en su lápida eran los nombres de ocho de sus amigos, entre ellos Wordsworth, Goethe, Blake y Coleridge.
«Este hombre tuvo una carrera brillante», escribió Vincent. «Vivió muchos años, lo que le dio tiempo para ver muchas cosas; tuvo buena salud, lo que le permitió disfrutar de lo que veía. Saboreó la vida hasta el último día, y casi hasta la última hora. Su sana curiosidad por los buenos libros y las buenas personas nunca le falló… había pocas cosas que valiera la pena conocer de las que él no supiera algo, y pocas personas que valiera la pena conocer a las que él no hubiera conocido».67 El perfil terminaba con esta frase: «Era un soltero de éxito y un buen hombre».68
Henry Crabb Robinson, soltero de toda la vida, tuvo una vida alegre y plena a nivel psicológico. Supongo que también tuvo una auténtica vida de soltero. Sin embargo, la revista Atlantic Monthly no celebraba a Crabb Robinson como ejemplo de toda una categoría de hombres solteros que prosperaban. Por el contrario, lo presentaba como una notable excepción. «Deberíamos tener interés por los solteros», explicaba la revista en una cita extraída del artículo de Vincent. «Su necesidad es mayor y su condición muy deplorable. Estar infelizmente casado es una desgracia, pero no estar casado en absoluto está cerca de ser una deshonra.69
Más de un siglo después, creo que los hombres solteros aún reciben un trato de menosprecio más que de respeto. Se los encasilla en estereotipos de vagos o playboys, pervertidos o niños de mamá, niños perpetuos que viven en el sótano de sus padres. Algunos contribuyen a su propia marginación identificándose como «incels», hombres célibes de manera involuntaria, y adoptando actitudes hostiles y misóginas. Las ciencias sociales tampoco los halagan con cumplidos. Los estudios han demostrado que, por término medio, son las mujeres, más que los hombres, las que parecen encariñarse con la soltería.70 Les gusta más. Disfrutan más de la soledad. Dedican más tiempo a sus intereses. Es más probable que tengan amistades profundas: saben conectar y mantenerse en contacto con las personas que les importan. Las tareas domésticas no son un reto; a menudo han sido educadas para saber cocinar y limpiar. Las mujeres solteras que antes estaban casadas con un hombre suelen expresar su alivio por no tener que hacer más que su parte de esas tareas y del cuidado de otras personas.
Para las personas de todos los sexos, el «felices para siempre» no es más que un cuento de hadas. Más de una docena de estudios que observaron a las mismas personas durante años han demostrado que cuando las parejas se van a vivir juntas o cuando se casan, no se vuelven más felices o más sanas de lo que eran cuando estaban solteras.71 El matrimonio no las transforma por arte de magia. Las mujeres y los hombres son casi iguales en ese aspecto. Sin embargo, cuando se presentan diferencias, los beneficios del matrimonio recaen sobre los hombres, mientras que a las mujeres les va mejor cuando están solteras.72 Una vez casadas, las mujeres tienen más probabilidades de querer separarse; en los Estados Unidos, las mujeres inician más divorcios que los hombres.73 Una vez divorciadas o viudas, tienen más probabilidades de no reincidir; vuelven a casarse con menos frecuencia que los hombres.74
Sin embargo, nadie le regala nada a las mujeres solteras. Las diferencias salariales complican la subsistencia de quienes viven solas, en especial de las de color.75 Las mujeres suelen sufrir mayores pérdidas económicas tras un divorcio.76 Las solteras suelen tener menos seguridad económica que los solteros cuando se acercan a la jubilación.77 Y la dinámica social también difiere. Ellas se sienten más presionadas a responder por su condición de solteras.78 Se las etiqueta como solteronas y, a pesar de los esfuerzos por reivindicar el término, sigue pareciendo más denigrante que ser llamado soltero***.
Los libros, artículos, ensayos y blogs contemporáneos sobre la soltería están escritos en su inmensa mayoría para, por y sobre mujeres solteras. En cierto modo, las solteras tienen más que demostrar. Se cree que son ellas las que anhelan la pareja romántica, las que desean construir una vida en torno al matrimonio y las que se sienten desconsoladas cuando eso no ocurre, digan lo que digan los estudios. Pero, aunque la motivación detrás de estos escritos pareciera ser justificar una soltería que nunca debería necesitar justificación, de todos modos, pueden ser alentadores. Al escribir sobre sus vidas, las mujeres solteras se hacen oír. Se oponen enérgicamente a todas las narrativas que las menosprecian.
Dado que, en líneas generales, cuando las mujeres están solteras les va mucho mejor que a los hombres; dado que hay muchas mujeres escribiendo sobre la felicidad que les genera la soltería y dado que los hombres no rechazan de manera tan abierta los numerosos estereotipos que los denigran, es fácil imaginar que hay muchas más mujeres que hombres solteros por naturaleza. Sin embargo, eso no es lo que descubrí cuando analicé los datos del cuestionario. De todos los hombres que respondieron al cuestionario, el 34 % eran claramente solteros por naturaleza, frente al 27 % de las mujeres. Estas son las personas que respondieron «Sí» a la pregunta final del cuestionario sobre si creen que son solteros por naturaleza, expresando así que están de acuerdo con la idea de que «la soltería es una forma de llevar una vida más significativa y auténtica». Por lo general, respondieron a las catorce preguntas, o a trece de las catorce preguntas, como los que pertenecen a la categoría de solteros por naturaleza. Cuando me fijé en las personas que decían serlo, y que normalmente respondían entre nueve y doce de las catorce preguntas en esa dirección, descubrí de nuevo que una mayor proporción de hombres que de mujeres cumplían los requisitos.
Al parecer, los hombres tienen la misma probabilidad de sentir una fuerte atracción por la soltería que las mujeres, o incluso una un poco mayor. Para estos hombres, la soltería es alegre y plena a nivel psicológico; es la forma en que viven con mayor autenticidad. Al igual que las mujeres que florecen cuando están solteras, ellos también disfrutan el tiempo que tienen para sí mismos en lugar de temerle. Aprecian la libertad que les permite construir su mejor forma de vida, ya sea una vida de aventuras, de trabajo significativo, de devoción a una causa, de cuidado de personas necesitadas o cualquier otra cosa que les satisfaga. Desarrollan las habilidades que se consideran trabajo de mujeres, según los estereotipos, como crear y gestionar un hogar, y atender a las personas que les importan.
En un artículo que escribió como invitado en mi blog «Living Single» (Vivir la soltería) de la página web Psychology Today, Lucas Bradley, que entonces tenía treinta y siete años y vivía en Loves Park, Illinois, describió al Hombre Deliberadamente Soltero:
¿Quién es el Hombre Deliberadamente Soltero? El que cultiva las cualidades históricamente «femeninas» relacionadas con lo doméstico, lo social y lo emocional y puede entonces llevar adelante una vida digna y conectada con los demás. Por ejemplo, en el ámbito doméstico, aprende a planificar y preparar comidas sanas y es capaz de desarrollar una estética personal del espacio vital que se adapte a sus gustos. A nivel social, se esfuerza por mantener los lazos con sus allegados, organizando reuniones y recordando cumpleaños y otros acontecimientos importantes. Desde el punto de vista emocional, intenta ser curioso y no juzgar sus pensamientos y sentimientos, así como darle salida a sus emociones. El Hombre Deliberadamente Soltero también reimagina el amor de un modo que empodera a sus seres queridos en lugar de limitarlos con una serie de normas y expectativas bizantinas. Reconoce que el amor romántico no es el único camino hacia la plenitud y cultiva muchas otras formas de amor a su alcance. Se da cuenta de que su soltería, lejos de ser lo que le frena, puede ser el principal motor de su crecimiento como persona.79
Cuando Craig Wynne (cuarenta y uno, Newport News, Virginia) tenía ocho años, su mejor amigo le contó a modo de confidencia que para su vida deseaba tener una esposa, hijos y mucho sexo. Craig aspiraba a algo diferente: «Quiero vivir en una casa yo solo y tener una tienda de golosinas». Todavía no tiene esa tienda de golosinas, pero sí una casa propia y un dulce trabajo que incluye dar clases sobre algo que rara vez les enseñan a los estudiantes en la universidad: una reflexión sofisticada sobre lo que significa la soltería. Ha sido uno de los primeros en dar a conocer los estudios académicos sobre personas solteras. Junto con Ketaki Chowkhani, de treinta y cuatro años, de Manipal, la India, organizó la primera conferencia mundial sobre estudios de la soltería, y ambos editaron una antología de las ponencias de la conferencia.80 También escribió How to Be a Happy Bachelor (Cómo ser un soltero feliz), un libro de apoyo para hombres solteros, con consejos de cómo vivir una soltería satisfactoria, además de algunas críticas brillantes a la representación tergiversada de las personas solteras en la cultura popular.81
En 2015 puse en marcha el grupo de Facebook llamado Comunidad de Solteros para personas que quieren disfrutar de su vida de solteros en lugar de escapar de ella. No tiene nada que ver con citas. A principios de 2023, contaba con más de siete mil cuatrocientos miembros de más de cien naciones. Craig es uno de los participantes más activos, responde a las preguntas e inquietudes de los demás miembros y publica con regularidad fotos de su «hijo» Chester (su gato). También ha tomado la iniciativa de hacer lo que muchos anhelaban cuando se unieron a la Comunidad: ha quedado en encontrarse con otros miembros en persona para conversar, cenar, ir a caminar y hacer excursiones por el lugar donde vive y los lugares que visita.
En Kenia, en 2021, la revista de los sábados de Nation.Africa planteó esta pregunta: «¿Qué les pasa a los hombres que se quedan solteros toda la vida?». Uno de los hombres entrevistados para el artículo era un empresario de cuarenta y siete años, Stephen Mutahi. Cuando describía a los solteros de toda la vida como él, dijo: «Somos ricos en amistad». Ha viajado mucho y afirma: «He conocido a muchos amigos que creo que nunca habría conocido si estuviera casado o tuviera una relación seria».82 Cuando se relaciona con mujeres, deja claro que no está interesado en una relación romántica. Al igual que los hombres que se identifican como solteros por naturaleza, Mutahi ama su espacio y valora la libertad que tiene para organizar su vida cotidiana como mejor le parezca.
Cada uno de los hombres que compartieron sus historias de vida conmigo está viviendo su propia versión de la soltería por naturaleza. Hablaré más de ellos a lo largo de este libro. Lo que sus historias revelan, junto con las historias de otros hombres que prosperan en su vida como solteros, es que todos esos estereotipos degradantes no definen a hombres solteros como ellos. Tampoco lo hacen los estudios que sacan un promedio de todos los solteros y proclaman que a ellos no les va muy bien la soltería. Los hombres solteros por naturaleza de hoy en día no son normales ni típicos; son excepcionales. Como Henry Crabb Robinson, son solteros de éxito y buenos hombres.
*** N. de la T.: Bachelor en el original. Es un término que significa «soltero» pero solo se usa para referirse a los hombres y es menos peyorativo que «solterón».