La bella iglesia de estilo románico tardío de Pla de Santa María, un pueblo de la comarca tarraconense de Alt Camp, casi en el límite con la provincia de Barcelona, está bajo la advocación de san Ramón, pero en su tímpano y capiteles aparece la figura de san Pedro, con las llaves y la túnica pontificia que simbolizan su poder. En el siglo xviii, en el pueblo se construyó la iglesia barroca de la Asunción, en cuyo libro de cumplimiento el rector registraba si los feligreses habían comulgado después de la Cuaresma. En el volumen correspondiente a 1867, informó que Joan Balañá Ferrer, agricultor de 54 años, su esposa Maria Panadés, de 47 años, y los cuatro hijos que vivían con ellos (el hijo mayor, Ramón, ya estaba casado y vivía por su cuenta) habían marchado del pueblo9. El párroco trazó dos enérgicas rayas en forma de aspas sobre sus nombres, como si quisiera borrarlos de la faz de la tierra por irse a la pecaminosa ciudad en pos de fortuna, pero el progenitor volvería un día a Pla de Cabra (así se llamaba entonces el pueblo), donde fallecería y sería enterrado en 189410.
Antes de volver a casa, Joan Balañá vivió lo suficiente en Barcelona y sus aledaños como para que sus hijos se asentasen allí. Uno de ellos era Pedro Balañá Panadés, que tenía once años al marchar de Pla y empezó muy joven a trabajar de tonelero («cubero», consta en el certificado de defunción), lo que sugiere alguna relación con el sector vinícola de su comarca de origen. Había otra rama de los Balañá que se instaló en el barrio. Los hijos de Ramón Balañá Panadés, el primogénito que volaba por su cuenta, regentarían paradas de pescado fresco en los mercados de Sants y Hostafrancs11, pero, hasta donde hemos podido saber, no se relacionaban con los Balañá Espinós. La desaparición de los padrones santsenses de la época dificulta el seguimiento de las peripecias familiares. Por lo demás, la rápida inserción laboral de Pedro Balañá Panadés le permitió casarse, aún veinteañero, con María Espinós Guardiola, natural de Vilaseca, otra localidad tarraconense, con la que tendría tres hijos y dos hijas. El cabeza de familia no hizo mucho más en la vida que trabajar como un animal de carga para alimentar a su prole, pero transmitiría a su primogénito (que le llevaba trece años al siguiente hijo varón) su ética del trabajo y su nombre de pila, aquella llave de poder.
Pedro Balañá Espinós, familiarmente Peret, vino al mundo en Barcelona el 9 de diciembre de 1883. Al decir de la partida de nacimiento, su familia vivía en el número 40 de la calle Norte, actual calle Galileo, una de las más populares de Sants12. Hacía cinco meses que el municipio de Santa María de Sans había sido agregado a Barcelona, después de una votación confusa en que el afán de revalorizar el suelo agrícola prevaleció sobre el miedo a los impuestos de la gran urbe, pero seguía conservando muchos rasgos de un pueblo. Como la mayoría de nacidos en el barrio, Peret fue bautizado en la iglesia antigua de Santa María de Sans (desaparecida en la guerra civil), que, con su monumental campanario, aún marcaba el ritmo de la vida colectiva, repicando cuando se producían natalicios, matrimonios, defunciones, incendios o actos delictivos. El padrino de la ceremonia, según contaría el mismo Balañá, fue su «bisabuelo», el «que arreglaba los vinos en casa»13, pero no ha sido posible identificarlo. Podría ser Bernat Guardiola Farré, natural de Vilaseca y abuelo materno de la madre de Balañá. Su hijo José Guardiola Martí era propietario, en 1902, de un taller de toneles y botas de vino en la carretera de Sants, número 30114. Uno de los hijos del tonelero, Juanito Guardiola Subirá, después de vivir en Francia acabada la guerra civil, sería el chófer de Balañá en los últimos años de su vida15.
Balañá nació a unos metros de los ruidosos telares de la fábrica Vapor Vell, pero, a los pocos meses, sus padres se trasladaron a la villa de Tarrasa, concretamente a la calle de la Cruz, junto al puente que conecta el casco urbano con la exquisita iglesia románica de San Pedro. Allí, el cabeza de familia siguió ejerciendo el oficio de tonelero y su esposa dio a luz dos hijas, María (1885) y Carmen (1888)16. Los recuerdos evocados al final de su vida por Balañá mencionan sus labores de monaguillo, estudios primarios incompletos por carencia de recursos y el reparto de leche como contribución a la economía familiar. No hay nada que ponga en entredicho aquella infancia ejemplar, en un barrio modesto pero virtuoso, que terminó en 1895, cuando la familia se dio de baja en el padrón egarense17. De tal suerte que, cuando, en enero de 1895, nació el cuarto hijo, bautizado José y al que todos llamarían Papitu, los Balañá ya se habían establecido en el n.º 246 de una polvorienta carretera que atravesaba Sants y que el nomenclátor se empeñaba en llamar Camino Real18.
Desde aquella modesta casa, el adolescente Peret podía ver pasar los ómnibus tirados por caballos que se dirigían a Cornellá y Sant Feliu de los Llobregat, las tartanas de los payeses de la ribera del Llobregat trajinando con sus productos hacia los mercados de Barcelona y las manadas de ganado conducidas al sacrificio en el matadero situado a las puertas de la ciudad. Pese a las muchas horas pasadas en Tarrasa jugando a la cesta punta, Peret nunca poseyó la destreza manual ni la fuerza bruta de su padre o del pequeño Juanito, nacido en 190019 y que sería el más vigoroso de los cinco hermanos, pero asombraría a todo el mundo con una resistencia al cansancio y una firmeza en el mando dignas de aquellos carreteros a los que veía pasar.
El pueblo de Santa María de Sans era un pariente pobre del llano barcelonés desde que el Gobierno prohibió edificar con normalidad en él, pues su ubicación como acceso estratégico a la capital lo convertía en un territorio susceptible de acampadas de ejércitos enemigos y conspiradores. Un año después de la agregación, volvió a ser independiente, aunque solo por trece años, pues, en 1897, Sants sería engullido administrativamente por Barcelona y ya nada volvería a ser igual para los santsenses. Durante años, los tenderos y comerciantes influyentes a los que favorecía la falta de competidores pugnaron por frenar la incorporación a Barcelona, pero, ahora, los más emprendedores podrán vender productos a los barceloneses con más facilidad. La inflación galopante y la supeditación administrativa a Hostafrancs (ambos barrios formarán el distrito vii, con el barrio de Las Corts) mantendrán vivo cierto sentimiento antiagregacionista, pero este disminuirá con la construcción del nuevo mercado o la mejora del alcantarillado.
Peret acude por un tiempo, según afirma, a un colegio de la calle Constitución20, que, según un mapa escolar de la época, podría ser el Centro de Instrucción El Far de la Bordeta21. Entretanto, los adultos del barrio sueñan con abrirse paso en la gran ciudad, donde los gremios han perdido fuerza ante el empuje de los comerciantes de las poblaciones anexionadas y la llegada de capital extranjero. Pero, antes, Peret tiene que foguearse en algún oficio, y su padre lo incorpora como aprendiz a su lugar de trabajo, un obrador de Las Corts. El propietario es Josep Deu y Mata, un industrial enriquecido con la destilación de licores y que precisa de gran número de barricas y toneles para su empresa. Su producto estrella es el anís Carabanchel, que se pide en las tabernas de Barcelona con una familiaridad que demuestra su implantación: «posi’m un Deu». El obrador está en el corazón de Las Corts, un pueblo de masías agrícolas que también ha sido absorbido por Barcelona en 1897; ese mismo año de gracia, la familia Deu hace construir en la plaza de la Concordia un elegante edificio modernista en cuyos bajos se instala el obrador. La exportación de licores a Argentina y Uruguay marcha viento en popa y la actividad es febril, a veces caótica. La popular expresión catalana «s’ha liat la de Cal Deu!» (se ha liado la de Casa Deu) alude a cuando a algún empleado se le rompe una garrafa o hace cualquier otro estropicio.
Peret, que sostendrá que trabajó de tonelero entre los doce y los dieciocho años22, cobra diez pesetas semanales por el meritoriaje23 y, cuando le encargan atender a un proveedor o cumplir un recado, adquiere una experiencia sociológica que le será útil en el futuro. La plaza de la Concordia, como su nombre indica, tiene resonancias republicanas, pero está presidida por una iglesia. Antiguo prado del pueblo vecino de Sarriá, Las Corts es una especie de arcadia feliz, donde las ideologías se entremezclan y las barreras sociales se diluyen. El patrón Deu y Mata predica con el ejemplo y, pese a su rictus severo, agudizado por unos rudos mostachos, dispensa un trato amable a sus empleados; cuando, un día, Balañá sea regidor municipal, le rendirá tributo inaugurando en su memoria la calle Deu y Mata, que, naturalmente, bordea Can Deu24. El contraste es notable con el malestar que impregna Sants desde que la fábrica de tejidos de la familia Güell, conocida por el Vapor Vell, y la más más moderna de los Muntadas (La España Industrial, popularmente Vapor Nou) acumulan pérdidas y sus gestores recortan el sueldo a los obreros. Los tiroteos que, en 1899, sufren algunos directivos del Vapor Vell serán determinantes para que los Güell trasladen la fábrica al pueblo de Santa Coloma de Cervelló. Al fusionarse con Barcelona en 1897, de 28 000 habitantes de Sans, 9300 son obreros.
Al declinar el siglo xix, en Sans proliferan las cooperativas de consumo y las hermandades de socorros mutuos (mutualidades médicas), que permiten a los obreros atenuar las penurias provocadas por las bajas laborales por enfermedad. La mayoría de estas entidades tienen un poso sentimental republicano y evocan las utopías sociales del xix (La Virtud y el Progreso, La Igualdad…), pero las hay orientadas a los obreros que profesan la religión católica. Preguntado en cierta ocasión por el reportero Manuel del Arco por qué diantre se metió a concejal, Balañá respondió: «Porque siempre me ha gustado gobernar y mandar y ser el primero donde me he metido; mucho antes de entrar en el Ayuntamiento, yo formé un montepío en Sans, en mi distrito, y a los dieciocho años fui presidente»25. La verificación de la precoz vocación de Balañá tropieza con las limitaciones de los archivos. A lo sumo nos revelan que un Balañá presidía un montepío católico en el barrio de Sans en 1901, cuando Peret tenía dieciocho años; se llamaba José Balañá Llagostera y estaba al frente del Montepío de Jesús Crucificado de Sans26. Ni en la junta directiva ni en los listados de socios consultados aparece Pedro Balañá, y nada hace suponer que un aprendiz de tonelero sin estudios medios pudiera presidir una entidad de adultos preocupados por los cuidados de su salud. Sin embargo, no puede descartarse que hubiera sido su cerebro gris y que, por guardar las apariencias, se hubiera elegido como presidente a una persona mayor; o que hubiera participado en la gestión de un montepío y quisiera reivindicar el mérito adjudicándose un rango superior.
Hay otra posibilidad que no resulta despreciable. Pedro Balañá hizo un arte de la supervivencia política; sus negocios surcaron varios regímenes políticos y siempre hizo creer a todos que era «uno de los suyos». Durante el franquismo, pudo interesarle tapar la relación que mantuvo con una entidad santsense de índole republicana y camuflar a esta como un simple montepío. La asociación a la que perteneció Balañá se llamaba Sang Nova («sangre nueva»), fue inscrita en el Gobierno Civil en 1904 y tenía su local en la carretera de Sants n.º 16227. Un historiador afirma que constaba de una pequeña escuela y que, en 1907, organizó los primeros juegos florales en catalán del barrio de Hostafrancs, pues, con el cambio de siglo, la asociación trasladó su sede a la calle Vilardell n.º 14. El propio autor afirma que Sang Nova era a Hostafrancs lo que el casino era al barrio de Sants, es decir, un reducto de catalanismo28.
Sang Nova estaba presidida por Lluís Padró Santamaria, un empleado de la fábrica de tejidos Batlló29, y, pese a su nombre estridente, postulaba un catalanismo moderado y pequeñoburgués. En el local de la entidad había una biblioteca30 en la que sin duda ocupaba lugar de honor Sang nova, una novela rural publicada en 1900 por Marià Vayreda, quien, hasta su fallecimiento en 1903, impulsó un semanario con el mismo título. El novelista, un antiguo carlista convertido al regionalismo, propugnaba inyectar sangre nueva en los sectores catalanes más tradicionales, pero tampoco demasiada, solo unas dosis de regeneracionismo sin peligro de revolución social. El joven protagonista de la novela, heredero de un linaje rural, resumía su ideario en el alegato final: «Jo batallaria per a la fundació d’una institució en què, sots el lema de “Sang nova”, s’hi apleguessin tots els tocats de la gràcia de l’esperit de resurrecció de la societat cristiana. Com Sant Vicenç de Paül fundà la institució de la caritat, jo demanaria a Déu forces per fundar la de la redempció social»31.
Este republicanismo de salón que amalgamaba orden y regeneración, catolicismo y Revolución francesa, recibió un gran impulso en 1904, al fragmentarse la Lliga Regionalista y constituirse una escisión progresista, el Centre Nacionalista Republicà. La unidad del catalanismo se recompuso bajo Solidaritat Catalana (una coalición electoral surgida de la indignación ante el vandálico asalto militar al semanario humorístico ¡CuCut! en 1906), pero aquel matrimonio forzado por las circunstancias no podía durar. Cada partido volvió a su trinchera ideológica y, en abril de 1910, los nacionalistas republicanos se asociaron a federales y republicanos históricos para constituir la Unió Federal Nacionalista Republicana (para nosotros, ufnr), un partido cargado de buenas intenciones, pero cuya falta de liderazgo y exceso de teoría fueron obstáculos insalvables para competir con el lerrouxismo en la captación de la clase obrera.
Pese a su integración en un partido más grande, el Centre Nacionalista Republicà había mantenido decenas de agrupaciones esparcidas por los distritos electorales de toda Cataluña, que, para hacerse notar, organizaban banquetes a los candidatos del partido o enviaban telegramas al Gobierno pidiendo la fulminante destitución de un ministro o un diputado tildado de anticatalanista. Sang Nova entró a formar parte de este voluntarioso entramado, que tenía como punto de reunión el Foment Republicà de Sants, un ateneo artístico de la calle Cros que, desde 1909, aspiraba a ser la entidad que aglutinase a toda la esquerra catalana. Allí, los cachorros de Sang Nova organizaban cursos y conferencias para los obreros de la cercana fábrica La España Industrial, tratando de impedir que matasen las horas en las calles o entretuvieran sus ocios en barberías, tabernas, prostíbulos o, lo que aún era peor, ateneos lerrouxistas y anarquistas.
La falta de documentación sobre las actividades de Sang Nova, que siempre mantuvo una identidad diferenciada del Foment Republicà, impide saber si Balañá ocupó algún cargo en los primeros años de la asociación, pero la prensa informa que, en 1910, fue elegido vicesecretario del entonces ya conocido como Centre Republicà Català Sang Nova de Hostafrancs32. A las pocas semanas la nueva junta se adhirió a un homenaje a un joven valor de la ufnr, el concejal Manuel Rius y Rius, que se había distinguido combatiendo en los plenos municipales las conocidas corruptelas del partido lerrouxista33. Balañá no sospechaba entonces que Manuel Rius, hijo del legendario alcalde Rius y Taulet, sería una presencia constante en su vida.
9 Archivo Histórico Archidiocesano de Tarragona. Pla de Cabra. Parroquia de Santa María. Libro de cumplimiento pascual. 1867. Fol. 29. La familia vivía en la calle de Grau, en el barrio judío (Archivo Comarcal del Alt Camp. Fondo Ayuntamiento Pla de Santa María. Caja 222. Padrón Municipal 1860).
10 En el Juzgado de Paz consta como fecha de defunción el 28 de noviembre de 1894.
11 Padrón Municipal de Habitantes 1924. Volumen 1694; Gaceta Municipal, 20 de marzo de 1924.
12 Registro Civil de Barcelona. Certificado de nacimiento. El bautizo se celebró el 16 de diciembre (Archivo Diocesano de Barcelona. Acta de bautizo).
13 La Vanguardia Española, 26 de febrero de 1965.
14 Anuario Riera. 1902. El taller ya no aparece mencionado en la edición de 1904.
15 Entrevista a Montserrat Guardiola Amat, 23 de febrero de 2022.
16 Archivo Municipal de Tarrasa. Padrón 1885. Distrito ii, fol. 130, calle Cruz 47; Padrón 1894. Distrito ii, fol. 145, calle Cruz 75. La madre, ausente en el primer padrón, se dedicaba a «sus labores». Las hijas nacieron respectivamente el 11 de septiembre de 1885 y el 29 de diciembre de 1888.
17 Archivo Municipal de Tarrasa, Padrón Municipal. 13 de diciembre 1895.
18 Registro Civil de Barcelona. Certificado de nacimiento. 14 de enero de 1895.
19 Registro Civil de Barcelona. Certificado de nacimiento. 5 de abril de 1900.
20 La Vanguardia, 15 de julio de 2007. Se indica textuamente «Plaza de la Constitución». En cierta ocasión, un aficionado taurino de Sants me contó que su abuela había estudiado en la misma escuela que Balañá.
21 Grup de Recerca de Sants, Hostafrancs i la Bordeta. (2014). Les escoles fins al 1939 a Sants, Hostafrancs i la Nordeta. Llums i foscors. Riera de Magòria, p. 41.
22 Solidaridad Nacional, 10 de diciembre de 1960.
23 Tele-Expres, 25 de febrero de 1965.
24 Presentó la moción en el pleno municipal del 1 de marzo de 1917. Se aprobó el 28 de enero de 1918.
25 La Vanguardia Española, 26 de febrero de 1965.
26 Archivo Municipal del Distrito Sants-Montjuïc. Caja 6282; Archivo de la Subdelegación del Gobierno. Caja 115 de Asociaciones. N.º reg. 1246.
27 Solà Gussinyé, P. (1993). Història de l’associacionisme català contemporani: Barcelona i comarques de la seva demarcació 1874-1966. Generalitat de Catalunya, p. 153.
28 García i Palacín, A. (1996). Hostafrancs: 150 anys d’història. Amics de la Història i de les Tradicions d’Hostafrancs, pp. 130 y 131.
29 Padrón Municipal de Habitantes. 1930. Dtto. 7. Tomo 73. Fol. 49; El Poble Català, 18 de junio de 1910.
30 La Vanguardia, 17 de febrero de 1923. Sobre sus actividades culturales, véase Butlletí de l’Associació Protectora de l’Ensenyança Catalana, enero de 1920.
31 Vayreda, M. (2017). Sang nova: novel-la muntanyenca. Diputació de Girona, p. 363. [«Yo batallaría por la fundación de una institución en que, bajo el lema de “Sangre nueva”, se reuniesen todos los tocados de la gracia del espíritu de resurrección de la sociedad cristiana. Como San Vicente de Paúl fundó la institución de la caridad, yo pediría a Dios fuerzas para fundar la de la redención social»].
32 El Poble Català, 18 de junio de 1910.
33 El Poble Català, 3 y 11 de julio de 1910.