Introducción.
Un hombre, un camino, un libro

«La felicidad parece un sueño imposible. Como lloraba el poeta: “Felicidad, sueño vano de un bien que no está en la tierra…” Pero como la hiedra a una pared ruinosa, ese sueño se agarra a la mente y al corazón del hombre y renace, inextirpablemente, en cada hueco y en cada hendidura de la existencia humana».4

Mirando nuestra vida de cerca, la vida personal de cada uno, caemos en la cuenta de que sufrimos mucho; a nivel físico, social, laboral y emocional. La felicidad parece un sueño imposible. ¿Por qué no somos felices? ¿Qué nos impide la felicidad? ¿Existe un modo de ser feliz? En este libro deseamos acercarnos a ese anhelo de felicidad que todo hombre y toda mujer tiene grabado en su ser desde que nace. Creemos que es posible alcanzar esta meta. Lo vemos en la vida de las personas que lograron un grado considerable de realización personal y, como consecuencia, de felicidad. Por eso consideramos que el hombre y la mujer que desarrollan su personalidad son felices, y esto empieza a suceder desde el inicio del camino de trabajo personal. Desde que ponemos en marcha el proceso de crecimiento y desarrollo. De modo que el hombre y la mujer que desean ser felices pueden ponerse en camino hacia la felicidad humana desarrollando su personalidad.

Ofrecemos en estas páginas un camino hacia el desarrollo personal, en memoria del sacerdote jesuita Mateo Andrés: profesor, escritor, conferenciante…, fallecido en el año 2008. Por más de cuarenta años, enseñó un concreto y sencillo camino hacia el proceso de crecimiento personal y comunitario; con sus clases, sus libros, artículos, retiros y talleres. Su obra principal, Puedo ser otro y feliz, es el eje en torno al cual giran sus escritos. Queremos compartir en este libro las riquezas de sus enseñanzas para el crecimiento y el desarrollo personal, que da como resultado la paz personal y social, la aceptación propia y de los demás. Una vida más plena. Este es un camino sencillo y real que se adapta a toda persona y situación. Los seguidores de los libros y escritos de Mateo Andrés, quienes participaron de sus clases, cursos y retiros, son un grupo importante de personas a quienes también nos dirigimos en este escrito, para mantener viva su enseñanza. Las citas a sus publicaciones son frecuentes, por deseo expreso de Mateo. Cuando le dije, en 1998, que quería escribir sobre su pensamiento, me respondió con una sola frase: «Ve a mis libros, saca de ellos lo que quieres saber de mí».

Este escrito, que nació como texto de una tesis, guarda bastante relación con dos visiones actuales del humanismo: la psicología humanista y las terapias de tercera generación, conocidas como terapia de aceptación y compromiso (ACT). Mateo siempre enseñaba en sus clases dos modos de lectura: la horizontal y la vertical. La lectura horizontal es la lectura misma del texto, por ejemplo, la «P» antes de la «A» se pronuncia «PA». Pero en la lectura vertical, el lector entra en diálogo con el texto, después de hacer una correcta lectura horizontal: leo un párrafo, cierro el libro y me pregunto: ¿a mí qué me dice? ¿Qué entiendo de esto que acabo de leer? La ampliación y el enriquecimiento del pensamiento de Mateo Andrés, que presentamos aquí, es fruto de la lectura vertical de sus escritos, siguiendo la corriente de la psicología positiva, que estudia de manera científica las fortalezas, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los individuos, lo cual se aleja del positivismo filosófico de Augusto Comte.

Más que un resumen o esfuerzo de síntesis organizada del pensamiento de Mateo Andrés —que se refleja especialmente en el segundo capítulo—, queremos subrayar la importancia del sujeto a tratar: la personalidad (primer capítulo). Presentar, más adelante, los recursos fundamentales que Mateo Andrés propone para su desarrollo (segundo capítulo). Con el objetivo de aterrizar en el tercer capítulo de la autorrealización, que es fruto maduro del proceso de desarrollo personal y paso cierto en el camino hacia la felicidad. Pero no nos quedamos aquí, deseamos ir más allá, hacia la trascendencia.

El presente escrito tiene un marcado carácter híbrido, conjugando ciencia y espiritualidad, donde ambos aspectos de la realidad se complementan para alcanzar uno de los objetivos de este libro: llegar a todos los lectores. No debe resultar extraño que un monje conjugue la espiritualidad con la filosofía, la psicología y la autoayuda. Los Padres del Desierto —monjes que en los primeros años de la cristiandad se retiraron para vivir en soledad y oración continua— son maestros en humanidad, son sabios en la comprensión del corazón humano y expertos en la búsqueda del saber por excelencia, que es Dios mismo.5 Como indagaremos en el primer capítulo, la persona es una sola, no somos compartimientos de ahora toca espiritualidad, ahora toca ciencia, ahora tecnología…, aunque, en la sociedad actual, se vende como normal la división interna de la persona, donde el ser, el pensar y el hacer no van de la mano. Tal vez, esa sea la causa de la angustia y la desazón internas de aquellos que no se encuentran consigo mismos.

Queremos remarcar esta idea de unidad e integración, de todos los aspectos que forman la personalidad. Asimismo, el apelativo «monje», que significa uno —del término monos en griego—, indica que, mientras el monje busca a Dios en el monasterio, recorre un camino de unificación interior —consigo mismo— y exterior —con los hermanos de comunidad y con toda la humanidad—. También cabe mencionar una de las características principales de la Orden Cisterciense a la que pertenezco: nuestros padres son especialistas en antropología, como quedó plasmado en sus abundantes escritos.6 Por eso, queremos llegar a todo hombre y a toda mujer buscador y buscadora, caminante; sin importar su credo religioso, espiritual; si es practicante, creyente o no, porque el bien y la bondad, el deseo de ser mejor y vivir en plenitud, está inscrito en la esencia de la humanidad.7

Entrar en contacto con mi ser, tomar conciencia de lo que me gusta o me disgusta, de lo que es bueno y negativo para mí; distinguir hacia dónde me dirijo y cuál es el sentido de mi vida; en resumen: abrirme a mí mismo, a los demás, a la trascendencia. Consideramos que desarrollar la personalidad me aporta una percepción más cercana a la realidad, me hace ser más libre, generoso, creativo, con un alto sentido de responsabilidad y una mayor tolerancia para afrontar con autenticidad los desafíos de cada día. Profundizar en el conocimiento de la personalidad y, en consecuencia, desarrollarla, me hace crecer y madurar como individuo. Si este libro fue útil para uno solo de sus lectores, así como lo fue para mí y para otros que lo leyeron, ha cumplido en gran parte su cometido.

Para el hombre y la mujer de nuestro tiempo, es un auténtico desafío edificar-nos, trabajar-nos, aprender a amar-nos. Cada capítulo quiere dar un paso hacia esa meta. En el primero, que llamamos planos, analizamos la personalidad y sus componentes, hacemos un sondeo general sobre el significado del concepto «personalidad» y los niveles que la componen, pretendemos abarcar sus raíces, su amplia estructura y siete teorías sobre su configuración. En el segundo, nos centramos en los materiales, es decir, en las herramientas que Mateo Andrés considera apropiadas para el desarrollo de la personalidad y otras que recomendamos. Y en el tercer y último capítulo, nos ponemos manos a la obra con los tres pasos fundamentales del método de Mateo Andrés para aceptarme y ser feliz, y, en consecuencia, hacer felices a los demás.

Las frecuentes citas que aparecen no son insignificantes. Están al servicio de los investigadores y para quienes deseen profundizar, de manera personal, leyendo verticalmente, mientras se abren camino en el desarrollo personal. Del mismo modo, queremos mantener un diálogo con el lector por medio de las cápsulas que aparecen al final de cada bloque. Estas cápsulas son como breves motivaciones para contrastarnos con lo leído y así entrar en un «tú a tú» con el texto, ansiando que esta no sea una lectura más, sino que, como el buen vino, deje poso en la vida personal.8 Las cápsulas al final de cada unidad pueden ser pequeños instantes de reflexión, de meditación o un stop en el transcurso de la lectura, como desees emplearlas. Del mismo modo, los ejemplos que encontrarás en la lectura van en esta línea, con el anhelo de que tú pongas tus propios ejemplos al llevarlos a tu realidad. Así también los gráficos que acompañan el texto quieren ayudar en la comprensión del texto. Si tanto las citas como las cápsulas de retroalimentación después de cada unidad suponen un entretenimiento innecesario, puedes prescindir de ellas y seguir adelante con la lectura.

Cuando experimentamos nuestra limitación y pequeñez, cuando vivimos en la confusión, la ansiedad y la frustración, sentimos una desesperada necesidad por descubrir qué nos falta. Por eso queremos ayudar al hombre y la mujer concretos en la búsqueda de su felicidad, que ya está como una semilla dentro de nosotros, esperando que la hagamos germinar. Este escrito desea ser una aportación real a muchas personas que desean salir del sufrimiento y comenzar el camino de su desarrollo.

«Descubrimos que contamos con pocas ayudas para guiarnos en nuestra búsqueda y que debemos confiar en el único poder que tenemos, en ese instinto natural que nos impulsa hacia la creación, la elección, la liberación y el cambio».9


4 Andrés, M. (1997). La felicidad personal: ¿utopía o posibilidad concreta? (p. 15) (2.ª ed.) Santo Domingo: Amigo del Hogar.

5 Sabiduría 7, 21. 8, 6.

6 Nuestros padres cistercienses son maestros en el conocimiento del corazón humano. Esta sabiduría quedó plasmada, especialmente, en los sermones que daban a los monjes de sus comunidades, en la sala del capítulo, donde los hermanos se reúnen con frecuencia para recibir la enseñanza del abad. Los padres cistercienses, que son considerados como los principales escritores en nuestra orden, son Bernardo de Claraval, Elredo de Rievaulx, Guerrico de Igny y Guillermo de Saint-Thierry. El listado de monjes cistercienses autores es muy amplio, va desde el siglo XII hasta nuestros días.

7 Veremos este anhelo humano en el tema de la intradistancia, capítulo 2.

8 El poso es el sedimento de levaduras residuales y otras partículas propio de la uva, que se acumula en el fondo de la botella, como resultado de la fermentación y del añejamiento del vino.

9 Buscaglia, L. (1995). Amor. Ser persona: el poder terapéutico de los sentimientos. (p. 198) Barcelona: Plaza & Janés.