Todo el mundo envejece; es un hecho de la vida. Es cierto que esta realidad es más fácil de ignorar durante nuestra juventud, cuando todavía estamos creciendo, cambiando y madurando. Pero, un día, todos nos damos cuenta de que nuestros cuerpos, tal como son, no fueron hechos para durar para siempre.
Las causas del envejecimiento se han empezado a comprender parcialmente ahora, en pleno siglo XXI. Hoy sabemos que la capacidad de nuestras células para dividirse y crear nuevas células sanas es limitada, y también que no pueden reemplazarse a sí mismas. Una vez que las células viejas han sufrido suficiente desgaste, dejan de funcionar con normalidad. Las únicas células que parecen reproducirse sin cesar (hasta donde los científicos han podido observar) son ciertas células cancerosas, que pierden toda relación con su función habitual y cuyos mecanismos normales de control del crecimiento han sido destruidos.
Quizás te estés preguntando: «Si las células tienen una capacidad limitada para dividirse y crear otras nuevas, ¿cómo ha podido la raza humana transmitir genes e información celular y sobrevivir de generación en generación?». La respuesta es que la reproducción sexual permite que dos personas combinen sus genes para crear un organismo completamente nuevo, comenzando desde el principio. Cuando esto sucede, el reloj celular se pone a cero, por lo que la nueva persona tiene la oportunidad de realizar muchísimas divisiones celulares a medida que su cuerpo crece. Durante la infancia (salvo en el caso de algunas enfermedades genéticas congénitas y, por desgracia, algunos casos de cáncer en los más pequeños), las células crecen fácilmente y de forma rápida. Los órganos y otros tejidos también crecen con rapidez, pero según un plan. Sin embargo, aunque a medida que envejecemos podemos continuar produciendo nuevas células, lo cierto es que la división celular se vuelve menos eficiente y comienza a desarrollar algunos problemas.
A medida que envejecemos, la división celular se va viendo limitada por un factor en particular. Cuando una célula se está dividiendo, primero debe copiar su propio material genético (los cromosomas o el mapa genético de tu cuerpo) y luego alinear las dos copias para que pueda dividirse por la mitad y crear una célula nueva. Las «poleas» que alinean los cromosomas se llaman telómeros. Cuando nacemos, estas proteínas tienen una longitud determinada que se va reduciendo a medida que vamos creciendo. Cuando llegamos a la vejez, nuestros telómeros ya se han acortado de forma significativa, por lo que dejan de funcionar.
Preguntas frecuentes (FAQS)
P. ¿La tecnología nos permitirá vivir más tiempo?
R. Es probable que los avances científicos prolonguen la esperanza de vida humana. Actualmente se está debatiendo sobre la posibilidad de que, un día, muchas personas puedan vivir hasta los 120 años si usan medicamentos preventivos, se someten a intervenciones quirúrgicas y médicas y siguen una forma de vida que cuide los aspectos esenciales de la salud, como una nutrición óptima, dormir las horas necesarias, hacer ejercicio, etc. Esta posibilidad no parece tan descabellada cuando se piensa en las posibilidades inherentes al uso de injertos de tejido, como los que usan células madre del cordón umbilical (células regenerativas extraídas del cordón umbilical de un bebé inmediatamente después del nacimiento, que se congelan para uso futuro). Aunque todavía se halla en fase experimental, se han publicado informes sorprendentes sobre la inyección de células madre en el sistema nervioso central para ayudar a las víctimas de accidentes cerebro-vasculares. Existen varias fuentes de células madre y formas de administrarlas, pero es un campo nuevo y complejo. Un célebre exjugador de hockey canadiense que en 2014 sufrió un derrame cerebral recibió una inyección de células madre en un hospital que realizaba esta nueva terapia. Unos meses después, recuperó el habla y pudo empezar a jugar al hockey con sus nietos. En la actualidad se están desarrollando varias investigaciones científicas sobre tratamientos con células madre para enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple.
La vida normal afecta a la capacidad de nuestras células para reproducirse. Las diversas toxinas y sustancias químicas reactivas a las que nuestras células están expuestas con regularidad pueden crear daños que simplemente no podemos reparar, y nuestro ADN es propenso a este tipo de daño.
El oxígeno es un buen ejemplo de un factor cotidiano que puede dañar las células en las condiciones adecuadas. La molécula de oxígeno puede adoptar formas inestables que reaccionan con otras sustancias químicas; un clavo oxidado o una puerta oxidada ofrecen un buen ejemplo del daño que puede provocar el oxígeno. Este elemento es esencial para la vida humana y entra en nuestras células a cada momento. Pero también puede reaccionar con nuestros componentes celulares (incluido el ADN) y dañarlos. Tenemos defensas naturales contra esto, pero con el tiempo el cuerpo se ve afectado por el daño causado por el oxígeno y por otros compuestos reactivos.
¿Sabías que…?
Neurotransmisores
Cuando los neurotransmisores se ven afectados por una enfermedad o por ciertos medicamentos, pueden producirse varios efectos adversos diferentes en el cuerpo. Enfermedades como el Alzhéimer y el Párkinson están asociadas con déficits en ciertos neurotransmisores.
A medida que el ADN, los componentes celulares, ciertas hormonas y otras sustancias químicas corporales se desequilibran y se dañan, el cuerpo sufre alteraciones en su funcionamiento. A pesar de ello, somos seres increíblemente adaptables. Nuestros órganos pueden seguir funcionando por debajo de su plena capacidad, ya que el resto del cuerpo puede compensar, hasta cierto punto, un órgano débil. Pero estas compensaciones, como la retención de agua en una persona con insuficiencia cardiaca o la producción de orina concentrada por una persona deshidratada, tienen un precio. Con el tiempo, la adaptabilidad se erosiona, la degeneración se acelera y el cuerpo ya no puede realizar el milagroso acto de equilibrio que llamamos vida.
La vida humana y las funciones corporales dependen del cerebro. Cuando está sano, bien alimentado y funcionando correctamente, asegura la correcta comunicación entre todos los sistemas del cuerpo y es el hogar de los pensamientos, los recuerdos y la creatividad. Para entender cómo envejece el cerebro de forma natural, resulta muy útil saber cómo funciona un cerebro normal y saludable. Cuanto más aprendemos sobre las diferentes tareas que realiza nuestro cerebro y cómo usamos sus diferentes áreas para realizar esas tareas, mejor entendemos la necesidad de ejercitarlo.
El cerebro es una estructura extremadamente compleja, hecha de tejido y nervios, que controla todo lo que hacemos, desde acciones voluntarias (como caminar) hasta acciones involuntarias (como respirar). El cerebro es responsable de comunicarse a cada momento con todas las demás partes del cuerpo a través del sistema nervioso central (SNC) y el sistema nervioso periférico (SNP). El cerebro también es el responsable de la gestión de nuestras emociones y pensamientos, y de nutrir nuestros recuerdos a corto y largo plazo.
Los científicos están descubriendo lentamente sus secretos, pero en muchos sentidos el cerebro sigue siendo una nueva frontera, por lo que la comprensión de las enfermedades relacionadas con el envejecimiento continúa desafiando a los neurólogos. Sin embargo, no es necesario realizar un curso de neuroanatomía para comprender las estructuras y funciones del cerebro que se relacionan con las enfermedades vinculadas con el envejecimiento. Es apasionante saber cómo funcionan con normalidad nuestros cerebros, ya que nos permite entender cómo a veces dejan de funcionar tan bien a medida que envejecemos.
El cerebro adulto contiene entre 80 000 y 100 000 millones de células. Cada célula tiene alrededor de 100 000 conexiones con otras células. También conocidas como neuronas, estas células envían una señal electroquímica (una pequeña corriente eléctrica) a lo largo de su revestimiento, o membrana, hasta que esta señal llega al extremo de una de las ramas de otra célula. Allí provoca la liberación de un compuesto químico que se adhiere a la siguiente neurona de la cadena, lo que genera una nueva señal. Estos productos químicos se denominan neurotransmisores.
Función de la neurona
Cada neurona tiene un cuerpo celular, que mantiene la vida de esa célula, así como partes especializadas que incluyen un axón y dendritas. El axón envía señales a otras neuronas, generalmente miles de ellas. Las dendritas reciben señales de otras neuronas. La comunicación entre dos neuronas, conocida como sinapsis, se realiza mediante sustancias químicas conocidas como neurotransmisores.

Los neurotransmisores pueden ser excitadores (provocan que una neurona se dispare) o inhibidores (evitan que una neurona se dispare). Algunos de los principales neurotransmisores excitadores son las monoaminas químicas, que incluyen la adrenalina, la noradrenalina, la histamina, la serotonina y la dopamina. La interrupción de la producción de dopamina en el cerebro es un factor causal de la enfermedad de Parkinson. Algunos de los principales neurotransmisores inhibidores son la serotonina y el ácido gamma-aminobutírico (GABA). Otros neurotransmisores serían la acetilcolina y los aminoácidos.
• Acetilcolina
• Aminoácidos: ácido gamma-aminobutírico (GABA) y aspartato de glutamato de glicina
• Monoaminas: adrenalina, noradrenalina, histamina, serotonina y dopamina
• Neuropéptidos: oxitocina, endorfinas y vasopresina
El cerebro generalmente se divide en prosencéfalo (o cerebro anterior), mesencéfalo (o cerebro medio) y rombencéfalo (o cerebro posterior). El prosencéfalo es una región con tres componentes distintos: el cerebrum (o telencéfalo), el tálamo y el hipotálamo. Al hipotálamo se unen algunas otras estructuras especializadas que generan respuestas emocionales para formar el sistema límbico. El mesencéfalo contiene el tectum y el tegmento; el rombencéfalo contiene el cerebelo, el puente de Valorio y el bulbo raquídeo. Una parte esencial para mantener en funcionamiento los sistemas básicos del cuerpo (como la respiración) es el tronco del encéfalo, que se puede describir como el mesencéfalo más la protuberancia y el bulbo raquídeo. Todas estas partes del cerebro interactúan a través de una serie de redes y circuitos de retroalimentación.
El cerebrum, el tálamo y el hipotálamo forman el prosencéfalo. La glándula pituitaria está conectada al hipotálamo y segrega hormonas que regulan la homeostasis (o equilibrio entre los diversos sistemas corporales y el cerebro).
También conocido como corteza cerebral, el cerebrum (popularmente llamado cerebro) es la parte más grande del cerebro humano y está asociado con una función cerebral superior, como el pensamiento y la acción. La corteza cerebral está compuesta por dos hemisferios, derecho e izquierdo, conectados por el cuerpo calloso. El hemisferio derecho se asocia típicamente con la creatividad, el holismo y el reconocimiento de patrones, y el hemisferio izquierdo se asocia con la lógica y el razonamiento. La corteza cerebral también tiene células nerviosas que controlan el movimiento muscular. Muchos de nuestros impulsos motores se originan allí. También usamos la mayor parte de esta sección del cerebro para la función de la memoria, aunque aún se desconoce cómo almacenamos los recuerdos. En algunas enfermedades neurológicas, como el alzhéimer, estas funciones del cerebro se ven alteradas.
El tálamo actúa como centro de procesamiento de la información sensorial que llega al cerebro. La información recopilada de diversas partes de nuestro cuerpo, por ejemplo de nuestras manos, finalmente pasa a través del tálamo en ruta hacia otros centros cerebrales. La médula espinal transporta señales y neuronas (algunas de las cuales miden 90 cm de largo) que, desde el cerebro y a través de los nervios sensoriales, transmiten información hasta nuestro sistema nervioso central. El tálamo es una especie de centro de conmutación que intercepta información del cuerpo. En algunas enfermedades neurológicas, como el infarto cerebral (dependiendo de dónde se interrumpa el suministro de sangre al cerebro), el tálamo se daña y los sentidos se descoordinan.
Lóbulos cerebrales

La corteza cerebral se divide en cuatro lóbulos:
• Lóbulo frontal: asociado con las «funciones superiores» de la mente humana, como el pensamiento complejo, la apreciación del arte, la elaboración de planes y los aspectos más sutiles de la comunicación.
• Lóbulo temporal: importante para la audición y el habla.
• Lóbulo parietal: asociado con la audición, el habla y algunos aspectos del control del cuerpo.
• Lóbulo occipital: recibe información sensorial de los ojos y la transmite a otras partes del cerebro para su interpretación.
El hipotálamo es el responsable de la producción de hormonas. Estas hormonas gobiernan la temperatura corporal, la sed, el hambre, el sueño, los estados de ánimo, el deseo sexual y la liberación de otras hormonas. El hipotálamo forma parte de varias glándulas, incluida la glándula pituitaria, que interactúan dentro del sistema endocrino. Esta interacción es extensa. Por ejemplo, la secreción de la hormona de la glándula tiroides es provocada por la hormona estimulante de la tiroides (TSH), que proviene de la glándula pituitaria, la cual está bajo el control del hipotálamo. En algunas enfermedades neurológicas, como los tumores que destruyen partes del hipotálamo o de la glándula pituitaria, la función endocrina se puede perder o bien aumentar y desequilibrarse.
El sistema límbico, a menudo denominado cerebro emocional, se encuentra dentro del cerebrum. Este sistema contiene el tálamo, el hipotálamo, la amígdala y el hipocampo. La amígdala responde a las amenazas generando sentimientos de ansiedad y energía emocional: la reacción de lucha o huida. El hipocampo es absolutamente fundamental para el aprendizaje y ayuda a «escribir» recuerdos en nuestro cerebro. En realidad, genera nuevas neuronas, y cuanto más rápido aprendemos más se puede regenerar.
¿Sabías que…?
Función ejecutiva
La corteza prefrontal es la parte ejecutiva del cerebro, es decir, la responsable de planificar, juzgar, tomar decisiones y asignar tareas. Tomemos un ejemplo simple: imagina que estás cocinando una nueva receta. La corteza prefrontal organiza tus acciones de manera lógica: primero prepara los utensilios, luego reúne los ingredientes, luego mezcla y cocina los ingredientes. Como no puedes ejecutar todas estas tareas a la vez, la corteza prefrontal las organiza y te permite completarlas secuencialmente. En algunas enfermedades neurológicas, la corteza prefrontal pierde esta capacidad ejecutiva y el pensamiento se vuelve confuso.
Bucle de retroalimentación cerebro-cuerpo
Los tres principales sistemas de comunicación del cuerpo (cardiovascular, inmunológico y endocrino) están gobernados por el cerebro, que estimula la circulación de hormonas que envían señales al cerebro en un bucle continuo. Pero ¿cómo funciona esto? Usando el sistema tiroideo como ejemplo, el hipotálamo envía hormona liberadora de tirotropina a la glándula pituitaria para crear más hormona estimulante de la tiroides (TSH). Cuando la tiroides produce con éxito más hormona tiroidea y los niveles sanguíneos de la hormona aumentan, tanto la pituitaria como el hipotálamo se inhiben y, durante un tiempo, se produce menos hormona tiroidea.

El mesencéfalo es un centro de transmisión de información visual y auditiva. El mesencéfalo incluye el tectum y el tegmento, que a su vez incluye la sustancia negra. La dopamina es un neurotransmisor que se genera en la sustancia negra. Este neurotransmisor se utiliza en la regulación del movimiento. Cuando hay un déficit de dopamina, como en el caso de la enfermedad de Parkinson, el movimiento se vuelve rígido, desigual y difícil. La dopamina también está involucrada en los sistemas de motivación, placer, deseo y recompensa en el cerebro.
El cerebro posterior es responsable de las funciones básicas de la vida, como la respiración, los latidos del corazón y la presión arterial. El rombencéfalo está formado por la protuberancia (o puente de Varolio), el bulbo raquídeo y el cerebelo. Las dos primeras estructuras también se conocen como tronco del encéfalo, que se fusiona con la parte superior de la médula espinal. La protuberancia es un puente que conecta el bulbo raquídeo con la médula espinal y gobierna el sistema autónomo, incluida la digestión, la temperatura corporal y la frecuencia cardiaca. Esta parte del cerebro es común a muchos otros organismos vivos, incluidos todos los animales. El tronco del encéfalo se relaciona con el control del sistema cardiovascular, el control del sistema respiratorio, el control de la sensibilidad al dolor, el estado de alerta y la conciencia. En algunas enfermedades neurológicas, como los traumatismos craneoencefálicos, el daño al tronco del encéfalo puede poner en peligro la vida.
¿Sabías que…?
Neuroplasticidad
Los científicos han descubierto que el cerebro puede «reasignar» funciones a nuevas áreas. Cuando una persona pierde una parte del cerebro a causa de una enfermedad, otras partes del cerebro asumen su función. Hay límites en cuanto al alcance y la velocidad a la que esto puede ocurrir, pero siguen siendo notables. Este proceso se llama neuroplasticidad.
El cerebelo forma parte del rombencéfalo pero tiene cierta semejanza estructural con el cerebrum, con dos hemisferios y una corteza. El cerebelo participa en la regulación y coordinación del movimiento, la postura y el equilibrio. El cerebelo también actúa como fuente de aprendizaje, memoria y control de movimientos coordinados. Para que un bailarín pueda aprender una rutina de baile compleja, el cerebelo debe estar involucrado. El cerebelo no solo asegura el buen funcionamiento del sistema motriz, sino que también participa en el sistema general de procesamiento del pensamiento por parte del cerebro. En algunas enfermedades neurológicas, como el síndrome de Wernicke-Korsakoff (provocado por el consumo excesivo de alcohol a largo plazo y el déficit de vitamina B1), el cerebelo pierde el control de las funciones motrices.
El sistema nervioso periférico (SNP) consta de nervios y ganglios fuera del cerebro y la médula espinal. La función principal del SNP es conectar el sistema nervioso central (SNC) con las extremidades y los órganos, por lo que esencialmente sirve como distribuidor de comunicación de ida y vuelta entre el cerebro y las extremidades. A diferencia del SNC, el SNP no está protegido por los huesos de la columna y el cráneo, ni por la barrera hematoencefálica, por lo que queda expuesto a toxinas y lesiones mecánicas.

El cerebelo como asistente ejecutivo
El cerebelo es como un minicerebro ubicado en la parte posterior del cerebro. Si bien puede que no se encuentre en el sitio donde se producen los pensamientos más elevados y abstractos, el cerebro no funcionaría sin él. El cerebelo coordina los patrones de movimiento y muchas otras funciones. Tanto si eres una gimnasta de élite que está aprendiendo una rutina complicada como si eres una persona normal que conduce un coche o que trabaja, el cerebelo ayuda a ejecutar y coordinar movimientos musculares complejos. También recopila información y ayuda a tomar decisiones y a actuar en consecuencia. A medida que tu cerebro recibe información sensorial, el cerebelo contribuye a presentar información relevante a las partes del cerebro que tienen un pensamiento superior (al igual que cualquier asistente eficiente presenta el trabajo prioritario a un superior según un horario o una lista de tareas). Los centros superiores del cerebro pueden enviar señales rápidas a otras partes del cerebro. La buena noticia es que el cerebelo es neuroplástico, lo que significa que puede responder al entrenamiento y volverse más fuerte y flexible.
Términos neurológicos clave
Ateroesclerosis: afección caracterizada por el desarrollo en arterias de tamaño mediano de una capa de placa que puede obstruir el vaso o provocar un coágulo de sangre.
Cognición: término que se refiere a los procesos mentales involucrados en la adquisición de conocimiento y comprensión. Estos procesos incluyen pensar, saber, recordar, juzgar y resolver problemas.
Crónico/a: afección que se extiende por un periodo prolongado de tiempo. Los criterios exactos dependen de la afección, pero, por definición, se trata de meses o años (o décadas).
Demencia: proceso por el que el pensamiento, la memoria y el control de la conducta se erosionan hasta convertirse en lo que suele ser un estado permanente de discapacidad. La demencia tiene varios grados de gravedad. La enfermedad es progresiva, pero puede desarrollarse lentamente. La demencia no debe confundirse con el delirio, que es una pérdida temporal de orientación en relación con un lugar o unas personas, y que puede resultar en un comportamiento descontrolado o incluso violento.
Isquemia: término relativo al fenómeno por el cual se interrumpe el suministro de sangre (y, por tanto, el suministro de oxígeno) a un tejido. Los accidentes isquémicos que duran poco más de unos minutos generalmente conducen a la muerte celular. Los accidentes isquémicos en el corazón a menudo se denominan infarto de miocardio y, en el cerebro, infarto cerebral o accidente cerebrovascular (aunque existen distintas variantes).
Lesión cerebral traumática: daño al cerebro causado por una fuerza física, que puede provocar la pérdida o disminución del conocimiento y cambios a largo plazo en la personalidad, el estado de ánimo y la función cognitiva. No es un cambio degenerativo en el sentido en que lo es la enfermedad de Alzheimer, pero pueden darse problemas crónicos y progresivos en el pensamiento y en el estado de ánimo, que se intensificarán si no se tratan.
Neurología: diagnóstico y tratamiento de enfermedades del sistema nervioso.
Neuroplasticidad: fenómeno por el cual el cerebro puede volver a aprender ciertas habilidades y reasignar, o reescribir, información y recuerdos en nuevas áreas cerebrales. Este fenómeno está relacionado con la capacidad del cerebro para generar nuevas células o remodelar las conexiones existentes, a menudo en el hipocampo (una región del cerebro fundamental para el aprendizaje y la memoria que puede crecer de forma activa incluso a lo largo de la vida).
Patología: el estudio de las causas, procesos y resultados de una enfermedad. La patología puede dirigirse al estudio de las células, los componentes de estas (como el núcleo y el ADN, o ácido desoxirribonucleico), los tejidos y los órganos, así como los efectos de la enfermedad en las funciones generales del cuerpo.
Placa ateroesclerótica: excrecencia en el revestimiento interno de los vasos sanguíneos que se compone de colesterol, glóbulos blancos muertos, proteínas y, finalmente, calcio. Las placas pueden bloquear las arterias y endurecer sus paredes.
Sistema nervioso central: sistema compuesto por el cerebro y la médula espinal, donde la información de los sentidos se transmite al cerebro, se produce el pensamiento y el aprendizaje, y se originan las señales de control de los músculos.
Cada día, los científicos siguen aprendiendo más sobre el cerebro, un órgano extremadamente complejo. Incluso las regiones relativamente pequeñas del cerebro, como el cerebelo, tienen microestructuras y funciones distintivas muy diferentes de las otras partes del cerebro. Cuando una parte del cerebro está dañada, se dan una serie de efectos predecibles, y algunos sorprendentes.
A medida que el cerebro envejece pueden producirse varios niveles de deterioro en sus funciones. Un grave ejemplo, y por desgracia común, de deterioro funcional es la demencia. En estas condiciones, el pensamiento, la memoria, el estado de ánimo y el aprendizaje se ven gravemente afectados. La enfermedad de Alzheimer es un tipo de demencia bien conocida. Roba a sus víctimas la capacidad de aprender y, finalmente, borra sus recuerdos más importantes. Es posible que las partes aisladas de tejido cerebral sano continúen funcionando con normalidad, pero el poder cognitivo (pensamiento) general de una persona con demencia se reduce de manera considerable.
¿Sabías que…?
Demencia vascular
Uno de los muchos tipos de demencia es la demencia vascular, que es causada por el envejecimiento del sistema vascular. Las células del cerebro están incrustadas en una vasta estructura de vasos sanguíneos. Esta red y sus funciones se deterioran con el tiempo en pacientes que tienen aterosclerosis (comúnmente llamada endurecimiento de las arterias) y enfermedad de los vasos pequeños (que es causada por la acumulación de depósitos de colesterol, diabetes y otros factores). Como resultado de este deterioro funcional, las células cerebrales mueren lentamente.
Un tipo de envejecimiento cerebral más leve pero generalizado también se observa en los adultos mayores y, a menudo, se acepta como una parte inevitable de la vida. Los médicos llaman a esta condición deterioro cognitivo leve y la mayoría de la gente piensa que es el resultado del proceso normal de envejecimiento. Hay muchos ejemplos de personas mayores que han perdido sus capacidades cognitivas pero no sufren demencia. El aprendizaje, los reflejos, la memoria y la toma de decisiones pueden ralentizarse considerablemente entre los veinte y los cincuenta años. Los más jóvenes suelen estar al margen de esta ralentización: solo míralos jugar y verás que están en su máxima capacidad física y mental.
Sin embargo, gracias a la investigación de un gran número de casos particulares los científicos han podido demostrar que las personas pueden mantener su velocidad mental a medida que envejecen. De hecho, las personas pueden compensar leves disminuciones en la velocidad mental con una mayor eficiencia en el pensamiento, con experiencia o con sabiduría. Por desgracia, muchas personas mayores no toman medidas para ayudar a sus cerebros a mantener el máximo rendimiento. Aunque a menudo esta realidad es más que comprensible: las personas que están enfermas y que sufren dolores pueden tener dificultades para participar en actividades que enriquezcan su aprendizaje, y las personas con problemas de movilidad o que están socialmente aisladas pueden carecer de la estimulación que todos necesitamos. Sin embargo, la falta de estimulación cerebral garantiza casi por completo que pronto comenzarán a ver una disminución de su agudeza mental, incluso si no tienen una enfermedad progresiva como la enfermedad de Alzheimer.
El envejecimiento prematuro puede estar provocado por muchos factores, incluido el envejecimiento prematuro del cerebro. Un factor clave para prevenirlo es mantener un buen estado nutricional o asegurarse de que el cuerpo obtenga los nutrientes que necesita. La reparación y regeneración de nuestras células depende de que tengan a mano los ladrillos de construcción adecuados.
Cuando tu nutrición es lo suficientemente buena como para mantenerte con vida, pero no es óptima, el cuerpo puede estar más expuesto a los daños que causa la vida cotidiana. Los radicales libres son un ejemplo común que es fácil de entender (consulta el recuadro lateral). Nuestras células y sus componentes, incluidos nuestros genes, están expuestos al daño de los radicales libres. Este fenómeno se conoce como estrés oxidativo y es una realidad. Los centros de energía de nuestras células, llamadas mitocondrias, usan oxígeno para generar energía y, como consecuencia, puede ocasionarse algún «daño colateral».
¿Sabías que…?
Radicales libres
Los electrones ayudan a formar enlaces químicos entre los átomos. Un radical libre es un compuesto que intenta tomar un electrón de otra molécula o darle un electrón a otra. Cuando un electrón es arrancado de una molécula (como una proteína) por un radical libre reactivo, daña la molécula donante. Ciertas formas de oxígeno son radicales libres bien conocidos.
La buena noticia es que el cuerpo produce poderosas enzimas que actúan como escudos contra los radicales libres. En realidad, estas enzimas pueden descomponer algunos de ellos y hacerlos relativamente inofensivos. La vitamina C y muchos compuestos de origen vegetal también actúan como moléculas de sacrificio que «absorben» los radicales libres y previenen el daño. Cuando estás agotado nutricionalmente y/o bajo el ataque de los generadores de radicales libres (consulta el recuadro a continuación), el estrés oxidativo puede correr desenfrenado por tu cuerpo.
Generadores de radicales libres
Los radicales libres están presentes de forma natural en las células. Pero algunos comportamientos y factores ambientales pueden generar compuestos adicionales de radicales libres en el cuerpo. Estos compuestos imponen demandas bioquímicas al cuerpo y causan daño celular. Algunos ejemplos son:
• Fumar: esta adicción golpea con fuerza el sistema vascular y el tejido pulmonar, y agota las reservas corporales de antioxidantes, como la vitamina C
• La contaminación del aire
• Toxinas en alimentos y agua
• Algunos medicamentos, en exceso
• Comida quemada, incluida la cocinada a la parrilla
El estrés es otro factor que puede acelerar el envejecimiento. En realidad, el estrés es la reacción natural del cuerpo a los acontecimientos de la vida. La mayoría de las personas están familiarizadas con la respuesta al estrés agudo, comúnmente llamada reacción de lucha o huida. Cuando algo te asusta o te pone en peligro, tu cuerpo se pone en marcha. La sangre corre a tus músculos para permitir una escapada rápida o una pelea, tus reflejos se aceleran y tu frecuencia cardiaca se dispara.
De lo que mucha gente no se da cuenta es de que, cuando esta excitación inicial desaparece, se supone que el cuerpo regresa a un estado de equilibrio normal. Y ese definitivamente será el caso si el factor estresante (lo que provoca la reacción de lucha o huida) finaliza. Después de todo, ser perseguido por un animal salvaje o perderse en una carretera es un incidente temporal.
El Dr. Hans Selye, el gran científico y «padre» de la investigación sobre el estrés que desarrolló sus teorías en la primera mitad del siglo XX, descubrió que los cuerpos humanos producen una mayor cantidad de la hormona llamada cortisol cuando experimentan estrés prolongado. Los estudios científicos modernos han confirmado este hecho una y otra vez. Como resultado del exceso de cortisol, el sistema inmunológico se debilita, la digestión se ralentiza y la presión arterial aumenta. A largo plazo, el estrés deja de ser adaptativo y empieza a hacernos daño.
Un poco de estrés es bueno; de hecho, la vida debería desafiarnos. Pero el estrés prolongado e implacable, como permanecer en situaciones en las que nos sentimos atrapados, puede envenenar nuestros cuerpos con hormonas del estrés, lo que conduce a un envejecimiento prematuro.
¿Sabías que…?
Estrés visible
El envejecimiento causado por el estrés no es invisible. Puedes verlo de forma empírica. Cuando las personas han pasado por un periodo terrible de la vida, pueden parecer mucho mayores que sus compañeros más afortunados. Esta es la manifestación externa de años de tensión.
Aunque no siempre podemos cambiar fácilmente nuestras circunstancias, hay muchas cosas que podemos hacer para modificar nuestra respuesta al estrés. Técnicas como la atención plena y la relajación cuerpo-mente pueden alterar tanto nuestro estado físico como mental. Pasar tiempo con amigos o familiares y exponernos a entornos naturales puede ayudarnos a restaurar nuestra sensación de bienestar. En algunos casos, las intervenciones directas de un psicólogo o psicoterapeuta, como la terapia cognitivo-conductual, pueden ayudarnos a reescribir nuestra percepción de las cosas, para aprender nuevas respuestas a nuestros desafíos.
El viejo dicho «si no lo usas, lo perderás» es particularmente cierto en relación con el cerebro. Cuando no ejercitas ni desafías a este órgano vital, los efectos del tiempo y el envejecimiento pueden vencerlo rápidamente. La resolución de problemas, la velocidad de procesamiento y el pensamiento pueden ir cuesta abajo.
Otro escollo es repetir patrones de comportamiento habituales. El cerebro es bueno para aprender y reproducir los mismos comportamientos registrados una y otra vez. Esto hace que las personas sean eficientes en cosas como conducir un automóvil o realizar tareas rutinarias. Pero si pasas décadas haciendo el mismo trabajo, realizando los mismos hobbies y visitando los mismos lugares sin aprender nada nuevo, tu cerebro puede perder la capacidad de aprender que tenía antes.
La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse como respuesta a ciertas necesidades. Un excelente ejemplo es cuando una persona pierde tejido cerebral como consecuencia de un derrame cerebral pero aprende a caminar de nuevo. Sorprendentemente, con la ayuda de la terapia, otras partes del cerebro pueden aprender a controlar el acto de caminar. La neuroplasticidad es también la razón por la que el hipocampo, un área pequeña en el centro del cerebro que controla nuevos recuerdos, asociaciones y aprendizajes, puede regenerarse si se estimula lo suficiente.
Afortunadamente, el cerebro humano tiene una capacidad asombrosa para crear nuevas conexiones. Durante algún tiempo, los científicos creyeron que las personas desarrollaban un número finito de células cerebrales al final de la infancia y luego las perdían lentamente con el tiempo. El relato de entonces decía que, en la vejez, nuestras células disminuían y nuestro destino era debilitarnos mentalmente. Y aunque se afirmaba que no era posible reiniciar el reloj y desarrollar nuevas células cerebrales, los estudios modernos han demostrado que esto es exactamente lo que puede llegar a suceder. Hay límites para nuestro potencial de crecimiento, pero las personas pueden seguir forjando nuevas células cerebrales a lo largo de su vida.
Preguntas frecuentes (FAQS)
P. ¿Cómo puedo estimular mi cerebro para que establezca nuevas conexiones?
R. La creación de nuevas células cerebrales requiere el trabajo conjunto de varios factores. Primero, una circulación sanguínea saludable y una nutrición adecuada son primordiales. En segundo lugar, el cerebro no puede ser atacado por ninguna enfermedad agresiva y/o progresiva. En tercer lugar, no puedes repetir los patrones de ayer: debes aprender cosas nuevas para mantener el cerebro activo en el futuro; eso significa aprender nuevos conceptos y tener experiencias novedosas. El cerebro necesita ser necesario: para mantenerse sano, debe tener nuevas conexiones que le permitan responder a nuevas informaciones.
Es necesario que abordes los tres factores determinantes de la salud (físicos, mentales y emocionales) para construir nuevas conexiones en tu cerebro. Un sueño de buena calidad es imprescindible para estimular la neuroplasticidad. Las interacciones sociales placenteras también son necesarias: muy pocas personas prosperan viviendo como ermitaños. El movimiento y el ejercicio también juegan un papel importante porque no solo hacen que te sientas bien, sino que también estimulan al cerebro para que libere factores de crecimiento, como el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, por sus siglas en inglés). Neurotrófico significa, literalmente, «nutritivo para el cerebro». Estos factores estimulan nuevas conexiones y «cableado» entre las células cerebrales, lo que pueden estimular el crecimiento de nuevas células.
Si bien el envejecimiento es, hasta cierto punto, inevitable, no tiene por qué ser lo que en nuestra sociedad consideramos un envejecimiento «normal» (en otras palabras, la pérdida de la función cerebral). Las personas mayores activas pueden conservar su entusiasmo juvenil y agudeza mental simplemente manteniéndose ocupadas y sintiéndose necesarias durante la jubilación. Estas personas nunca se «jubilan» ni se retiran de la vida.
Cualquier trabajo estimulante y satisfactorio que mantenga la mente ocupada hasta una edad avanzada es beneficioso. De hecho, hay ciertas profesiones en las que se tiende a ver a personas trabajando hasta más allá de los ochenta años. Políticos, artistas, científicos, actores y profesores son ejemplos comunes de personas capaces de mantener una vida mental activa en sus disciplinas, en especial cuando las demandas físicas de su trabajo no son intensas, por lo que siguen superando el promedio de edad de jubilación. Las personas que se mantienen ocupadas y comprometidas pueden seguir siendo productivas y sorprendentemente resistentes hasta los noventa años, o más.
En el contexto de la salud del cerebro, resulta muy útil tener en cuenta el concepto de inteligencias múltiples. El reconocido psicólogo Howard Gardner desarrolló la teoría de que la inteligencia no es solo una entidad, sino la suma de varias áreas diferentes de la inteligencia. Originalmente propuso siete categorías de este tipo y, desde entonces, se han agregado otras, aunque el concepto general todavía es atribuido al Dr. Gardner.
Las inteligencias lingüística y matemática son diferentes de la inteligencia cinestésica (que implica movimiento, coordinación física y fuerza) o de la inteligencia social (comunicarse y relacionarse con otras personas). Todos estamos dotados en diverso grado de estas inteligencias, que trabajan juntas para ayudarnos a resolver los problemas de nuestro día a día. Todos somos inteligentes de diferentes maneras y desarrollamos estos aspectos de nuestra mente de manera diferente, en función de nuestros intereses y las actividades que elegimos realizar.
La siguiente tabla ilustra siete ejemplos de los tipos de tareas que las inteligencias múltiples pueden ayudarte a realizar.
Tipo de inteligencia |
Ejemplo |
Corporal-cinestésica |
Ejecución de un complicado ejercicio de gimnasia |
Interpersonal |
Comprender el punto de vista de otra persona y su reacción emocional ante una situación |
Intrapersonal |
Hacerte una idea de por qué te sientes de cierta manera ante una situación |
Lógico-matemática |
Resolver una ecuación matemática |
Musical-rítmica |
Componer una canción |
Verbal-lingüística |
Articular tus pensamientos con claridad |
Visual-espacial |
Averiguar cómo llegar a un destino |
¿Sabías que…?
Evaluación de inteligencias múltiples
En internet, existen buenas herramientas de autoevaluación que miden las inteligencias múltiples. Después de conocer dónde eres más fuerte y dónde flaqueas, puedes realizar ejercicios para impulsar áreas específicas.
La idea de las inteligencias múltiples es importante para crear un programa de entrenamiento cerebral. Al evaluar tus fortalezas y debilidades, puedes hacer todo lo posible para practicar ejercicios, mentales o de otro tipo, que desarrollen la capacidad cerebral en áreas en las que no eres tan ágil por naturaleza. Al extender y expandir tus inteligencias, estimulas el desarrollo de la neuroplasticidad y evitas el envejecimiento.
A veces, a medida que envejecemos, nos vamos imponiendo limitaciones. Nos decimos, por ejemplo: «Es demasiado tarde para aprender un nuevo idioma». También nos planteamos propuestas de todo o nada, como por ejemplo: «No puedo volver a la universidad y hacerlo todo de nuevo». Afortunadamente, el aprendizaje no tiene por qué ser tan complicado ni requerir tanto tiempo. En realidad, se trata de usar tu cerebro y asignarte nuevas tareas y desafíos. Al hacerlo aumentarás tú inteligencia y te mantendrás ágil. ¡Hay tantas formas de ejercitar tu cerebro!… Todo lo que necesitas es voluntad y un buen plan.
La velocidad de procesamiento del cerebro puede disminuir a medida que envejecemos. Tanto los problemas biológicos como los estructurales pueden provocar esta ralentización. Pero también se producirá si nos perpetuamos en las mismas rutinas, trabajos y hobbies. Seremos rápidos y eficientes en esas cosas en particular, está claro, pero al repetir durante décadas los mismos patrones mentales no estaremos ejercitando adecuadamente nuestro cerebro.
Preguntas frecuentes (FAQS)
P. ¿Por qué son importantes las nuevas rutinas para un funcionamiento cerebral saludable?
R. La capacidad de ejecutar funciones mentales rutinarias es importante. Necesitamos ser eficientes en las tareas del día a día y convertir las difíciles o complicadas en algo natural para lograr el éxito en muchas áreas de la vida; nuestras habilidades como conductores, cocineros, limpiadores y empleados dependen de ello. Sin embargo, inevitablemente la vida nos presenta desafíos en forma de nueva información y nuevas situaciones personales o familiares. Sin esta nueva información, nuestros cerebros se estancarían. Para estar al día con esta nueva información de nuestro entorno, tenemos que ser capaces de pensar lo suficientemente rápido. Desafiar nuestra capacidad mental con nuevas rutinas nos asegura la posibilidad de seguir adaptándonos a la nueva información.
¿Qué hacemos cuando ejercitamos el cerebro? Para responder a esta pregunta, tenemos que acercarnos a la psicología y a la teoría del aprendizaje y comprender cómo responde el cerebro a la información entrante.
¿Sabías que…?
Filtrado de la información
El cerebro filtra la información entrante e ignora lo innecesario. Por ejemplo, si estás sentado en la terraza de un centro comercial concurrido, tu cerebro no intentará procesar cada una de las muchas conversaciones que se dan a tu alrededor. Pero sí que se centrará en la información importante si surge. Imagina que todavía estás en la terraza cuando alguien dice: «¡Acaban de robar en la joyería!»: es probable que tu cerebro se oriente hacia esa conversación.
La nueva información llega al cerebro como una entrada sensorial. Por ejemplo, escuchas a alguien decir tu nombre y hacer una pregunta. La región del cerebro responsable de la información auditiva debe procesar lo que has escuchado y luego enviar el mensaje a un área del cerebro que controla el razonamiento superior.
Una vez que tu cerebro haya registrado y procesado la información entrante, puede ordenar una respuesta automática. Por ejemplo, imagina que vives muy cerca de una atracción turística muy popular. Por enésima vez, alguien te detiene por la calle y te pide indicaciones para llegar hasta el estacionamiento de la atracción. Tu mente (y tu boca) van a soltar automáticamente la respuesta, como un reflejo: «Simplemente baje la calle, gire a la derecha en el semáforo y la entrada está a su derecha». En nuestro trabajo, muchas de las respuestas que damos a los clientes pertenecen a esta categoría, como: «Esa garantía es solo para piezas, no cubre mano de obra, señor» u «Ofrecemos ese curso solo en el primer semestre».
Las cosas cambian cuando el cerebro se encuentra con una situación nueva o cuando los estímulos entrantes no «reproducen la cinta» asociada con alguna habilidad o comportamiento aprendido previamente. En este caso, la cuestión se dirige a los centros de pensamiento y aprendizaje superiores del cerebro. Las partes ejecutivas de nuestro cerebro (el prosencéfalo y, más en concreto, la corteza prefrontal) tienen que decidir cómo responder.
La nueva información puede venir en forma de una tarea mental que requiere que pensemos de forma espacial y aprovechemos nuestro procesamiento visual. Un buen ejemplo de ello es cuando tienes que dar indicaciones en un área que no te resulta tan familiar como tu propia calle. Como antes debes pensar detenidamente en los puntos de referencia y en el diseño del vecindario, por ejemplo, el proceso no va a resultar tan sencillo como dirigir a alguien a un lugar que ves todos los días. Alternativamente, la nueva información puede requerir que el cerebro busque en los recuerdos a largo plazo. O puede requerir un procesamiento auditivo, como decir el nombre de un lugar que has aprendido previamente.
¿Sabías que…?
Capacidad de memoria
La capacidad de memoria a corto plazo del cerebro tiene sus propios límites: solo podemos almacenar de siete a doce dígitos, o tres o cuatro hechos nuevos, a la vez. Esto es sorprendentemente poco, dado el vasto potencial del propio cerebro.
Preguntas frecuentes (FAQS)
P. ¿Un entrenamiento mental frecuente aumentará de manera efectiva la agilidad de mi cerebro?
R. ¡Sí! Cuanto más trabajes en las áreas de tu cerebro orientadas a las tareas y las conexiones entre ellas, más en forma estarán. Para desarrollarlas, necesitas una exposición regular a tareas desafiantes y situaciones novedosas. Esto nos obliga a usar el cerebro a una capacidad mayor de la que emplearíamos si siguiéramos utilizando estrategias aprendidas previamente. Sin embargo, recuerda que demasiado ejercicio puede ser tan problemático como muy poco. El sobreentrenamiento, especialmente al realizar ejercicios repetitivos en un ordenador o smartphone, proporciona rendimientos decrecientes.
La memoria a corto plazo también juega un papel en el manejo de nueva información. Ciertas situaciones del día a día requieren que mantengas nueva información en tu conciencia inmediata, como un número de teléfono. Por ejemplo, piensa en la última vez que le pediste a alguien un número de teléfono. Si no lo anotaste inmediatamente, es muy probable que tuvieran que repetírtelo hasta que lo hubieras marcado. También tenemos un tipo de memoria sensorial a corto plazo que nos permite recordar imágenes, sonidos o sensaciones que vivimos segundos antes.
Dividir los ejercicios mentales en categorías, como el procesamiento sensorial o el aprendizaje motriz, ayuda a estimular diferentes tipos de funciones cerebrales. Comienza eligiendo una variedad de ejercicios de diversas categorías. Este tipo de enfoque holístico es efectivo porque las distintas partes y funciones del cerebro son interdependientes.
Piensa en tu rutina como, por ejemplo, en la que seguirías para hacer ejercicio en un gimnasio. No querrás fortalecer solo los brazos y terminar con piernas débiles que no pueden sostenerse cuando levantas objetos pesados, ¿verdad? Del mismo modo, tener los músculos de las piernas bien desarrollados no te convertirá en un buen corredor a menos que tus sistemas cardiovascular y pulmonar también estén en plena forma. Por tanto, necesitas una variedad de ejercicios para fortalecer todas las áreas.
Preguntas frecuentes (FAQS)
P. ¿No se superponen un poco estos ejercicios?
R. Sí, existen distinciones un tanto arbitrarias entre las diferentes categorías de ejercicios. En la vida cotidiana, el cerebro utiliza múltiples vías para procesar información y crear acciones. Por ejemplo, el uso de los músculos requiere una gran cantidad de información sensorial. De manera similar, los sistemas visuales y de lenguaje del cerebro están estrechamente relacionados porque las palabras de una página o pantalla (o las emociones del rostro de una persona que habla) se combinan en la tarea de usar o interpretar el lenguaje. Dividir los ejercicios en categorías es útil para asegurarte un entrenamiento completo.
Una buena estrategia es enfocar tu programa de ejercicios en las áreas que más necesitas mejorar. De las siguientes nueve áreas, elige las dos que necesitas trabajar más y haz de esos ejercicios tu máxima prioridad.
Habilidades |
Categoría |
Rapidez mental para resolver problemas |
Ejercicios de calentamiento para ejercitar la velocidad mental (página 43) |
Direcciones; percibir cosas, colores, detalles en una habitación o en la ropa; recordar cómo es la gente |
Ejercicios de inteligencia visual-espacial (página 58) |
Vocabulario, conversación, idiomas |
Ejercicios de desarrollo del lenguaje (página 75) y ejercicios de adquisición del lenguaje (página 153) |
Utilizar información proporcionada por los sentidos (vista, oído, tacto, gusto y olfato); reconocer cosas |
Ejercicios de procesamiento sensorial (página 87) |
Coordinación, aprendizaje de nuevas habilidades físicas |
Ejercicios de aprendizaje motriz (página 102) |
Recordar nombres, tareas y detalles |
Ejercicios para incrementar la memoria (página 124) |
Dormir, conciliar el sueño y tener un sueño reparador |
Ejercicios para dormir y descansar (página 137) |
Moverse para desarrollar la fuerza, la flexibilidad y una buena circulación hacia el cerebro, el corazón y el resto del cuerpo |
Ejercicios deportivos y recreativos (página 142) |
Sentirse en paz consigo mismo y con los demás, sentir la capacidad de crear y contribuir, y sentirse amado y cuidado |
Ejercicios de apoyo social y salud emocional (página 146) |
Durante la primera semana, comienza haciendo uno o dos ejercicios por categoría. Quizá no parezca mucho, pero puede resultar sorprendentemente intenso, ya que algunos de estos ejercicios requieren bastante actividad cerebral nueva. Las investigaciones aseguran que practicar una habilidad repetidamente te fortalece. La persistencia (no el sobreentrenamiento) produce resultados.
Cada semana, agrega dos nuevas actividades de una de las categorías (elige una categoría diferente cada vez). Si es posible, trata de elegir una actividad repetitiva (como un juego) y una actividad experimental (hacer algo nuevo). Un horario de muestra podría ser así:
Semana 1: |
Dos nuevos ejercicios de procesamiento sensorial (página 87) |
Semana 2: |
Dos nuevos ejercicios de aprendizaje motriz (página 102) |
Semana 3: |
Dos nuevos ejercicios de desarrollo del lenguaje (página 75) o de adquisición del lenguaje (página 153) |
Semana 4: |
Dos nuevos ejercicios de calentamiento para ejercitar la velocidad mental (página 43) |
Semana 5: |
Dos nuevos ejercicios de inteligencia visual-espacial (página 58) |
Alterna entre ambos ejercicios a lo largo de la semana. Por ejemplo:
Lunes: ejercicio A
Martes: ejercicio B
Miércoles: ejercicio A
Jueves: ejercicio B
Viernes: ejercicio A
Sábado: ejercicio B
Domingo: descanso
Una vez hayas creado una rutina razonable de ejercicios, practícalos durante algunas semanas y luego cámbialos. Cada pocas semanas, cámbialos de nuevo. La práctica puede hacer la perfección, pero el objetivo no es solo obtener una buena puntuación en estos ejercicios, sino mantener el cerebro fuera de una rutina aburrida.
Más o menos una vez al mes, considera la posibilidad de realizar una autoevaluación con alguna herramienta en línea. De vez en cuando, descansa durante un mes de una categoría particular de entrenamiento cerebral y luego haz una evaluación. Comprueba si has consolidado los objetivos logrados y si tu régimen de ejercicio está proporcionando mejoras a largo plazo.
A veces, una evaluación puede revelar que has mejorado en una actividad específica pero sin mejorar realmente la función cerebral subyacente. Por ejemplo, puedes lograr un buen desempeño durante un ejercicio o juego de memoria específico, pero aun así ser olvidadizo en la mayoría de las áreas de tu vida. Este es un tema importante en todo entrenamiento cerebral. Pero no te desanimes, sigue trabajando en ello. Es razonable que modifiques tus actividades y utilices las que den mejores resultados. Recuerda que realizar una variedad de entrenamientos mentales y tener experiencias reales, no solo simuladas, es la mejor estrategia.
¿Sabías que…?
El descanso es importante
Entre entrenamiento y entrenamiento, tómate el tiempo que necesites para descansar y recuperarte. Las investigaciones sugieren que más de tres sesiones de entrenamiento por semana en la misma actividad pueden no ser efectivas (de hecho, pueden funcionar en tu contra). Incluso si te sientes cómodo haciendo cierto ejercicio más de tres veces a la semana, asegúrate de tomarte siempre un día libre por semana sin realizar ninguna actividad. Darle un descanso a tu cerebro le concede el tiempo necesario para consolidar los logros y construir nuevas conexiones.