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El sexo biológico: ¡más complicado que en el colegio!

Era el segundo o tercer día de un campamento de verano que duraba toda la semana. Tendría unos diez años, llevaba mis pantalones de básquet favoritos y una camiseta suave. El pelo lo tenía corto y enmarañado; había elegido un corte de la sección masculina de la revista que había en la peluquería y estaba contento con el resultado. La mayoría de gente se pensaba que era un niño. No solía corregirles.

Estábamos junto a las pistas de tenis, esperando instrucciones de les monitores. Me acompañaban Justin (él) y Daniel (él), dos chicos que había conocido el día anterior. Lucían el mismo tipo de pantalones cortos que yo y charlaban sobre lo que haríamos ese día.

Al cabo de un rato, el monitor nos reunió en un corrillo y dijo:

—¡Bueno, hoy vamos a participar en un pequeño torneo! —Todo el mundo vitoreó feliz, incluido yo. ¡Qué guay! Me encantaba competir—. Vamos a formar dos grupos. Los chicos venid conmigo y las chicas id con Julia.

Se me hundió el alma hasta los pies.

—¡Venga, vamos!

Justin me propinó un codazo al ver que me quedaba atrás. Los otros chicos ya habían echado a correr hacia otra pista con el monitor de los chicos.

Yo no me moví. Miré hacia donde estaban Julia y las chicas. Sentía pavor de ir con ellas.

—¿Qué haces? ¡Nos vamos a perder el primer juego!

Daniel había regresado corriendo y Justin me tiraba del brazo.

—No puedo… —intenté explicarme.

Al igual que hacía mucha gente por defecto en esa época, se habían dirigido a mí en masculino y, como siempre, no los había corregido. Sabía que era posible que les monitores del campamento supieran mi género legal porque en la solicitud pedían ese dato, pero a veces les monitores no lo miraban. O pensarían que era un error, porque les parecía un chico.

—No… es que no… —Lo intenté de nuevo—. No soy un chico.

—¿Qué? —Justin se rio—. Ya, bueno, venga. ¡Vamos!

—No, en serio…

—Qué graciosete —añadió Daniel. Ninguno me creía.

—Soy una chica —dije. Las palabras se retorcieron en mi boca. Siempre me habían sabido raras, pero era la única opción que tenía.

—Estás mintiendo. ¡Vamos! —repitió Justin. Su regocijo se había tornado en fastidio—. Eres un chico, igual que nosotros. Vámonos.

—¡No soy un chico, soy una chica! —repliqué, más alto esa vez. Estaba frustrado y muy incómodo. Unas cuantas chicas nos miraban con asco.

—¿Sí? Pues demuéstralo —dijo Daniel—. ¡Bájate los pantalones!

—¡Vale! —contesté con furia. No pretendía hacerlo, pero busqué la cintura de los pantalones. Justin y Daniel abrieron los ojos de par en par.

—No, deja, da igual… ¡Caray! —dijo Justin. Alzó las manos y se tapó los ojos. Echaron a correr para reunirse con los otros chicos.

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Me han pedido que demuestre mi género durante gran parte de mi vida, ya fueran los genitales con los que nací o mi identidad de género como hombre. Apenas he tenido espacio para conocer sin más mi propio género.

En la ignorancia de la juventud, intenté identificar mi género como me habían enseñado: por los genitales y el género que, por consiguiente, se me asignó al nacer. Por desgracia, ninguno de estos datos era veraz, pero necesitaría tiempo, sanación y mucha deconstrucción en llegar a un punto donde mi género se convirtiera en algo que pudiera aceptar de pleno y mi género asignado fuera al fin una etiqueta que pudiera tirar.

Tras un discurso para les xadres(9) de un colegio, un miembro del público preguntó:

—¿Por qué dices género «asignado»? ¿Por qué no «género de nacimiento»? «Asignado» suena forzado e impreciso.

¿La respuesta a esta pregunta tan habitual? Resulta que es compleja y sencilla. Primero porque, como mencioné brevemente en el capítulo anterior, el motivo por el que yo y otras muchas personas decimos «asignado» es porque «asignar» es lo que mejor describe esta acción. A les bebés casi nunca se les suele sacar el cariotipo ni se les suelen mirar los órganos reproductivos internos al nacer, sino que, en un hospital, une médique o une enfermere examina los genitales externos de le recién nacide. Si los genitales externos principales parecen ser lo bastante largos para tratarse de un pene, le médique escribe una hache en el certificado de nacimiento y le asigna el género masculino. Del mismo modo, si los genitales parecen lo bastante pequeños para ser un clítoris, le médique escribe una eme y le asigna el género femenino.

Es decir que sí, el género literalmente se asigna, lo haga el personal médico u otra persona que deduce el género de le bebé a partir de la apariencia de sus genitales externos. Esto no se ajusta a lo que nos enseñaron a muches. Quizás pienses que XX equivale a mujer y que XY a hombre, o que quizás un pene significa hombre y una vagina significa mujer, pero el sexo biológico es, de hecho, mucho más complicado de lo que nos enseñaron en el colegio (¡como muchas otras cosas!).

Y segundo, porque el sexo biológico no es binario y no se puede reducir a un único factor. ¡El sexo biológico está formado por cinco componentes principales!

¿QUÉ CONFORMA EL SEXO BIOLÓGICO?

Los cromosomas

En concreto, son los cromosomas sexuales. Mucha gente conoce dos variaciones de estos cromosomas: XX y XY, pero también existen otras variaciones: XXY, XXX, XYY y X. En 2019, el expresidente Donald Trump (él) propuso hacer pruebas genéticas a la gente para averiguar su género… usando los cromosomas. Este proyecto se basa en la creencia errónea de que solo la biología dictamina la identidad de género, pero también en la idea objetivamente incorrecta de que la biología es tan sencilla como XY = macho y XX = hembra. La biología es mucho más compleja que este binomio.

Las hormonas

Seguramente hayas oído hablar de la testosterona y del estrógeno. Y seguro que te han enseñado que la testosterona es la hormona «masculina» y el estrógeno es la hormona «femenina». Pero, de hecho, muchas personas tienen las dos, aunque en distintas concentraciones. Existen variaciones hormonales entre mujeres cis y hombres cis, pero también dentro de estos dos grupos. La testosterona y el estrógeno, además, no son la única hormona sexual, ¡porque hay muchos tipos! Entre los andrógenos se incluyen la testosterona, la androstenediona y la deshidroepiandrosterona, mientras que entre los estrógenos se incluyen la estrona, el estradiol, el estriol y el estetrol. Estas hormonas, junto a unas cuantas más, pueden afectar al desarrollo de las características sexuales. También tienen muchas otras funciones aparte de la diferenciación sexual.

Expresión hormonal

Se refiere a los efectos de las hormonas, a veces llamados características sexuales secundarias, como la voz grave o el crecimiento del vello corporal con la exposición a la testosterona. Al igual que ocurre con todos los factores del sexo biológico, existen ciertas variaciones: hay gente con la barba más espesa o gente sin nada de vello facial, el tamaño de los pechos varía, algunas nueces de Adán son más pronunciadas que otras, etc.

A lo mejor te estás preguntando por qué la expresión hormonal es una categoría separada de las hormonas: porque no habrá efectos si solo la hormona está presente. Para que haya expresión hormonal se necesitan receptores hormonales que funcionen y que, además, encajen con la hormona correspondiente.

Un análisis un poco más profundo

Existe una variedad relativamente habitual en los receptores llamada «insensibilidad a los andrógenos», donde las personas con cromosomas XY no responden en parte o en su totalidad a los andrógenos, incluida la testosterona, y por tanto no exhiben algunos o ninguno de los efectos típicos de la testosterona. Quienes tienen una insensibilidad a los andrógenos completa cuentan con testículos internos, vulva y clítoris, pero no útero; tienen entre poco y nada de vello corporal y olor y carecen de esa piel aceitosa que produce acné. A estas personas se las suele describir como hiperfeminizadas, y en muchos casos se identifican como mujeres.1, 2

Los genitales internos

Incluyen los órganos reproductivos internos, como testículos sin descender, conductos deferentes, trompas de Falopio, útero y ovarios.

Los genitales externos

La sociedad parece centrarse sobre todo en esta categoría cuando se habla del concepto de sexo biológico. Los genitales externos son los órganos reproductivos y sus estructuras correspondientes en el exterior del cuerpo, como el pene, el escroto y la vulva (con el clítoris, los labios y la apertura vaginal).

Distinguir entre los genitales internos y los externos es crucial porque estos no siempre se desarrollan a la vez, no siempre «concuerdan». Algunas personas que nacen con testículos también tienen vagina y clítoris.

Aunque muchos cuerpos se desarrollan en pulcras categorías etiquetadas como «macho» y «hembra», no todos lo hacen. A las personas cuyos cuerpos no encajan en estas categorías se las llama intersex, que literalmente significa «entre sexos».

«DEJA DE ERRADICAR LA BIOLOGÍA. SOLO HAY DOS SEXOS»

Cuando digo que el sexo biológico es un espectro, los detractores replican con cosas del tipo: «Lo intersex es una anomalía. Deja de erradicar la biología. Solo hay dos sexos». Aunque las personas intersex no conforman la mayoría de la población, decir que solo hay dos sexos es sencillamente falso. Reconocer la complejidad del sexo biológico no niega ni erradica la biología, sino todo lo contrario: definir el sexo con las categorías absolutas de «macho» y «hembra» es lo que erradica la biología.

A pesar de que se me acusa de esto de forma habitual, no estoy diciendo que el sexo biológico sea algo inventado. El sexo biológico es muy real, pero no es tan sencillo ni binario como la gente cree que es.

En vez de emplear un falso binario, el sexo biológico se puede describir con una distribución bimodal, donde la mayoría de los cuerpos se parecen a dos prototipos que, en general, se han categorizado como «macho» y «hembra». Sin embargo, estas etiquetas y estos prototipos no son ni completos ni absolutos, ya que existe diversidad dentro y fuera de ellos. Negar esto es negar la biología.

Les científiques estiman que un 2 % de la población es intersex. Muches activistas intersex afirman que esta cifra es bastante baja, ya que muchas personas no saben que son intersex, y sugieren que la cifra se acerca más al 5 % de la población. Sin embargo, aunque tomemos tan solo en cuenta la estimación más baja, el 2 % de la población sigue siendo más o menos 160 millones de personas (a principios de la década de 2020), más que la población de Rusia. Y solo porque les ruses sean el 2 % de la población mundial no significa que no existan. Hay otra comparación estadística similar: cerca del 2 % de la población mundial son personas pelirrojas y cerca del 2 % tienen los ojos verdes. Nadie está afirmando que el pelo rojo o los ojos verdes no existan. Y, del mismo modo, solo porque la gente intersex componga un 2 % de la población no significa que no existan. Los cuerpos intersex existen y también deberían hablarnos de ellos en clase.

Usar el sexo biológico para negar o invalidar las experiencias de las personas trans no solo es una falta de respeto, sino también poco científico. Al igual que muchas cosas de nuestro mundo, el sexo biológico no es binario ni viene determinado por un único factor.

SUGERENCIAS TERMINOLÓGICAS

EN VEZ DE…

PRUEBA ESTO…

PORQUE…

«Sexo biológico»

«Hembra biológica»

«Mujer biológica»

«Macho biológico»

«Hombre biológico»

Habla con propiedad. Si estás hablando sobre personas que han experimentado una pubertad por testosterona, di justo eso. Si estás hablando sobre gente con pene, di justo eso. Si estás hablando sobre personas que se pueden quedar embarazadas, di justo eso. Si estás hablando sobre personas cuyo género asignado al nacer fue el masculino, di justo eso.

Como se ha dicho en esta sección, el sexo biológico no es binario. Clasificar a alguien como «biológicamente» hombre o mujer es impreciso; en muchas ocasiones también es tránsfobo y potencialmente inexacto.

«Sexo de nacimiento»

«Nació como…»

«Género asignado al nacer»

«Asignación de género»

Esto evita hablar sobre los genitales de una persona, ya que no es necesario y, en ocasiones, hasta puede ser erróneo. Además, comentar la biología privada de una persona es a) seguramente irrelevante y b) puede que esa persona no quiera que se hable de ello.

Para mí, descubrir todo esto sobre el sexo biológico y los procesos complejos de la diferenciación sexual fue fascinante… y hasta trascendental. Me educaron para creer que el sexo biológico era algo establecido, binario y simple (como supongo que os pasará a muches de vosotres). Me costó digerir que no lo era. Sigo aprendiendo sobre la amplia diversidad que engloba la biología humana. Con este capítulo no pretendo tratar en profundidad los matices del sexo biológico, pero espero que sirva como punto de partida.


9. Forma alternativa no binaria de «padres» en español. A lo largo de todo el texto, se usa el género no binario, ya que el autor intenta incluir a personas trans, no binarias y queer en general. (N. de le T.)