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QUÉ ES SER ABUELO HOY

Cuando pensamos en un bebé inmediatamente asociamos esta palabra con un pequeño ser que despierta amor y ternura. También he notado que, en muchos casos, cuando los nietos hablan de sus abuelos, transmiten los mismos sentimientos de amor y ternura. Para los nietos los abuelos son un manantial de afecto. Este amor suele ser recíproco.

En los últimos años hemos presenciado grandes cambios en los vínculos afectivos en nuestra sociedad, que influyen en las relaciones de los hombres dentro y fuera de la familia. Es imposible cambiar la sociedad actual, pero podemos procurar mejorar ese modo de relacionarnos que se ha dañado tanto.

Sostengo que la relación padres e hijos ha sido la más perjudicada por estos cambios.(1) Es en el campo del relacionamiento dentro de la propia familia que los abuelos pueden colaborar y de hecho son una gran ayuda para los padres, y también para los nietos. El rol del abuelo no debería ser como simple cuidador cuando los padres trabajan o están inhabilitados. Con frecuencia se asocia al abuelo con un cuidador de sus nietos, lleva a sus nietos de tal a cual lugar, se hace cargo de ellos cuando los padres están ausentes por diversos motivos.

Los abuelos fueron educados, crecieron y vivieron en una época con otros valores, por lo tanto, son la última generación que vivenció y creció con valores muy necesarios, que hoy no son tenidos en cuenta por la mayoría de los jóvenes. Esos valores son de vital importancia en la formación de los vínculos para todo ser humano y fundamentalmente ayudan a construir una buena autoestima en los niños y jóvenes.

Los abuelos además son los portadores de una historia familiar, de sus vivencias, sus tradiciones, y deben ser ellos los principales narradores de estas historias. El abuelo sabe relatar la experiencia y vivencias de los integrantes de su familia en otros tiempos, en ciertas situaciones, en otros lugares. Estos relatos que los abuelos pueden transmitir a sus nietos refuerzan la memoria familiar y construyen el sentido de pertenencia.

El abuelo como transmisor de valores

Se dice que en nuestra sociedad occidental existe una profunda crisis de valores. El valor –según la Real Academia Española– es una cualidad de la cosas, en virtud de la cual se da por poseerlas cierta suma de dinero o equivalente. Alcance de la significación o importancia de una cosa, acción, palabra o frase. Cualidad del ánimo, que mueve a cometer resueltamente grandes empresas. 

Desde el punto de vista psicológico los valores provocan reacciones en los hombres. Valor es todo aquello que conduce a una acción, que orienta la conducta de un individuo, y consideramos que existen valores positivos y negativos.

Valor positivo

El valor positivo guía la acción e influye positivamente en las otras personas.

Si ayudas a una persona necesitada, eres un individuo que se guía por el valor de la solidaridad. En los valores positivos la persona realiza acciones teniendo en cuenta a los otros, los beneficia, siempre busca el bien de los otros, nunca los daña. Además, la persona que los practica se siente muy bien consigo misma pues sus acciones ayudan a otros.

Necesitamos a los abuelos para que continúen transmitiendo valores positivos como: la tenacidad, la solidaridad, el respeto y la honestidad. Hoy, por ejemplo, el esfuerzo y la tenacidad en el estudio o en el trabajo para lograr progresar no son frecuentes entre los jóvenes. Quieren conseguir todo rápidamente, sin esperar. Es una postura irreal pero muy difundida entre los chicos actuales.

Generaciones anteriores, que hoy son abuelos, lograron llegar a posiciones respetadas en distintos órdenes de la vida con gran esfuerzo y perseverancia. Esos valores guiaban el modo de comportamiento hasta hace unos años.

También el respeto al otro está en desuso. Respetar a un ser humano es tener en cuenta que es otra persona distinta a nosotros y que merece nuestro respeto porque es otro ser. No significa gustar ni estar de acuerdo. Es honrar al otro porque es otra persona. La falta de respeto entre las personas ocasiona muchos conflictos evitables.

Un ejemplo de este valor es cuando un niño o un joven persiste en lograr un fin que lo beneficiará a él y a los otros, o por lo menos no tendrá consecuencias negativas; el abuelo debe poner en palabras esos logros, elogiar la conducta del niño o del joven. El abuelo vivió en otra época donde la mayoría de las personas tenían conductas guiadas por valores positivos. Hoy observamos con preo-cupación que la mayoría de los jóvenes no tienen en cuenta dichos valores. Los seres humanos se han transformado en seres egoístas e individualistas que piensan solo en ellos. Estos valores han traído muchas dificultades en la convivencia.

Los abuelos saben la importancia que tiene la solidaridad, el que da ayuda al otro y también recibe por el hecho de dar. El ser honesto, o sea, conducirse de acuerdo a normas aceptadas produce satisfacción. Si bien los adolescentes pueden decir que tú abuelo tenés “ideas antiguas”, “fuera de moda”, sostenemos que los valores positivos ayudan a que todos, incluyendo a tus nietos, puedan desarrollarse como seres humanos y vivir una vida feliz.

Tú abuelo, podés ayudar a reflotar valores que están en desuso pero que son muy necesarios para vivir en sociedad. ¿De qué modo? Con el ejemplo. Con tu conducta y actitud, premiando cuando tu nieto realiza una acción guiada por un valor positivo. El premio no tiene que ser material, puede ser un elogio a través de la palabra, un abrazo, una caricia, una actitud de aliento hacia él. En esta sociedad hiperconsumista para muchos abuelos el vínculo está en que un modo de agradar o premiar el comportamiento de sus nietos es mediante cosas materiales. Los regalos afectivos que tú puedas brindarles serán inolvidables para él durante su vida pues incorporará el valor positivo en forma permanente.

Abuelo, sos un baluarte de esos valores, por lo tanto, tenés que aprovechar tu conocimiento en difundirlos, aunque camines en contra de la corriente, o sea, de los demás valores que se imponen hoy en día en la sociedad.

Valor negativo

Hablar de valor negativo es realmente un concepto innovador pues todos asociamos la palabra valor con algo que se agrega. El valor de un objeto es lo que hay que dar para obtenerlo, el valor de un abrazo es algo que brinda confort, alegría. El tema es que los valores negativos influyen en las conductas de las personas ya que son dañinos para ciertas personas y para otras no.

La gran diferencia es que un valor negativo es aquel que orienta la conducta de un ser humano cuyo comportamiento influye negativamente en otras personas, en el ambiente o en la sociedad.

A veces, cuando observamos los vínculos actuales nos preguntamos qué valores sostienen el accionar de las personas y qué las conduce a actuar de determinada manera. Siempre existe un valor que mueve a la acción, el punto es que estos han cambiado en las últimas décadas y nos cuesta reconocerlos.

Un ejemplo actual es que los jóvenes quieren ganar mucho dinero y a algunos de ellos no les importan los medios. A través de una investigación realizada en agosto del 2012 en ocho estados de México: Baja California, Chihuahua, Colima, Durando, Estado de México, Guerrero, Tabasco y Tamaulipas, se comprueba ese objetivo entre la mayoría de los adolescentes. Este trabajo realizado por el Dr. José Del Tronco Paganelli en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales cubrió distintas realidades demográficas y socioeconómicas. Se encuestó a 1.400 alumnos de entre trece y quince años que cursaban la escuela secundaria. Los resultados muestran que un 26% de los jóvenes quería ser narcotraficante, el 17% quería ser empresario, el 12,4% deseaba ser profesor, el 10,7% militar o policía y el 4,4% empleado público. Existen ejemplos de otras encuestas e investigaciones que arrojan resultados parecidos en distintos países del mundo. No es nada alentador que tantos adolescentes quieran vender drogas pues se gana mucha plata, de un modo rápido y con poco esfuerzo.

Sostenemos que la conducta de estos estudiantes está guiada por un valor negativo, ganar dinero rápidamente con el mínimo esfuerzo. Esto era impensable hace unos años y menos que las personas lo expresaran abiertamente en los medios de comunicación. Siempre hubo valores negativos, pero las personas no los comunicaban abiertamente.

Sostenemos que es un valor negativo pues guía la acción de ese joven pero actúa negativamente en otras personas y dentro de la sociedad. Al vender drogas está destruyendo la vida de muchas personas. Aparecen en la prensa escrita y oral adolescentes que sin vergüenza, ni timidez, ni reparos dicen que quieren ser traficantes de drogas por las ventajas que tiene, pero se olvidan, no tienen en cuenta el daño que pueden ocasionar a los adictos, a sus familiares y a las demás personas que integran la sociedad. Estos jóvenes piensan en satisfacer sus deseos y anhelos sin importar el daño colateral que puedan ocasionar.

A esa edad ustedes, hoy abuelos, soñaban con ser profesores o maestros para enseñar a los alumnos, doctores para curar a los pacientes, teniendo en cuenta lo que les gustaba y el bien que su profesión traería a los integrantes de la sociedad.

Propongo que en lugar de escandalizarnos sobre dichas declaraciones, que son muy recurrentes y lamentables, entendamos que existe un valor negativo que no tiene en cuenta en forma empática el daño que se puede ocasionar al otro. Creemos que los valores negativos desarrollan baja autoestima en las personas pues no sienten satisfacción en lo que hacen, solo disfrutan de los objetivos individuales. No existe en ellos esfuerzo, ni la tenacidad que a la hora de lograr el objetivo lo hacen más valioso y la persona se siente reconfortada al percibir que su energía sirvió para cumplir sus deseos.

En los últimos años observamos con gran preocupación cómo los jóvenes se burlan, se ríen entre ellos de los adultos. Se divierten sin tener en cuenta a la otra persona. Es un valor negativo divertirse en este modo despectivo. En ciertas ocasiones descargan sus sentimientos negativos sobre un ser humano como si fuera un objeto, sin considerar que es un ser que puede sufrir por su conducta.

Los abuelos son el último baluarte, junto a los padres, y portavoces de modelos de valores que han caído en desuso. Estos valores son muy importantes para que sus nietos se desarrollen íntegramente como seres humanos completos y sensibles.

El abuelo tiene la oportunidad de ayudar a que no se olviden esas actitudes positivas. Pueden ser los responsables de aplicarlas y de mostrar cómo desde muy pequeños los niños y los jóvenes también pueden usarlas. A través del ejemplo, en la vida diaria y siempre respetando, valorando el lugar del padre. Nunca desvalorizando o criticando a las personas que defienden los valores negativos, a pesar de estar en contra de ellos.

Bienvenida tu ayuda, abuelo que cuidás a tus nietos mientras sus padres trabajan, pero tu función verdadera es otra, es más importante, es transmitir valores esenciales y olvidados en esta generación.

Hay que tener en cuenta la valorización del otro como ser humano, aunque el abuelo no comparta su opinión o forma de comportarse; respetando las diferencias, ese abuelo es el portavoz de otros tiempos, da su opinión sin desprestigiar o desvalorizar ni a su hijo, ni a su nieto. El ser un baluarte consiste en dar distintas y valiosas opiniones respetando las diferencias.

Veamos este ejemplo: Ana es una abuela de 65 años, tiene una hija Patricia de 35 años y su nieta Juana tiene 10 años. Ana vive con su esposo y ha criado a cinco hijos, siendo Patricia su retoño, la más chica, la más mimada y sobreprotegida. Patricia se divorció y vive sola con su hija.

La abuela ayuda en la crianza de Juana, observa el vínculo entre Patricia y Juana. Ella es consciente de que existen dificultades en el vínculo y observa que su hija tiene actitudes no adecuadas con su nieta. Patricia la complace en exceso, no le fija límites, y está siempre a su servicio. Juana es una niña demandante, impulsiva, que domina y cansa a su madre.

Patricia no sabe qué hacer frente a su hija, se siente agotada porque no le obedece y siempre está pidiendo que le compren, que la lleven a tal lado. La abuela observa el vínculo entre su hija y su nieta. Antes de pedir una consulta psicológica, la abuela, preocupada y sin saber cómo cambiar ese vínculo entre madre e hija le decía que como mamá era una débil, una incapaz, lo cual no ayudaba pues su hija se enojaba, se sentía criticada.

Todo seguía igual pues su hija no cambiaba de actitud hacia Juana. Finalmente, la abuela muy preocupada, decide consultar a una psicóloga para ayudar a mejorar la relación entre su nieta y su hija, ya que esta última se negaba a recibir ayuda.

En su primera consulta pidiendo asesoramiento para que la hija lograra ejercer su rol de madre, se dio cuenta de lo preocupada que estaba al respecto. Descubrió que debía comunicar lo que observaba en el vínculo, pero siempre valorando y respetando a su hija que estaba mostrando serias dificultades en posicionarse como autoridad frente a Juana.

Sustituyó el modo de dirigirse a su hija como: tú eres una débil, una inmadura, por: tenés que ser una madre firme, que fija límites y no permite conductas inapropiadas. La actitud de respeto hacia su hija propició el cambio de conducta y su posicionamiento ante el rol de madre. Luego del cambio de actitud de la abuela hacia la mamá, esta última accedió a pedir ayuda psicológica pues pudo ver la dificultad que tenía con su hija.

Para poder ayudar a un hijo y un nieto, aunque se comporten de forma muy inadecuada, siempre hay que respetar su lugar y hablar en positivo. Sustituir: tú sos una madre débil, por: tenés que fijar y sostener límites. Una vez que como abuelo construís esa atmósfera de respeto, a pesar de las diferencias, podés dar tu opinión hablando siempre en positivo.

Se habla del nido vacío cuando los hijos dejan el hogar y los padres, sobre todo la madre, sienten su hogar vacío, sienten la ausencia de los hijos que llevan tanto tiempo y trabajo dentro de la casa. A veces las madres se sienten muy tristes, como que sus vidas han perdido el sentido. El nido vacío se asocia con la soledad, con el sentimiento de vacío existencial, pues los hijos dejan el hogar y la madre que vivía para ellos se encuentra sin un objetivo propio para su vida.

Observamos que no solo los adultos maduros cuyos hogares quedan sin sus hijos lo sufren. También lo padecen niños y jóvenes, pero la causa es distinta. Los chicos no encuentran la presencia de sus padres dentro del hogar y se sienten muy solos, una profunda soledad los invade y los acompaña en su vida diaria. Permanecen muchas horas sin sus padres pues estos están trabajando. Lamentablemente existe este nuevo nido vacío, de padres, no de hijos.

Este sentimiento de desolación que sienten los pequeños hace que no admiren ni quieran para ellos el estilo de vida de sus padres. Hasta hace unos años los niños querían crecer, se identificaban con ellos y copiaban conductas y formas de pensar y sentir. Hoy observamos que muchos jóvenes no quieren parecerse a sus padres, los viven como seres que no son felices, que no los pueden contener ni sostener. Los abuelos, en muchos casos, son modelos a los cuales los jóvenes quieren parecerse pues los ven como más tranquilos y felices.

Si tus nietos sienten el síndrome del nido vacío porque sus padres deben trabajar muchas horas o por otras causas, tú puedes aliviar ese sentimiento. No es solo el poco tiempo que pasan con sus padres, la calidad en el modo de relacionarse también influye.

Cada vez veo más padres paseando con sus hijos y en lugar de disfrutar juntos, los adultos se conectan, más bien se pegan a sus celulares. Los abuelos, aunque muchos de ellos son personas muy ocupadas, al haber crecido en hogares con padres presentes, saben acompañar a sus nietos durante las ausencias de sus progenitores y presentan gran disponibilidad afectiva hacia sus nietos.

Compartir la historia familiar y favorecer el sentido de pertenencia

Otra función importante que deben cumplir los abuelos es transmitir la historia de la familia a la que pertenecen. Esto ayuda a conservar la memoria familiar y brinda a tu nieto sentido de pertenencia, tan importante para consolidar una buena autoestima.

Los jóvenes actuales no tienen sentido de pertenencia y se unen a otros por usar determinada ropa, peinado, se unen superficialmente a otras personas por un atributo exterior. Este vínculo se basa en características materiales o físicas, o sea que se establece una relación pasajera y a veces despersonalizada. Para desarrollar el sentido de pertenencia tu nieto tiene que conocer la historia de tu familia, su origen, qué hacían y pensaban sus bisabuelos, tatarabuelos, cómo era la vida en esa época y lugar.

Los abuelos tienen que contar acerca de los valores, gustos, características personales de los miembros de su familia, las historias que se gestan en las familias y que se recuerdan siempre. Cuando tu nieto conozca sus raíces, podrá descubrir hacia dónde quiere ir, con quién y bajo qué circunstancias.

Los niños actuales no saben nada de su familia, no les interesa agruparse por ideas, creencias, costumbres y luego buscan aplacar su soledad juntándose con sus pares, sin tener en cuenta los valores o visión del mundo que tienen sus compañeros. Me pregunto qué sucederá cuando se miren los unos a los otros, conversen, intercambien ideas, vivencias. Hoy no tenemos esa respuesta pues establecen un nexo muy lábil y pasajero. Las personas son más que un peinado o determinada ropa o gusto por cierto tipo de música.

Cuando tu nieto sepa de dónde partió y a dónde quiere arribar, se unirá a las personas por ideas y valores en común. Los vínculos que nacen de mirar a la persona total, no solo un detalle, nos hacen sentir que pertenecemos a determinado grupo y nos orientan en la vida. Vivimos en una época de personas que se sienten desoladas, sin ninguna pertenencia, que quieren sentir placer, pasar el momento. Cuando las relaciones humanas son superficiales, entretienen, ocupan el tiempo sin un objetivo, pero las personas no son felices. La verdadera felicidad implica vínculos profundos basados en valores, creencias, visión de la vida.

El relato familiar y sus antecesores

Existe una ciencia denominada genealogía, palabra proveniente del griego genos, que significa raza, descendencia, nacimiento, y logos, que quiere decir estudio. La genealogía es una ciencia que tiene por objeto la búsqueda del origen y el estudio de la composición de las familias. Lo primero al iniciar una investigación genealógica es recopilar la mayor cantidad de antecedentes a través de dos fuentes: orales y documentales. Estos antecedentes deben comprender nombres de personas, lugares y fechas. En caso de que se desconozca la fecha exacta, se puede utilizar una aproximación.

Las fuentes orales son aquellas que se obtienen verbalmente de otra persona, generalmente dentro de la familia, padres, abuelos, tíos, primos, bisabuelos. Estas fuentes, dado que están nutridas de la tradición familiar frecuentemente son inexactas en cuanto a fechas de nacimiento, bautizos, matrimonios y defunciones, profesiones y lugares de origen; sin embargo, ofrecen un acervo de información que muchas veces no se encuentra documentada.

Lo mejor es consultar con aquellos miembros de mayor edad dentro de la familia; cualquier antecedente por insignificante que parezca puede llegar a servir.

Existen datos que exclusivamente pueden obtenerse de fuentes orales, bien sea por no existir documentación, por ejemplo el padre de un hijo natural no reconocido, o bien porque haya sido destruido el documento, durante catástrofes naturales, accidentes o guerras, por lo que siempre es recomendable validar la información con personas y autores coetáneos, sin que ello implique despreciar la fuente primaria oral.

Las fuentes documentales son aquellas que se pueden encontrar en cualquier medio escrito. Quienes investigan una genealogía acuden a estas una vez que han agotado todos los recursos que la memoria intrafamiliar pueda dar, tanto para corroborar la información verbal, como para ampliar la información y retroceder la búsqueda en el tiempo. Sostenemos que los abuelos por su edad pueden transmitir información relevante sobre la historia de las familias a las que pertenecen ellos y sus nietos. La verdad es sanadora.

A continuación mostraremos un ejemplo:

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Son los documentos escritos que se hallan en posesión de una familia o comunidad y son traspasados de una generación a otra. Estos documentos generalmente son inéditos y son copias únicas de valiosa información y en sí constituyen un archivo.

Como abuelo sos una fuente importante de información para conocer la genealogía de tu grupo familiar, y podés ayudar a realizar el árbol genealógico de tu familia. Conocer tus antepasados y transmitir la historia familiar a tus nietos es integrador y sanador.

En todas las familias hay aspectos ocultos, no contados, que tienen consecuencias en sus miembros. El desconocer hechos o conocerlos en forma distorsionada o parcial tiene influencias negativas en la vida afectiva, económica, laboral y en la salud de los integrantes de dicha familia.

El punto principal es hacerlos conscientes para que no digiten la vida de los descendientes. Cuando la persona conoce los secretos familiares se abre una perspectiva nueva sobre sus raíces. Si el individuo conoce la historia de sus antepasados, aunque tenga aspectos tristes, esto le permitirá tener una mejor calidad de vida.

Abuelo, cuando relatás la historia de tu familia, permitís que el recuerdo de los hechos perdure en la memoria, estos podrán ser vistos desde otra perspectiva pues se pueden conocer, ampliar y aclarar acontecimientos, algunos quizás ocultos que, desde ese lugar, tenían consecuencias negativas en el desarrollo personal de tus nietos. Podés empezar por ti mismo e ir a tus antepasados y descendientes.

El abuelo conoce muchos datos del pasado familiar, de lo contrario puede averiguar y relatarlo a sus nietos pues su conocimiento en forma consciente ayuda a solucionar problemas que se presentan en la vida de sus nietos. El tomar contacto con ellos ayuda a mejorar las relaciones humanas. La familia está compuesta por individuos que se relacionan entre sí y cuando un miembro tiene un problema, otros se pueden ver afectados de distintas maneras. Esto incluye a las diferentes generaciones, existe una historia que se transmite de generación en generación. El abuelo es una reliquia portadora de historias y recuerdos de la memoria familiar, puede contar lo ocurrido con sus propios padres, con sus abuelos, hermanos, tíos, primos. Este conocimiento es muy rico porque una vez que tus nietos lo escuchen, recibirán información concerniente a la familia que ampliará el espectro de vivencias dentro del grupo familiar.

Se sabe que la influencia de los antepasados puede perdurar de tres a cuatro generaciones. Muchos problemas de salud física y emocional se deben al contexto familiar, y este está influenciado por hasta cuatro generaciones anteriores.

En la consulta psicológica observamos cómo personas que sobrevivieron solo ellas ante fallecimientos de sus hermanos y padres en la guerra civil española o durante la segunda guerra mundial, vivieron toda su existencia arrastrando una profunda culpa por ser las únicas que se salvaron de su grupo familiar. Esa culpa la mantuvieron en su mundo interno, en forma inconsciente y negándose a hablar del tema cuando sus hijos, nietos y bisnietos les preguntaban sobre lo acontecido con su familia.

En uno o varios de sus hijos o nietos hemos observado conductas fuertemente autodestructivas, desde accidentes ocurridos por descuido hasta suicidios de un hijo, nieto y bisnieto. El origen de dichos actos violentos lo encontramos en la generación de los abuelos por lo relatado anteriormente. Se transmite la culpa por haber sobrevivido a las otras generaciones y estos la sienten y desde ese lugar realizan actos destructivos para ellos mismos.

El abuelo puede transmitir cómo funcionaba su familia, cuál era su estructura y hechos importantes con el fin de relacionarlos con el aquí y el ahora de la familia actual; se puede ver cómo influyes a título personal en tu nieto. Los problemas y conflictos se transmiten de generación en generación y la única forma de enfrentarlos es conocerlos pues inciden en todos los miembros, en ti abuelo y en tus nietos que están creciendo.

Partimos del supuesto de que los antepasados o familiares fallecidos no están visiblemente presentes a través de los cinco sentidos pero sí están presentes a través de ciertas conductas, actitudes y síntomas de sus descendientes.

Existe un concepto importante que se denomina mito familiar, que es el conjunto de creencias que están sistematizadas y compartidas por los miembros de la familia y se canalizan mediante la interacción. Se manifiesta a través de normas, a veces secretas y que son apoyadas por la familia, y se transmiten de generación en generación. Es importante descubrir cuál es el mito familiar de tu grupo.

Mostraremos un ejemplo muy ilustrativo. Esta es la historia de una familia de buena posición cultural y económica donde los hombres eran los proveedores materiales y esto les daba un supuesto derecho a ser infieles y maltratadores. Las mujeres eran mantenidas por hombres, siendo sumisas y dependientes. Cuando una mujer de dicha familia quería independizarse, estudiar para obtener un título universitario y dejar de ser un objeto que hay que sostener económicamente, era rechazada por el grupo familiar y pasaba a ser la oveja negra, la distinta, dentro de la familia. El mito familiar era que los hombres son los que mandan y por eso pueden humillar, maltratar ya que trabajan, y las mujeres tienen que permanecer en casa sometidas, ocupadas en la crianza de sus hijos, en tareas domésticas y realizando obras de beneficencia y caridad.

El mito es como una matriz de conocimiento y representa un elemento de unión y un factor de cohesión para cuantos creen en su verdad. Un mito significa traducir ciertos hechos reales en un relato compartido por todos. Los mitos familiares están basados en reglas secretas de la relación, son aceptados por todos y no desafiados por nadie, no pueden ser reconocidos ni verbalizados. El que desafía las reglas secretas y el mito, es rechazado por el grupo familiar y tildado de desleal y será la oveja negra de la familia.

Hay dos terapeutas familiares europeos que han sido fundamentales en recalcar la importancia de lo generacional, o sea de los antepasados en la situación actual del individuo. El primero fue Ivan Boszormenyi Nagy, psiquiatra y psicoanalista húngaro (1920-2007). Es uno de los creadores de la terapia familiar. En 1950 emigró a Estados Unidos y allí desarrolló gran parte de su obra, fundando el Instituto Familiar en la ciudad de Filadelfia. Su trabajo más conocido es el libro editado en 1973 denominado Lealtades invisibles, en el que desarrolla una teoría familiar basada en la óptica transgeneracional.

El “Enfoque Transgeneracional” de Iván Boszormenyi-Nagy recibe tal denominación debido al interés de este autor por indagar en la historia familiar, teniendo como objetivo llegar a identificar aquellos hechos que pudieran ser relevantes para comprender adecuadamente los problemas o desajustes que una familia puede desarrollar en el presente: Por mucho que queramos desprendernos de la carga del pasado, la estructura básica de nuestra existencia y la de nuestros hijos sigue estando determinada, al menos parcialmente, por las cuentas sin saldar de las generaciones pasadas. (Boszormenyi-Nagy, 1983)

El concepto de lealtad, para dicho autor, es un fuerte sentimiento de unidad y compromiso que sienten los integrantes de una familia. La fidelidad inconsciente a los ancestros puede impulsar a cumplir un destino repetitivo o prefijado. Existe un ejemplo claro de la persona que viene de una familia donde nadie pudo sostener el éxito, ya sea material y/o profesional. La persona realiza conductas autodestructivas por una lealtad invisible hacia sus antecesores, padres, abuelos, bisabuelos. Dicho integrante teme ser distinto a su familia, transformarse en una persona de éxito, pues sabe inconscientemente que si triunfa no será leal a su grupo. Por lo tanto realiza comportamientos destructivos que lo alejarán de sus metas.

Esto que puede sonar muy difícil de entender para el lector, se ve en el consultorio del psicólogo. La persona que por ser igual a su familia, aunque tenga serios conflictos con ella, permanece igual por lealtad a algo que rechaza en los otros y que no quiere para él.

Es importante conocer las lealtades invisibles de cada familia y ver cómo influyen en la conducta de las personas cuando no son conscientes.

Vemos el ejemplo de una mujer madura que fue educada por una madre dependiente emocional y asume la situación no resuelta por su madre. Hereda su inseguridad, que a su vez fue heredada de su abuela. La mujer se casa con un hombre que la desprecia y maltrata, manteniendo su lealtad a su madre y exonerándola.

La terapia familiar intergeneracional tiene como objetivo unir, sanar las relaciones que hayan quedado dañadas, negadas.

Hoy en día asistimos a una idea que está causando mucho daño y sufrimiento, el individuo cada vez se siente más autónomo, independiente de su núcleo familiar, pero al mismo tiempo no es consciente de que se pierde en la multitud y se siente sin rumbo.

La fuerza de la libertad o esclavitud de los miembros de una familia parte de leyes paradójicas, por ejemplo “el pobrecito”, no permite a los otros miembros de su grupo familiar elaborar su culpa que se basa en el control, que es más fuerte que los gritos y órdenes dados por otro miembro en forma directa.

Veamos el caso de un hijo cuyos padres se divorcian de común acuerdo cuando el niño tiene 10 años. Este chico, que sufre evidentemente por todos los cambios familiares y peleas previas, quería ver a sus padres juntos, que es el deseo de todos los hijos de padres separados. Adopta el papel de “pobrecito”.

Pasan los años, y con 20 años ese joven atribuye todos sus pesares a que es hijo de padres separados. Desde el rol de pobrecito de la familia consigue que muchos de sus deseos se cumplan pero no se desarrolla como persona. No trabaja ni estudia, vive de sus padres pues alega que no se puede recuperar del dolor que le causaron. Ellos se sienten culpables del estado anímico de su único hijo. Es más, durante estos diez años su padre ha tenido compañeras que él nunca aceptó y boicoteó. Su madre, absorbida por la culpa, no ha intentado formar una nueva pareja pues dice que su hijo la necesita porque se siente mal anímicamente.

Su abuelo paterno se había divorciado de su abuela por otra mujer y fue expulsado, dejado de lado por toda la familia. Como consecuencia, el padre de este joven de 20 años creció y se educó con su madre y su familia materna.

Este es un claro ejemplo de cómo lo familiar tiene importancia y se transmite a la otra generación. El mito familiar en este caso es que nadie tiene derecho a divorciarse y dar fin a un matrimonio, aunque este no sea feliz. Ese mito inconsciente pasa de generación en generación e influye en los descendientes. La única salida es permitir que ese mito llegue a la consciencia de los miembros de la familia y desde ese lugar de plena consciencia se hagan cargo de los preconceptos e ideas equívocas y puedan elegir libremente qué hacer de sus vidas.

En segundo lugar tenemos al terapeuta, teólogo, filósofo alemán Bert Hellinger –nacido en 1925–, quien acuñó el término Constelaciones familiares, basadas en órdenes del amor. Estas son leyes que actúan en las relaciones humanas y aseguran la supervivencia del sistema: derecho de pertenencia, equilibrio de dar y recibir, orden de llegada a la familia.

Cuando un miembro está excluido o negado, la familia actúa de modo compensatorio, involucra a otros miembros que no tienen nada que ver con las personas excluidas y ni siquiera saben. Según Bert Hellinger, primero hay que ordenar el hogar y luego el amor fluye. Mostraremos un ejemplo: el río corre por un cauce, si este se obstruye, el agua deja de fluir. El cauce es necesario para que el agua corra, llegue a su destino. El río viene de una fuente y fluye en una sola dirección. El amor entre padres e hijos tiene la misma dinámica, ya que los padres dan y los hijos reciben, toman. Los padres son los grandes, los anteriores, los hijos son los pequeños, los posteriores, por lo tanto toman. Primeramente hay que saber recibir y agradecer para luego dar amor a otros. Cuando un hijo no quiere recibir del padre está actuando en contra de los órdenes del amor que dice que el padre da y el hijo toma de él. Cuando alguien es excluido, ignorado, olvidado, marginado, el flujo de amor se resiente. Se puede excluir descalificando o juzgando a un antepasado.

Mostraremos ejemplos: “la abuela era una puta”, “la abuela era una loca”, “el abuelo era un borracho”, “el abuelo era un vago”. Nada puede privar el derecho de pertenencia de un miembro. Muchos de los problemas de las familias disfuncionales son producto de la alteración en los órdenes del amor.

Muchos hijos parecen los padres de sus verdaderos padres y eso produce un desorden en el hogar. Son familias frágiles al cambio, no pueden afrontar las crisis adecuadamente. Toda persona y todo sistema como es la familia deben atravesar crisis que debemos enfrentar con las herramientas conscientes para salir favorecidos de las mismas.

Estos dos terapeutas familiares, cuyas técnicas difieren, tienen en común el mostrar la importancia que tiene el conocer el pasado de tu familia.

Tú abuelo debés contar tu historia a tus nietos. A veces, para evitar el dolor lo ocultás, o contás parcialmente la historia y desde ese lugar podés ocasionar daño pues la verdad, aunque duela, es sanadora.

Observamos una tendencia de las personas a ocultar aspectos dolorosos o vergonzosos de su pasado familiar. El punto es que ese intento de hacer como que no hubiera sucedido, le da más fuerza y desde ese lugar aparecen esos aspectos de un modo más intenso y se transmiten de generación en generación, como la información genética que pasa a través de los genes.

Los mitos familiares se transmiten en actitudes, creencias, conceptos. Como hemos dicho anteriormente, si los conocemos podremos ser libres de elegir y hacernos cargo de lo que queremos. Si afirmamos que la verdad sana, ahora afirmamos que el ocultamiento puede enfermar a las personas. Al desconocerla no la borramos de la memoria familiar, al contrario, le damos fuerza. Por eso sostenemos que la verdad es sanadora y que los abuelos tienen la hermosa tarea de relatar lo que ha sucedido en generaciones anteriores.

En algunos casos tendrás que averiguar sobre el pasado de tu familia, pues a vos no te lo relataron. Podrás no solo averiguar, buscar información, preguntar a conocidos que tienen información.

Los avances en las ciencias han traído grandes inventos tecnológicos, los cuales han causado que la vida cotidiana sea más fácil en cuanto a las tareas a realizar. Sin embargo, la vida emocional no ha adelantado, las personas no son más maduras, pero tienen una vida doméstica más cómoda.

Sostenemos que existe una gran diferencia entre los avances tecnológicos y los vínculos humanos. Si bien las personas se ven estimuladas por internet, celular, etc., se sienten tan solas o más que antes. El punto es que son dos canales distintos. El primer canal es a través de la tecnología, es más concreto y por lo tanto tangible, y el segundo, lo emocional, lo sentimos pero no existe un objeto externo en lugar de una emoción. El primero trae facilidad, comodidad, ahorra tiempo y esfuerzo, pero nunca traerá felicidad útil a los hombres.

El registro o canal emocional tiene mucha fuerza en nuestras vidas diarias pero el hombre actual, en ciertas situaciones, no le da la importancia que tiene. Partimos de una visión de que el hombre es un ser biopsicosocial y espiritual. El hombre es cuerpo en lo físico y siente emociones placenteras y displacenteras, alegría, rabia, envidia, celos, miedos. Además es un ser social que vive y se conecta con otras personas. El registro emocional tiene mucha fuerza, cuando tenés miedo o rabia podés ver cómo estos sentimientos te pueden causar determinadas conductas.

Es fundamental saber que cuando consideramos a nuestro nieto como un simple consumidor estamos saciando su parte más material, física, que es importante pero no la única. Cuando tú abuelo le prestás atención, jugás con él, le enseñás, relatás cuentos, nutrís el aspecto emocional. Observo en consulta de adultos de 40, 50 años que recuerdan con mucha fuerza momentos que pasaron con sus abuelos. Muchos regalos pasan al olvido, las vivencias entre abuelos y nietos perduran y pasan a formar parte activa del repertorio de las nuevas generaciones.

Las máquinas de antes eran más lentas y realizaban menos funciones, pero los seres humanos seguimos teniendo las mismas necesidades que antes. Por ejemplo el Mp5 te puede hacer la vida más cómoda, pero nunca más feliz.

El amor de un abuelo por su nieto y viceversa no es sustituible por nada en el mundo.

1. Ver Entre padres e hijos, en búsqueda del vínculo perdido, Fanny Berger, Editorial Planeta, 2012.