¿Alguna vez ha percibido la presencia de un ser querido fallecido? ¿Lo escuchó?2 ¿Lo vio entrar en su sala de estar y acercarse a usted? ¿Sintió su mano tomar la suya en un gesto familiar repetido mil veces durante su vida? ¿Había un olor característico que indicara su presencia? ¿Se comunicó con la persona fallecida mientras dormía, no en un sueño ordinario, sino en un claro y coherente frente a frente que parecía perfectamente real?
Si este es el caso, es probable que haya experimentado un contacto espontáneo y directo con una persona fallecida: una VSCD.
Una «vivencia subjetiva de contacto con un difunto», o VSCD, espontánea y directa ocurre cuando una persona, a menudo, pero no siempre, de luto, percibe inesperadamente a una persona fallecida a través de los sentidos de la vista, el oído, el olfato o el tacto. Muy comúnmente, las personas que experimentan una VSCD (los receptores) simplemente sienten la presencia del difunto o perciben un contacto durante el sueño o al quedarse dormidos o al despertar. La persona fallecida se percibe de una manera que los receptores interpretan como indicativa de la supervivencia continua de esa persona.
Los contactos realizados por iniciativa de los afligidos a través de un médium, que son mucho más conocidos por el público que las VSCD, no son el tema de la investigación presentada y, por lo tanto, se hablará de ello solo brevemente.
Las VSCD ocurren con frecuencia. La literatura indica que entre el 50 % y el 60 % de las personas,5 especialmente las que están de luto, han experimentado una o más VSCD espontáneas. Los testimonios registrados en todos los continentes y durante siglos sugieren que este fenómeno es universal y atemporal. Es evidente que no se trata de una experiencia marginal, sino de un fenómeno social importante. Cada día, un gran número de personas viven estas experiencias y no saben cómo nombrarlas o cómo situarlas en su concepción de la realidad. A pesar de su presencia extendida, las VSCD, paradójicamente, han sido objeto de poca investigación y están ausentes de los medios de comunicación y del discurso público. Como resultado, los receptores generalmente no tienen un marco de referencia para comprender, integrar y beneficiarse plenamente de esta experiencia que no parece corresponder a la concepción de la realidad dominante en las sociedades occidentales.
2. Para facilitar la lectura, he optado por utilizar la forma masculina para designar colectivamente los dos géneros.
3. Tablero de madera que tiene alfabeto y números con el que supuestamente se establecería contacto con espíritus. Según los proponentes del fenómeno paranormal, dichos registros aparecen como voces (masculinas, femeninas, juveniles, seniles e infantiles) que enuncian contenidos significativos.
4. Las psicofonías, parafonías o fenómenos de voz electrónica (EVP) son sonidos de origen electrónico que quedan registrados en distintos tipos de grabadoras de audio y son interpretados con hipótesis muy diversas. Este proceso también se conoce como «TransComunicación Instrumental TCI».
5. Burton, J. (1982). «Contact with the dead: A common experience?». In: Fate, 35(4), 65-73.
Castelnovo, A.; Cavallotti. S.; Gambini, O.; D’Agostino, A. (2015). «Post-bereavement hallucinatory experiences: A critical overview of population and clinical studies». In: Journal of Affective Disorders. 186:266-74. doi: 10.1016/j.jad.2015.07.032. Epub 2015, Jul 31.
Keen, C.; Murray, C.; Payne, S. (2013). «Sensing the presence of the deceased: A narrative review». In: Mental Health, Religion & Culture, 16(4), 384-402, DOI: 10.1080/13674676.2012.678987.
Rees, W.D. (1971). «The hallucinations of widowhood». In: British Medical Journal, 4, 37-41. Rees, W.D. (1975). «The bereaved and their hallucinations». In: I. Schoenberg; A. Gerber; A.H. Wiener; D. Kutscher, A.C. Carr (Eds.) Bereavement: Its psychosocial aspects. New York: Columbia University, 66-71.