Sobre hun, el espíritu del hígado

SEGÚN la Medicina Tradicional China (MTC), el hígado es un órgano vital con una característica espiritual a la que denominan hun y que está relacionada con el alma etérea.

Cada una de las zonas del cuerpo, y en especial los cinco órganos principales (bazo, hígado, pulmones, corazón y riñón), tiene unos atributos espirituales específicos. Son el lugar donde se encarnan o residen determinados aspectos espirituales vinculados a nuestra personalidad.

Hun es, según los chinos, el alma inmortal que asciende a los cielos cuando fallecemos. Todas las tradiciones religiosas de todas las culturas del mundo consideran que el cuerpo mortal alberga un alma que, cuando uno muere, se dirige a un mundo invisible, etéreo, celestial. Todas las tradiciones coinciden en que el espíritu humano se dirige hacia la luz, que influye una atracción y un movimiento ascendente en el alma.

El alma etérea, hun, es también la responsable de nuestros sueños y de los viajes oníricos y espirituales que hacemos mientras dormimos, por eso a menudo en nuestros sueños tenemos la sensación de flotar, de estar volando.

Un hígado sano y en armonía está directamente relacionado con virtudes humanas como la generosidad, el altruismo, la capacidad creativa, la paciencia, la tolerancia, la capacidad de planificación y proyección, el afán de expansión de la conciencia, la sed de conocimiento y la curiosidad científica o cultural. Todas estos aspectos definen igualmente el concepto hun, el espíritu inmortal, que se alberga en el hígado. El poema de William Blake que se presenta al principio de este capítulo expresa algo de la naturaleza de hun, sobre el desapego y altruismo que le caracteriza.

En el primer volumen de esta colección, Nutrición energética para la salud del sistema digestivo, vimos que la principal zona responsable de almacenar nuestra energía o qison los intestinos y el estómago (que la MTC denomina «bazo» chino o tantien). En la zona intestinal o tantien guardamos la energía de la que necesitamos disponer en momentos puntuales, como si fuera una «cartera energética» para uso inmediato en nuestro quehacer diario.

En un título posterior hablaremos también del riñón, cuya función es, entre otras, la de ser «el patrimonio biológico» de nuestro organismo. (El riñón, según las medicinas orientales tradicionales, incluye suprarrenales, terreno urogenital, y glandular.)

El riñón nos permite reunir y usar nuestros recursos biológicos en situaciones de estrés o de desgaste prolongado y nos ayuda a tener una larga vida. A veces no es suficiente echar mano de nuestra «cartera energética» o tantien porque sus reservas de energía no alcanzan para nuestros requerimientos. Entonces recurrimos al riñón.

El centro renal (riñón) y el abdominal (estómago e intestinos o «bazo» chino) están debajo del diafragma. El centro abdominal corresponde a la zona digestiva. Como vimos en el volumen anterior, estómago e intestino están relacionados con nuestros aspectos intelectuales, racionales y de memoria cognitiva. En cambio, el riñón está conectado a la parte inferior y la zona reproductiva, los órganos sexuales.

En la medicina tradicional india ayurveda esta parte inferior del cuerpo se identifica con el muladhara, el primer chakra, y está relacionada con la capacidad de supervivencia, la creatividad y la fuerza vital. El riñón tiene la función de permitirnos realizar un esfuerzo continuado. Es la estructura sobre la que se basa y soporta el funcionamiento y la regeneración del organismo.

La zona de corazón y pulmón está relacionada con nuestra manera de enfocar la vida, con nuestra forma de pensar y relacionarnos con los demás. La conciencia, la mente superior, habita en el corazón. En la zona más superficial de la zona cardíaca están las emociones, aunque estas, y los sentimientos también se corresponden con po, el alma animal, que se aloja en el pulmón. Hablaremos más de po en el libro dedicado al pulmón. A diferencia del plano espiritual que representa el hígado y el corazón, el pulmón tienen más que ver con la vida emocional y terrenal, con los instintos encaminados a la regeneración y mantenimiento del cuerpo.

El salto del «mí» al «nosotros» se produce en la zona del diafragma. Gestionamos nuestras emociones instintivas y nuestras necesidades básicas en la zona abdominal. Y luego, a través del diafragma, entramos en la zona pectoral o torácica (el chakra corazón y la zona de los pulmones), donde entramos en contacto con los demás. En esa frontera, debajo del diafragma, se encuentra el hígado. El hígado delimita nuestra zona más básica e instintiva (la zona digestiva e intestinal) con el área que está más abierta al otro, al cosmos: la zona cardíaca. El hígado constituye un paso fronterizo que protege, cuida y filtra que no entre nada inadecuado en la zona del corazón, que no traspase allí ninguna emoción tóxica, no deseable, del mismo modo que en su aspecto físico filtra e impide que entre cualquier sustancia tóxica en la sangre, filtrando y transformando el quilo (sangre proveniente de los intestinos, de la digestión) en sangre «verdadera».

Tanto a nivel físico como energético, el hígado es el filtro «creador» y reserva de sangre, protector del corazón, que es donde radica la mente, la conciencia, el espíritu superior, el shen, según la MTC.

UBICACIÓN DEL HÍGADO

El hígado es un órgano que atraviesa transversalmente nuestro organismo, separando los órganos superiores de los inferiores.

Encima del hígado se encuentran el corazón y los pulmones. El diafragma recubre el hígado por encima. Las emociones son filtradas por el hígado antes de llegar a la zona cardíaca, al igual que la sangre procedente de los intestinos. Paralelamente todas las impurezas procedentes de la digestión van ser filtradas por el hígado para que la sangre tenga una composición adecuada a las necesidades de nuestro organismo.

El hígado es un órgano grande. Se trata de un filtro lleno de sangre que funciona a base de miles de reacciones enzimáticas que lo convierten, quizá, en el órgano más activo desde el punto de vista metabólico. Por este motivo se calienta fácilmente, ya que las funciones metabólicas producen calor. La gran cantidad de sangre almacenada en el hígado permite que no se produzca un recalentamiento excesivo durante su actividad metabólica.

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Si alguna vez ha tenido la ocasión de observar el hígado de un animal, habrá podido ver la gran cantidad de sangre que contiene. La función de esta sangre es, según la MTC, evitar el recalentamiento del hígado, y de este modo impedir que el calor traspase a la zona superior del corazón y el pulmón, lo cual sería perjudicial para nuestro organismo.

El calor debe permanecer en la parte inferior del cuerpo, no en la superior, tal como explicábamos en el primer volumen de esta colección, Nutrición energética para el sistema digestivo. Teniendo en cuenta que el hígado es, de alguna manera, el guardián de nuestra zona emocional superior, de nuestra conciencia mental superior, su función como filtro de las emociones para que no sean traumáticas o tóxicas es básica para la salud del corazón y por ende de la mente, ya que si esa carga emocional alcanza la zona superior del cuerpo pueden producir tanto somatizaciones como alteraciones psíquicas o emocionales.

Uno de los obstáculos más habituales en nuestra sociedad para obtener una buena salud, y una de las principales causas de enfermedad, es que, debido a la pérdida de la fortaleza orgánica de nuestro cuerpo y a la complejidad de la vida que llevamos, somos especialistas en estresarnos. El ser humano es capaz de generar problemas psicoemocionales que, en gran parte, se somatizan a nivel orgánico. Esta habilidad humana de tensionarse y somatizar vendría condicionada y regulada especialmente por el hígado.

Cuando el hígado se desgasta, se deteriora, se sobresatura o se intoxica, debido a una mala alimentación, al abuso de alcohol, al exceso de proteína animal, de sal, de frituras, de lácteos, de tóxicos químicos o físicos, ambientales o alimentarios, puede tener más dificultad en depurar las emociones y hacerlas asimilables, cuando su función debería ser amortiguar el efecto de un impacto emocional no deseado y regular nuestra capacidad de reacción y de gestión ante una situación adversa dada.

EL HÍGADO, DESPENSA DEL CUERPO

Como hemos visto, el hígado es el principal almacén de sangre del cuerpo, según la MTC. Podríamos hacer un símil diciendo que es como una despensa. Cuando estamos en casa y tenemos ganas de comer algo, acudimos a la nevera o a la despensa. En el cuerpo, cuando necesitamos sangre, sustancia, materia o energía, recurrimos al hígado.

Dada su posición y sus características energéticas, el hígado corresponde al elemento madera, cuya energía es ascendente y expansiva. La función del hígado sigue también un sentido ascendente y expansivo, ya que al encontrarse en el centro del cuerpo y abarcar e influir sobre todo el músculo diafragmático, responsable de la respiración, e influir decisivamente sobre el movimiento respiratorio, se le considera en la medicina oriental tradicional el gran regulador del flujo sanguíneo y energético en todos los demás órganos vitales y zonas del cuerpo.

HÍGADO Y SOMATIZACIONES

Para muchos aspectos funcionales de nuestro sistema, estas particularidades hacen que la función del hígado sea vital. Además, es un punto crítico cuando se producen somatizaciones. Siempre que estamos tensos y estresados, somatizamos y hay bloqueo de energía y contención emocional en el hígado. Lo vivimos como estrés, con manos bien frías, malestar emocional, pérdida de apetito y de peso, ..., o sea, exceso de simpaticotonía. Lo podemos ver en muchas enfermedades degenerativas; por ejemplo, en el caso del tumor de hígado, podría haberse producido un trauma emocional de carestía o hambre, que se produciría cuando el enfermo creyese que no tiene lo suficiente para vivir, que no va a poder alimentarse o que le falta dinero en efectivo. Este trauma psicológico de hambre se podría producir si tuviese la creencia de que va a faltar lo necesario para poder sobrevivir, o bien cuando se teme no poder trabajar, o comer lo suficiente para posibilitar la propia supervivencia o la de los seres queridos. Si se diera esta situación, la reacción inmediata sería la de almacenar más de lo necesario en la despensa. Cuando se producen amenazas de carestía, la gente acude a los supermercados y compra más productos en conserva para almacenarlos. En el caso del hígado, este almacenamiento excesivo se produciría en forma de tumor, para guardar más sustancia y poder más tarde acudir a ella en caso de necesidad. Esta sería una posible forma biológica primitiva de funcionar del organismo ante situaciones extremas, traumáticas, que no se sabe cómo resolver, y que se somatizan por falta de exteriorización, por no compartirlas con los demás suficientemente.

Así, durante un periodo altamente traumático de carestía en un organismo deteriorado, que ha sufrido de una alimentación inadecuada por años, y excesivamente expuesto a sustancias cancerígenas, a tóxicos, a químicos y al estrés se podría entender la formación de nódulos hepáticos, como una posible reacción del cuerpo a esta situación altamente estresante.

HÍGADO Y DOLOR DE CABEZA

El hígado es el almacén de sangre y también el almacén de glucógeno de nuestro organismo. Cuando realizamos un esfuerzo o mucho deporte sin haber comido antes, o sin suficiente preparación, podemos sentir dolor de cabeza en la parte superior del cráneo.

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Esta zona, la misma que afecta a muchas calvicies, está directamente relacionada con el hígado. Cuando el hígado no tiene suficiente sangre almacenada y se calienta, se produce este tipo de dolor, ya que todo el flujo sanguíneo se ha dirigido a los músculos u otras zonas corporales y el hígado se ha quedado sin suficiente sangre, o sea, sin «refrigerante». Entonces se produce un calentamiento en sentido ascendente que junto con la hipoxia debida al esfuerzo, produce dolor en esa zona. Por este motivo son poco recomendables las actividades que afecten directamente a la sangre y fluidos del hígado, como pasar mucho tiempo frente al ordenador, hacer deporte exhaustivo o dormir pocas horas. Las pantallas luminiscentes suelen producir un gasto excesivo de sangre y fluidos del hígado. Lo mismo ocurre al combinar alcohol y deporte. Un deportista profesional que tome alcohol probablemente sufrirá un recalentamiento en el hígado, de una disminución de su reserva de sangre en el mismo y, al tener que hacer un esfuerzo y por lo tanto necesitar un buen riego sanguíneo en tendones y musculatura, su organismo no tendrá suficientes recursos y empezará a tener problemas musculares y tendinosos.

HÍGADO, TENDONES Y MOVIMIENTO

El hígado, por su relación íntima con el diafragma y la sangre, está directamente relacionado con la salud de los tendones. Asegura que la energía fluya suavemente por todo el organismo y controla el funcionamiento de músculos y tendones. Ayuda a que estén relajados y que el flujo de la energía sea homogéneo y adecuado.

Es relativamente fácil diagnosticar el estado del hígado de una persona observando sus movimientos. Si sus movimientos son bruscos, entrecortados, sin fluidez, es señal de que existe un estancamiento de qi (energía) en el hígado, de manera que este no fluye armónicamente por todo el organismo, incluidos músculos y tendones. El diafragma, músculo condicionado por el estado del hígado, influye directamente en la fluidez del movimiento y la respiración. El bloqueo energético o emocional impide el flujo suave de la energía y si se cronifica suele provocar deficiencia de sangre. Cuando los movimientos de una persona son suaves, armónicos y circulares significa que tiene un buen flujo de qi y de sangre. Cuando la sangre y fluidos del hígado son más escasos, la regulación del movimiento del hígado en el cuerpo es mucho más brusca, lo cual se refleja en la capacidad y cualidades motrices de la persona. Asimismo, puede producirse una tendencia a padecer problemas musculares y de tendones.

La tendinitis puede ser un signo de falta de sangre en el hígado. El tendón es un órgano alcanzado por un riego sanguíneo muy débil, de manera que para garantizar su buen funcionamiento es preciso que el flujo sanguíneo sea fuerte. Cuando hay sequedad en el hígado, los tendones sufren, es más fácil que se nutran mal y se deterioren, entonces se lesionan y recalientan y, como consecuencia, se producen tendinitis.

LOS SIGNOS DE LAS UÑAS Y CABELLOS

Otro modo de conocer el estado de salud del hígado es observando las uñas. Si están débiles o presentan grietas, estamos ante una clara señal de que el hígado no se encuentra en buenas condiciones. El estado de las uñas mejora sensiblemente cuando se empieza el cambio de dieta y mejora la sangre, el yin y los fluidos del hígado. Al principio las lesiones disminuyen, al igual que la tendencia a padecer tendinitis. Más tarde se aprecia una clara mejora en la dureza y el aspecto de las uñas, así como del cabello —aunque este depende también de los riñones— pues la abundancia de sangre y yin en el hígado también contribuye a su salud y belleza. Cuando el riego sanguíneo y los fluidos corporales disminuyen, el cabello se reseca. Un hígado bien nutrido confiere brillo y esponjosidad al cabello. Las mujeres, que disfrutan de energía terrestre en mayor medida que los hombres, suelen tener más fortaleza en el cabello, ya que el sentido de esta energía es ascendente y nutre mejor el cuero cabelludo. Según las medicinas orientales tradicionales naturales, la energía masculina es celeste y descendente, y por este motivo los hombres suelen presentar mayor vellosidad en las piernas y parte baja del cuerpo, por todo ello, la alopecia es rara en la mujer, y frecuente en el hombre.

EL HÍGADO Y LOS OJOS

Una de las influencias más importantes derivadas de la actividad del hígado es la lubricación y nutrición de los ojos, pues están especialmente relacionados. Cuando vemos problemas en los ojos, hay muchas probabilidades de que sean debidos a algún trastorno hepático de fondo. Según las medicinas orientales tradicionales (MOT), el globo ocular es una esfera acuosa que requiere un gran aporte de fluidos, que llegan al ojo a través de los vasos sanguíneos, los cuales están claramente influidos por los meridianos energéticos y la reserva de sangre y yin del hígado. El meridiano del hígado nutre especialmente de energía al ojo, influyendo también en su condición general.

EL HÍGADO, LAS EMOCIONES Y EL ALMA

Según las MOT, el hígado alberga las emociones y el alma. El alma espiritual, hun, es el alma pura, etérica, que se manifiesta cuando el hígado se encuentra en buenas condiciones. Si el hígado se encuentra en malas condiciones, almacenamos emociones de frustración y contención que no tienen nada que ver con el alma etérica, sino con rabia, intolerancia, contrariedad, agresividad contenida, culpabilidad, etc. Si el hígado está sano, la propia emanación de energía orgánica produce una sensación de bienestar físico, mental y emocional.

El buen estado del hígado se ve alterado cuando se seca por desgaste, por un exceso de tóxicos (alcohol, café, productos cárnicos, quimioterapia, pesticidas...) o está saturado por un exceso de grasas saturadas (carne de cerdo, huevos lácteos, exceso de sal...). El lugar paradisíaco que debería ser el hogar del hun, del alma, se convierte en un infierno de toxinas y exceso de calor. El hun, en estas condiciones, no se manifiesta, y nosotros sentimos y expresamos irascibilidad, inquietud, espíritu crítico, insatisfacción y murmuración.

Como pueden observar, estamos hablando de una familia de emociones, no de todas en general. No hablamos de duda (más relacionada con el «bazo» chino), ni la tristeza (más relacionada con el corazón y pulmón). Aunque esta última también puede ser consecuencia del bloqueo energético en el hígado! El hígado acumula frustración y contención, emociones no digeridas. Esta contención emocional es una de las principales causas del bloqueo de energía en el hígado e impide que la energía circule adecuadamente por el organismo. La contención emocional presiona sobre el inconsciente y provoca estrés en el cuerpo. A consecuencia de esto, la energía no se distribuye de manera uniforme a todos los órganos y zonas del cuerpo y puede producir un exceso en unos y una carencia en otros.

La emoción traumática vivida intensamente, en soledad y sin solución aparente puede presionar sobre el inconsciente corporal para que ponga en marcha una respuesta biológica que pueda aliviar o solventar de alguna manera dicha tensión emociónal, pudiendo aparecer entonces somatizaciones.

EL HÍGADO Y LOS ÓRGANOS SEXUALES

Atendiendo al recorrido del meridiano del hígado, su energía nutre también al pene, la vagina, el escroto, la zona ovárica y la matriz femenina. Si la sangre en el hígado es insuficiente, teniendo presente que el hígado y su meridiano nutren de sangre y energía al útero, una deficiencia de sangre importante, puede provocar una ausencia de regla (amenorrea) y otros problemas de la menstruación. En cambio, un exceso de calor en el hígado puede provocar vasodilatación y hemorragias excesivas. Por lo tanto, el hígado, es muy importante para la regulación del aparato reproductor de la mujer.

En el caso del hombre está directamente relacionado con la función de la erección. Un exceso de contención y bloqueo emocional puede debilitar energéticamente al hombre y provocar problemas de impotencia (que también tiene relación con la energía yang de los riñones, como veremos en un próximo volumen de esta colección).

EL HÍGADO Y LA ZONA DEL PECHO

El meridiano del hígado se alarga a través de las costillas. En ocasiones, cuando sentimos tensión y nerviosismo, tenemos dificultades para respirar e incluso podemos notar molestias en forma de pinchazo en la zona de los pulmones que nos impide inspirar completamente, o como un pinchazo que no permite respirar hondo.

Esto es pasajero y se suele producir por tensión en el meridiano del hígado. El mismo meridiano es el responsable de la hinchazón de los pechos de la mujer cuando padece tensión nerviosa, en especial antes de la menstruación. Este síntoma es una señal clara de contención emocional y el consecuente estancamiento de energía en el hígado. El estancamiento energético del hígado, también es favorecido por tóxicos y alimentación inadecuada, potenciándose los unos a los otros e impidiendo la metabolización de los estrógenos en el hígado, el influyendo así bioquímicamente y sinérgicamente en la hinchazón en los senos y en el síndrome premenstrual.

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El meridiano del hígado pasa también por el pulmón. Cuando tenemos un exceso de calor en el hígado pueden producirse asma, flemas secas o bronquitis.

A continuación llega hasta la laringe. Un hígado bloqueado puede ser la causa de padecer un exceso de mucosidad en la garganta y provocar el hábito de carraspear. También puede producir «bolo histérico», es decir, la sensación de tener permanentemente un nudo en la garganta. Todos estos síntomas son producidos por tensión hepática, o sea, tensión emocional bloqueada en el hígado y estancamiento de qi de hígado.

EL HÍGADO Y LA CABEZA

El meridiano del hígado alcanza la corona, la cabeza en su parte superior. Como ya hemos comentado, un bloqueo hepático puede ser la causa del dolor de cabeza en esa zona, tanto por exceso de calor como por deficiencia de sangre en el hígado. Demasiado deporte, trabajar mucho y comer poco, viajar constantemente, sueño insuficiente o muchas reuniones pueden recalentar el hígado, consumir demasiada sangre orgánica y provocar dolores de cabeza en la zona de la corona, así como en los laterales de la cabeza (la zona temporo parietal están recorridas por el meridiano de la vesícula biliar, contraparte energética del meridiano del hígado).

En situaciones crónicas de deficiencia de sangre y de yin de hígado —muchas veces acompañadas de cierta intolerancia a los fritos y a las grasas, por la deficiencia de flujos biliares consecuente—, debido a tensión emocional, estrés, agotamiento, o ingesta de alimentos de naturaleza caliente o tibia, y húmeda (grasas, sofritos, fritos, alcohol, carnes, picantes, café...), puede producir cefaleas o migrañas hemilaterales, a veces de difícil solución cuando ya se han instaurado.

Adoptando medidas alimenticias adecuadas, para refrescar, nutrir y drenar la toxicidad y el exceso de «humedad» hepática, se puede ayudar a mejorar estos síntomas de manera muy significativa.

Una de las ramificaciones del meridiano del hígado alcanza la zona del labio superior. Es muy común que, con la edad, aparezcan arrugas alrededor del labio. También es un síntoma de sequedad de los órganos sexuales, ya que la sangre del hígado es menos abundante y la irrigación y el flujo energético es menor.

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