INTRODUCCIÓN

VENUS ASTROLÓGICA

Venus es el planeta regente de Libra y Tauro y, como tal, tiene dos funciones. El regente es el planeta que dirige la energía, el que timonea o gobierna. Cada una de las funciones de Venus se deduce por analogía con esos dos signos.

Venus, en tanto regente de Libra, habla de nuestra capacidad para vincularnos, asociarnos y entrar en la dinámica de dar y recibir en el marco de una relación entre pares. Es importante esta cuestión de que la relación venusina sea de paridad, porque estamos muy acostumbrados a las relaciones de poder o las jerarquías dentro de un vínculo, es decir, interacciones donde uno de los miembros se instala en una posición de superioridad respecto del otro. A veces, esta dinámica es muy evidente y otras, más sutil. Por ejemplo, cuando alguien descalifica los orígenes, el entorno o el comportamiento del otro, o bien, cuando una de las partes rebaja o enaltece al otro o a sí misma, (1) o cuando convertimos al otro en nuestro hijo, madre, padre, maestro de vida o terapeuta. Ahí la paridad se pierde y uno de los dos queda por encima del otro. Después de todo, Venus, como regente de Libra, tiene características proyectivas. Es decir que las cualidades que vemos en los otros son propias. De hecho, el símbolo de Venus parece un espejo, de esos que se agarran con la mano. Entonces, podríamos decir que con Venus nos descubrimos a través del vínculo con los demás, o sea, nos reflejamos. Venus representa aquello que nos parece valioso o importante, entonces, esas personas de las que nos enamoramos encarnan valores que nos parecen importantes y que necesitamos desarrollar en nuestra personalidad. Es así que Venus colabora con el desarrollo de la identidad individual, es decir, el Sol de la Carta Natal.

Venus busca en sus amores el reflejo de sí misma. Aquí aparece la cualidad narcisista de este planeta. Además, es el planeta que habla de nuestra capacidad para seducir y despertar el deseo en los otros. Venus quiere que la miren, busca que la busquen, a menos que esté en Aries o Sagitario, o en aspecto a Marte o Júpiter, porque ahí se pone activa y cazadora, sigue buscando la atención de los demás, pero no se encuentra a la espera, sino que sale a la carga.

Venus tiene una cualidad receptiva y pasiva, y esto lo digo sin carga valorativa negativa. Tendemos a considerar que la receptividad y la pasividad son malas, porque vivimos en un mundo que valora la acción y la competencia, pero actuar venusinamente implica funcionar desde el nivel de la atracción o el magnetismo, no desde el hacer. Ella se sabe valiosa y funciona como un imán, así es como obtiene lo que quiere, sin hacer demasiados esfuerzos. Esto es lo que la astrología tradicional llama cualidad femenina, que siempre fue más evidente en las mujeres, pero que está viva en todos. Del mismo modo, salir a la carga, actuar, mandarse y ser valiente son cualidades tradicionalmente denominadas masculinas. Ambas son cualidades presentes en todos, pero los varones han tenido más permiso para expresarlas. De hecho, el problema con el exceso de Venus en nuestra personalidad es que puede provocar formas de comportamiento como la pereza y la apatía.

Parte de aceptar lo venusino en nuestra personalidad implica incorporar la rivalidad y la competencia, territorios dirigidos por Marte, porque si no simplemente nos vamos a quedar con lo que está disponible y no con aquello que realmente deseamos.

En el marco de las sesiones, me ha pasado que le dije a algún varón que tenía mucha energía femenina y se ha ofendido y me ha preguntado si lo estaba acusando de ser gay. Lo que me sale decir en ese contexto, primero, es que si fuera gay, creo que no necesitaría defenderse y segundo, lo femenino excede a las mujeres. Del mismo modo, me ha pasado decirles a mujeres que tenían mucha energía femenina en clave descriptiva y también se ofendieron, porque lo veían como algo malo.

¿A qué me refiero cuando digo «mucha energía femenina»? A que en su Carta Natal había planetas o ascendente en Cáncer, Piscis o Tauro. Estas situaciones me llevaron a sacar varias conclusiones.

Una es que en Occidente valoramos más la acción, el movimiento, la competencia y el uso de la mente que lo emocional, la quietud, la paz y la tranquilidad. Nuestro mundo rinde culto a la razón, la ciencia, la productividad, el dinero y el dominio de la naturaleza. Creo que visto de este modo es muy evidente por qué nos choca o no terminamos de comprender la inteligencia femenina. Por otro lado, las categorías tradicionales de la astrología y del lenguaje esotérico pueden llegar a ser muy chocantes para quien no conoce estos términos. Por eso se llama esotérico, porque está oculto a los sentidos y solamente lo pueden percibir quienes están iniciados en el tema. Este concepto choca bastante con el auge que la astrología tiene en estos momentos; si es un lenguaje esotérico y está alcanzando niveles masivos de difusión, es muy fácil que haya errores de interpretación o que en el intento de hacerlo más accesible pierda su profundidad. Esta dificultad es algo que atraviesa todo lo que se hace masivo. Con el yoga, un mundo que conozco en primera persona, sucede algo parecido. De repente, las redes sociales están llenas de yoguis haciendo posturas increíbles y creemos que el yoga es solamente una acrobacia.

Otra interpretación errónea que hacemos del yoga y también de la astrología es que van a funcionar como pastillitas rosas para no sufrir. Lo más probable es que nuestra calidad de vida mejore con ellos y alcancemos niveles de comprensión que antes eran imposibles, pero el dolor y la incomodidad van a seguir siendo parte de la existencia. Entonces nos enfrentamos con la complejidad de difundir estos conocimientos, a sabiendas de que puede llegar a ser un producto más de desecho fácil de la sociedad de consumo en la que vivimos. Buena parte de mi trabajo gira en torno a las redes sociales, así que también hablo desde mi propia experiencia. Algo que aprendí en estos treinta y pico de años que tengo es que las cosas nunca se presentan puras: no son ni totalmente buenas ni totalmente malas.

Las categorías tradicionales de «femenino» y «masculino» denominan los polos de un espectro; estos polos conforman una totalidad que está presente en todo lo manifestado, pero no hay ninguna norma moral o ética que establezca que las personas tienen que ser de un modo u otro. Producto de los movimientos sociales que me han tocado de lleno y que se están desarrollando en estos momentos sobre la sexualidad y el género, como el movimiento de mujeres y el del colectivo LGTBIQ, de fuerza creciente, decidí dejar de utilizar las categorías femenino y masculino, porque entendí que sí existe lo emocional, la quietud, la tranquilidad, la apertura y la introspección por un lado, y por otro, la fuerza, la acción, el movimiento, la extroversión y lo desafiante, pero ya no quiero nombrarlos de ese modo, aunque entiendo que haya otros astrólogos que sí lo hagan. Todas esas cualidades habitan en nosotros y es la tarea de toda una vida lograr distintas síntesis, que luego abrirán la puerta para una nueva mutación y un nuevo cambio.

Si confiamos en la astrología y la Carta Natal, y consideramos que ahí encontramos un mapa de lo que podemos llegar a ser, entonces este libro puede servir como una pista, pero no como un manual de instrucciones que dice cómo hay que ser o comportarse. Acá vas a encontrar sugerencias o cosas que observé que podrían serte útiles, pero no son recetas. Tampoco estoy estableciendo reglas de compatibilidad astrológica que dicen con quién relacionarnos y con quién no. Este libro es producto de mi historia de vida y de mi trabajo como astróloga, y espero que abra puertas y ventanas en tu interior para que te preguntes, observes e investigues qué te da placer, qué te hace sentir bien o cómo te relacionás con los otros.

Venus, como regente de Libra, también representa qué es lo que nos parece lindo, es decir, nuestro criterio estético. ¿Por qué nos «lookeamos» de determinada manera y no de otra? Porque queremos dar una impresión específica a las personas que nos miran. Por supuesto, también lo hacemos por nuestro propio gusto y placer, y ahí es donde entra Venus como regente de Tauro.

Tauro es el segundo signo del Zodíaco y funciona bajo el principio de «primero para mí y porque tengo ganas». Entonces, Venus como regente de Tauro nos lleva a la dimensión del propio placer. Mientras que Libra es un signo vincular, Tauro está centrado en sí mismo. Venus asociado a Tauro es el planeta que nos conecta con lo que consideramos valioso e importante.

Venus es también el planeta que habla de nuestra autoestima; desarrollar nuestra Venus astrológica habilita la posibilidad de sentirnos a gusto en nuestra propia piel. En un mundo que nos empuja a ir detrás de un estándar único de belleza, pareciera ser que desarrollar la Venus de nuestra Carta Natal es un acto casi revolucionario. De hecho, lo que está sucediendo a nivel global en este momento es que se están abriendo espacios para todas las bellezas. Hay una modelo negra con vitiligo, otra modelo que tiene prótesis en las piernas, mujeres que eligen no depilarse ni maquillarse, mujeres gordas que se ponen lo que tienen ganas y no prestan atención a los cánones tradicionales de belleza que establecen que «la bikini, la minifalda y el top son para mujeres delgadas», y también hay mujeres con pelo corto y ropa grande. Celebro estas transformaciones porque también me he castigado y maltratado por estar más gorda, tener muslos potentes, caderas y nariz italianas. Hablo de las mujeres porque siento que el peso de lo estético hegemónico es muchísimo mayor para nosotras que para los varones, aunque poco a poco se hace más evidente que a ellos también les afecta. De hecho, cada vez más nos encontramos con varones heterosexuales que se depilan, maquillan y buscan ser piropeados y verse bien. Esto es sorprendente en algunos contextos, pero no en la mitología. Después de todo, Narciso era un varón que se cayó al lago por quedarse fascinado con su propio reflejo y de ahí viene el término narcisista, que se aplica a la persona que solo está pendiente de sí misma, pero se oculta tras una fachada de simpatía y buenos modales.

Creo que esto corresponde bastante a algunas formas de expresión de Venus: ser amable y seductora con un fin puramente egoísta de satisfacción personal. De hecho, Venus es el planeta que habla de nuestra autoestima, pero entre la autoestima y el narcisismo hay una delgada línea.

El narcisismo supone una superioridad donde los demás quedan reducidos a la simple satisfacción de nuestra necesidad de atención, elogios y concreción de deseos. En cambio la autoestima es aquello que nos lleva a sentirnos bien en nuestra piel sin necesidad de menospreciar ni usar a nadie, reconociendo la importancia y el aporte de los otros. Creo que en la era de las redes sociales y las selfies sale a la luz esta cualidad narcisista que todos llevamos dentro en mayor o menor medida, pero seguramente te habrás topado con algún caso más complejo de tratar. Esto también es Venus llevado al extremo.

Las mujeres somos criadas para satisfacer a otros y estar atentas a sus necesidades. Creo que es parte de una doble dimensión, construida culturalmente bajo el patriarcado, pero que tiene un correlato a nivel biológico con el útero y la capacidad de dar vida. Considero que en esto radica nuestra complejidad como seres humanos: estamos atravesados por una doble dimensión, la biológica y la cultural. Entonces, ¿cómo hacer para alquimizar, sintetizar o integrar ambas dimensiones? Aún lo estoy investigando, pero creo que necesitamos convocar la sensación de que somos valiosas independientemente de los demás, buscando nuestro placer sexual, pero también la calidad de los alimentos que consumimos, la comodidad del sillón y la ropa que usamos. La pregunta venusina sería: ¿nos sentimos lo suficientemente valiosas como para darnos placer cada día? (2) Y en este punto, les hablo específicamente a las mujeres porque opera con fuerza este mandato sobre nosotras, aunque Venus esté en la Carta Natal de todos, sin importar en qué envase vinimos. De hecho, en todo este movimiento social y colectivo que se está desarrollando también hay cada vez más espacio para visibilizar una realidad que existe desde siempre, la de las personas travestis y trans.

Sintéticamente, podríamos decir que Venus, como planeta regente de Tauro, pone en juego los propios valores y talentos, algo así como honrar la propia riqueza. Y la otra dimensión tiene que ver con Libra y es la disposición a ser vehículo del deseo del otro, pero también que el otro sea del propio, es decir, seducir para que el otro actúe mi deseo. (3)

Atracción es una palabra que define bastante bien a Venus. Otra forma de definir este planeta es haciendo referencia a la gravedad.

Robert Glasscock dice: «La gravedad es otra manera de nombrar la atracción. Y la atracción es otra manera de nombrar el amor. De forma bastante literal, las órbitas planetarias de nuestro sistema solar se mantienen debido a una forma de amor que nos complacemos en llamar gravedad. Y el amor está simbolizado por Venus». (4) Es importante aclarar que atraemos lo que somos, no lo que nos gustaría llegar a ser. Entonces, cuando nos enojamos con las personas o situaciones que aparecen en nuestra vida, tratémonos con amor y con dulzura para poder aceptar eso que llega, aunque luego decidamos no vivirlo o ponerle un límite.

Afrodita es el nombre que le daban los griegos y Venus, el nombre romano para la diosa del amor, el romance y el placer. La cultura de Occidente es hija de estos dos pueblos y esa es la razón por la que nuestra astrología también apela al contenido simbólico de la mitología grecorromana. Afrodita es una diosa alquímica, según Jean Shinoda Bolen; esto quiere decir que tiene la capacidad de transformar lo que hay; nos transformamos como resultado del encuentro, pero también del amor que recibimos, del que damos en el marco de una relación y del que nos damos. Estas formas de amor son profundamente sanadoras. Qué maravilloso resulta el amor de otro cuando estamos heridos y desahuciados. Si el otro nos mira con ojos amorosos, receptivos, compasivos y dulces en un momento de máximo dolor, puede incluso recordarnos que todo ese amor está vivo en nuestro interior, más allá de la coyuntura. Cuando hablo de una relación, no necesariamente tiene que ser de pareja o sexoafectiva, puede ser el vínculo con un terapeuta o una relación de amistad. Creo que aquí hay una clave de Venus: el amor y la apertura no se dan solo en el marco de la pareja, ni tampoco en el del placer, sino que es el motor de todas nuestras relaciones y acciones.

Venus también es el planeta que se relaciona con nuestra capacidad de conciliar. En astrología mundana, es decir, aquella vinculada a procesos colectivos, se celebran los tránsitos de Venus porque habilitan la posibilidad de lograr la paz y la armonía entre Estados o grupos nacionales, a menos que esté en Aries o Escorpio, dos signos asociados al conflicto, la lucha y la batalla. Además, en astrología nos manejamos con un principio energético-esotérico según el cual un mismo planeta o signo puede tener una forma polarizada de manifestación densa, de baja vibración, lenta o estancada, como lo quieras llamar, y otra forma polarizada sutil, de alta vibración, rápida o fluida. Insisto en que son dos extremos de un amplio espectro y existe un reconocimiento en la lógica astrológica de la variedad de formas que pueden existir en el medio.

Una de las manifestaciones densas de Venus es la superficialidad en lo estético; está claro que no estoy haciendo referencia a que esté mal tener un costado estético desarrollado, pero si nos perdemos la posibilidad de que haya un encuentro con otro por fijarnos solo en cómo está vestido, estamos obviando una parte importante de la dinámica vincular y el otro se convierte simplemente en un objeto de consumo. Por otro lado, Venus es el planeta que pone la belleza allí donde va y la belleza es también parte de la existencia. ¿Qué sería de nosotros sin la posibilidad de contemplar la belleza de una flor, sentir el olor del palo santo, escuchar a una persona que canta muy bien o entrar en una casa que tenga vista a la montaña?

Venus es un planeta que tiene mucha fuerza en la Carta Natal de artistas, arquitectos, diseñadores de interior y de indumentaria, cosmiatras y cosmetólogos, maquilladores, personas que se dedican a la atención al público, a la diplomacia, las mediaciones y las conciliaciones, terapeutas de pareja, gente dedicada a todo tipo de asesoramiento, relaciones públicas, pasteleros y personas que preparan comidas dulces. Y también, modelos y prostitutas son representantes del principio venusino de belleza, placer y dinero. Venus no solo representa nuestro criterio de belleza, sino también algún área donde podemos ganar dinero fácilmente.

¿Cómo llegamos a establecer que hay una presencia fuerte de Venus en una Carta Natal? Según varios criterios:

Sol, ascendente o Luna en Tauro o Libra.

Sol, Luna o planeta regente del ascendente en aspecto a Venus.

Venus en Casas 1, 4, 7, 10 y 12.

Hago una breve explicación de qué son las casas en la Carta Natal.

Las casas son aéreas de la carta que hablan de escenarios específicos de la vida de los seres humanos. Hay una casa para el dinero, otra para la relación con los hermanos, los vecinos, los primos y los amigos, una casa que habla del lugar donde vivimos, de nuestra familia de origen, y también hay casas que hablan de las cosas que hacemos en nuestro tiempo libre, de los romances, de nuestro cuerpo y la salud, de la relación de pareja, de nuestros enemigos, del sexo, de nuestro inconsciente, de los estudios universitarios, los viajes, la profesión, de lo que queremos mostrar al mundo, de nuestra percepción del inconsciente colectivo, de las características o vivencias que podemos tener cuando la pasamos encerrados y aislados del mundo. ¿De dónde sale esta información? Se deduce por analogía con los signos del Zodíaco. ¿De dónde viene todo esto?

La astrología es un lenguaje que está presente entre los seres humanos desde los orígenes de los tiempos y hay distintas versiones sobre su nacimiento y posterior desarrollo. Personalmente, hay dos que me cierran bastante.

La primera es que la astrología se hizo más fuerte a medida que los seres humanos empezaron a asentarse y dejaron su faceta nómade; cuando comenzaron a cultivar sus propios alimentos y a prestar atención a los ciclos de la naturaleza para establecer cuál era el momento para plantar y para cosechar. Cuando los seres humanos comenzaron a escribir, el conocimiento astrológico también dio un salto, porque fue más fácil dejar asentados los descubrimientos que se iban haciendo; lo que hoy es un cuerpo de conocimiento sistematizado bajo el nombre de astrología es producto de la observación y las conclusiones que fueron sacando los seres humanos que estuvieron antes que nosotros. ¿Será por eso que nos genera tanta fascinación y nos resuena tanto? ¿Será que el legado de los primeros humanos habita en nosotros? Yo creo que sí. Por otro lado, tiene mucho sentido que una o muchas mujeres hayan colaborado con el desarrollo del conocimiento astrológico, sobre todo porque debe haber existido un momento en que les debe haber caído la ficha de que el acto sexual está vinculado con la ausencia de sangrado primero, con el crecimiento de la panza después y con el nacimiento de un ser humano unos meses más tarde. Creo que a esta altura todos saben que tanto el ciclo menstrual como el embarazo tienen una conexión directa con el movimiento y las fases de la Luna. Este cuerpo físico, que genéricamente llamamos planeta aunque sea un satélite, es el más cercano a la Tierra. Sus movimientos y sus ciclos están asociados a las mareas, pero también a nuestros sube y baja emocionales y a la hinchazón o liviandad del cuerpo. Recordemos que nuestro cuerpo está hecho de agua, ¿cómo podríamos estar exentos de ese movimiento? Si se mueve en el cielo, se mueve en la Tierra, como un juego de espejos, pero no de causas.

Lo que estoy diciendo ahora fue expresado con un axioma en El Kybalión, un tratado esotérico que retoma los postulados de un personaje misterioso que nadie sabe si existió, llamado Hermes Trimegisto. «Como es arriba, es abajo» es el famoso axioma, base y fundamento del texto.

Es interesante recordar que la astrología es la percepción que tenemos los seres humanos del cielo, pero no necesariamente es lo que ocurre astronómicamente, por eso es una disciplina tan criticada por el mundo científico. Si bien puedo comprender las críticas que le hace la astronomía a la astrología, decididamente no puedo entender las que vienen desde las ciencias sociales o la psicología. Y si no que alguien me diga en qué lugar del individuo se localiza el Ello y en qué lugar de la sociedad encontramos o medimos la superestructura.

En este libro voy a tomar fundamentalmente dos casas: la segunda y la séptima. ¿Por qué? Porque son las áreas de la carta que están regidas por Venus. La Casa 2 es la casa taurina de la autoestima, aquello que valoramos, de dónde provienen nuestros recursos económicos y con qué podemos ganar dinero. Creo que es muy saludable que podamos ganar dinero con una actividad que esté vinculada a nuestra Venus natal y a la Casa 2, porque de ese modo, el trabajo puede ser fuente de placer, y no solo una obligación. La Casa 7 es la casa del vínculo de dos, el encuentro con el Otro, la pareja, la relación con un socio, el intercambio constante y permanente, y también el espacio de enfrentamiento con el Otro, o como dice la astrología tradicional, del enemigo. Cuando hablamos de Venus, normalmente lo asociamos con el romance y la relación de pareja, pero Venus trae información sobre aquello que valoramos en los demás y que está como potencia en nosotros. Lo que nos molesta de los demás también está en nosotros y lo ponemos en los demás, lo proyectamos. Todos esos temas son venusinos y de Casa 7. Por último, me gustaría hacer una breve explicación sobre los aspectos.

Los aspectos están marcados en la Carta Natal con líneas rojas, azules, verdes o líneas punteadas. Un aspecto habla de un vínculo entre dos o más planetas, y la característica de este aspecto estará dada por la distancia en grados que hay entre los planetas en cuestión. Si el ángulo es de 60, 72, 120 o 144 grados, la relación entre los planetas será fluida, por ende, la vivencia de esos dos planetas vinculados estará libre de tensión. Estoy hablando del sextil, quintil, trígono o biquintil, en ese orden. Si el ángulo es de 0, 30, 45, 90, 135, 150 o 180 grados, habrá tensión entre ambos planetas. Los aspectos a los que estoy haciendo referencia son conjunción, semisextil, semicuadratura, cuadratura, sesquicuadratura, quincuncio y oposición. Voy a dar un ejemplo para que se entienda mejor.

Supongamos que Venus está en trígono a Plutón, es decir, hay una distancia de 120º entre ambos planetas: las relaciones serán intensas, pero no desgarradoras. En cambio, si Venus está en oposición a Plutón, o sea a 180º, las relaciones tendrán un componente de intensidad que será fuente de sufrimiento, a menos que la persona aprenda a hacer algo distinto con esa intensidad.

A la hora de leer este libro y sobre todo si sabés algo de astrología, «customizá» tu Venus incluyendo los aspectos para tener una visión más completa.

VENUS EN LOS MITOS

En la mitología, es Venus para los romanos y Afrodita para los griegos. La diosa del amor, la belleza, la paz, el arte y la armonía. Hay dos versiones sobre el nacimiento de Afrodita. Según Homero, el poeta, era la hija de Zeus y Dione, una ninfa del mar. En la versión de Hesíodo, Afrodita nació como consecuencia de una acción brutal: Cronos, luego llamado Saturno, tomó una hoz, cortó los genitales de su padre, Urano, y los arrojó al mar. El esperma se mezcló con el mar y de allí nació Afrodita, que emergió de las aguas como una diosa adulta.5 Esta historia fue inmortalizada en el cuadro de Botticelli que es bastante conocido por todos. Afrodita, la diosa dorada y hermosa.

En la mitología es una mujer seductora que tiene múltiples amantes y romances; en el mito griego está casada con Hefesto, pero tiene historias por fuera del matrimonio.

El arquetipo venusino está asociado a la idea antigua y precristiana de virgen: mujeres que se pertenecían a sí mismas y no estaban entregadas a la vida doméstica y familiar, en ese sentido eran puras y virginales, pero no eran ni castas ni célibes. Eran mujeres que no solo sabían de artes amatorias y eran hermosas según los cánones de la época, sino que también conocían de arte, filosofía y cultura.

Venus y la Luna son los indicadores astrológicos del amor, pero desde lugares completamente distintos: la Luna está buscando la estabilidad y seguridad en sus vínculos, mientras que Venus está yendo tras la magia del encuentro, el chispazo, el crush y el enamoramiento. Normalmente, la Luna está asociada a la maternidad y está vinculada a la diosa Deméter. Afrodita tiene algunos hijos, como Eneas, pero nunca se la representa en la iconografía con un bebé en los brazos. Afrodita también es la madre de Eros y este es quien la acompaña en sus andanzas. Es el que va mandando flechas por ahí: el famoso «flechazo» que nos hace romper con relaciones preestablecidas o nos saca de la cotidianeidad y el aburrimiento. Pareciera ser que Venus en determinados signos como Tauro, Géminis, Leo, Libra y Piscis responde a las historias de Afrodita, pero en otros signos se asocia a otras diosas, como Artemisa, Atenea, Deméter, Hera o Hestia, en cuyas vidas el romance aparece como algo secundario o accesorio. Por supuesto que también tienen su propio criterio estético y su forma de relacionarse con otros, pero su funcionamiento no está estrictamente conectado a Afrodita.

Afrodita, en el mito, es extremadamente vanidosa; le encanta ser «la más linda». Esto aparece también en la dimensión libriana de Venus.

Libra es el signo que busca constantemente la mirada del otro, porque de ese modo se reconoce y se encuentra a sí mismo. En uno de los relatos míticos de Afrodita, nos encontramos a Psique, una mortal, que es extremadamente bella y es comparada con la diosa. Afrodita, celosa, le prepara un final malicioso, aunque después de muchas idas y vueltas, termina convirtiéndose en la esposa de Eros, con quien tiene una hija, Hedoné (para los griegos) o Voluptas (para los romanos), la personificación del placer sensual y el deleite.

Los celos de Afrodita están asociados a Venus como regente de Tauro, un signo con tendencia a la posesividad. ¿Cómo desarmar los celos? No sé si hay una receta, pero es uno de los temas de Venus. Muchas veces no nos atrevemos a reconocer que estamos celosos, porque creemos que estamos en la época de las cavernas si lo asumimos. Sobre todo con tanto juicio dando vueltas acerca de cómo deberíamos sentirnos. Circula algo así como un mandato de ser emocionalmente cool. Hay muchas chances de que digas «no soy celoso» porque en el imaginario colectivo la única forma de celar es con paranoia, desconfianza y rompiendo platos. Está claro que esas son algunas formas de celar, pero hay otras más sutiles. También puede molestarnos que fulanito tenga más likes que nosotros en Instagram, se vea muy hermoso en las fotos que publica o tenga una vida de lujos. Celos no son, pero esas actitudes se parecen bastante a la envidia, una prima hermana de los celos.

Los celos pueden venir porque sentimos que la relación está en riesgo y que el otro se está alejando. Entonces funcionan como una alarma. ¿Viste las alarmas de los autos y de las casas que a veces se disparan por un ruido muy fuerte o porque se metió un gato? Algo así sucede con los celos. Estamos tan sensibles que todo es un peligro. Por otro lado, es cierto que hay personas que disfrutan o buscan que su pareja se ponga celosa, como una forma de llamar la atención o recordarle que la relación no está garantizada. Y en este punto no importa lo que nuestra pareja haga objetivamente, lo que importa es por qué nos afecta tanto o por qué nos hace sufrir de ese modo. De fondo hay un narcisismo: que tu pareja encuentre a otra persona atractiva o magnética no te hace a vos menos interesante. Y en todo caso, si tu autoestima depende solo de que tu pareja te esté mirando a vos, tu valor propio tiene raíces muy frágiles: no es la responsabilidad de tu pareja darte ese valor. Es tu tarea darte placer, amor y ser tu prioridad, o sea, desarrollar tu Venus.

Además de todo esto, los celos reciben el repudio social porque a esta altura sabemos que funcionan como el huevo de la serpiente en relaciones de pareja violentas, aunque no siempre que haya celos se llegue a esos extremos. La persona que los tiene también tiene la certeza de que el otro se va a fastidiar y se va a ir de la relación. Entonces el sufrimiento no solo aparece porque sentimos que la relación está en riesgo, sino también porque efectivamente empujamos la relación hacia el final de manera inconsciente. Muchas veces funcionamos como la película El origen: le implantamos el deseo por x persona a nuestra pareja y tal vez antes no tenía ese interés. Por otro lado, es interesante observar qué tiene esa persona de la que estamos celosos. ¿Cuáles son esos atributos que tiene? Porque tal vez podamos pasar de la competencia a sentir cierta admiración o incluso a darnos cuenta de que son nuestro espejo.

Venus tiene esta dimensión celosa, pero también es la que ve los atributos de los demás que están en potencia en nosotros y que necesitan ser desarrollados. Es muy probable que esas personas que nos generan celos tengan algo de nosotros y nos lo estén mostrando. A esto lo llamamos proyección.

Es cierto que tras los celos se esconde la noción de que el otro nos pertenece, de esto también habla Venus como regente de Tauro. Parece que, además de ser creaciones culturales, los seres humanos tenemos una naturaleza animal. Entonces se suma el costado mamífero y apegado a la noción capitalista de propiedad privada. Nos toca lidiar con eso y ver cómo lo gestionamos y procesamos. Tal vez te sorprenda saber que los celos no son patrimonio exclusivo de las relaciones monogámicas, sino que también están presentes en otros formatos vinculares como el poliamor. En cualquier caso, los celos pasan por necesitar que el otro comparta qué es lo que está viviendo o experimentando en vez de que sea un secreto.

Creo que para los celos, lo mejor es conectar y desarrollar la Venus de nuestra Carta Natal. Mimarse y convertirse en prioridad. Y también decirse mentalmente que «es natural querer agradar», un mantra que me sopló el astrólogo catalán Aleix Mercadé. O sea, comprender la dimensión venusina que busca gustar a otros desde la naturaleza de los seres humanos, o sea, Libra y Tauro, los dos signos regidos por Venus. Dicho de otra manera, implica aceptar que a todos nos gusta agradar y gustar.

VENUS RETRÓGRADA

El planeta Venus retrograda al igual que el resto de los planetas, con excepción del Sol y la Luna. La retrogradación no sucede físicamente en el espacio, sino que es una ilusión óptica que ocurre cuando observamos el movimiento de los planetas en el espacio desde la Tierra. Esta aclaración no es menor, porque la astrología no estudia los planetas en abstracto, entendiéndolos como parte de fenómenos astrofísicos o como entidades separadas de los seres humanos, sino que le importa lo que percibe del cielo. Entonces, este movimiento de retrogradación, aparente pero no real, tiene un correlato en las experiencias que vivimos aquí. La imagen que se usa habitualmente para explicar la retrogradación de un planeta es la siguiente: vamos por la ruta en un auto y nos encontramos con otro vehículo que va a menor velocidad; los dos vehículos están paralelos, pero cuando el primero avance y el otro quede atrás, nos va a parecer que este último está retrocediendo. Esto es lo que llamamos retrogradación planetaria, un efecto visual, no un fenómeno físico aunque, de todas maneras, tiene impacto a nivel concreto. En el caso de Venus, cuando está retrogradando vamos a estar revisando los asuntos de Venus, es decir, lo estético, nuestros valores, la relación con el dinero, el vínculo de pareja tanto si está como si no; pueden reaparecer relaciones del pasado (mentalmente, en sueños o en la vida real). El periodo de retrogradación normalmente dura cuarenta días y esto sucede cada dieciocho meses. Los periodos en que un planeta retrograda son etapas del año donde las cosas no se mueven hacia adelante, no avanzan; entonces, son momentos para revisar una y otra vez los temas asociados al planeta en cuestión, en este caso Venus. Creo que son periodos muy interesantes para llevar a la conciencia dinámicas que de otro modo hubiese sido imposible registrar debido al acelere con el que vivimos. Al final de este apartado, hay unas preguntas que pueden servir como disparadores para transitar las retrogradaciones de Venus.

Si naciste con Venus retro en tu Carta Natal, o con cualquier otro planeta retrógrado, significa que la energía de ese planeta se vuelve hacia adentro, es decir que no se exterioriza, no se manifiesta hacia afuera. Dado que es el planeta que habla de la apertura a los otros y nos muestra lo seductores que podemos ser, Venus retro puede volverse un tanto torpe en este ámbito. Como Venus es el planeta que habla de nuestro valor personal y nuestra autoestima, cuando alguien lo tiene retrógrado puede ser que le resulte más difícil que al resto llevar a cabo las actividades o tareas que lo hacen sentir bien. Por otro lado, como la energía del planeta va hacia adentro, la imaginación se hace más potente. Entonces, esta persona puede ser muy fantasiosa respecto de quien le atrae porque está conectada con su imagen interna del otro más que con lo que el otro es en realidad. Para esta persona puede ser muy útil encontrar formas de expresar y exteriorizar lo que percibe a través de la danza, la escritura, la poesía, la pintura o lo que le dé ganas de hacer. Pero tiene que saber que al principio no será sencillo que eso que imagina quede plasmado en el lienzo o en un soneto, tal y como lo pensó. De todas maneras, el proceso puede ser muy rico.

Para los momentos en que Venus retrograda, dejo algunas preguntas que pueden servir de guía para transitar esos cuarenta días y el período posterior, cuando estamos decantando las experiencias de la retrogradación.

  1. ¿Cuál es la conexión que tenés con tu propio placer? ¿Esperás que los demás sean la fuente de goce? ¿Qué es lo bello para vos?
  2. ¿Hay alguien del pasado que todavía te da vueltas por la cabeza? ¿Volviste a verlo? ¿Qué pasó? ¿Confirmaste que no hay chances de reencuentro? ¿O ahora sí puede suceder?
  3. ¿Qué tal están tus relaciones actuales? ¿Te cayó la ficha de que están en sintonías muy diferentes? ¿Se hizo evidente que hay que revisar las condiciones de la relación? ¿O ya fue y no hay nada que hacer? ¿Volviste a conectar con tu pareja de un modo renovado? ¿Estás viendo a alguien que conocés hace tiempo con ojos libidinosos?
  4. ¿Eso que les criticás a los demás, pudiste verlo en vos, aunque sea en menor medida?
  5. ¿De dónde vienen tus reparos a abrirte? ¿Se deben a que estás bien así o a que aún estás herida por alguna historia del pasado?
  6. ¿Solo te atrae la idea de una relación pero no las implicancias reales?
  7. ¿Solo te importa el vínculo de pareja o el romance, pero menospreciás otros como la amistad o la camaradería?
  8. ¿Descubriste una parte tuya más celosa y narcisista de lo que creías? ¿O tal vez te cayó el fichón interno, profundo y sentido de que nadie es de nadie? ¿Y si lo único que buscás es gustar, que te miren y adulen porque si no sentís que no valés nada? ¿Usás la seducción o el sexo para conseguir cosas? ¿Tu propio valor depende de la mirada de los otros?

INSTRUCCIONES PARA LEER ESTE LIBRO

  1. Necesitás saber en qué signo tenés a Venus. Fijate en el gráfico de tu Carta Natal. Normalmente hay una tabla que dice en qué signo está. Podés obtener tu Carta Natal de manera gratuita en el sitio web astro.com.
  2. Cuando leas el capítulo sobre tu Venus, puede ser bueno que lo complementes con otros. Fijate en qué casa y con aspecto a qué planeta tenés tu Venus porque eso va a dar información adicional. Por ejemplo: si tenés Venus en Escorpio en cuadratura a Neptuno en la Casa 3, leé Venus en Escorpio, en Piscis y en Géminis. Entre los tres relatos, vas a tener tu Venus «customizada». Al principio de cada capítulo hay un listado de analogías de las distintas Venus para que te guíes. Una analogía no es una equivalencia, solo una sensación de que hay temáticas que se repiten.
  3. Si lo que dije en el punto 2 es muy complejo, podés preguntarle a alguien que sepa un poco más de astrología o pasar al punto 4.
  4. ¿De qué signo sos? Supongamos que sos de Sagitario, o sea que tenés el Sol en Sagitario; leé el capítulo que habla de Venus en Sagitario. Puede ser que tenga sentido para vos, aunque no tanto como si tuvieras el resto de la data de tu carta, pero para arrancar está bien.
  5. En astrología nos manejamos con el principio «como es adentro, es afuera», entonces, aquello que no vivimos de manera consciente, lo proyectamos y lo experimentamos a través de otras personas o situaciones. Es importante que leas la información teniendo este principio en cuenta. Si vos no vivís tu Venus, ¿quién lo está haciendo por vos? ¿Tu pareja? ¿Esa persona que te gusta? ¿Una persona a la que envidiás? ¿Quién es?
  6. Finalmente, es importante que este libro te brinde la posibilidad de hacerte preguntas, que no te lo tomes como una ley sobre cómo tenés que comportarte o una receta que tenés que seguir, sino como una oportunidad de búsqueda. Cada capítulo tiene como disparador una historia de vida, porque de ese modo la información deja de ser tan teórica y abstracta. Cada relato muestra una forma de encarnar a Venus, pero no es la única, vos tendrás tu propia forma. Y recordá también que la astrología reúne un conjunto de saberes que se remontan a los orígenes de la humanidad y que cada astrólogo o astróloga tiene su manera personal de vivir la astrología.

¿Qué es lo que trae Venus entonces?

El signo de Venus es un indicador de las cualidades que valoramos, lo que nos parece atractivo o lo que amamos en general, ya sea una persona o un bien, una teoría, un cuadro, una película o una canción. Si le dedicamos tiempo a lo que nuestra Venus nos muestra, vamos a ganar en bienestar y placer. Venus también habla de una tarea con la que podemos ganar dinero fácilmente. El signo donde está Venus también habla del tipo de personas que nos gustan y cómo nos vestimos y nos presentamos ante los demás para resultar atractivos. También es el indicador de cómo nos abrimos a los otros. Estar en contacto con nuestra Venus nos hace sentir atractivos y valiosos. Según la casa donde esté Venus, vamos a buscar sentirnos realizados en esa área. También es una esfera de la vida que vamos a valorar y un espacio donde podemos llegar a tener grandes talentos. Por otro lado, según el signo y la casa donde esté Venus, podemos sentir envidia o celos de otros que expresen esas cualidades. Venus también señala de dónde podemos llegar a obtener dinero con un talento o un don natural que además sea placentero para nosotros. Los aspectos de Venus con otros planetas suman y complejizan la información.

1 Garriga, Joan, El buen amor en la pareja, Barcelona, Booket, 2014.

2 Greene, Liz y Sasportas, Howard, Los planetas interiores, Barcelona, Urano, 1996.

3 De una charla con mi querido maestro (aunque él no se va a sentir cómodo con este término), Alejandro Lodi.

4 Greene, Liz y Sasportas, Howard, Los planetas interiores, Barcelona, Urano, 1996, pág. 118.

5 Bolen, Jean Shinoda, Las diosas de cada mujer, Kairós, 2008, pág. 306.