(Abril, 1899 – Mayo, 1989)22
El 3 de abril de 1899 llegó, por primera vez al puerto del Callao, un barco con migrantes japoneses. Bajo el nombre de Sakura Maru, la embarcación arribó con 790 personas, quienes venían a trabajar a las haciendas azucareras de la costa peruana.
La migración masiva de japoneses a varias partes del mundo fue producto del proceso de occidentalización que tuvo la potencia asiática a partir de 1868. La agricultura se reformó, dejando de lado el régimen feudal y pasando a la redistribución de la propiedad de la tierra, que terminó siendo acaparada por grandes propietarios. Al mismo tiempo, se produjo un fuerte desempleo en el campo, debido a la introducción de nuevas tecnologías y al alto crecimiento de la población durante los primeros años de la Era Meiji.
Los destinos favoritos de los japoneses fueron China, Corea, Hawái, Canadá, México y Estados Unidos. Cuando comenzaron a cerrarse las puertas de estos países, se incentivó la salida de ciudadanos nipones hacia Sudamérica, en particular, a Brasil y Perú.
¿Por qué nuestro país se convirtió en un destino atractivo para los migrantes? Durante el periodo conocido, gracias al historiador Jorge Basadre, como la «República Aristocrática», las haciendas costeñas requerían mano de obra y se buscó en Asia la solución a su escasez. En 1898, un diálogo entre los empresarios Teikichi Tanaka y Augusto B. Leguía —quien luego sería presidente del Perú en dos oportunidades— motivó que nuestro país fuera incluido en los destinos de migración japonesa, a la par que el gobierno peruano autorizaba esta llegada masiva.
Entre 1899 y 1923, la migración japonesa arribó bajo la modalidad de un contrato: los trabajadores eran reclutados por una compañía autorizada por el gobierno japonés, que señalaba cuáles eran las condiciones, las posibilidades de ahorro y el clima que se encontrarían en la costa peruana. La expectativa de los migrantes era quedarse un tiempo en Sudamérica y luego retornar a su país con lo ahorrado. Varios decidieron quedarse y establecer, terminados sus contratos, negocios independientes.
Para 1923, esta modalidad de migración culminó, tanto por los bajos salarios ofrecidos como por la extensión de la práctica del enganche de trabajadores provenientes de la sierra peruana. Sin embargo, la llegada de japoneses al Perú continuó. La modalidad del «llamado» fue la predominante. Aquellos migrantes que habían tenido buena fortuna en nuestro país y habían decidido quedarse más tiempo del previsto —o para siempre— convocaron a sus parientes y amigos para hacer fortuna en Perú. A diferencia de la modalidad de contrato, la migración por llamado se concentró en las ciudades, donde los japoneses habían podido hacer negocios23.
Naoichi Minami nació en 1899 en Kawachi, un pueblo ubicado dentro de la prefectura de Kumamoto, en Japón. En 1927, llegó al Perú bajo la modalidad de llamado —su hermano llegó antes—, luego de ejercer en su país el oficio de sastre. Buscaba ahorrar dinero y volver a su patria, como miles de sus compatriotas. De acuerdo con la historia familiar, se empleó en varios oficios, tanto en labores agrícolas como en zonas urbanas.
Luego de cinco años en nuestro país, Minami regresó a Kawachi. Su intención era casarse y ya contaba con un capital. En su aldea, se le arregló un enlace con Mutuse Inomoto, nacida en 1912, cuya familia estaba a las órdenes de un hombre que había comenzado su fortuna como trabajador del azúcar en Hawái y era, para la época, un millonario con acciones en la bolsa de valores de Tokio. Este hombre rico se llamaba Kintaro Fujimori.
El arreglo entre Minami y Fujimori comprendía una fórmula vigente en el Japón de la época: Naoichi adoptaría el apellido de la casa y, en principio, aceptaría trabajar bajo sus órdenes. Sin embargo, como excepción, Kintaro consintió que el nuevo integrante de su familia viajara a Perú con su flamante esposa. El matrimonio se realizó a inicios de 1934.
Naoichi Fujimori y Mutsue Inomoto viajaron al Perú en el barco Bokuyu Maru en agosto de 1934. Al mes, arribaron al puerto del Callao. Se instalaron en Huacho, donde, para efectos prácticos, él adoptaría el nombre castellanizado de Alberto. En este lugar ejercería su oficio original de sastre. Al año siguiente, nacería la primera hija del matrimonio, Juana Hatsumi.
En 1937, los Fujimori se trasladaron a Lima, como subarrendatarios de una parcela en una hacienda ubicada en las afueras de la capital del Perú. Allí cambiaría su destino.
Para la década de los años treinta, la situación de los migrantes japoneses en Perú comenzó a sufrir complicaciones. La empresa migratoria nikkéi había sido identificada en demasía con Leguía. Al ser derrocado por Luis Sánchez Cerro, el nuevo gobernante comenzaría a colocar trabas a la migración, así como al empleo de japoneses en empresas familiares.
Tras el fallecimiento de Sánchez Cerro, víctima de un magnicidio, gobernaría el general Oscar R. Benavides. Durante su periodo, creció la campaña antimigratoria. En diarios como La Prensa, se alertaba sobre el «peligro amarillo».
En 1936, el gobierno emitió un Decreto Supremo para restringir la migración asiática y limitó el número de extranjeros por nacionalidad para su residencia en el país. También se prohibió el traspaso de los negocios a otros extranjeros, lo que motivó una nacionalización masiva judicial de nikkéis. Incluso, miembros del Partido Aprista Peruano, que tenían posiciones progresistas en varias materias, se pronunciaron en contra de la migración japonesa.
En particular, los discursos contra los japoneses migrantes aludían a la nueva posición que tenían en la economía nacional, sobre todo, en el comercio y en la adquisición de tierras agrícolas. Dentro de las cuestiones que se enunciaban, se llegó a mencionar que los japoneses llegarían a superar a los peruanos en población, debido a las redes de cooperación de la colonia, así como a sus mejores hábitos de salud e higiene.
La historia oficial de la familia Fujimori señala que Alberto, el segundo de los hijos del matrimonio conformado por Naoichi y Mutsue, nació el 28 de julio de 1938, a la 1.20 horas, en la hacienda La Calera, entre los actuales distritos limeños de Surco y Surquillo. Como ya mencionamos, los padres del futuro mandatario arrendaban unas tierras en dicha área aún rural de la capital del Perú. Fue Naoichi quien inscribió a su hijo en el registro civil peruano con estos datos, teniendo como testigos al albañil Bernardo Maita y al peluquero Oishi Kishimoto.
Sin embargo, de acuerdo con el registro japonés (koseki) de la familia, en realidad, Alberto Fujimori nació en Lima el 26 de julio de 1938, dos días antes de la fecha que aparece en sus documentos peruanos. De acuerdo con lo señalado por la familia Fujimori al politólogo japonés Yuzuke Murakami, fue uno de los testigos quien propuso a Naoichi inscribir a su hijo ante las autoridades peruanas como nacido en Fiestas Patrias. La inscripción ante el consulado japonés en nuestro país también fue hecha por el padre del expresidente.
Si la fecha más probable del nacimiento de Fujimori es la indicada en el registro nipón, ¿por qué se le inscribió como nacido en el día que se recuerda la proclamación de la independencia peruana? Según registra el periodista Luis Jochamowitz, para 1937 se emitieron normas que complicaban la inscripción de hijos de extranjeros, en momentos en que existía un creciente clima xenofóbico en el Perú, en particular, contra los japoneses. Ese año, la legación japonesa en Lima emitió un memorándum en el que señalaba que los niséis — hijos de japoneses— nacidos en Perú tenían la nacionalidad peruana.
El koseki señala claramente que Alberto Fujimori no nació en el barco en el que sus padres arribaron al Perú, como fue producto de especulaciones durante varios años. De hecho, en el registro del barco Bokuyu Maru, en el que Naoichi y Mutsue arribaron al puerto del Callao, no figura que el matrimonio tuviera hijos.
El lugar de nacimiento o una posible doble nacionalidad por parte de Fujimori fue materia de indagaciones durante la campaña electoral de 1990. Miembros de Inteligencia de la Marina de Guerra le reportaron a Mario Vargas Llosa la presunta existencia de documentos que comprobarían que Fujimori no habría nacido en territorio peruano. El escritor decidió no utilizar este elemento por razones éticas, pues consideraba que, si había un fraude a la legislación migratoria peruana o al registro civil, lo cometieron los padres de su oponente, en circunstancias adversas hacia los migrantes en el Perú.
No fue la única versión que arribó al entorno del Frente Democrático. En los días previos al debate electoral, llegó al cuartel general de FREDEMO el rumor sobre la existencia de un pasaporte japonés de Fujimori. El abogado y personero Alberto Massa fue a la embajada de Japón a hacer una averiguación formal sobre la materia, sin obtener respuesta. Para Murakami, quien trabajó en la década de los noventa en la delegación nipona en Lima, el gobierno japonés hizo las averiguaciones y determinó que dicho pasaporte no existía.
La conclusión es clara. Alberto Fujimori nació en Lima el 26 de julio de 1938, siendo inscrito por su padre en los registros de Perú y Japón. Por tanto, siempre tuvo doble nacionalidad. No sería hasta noviembre de 2000 que activaría los documentos vinculados a la tierra de sus ancestros24.
Los primeros años de vida de Alberto Fujimori transcurrieron en un periodo difícil para los nikkéis. Cuando se declaró la Segunda Guerra Mundial, en la que Japón formaba parte de las potencias del Eje, se incentivó la propaganda antinipona. Se temía que la presencia numerosa de ciudadanos japoneses y sus descendientes pudiera convertir al Perú en un nuevo escenario del conflicto internacional, sobre todo, pensando en un posible enfrentamiento con Estados Unidos. Aunque nunca se llegó a demostrar su validez, circularon diversas versiones sobre un supuesto armamento escondido en tierras agrícolas o sobre la presencia de espías.
Esta situación se complicó cuando en algunas asociaciones cercanas a parte de la comunidad nikkéi se difundió propaganda del gobierno japonés y se asumieron actitudes férreas de defensa de la política exterior del país oriental.
El 13 de mayo de 1940, los alumnos del colegio Nuestra Señora de Guadalupe organizaron una marcha contra los japoneses, a la que se adhirieron otros ciudadanos. Las protestas terminaron con el apedreamiento de locales y viviendas y saqueos en el Cercado de Lima, La Victoria, Rímac y Jesús María.
El 7 de diciembre de 1941, Japón ingresó oficialmente en la Segunda Guerra Mundial, al atacar la base estadounidense de Pearl Harbor, ubicada en Hawái. El gobierno de Manuel Prado Ugarteche, de inmediato, dispuso la inamovilidad de fondos de sociedades e individuos japoneses. En enero de 1942, Perú abandonó la neutralidad que había mantenido en el conflicto global y rompió relaciones diplomáticas con los países del Eje.
Prado viajó a Estados Unidos en mayo de 1942, para entrevistarse con su homólogo Franklin Roosevelt. En la cita, se acordó una deportación masiva de japoneses hacia campos de internamiento ubicados en el oeste de Estados Unidos. Se estima que una cifra cercana a mil seiscientas personas fue llevada a estos campos desde el Perú. También se confiscaron sus bienes. Se trata del mayor baldón xenofóbico de la política exterior peruana en toda su historia. Y que es más difundido en museos y fuentes estadounidenses que en nuestro país.
La niñez y adolescencia de Alberto Fujimori transcurrieron entre los años de la guerra y los constantes cambios de trabajo y domicilio del padre. Durante la Segunda Guerra Mundial, Naoichi tendría una reencauchadora de llantas con la que se mantendría su familia y luego regentaría una ferretería. En sus primeros años, además del castellano, el infante Alberto tendría el japonés como lengua materna en casa. Durante los años cuarenta, nacerían sus hermanos Pedro (1940), Rosa (1942) y Santiago (1946).
Fujimori estudiaría la primaria en tres colegios: un establecimiento para niños niséis, Nuestra Señora de la Merced y la escuela fiscal 402, conocida como La Rectora. Estas instituciones educativas estaban en Barrios Altos, una zona tradicional de Lima. Desde niño, Fujimori mostraría su predilección por los estudios, aunque no dejó de participar en algunos partidos de fulbito a escondidas de su padre. En 1952, pasó a estudiar la secundaria en el colegio estatal Alfonso Ugarte, que inauguraba su nueva sede en San Isidro, construida durante el gobierno del general Manuel A. Odría. Allí acentuaría su afición por el estudio, su carácter introvertido y su vocación por el secreto. Varios de sus condiscípulos cuentan que escribía en taquigrafía, para evitar que sus compañeros copiasen sus anotaciones. Su punto débil, como varios escolares del mismo perfil, era Educación Física.
En esa misma época, la familia Fujimori se mudó a San Isidro, donde estableció su negocio más estable: una florería. Una vez que culminaban las clases escolares, el adolescente Alberto estaba encargado de entregar los pedidos de flores en su bicicleta. También acudía a la Biblioteca Nacional para estudiar. Fue uno de los alumnos más destacados de su promoción escolar. Dos de sus compañeros escolares, Antonio Paucar y Óscar de la Puente Raygada, serían ministros de Estado durante su gobierno. No eran amigos cercanos suyos.
A partir de la década de los cincuenta, ocurre un cambio en la visión que se tenía de los japoneses en el Perú, producto de factores políticos y, sobre todo, sociales. Con posterioridad a la derrota en la Segunda Guerra Mundial, Japón iniciaría el gran proceso de despegue económico e industrialización que, en pocas décadas, lo convertiría en una de las grandes potencias mundiales, con el apoyo de Estados Unidos.
Si bien durante los años de gobierno de Manuel A. Odría, el Perú restablecería relaciones diplomáticas con la nación asiática, sería recién en el segundo gobierno de Manuel Prado Ugarteche que se recobraría el impulso de las relaciones. El mandatario viajó en 1961 a Tokio, se buscó una fórmula de indemnización por los daños causados durante la guerra y se reanudó la migración en forma limitada.
Mientras este proceso transcurría, la comunidad decidió afianzar sus lazos con el Perú. Se fundaron nuevas agrupaciones —como la Asociación Estadio La Unión— y, además de los pequeños negocios, los nikkéis entraron a la industria, el gran comercio y la avicultura. Ello les dio un poder económico importante, lo que se sumó a la imagen de recuperación luego de la conflagración mundial. Así se fue consolidando la imagen de laboriosidad y trabajo de los descendientes de japoneses que se tendría en las siguientes décadas.
La reconciliación definitiva se dio durante la primera administración de Fernando Belaúnde Terry. Como compensación global por la confiscación de los colegios japoneses, se otorgó un terreno en Jesús María para edificar el Centro Cultural Peruano Japonés, inaugurado en 1967 por los entonces príncipes herederos —y emperadores entre 1989 y 2019— Akihito y Michiko. En los años del primer belaundismo, llegaron ensambladoras de automóviles japoneses, inversiones mineras y amplia cooperación técnica.
La situación no cambiaría mucho durante la dictadura nacionalista de Juan Velasco Alvarado, periodo en que Japón colaboró con la construcción del oleoducto norperuano y apoyó las labores pesqueras. A la par, la comunidad nikkéi comenzaría a incursionar en campos como el arte, la cultura, el periodismo y el deporte, lo que ayudó a su integración definitiva en la vida social nacional.
Paradójicamente, quien se convirtió en el primer nikkéi en gobernar un país extranjero no se integró a las actividades de la colonia. El Museo de la Inmigración Japonesa —ubicado en el Centro Cultural Peruano Japonés desde 1981— solo dedica un pequeño panel en su exposición permanente a Fujimori, donde se consigna su abrupta salida del poder y sus condenas, en un lenguaje neutro y escueto. No hay mayores alusiones a su periodo como gobernante.
Fujimori ingresó en 1957 a la Escuela Nacional de Agronomía en el primer puesto de su promoción. Era el tránsito natural del hijo del dueño de una florería quien, durante sus años de trabajador retirado, tendría una granja en Ate Vitarte. Su padre adquirió parcelas de cultivo de flores en zonas poco urbanizadas de la ciudad por aquellos años, como Surco o La Molina, distrito en el que solitariamente estaba el campus adonde Alberto se trasladaba todos los días.
Sin embargo, Fujimori no se decantaría por el negocio familiar ni, menos aún, por las actividades agrícolas o las tareas de la granja de Naoichi. Al final de sus estudios encontró su verdadera vocación: las matemáticas. Nuevamente, se hicieron patentes los rasgos de su carácter: vocación fuerte por el estudio, necesidad de pasar desapercibido y laconismo en sus expresiones. Su vida social era escueta y continuaba apoyando a su padre en la florería.
Eran los años en los que la matrícula en la Escuela se había expandido a sectores populares, además de los hijos de agroexportadores y de la clase media a la que, con mucho esfuerzo, los Fujimori habían llegado. El tránsito natural se dio en el penúltimo año de estudios del futuro ingeniero: la Escuela se transformó en la Universidad Nacional Agraria La Molina.
Luego de graduarse en 1961, Fujimori no dejó la UNALM. En abril de 1962, se convirtió en jefe de prácticas en el Departamento de Matemática y Estadística de la Facultad de Ciencias. También realizó cursos libres de ciencias en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en la Universidad Nacional de Ingeniería. Y se dio tiempo para los negocios familiares, dado que la salud de su padre comenzó a deteriorarse en la década de los sesenta, producto de una arterioesclerosis.
Entre 1964 y 1965, Fujimori pasó una temporada en Francia, para hacer estudios en matemáticas en la Universidad de Estrasburgo. No se conoce mucho de su estancia en ese país, salvo que, como cualquier estudiante becado de posgrado, conoció países cercanos como España y Gran Bretaña. A su regreso, fue nombrado docente estable de la UNALM. Paulatinamente, dejó los cursos más teóricos y pasó a las materias destinadas a los alumnos de primeros ciclos.
Poco se sabe de la vida personal de Fujimori durante esos años, salvo breves romances con una descendiente de alemanes y una nikkéi. A finales de 1968, conoció a Walter Gilbert, docente de la Universidad de Wisconsin, de quien se hizo amigo. Cuando Gilbert dejó el país, el profesor de matemáticas comenzaría su camino para estudiar una maestría en la mencionada casa de estudios. Para ello, finalmente hizo su tesis sobre variedades del camote y se tituló como ingeniero agrónomo.
Fujimori viajó en septiembre de 1970 a Wisconsin, donde permanecería dos años. Durante su estancia en Estados Unidos, fallecería Naoichi. Cuando volvió al Perú, la UNALM se hallaba en medio de las disputas políticas que caracterizarían a las universidades nacionales durante los años de Velasco. El magister en Ciencias, recién llegado, decidió mantenerse en medio de los grupos en disputa. Una vez que retomó los cursos básicos de matemática como docente, se hizo de buena fama entre los alumnos, tanto por sus virtudes pedagógicas como por su bajo índice de desaprobados.
En octubre de 1974, dos hechos marcaron su porvenir. Asumió la dirección del Programa Académico de Ciencias y trajo la idea para la construcción de aulas provisionales luego del terremoto que devastaría el campus de la Agraria. Nacería, a la vez, el germen del futuro burócrata-político universitario y del empresario constructor.
Si bien Alberto Fujimori se presentó, ante la opinión pública, como un neófito en la política, en realidad ocultó que había tenido un gran entrenamiento en uno de los espacios más politizados: la universidad pública. En los años sesenta, las universidades nacionales experimentarían un fenómeno de expansión de su matrícula y número, para aumentar la posibilidad de que los jóvenes contaran con un título que les brindara mayores ingresos y ascenso social. Sin embargo, este crecimiento no se vio acompañado de presupuesto ni de mejora en la calidad de la enseñanza. Todas las tendencias políticas buscaron representación y nuevos adeptos entre los docentes y, sobre todo, los alumnos. En ese contexto, quienes se convertían en autoridades universitarias debían llegar a delicados equilibrios con todas las facciones u optaban por transformarse en pequeños autócratas dentro de sus campus.
En 1977, Fujimori postuló al vicerrectorado de la UNALM. Su estrategia buscó que la Facultad de Ciencias fuera el factor clave en las luchas por el poder, tradicionalmente disputadas entre Agronomía y Zootecnia. Para ello, aplicaba sus apreciadas matemáticas. Negoció sus votos con el favorito al rectorado, Mario Zapata, agrónomo como él. Zapata fue elegido. Pero la sesión de la Asamblea de Docentes se interrumpió y, cuando se reanudó, Fujimori perdió el vicerrectorado por dos votos. Le quedó claro que le habían jugado sucio. Sus colegas de Ciencias le hicieron un almuerzo de desagravio.
Luego de la derrota, Fujimori alternaría sus labores académicas con la compañía constructora familiar, licencias con goce de haber e incluso un viaje a Cuba. También comenzó a hacer nexos con los representantes estudiantiles, que serían claves para la nueva elección de rector en 1984.
Aquel año, Fujimori se propuso ser decano de la Facultad de Ciencias. Cuatro votaciones le dieron el empate frente a un colega aprista. Luego descubrió sus cartas: le dijo a su rival que competiría por el rectorado. En paralelo, convenció a una facción disidente de los profesores para que lo apoyase, a cambio de mejorar las condiciones laborales.
Fujimori se lanzó oficialmente al rectorado un mes antes de las elecciones. Sus promesas a todos los grupos dieron resultado: ganó en primera vuelta el 12 de mayo de 1984.
Su estilo como rector forjaría parte de los rasgos que veríamos en la Presidencia de la República durante una década. Invirtió sus alianzas, dejando de lado a los docentes y prefiriendo el trato directo con los estudiantes y el personal administrativo. Comenzó a preocuparse por la mejora de servicios básicos como biblioteca, cafetería y transporte de estudiantes. Al mismo tiempo, se rodeó de un grupo de leales y hacía las veces de maestro de ceremonias en todas las celebraciones de la UNALM.
Al fin descubrió su vocación. Y la potenció al máximo. En 1987, se convirtió en presidente de la Asamblea Nacional de Rectores. Y luego daría otro salto en sus aspiraciones.
En 1987, Fujimori tuvo la oportunidad de aparecer durante dos años seguidos en el canal estatal como conductor de un espacio político. Las versiones sobre su debut como moderador en la pantalla chica difieren en algunos aspectos, pero concuerdan en lo medular. Jeff Daeschner, Sally Bowen y Luis Jochamowitz coinciden en que existió una versión sobre una presunta recomendación sobre las dotes de Fujimori como host televisivo por parte de Alan García a la televisora estatal, presidida en aquel momento por Carlos Guillén, una persona de confianza del mandatario. Es cierto que, en los primeros años de la administración aprista, el rector de la Universidad Nacional Agraria La Molina había brindado consejos a García sobre materias de su especialidad. Pero existe otra versión sobre la aparición de Fujimori en la señal televisiva del Estado.
Fernando Vivas refiere que Concertando apareció como un programa destinado a la defensa de la gestión de Remigio Morales Bermúdez como ministro de Agricultura, con la posibilidad de que luego se ampliara a otros problemas nacionales. Las productoras Doris García y Luisa Uzátegui fueron las encargadas de conseguir un conductor que no fuera conocido y pensaron en que, dado que la primera emisión tendría que ver con agricultura, sería una buena idea contactar al rector de la UNALM.
A Fujimori se le llamó inicialmente para un único programa. García y Uzátegui le dieron las indicaciones generales y, en la prueba de cámara, lo hizo bastante bien. Fue un sobrio moderador que sorprendió a todos al señalar, al final de la primera emisión, cuáles eran las principales coincidencias entre los invitados. El estilo de conducción les gustó a todos en el canal. El rector aceptó continuar, a condición de que el espacio sea semanal, para que pueda estudiar cada tema.
Durante dos años, Fujimori apareció los lunes por la noche en vivo en el canal estatal, dirigiendo un programa de debates que congregaba a técnicos, políticos, líderes gremiales y expertos. Él y sus productoras decidían los temas del espacio, a veces con algunas sugerencias de Guillén. Esto no era poca cosa en un país donde, en varias localidades alejadas, la señal de la televisora estatal era la única que se captaba —en algunos casos esto sigue hasta el día de hoy—, por lo que el rostro del ingeniero agrónomo comenzó a ser familiar para algunos. Aunque los ratings no eran abundantes, la audiencia era suficiente para que Fujimori comenzara a hacerse conocido a escala nacional25.
Casi al mismo tiempo que terminaba su ciclo televisivo, Fujimori culminó su periodo como rector. No pudo ser capaz de colocar a un sucesor afín en su puesto. Tampoco pudo presidir la asamblea donde se eligió a su reemplazo. Su último día de mandato, en mayo de 1989, culminó con la inauguración de obras de infraestructura en la UNALM, sin pena ni gloria. Sin despedirse, acabó su mandato y pidió su jubilación. Empezaba, formalmente, su carrera política nacional.
22 La mayor parte de datos biográficos de Alberto Fujimori se encuentra en la biografía no autorizada de Jochamowitz (2018: 19-272). Hemos completado algunos elementos en base a la lectura de Murakami (2018: 193-199 y 2019: 117-123).
23 En torno a la migración japonesa, consultamos Fukumoto (1997) y Morimoto (1999).
24 Sobre el koseki japonés de la familia Fujimori, consultamos la edición del 20 de junio de 2001 de La República, donde se presentó este documento por primera vez al público peruano en forma completa. Las intrigas en torno a la nacionalidad del presidente durante la campaña de 1990 se consignan en Vargas Llosa (1991: 204-205) y Vargas Llosa (2005: 556-559). Otros datos se aportan en «Los Patriotas», de Mario Vargas Llosa, publicado el 10 de agosto de 1997 en El País y que puede leerse en https://elpais.com/diario/1997/08/10/opinion/871164007_850215.html.
25 La información sobre el programa televisivo de Alberto Fujimori se construyó sobre la base de Vivas (2008: 494-497), Bowen (2000: 12-13), Daeschner (1993: 89), Jochamowitz (2018: 286) y Murakami (2018: 198).