Su conversión en líder de un partido político y de una central sindical —a lo que se sumaría desde 1910 su condición de único diputado socialista—, así como el ejercicio de la dirección de su común órgano teórico, que ya desde su nacimiento fue el principal vehículo de educación y adoctrinamiento de los militantes, obligó a Iglesias a realizar un esfuerzo de formación en distintos campos con la finalidad de estar a la altura de sus responsabilidades y contribuir a la preparación de la clase obrera de forma que pudiera disponer de herramientas teóricas con las que defender sus derechos, combatir a sus enemigos y, una vez derrotados estos, asumir la dirección de la nueva sociedad a la que se aspiraba. En relación con este asunto fundamental, debe señalarse que la visión que se ha tenido sobre la talla intelectual de Pablo Iglesias ha fluctuado desde la hagiografía más exaltada en que cayó su figura tras su muerte, como ponen de manifiesto las varias biografías y semblanzas escritas en la segunda mitad de los años veinte y primera de los treinta6, hasta el desprecio manifiesto y la minusvaloración interesada por parte de los adversarios del socialismo, tal y como aparece, por citar solo algunos ejemplos, en las notas obituarias de los periódicos ABC, El Debate y La Antorcha7 o en la obra del católico y simpatizante de la dictadura primorriverista Monar Por qué no fui al entierro de Pablo Iglesias: dedicado a todas las clases sociales y especialmente a los obreros españoles, portugueses e iberoamericanos, escrita en 19268. Incluso desde posiciones neutrales o moderadamente favorables al fundador del socialismo español se acuñó una imagen de este que combinaba talento movilizador u organizador, voluntad inquebrantable, moralidad intachable y escasa preparación cultural9. Este esquematismo crítico y en alto grado maniqueo ha permanecido hasta hoy en día10, y quizás vaya siendo hora de intentar centrar en sus justos términos este aspecto de Pablo Iglesias, que no hay que confundir —aunque hay interrelaciones evidentes— con sus otras facetas, como las de orador, periodista, organizador, sindicalista y político.

El análisis de la formación y la producción intelectual del fundador del socialismo hispano tiene interés por sí mismo, por lo que Pablo Iglesias representó, pero también por su carácter paradigmático. «El Abuelo» encarna a un modelo de militante prototípico, el del tipógrafo finisecular y autodidacta, ávido de saber pero sujeto a las condiciones impuestas por la época que le tocó vivir, el tipo de educación —o su ausencia, más bien— recibida, el ambiente cultural dominante, la situación económica que facilitaba poco el acceso a los libros, salvo a las colecciones populares y baratas, el gusto por las lecturas periódicas y por las obras divulgativas y el recelo manifiesto hacia los intelectuales, incluyendo en ellos a los del propio movimiento obrero11.

Lo mejor para efectuar esta revisión que nos proponemos será acudir a las fuentes más directas posibles. Algunas son suficientemente conocidas y comentadas, pero cabe volver a ellas una vez más con nuevos interrogantes y planteamientos; otras en cambio son inéditas o lo han sido hasta hace muy poco tiempo. Entre las primeras, destaca sobre todo la producción propia de Iglesias como escritor, producción en la que afloran de forma más o menos continua lecturas y autores favoritos, y las biografías y menciones indirectas presentes en las obras de García Quejido, Juan José Morato, Julián Zugazagoitia, Juan Almela Meliá, Isidro R. Mendieta, Julián Besteiro, Francisco Largo Caballero, Isidoro Acevedo, Andrés Saborit o Manuel Vigil12. Si todas ellas aportan datos de interés e informaciones valiosas sobre la formación cultural de Pablo Iglesias, la de Meliá tiene quizá una significación especial —más allá del aspecto meramente cuantitativo— por su condición de hijo del fundador del socialismo español, continuador del padre, tipógrafo de profesión también, colaborador en empresas intelectuales comunes —periódico, ordenador de correspondencia, secretario, traductor, etc.—, además de la consideración de Meliá como prototipo de «intelectual obrero» (visible en aspectos y campos como la literatura socialista o el mundo de las escuelas racionalistas, los cuadros artísticos, orfeones e himnos, etc.), frente al «intelectual burgués» que estaría representado por Núñez de Arenas, Besteiro o Fernando de los Ríos13.

Otra fuente, inédita hasta hace algunos años, es la proporcionada por la biblioteca personal de Pablo Iglesias. Cuando este fallece en 1925, su biblioteca particular se dividió en varias partes, correspondiendo a la Casa del Pueblo de Madrid un legado de 106 volúmenes y 141 folletos14. Por encima de la modestia del número, lo que aporta esta herencia es la posibilidad de aproximarnos a un asunto, el grado y tipo de formación cultural y política que recibió el fundador del socialismo español, sobre el que se venía especulando mucho y en gran medida gratuitamente. Los autores y las obras que influyeron en el Abuelo no lo hicieron solo sobre una persona, sino que a la larga lo van a hacer también sobre todo el movimiento obrero y, por eso, unos y otras nos servirán para entender algunas de sus peculiaridades. Aun así, debemos efectuar esta aproximación con múltiples reservas porque han desaparecido todos los folletos y de los libros solo se han recuperado 43, más otro que, aunque no formó parte de su biblioteca, sí que le debió necesariamente interesar puesto que lo tradujo y prologó al alimón con quien sería su hijo adoptivo, Juan Almela Meliá15. Otra prevención que hay que tener en cuenta es que, como muy bien sabemos, la posesión de un libro no supone necesariamente su lectura o su asunción o admiración, pero desde luego es un indicador de tendencias muy fiable y con carácter esclarecedor porque nadie se rodea de obras que le dejen francamente indiferente o que le produzcan animadversión.


6 Véanse, por ejemplo, las biografías de zugazagoitia, Julián: Pablo Iglesias; una vida heroica, Madrid, Javier Morata ed., 1925; Pablo Iglesias. Vida y trabajos de un obrero socialista, Madrid, Fénix, 1935 y Pablo Iglesias. De su vida y de su obra, Madrid, Ed. Zero, 1969 [1931]; almela meliá, Juan: Pablo Iglesias; rasgos de su vida íntima, Madrid, Javier Morata editor, 1926 o morato, Juan José: Pablo Iglesias. Educador de muchedumbres, Barcelona, Espasa-Calpe, 1931. De Morato cabe destacar también la biografía de Iglesias incluida en su libro La cuna de un gigante. Historia de la Asociación General del Arte de Imprimir, Madrid, 1925 [reedición facsímil a cargo de Santiago Castillo. Madrid, Ministerio de Trabajo, 1986].

7 A pesar de sus diferencias ideológicas, los tres diarios coincidían en la presentación de un Iglesias romo en el pensamiento e intransigente en la actitud. Sus lagunas culturales y su escasa potencia intelectual habrían sido las razones principales que explicaban su muy escaso bagaje teórico. Es preciso reconocer que el propio líder socialista contribuyó con alguna de sus declaraciones a fijar este cliché de persona poco instruida. Así, por ejemplo, al conseguir en 1910 el puesto de diputado, Iglesias se presentaba a sí mismo de la siguiente manera: «Yo soy un producto del taller y como tal producto del taller habré de conducirme aquí; no tengo conocimientos especiales, no tengo apenas instrucción, pero sí conozco lo suficiente, por ciencia propia, para los debates que aquí puedan plantearse [...]».

8 monar, J. D.: Por qué no fui al entierro de Pablo Iglesias: dedicado a todas las clases sociales y especialmente a los obreros españoles, portugueses e iberoamericanos, Madrid, Gráficas Modernas, 1926.

9 Un ejemplo nos lo muestra Ortega y Gasset cuando, al entrar Pablo Iglesias por primera vez en el Parlamento, escribió en El Imparcial: «Cuarenta mil españoles mayores de edad han mostrado que aún creen que hay en España un justo; por tanto, que aún tienen salvación [...]. Si se fuera a preguntar por qué creen que hay en España un justo, un hombre ejemplar, probablemente coincidirían todos. La sugestión que emana de ese español inerudito, de ese obrero sin literatura y sin jurisprudencia, que acaso haya leído un solo libro, proviene de que nos parece un hombre traspasado por una idea. Pablo Iglesias es todo el socialismo» (El Imparcial, 13 de mayo de 1910. Reproducido en iglesias, Pablo: Escritos y discursos. Antología crítica, por moral sandoval, Enrique Madrid, Sálvora, 1984, pp. 644-647. El destacado es nuestro).

10 Muchos historiadores han seguido defendiendo el carácter egregio de la figura de Iglesias en la historia contemporánea de España, pero insistiendo, al mismo tiempo, en su carácter de «obrero autodidacta que se había alimentado casi en exclusiva de la visión esquemática que del marxismo diera Jules Guesde». La cita en zapatero, Virgilio: «Pablo Iglesias», El País, 9 de diciembre de 2000, p. 14.

11 Sobre las conflictivas relaciones entre el socialismo y la intelectualidad española pueden verse, entre otros títulos, tuñón de lara, Manuel: Medio siglo de cultura española (1885-1936), Madrid, Tecnos, 1970; gómez molleda, María Dolores: El socialismo español y los intelectuales. Cartas de líderes obreros a Miguel de Unamuno, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1980; aubert, Paul: «Intelectuales y obreros (1888-1936)», Cuadernos de Historia Contemporánea, núm. 30, 2008, pp. 127-154; Juliá, Santos: «Pablo Iglesias, "la intelectualidad" y el socialismo», en Moral Sandoval, Enrique y Castillo, Santiago (coords.): op. cit., pp. 1-24; y galindo lópez, María Cruz: Los intelectuales socialistas en el primer bienio de la II República: reforma o revolución. Proyecto educativo, tesis doctoral inédita, Madrid, Universidad Complutense, 2016.

12 fidel [seudónimo de García Quejido]: Pablo Iglesias en el Partido Socialista (biografía-semblanza), Madrid, I. Calleja, 1905 [1.a edición, Barcelona, 1896]; morato, Juan José: op. cit.; zugazagoitia, Julián: op. cit.; almela meliá, Juan: op. cit.; mendieta, Isidro R.: Pablo Iglesias. Una vida al servicio de la clase obrera, Ediciones Solidaridad, 1938; besteiro, Julián: La obra de Pablo Iglesias. Discurso pronunciado por Julián Besteiro en el acto celebrado en el Teatro Campoamor, de Oviedo, como homenaje dedicado por la Organización Obrera y Socialista Asturiana a la memoria del fundador del socialismo español, Madrid, Torrent y Compañía, s. f.; largo caballero, Francisco: Mis recuerdos. Cartas a un amigo, México, Ediciones Unidas, S. A., 1976; iglesias, Pablo: Cien cartas inéditas de Pablo Iglesias a Isidoro Acevedo, Madrid, Ed. Hispamerca, 1976; saborit, Andrés: Pablo Iglesias: su vida y su obra, texto taquigráfico inédito, Toulouse, s. f. (consultado en la Fundación Pablo Iglesias, AASC-XCIII-1); vigil, Manuel: Recuerdos de un octogenario, Madrid, Ed. Pablo Iglesias-Fundación José Barreiro, 1992.

13 Sobre la amplia y diversa actividad de Meliá, puede verse arias gonzález, Luis y luis martín, Francisco de: «Estudio preliminar», en a. meliá, Juan: Andanzas castellanas. Ávila, Segovia, Madrid, Valladolid, Ed. Maxtor, 2016 [ed. facsimilar; Madrid, Librería Fernando Fe, 1918], pp. I-XLI.

14 Vid. «Biblioteca de la Casa del Pueblo», El Socialista, núm. 5.606, 22 de enero de 1927, p. 2.

15 Es la obra de kautsky, Karl: La doctrina socialista. Respuesta a la crítica de Eduard Bernstein, Madrid, Librería de Francisco Beltrán, 1910.