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La PsP trata de ser la rama científica de la Psicología que estudia lo que es una vida digna, cómo el hombre posee fortalezas en su interior que deben florecer, y cómo gracias al pensamiento positivo y la autoconfianza puede llegar a un nivel óptimo y encarar situaciones adversas.
En sus orígenes más cercanos, el movimiento de la felicidad arranca con la Psicología Positiva1, impulsada por Seligman en al acceder en 19962 a la presidencia de la APA, Asociación norteamericana de Psicología, que es la más influyente a nivel mundial. Seligman había obtenido fama mundial en los años 70 con su paradigma de la indefensión aprendida, descubrimiento importante que no explicaremos aquí. Baste decir que, por aquellos años, Seligman se dedicaba a la psicología experimental de laboratorio con animales.
Según él, con los años se dio cuenta de que la Psicología había estado demasiado centrada en el sufrimiento humano y tenía carácter negativo: patologías clínicas, depresiones, personalidades histriónicas, enfermedades mentales, etc. Para dar un giro a la misma, consideró necesario centrarse en valores más positivos: estudiar el bienestar psicológico, la felicidad, la alegría, el optimismo, etc., como una forma de prevención: “El objetivo de la psicología positiva es catalizar un cambio en psicología desde la preocupación solo por reparar las peores cosas de la vida, a también construir las mejores cualidades de la vida”3.
Según Seligman, dos hechos concretos le movieron a ello. El primero, cuando su hija pequeña (Nikki) le llamó “gruñón” en el jardín de su casa4, comprendiendo que debían transmitirse valores positivos en la educación de los niños y no esperar a tratarlos clínicamente cuando se desviaran hacia la patología. El segundo hecho que le motivó al cambio de perspectiva, fue cuando coincidió en sus vacaciones de invierno de 1997 con otro famoso psicólogo: Csikszentmilhalyi. Ambos charlaron entonces sobre el tema de que la Psicología se había vuelto demasiado aburrida y distante, sometida a lo experimental y relacionada con el diagnóstico de depresiones. En definitiva, les parecía “que la psicología tradicional socava la resiliencia de las personas y las victimiza”5. Dicho de otra manera por el propio Seligman, la psicología “no es solo el estudio de la enfermedad y el daño, sino también es el estudio de la fortaleza y la virtud: el tratamiento no debe ser reparar lo que está mal, sino construir cuanto es bueno”6.
De esta manera nació la Psicología Positiva (en adelante, la citaremos como PsP), que pretendía ser un nuevo enfoque revolucionario. Desde luego, podría considerarse “probablemente el mayor movimiento dentro de la psicología en lo que va del siglo XXI”7.
Sin embargo, se trataba de algo ya conocido: el propio nombre de Psicología Positiva fue introducido por el psicólogo humanista Maslow en su libro Motivación y Personalidad (1954)8. En opinión de algunos críticos, de hecho, la PsP se trata de una actualización de la Psicología Humanista centrada en valores vitales, éticos y espirituales por contraposición a la psicología experimental: “Los contenidos de la Psicología Positiva tienen gran coincidencia con los de la psicología humanista”9. Otros autores vinculan el mundo mágico de los pensamientos positivos con el psicoanálisis de Freud10. Además, tiene gran coincidencia con la Psicología de la Salud y su afán de promover estilos de vida saludables que incidan en prevención de enfermedades psicológicas y físicas, y la Psicología de la Salud remonta a los años 70 dicho esfuerzo por cuidar los aspectos positivos de la vida emocional.
Para que el lector tenga clara las tesis de la PsP, podríamos resumirlas así:
•La mente es capaz de someter el mundo material y físico. Su lema tesis es que te conviertes en lo que más piensas.
•Se trata de una teoría cognitiva-motivacional-relacional. Se habla del ser humano óptimo que busca el desarrollo psicológico sano y lucha por el florecimiento personal. De hecho, el bienestar es definido “como el reflejo de un funcionamiento psicológico óptimo”11.
•Según Seligman, el “constructo del bienestar, no la entidad de la satisfacción con la vida, es el tema central de la psicología positiva”12. Los elementos que construyen el bienestar según el autor son:
–la emoción positiva, relacionada con la vida placentera.
–la entrega de uno mismo, relacionada con el flujo o estar entregado al momento presente.
–el sentido, que es el significado vital de cada persona.
–los logros personales, que son buscados como metas intrínsecas.
–las relaciones con los demás.
–la construcción de fortalezas (strenghts), como pueden ser el coraje, la capacidad de disfrute, la búsqueda de un sentido, honestidad, perseverancia, optimismo, etc.13
•Se desarrollan una serie de conceptos psicológicos como: factores protectores, elasticidad, crecimiento personal, florecimiento personal, autoeficacia proactiva, optimismo disposicional, energía, vitalidad, humor desdramatizador, competencias aprendidas, etc. En definitiva, “tanto discurso psicológico redundante confunde más que clarifica. Cuando los conceptos no aportan nada nuevo, nos introducimos en unos juegos del lenguaje que, en muchísimas ocasiones, resultan irrelevantes para la psicología”14.
•Se centra en las emociones positivas, y “la Psicología Positiva asume que las emociones tienen un papel causal sobre la salud y el bienestar”15. Es necesario remarcar que solo se tratan las emociones positivas como adaptativas, mientras que las negativas (ira o tristeza, por ejemplo) carecen de valor psicológico de adaptación para la PsP. Esta tesis es rotundamente falsa, así que algunos defensores del pensamiento positivo matizan la tajante división entre emociones positivas y negativas, admitiendo que también “las emociones negativas son tremendamente útiles para la supervivencia”16.
•Apoyan valores espirituales e incluso bíblicos como el perdón, la gratitud, la esperanza, etc.
•Existen instituciones sociales, políticas y económicas que favorecen de manera especial un mundo feliz. Seligman cita la democracia, la familia, las iglesias o el sistema capitalista de libre competencia empresarial17. Para Seligman, la felicidad vendría de la mano de los siguientes factores: vivir en una democracia sana; casarse; evitar acontecimientos negativos; forjarse un entramado social; acercarse a la religión; ganar más dinero; gozar de buena salud; elevar el nivel de estudios; trasladarse a un clima más soleado. La PsP parece definir a individuos óptimos y normales como individuos WEIRD: western, educated, industrialized, rich and democratic (occidentales, educados, industrializados, ricos y democrácticos)18. En definitiva, el ideal americano de felicidad.
Según M. Prieto Ursúa, “en ocasiones, es difícil distinguir la Psicología Positiva de un movimiento espiritual”19. Incluso los defensores de la PsP no tienen problemas en admitir que “uno de los aspectos más destacables de esta propuesta es la filosofía de aplicación que subyace detrás”20. Lo que definen como fortalezas que el ser humano tiene dentro, tienen mucho parecido o igual nombre a “las virtudes cardinales y teologales (…). De hecho, han sido incorporadas por los psicólogos de la positividad al Inventory of Strengths Values in Action (VIA)”21, que es el cuestionario metodológico que usan.
De hecho, Seligman fue sostenido en sus comienzos por la fundación filantrópica The John Templeton Foundation, un grupo de carácter espiritual-filosófico. John Templeton (1912-2008) fue un gurú de la autoayuda y del mundo espiritual-filosófico, a la vez que un agudo empresario y amante de un paraíso fiscal como son las islas Bahamas. Seligman confesó que todo fue posible gracias “a la generosa” contribución de la Templeton Foundation durante los años 2004-200722.
También admitió sin tapujos que su financiación inicial vino por parte de un millonario, Charles Feeney, abogado de la fundación Atlantic Philantropies. Según Seligman, “al cabo de un mes recibí un cheque de 1,5 millones de dólares”23. En otro lugar, Seligman confiesa que todo empezó “informalmente en el año 2000” cuando el grupo Athlantic Philantropies le invitó a crear un grupo de expertos dedicados a promover el pensamiento positivo. Aunque los psicólogos que apoyan la PsP nieguen que se trate de un movimiento filosófico-espiritual, lo cierto es que es difícil negar su conexión con el mismo. El propio Seligman confesó que se reunían “y vivían juntos” en Filadelfia durante “cuatro o seis semanas al año”, reuniéndose diariamente en torno a cinco proyectos, uno de los cuales era “el estudio de la espiritualidad en las vidas exitosas”24. Si quiere tener más noticias acerca de financiaciones sospechosas de la PsP, le recomiendo la lectura del ensayo de Cabanas e Illouz antes citado: Happycracia (edit. Paidós, 2019).
Los críticos a este movimiento apuntan las siguientes debilidades científicas:
•Cuando la PsP habla de felicidad, bienestar, optimismo, resiliencia, etc., se basa no en medidas directas de observación (presión sistiólica, imagen neurosensorial, ritmo cardíaco, actividad electrodermal, etc.), sino que concede “demasiada importancia” a las “medidas de autoinforme”25. Es decir, para medir el nivel de felicidad de una persona, se le pide que cumplimente un cuestionario en el que debe marcar si se siente “muy satisfecho, bastante satisfecho, poco satisfecho”. O por ejemplo, se le hacen preguntas del tipo: “¿se ha sentido usted feliz en las últimas cuatro semanas?”. Las medidas de autoinforme están expuestas a la visión subjetiva del que contesta, así como a la forma subjetiva que da el entrevistador a la pregunta. En ocasiones, se trata de autoinformes enviados por internet, cuya calidad científica roza el ridículo26. El funcionamiento psicológico óptimo se define por categorías tan dudosamente científicas como “sensación de llevar un rumbo”27. En los estudios de Bárbara Fredrickson sobre las emociones positivas (autora reconocida en este ámbito), la investigación fue desarrollada durante siete semanas en las que los participantes meditaron e intensificaron sentimientos internos de amor28. En otro de los experimentos de esta investigadora, se regaló a los médicos una bolsita de golosinas y este regalo pequeño bastó para que diagnosticaran de un modo mejor casos de hepatitis… Además, estos cuestionarios están llenos de palabras que la cultura norteamericana entiende, pero que son difícilmente validables en otras culturas como la china o la hindú, porque los cuestionarios de la PsP son “cortos y generales, no permiten recoger matices”29.
•Se correlacionan las variables pretendiendo tener causalidad, pero el método correlacional nunca es causal. Simplemente indica que hay relación entre dos variables, pero no que una explique a otra. Por ejemplo, podemos admitir que se encuentran unidas las variables optimismo y buena salud. Pero no podemos afirmar que el optimismo sea causa de la buena salud: puede ocurrir que el gozar de buena salud cause optimismo en una persona. Podemos admitir que las variables optimismo y éxito estén asociadas si estudiamos el perfil de futbolistas o actores de cine, pero lo que no se puede afirmar es que: “el optimismo garantiza el éxito”, ya que también cabe la posibilidad de que “el éxito nos convierte en optimistas”. En definitiva, “la falacia de la Psicología Positiva llega a ver la emoción positiva como causa directa de una conducta en lugar de como consecuencia”30. En opinión de Marino Pérez Álvarez, de la universidad de Oviedo, en la PsP hay un “abuso de las correlaciones como si fueran causales”31. Los estudios de James Coyne sobre la pretendida relación entre supervivencia del cáncer y pensamiento positivo, apuntan a que esas correlaciones tienen defectos estadísticos32. –Incluso los defensores de la PsP admiten que en casos de enfermedad grave, el pesimismo puede resultar más adaptativo para el individuo que un optimismo irreal, ya que “las personas con mayor afecto positivo que padecen enfermedades graves, a veces pueden subestimar el número de síntomas y tender a ser excesivamente optimistas contra el pronóstico de su evolución, siguiendo con más laxitud las prescripciones médicas”33.
•La aparente novedad de sus investigaciones tiene algo de ridículo, ya que es obvio que “lo positivo correlaciona con lo positivo, la felicidad con la positividad, el bienestar subjetivo con la esperanza, el optimismo con la felicidad, y la compasión con la espiritualidad. Pero, ¿existe algo realmente novedoso en estas conclusiones?”34.
•Se dividen de manera tajante las emociones positivas de las negativas. La pregunta es por qué calificamos así a las emociones, cuando todas ellas, incluida la tristeza, cumplen un papel importante en la salud del sujeto y en su adaptación a su entorno. Algunas afirmaciones de la PsP son claramente discutibles, como por ejemplo la de Gonzalo Hervás: “Desde hace tiempo se sabe que las emociones negativas son relativamente independientes de las positivas”35, porque estudios recientes aseguran que describir los rasgos de personalidad como positivos o negativos es “demasiado simplista, y no se apoya en la evidencia empírica”36. El problema de calificar a las emociones como positivas es que “al sacarlas de su contexto y denominarlas a priori positivas, considerando que son por sí mismas buenas, supone olvidarnos del análisis funcional de la conducta (…), lo que, en mi opinión, es un gran paso atrás en la comprensión del comportamiento humano”37. Por ejemplo, la emoción de alegría, que en sí misma puede considerarse como positiva, será adecuada en ciertos contextos, pero no en un tanatorio o después de encajar un despido laboral, porque si fuera así, ya no hablaríamos de sana alegría sino de estado maníaco. Eso significa el análisis funcional de la conducta: esta emoción, más allá de lo que significa en sí misma, ¿es adecuada o no en este contexto? ¿Tiene coherencia con la personalidad o con el momento? ¿Es adaptativa para esta situación? En definitiva, “nadie discute que es mejor sentirse bien que sentirse mal, contento que amargado, tranquilo que ansioso. Sin embargo, nadie debería decir que estos últimos sentimientos, aun molestos y desagradables, sean de por sí mismos malos y deban ser eliminados”38. Puede que sentirse triste sea una ofensa a la sociedad actual de consumo, pero eso no quiere decir que la tristeza no tenga un valor psicológico de adaptación al entorno: el individuo se repliega para poder reflexionar acerca de lo que ha perdido, lo cual es necesario.
•La PsP se basa en un constructo hipotético como es el de la felicidad, que es difícilmente medible. No hay una definición objetiva de la misma, y de hecho, está muy vinculada a lo que la cultura norteamericana entiende por felicidad. En el ámbito norteamericano, la felicidad está vinculada al éxito personal (fundamentalmente económico) y al logro. En las culturas asiáticas como la japonesa o la china, sin embargo, la felicidad está vinculada al grupo familiar y social, como la adaptación a las normas grupales. Aquí viene una de las grandes críticas a la PsP: según Seligman, el hombre feliz es el que persigue logros, vive en una democracia, está casado, acude a la iglesia y participa de un sistema económico de libre competencia. Por eso, “la gran crítica es que la Psicología Positiva es un ropaje que pretende dar validez científica universal a la visión americana del mundo”39.
•Por todo ello no es extraño que incurran en contradicciones constantes. Seligman admite en algunos escritos que la PsP no es algo novedoso, mientras que en otros asegura que se trata de una novedad. Seligman asegura que para conseguir la felicidad hay que casarse, mientras que uno de los estudios que más cita es uno que se hizo entre monjas estadounidenses, las cuales vivían felices por su ánimo positivo (aunque no se hubieran casado).
En definitiva, la PsP tiene “multitud de problemas” metodológicos, que Edgar Cabanas resume perfectamente: “simplificación conceptual, definiciones tautológicas, discrepancias internas entre los propios psicólogos positivos o propuestas enormemente eclécticas, insuficiencias metodológicas tales como erróneas atribuciones de causalidad, falta de más estudios longitudinales, excesiva confianza en el método correlacional y en los autoinformes, o dificultades que pasan por alto a la hora de medir las emociones”40.
Los psicólogos críticos con la PsP destacan que la presión hacia una actitud siempre positiva contribuye a la infelicidad, ya que algunas personas se sienten culpables o defectuosas cuando no consiguen sentirse bien. La contrapartida de los libros que prometen felicidad viene a ser la idea de que, si usted no es feliz, es porque no quiere, lo cual es una tesis perversa: “preconiza un optimismo cruel, obsesivo e irracional, que termina convergiendo en un ansia desbocada”41. Así lo apunta también James Coyne, psiquiatra de la universidad de Pennsylvania y un crítico de la PsP, ya que encuentra “la ridiculización de los pesimistas como perdedores en los libros de autoayuda de psicología positiva”42. No es el único investigador que alerta de “una especie de retórica de la amenaza, donde se advierte que toda negatividad incurre en la espiral de un fatal pesimismo que impide toda recuperación y mejora”43.
Roberto García Álvarez y Víctor Martínez resumen la crueldad de esta visión aludiendo a un conocido best-seller norteamericano escrito por Rhonda Byrne: “Una lectura atenta de El Secreto encuentra continuos reproches a las víctimas como causantes de su propio mal”44. Se trata de una censura velada a la infelicidad, que ya no es un asunto de patología clínica, sino también un estigma social de los perdedores o pesimistas. “La creciente presión para ser felices y risueños, para sonreír y mirar siempre el lado positivo de la vida, puede hacer más daño que bien”45. Se puede llegar fácilmente a un optimismo no realista que, desde luego, es psicológicamente problemático por inadaptativo. Como señala Held, el rehusar afrontar la parte aversiva de la vida puede suponer un negarse a la apertura a lo real, e incluso una responsabilidad46. Luis Fernández Ríos, del Departamento de Psicología de la Universidad de Santiago de Compostela, se pregunta de manera interesante si no existe una patología de la emoción positiva en la PsP.47
La vivencia de las emociones positivas como una tiranía no deja de esconder una trivialización de la misma. No hay que olvidar que existe todo un negocio comercial en torno a los libros de autoayuda que genera grandes beneficios, y cuyos orígenes son muy antiguos. En 1936 se publicó ya uno de los primeros best-seller: Cómo ganar amigos e influir en la gente, de Carnegie. Su tesis central es que para ganarse amigos hay que tratar bien a los demás. Lo que es algo positivo en sí mismo (tratar bien a los que nos rodean) es convertido en algo útil, en un medio con fines menos honrosos: tener influencia y poder.
No está fuera de lugar recordar que perseguir indiscriminadamente la felicidad puede producir resultados negativos. Estos efectos negativos, según Marino Pérez Álvarez48 y Fernández Ríos49, se dan lugar:
1.Cuando la búsqueda de felicidad es desmesurada (puede rozar lo maníaco). La afectividad positiva también se relaciona con psicopatología de bipolaridad o de uso de drogas.
2.Si está fuera de lugar en el contexto (no se pueden llevar los eslóganes del mundo feliz a un tanatorio). Se puede buscar la felicidad en el momento equivocado.
3.Si se persigue como una meta vital que nos distraiga de otras no menos relevantes, como el trabajo laboral conseguido con esfuerzo y disciplina.
4.Cuando uno rebosa autoestima, orgullo y no tiene modestia, suele carecer de amigos y provocar rechazo.
Además, las emociones positivas en la PsP son tratadas como sentimiento subjetivo, sin referencia a otros conceptos como esfuerzo, virtudes o cualidades humanas como el tesón o la responsabilidad. Cuando citan estas palabras, las despojan de su sentido literal o clásico, y les dan un barniz etéreo para hacerlas más agradables. De esta manera, el mundo feliz “puede representar un intento de evitar enfrentarse con la adversidad de la vida”50. Dentro de la magia de los pensamientos positivos, se afirma que es suficiente desear algo con mucha fuerza, pero no se incide en que la persona debe pasar a la acción trabajando duro, estudiando o llevando una estricta dieta que implica sacrificios personales y disciplina.
De hecho, esconden cierta concepción narcisista o egoísta de la vida, ya que “los campos que tanto la Psicología Positiva como el Pensamiento Positivo prometen mejorar no son nunca los campos de la injusticia, la desigualdad o la paz mundial, sino los mucho más prosaicos de la salud, el éxito profesional o los bienes materiales”51. Este punto es importante, ya que como explica bien Marino Pérez Álvarez, de la universidad de Oviedo, “cabe preguntarse si esto no tiene que ver con la epidemia de narcisismo actual, con la generación me, cómo los jóvenes son más seguros de sí mismos y asertivos, y están más preparados, y sin embargo, son más desdichados que nunca”52. También Fernández Ríos, de la Universidad de Santiago de Compostela, opina que “la psicología positiva parece centrarse en los valores del individualismo liberal, con una buena dosis de narcisismo, predominante en la cultura occidental”53. Por lo tanto, la PsP viene a ser la esencia de la cultura norteamericana, ya que reproduce “los componentes culturales y populares más nucleares del individualismo dominante”, un tipo de individualismo que Edgar Cabanas califica de “individualismo positivo”54.
Otro punto oscuro de la PsP es “la patologización de cualquier problema vital”55, ya que, exceptuando los casos patológicos, no hay ninguna necesidad objetiva de ser feliz siempre y a toda costa, como si los fracasos, tristezas, duelos o avatares de la vida nos tengan que impulsar siempre a acudir a un psicólogo. Como apunta M. Prieto Ursúa, “derivado de esta tendencia a la patologización se encuentra un mensaje que cuestiono: necesitas un psicólogo prácticamente para cualquier momento difícil o delicado de la vida, para cualquier momento que sufras. No lo creo, y pienso que hace un flaco favor a la Psicología, vaciándola de contenido”56. No se aceptan ya las emociones cotidianas de ira, enfado, tristeza en momentos puntuales y asociadas a hechos objetivos, como las muertes de seres queridos, fracasos en los negocios personales, etc. “La PsP puede considerar un episodio de tristeza pasajera como un gran problema a tratar (…). Así, una persona que pasa por unos días tristes como consecuencia de la muerte de un ser querido, parece que ya sufre una patología psíquica”57.
Por todas las razones apuntadas arriba, hay quien opina que el consumo emocional propio de esta sociedad, impulsado por psicólogos especializados en la literatura barata de autoayuda, supone “probablemente una de las tendencias más frívolas de la historia de la Psicología”58. En opinión de otros psicólogos y psiquiatras, “los valores que defiende la supuestamente original psicología positiva no tienen nada de novedoso ni original”59 y “por tanto, filosófica y antropológicamente, la piscología positiva no aporta nada nuevo”60. El propio Seligman reconoce en algunos escritos suyos que no se trata de algo original: “Reconozco que la psicología positiva no es una nueva idea”61. De hecho, Fernández Ríos prueba en un sesudo artículo cómo ya en la filosofía clásica se relacionaba la felicidad con “vivir con moderación, superar las adversidades, aprender a sufrir con fortaleza, conocerse a un mismo, controlar la ira, no hacer nada en exceso, luchar por la templanza, buscar la armonía y la tranquilidad de espíritu, hacer énfasis en el esfuerzo personal, favorecer las potencialidades internas, etc.”62. Llegados a este punto, podemos concluir que la PsP “no aporta nuevas soluciones a ningún problema existencial que no hubiese sido y abordado por los pensadores clásicos, occidentales y orientales, y el sentido común”63.
Existen investigaciones académicas que ofrecen abrumadora evidencia de las conexiones entre la PsP y el mundo empresarial del capitalismo neoliberal, un maridaje con intereses oscuros que aquí nos limitaremos a señalar.
Uno de los problemas más acuciantes en Estados Unidos, y al que se dedica más dinero, es el de comprometer a los trabajadores con su empresa para optimizar su rendimiento (y evitar que se asocien en sindicatos, le exijan subida de sueldo o inversiones para mejorar el entorno laboral). ¿Cómo hacer que los trabajadores no sientan asco en su trabajo, sino energía o flujo? Uno de los fundadores de la PsP, Csikszentmihalyi, se dedicó al estudio concreto de la “psicología del capital”, según confiesa el propio Seligman64. Csikszentmilhalyi creó uno de los conceptos del pensamiento mágico llamado flujo o flow. Según Csikszentmihalyi65, el flujo o energía de bienestar subjetivo funciona de la siguiente manera: lo adecuado es que el nivel de dificultad de una tarea sea semejante a las habilidades para llevarla a cabo. Pongamos un ejemplo. Si un estudiante de francés trata de adelantar dos cursos académicos e iniciar estudios superiores en el idioma, dicha situación le generará ansiedad por su dificultad. Y al contrario, si un estudiante de francés con nivel alto se inscribe en cursos inferiores, sufrirá aburrimiento por la excesiva facilidad del reto. El nivel intermedio entre la ansiedad derivada de metas poco realistas, y el aburrimiento que conllevan objetivos demasiado fáciles, es el más óptimo. Dicho nivel es calificado por Csikszentmihalyi como flujo (flow). El flujo o energía óptima se da cuando hay un equilibrio entre la dificultad de la tarea y nuestras capacidades, ya que percibiremos congruencia entre el reto planteado y nuestra propia competencia. El flujo se da cuando funcionamos con armonía y a pleno rendimiento, sin ansiedad ni aburrimiento, de manera que podamos concentrarnos en la actividad que realizamos, olvidándonos de nosotros mismos y experimentando una profunda satisfacción.
El concepto de flujo es muy importante para la psicología motivacional de la PsP. Para que se dé armonía entre la tarea y nuestras capacidades, deben darse algunas premisas: 1) que sepamos ser capaces de concentrarnos en la tarea; 2) que los objetivos a cumplir sean equilibrados y estén perfectamente definidos, que sean claros; 3) que haya retroalimentación por la ejecución de la tarea y que esta se dé de manera inmediata (que veamos resultados), 4) que haya armonía entre nuestra acción y nuestro pensamiento.
Se trata de la noción de que “se me pasa el tiempo volando” cuando hago alguna actividad que realmente me place. En un primer momento, Csikszentmihalyi se refería a jugar al ajedrez, pintar, escalar una montaña, escribir, etc. Pero luego quiso relacionar su concepto de flujo con intereses empresariales, y escribió un libro con el sugerente título de Fluir en los negocios: liderazgo y creación en el mundo de la empresa66. Si usted es empresario y quiere hacer fluir a sus trabajadores, este es su libro. Si usted desea que los operarios de su fábrica fluyan y no se alíen en sindicatos para mejorar sus condiciones laborales, este es el libro que necesita.
A primera vista, podría parecer que se trata de un concepto sensato (aunque subjetivo) de bienestar. Pero al igual que todos los conceptos de la PsP y el pensamiento positivo, esconde intereses no inocentes en su base. Pensemos en un empresario que trata de mejorar sus beneficios y, para ello, explica a sus trabajadores que en vez de luchar por mejoras salariales o de condiciones laborales, deben entender que el problema se centra en ellos mismos: en que no han encontrado su flujo o bienestar personal. Así que, tras la crisis económica que golpeó al capitalismo a partir del año 2008, “conseguir optimismo de sus empleados, y que estos lograsen la felicidad al margen o a pesar de las condiciones favorables o desfavorables, fue el eslogan y funcionó muy bien (…). El objetivo era introducir al trabajador en una dinámica donde lo que importaba era que su puesto le permitiese desarrollarse o fluir –flow– más allá de pequeñas o incluso considerables diferencias de sueldo”67. De la misma opinión es Edgar Cabanas, autor de una importante tesis doctoral que analiza las relaciones entre la PsP y el capitalismo neoliberal. Según Cabanas, “los repertorios (…) de la Psicología Positiva se muestran enormemente útiles para incrementar la capacidad de adaptación (…) ayudando a los trabajadores a asumir las paradojas”68. Así opina también Fernández Ríos al asegurar que “el neoliberalismo en la PsP es, ante todo, una ideología compuesta por unas prácticas político-económicas de la mejoría científica de la felicidad, dentro de un marco institucional de propiedad privada y de libre mercado”69.
No es extraño, por tanto, que suene ridícula la siguiente afirmación de un artículo que defiende la magia del pensamiento positivo: “Csikszentmihalyi descubre experiencias de fluidez fantásticas en cirujanos, operarios de cadena de montaje, científicos, madres que cuidan a sus hijos, prisioneros de campo de concentración, etc. Y es que algunos individuos logran transformar tareas rutinarias, trabajos aburridos (…) en experiencias subjetivamente controlables, de las que pueden extraer algún grado de satisfacción”70. Así que si usted tiene un aburrido trabajo en una cadena de montaje, puede ser feliz gracias a la magia de la PsP. Y si usted es empresario, sepa que puede hacer felices a los operarios de su cadena de montaje con algunos trucos del pensamiento positivo. Así sus operarios no se aliarán en sindicatos ni le organizarán huelgas para mejorar las condiciones laborales.
Por esta razón hay quien apunta que “se hace evidente que la definición de la felicidad va dirigida a los sectores pobres y marginados, a la clase pobre y media, a los cuales se les lleva el mensaje de que el dinero no es importante ni fundamental para llegar a ser feliz”71. Lo mismo podría decirse respecto a la salud: la causa de tu mala salud no es porque no tengas acceso a un buen sistema hospitalario, sino porque no eres optimista. No es de extrañar que “las relaciones de poder del discurso de la psicología positiva son claras”72. Según otro autor, se trata de un “paternalismo intrusivo y una política neoliberal del negocio de la felicidad”73.
¿Hay intereses para incorporar la PsP a las empresas, y así procurar que los trabajadores no se quejen tanto? ¿Hay manera de convencerles de que su felicidad no depende del salario o de las condiciones laborales, sino de su sensación de flujo o crecimiento personal? La falta de motivación y de compromiso laboral es un problema generalizado en las sociedades desarrolladas. Según datos de Gallup, solo uno de cada tres empleados en Estados Unidos afirma estar comprometido con su trabajo. Quizá por eso esta institución analítica ofrezca soluciones de pensamiento mágico y PsP para “liderar las fortalezas de sus trabajadores y optimizar su trabajo”, y también para “estar más enganchado (al trabajo), más productivo y más feliz”74. Solo tiene que pagar usted para que le enseñen y poder optimizar su empresa. Así los trabajadores no se quejarán tanto, no darán guerra con asociaciones sindicales ni le pedirán que invierta dinero en mejorar sus condiciones laborales. La PsP le quitará de encima esos incómodos problemas (previo pago). Una de las últimas tendencias es la de espiritualizar el trabajo mediante las soft skills, o habilidades blandas. Se trata de desarrollar en el trabajador algunas competencias de tipo social, interpersonal o comunicativo para mejorar su rendimiento (aunque a él le dirán que es para que alcance flujo y felicidad). Se entiende la finalidad oculta: “la práctica de estas habilidades blandas tiene como objetivo acercarnos a las personas (…), ya que son las relaciones con quienes nos rodean las que en buena medida nos hacen disfrutar del trabajo que hacemos, o bien aborrecerlo. No en vano, la relación con el jefe y los compañeros aparece como los elementos más determinantes en las encuestas de satisfacción laboral”75.
Puesto que la PsP tratará de convencerle de que usted es feliz, o que puede serlo, no es extraño que en sus escritos llegue a afirmar que “el nivel económico parece tener una relación muy baja con el bienestar”76, lo cual es rotundamente falso e incluso perverso. De hecho, en el Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD) se incluyen variables sociodemográficas para medir el bienestar psicológico, porque se sabe que “las condiciones materiales de vida (…) aportan elementos decisivos al bienestar humano”77. Entre los factores sociodemográficos objetivamente relacionados con el bienestar psicológico, están “la esperanza de vida, la mortalidad infantil, la nutrición, los servicios de salud (…), los índices de alfabetismo, el acceso a los servicios educacionales (…), los ingresos per cápita, el producto nacional bruto, el índice de delincuencia, etcétera”78.
Si el mundo de la PsP y la magia simpática del pensamiento positivo tienen conexiones oscuras con el mundo empresarial, no le extrañará saber que una de las financiaciones de Seligman ha provenido del ejército estadounidense, que ha invertido millones de dólares79. El programa del ejército es la Comprehensive Soldier Fitness, un proyecto dirigido por Seligman para aplicar herramientas de motivación para los soldados, con una herramienta concreta llamada PERMA (Positive emotion, Engagement, Relationships, Meaning, Achievemtent). El objetivo es conseguir que los soldados mejoren el estrés post-traumático y, de paso, el sistema sanitario norteamericano se ahorre dinero en asistencia psicológica. No es un secreto denunciado por periodistas: lo explica el propio Seligman80.
1. Hay numerosos artículos de investigación que analizan el origen de la Psicología Positiva, algunos de los cuales iremos citando. No obstante, remarcamos que un buen resumen, breve y sencillo, pero a la vez completo, se encuentra en: Javier López-Cepero Borrego, Eduardo Fernández Jiménez y Cristina Senín Calderón, “Diez referencias destacadas de Psicología Positiva”, Anuario de Psicología Clínica y de la Salud 5 (200) 49-55.
2. “I was elected Presidente-elect of the American Psychological Association in 1996”. Martin E.P. Seligman, “Positive health”, Applied Psychology: an international Review 57 (2008) 4. Ignoramos por qué en numerosos artículos se dice que Seligman fue elegido presidente de la APA en 1997, o también en 1998.
3. Martin E.P. Seligman, “Positive Psychology, positive prevention and positive therapy”, en: C.R. Snyder, Shane J. López (Ed.), Handbook of Positive Psychology, edit. Oxford University Press, Oxford 2002, p. 3.
4. Martin E.P. Seligman, “Positive Psychology, positive prevention and positive therapy”, en: C.R. Snyder, Shane J. López (Ed.), Handbook of Positive Psychology, edit. Oxford University Press, Oxford 2002, p. 3.
5. L. Fernández Ríos y J.M. Comes, “Una revisión crítica de la historia y situación actual de la psicología positiva”, Anuario de Psicología Clínica y de la Salud 5 (2009) 7.
6. Martin E.P. Seligman, “Positive Psychology, positive prevention and positive therapy”, en: C.R. Snyder, Shane J. López (Ed.), Handbook of Positive Psychology, edit. Oxford University Press, Oxford 2002, p. 4.
7. Marino Pérez-Álvarez, “La Psicología Positiva: magia simpática”, Papeles del Psicólogo vol. 33/3 (2012)184. También L. Fernández Ríos y J.M. Coynes opinan que está “fundamentada en la Psicología humanista”, en: L. Fernández Ríos y J.M. Comes, “Una revisión crítica de la historia y situación actual de la psicología positiva”, Anuario de Psicología Clínica y de la Salud 5 (2009) 8.
8. Uno de los capítulos del libro se titula Toward a Positive Psychology.
9. María Prieto-Ursúa, “Psicología positiva: una moda polémica”, Clínica y Salud nº3/vol. 17 (2006) 322.
10. Roberto García Álvarez y Víctor Martínez Loredo, “Falacias de las psicología positiva”, El Escéptico nº 42 (2015) 65.
11. Gonzalo Hervás, “Psicología positiva: una introducción”, Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado 66 [23,3] (2009) 33.
12. M. Seligman, La vida que florece, Ediciones B, Barcelona 2011, pp. 30-31.
13. Martin E.P. Seligman, “Positive Psychology, positive prevention and positive therapy”, en: C.R. Snyder, Shane J. López (Eds.), Handbook of Positive Psychology, edit. Oxford University Press, Oxford 2002, p. 7.
14. L. Fernández Ríos y J.M. Comes, “Una revisión crítica de la historia y situación actual de la psicología positiva”, Anuario de Psicología Clínica y de la Salud 5 (2009) 9.
15. María Prieto-Ursúa, “Psicología positiva: una moda polémica”, Clínica y Salud nº3/vol. 17 (2006) 326.
16. Gonzalo Hervás, “Psicología positiva: una introducción”, Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado 66 [23,3] (2009) 28.
17. M. Seligman, La auténtica felicidad, Ediciones B, Barcelona 2011, p. 101.
18. Edgar Cabanas Díaz, La felicidad como imperativo moral. Origen y difusión del individualismo positivo en el capitalismo neoliberal y sus efectos en la construcción de la subjetividad, tesis doctoral, Universidad de Madrid, Madrid 2013, p. 259.
19. María Prieto-Ursúa, “Psicología positiva: una moda polémica”, Clínica y Salud nº3/vol. 17 (2006) 325.
20. Gonzalo Hervás, “Psicología positiva: una introducción”, Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado 66 [23,3] (2009) 30.
21. Luis Fernández Ríos y Manuel Vilariño Vázquez, “Historia, investigación y discurso de la Psicología Positiva: un abordaje crítico”, Terapia psicológica 36/2 (2018)125.
22. Martin E.P. Seligman, “Positive health”, Applied Psychology: an international Review 57 (2008) 13.
23. M. Seligman, La vida que florece, Ediciones B, Barcelona 2011, p. 22.
24. “The Positive Psychology Center of the University of Pennsylvania created an infrastructure of collaborations between the most promising young scientists (…). We lived together in Philadelphia for four to six weeks a year and met daily around five projects (…), the study of spirituality in successful lives, directed by Vaillant”. Martin E.P. Seligman, “Positive health”, Applied Psychology: an international Review 57 (2008) 13.
25. María Prieto-Ursúa, “Psicología positiva: una moda polémica”, Clínica y Salud nº3/vol. 17 (2006) 327.
26. Cfr. el ejemplo que se ofrece en: Marino Pérez-Álvarez, “La Psicología Positiva: magia simpática”, Papeles del Psicólogo vol. 33/3 (2012) 191.
27. Gonzalo Hervás, “Psicología positiva: una introducción”, Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado 66 [23,3] (2009) 33.
28. Cfr. B.L. Fredrickson, M.A. Cohn, y col, “Open hearts build lives: positive emotions, induced throught loving-kindness meditation, build consequential personal resources”, Journal of Personality and Social Psychology 95 (2008) 1045-1062.
29. Edgar Cabanas Díaz, La felicidad como imperativo moral. Origen y difusión del individualismo positivo en el capitalismo neoliberal y sus efectos en la construcción de la subjetividad, tesis doctoral, Universidad de Madrid, Madrid 2013, p. 258.
30. Roberto García Álvarez y Víctor Martínez Loredo, “Falacias de las psicología positiva”, El Escéptico nº 42 (2015) 67.
31. Marino Pérez-Álvarez, “La Psicología Positiva: magia simpática”, Papeles del Psicólogo vol. 33/3 (2012)186.
32. “inadequate statistical control of biomedical and treatment confounds”, en: James Coyne, Howard Tennen, “Positive psychology in cancer care: bad science, exaggerated claims and unproven medicine”, Annals of Behavioral Medicine 39 (2010) 17.
33. L. Fernández Ríos y J.M. Comes, “Una revisión crítica de la historia y situación actual de la psicología positiva”, Anuario de Psicología Clínica y de la Salud 5 (2009) 21.
34. Luis Fernández Ríos y Manuel Vilariño Vázquez, “Historia, investigación y discurso de la Psicología Positiva: un abordaje crítico”, Terapia psicológica 36/2 (2018)125.
35. Gonzalo Hervás, “Psicología positiva: una introducción”, Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado 66 [23,3] (2009) 24.
36. T.A. Widiger, “An integrative model of personality strengths and weakness”, en: A.M. Woody y J. Johnson (Eds.), The Wiley handbook of positive clinical psychology, edit. Wyley-Sons, Chichester 2016, p. 263.
37. María Prieto-Ursúa, “Psicología positiva: una moda polémica”, Clínica y Salud nº3/vol. 17 (2006) 329.
38. Roberto García Álvarez y Víctor Martínez Loredo, “Falacias de la psicología positiva”, El Escéptico nº 42 (2015) 63.
39. Roberto García Álvarez y Víctor Martínez Loredo, “Falacias de laspsicología positiva”, El Escéptico nº 42 (2015) 67.
40. Edgar Cabanas Díaz, La felicidad como imperativo moral. Origen y difusión del individualismo positivo en el capitalismo neoliberal y sus efectos en la construcción de la subjetividad, tesis doctoral, Universidad de Madrid, Madrid 2013, p. 262.
41. Luis Fernández Ríos y Manuel Vilariño Vázquez, “Historia, investigación y discurso de la Psicología Positiva: un abordaje crítico”, Terapia psicológica 36/2 (2018)127.
42. “The ridiculing of pessimists as losers in positive psychology self-help books”, en: James Coyne, Howard Tennen y Adelita Ranchor, “Positive psychology in cancer care: a story line resistant to evidence”, Annals of Behavioral Medicine 39 (2010) 36.
43. Edgar Cabanas Díaz, La felicidad como imperativo moral. Origen y difusión del individualismo positivo en el capitalismo neoliberal y sus efectos en la construcción de la subjetividad, tesis doctoral, Universidad de Madrid, Madrid 2013, p. 273.
44. Roberto García Álvarez y Víctor Martínez Loredo, “Falacias de la psicología positiva”, El Escéptico nº 42 (2015) 63.
45. María Prieto-Ursúa, “Psicología positiva: una moda polémica”, Clínica y Salud nº3/vol. 17 (2006) 330-331.
46. Cfr. B.S. Held, “The tyranny of the positive attitude in America: observation and speculation”, Journal of Clinical Psychology 58 (9) 967.
47. Luis Fernández Ríos y Manuel Vilariño Vázquez, “Historia, investigación y discurso de la Psicología Positiva: un abordaje crítico”, Terapia psicológica 36/2 (2018)125.
48. Cfr. Marino Pérez-Álvarez, “La Psicología Positiva: magia simpática”, Papeles del Psicólogo vol. 33/3 (2012) 194.
49. Cfr. Luis Fernández Ríos y Manuel Vilariño Vázquez, “Historia, investigación y discurso de la Psicología Positiva: un abordaje crítico”, Terapia psicológica 36/2 (2018) 126.
50. María Prieto-Ursúa, “Psicología positiva: una moda polémica”, Clínica y Salud nº3/vol. 17 (2006) 329.
51. Roberto García Álvarez y Víctor Martínez Loredo, “Falacias de la psicología positiva”, El Escéptico nº 42 (2015) 63.
52. Marino Pérez-Álvarez, “La Psicología Positiva: magia simpática”, Papeles del Psicólogo vol. 33/3 (2012) 193.
53. L. Fernández Ríos y J.M. Comes, “Una revisión crítica de la historia y situación actual de la psicología positiva”, Anuario de Psicología Clínica y de la Salud 5 (2009) 10.
54. Edgar Cabanas Díaz, La felicidad como imperativo moral. Origen y difusión del individualismo positivo en el capitalismo neoliberal y sus efectos en la construcción de la subjetividad, tesis doctoral, Universidad de Madrid, Madrid 2013, p. 277.
55. María Prieto-Ursúa, “Psicología positiva: una moda polémica”, Clínica y Salud nº3/vol. 17 (2006) 333.
56. María Prieto-Ursúa, “Psicología positiva: una moda polémica”, Clínica y Salud nº3/vol. 17 (2006) 333-334.
57. Luis Fernández Ríos y Manuel Vilariño Vázquez, “Historia, investigación y discurso de la Psicología Positiva: un abordaje crítico”, Terapia psicológica 36/2 (2018)128.
58. Marino Pérez-Álvarez, “La Psicología Positiva: magia simpática”, Papeles del Psicólogo vol. 33/3 (2012) 195.
59. L. Fernández Ríos y J.M. Comes, “Una revisión crítica de la historia y situación actual de la psicología positiva”, Anuario de Psicología Clínica y de la Salud 5 (2009) 8.
60. L. Fernández Ríos y J.M. Comes, “Una revisión crítica de la historia y situación actual de la psicología positiva”, Anuario de Psicología Clínica y de la Salud 5 (2009) 12.
61. “I well recognize that positive psychology is not a new idea”: Martin E.P. Seligman, “Positive Psychology, positive prevention and positive therapy”, en: C.R. Snyder, Shane J. López (Eds.), Handbook of Positive Psychology, edit. Oxford University Press, Oxford 2002, p. 7.
62. L. Fernández Ríos, “Una revisión crítica de la psicología positiva: historia y concepto”, Revista Colombiana de Psicología 17 (2008)163.
63. L. Fernández Ríos, “Una revisión crítica de la psicología positiva: historia y concepto”, Revista Colombiana de Psicología 17 (2008)169.
64. “We lived together in Philadelphia for four to six weeks a year and met daily around five projects (…): the study of Psychological Capital, directed by Csikzentmihalyi”. Martin E.P. Seligman, “Positive health”, Applied Psychology: an international Review 57 (2008) 13.
65. La obra de Csikszentmihalyi arranca desde la década de 1970 hasta la actualidad y es muy conocida. Ha sido traducida en parte al castellano: Csikszentmihalyi, M., Fluir (flow). Una Psicología de la Felicidad, edit. Kairós, Barcelona 2005; El Yo evolutivo. Una Psicología para un mundo globalizado, edit. Kairós, Barcelona 2008; Experiencia Óptima: estudios psicológicos del Flujo de la Conciencia, Desclée De Brouwer, Bilbao 1998.
66. En castellano, publicado por Paidotribo, 2002.
67. Roberto García Álvarez y Víctor Martínez Loredo, “Falacias de la psicología positiva”, El Escéptico nº 42 (2015) 66.
68. Edgar Cabanas Díaz, La felicidad como imperativo moral. Origen y difusión del individualismo positivo en el capitalismo neoliberal y sus efectos en la construcción de la subjetividad, tesis doctoral, Universidad de Madrid, Madrid 2013, p. 238.
69. Luis Fernández Ríos y Manuel Vilariño Vázquez, “Historia, investigación y discurso de la Psicología Positiva: un abordaje crítico”, Terapia psicológica 36/2 (2018)129.
70. María Luisa Vecina Jiménez, “Emociones positivas”, Papeles del Psicólogo 27/1 (2006)15.
71. Bernardo Roque Oquendo, La Psicología Positiva como texto: análisis critico del discurso de la felicidad, Universidad del Turabo, Gurabo (Puerto Rico) 2011, p. 64 [fondo extraído de: http://ut.suagm.edu/sites/default/files/uploads/Centro-Estudios-Doctorales/Tesis_Doctorales/2013/BRoque.pdf/].
72. Ídem, p. 65.
73. Luis Fernández Ríos y Manuel Vilariño Vázquez, “Historia, investigación y discurso de la Psicología Positiva: un abordaje crítico”, Terapia psicológica 36/2 (2018)130.
75. Sergio Marín, “¿Hartos de trabajar tanto?”, Aceprensa nº32/19 (2009)4.
76. Gonzalo Hervás, “Psicología positiva: una introducción”, Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado 66 [23,3] (2009) 35.
77. Carmen R. Victoria García-Viniegras e Idarmis González Benítez, “La categoría bienestar psicológico. Su relación con otras categorías sociales”, Rev Cubana Med Gen Integr 16/6 (2000)588.
78. Carmen R. Victoria García-Viniegras e Idarmis González Benítez, “La categoría bienestar psicológico. Su relación con otras categorías sociales”, Rev Cubana Med Gen Integr 16/6 (2000)590.
79. Edgar Cabanas Díaz, La felicidad como imperativo moral. Origen y difusión del individualismo positivo en el capitalismo neoliberal y sus efectos en la construcción de la subjetividad, tesis doctoral, Universidad de Madrid, Madrid 2013, p. 250.
80. M. Seligman y R. Fowler (2011). Comprehensive Soldier Fitness and the future of psychology. American Psychologists, 66(1) (2011), 82-86.