Capítulo tercero
Doble analepsis o flashback
Siempre será necesario hacer proyectar en la pantalla desplegada de la imaginación algo de lo que ya ha pasado por cada uno de nosotros, a partir del punto que originó la secuencia de la historia. Y luego, también será necesario que la película del recuerdo no se quede trunca, sino que recorra hasta el final la historia y no sea de esos relatos que por no tener hondura nacieron para quedarse truncos. Incluso es necesario rodar con la imaginación la película del futuro hasta llegar, tal vez, al posible desenlace, con tal de saber si culmina de alguna manera, o bien, si se trata de uno de esos posibles callejones sin salida que se presentan ante nosotros cuando un relato queda incongruente y falto de sentido.
La vida del espíritu o vida interior lleva a las preguntas sobre el sentido y valor últimos de la vida. Y, a veces, esas preguntas parten de la analepsis que también se dice flashback. Se trata de un conjunto de instantáneas o flashbacks que son una especie de némesis o venganza que se deriva de la experiencia de vivir y que pueden traer como resultado el desconsuelo más absoluto. Daré cuenta de dos:
1.º La muy famosa remembranza de Macbeth, el tirano y asesino, cuando, al final de su existencia, ve que no hay salida y que todo lo vivido es una decepción, un cuento fallido que, narrado por un idiota, va a rematar en lo más absoluto del silencio, del absurdo y de la nada.
2.º Otra secuencia que desemboca también en una pesadilla es la que narra con sus ocurrencias geniales Fellini en una película acerca de la relación entre varones y mujeres que transcurre al final del siglo XX por el camino del lujo, de la opulencia y del aparente hartazgo sexual. El sexo lúdico culmina en el fracaso definitivo del amor. La película va desnudando decepciones paradójicas de un don juan moderado que colecciona aventuras y decepciones. Antes de culminar el relato, la película nos presenta a un multimillonario que organiza opulentas fiestas en una mansión descomunal en la que atesora una colección de videos con contienen una selección antológica de gritos orgásmicos de mujeres de todo tipo. Una antología del sexo lúdico que derrocha, en realidad, el humor más negro que un voyerista pudiera coleccionar. Ante eso, el protagonista del filme, un hombre común y corriente, remata y concluye su propia pesadilla asumiendo una decepción muy posmoderna que consiste en ver como un fracaso la relación amorosa con su propia esposa.
Claro, después de tales secuencias, se impone intentar que el lector explore el posible lado opuesto.
Viene por eso (3.º) un contraste absoluto, después de tantas bajadas y subidas y sorpresas de Fellini, al preguntarle a un tal Javier, si él puede sugerir el lado opuesto a las preguntas que se hacen a sí mismos tanto Macbeth como Fellini ante los flashbacks de su propia existencia. El lado contrario a la negación tendría que ser un flashback con el eros en el que se sucedan secuencias que puedan quizás sugerir el arribo a un buen puerto. Si el lector se mira a sí mismo, tal vez acabará por reconocer que hay en su propia vida también nostalgias buenas, ciertos instantes que le fueron muy gratos en su vida ya vivida: siempre hay sueños elevados por la loca y esperanzada imaginación, así como aspiraciones nobles que se nos van atravesando a todos en la vida.
La pregunta a estas alturas es si cada uno tendrá algo que decir. Si se podrá vislumbrar al final de la vida esa lucecita que tanto dicen que se mira al final del túnel. ¿Habrá secuencias que lleven a la tierra prometida y que puedan rememorarse desde el desierto de la vida? ¿Habrá lectores que quieran hacer prospectivas, como dicen los pedantes? ¿Qué tal si la literatura y la filosofía vienen siendo, en el fondo, para buscar el sentido y valor a la vida? ¿Y qué tal si el yo es una resbaladilla continua hasta tocar el más profundo fondo de uno mismo y así poder reaccionar? Todos buscamos salida a nuestras pesadillas. Todos queremos despertar y darnos luego la oportunidad de empezar un subir para dirigirnos hacia las cumbres de la cordillera de la paz y de la alegría.
¿Habrá algo que sirva para desbaratar el mito de Sísifo por el que los dioses condenan al hombre a un continuo cargar para subir y luego bajar piedras de una cumbre? En vez de ese mito por el que las personas primero se vuelven locas y más tarde son asesinadas por los dioses, ¿habrá otra analogía que nos pinte esta vida en el icono realista que nos ayude a entender la vida de otro modo? La vida es un misterio que, aunque no se acabe de entender, puede entenderse como se entiende la existencia del mar.
Nada sería más hermoso, por ejemplo, que entender por qué el gran Lope de Vega llamó a su propia vida «¡Pobre barquilla mía!, entre peñascos rota, sin velas desvelada, y entre las olas sola…» y, luego, se pone a dialogar con ella y se da cuenta de que ella no le quiere hacer caso, sino que quiere seguir repitiendo los riesgos de otras navegaciones aún más riesgosas con tal de encontrar lograda alguna de sus aspiraciones más grandes.
1.º Va primero el flashback del desesperado Macbeth cuando ve llegada su hora de morir:
“El Mañana, y el mañana y el mañana
se arrastra con paso mezquino día tras día,
a la sílaba final del tiempo escrito que nos resta:
y la luz de todo nuestro ayer que guía a los bobos hacia el polvo de la muerte.
¡Apágate ya, breve flama de vela fugaz!:
La vida no es más que una sombra que camina;
un pobre actor que en escena se apasiona y contonea
pero que pronto sale de ella y ya no se le oye más;
se trata de un cuento que narra un idiota,
lleno de ruido y de furias, al inicio,
pero que, nada significa en realidad…”.
En este aspecto se trata de la némesis3 que permite descartar lo que el eros4 ha mostrado erróneamente como un sentido bueno de la vida, pero que, en realidad, solo se trata más que de ilusiones absurdas.
En efecto, ¿qué sucedería si tuviera razón el tirano y asesino múltiple que es Macbeth cuando ve venir un bosque caminando para destronarlo, matarlo y hacerle rendir cuentas de sus actos? Shakespeare nos presenta así el icono del Maduro que tantos quisiéramos ver ya caído: el bosque que avanza es el pueblo indignado que no soporta más al tirano y que va a destronar al usurpador y matón. Las brujas le profetizaron su pronta muerte que ocurriría, precisamente, cuando viera avanzando un bosque hacia él. Entonces el ateo Macbeth, en vez de arrepentirse y cambiar, califica a su propia vida como algo sin significado alguno que ha narrado a gritos un grandilocuente actor que ve el transcurrir del día con día como algo sin sentido, como un cuento contado por un idiota pero que no significa absolutamente nada.
2.º La ciudad de las mujeres, película de Fellini (1980)
Hay una película con un enorme humor negro que nos muestra ingeniosamente la crisis que ha avasallado al hombre contemporáneo en la culminación del siglo XX y al arribar los primeros años del nuevo milenio. Revela de qué manera increíble las relaciones conyugales y sentimentales y hasta las meramente sexuales pueden poner en crisis las relaciones entre varón y mujer. Se trata de la pesadilla de un don juan con las mujeres de su vida, y, de paso, cómo tiene que enfrentarse a ciertas feministas extremas y desaforadas que quieren acapararlo. Federico Fellini escribió, produjo y dirigió en 1980 el célebre filme La ciudad de las mujeres que hace un genial flashback que da cuenta de una pesadilla barroca que sufren los donjuanes —y, de paso, también muchos maridos—, con una edad madura en que, de hecho, pueden explotar el rompimiento y el conflicto final de muchos matrimonios. Hay en la película un concentrado de casi todos los conflictos ideológicos y relacionales que se han vivido a lo largo del siglo XX —y en todos los demás siglos—, hasta culminar en el cortocircuito de la posmodernidad en el que el caos se ha convertido en la causa eficiente y final al que parecen condenadas fatalmente muchas de las relaciones llamadas amorosas. Se arriba por medio de esta percepción a la posverdad que va a deconstruir todo lo que antes se tenía por valores trascendentales y que quedarían convertidos en algo absolutamente equívoco. Es el caos, aparentemente, ya sin retorno, existente en las relaciones entre las mujeres y los varones de hoy. Se trata de una síntesis artística que el cineasta mencionado hace del conjunto de los dramas de nuestros tiempos y que el papa san Paulo VI previó como una crisis que sobrevendría a la humanidad. Fue, precisamente, por oponerse a la separación entre sexo y amor que tal papa recibió el aborrecimiento de muchos en su tiempo. Su profecía del aceleramiento del desastre moral que sobrevendría con la separación definitiva que entre sexo y amor se daría a causa de los anticonceptivos al convertir el sexo en un pasatiempo meramente lúdico. Los que en él participan sin amor ni responsabilidad, al dar rienda suelta a sus pasiones, convertirán a las personas con la que practiquen las relaciones sexuales en cosas o meros objetos de uso —¡úsese y tírese!—. A esto, sobrevendrá una gran decepción. Los frutos que dará la pretendida «liberación sexual» que se hará consistir en un mero juego con el que entretenerse y darse placer sentimental, sexual y sensual será la decepción y el desprecio por la persona del otro.
A Fellini5 le encantan los sueños y las pesadillas. Dijo: Siempre me han atraído los sueños, pero de todas las películas solo La ciudad de las mujeres es casi totalmente un sueño». En esta película, cada cosa tiene un significado escondido, tal y como en los sueños, salvo al comienzo y al final, cuando Snàporaz está despierto en el coche cama. «Es el desenlace angustioso del sueño de Guido en Ocho y medio». Diremos que desde el inicio de la pesadilla hay un ir hacia abajo en una resbaladilla interminable por la que se va bajando cada vez más. Esta caída continua estará siempre alternada con unas escaleras que incitan al que ve la película a luego subir interminablemente para tampoco llegar a ninguna parte. La obsesión contraria a la resbaladilla al placer juguetón está representada por un continuo subir y subir escalones que culmina en una cima inexistente… El despertar tiene que ser algo de lo más confuso que a la imaginación le sea posible narrar.
El resumen del filme que se hace en la citada página de Fellini dice:
«Un tren atraviesa el campo. En un compartimento está durmiendo Snàporaz, un galán de cincuenta años. Aparece una desconocida muy atractiva y el hombre la sigue. En el servicio los dos empiezan a flirtear, luego la mujer se baja de improviso del tren en un paisaje misterioso. Y detrás de ella, baja Snàporaz. En el Grand Hotel Miramar se está celebrando un congreso internacional de feministas. Mientras sigue buscando a la misteriosa pasajera, a Snàporaz lo confunden con un periodista y lo agreden. Socorrido por una Soublette en patines, durante la huida se resbala por las escaleras y va a parar a la bodega donde encuentra a una sargentona que lo acompaña en moto hacia la estación. Nada más llegar al campo, la sargenta intenta violarlo. Y Snàporaz huye una vez más y es perseguido por mujeres embravecidas. Se refugia en el castillo del dottor Katzone, un antiguo compañero de la escuela que está festejando su carrera de libertino. Aquí encuentra a su mujer que está borracha y lo llena de insultos… Después de recordar algunas etapas de su educación sentimental, lo capturan las feministas. Su globo aerostático con forma de mujer lo desinflan con metrallazos. Mientras está precipitando, Snàporaz se despierta en el tren, sentado enfrente de su mujer, poco antes que el vagón entre en una larga galería».
Sin embargo, ese resumen esquemático no va al fondo de lo que es la pesadilla soñada ni es realmente capaz de significar lo principal del filme: su síntesis artística e ideológica, sin duda genial, de cosmovisión culminante del posmodernismo del siglo XX, dicha en imágenes, secuencias, resúmenes musicales y operáticos geniales de todo lo habido y por haber, para bien y para mal, en los últimos ciento ochenta años. Sin duda, las secuencias de imágenes deslumbrantes y muchos de los trozos nostálgicos de música popular que han acompañado la vida de quienes nacimos en ese siglo y tuvimos vida suficiente para asomarnos al siglo actual. Pero solo viendo la película puede percibirse toda la ingeniosa secuencia del loco flashback. Y solo interpretando el contexto del filme se es capaz de percibir la decepción que espera a todos al final en este valle de lágrimas que es, supuestamente, lo que espera a toda la humanidad. Cuando se interroga a las experiencias derivadas de ese flashback de si las cosas tienen que ser así necesariamente, viene la respuesta de que todo lo que decimos que es amor termina en un equívoco total. Pocos serán los que vean este filme que tengan una distinta visión de las cosas. Quizá la mayoría se contagie con retrospección del filme y con la crueldad de su decepción final.
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Pero, así como nos hemos referido a la némesis dolorosa de las pesadillas que, en flashback, nos llevan a la falsa respuesta de negar a esta vida valor alguno y de confundir al amor con una secuencia de gritos orgásmicos coleccionados por un loco perdulario, me propongo presentar un conjunto de nostalgias que plantean preguntas y respuestas opuestas y en sentido contrario al que produce la pesadilla del filme citado. Hay en muchas vidas y trayectorias humanas rememoraciones que proponen la nostalgia de un paraíso perdido o las visiones esperanzadoras de otra realidad distinta. Y secuencias en flashback que plantean como absurda la negación de un paraíso definitivo. Aquí se enumera una secuencia de un flashback de un tal Javier que viene dándose entre espesas nubes aborregadas.
A continuación, al recorrerse una sucesión de instantáneas, audiciones y secuencias ocurridas en las nostalgias de ese Javier, el conjunto lleva a formular preguntas para la deliberación que atraen hacia una respuesta opuesta a la desesperanza. Quizá si hiciera el lector su propia remembranza, esta podría conducirlo a adoptar juicios de valor y decisiones generosas… Ni siquiera la muerte que nos espera podría impedir todo esto. Tal vez, lector, si repasas tus propias remembranzas, el eros te conduzca a la reafirmación de valores y quizá te conduzca hasta el ámbito de lo sagrado y de la religión. La némesis que depura lo negativo puede engendrar bajo el misterio del amor una culminación de esta vida en aquel que sea su destino definitivo. Se te invita, lector, a constatar que, al deconstruir y desmantelar las visiones negativas tanto de Macbeth como de la película de Fellini, se recupera una visión polifónica de la vida y se rechaza la equívoca cacofonía total. De esta manera, puede uno autoapropiarse de la intelección de que es posible asignar valores a la vida de una manera más comprensiva y verdadera. Es el intento de indagar si se puede intentar hacer una ontología de lo humano —aunque sea débil— que nos haga autoapropiarnos del valor de la vida.
Gianni Vattimo —quien nació en 1936, el mismo año en que nacieron el papa Francisco y Javier— afirma que se puede hacer un reconocimiento de los valores, aunque sea de manera imperfecta o débil, pero que hay algo salvable en la manera de percibir nuestra existencia. En seguida hacemos el flashback de cara positiva que intenta replantear de una manera mejor las preguntas y las respuestas acerca del valor genuino de la vida. Y si no te sirve, te conmino, lector, a hacer un flashback propio…
3.º Van las remembranzas que, en cadena, nos muestra Javier:
•No cumplía los cuatro años. Me acuerdo de que, al abrir una puerta, dije algo, casi a gritos, que resonó en toda la casa y fue inmensamente chistoso. Al oírlo, toda la gente de mi casa instalada en el segundo piso de una casona de la colonia San Rafael empezó a festejarme lo que dije con una jubilosa e interminable carcajada. Entonces me dije: «qué ingenioso soy», y se me quedó, desde entonces, el deseo desaforado de hablar y más tarde de escribir para otros y poder hacer que repitiera, otra vez, la dulce sensación del entusiasmo que yo sentí en aquella ocasión extraordinaria, cuando oí el reír de mis íntimos.
•A los cuatro años, impuse a mi madre el que se encaramara a bajarme unas toallas que se hallaban en lo más alto de un armario. ¡No hay cosa mejor para un niño que hacerse obedecer por su madre! Pero, claro, ella me las arrebató cuando se dio cuenta de que lo que yo quería era jalarle los hilitos a cada una de las toallas: «¡Ah, no!, ¿para eso las querías, eh?».
•De muy niño, al final de una comida, un tío, de doce años, cuando yo tenía menos de seis, me mostró completo —y en pleno esplendor— su nutrido y muy bien conjuntado teatro de títeres. Actuó para mí, moduló varias voces y me dramatizó una representación en la que hasta brujas salían.
•Impuse a mi padre que me comprara un teatro completo con todo y títeres y a los ocho años lo inauguré con una función en el pasillo de la que fue mi casa de la Nueva Anzures.
•Mientras me hacían acoso escolar mis compañeritas del primer kínder al que asistí, una niña, Anita, llena de ternura, con seis años, un poco mayor que yo, y vecina de mi maravillosa tía Josefina que me duró tan poco, empezó a consolarme tan dulcemente que suspendí de inmediato mi llanto y me puse a suspirar.
•Había un primo, Nico, de mi edad, y su hermana pequeña, ¿Amelia?, que apenas empecé a jugar con ellos y en cuanto los vi, se me vino la avalancha de la loca simpatía.
•Raymundo, el primo de mi edad, era como otro hermano con el que jugar.
•Y la Licha, la Chata y Anita fueron mis primas mayores que me fueron de inmediato simpáticas.
•Fue alegre cuando los tres hermanos niños que éramos bailamos con ciertas tías jóvenes de la familia, bastante pochas, que nos mostraron el baile como un juego nuevo.
•La casa del tío Alfonso y de su familia eran un lugar para plácidas visitas.
•Pero las visitas más embrujadas fueron las del tío perfecto que se llamaba Jorge con una gringa que combatía con nosotros a cojinazos. Jorge nos sacaba de la escuela para llevarnos a pasear: cajas de chocolates Larín y paseos en las trajineras del Xochimilco paradisiaco de los años cuarenta y tantos.
•Mis abuelos paternos y dos tíos consentidores vivieron con nosotros en nuestra casa.
•Los amigos de primaria y secundaria fueron, cada uno de ellos, un recuerdo imborrable: Humberto, el primero, siempre solemne, un tal Pérez del que ya no me acuerdo y al que visité una vez.
•Los scouts de México fueron una buena idea: en la patrulla de las zorras estaban todos los amigos y acampamos varias veces en las inmediaciones de la Ciudad de México que era muy segura allá por la quinta década del siglo XX.
•La preparatoria fue la surtidora perfecta de amigos para toda la vida: Manuel Zermeño, Jorge J. Sánchez Cavazos, Mario de Silva, Mayorga, Manuel Hernández, el Filafil, Gerardo, el sacerdote, Jose Luis Martínez de la Vega, Alex Cardini, etc., etc. Y de Química, Jaime Gómez Pantoja; y de Ingeniería, Raúl Paredes y Hernández.
•En la preparatoria inventé yo el futbol con corcholatas, siendo la portería una alcantarilla ad hoc en el patio nuestro situado en la calle de Sadi Carnot. Causó tanta sensación disparar a gol desde las filas que formábamos al entrar y salir de clase que yo fui castigado por el director debajo de una campana por más de media hora. Aún recuerdo el júbilo que me produjo mi invento. Desde el balcón pedíamos a mediodía las deliciosas tortas compuestas que vendían a la vuelta de la esquina con San Cosme.
•Los bailes de la casa de Humberto, en el que varones y muchachas adolescentes inventaron una especie de huelga capricho, negándose a bailar entre sí por cerca de media hora.
•El Tívoli y el aprendizaje de las leperadas que, a veces, me siguen sonando muy chistosas. En el teatro Tívoli el voyerismo sexual, aparentemente desenfadado y no muy bien disimulado tras el humor negro, nos enseñó a reír a carcajadas de todo lo sexual, pero no nos educó en esa materia para poder abordar las relaciones sanas con las mujeres, con vistas al matrimonio. El sexo lúdico ya figuraba en el subconsciente de los jóvenes católicos de mis tiempos como hipocresía o esquizofrenia. Con el tiempo, y al conocer muchachas hermosas y buenas, poco a poco, la némesis nos vino mostrando que era preciso autocorregirnos continuamente si queríamos actuar y ser inteligentes, contener nuestra propia frivolidad, vulgaridad y mal gusto y rechazar todo eso, como algo estúpido, aunque tanto nos hiciera reír cuando fuimos muchachos —y aún se repiten hoy, sin poderlas evitar, algunas de aquellas carcajadas—.
•El Teatro de Bellas Artes y sus conciertos de la sinfónica y de la ópera a los que asistía.
•El hipódromo, los toros, el futbol, el beisbol, los dos frontenis, probar el inicio de la caja idiota y la charla y convivencia en alguna fuente de sodas, en los restaurantes elegantes o en alguno que, arrinconado en las calles del centro, nos parecía una plataforma formidable para iniciar nuevas aventuras. Toda esa actividad nos fascinaba y nos hace encontrar las emociones más alegres con las que vivir una vida que parecía perpetuamente fascinante.
•Los viajes a Los Ángeles con Jorge, el tío perfecto.
•La UNAM: Facultad de Derecho 1955-1959; Escuela Nacional de Música, 1960. De la primera, los grandes amigos: David Bensussen Rodríguez, Salvador Leglisse Cordero… De la segunda, una profesora maravillosa: Consuelo, y un amor imposible que fue la primera amiga que quedó siéndolo siempre porque, en vez de engañarme, me dijo desde el inicio que no me quería ni me querría nunca.
•Los despachos de abogados que mostraban la ambivalencia de los litigantes de esa época y las decepciones y contradicciones tan grandes que sufrir en cuanto tuvimos que confrontar los ideales con las prácticas; la teoría con la realidad. El arte del derecho con la práctica de él; los ideales políticos que en la dictadura perfecta. Todo esto parecía el cuento de nunca acabar. Ni ejercicio natural de la política ni de nuestra profesión con el Estado de derecho retorcido, primitivo y con farsa electoral perpetua de una dictadura bien calificada como perfecta. ¿Quién con vocación de jurista pasa sin sufrir la contradicción entre el ideal vocacional y la realidad? ¿No era acaso la dictadura perfecta el ambiente natural para todas las esquizofrenias posibles?
•La aventura de la vida cuando cambié mi residencia a Tijuana. Un diciembre de 1963 llegué a dicha ciudad que iba a ser, a la postre, mi residencia definitiva. Conocí a una multitud de gente buena que me recibió con toda la alegría posible del mundo. Probarme a mí mismo y salirme con la mía eran mis retos diarios. El ambiente fiestero, la generosidad de la gente, el amigo cancionero con su guitarra que empezaba a cantar con un «¡Y dice...!» y arrancaba la secuencia de semitonos modulando las armonías de los boleros con la letra más cursi posible, pero, a veces, con melodías inspiradas.
•Unos meses después me mudé a vivir a Ensenada. Fueron seis años de aventura en ese acogedor y mítico puerto en el que empecé a madurar y a encontrar el amor definitivo. Ahí intenté la política de oposición contra el monstruo de la dictadura perfecta. Ahí empezó también mi vida como académico, que se extendería después a diversas universidades. De todo eso da cuenta mi libro El sitial de las almas, 2016, Tijuana B. C., edición del autor.
•De la poesía raquítica que, a pesar de mi inconstancia, escribí a lo largo de mi vida, salió el libro Llovizna, edición del autor, 2017, Tijuana, Baja California.
•De la primera parte de mi ancianidad tranquila, el libro El mundo ha progresado una barbaridad, edición del autor, 2018, escrito en Tijuana e impreso por Cenit-Nadir Ediciones, México D. F.
•Al final, este libro, lector, que tienes abierto aquí y que espero empiece a bajar de las alturas de la disertación y acabe en relatos más desenfadados y amenos, con los que yo consiga recrear tu espíritu, sin tener que dar tantas vueltas para lograrlo.
•He de morirme, yendo y viniendo a la Casa de la Cultura de Playas de Tijuana, animando un taller de poesía que publicó su primera muestra: el folleto Acuarela, editado en 2019 por el IMAC.
•Mi final será el requiescat in pace, amén, de todas mis nostalgias y de mi dulce partir, de este mundo en el que «se quedarán los pájaros cantando», como lo veía Juan Ramón Jiménez…
3 «Némesis es el aspecto contrario de que se vale nuestro impulso creativo para iluminar mejor nuestra intelección de las cosas importantes. Nos da la parte que complementa y depura la intelección de lo bueno, nos impide ser simplistas e ingenuos y nos ayuda a percibir también el lado contrario al eros, que es precisamente ese conjunto de males nos hacen tanto mal. Némesis era la diosa de la justicia retributiva; o sea, de la solidaridad, de la venganza, del equilibrio y de la fortuna. Castiga sobre todo la desmesura. En muchos casos la desmesura de las ingenuidades más tontas. Sus sanciones tienen usualmente la intención de dejar claro a los mortales que, debido a su condición humana, no pueden considerarse tan excesivamente afortunados que no deben auto corregir sus actos y que esta vida tiene límites. A Creso, por ser desmesuradamente dichoso, lo arrastró a una expedición que provocó su ruina». Cfr. Wikipedia.
4 «Eros más que el dios concebido por la unión ilegítima de Poros (la abundancia) y Penía, (la pobreza), encarna en el pensar griego no sólo la fuerza del amor erótico, sino también el impulso creativo de la siempre floreciente naturaleza, la Luz primigenia que es responsable de la creación y del verdadero orden de todas las cosas en el cosmos». Cfr. Wikipedia. En el sentido en que lo menciona el filósofo canadiense Lonergan, eros nos ayuda a entender lo que, en verdad, es el bien, lo que nos perfecciona, lo que nos hace bien. Pero debe ser complementado con la némesis que también nos hace comprender y apropiarnos de la percepción de lo que resulta falso, de lo que nos hace mal, aquello que es preciso depurar y rectificar en cuanto se trata de apariencias engañosas que hemos de rechazar a tiempo en nuestra vida.
5 https://www.facebook.com/aciprensa/videos/567870120376211/?notif_id=1551035045635870¬if_t=live_video Página de Fellini en la red