1
Telómeros: Un paso hacia el futuro

telómero

  1. nombre masculino

    BIOLOGÍA

(Del griego τέλος [telos], «final», y μέρος [meros], «parte») Extremo de los brazos de un cromosoma, que evita que se adhiera a otros cromosomas.

Toda la información de cómo somos, cómo envejecemos y como serán nuestros hijos está contenida en una serie de aminoácidos que constituyen cadenas de información.

Esas cadenas helicoidales son el ADN (ácido desoxirribonucleico) y se alojan en los cromosomas que están en el núcleo de todas nuestras células.

La información de esas cadenas de ADN se va deteriorando con el tiempo, y hay una zona, que está al final de esas cadenas, responsable de la calidad de vida y la longevidad de todos los seres vivos. Esos extremos, que podríamos comparar con las plumas del final de una flecha, se llaman telómeros.

Para que esa información, tan importante, no se deteriore, existe una enzima que limpia y restaura continuamente los extremos de los cromosomas. Se llama telomerasa.

Con el tiempo, las células envejecen porque hay una «cuidadora» de los sistemas que mantienen la juventud de nuestro cuerpo que deja de actuar: la telomerasa. En las células cancerígenas la telomerasa nunca deja de actuar, por eso las células del cáncer son inmortales.

Existen métodos científicos para activar puntualmente la telomerasa con el fin de que los telómeros mantengan la juventud del organismo. Cuando nace un ser vivo, la telomerasa de sus células deja de actuar, y los telómeros empiezan a deteriorarse y envejecer. En las células cancerígenas, en cambio, la telomerasa no se desactiva a pesar de las múltiples divisiones celulares que hacen crecer los tumores; por eso las células neoplásicas o cancerosas no envejecen. ¡Son inmortales! ¿Qué pasaría si consiguiéramos que la telomerasa no dejase de actuar? La respuesta es fácil: no envejeceríamos. En palabras de María Blasco, doctora en Bioquímica y Biología Molecular: «La telomerasa inmortaliza la mayor parte de los tipos celulares humanos en cultivo. En el contexto del organismo, en ratón, hemos visto que aumentar la telomerasa hace que los ratones vivan un 40 % más de lo normal. […] La activación de la telomerasa nos permitiría rejuvenecer los telómeros y así aumentar la capacidad proliferativa de los tejidos y por lo tanto retrasar el envejecimiento de estos». 8

Se ha avanzado mucho en el estudio de los genes y el cáncer. A nivel científico, este es un resumen de dónde nos encontramos:

  1. Se han desarrollado fármacos activadores de la telomerasa reparadora y se ha demostrado que puntualmente pueden detener el envejecimiento.
  2. Algunos de estos medicamentos han sido aprobados y comercializados, y se utilizan en tratamientos contra el cáncer y enfermedades relacionadas con el envejecimiento prematuro.
  3. La longitud de los telómeros y su vigor se puede medir fácilmente y, por tanto, podemos saber qué contribuye a alargar o acortar los telómeros y relacionar su longitud con acciones externas.
  4. Se ha demostrado que la ingesta frecuente de frutas y verduras de temporada en un contexto de dieta mediterránea aumenta la longitud de los telómeros. Por tanto, mejora la calidad de vida y aumenta la longevidad. Es decir: la dieta mediterránea nos ayuda a vivir más y mejor.
  5. El salto hacia la longevidad ya se ha demostrado en ratones. Solo es cuestión de tiempo que pueda practicarse en humanos con los fármacos adecuados. No tengo ninguna duda de que esta generación aumentará mucho su cantidad y calidad de vida (más años y más sanos). Este camino solo pueden detenerlo las posibles trabas ideológicas o religiosas, aunque también algunas elucubraciones éticas «de andar por casa» que califican a la ciencia de visionaria o regida por intereses económicos. A lo largo de la historia, todas las revoluciones científicas han suscitado críticas, ataques e incluso la muerte de sus defensores: la teoría heliocéntrica, la teoría de la evolución, las primeras autopsias a cadáveres y hasta la primera clonación animal.

Una aproximación científica a los telómeros

Como hemos dicho, cuando hablamos de los telómeros nos referimos a la parte final de los cromosomas. En realidad, estamos hablando de la estructura que marca la esperanza de vida y la calidad de vida sin enfermedades. Interactuar con los telómeros nos puede llevar no solo a la longevidad sino a la inmortalidad.

Y no estamos hablando de ciencia ficción sino de avances científicos. Vamos a seguir los pasos que ya se han dado y lo cerca que nos encontramos de una terapia que aumenta y repara los telómeros, tanto en animales de experimentación como en humanos.

Hermann Joseph Müller, que obtuvo el Nobel en 1946, y Barbara McClintock, galardonada con el premio en 1983, fueron los primeros en descubrir que los telómeros, situados al final de los cromosomas, evitan que se unan los extremos cromosómicos a fin de que no se produzca un daño celular grave.

En 1997, el equipo del doctor Wilmut en Edimburgo consiguió la clonación de la oveja Dolly, después de 277 intentos, aunque hubo que sacrificarla a los 7 años (las ovejas suelen vivir alrededor de 10 años) debido a una enfermedad pulmonar progresiva. Los telómeros eran más cortos que los de la madre.

La ciencia encontró muchas evidencias sobre la longitud de los telómeros y su relación con el envejecimiento y el cáncer. Era una vía ilusionante de investigación tanto para el tratamiento del cáncer como para tratar enfermedades que parecían directamente relacionadas con la longitud telomérica.

En 2009, el Premio Nobel de Medicina universalizó estos grandes avances concediendo el galardón a Elizabeth H. Blackburn, Carol W. Greider y Jack W. Szostak por el descubrimiento de la telomerasa y sus implicaciones en el cáncer y el envejecimiento. Se había demostrado que la secuencia única de ADN de los telómeros evita la degradación de los cromosomas y previene el envejecimiento, y que tal cosa es posible gracias a que la enzima telomerasa puede evitar la pérdida telomérica.

También es posible que una menor longitud de los telómeros predisponga a padecer enfermedades y a una menor esperanza de vida.

Desde entonces se ha investigado en todos los países y hoy día se conoce mucho sobre los telómeros y estos ya se pueden medir, lo cual permite experimentar y averiguar con gran exactitud cómo influyen agentes externos o condicionantes experimentales en la influencia en la longitud telomérica (TL, telomere length, en inglés).

Para realizar la medición existen muchos métodos muy precisos y algunos con un coste alto, pero hoy día cualquier persona puede solicitar un análisis de telómeros en muchos laboratorios por un precio de unos 500 € aproximadamente en el momento de redactar estas líneas. El aumento de la longitud telomérica se debe acompañar con una mejoría del patrón inmunológico.

El telómero presenta una secuencia repetitiva de 6 nucleótidos TTAGGG de adenina, timina y guanina que se van perdiendo en cada división celular (aproximadamente 9 pares de bases por año), con lo cual la senescencia o envejecimiento celular va avanzando hacia la apoptosis o muerte celular.

Las células germinales del embrión humano tienen actividad de la telomerasa y, a pesar de sus múltiples divisiones, mantienen su longitud telomérica hasta el momento del nacimiento. Al nacer, se apaga la expresión de la telomerasa en todas las células corporales menos en las células madre pluripotenciales, como las hematopoyéticas (formación de leucocitos, hematíes y plaquetas en la medula ósea), en los gametos (óvulos y espermatozoides) y en las células tumorales. Estas células siguen teniendo actividad de la telomerasa y su expresión hace que sean virtualmente inmortales, pero el resto de las células del cuerpo mantienen bloqueada la expresión de la telomerasa y van envejeciendo.

La telomerasa regenera las series de nucleótidos dañadas en los telómeros y al regenerarlos evita su envejecimiento, por lo que pueden seguir dividiéndose indefinidamente (9*). 9

Al no tener actividad de la telomerasa, las células de nuestro cuerpo siguen un camino inexorable de envejecimiento. Sin embargo, existen circunstancias que aumentan la velocidad de destrucción de las secuencias del telómero y, con ello, disminuyen la esperanza de vida y aumentan el riesgo de padecer enfermedades. Ese acortamiento telomérico es más rápido por efecto del tabaco, el alcohol, la dieta desequilibrada, el estrés y la obesidad, aunque también aceleran su acortamiento enfermedades debidas a mutaciones genéticas de telomerasa o de las proteínas del ADN.

En muchas enfermedades existen evidencias de la relación entre el acortamiento telomérico y la enfermedad (2*).

En el cáncer, la telomerasa es una diana terapéutica de primer orden (8*), ya que más de 200 tipos de cáncer presentan actividad de la telomerasa aumentada, y lograr la inexpresión de esta impediría las divisiones de las células y provocaría su muerte celular sin afectar a células sanas sin actividad de la telomerasa. Si suprimimos la enzima que repara los telómeros de estas células tumorales, y permite así que sigan dividiéndose indefinidamente, conseguiríamos su rápido envejecimiento y muerte.

Veamos ahora los avances científicos en beneficio de la longevidad y de una vida sin enfermedades, y lo que se ha avanzado en el camino hacia la inmortalidad.

Experimentación y resultados en mamíferos

Aunque en todo el mundo se trabaja para lograr el alargamiento de la esperanza de vida y, sobre todo, curar el cáncer, vamos a centrarnos en los avances más importantes que se han llevado a cabo por científicos españoles y que han sido corroborados a nivel mundial.

La mayor parte de los trabajos se deben al equipo del Grupo de Telómeros y Telomerasa del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y el Centre de Biotecnologia Animal i de Teràpia Gènica (CBATEG) de la Universitat Autònoma de Barcelona. En 2008 se pudo comprobar que, modificando el genoma en fase embrionaria, se conseguían animales transgénicos que envejecían más lentamente y vivían un 40 % más que el grupo de control. Realmente era una vía esperanzadora pero no aplicable a seres humanos debido a la modificación genética. Por ello se buscan activadores de la telomerasa que sí se puedan usar en humanos como terapia génica y que en ratones sean terapéuticos. Se curan enfermedades como la fibrosis pulmonar (en tipos de ratones que genéticamente tienen estas enfermedades) y la anemia aplásica o se trabaja en las recuperaciones de tejidos tras un infarto.

Se inicia el uso de vectores de terapia génica y se patentan (2010-2016) para mejorar, en mamíferos, los marcadores de envejecimiento y alargar la esperanza de vida. ¡No estamos en una novela de ciencia ficción, todo es real! (9*).

En 2012, al empezar a utilizar vectores adeno-asociados como terapia génica, se consiguen alargar un 24 % la vida en ratones respecto al grupo de control, y sin cáncer ni otras enfermedades. Con estos vectores se reparan los telómeros durante un tiempo controlado (3*).

Llegados a ese punto, había que averiguar si la activación de la telomerasa facilitaría la formación de cáncer o su progresión más rápida, dada la relación con las células tumorales, que mantienen la actividad de la telomerasa y así se pueden dividir sin envejecer.

Para ello se diseñó un experimento killer forzando el cáncer en animales de laboratorio. Se hizo con ratones de una raza especial que presenta de manera natural una mutación genética que inevitablemente produce cáncer de pulmón. A estos ratones se les suministró un activador de la telomerasa y lo que se vio es que incluso mejoraban: sus células pulmonares tenían los telómeros más largos y no padecían el cáncer al que estaban predestinados.

Quedaba demostrado que la terapia génica es eficaz en ratones para curar enfermedades y retrasar el envejecimiento, y que no provoca cáncer ni aumenta el riesgo de padecerlo.

El camino para lograr activar la telomerasa en personas, curar el cáncer y aumentar la longevidad estaba abierto y sin riesgos (3*).

En 2019 se consigue 10 que ratones sin modificación genética, con telómeros hiperlargos, que viven un 13 % más, sin enfermedades ni cáncer, sean delgados al tener menos grasa corporal y sus parámetros metabólicos sean ideales con una mejor tolerancia a la glucosa y la insulina, y el colesterol total y el LDL bajos. Y se logra aumentar la longevidad sin modificación genética alargando el tiempo de cultivo de las células embrionarias pluripotenciales. En resumen, hemos conseguido alargar los telómeros hasta convertirlos en hipertelómeros en animales no modificados genéticamente, por lo cual es algo que se puede aplicar a los seres humanos. Hemos comprobado además que intervenir sobre la longitud telomérica no aumenta el riesgo de cáncer ni su progresión. Y se han utilizado activadores de la telomerasa que han propiciado más longevidad y ausencia de enfermedades en los animales de estudio que en el grupo de control. Incluso se ha curado el cáncer en animales predestinados al aumentar y regenerar los telómeros.

La experimentación animal y de laboratorio ha conseguido incluso sin modificación genética células orgánicas que, como las tumorales, son inmortales por mantener puntualmente expresada la actividad de la telomerasa incluso después de múltiples divisiones celulares.

Avances y realidad en humanos

Aunque ya se están delimitando protocolos para utilizar activadores de la telomerasa en algunos tipos de cáncer, todavía se encuentran en fase de experimentación avanzada y en breve comenzaremos a ver resultados.

Con las mediciones de los telómeros tan exactas y fáciles, se han ido probando multitud de alimentos, hierbas, medicaciones conocidas, antioxidantes y flavonoides para valorar el aumento de la longitud telomérica como resultado indirecto de la activación de la telomerasa.

Los niños y jóvenes tienen los telómeros más largos que los ancianos, y las mujeres los tienen más largos que los hombres de su edad. Que haya más longevidad y menos cáncer en los países mediterráneos los ha convertido, por su dieta común, en centro de atención de multitud de estudios.

En todo caso, la pretensión de centrar en un alimento concreto la propiedad de aumentar la longitud de los telómeros es legítima, pero no se ha podido demostrar.

También los estudios de comunidades que utilizan dietas hipocalóricas (Okinawa, en Japón) y el aumento de esperanza de vida nos alertan en el mismo sentido, por lo que no es arriesgado concluir que las frutas, las verduras, los frutos secos, el aceite de oliva y el pescado azul, dentro de un contexto de dieta mediterránea y ligeramente hipocalórica, alarga y mejora los telómeros de los seres humanos, aumentando la esperanza de vida y la calidad de la salud (2*, 3*, 4*, 5*, 6*). A la espera de que los activadores de la telomerasa, además de curar muchísimos tipos de cáncer, nos lleven a la longevidad y luego a la inmortalidad consecuente-vital.

Con un arma tan potente, es una alegría ayudar a adelgazar a pacientes al tiempo que mejoras su salud, mediante una dieta mediterránea que de entrada impone restricciones para hacerla hipocalórica, pero que en la fase de mantenimiento incluye el resto de grasas mediterráneas y de cereales que constituyen la única dieta que, además de permitir perder peso, ha aumentado los telómeros y con ello ha mejorado el estado inmunológico relacionado con ellos.

Un paso al futuro

Quedó demostrado en 2019 que el patrón universal que marca la longevidad de todas las especies animales es la «velocidad de acortamiento de los telómeros» (9*).

Ya hay preparados vegetales que se venden como complemento alimentario cuyo propósito es un alargamiento de los telómeros, pero no está demostrado categóricamente su efecto tras estudios en voluntarios. Se está experimentando con activadores potentes de la telomerasa dentro de protocolos oncológicos, el primer paso de su utilización.

Estudiados 1.700.000 pacientes con cáncer, se asocia la adherencia a la dieta mediterránea con una disminución de un 13 % de todos los cánceres. Una disminución más importante en el cáncer hepático (42 %), el gástrico (27 %), el colorrectal (15 %) y el de cabeza y cuello (60 %) (3*).

Dejando de lado la ciencia, podemos imaginar un marco demoscópico con una gran esperanza de vida. Pero ¿estamos preparados para un giro social que es inminente? Es difícil imaginar un mundo en el que las personas envejecen lentamente o pueden frenar a placer la senescencia; es difícil plantear a nivel social la inmortalidad. Nuestra mente, tal vez por la influencia milenaria de las religiones, no está preparada para dar el paso que inevitablemente propondrá la ciencia. El cambio es importante, ya que la salud y vencer al cáncer es un derecho de la humanidad, de toda la humanidad, y va ligado a la inmortalidad celular. Es momento de que preparemos ese futuro. Con seguridad, ya viven muchos de los que vivirán jóvenes y sanos los años que decidan.

A la espera de noticias respecto a nuevos avances científicos hacia el mantenimiento de la juventud y la inmortalidad, vamos a centrarnos en el único medio práctico del que disponemos por el momento: la dieta mediterránea. La alimentación puede acercarnos a un estado inmunológico óptimo y mejorar la cantidad y calidad de nuestra vida. Juntos vamos a explorar y conocer cómo adelgazar, mantener el peso adecuado, compatibilizar dieta y deporte y prevenir enfermedades, sin dejar de disfrutar del placer de comer cuidándonos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos, y asegurándonos de que a nuestros hijos les damos lo mejor y los preparamos para un futuro longevo.

Cada escalón que ascendemos en la búsqueda científica de la inmortalidad celular supone una mejora en salud y en posibilidades terapéuticas. Divulgar estos avances abre un camino de esperanza y refuerza el apoyo a la investigación como patrimonio de todos.


8. Entrevista publicada en Lychnos, n.º 2 (septiembre de 2010): https://fgcsic.es/lychnos/es_es/entrevistas/entrevista_maria_ablasco

9. Los números entre paréntesis con un asterisco remiten a las fuentes citadas con el mismo número en el apartado Referencias. (N. del e.)

10. Muñoz-Lorente, Miguel A et al., «Mice with hyper-long telomeres show less metabolic aging and longer lifespans», Nature communications vol. 10,1 4723. 17 Oct. 2019, doi: 10.1038/s41467-019-12664-x