INTRODUCCIÓN GENERAL

Este volumen se concibió en un principio como traducción del Apologético . Más tarde, se vio la conveniencia de acompañar la de los dos libros A los gentiles , íntimamente ligados a él en su contenido de carácter apologético, aunque no en su estructura, hasta el punto de que pueden ser considerados como un esbozo aún no maduro de lo que luego constituyó una obra maestra.

Hemos dado preminencia en la presentación a la obra principal, aunque cronológicamente sea posterior.

1. El autor y su obra

Muy pocos, y además discutidos 1 , son los datos biográficos que conocemos de Tertuliano: hijo de un centurión, recibió evidentemente una sólida formación retórica; tenía un amplio conocimiento de la cultura greco-romana, manejaba con soltura el vocabulario jurídico y tenía mentalidad jurídica, aunque no parece que se le deba identificar con el jurisconsulto homónimo que aparece mencionado en el Digesto ; nuestro autor no era un jurista profesional 2 .

Como es sabido, Tertuliano no fue ajeno al riesgo de desviarse de la doctrina, peligro que acechaba en unos tiempos en los que los modos de vida cristiana comenzaban a perfilarse y a abrirse camino. Su temperamento apasionado se fue inclinando hacia una postura rigorista que le acercó progresivamente a la herejía montanista, un error que había surgido en Oriente en torno al año 170, y que se había propagado por la Galia, Roma y norte de África. Al parecer, Tertuliano se adscribió a una de estas comunidades en el año 207; en el 213 se había consumado su ruptura con la Iglesia; en torno a él se creó un grupo de «tertulianistas», cuyos últimos representantes volvieron al catolicismo siendo San Agustín obispo de Cartago 3 .

Tertuliano inicia su tarea literaria en el año 197; las treinta y una obras que se nos han conservado están escritas en el arco que va de esta fecha al año 220; la crítica actual ha renunciado al ideal de fijar el año exacto que corresponde a cada una de ellas, limitándose a fechar las cinco que contienen alusiones históricas, que permiten una datación relativamente segura: A los gentiles, Apologético y A los mártires en el año 197 4 ; Contra Marción I, entre 207 y 208; Sobre la corona , tras la muerte de Septimio Severo, ocurrida en febrero de 211; A Escápula a fines del año 212 o comienzos del siguiente, por la alusión al eclipse de sol del catorce de agosto de 212. Los intentos de establecer una cronología relativa manejan diversos criterios: las referencias del propio Tertuliano, la progresiva adhesión al montanismo, la evolución estilística; esa diversidad hace que hayan desembocado en resultados muy dispares 5 .

De interés capital para la comprensión de la personalidad y el pensamiento de Tertuliano es captar su relación con la cultura profana: frente a la imagen del hombre enfrentado con el orden romano y adversario de la filosofía, el estudio de la lengua, de la composición y de las estructuras del pen samiento ha abierto paso a la percepción de un Tertuliano que acepta y utiliza la cultura pagana, a pesar de sus críticas a veces exageradas por la vivacidad de la polémica. La apreciación positiva de la actitud de Tertuliano frente a la cultura del paganismo parte de las aportaciones de Frédouille, que han tenido amplia resonancia 6 : la cultura es base necesaria para profundizar en la Fe; el estoicismo proporciona a Tertuliano un marco de pensamiento en el que se pueden insertar las reflexiones teológicas 7 ; en este orden de cosas, se han destacado los puntos de contacto con Séneca y Cicerón en torno al concepto de la naturaleza humana: el bonum naturae es un primer paso hacia un conocimiento superior, revelado 8 . Por otra parte, el rigorismo no parece afectar a los aspectos políticos: no se percibe en la obra tertulianea una hostilidad creciente hacia el Imperio 9 .

2. El entorno socio-cultural y político

Los años finales del s. II y los comienzos del III corresponden a un momento brillante en la vida del África Romana: el acceso al trono de Septimio Severo, el primer emperador africano, lleva consigo una promoción social de individuos y familias que alcanzan un puesto en los órdenes senatorial y ecuestre; por otro lado, son muchas las ciudades que adquieren en este momento un estatuto privilegiado de municipio o colonia. El nuevo status de personas y ciudades trae consigo una floreciente actividad edilicia; este surgir de nuevas construcciones se une a amplias obras de reconstrucción en ciudades privilegiadas con anterioridad. A este momento corresponde la edificación de los templos de Sabratha , el faro severiano y las vías columnadas de Leptis , las grandes termas de Mactar , numerosos arcos y puentes monumentales… Las nuevas construcciones deben ser puestas en relación con el enriquecimiento procedente del comercio de productos agrícolas, principalmente el aceite, cuya exportación alcanza incluso a regiones orientales 10 .

No debe de ser ajena a estos intercambios la introducción en África de gustos orientalizantes que cristalizaron en las formas de expresión que han recibido el nombre de «barroco severiano» y que se manifiestan especialmente en la escultura monumental. La cultura y el arte alcanzan gran vitalidad especialmente en la capital de la Proconsular: puede hablarse de una vida cultural floreciente en Cartago, donde hay escuelas de retórica con maestros competentes; a una de ellas asistió el númida Apuleyo, que representa en la literatura ese mismo gusto «barroco» que se hace presente en las artes plásticas. En este ambiente se educó Tertuliano.

Pero su vocación a la literatura nace como una consecuencia de su conversión al cristianismo. La nueva religión conoce en este momento una gran expansión en el África Proconsular. El mismo Tertuliano dirá con una seguridad no exenta de asombro: «Somos de ayer y hemos llenado ya el orbe y todo lo vuestro: ciudades, barriadas, aldeas, municipios; hasta el campamento, las tribus y las decurias, el palacio, el senado, el foro» (Apol . 37, 4-5). El cuadro de la sociedad en la que vivió Tertuliano trazado recientemente por Schöllgen 11 presenta la imagen de una comunidad cristiana numerosa, en la que no faltaban algunos miembros de familias con rango senatorial o ecuestre; otros pertenecían a las élites municipales, y había también un escaso número de viudas ricas. En su conjunto, un grupo de gentes cultivadas, que conocían la lengua griega y que gozaban de un buen nivel económico.

La mayor o menor tolerancia con la nueva doctrina dependía fundamentalmente de los gobernadores 12 . Las persecuciones comenzaron en África al inicio del reinado de Cómodo, en el año 180, bajo el procónsul Saturninus , cuyo nombre completo era: P. Vigellius Raius Plarianus Saturninus Atilius Braduanus Caucidius Tertullus , onomástico que revela una relación de parentesco con la familia de Herodes Ático y quizá también con los Valerii Vegeti , consulares de la Bética en cuya nomenclatura figuraba igualmente el item Caucidius Tertullus 13 . Tertuliano dice: «Este fue el primero que desenvainó la espada contra nosotros» (A Escap . 3, 4). Saturnino condenó a muerte a un grupo de cristianos —siete hombres y cinco mujeres— de la pequeña ciudad de Scilli , cercana a Cartago 14 . En el año 202 Septimio Severo prohibió hacerse cristiano bajo pena grave 15 ; en este año se data el martirio de una joven de veintidós años —Perpetua — y de su esclava Felicitas , hecho del que quedará memoria literaria: la Passio redactada por un autor desconocido, de cultura no muy amplia; el contraste de cultura aleja este escrito de los contemporáneos de Tertuliano más de lo que haría esperar su proximidad en el tiempo.

La realidad de las persecuciones representa el punto máximo de ruptura entre la antigüedad pagana y el cristianismo; dos formas de entender la vida que coexisten en el momento que estudiamos, dando lugar, cuando la tensión no llega a estos extremos, a un fenómeno de ósmosis y a un diálogo que la escuela de Bonn ha plasmado con el elocuente término de Auseinandersetzung .

3. Valor literario, estilo y lengua

El estilo de un autor cristiano, ha escrito Fontaine 16 , tiene dos componentes: a) la tradición literaria que recibe por su educación, por sus lecturas y por su participación en el mundo contemporáneo; b) su propio ingenium . La valoración literaria de Tertuliano deberá tener por tanto en cuenta estos dos factores.

El enjuiciamiento que hoy se hace de nuestro autor se aparta completamente de aquellos denuestos que sufrió en épocas pasadas. La nueva óptica parte de la aún hoy utilísima obra de Hoppe sobre la sintaxis y el estilo de Tertuliano 17 . Las líneas marcadas por Hoppe han sido continuadas por las escuelas holandesa y sueca.

El juicio global de Hoppe puede resumirse así: Tertuliano merece un puesto de honor en la literatura cristiana y en la literatura latina; es un autor de gran importancia para la historia de la Iglesia y de los dogmas; en la historia de la lengua latina tiene un papel comparable a Cicerón; ambos la hicieron capaz de expresar el pensamiento: aquél, el de la filosofía griega; éste, el de la doctrina cristiana.

Destaca en los estudios más recientes el interés por descubrir la relación entre estilo y fe; es decir, el influjo de la cultura cristiana sobre el arte de escribir, lo que Braun ha llamado «la cristianización de la estética literaria» 18 . Braun reconoce el mejor ejemplo de esta corriente, que saca a la luz la existencia de una nueva estética literaria vitalizada por la fe, en la obra de Fontaine sobre la prosa latina del s. III 19 .

Respecto a su conocimiento de la cultura antigua, la erudición de Tertuliano despertó la admiración de S. Jerónimo 20 ; es innumerable la cantidad de citas de autores, las menciones de escuelas filosóficas y personajes de la Antigüedad que saltan a sus páginas, lo que supone unas amplísimas lecturas, aunque parece evidente que no todo lo conoce de primera mano. Generalmente citaba de memoria, a pesar de que se reconoce modicae memoriae homo (Sobre la idolatría 4, 5). Por otra parte, estaba familiarizado con la Biblia, cuyo lenguaje supo asimilar. Braun señala que lejos de contraponerse en la prosa de Tertuliano los paralelismos de origen bíblico (binarios y basados en el significado; sinonímico o antitético) y los que se originan por el gusto asiánico (de varios miembros y estructura más compleja), las dos tendencias convergen en el estilo de nuestro autor, influenciado por el de San Pablo que ya había asumido la tendencia asiánica propia de la literatura helenística 21 . La promiscuidad entre cultura bíblica y fuentes paganas aparece también en la creación de imágenes, un terreno en el que queda aún mucho por descubrir.

En lo que hace a su inserción en la cultura contemporánea, el estilo de Tertuliano está emparentado con el de Apuleyo, y alcanza en el tratado Sobre el manto un barroquismo literario que encuentra su correlato en las artes plásticas monumentales, en lo que se ha llamado «barroco severiano». Rasgos característicos de esta prosa artística son: la presencia de grecismos y de neologismos; el empleo de términos ya en desuso; las frecuentes elipsis que a veces oscurecen el sentido; la interrupción del discurso lógico con bruscos saltos de pensamiento; las descripciones llenas de vigor; las imágenes hiperbólicas… 22 ; su proximidad a Apuleyo se manifiesta también en las insistencias; abundan en ambos, quizá por encima de los demás autores de la literatura latina, los recursos a las reiteraciones en todos los niveles del lenguaje: fónico, morfológico, sintáctico y también léxico. Los estudios sobre la parisosis (paralelismo de los cola ) a los que acabamos de aludir han puesto también de relieve la continuidad entre la técnica de Tertuliano y la de Apuleyo, al que Tertuliano se asemeja igualmente en el gusto por el uso frecuente de diminutivos.

Pero sobre todo, destaca en Tertuliano su fuerte personalidad, que marca su estilo con un sello inconfundible: a pesar de la variedad exigida por la materia y el género de sus diferentes obras, «si se encontrara un nuevo fragmento de Tertuliano, la atribución no encontraría dificultades» 23 .

«Personalidad prestigiosa, pero desconcertante», «temperamento exaltado», «imaginación extraordinaria» son expresiones que se encuentran, entre otras, en quienes pretenden describir su talante; quizá todas ellas pueden reducirse al juicio de San Jerónimo: acris et vehementis ingenii 24 ; un talento natural que desborda los límites normales; su riqueza de ideas y de imágenes; su ironía punzante que deriva a veces en áspero sarcasmo; su natural seguridad que —unida a su formación jurídica— se manifiesta en una magistral habilidad didáctica: todos ellos son rasgos que caracterizan su modo de hacer. Por su capacidad de captar el núcleo del pensamiento y expresarlo con pocas palabras en forma de sentencia, a veces paradójica, Hoppe lo ha comparado a Tácito 25 . Una muestra del impacto producido por esas sentencias es el influjo de una de sus más famosas: semen est sanguis christianorum (Apol . 50, 13): la idea aparece, bajo formas variadas, en un corpus de noventa y cuatro textos patrísticos 26 . Desde otro ángulo, me atrevería a decir que su lenguaje vivaz, descarado y novedoso produce en ciertos pasajes un efecto similar al que produciría Plauto en su tiempo y para su público; hay de hecho efectos que se aproximan a los de la comedia: largas enumeraciones que acaban con palabras imposibles o inventadas, réplicas contundentes y juegos de dos términos en los que el segundo es un neologismo que calca la forma del primero 27 .

Es cosa sabida que la mayor originalidad de Tertuliano está en la aportación de vocablos y significados nuevos. La ya famosa obra de Braun, Deus Christianorum 28 , es exponente del papel capital que corresponde a Tertuliano en la elaboración de un vocabulario de la doctrina cristiana en lengua latina. Esta línea de trabajo, orientada hacia lo que el propio Braun llama «conjuntos terminológicos» se revela fecunda; y el camino abierto se facilita con el Index Tertullianeus , valioso instrumento de trabajo puesto a nuestra disposición por Claesson 29 .

Una observación hecha por Uglione 30 viene a subrayar la inevitable conexión lengua-estilo; del total de 352 hápax reseñados por Hoppe, 159 se deben a una motivación fónica: destaca como factor determinante la búsqueda de homoioteleuta , combinados o no con aliteraciones, y en menor medida los juegos etimológicos y la paronomasia 31 .

Como conclusión de estas breves reflexiones sobre el estilo de Tertuliano, me permito reproducir las palabras de Braun al respecto: «… desde el momento en que el estudio de su estilo se realiza a un cierto nivel de profundidad… se hace más difícil reducir el arte literario de Tertuliano… a una técnica de escuela, que —mediante la aportación de su fe y de su cultura cristiana, y mediante un juego de influencias complejas— ha sobrepasado y renovado ampliamente» 32 .

4. El género apologético: los escritos «A los gentiles» y el «Apologético »

El género apologético surge como defensa ante las persecuciones. Los más antiguos escritos de este carácter están redactados en lengua griega y corresponden a la época de Adriano. Son el llamado Discurso a Diogneto y la Apología de Aristides ; ambos tienen en común el presentar, fundamentalmente, una exposición de la doctrina cristiana y sólo secundariamente la refutación de las creencias paganas. Pero el mayor apologista griego del siglo II fue San Justino: un filósofo converso, que murió martirizado en torno al a. 163.

Escribió Justino dos apologías de desigual extensión. En ellas quedan ya claramente definidos los objetivos del género: reivindicar la integración de los cristianos en la sociedad en la que viven, poner de manifiesto la injusticia de las persecuciones, y exponer la realidad de la doctrina y también de la vida cristiana. Aparecen ya en Justino, principalmente en la primera parte de la Apología Primera , bastantes tópicos que serán tratados después por Tertuliano. El apologista defiende los derechos de la verdad y ello exige ante todo que no se condene simplemente un nombre (ésta será la cuestión previa en el Apologético de Tertuliano). Aparte de una serie de cuestiones de detalle, que hemos procurado señalar en las notas al texto, hay muchos puntos de coincidencia tanto en la manifestación de las acusaciones hechas a los cristianos –no ofrecen a los dioses víctimas ni coronas– como en la presentación de los cristianos como buenos súbditos que pagan los impuestos, cooperan a un ambiente pacífico, etc. También aparecen en Justino, aunque aisladamente, contra-acusaciones, un procedimiento que Tertuliano empleará en el Apologético de manera sistemática.

Tertuliano transforma lo que podría haber sido sólo una defensa en vigoroso ataque, «un hombre de combate» lo ha llamado el gran especialista Richard Braun 33 . La secuencia de los ataques a los perseguidores no se limita al A los gentiles y al Apologético ; prosigue y culmina con la «carta» dirigida al procónsul Escápula que había reabierto la persecución en el a. 212, un año famoso por la extensión de la ciudadanía decretada por Caracala; actitud abierta que contrasta con la acritud de la persecución a los cristianos en África, reiniciada en este año por el citado gobernador de la Proconsular.

Se ha planteado en alguna ocasión el interrogante de si Tertuliano quiso escribir una o dos obras de apologética: está claro que quiso escribir dos, puesto que las escribió. Pero éste no sería el plan inicial. A mi modo de ver, la pregunta podría formularse de otro modo: ¿qué nexo existe entre el A los gentiles y el Apologético? Da la impresión de que después de escribir el primero vio que había otro enfoque preferible: redacta entonces el Apologético , aprovechando material, pero con un plan mejor previsto y con una concepción de la obra estructurada como discurso judicial (vid . más adelante, «Estructura del Apologético »). En un principio hay prácticamente dos versiones de las mismas ideas, pero poco a poco Tertuliano va apartándose de la primera redacción, mejorándola, y abandona por completo el plan del libro II A los gentiles , compuesto sobre el esquema de la «teología tripartita» de origen varroniano. Las coincidencias, más o menos exactas, entre ambas obras quedan reflejadas en el siguiente cuadro comparativo de pasajes paralelos:

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Como se ve, son mucho más numerosas las coincidencias temáticas del Apologético con el libro I A los gentiles que con el II. Tertuliano reelabora unas veces, otras condensa, o amplía; los pasajes del libro II , más escasos, están sin embargo más literalmente conservados en su mayoría.

El primer capítulo del Apologético coincide a partir del párrafo 6 con el inicio del A los gentiles , lo que parece indicar que tienen razón quienes piensan que en el texto conservado del A los gentiles , con comienzo ex abrupto , falta el principio. En definitiva, el examen de estas coincidencias y discordancias hace pensar que la redacción del Apologético fue en los primeros capítulos una reelaboración y luego ya una obra con estructura nueva. En la nueva redacción Tertuliano ha introducido golpes de efecto como el famoso Christianos ad leonem. Tantos ad unum? (Apol . 40, 2) frente al desvaído «culpa de los cristianos» o bien «cristianos a la muerte» (G I 9, 3). En cuanto al orden de las ideas, se conserva el del libro I , con algunas excepciones; en cambio, los pasajes tomados del libro II están esparcidos en el Apologético aquí y allá. La redacción del Apologético es en líneas generales nueva a partir del capítulo 17, aunque con algunas excepciones que afectan a pocos capítulos. El hecho de que un mismo pasaje se repita tres veces, y uno de ellos sea el llamado fragmento fuldense del Apologético , permite suponer que esta versión es anterior a la Vulgata y fue posteriormente desechada.

5. Los libros «A los gentiles»: título y composición

El manuscrito único —el Agobardinus , del s. IX — que nos ha conservado el texto de los libros denominados Ad Nationes no contiene título alguno. San Jerónimo (Ep . 70, 5) habla de los libros Contra gentes . Es cosa admitida que Gens y natio son términos que pueden considerarse equivalentes en la lengua hablada por los cristianos; ambos sirven para designar a los paganos. El index de Claesson permite ahora analizar los usos de estos dos vocablos en Tertuliano: en el conjunto de sus escritos, uno y otro término tienen una frecuencia similar. Pero si atendemos exclusivamente a los libros que aquí nos ocupan, nos encontramos con que en el Apologético se evita el empleo del natio , que aparece una sola vez (9, 9) y con el sentido de ‘pueblo’ en general. Gens/gentes se utiliza ampliamente, pero siempre con el significado de ‘linaje’ o bien de ‘pueblo’. En cambio, en A los gentiles hay paridad de ocurrencias, y son tres los pasajes en los que claramente Tertuliano se está refiriendo a los gentiles (I 7, 29; 20, 1; II 1, 1); son apelaciones, en tono de invectiva: iniquissimae nationes (I 20, 1); miserae atque miserandae nationes (I 7, 29), miserandae nationes (II 1, 1). El título Ad nationes para estos libros es el que figura en la edición princeps de Godofredo (a. 1625) y está generalmente admitido. La traducción oportuna parece ser A los gentiles .

La falta del título y del incipit en el Agobardinus , unida a la evidencia que se desprende de la comparación con el comienzo del Apologético y a la brusquedad del arranque, son argumentos que apoyan la opinión, ya manifestada por Heinze y defendida por Schneider: existe una laguna al comienzo de la obra 34 .

Según la hipótesis emitida por Braun, que se aparta de la tradicionalmente admitida, A los gentiles sería cronológicamente la primera obra de Tertuliano: la redacción de A los mártires habría que situarla entre ésta y el Apologético 35 . Esta condición de obra primeriza podría explicar la inconsistencia de la arquitectura del primer libro, que ha suscitado severas críticas. En I 7, 30 se anuncia: «Veremos lo tocante a la fe», refiriéndose a la resurrección de los muertos, la vida eterna y el castigo eterno, pero ya no vuelve a tratar el tema; parece lo más probable que interrumpiera la redacción del A los gentiles antes de lo que tenía previsto, para iniciar el Apologético , en cuyo texto incluye ya la exposición de la doctrina.

Siguiendo la línea trazada por Schneider 36 , pueden distinguirse en él dos bloques: el primero abarca los nueve primeros capítulos; la segunda parte del libro está marcada por el procedimiento de la retorsio , anunciada en 10, 1 y comprende del capítulo 10 al 19; el capítulo 20 contiene en los párrafos 1-5 una recapitulatio (que sirve de guía para detectar el «plan» del libro) y los párrafos finales están destinados a contrastar la inocencia de los cristianos con la culpabilidad de los paganos; estos últimos párrafos aluden a la ignorancia de los jueces, cuestión que enlaza —cerrando el anillo— con los párrafos 4 y 5 del primer capítulo. La inclusión de varios excursus (entre ellos el de la fama, capítulo 7) resta claridad al esquema expositivo; desde el ángulo de la lógica, se presta a crítica la contradicción de razonamientos entre el capítulo 7, donde se dice que nadie es capaz de los crímenes de los que se acusa a los cristianos y el capítulo 15, donde se acusa a los paganos de infanticidio e incesto.

En el libro II se distinguen también dos partes: la primera, que contiene los capítulos 1 al 11, está trazada siguiendo el esquema de la llamada «teología tripartita», procedente de Varrón 37 ; los capítulos 12 al 17 tratan del origen de los dioses para concluir que son hombres y descendientes de hombres y por tanto no pueden ser inmortales. Son dos exposiciones que se refuerzan mutuamente, aunque la segunda de ellas se reconoce como más propia del estilo de Tertuliano.

El abandono de la apelación a los praesides (G . I 2,2) para pasarla a las nationes (I 20, 1 y II 1, 1) es un claro indicador de un cambio de plan en la composición, y del apresuramiento con que se redactó la obra.

6. Contenido y fuentes de los libros «A los gentiles »

Como hemos señalado ya, la temática del libro I abarca las diferentes acusaciones de las que se hace objeto a los cristianos. Merece la pena destacar que, ya en esta primera obra, se abre camino la dicotomía perversi/vani que aparecerá luego con toda claridad en el Apologético (vid. infra ): los siete primeros capítulos están destinados a la refutación de los crímenes, mientras que el 8 y el 9 muestran la stultitia de los paganos; por otro lado, en la parte concebida como retorsio , los capítulos 15 al 18 presentan a los paganos como criminales (cruenti, incesti, coniurati …), mientras que el 19 los acusa de vani .

Este primer libro tiene bastantes elementos procedentes de Justino, el apologeta griego en el que se habían apoyado ya Atenágoras y Taciano. Es posible que la fuente directa de Tertuliano sea alguno de ellos, pero más probable es que beba del propio Justino cuyo influjo se ve en los cinco primeros capítulos, en el 12 (la cruz) y en el 13 (el sol). Del capítulo 2 de la Súplica de Atenágoras procede la ya mencionada digresión sobre la fama que se encuentra en el capítulo 7. La conclusión del libro vuelve a estar muy próxima a Justino: se asemeja al final de la segunda Apología. Para los exempla recurre sin duda a alguna recopilación de Memorabilia al estilo de Valerio Máximo. Toma Tertuliano de sus fuentes más el contenido que la forma: su personal estilo imprime a los argumentos un sello peculiar y una mayor eficacia 38 .

El libro II es un panfleto contra los dioses paganos, en el que Varrón —Antiquitates rerum divinarum — proporciona el esquema de la primera parte; es muy probable que Tertuliano conociera directamente esta y otras obras varronianas que se conservaron por lo menos hasta finales del siglo v 39 . Los tria genera theologiae de Varrón —mythicon, physicon, civile — están enumerados en el De Civitate Dei de San Agustín 40 . Tertuliano exagera la importancia concedida al genus civile , haciendo un desarrollo extenso sobre los dioses romanos; entre ellos concede un lugar privilegiado a Saturno, hecho que Vermander explica como reflejo de la mentalidad propia de un cartaginés de su tiempo; la piedad de las masas paganas en África ha sustituido, tras el dominio romano, el culto a Baal-Hammón por el de Saturno, como ya había visto Le Glay 41 . El interesante estudio de Vermander, que acabamos de mencionar, ha puesto en claro que la crítica de las religiones paganas que hacen los apologetas corresponde al cuadro trazado por Filón de Alejandría, en los años próximos al cambio de era, que tiene las siguientes líneas: a) crítica de la divinización de los elementa ; b) crítica del culto a los astros; c) crítica de los dioses de la mitología; d) crítica de la idolatría; e) crítica de la zoología. A su vez, el punto c (mitología) se subdivide en los apartados que siguen: «Sobre los adulterios de los dioses»; «Sobre los incestos de los dioses»; «Sobre los dioses profetas»; «Sobre la indignidad de los dioses»; «Sobre los padecimientos de los dioses»; «Sobre la servidumbre asalariada de los dioses».

La conclusión del trabajo de Vermander puede servir también de cierre a este apartado: «… dos puntos parecen claros. El primero es que nuestro autor la emprende así contra los dioses porque está indignado de ver que sus correligionarios son perseguidos por no querer rendir culto a seres que él tiene por viles e indignos. El segundo punto es que Tertuliano converso ha percibido desde dentro el abismo existente entre el Dios de la tradición judeo-cristiana y las múltiples divinidades del panteón… el sentido último de todas las críticas que aquí hemos consignado es, sin duda, que Dios es Dios» 42 .

7. La estructura del «Apologético»: su composición y la teoría retórica

El plan del Apologético abarca —según la opinión más tradicional representada por Waltzing 43 — una triple defensa: la cuestión previa en la que se prueba que el objeto de la acusación es solamente el «nombre» de cristiano, no sus actos; esta cuestión previa abarca escasamente dos capítulos. El núcleo de la defensa —refutatio — estaría dividido en dos partes muy desiguales: los actos secretos, que abarcan los capítulos 7 al 9, y los actos públicos, que alcanzarían hasta la peroratio . A su vez, esta defensa de los actos públicos se dividiría en tres partes: a) los crímenes de sacrilegio; b) los de lesa majestad; c) la exposición de las creencias cristianas.

A simple vista se puede intuir que esta división en partes tan asimétricas y la inclusión dentro de los actos públicos de una exposición de la doctrina se pueden mejorar. En 1957, Schönberger puso el acento en el concepto de simetría como principio de composición en las obras antiguas 44 . Más tarde, Réné Braun equilibró la concepción excesivamente formalista del estudioso alemán con una consideración que tenía en cuenta no sólo el «equilibrio de masas» sino la presencia de contenidos que no se ajustan estrictamente a una defensa judicial: Braun tiene el mérito de haber destacado, junto al tema de la simple defensa, la exposición de la doctrina cristiana, que se completa —siguiendo las líneas marcadas por la tradición apologética griega— con una comparación; defensa, exposición positiva y comparación constituyen pues, en el análisis de Braun, los tres puntos de vista que hábilmente combina Tertuliano en la composición de su obra 45 .

Se puede todavía penetrar en la composición del Apologético analizando su estrecha dependencia de la tradición retórica, en la que Tertuliano se había educado 46 .

Esta perspectiva permite distinguir en la obra las partes propias de un discurso judicial: tras un breve exordio en el que Tertuliano interpela al adversario, Tertuliano expone una prima causa : la injusticia del odio hacia los cristianos. Responde esta primera parte al planteamiento de la cuestión —el status 47 —, que se utilizaba en los discursos judiciales al inicio de la discusión; utiliza aquí Tertuliano el status translationis que consiste en demostrar que la acusación no tiene razón de ser; tras demostrar la iniquitas odii , está en condiciones de dirigirse a las autoridades que permiten la persecución con la réplica: ius actionis non habes (Quint., Inst. Or . III 6, 73).

Se pasa después a la argumentación propiamente dicha, que constituye el núcleo de la defensa y que está anunciada por la propositio : anticipa aquí Tertuliano la técnica que va a seguir en la argumentación, introduciendo una novedad: el procedimiento de la retorsio , que consiste en volver contra el acusador los argumentos empleados por él en su acusación; la finalidad del procedimiento es, como indica el propio Tertuliano, apoyar la refutación (cf. Apol . 4, 1 y 9 1).

En el cuerpo central del discurso, Tertuliano aplica la técnica anunciada, articulando orgánicamente a lo largo de toda la argumentación las dos técnicas tradicionales: presentación de pruebas positivas (probatio ) y ataque a las posiciones del adversario (refutatio ), con esta tercera técnica (retorsio ) que funciona como un procedimiento de seguridad.

A partir del capítulo 45 cambia el tono del discurso: de la postura defensiva se pasa a hacer una alabanza de las excelencias del cristianismo. Este recurso tiene en la teoría retórica el nombre de exornatio y su función es la de dar a la argumentación mayor riqueza y vistosidad. No tiene nada de extraño que el gusto «barroco» de Tertuliano haya recurrido a esta forma de ornamentación del discurso, que tiene aquí forma de laus , de elogio. Una alabanza que toma forma de comparación, midiendo las distancias: compara primero las leyes (cap. 45), y luego la doctrina (caps. 46-48).

El discurso acaba, como es de rigor, con una peroratio . Esta parte conclusiva responde a un doble objetivo: hacer una recapitulación de la defensa y mover el afecto de los jueces. Tertuliano, en lugar de apelar al sentido de la justicia, lanza un desafío a los jueces: «… atormentadnos, torturadnos, condenadnos, pisoteadnos: ¡Vuestra iniquidad es una prueba de nuestra inocencia!» (50, 12).

La razón es que —en definitiva— no es su decisión la que realmente importa: «Cuando somos condenados por vosotros, somos absueltos por Dios» (50, 16), dirá en la frase que cierra el discurso. Multiplica en este final Tertuliano sus recursos: exclamaciones, apóstrofes, antítesis…, dando a la conclusión un tono patético que exagera el dramatismo, como puede verse también en algunos discursos de Cicerón.

8. El contenido del «Apologético »

El objetivo del Apologético es, como queda dicho, la defensa de la verdad. Pero, ¿qué alcance tiene esta defensa?, ¿qué conceptos abarca?

Hay un punto de referencia claro para dar respuesta a esta cuestión: el planteamiento que hace el propio autor cuando anuncia los temas capitales del discurso, aludiendo a las acusaciones de las que se hace objeto a los cristianos: «Iremos respondiendo a cada uno de los hechos de los que se nos acusa… de aquellos por los que se nos considera criminales —scelesti — e insensatos —vani —, dignos de castigo —damnandi — y objeto de burla, —irridendi —» (4, 2).

A mi modo de ver, no se trata aquí de cuatro conceptos diferentes, sino de dos, presentados a través de un paralelismo; recinso muy usual en nuestro autor: scelesti, ergo damnandi; vani, ergo irridendi . La asociación «crimen-castigo» del primer término no necesita comprobarse; más discutible puede parecer la segunda. Sin embargo, la asociación de vanus con el verbo irridere en dos pasajes de Tácito (Hist . II 22 14 y 30 15) e incluso ya en Cicerón (Sobre la adiv . 5, 36) pueden mencionarse como precedentes de un uso que parece claro en Tertuliano.

Podemos por tanto afirmar que la defensa que Tertuliano hace de la verdad se desarrolla en dos planos: el plano del derecho (ius ), señalado por la asociación scelesti-damnandi , y el plano de la conformidad con el sentido común y la moral natural (aequitas ), señalado por la asociación vaniirridendi .

Los dos planos se interfieren a lo largo de la argumentación; la doble consideración aparece entrelazada a través de todo el discurso, en el que unas veces dominan los argumentos que tienden a convencer de inocencia, y otras se exponen razones que llevan a concluir que los cristianos son prudentes .

Debemos concluir, por tanto, que una interpretación del Apologético sólo como defensa ante una acusación de delito es insuficiente. La ventas que defiende el orador formado en Cartago es por una parte, sí, el bonum : el bien moral que no debe ser objeto de castigo; pero tiene por otra parte la vertiente intelectual; se adapta a las exigencias de la sabiduría y de la prudencia: Tertuliano defiende la conducta de los cristianos, que es —además de inocente— razonable.

9. El texto del «A los gentiles »

Como hemos dicho, los libros A los gentiles se nos han transmitido a través de un único testigo: el Parisimus Latinus 1622 , del s. IX, que se conoce con el nombre de Agobardinus , este es el único códice conservado del llamado Corpus Agobardinum , colección del s. V que contenía 21 tratados de Tertuliano. La editio princeps , publicada en Ginebra en 1625, se debe a J. Godefroy. En el siglo XX destaca el trabajo de J. G. Ph. Borleffs, cuya primera edición vio la luz en Leiden, en 1929; se encuentran allí referencias a las principales ediciones que la precedieron. En 1954 apareció en la colección Corpus Christianorum (Ser. Lat ., vol. I), una segunda edición de este autorizado especialista, que contiene numerosas correcciones y adiciones. Del libro I existe una edición con traducción francesa y comentario preparada por A. Schneider, que publicó el Instituto Suizo de Roma en 1968. Schneider sigue en líneas generales la segunda edición de Borleffs, que es también la que seguimos en nuestra traducción.

He señalado en nota algunas conjeturas de interés, aunque no las haya tenido en cuenta al traducir. Son numerosas las lagunas que se encuentran, especialmente en el libro II . Cuando se trata sólo de completar una palabra cuyo sentido está claro, no las he señalado. Las conjeturas que suponen una o varias palabras nuevas las he consignado indicándolas mediante el signo 〈 〉; cuando no he añadido nada, se trata de una conjetura propuesta o admitida por Borleffs; en caso contrario, recojo en nota la procedencia de la hipótesis admitida en la traducción. Sólo en casos extremos he intentado una solución propia.

Un pasaje corrupto que merece especial atención por la amplitud de las lagunas es el que contiene la historia de Hércules y Larentina, en II 10; para dar una versión lo más completa posible me he servido de conjeturas de diversos editores y también de la versión de este episodio que ofrece Plutarco (Rom . 5).

En cuanto a traducciones en lenguas modernas, es excelente la de Schneider para el libro I ; del libro II no conozco más que la realizada por M. de Genoude en 1852 48 .

10. La transmisión del texto y las ediciones del Apologético

El Apologético es quizá la única obra de la antigüedad greco-romana de la que han llegado hasta nosotros dos redacciones independientes atribuibles, si no al mismo autor, sí a un momento muy cercano a él. Esta peculiaridad proporciona un especial interés al estudio de la transmisión del texto y da lugar a ediciones entre las que existe notable divergencia, según la valoración que se haga de cada una de las antiguas redacciones.

La tradición que se conoce con el nombre de Vulgata está representada por treinta y seis códices, el más antiguo de ellos del s. IX , y es la única que se conoció hasta 1597. La segunda tradición está representada por el llamado Codex Fuldensis , también del s. IX, que fue descubierto en 1584 y contenía el Apologético y el Adversus Iudaeos . Su descubridor, Modius, lo colacionó; esta colación fue reproducida en apéndice en la edición llamada Iuniana , de 1597. El Codex Fuldensis desapareció en el s. XVII , pero como testigos de esta tradición quedan, además de la colación de Modius publicada por Iunius, dos fragmentos: el Bremense, que contiene los quince primeros capítulos, y el fragmento contenido en un manuscrito de la abadía de Reichenau, que contiene los capítulos 38, 1 a 40, 2.

La controversia acerca de cuál de las dos recensiones merece que se le preste mayor credibilidad es antigua. Puede decirse que hasta la edición de Rauschen 49 , la Vulgata constituyó la única base de las ediciones del discurso; el polo opuesto de la perspectiva está representado por la hipótesis de Callewaert 50 , según la cual la redacción del fuldensis es la única auténtica, mientras que la Vulgata corresponde a una reelaboración de época carolingia.

Sin embargo, la tradición indirecta muestra que las dos versiones eran conocidas en la Antigüedad; más aún, una cita (Apol . 5, 4) que se encuentra en la traducción latina de la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesárea parece documentar una lectura que difiere de ambas tradiciones 51 .

En 1926, Thörnell 52 defiende la idea de que Tertuliano editó dos veces su obra: la primera redacción es la transmitida por la recensión Fuldense y la segunda, más cuidada, la representada por la Vulgata . Esta postura conduce a presentar en la edición del Apologético las dos recensiones: es la decisión adoptada por Hoppe 53 y sobre todo por Becker 54 . Dekkers 55 representa lo que podríamos llamar una vía media: piensa que las dos proceden de una redacción inacabada de Tertuliano, que habría añadido entre líneas o al margen algunas anotaciones; el testigo más próximo a la primera redacción es la versión Fuldense que se acerca a la redacción del A los gentiles ; la recensión Vulgata en cambio incorpora muchas de esas anotaciones. En su edición, Dekkers introduce en interlineado las lecturas que piensa que corresponden a notas añadidas por el propio Tertuliano. La hipótesis de Frasinetti 56 , según la cual el arquetipo de la versión Fuldense sería obra de un seguidor de Tertuliano en el s. IV o V , ha tenido poca aceptación.

La postura más equilibrada parece ser la de Waltzing 57 : según este estudioso, Tertuliano publicó una única edición del Apologético ; muy pronto, sin embargo, se formaron dos tradiciones del texto, que no se relacionaron; nadie intentó ponerlas de acuerdo. Cada una sufrió las correcciones de quienes intentaron dar un texto más claro y comprensible; este trabajo de revisión afectó menos a la tradición Fuldense que a la Vulgata; consiguientemente la Fuldense conserva el texto más puro y por tanto la edición debe basarse fundamentalmente en ella. Sobre la edición revisada de Waltzing hemos hecho nuestra traducción.

Por otra parte, las futuras ediciones del Apologético deberán contar con las cuatro páginas de correcciones a los aparatos de las ediciones más recientes, redactadas por Matteo Venier en su estudio sobre la edición de G.B. Egnazio, aparecida en abril de 1515 58 .

11. Las traducciones del «Apologético» en España

En el repertorio de traducciones francesas de los Padres de la Iglesia, publicado por el benedictino Jacques Marcotte 59 , hay quince páginas dedicadas a Tertuliano. No podríamos hacer nada semejante con las traducciones al español, pero sí podemos presumir, en cambio, de antigüedad: la primera versión española del Apologético es la de Fray Pedro Manero, hecha en 1644; como contraste curioso, podemos anotar que la primera traducción al japonés se ha publicado en 1984 60 .

La traducción de Fray Pedro Manero se titula Apología contra los gentiles y ha sido reeditada muchas veces; en la colección Austral hay dos ediciones de 1947. Es más una glosa que una traducción propiamente dicha; el autor da título a los capítulos con un estilo cervantino; es el suyo un modo de proceder didáctico, que introduce constantemente frases aclaratorias complementarias al texto tertulianeo, privándolo de su tono incisivo y directo; es una prosa cuidada, que se sirve de unas formas de expresión propias del lenguaje culto de su época, pero que —como digo— no coinciden con el estilo del original.

En 1991 se ha publicado una reedición de la traducción que dio a la luz el P. Germán Prado, benedictino de Silos, en 1943 61 . Se refiere el P. Prado a la versión de Manero diciendo que trata de hacer una más ajustada «que dé todo y sólo» el pensamiento de Tertuliano; aunque no lo indica expresamente, el P. Prado parece seguir el texto que se encuentra en la Patrología de Migne; no numera los párrafos. Introduce también Prado ayudas al lector, pero de otro orden, y procurando siempre salvar el texto del que traduce: cuando la traducción rompe un juego de palabras, conserva entre paréntesis los términos latinos (leonem / lenonem , 50, 12); cuando se trata de una sentencia, la destaca en otro tipo de letra, y a veces reproduce también el correspondiente texto latino (omnia indiscreta apud nos, praeter uxores , 39, 11). En los casos en que el sentido resultaría oscuro, añade lo que cree necesario, destacando también estos añadidos con otro tipo de letra. En cuanto a la presentación del texto, da un resumen del contenido en negrita, encabezando cada capítulo; títulos y subtítulos, indicando cada una de las partes, facilitan el seguimiento lógico de la argumentación. Un índice analítico, al final del libro, proporciona una visión de conjunto de la organización de los distintos temas a lo largo del discurso. En cuanto al estilo, procura mantener el ritmo de la frase latina y la incisividad del lenguaje, dando luego entre paréntesis las aclaraciones que le parecen imprescindibles. Acompaña el texto de 178 notas aclaratorias.

En 1960, F. Senties ofreció en la colección Bernat Metge una traducción catalana sobre el texto establecido por M. Dolç, que se basa en la primera edición de Waltzing.

En la obra titulada Polémica entre cristianos y paganos 62 , Sánchez Salor da la traducción de cuarenta y tres pasajes del Apologético , de desigual amplitud.

La más reciente traducción española es la publicada por Ciudad Nueva en 1997, que se sirve de las ediciones de Dekkers, Hoppe, Waltzing-Severyns y aporta un abundante corpus —quizá excesivo— de lugares paralelos en las anotaciones. El índice bíblico revela un uso de la Escritura mucho más amplio de lo que podría parecer a primera vista.

La traducción que presento está basada, como he dicho, en la edición revisada de Waltzing. Pese a las dificultades, he procurado ser fiel al original, recurriendo a giros aclaratorios algo más explícitos solamente en los casos en los que una versión más ajustada hacía el texto ininteligible. También en función de la claridad, he modificado los signos de puntuación.

En cuanto a la precisión terminológica, me he servido en algunos casos de las observaciones hechas por René Braun 63 y así lo indico en nota; he procurado también precisar en lo que respecta a la terminología jurídica, cuestión en la que no siempre se ha tenido el debido cuidado: así, por ejemplo, he evitado traducir secta (quince menciones) por su homónimo, cargado en nuestra lengua de un contenido peyorativo que no tiene en el lenguaje empleado por Tertuliano; elogium (44, 2) es, según la documentación que ofrece el Digesto, el informe sobre un delito que se remite al juicio de la autoridad competente.

He incluido en las notas pasajes paralelos que corresponden a obras que Tertuliano pudiera conocer; no, en cambio, los de obras posteriores. Esta es la razón por la que no aludo a pasajes del Octavius , cuya discutida posterioridad respecto al Apologeticum es hoy cosa generalmente admitida 64 .

No quiero terminar esta breve introducción sin dejar noticia de la entrada de Tertuliano en Internet: se trata de la «Tertullian Home Page», abierta desde 1998 por Lester Pearse, y regularmente puesta al día 65 .

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1 Asumo la cronología generalmente admitida, aunque hay una propuesta diferente de M. SORDI , II cristianesimo a Roma , Bolonia, 1965, págs. 226 s. y 474 ss., retomada por la misma autora en «I rapporti fra il Cristianesimo e l’impero dai severi a Gallieno», ANRW 23.1 (1979), 340-374; propone esta historiadora para la redacción del Apologeticum el año 202, en que se celebraron los vota decennalia de Septimio Severo; en este año la persecución contra los cristianos fue especialmente virulenta en África y Egipto. La opinión de Sordi es seguida por algunos autores, véase Rev. Ét. Aug . 35 (1989), 328-329. Con otros argumentos, M. R. CATAUDELLA , «Societá e diritto nell’ Africa Romana», L’Africa Romana , IV, 1, Sassari, 1987, págs. 117-132, afirma que la redacción no puede ser anterior al año 202.

2 Vid ., sobre la cuestión, D. I. RANKIN , «Was Tertullian a Jurist?», St. Patristica 31 (1997), 335-342. Quiero agradecer aquí a D. Álvaro d’Ors su disponibilidad para atender las consultas sobre cuestiones jurídicas que le he hecho a lo largo de la redacción de este trabajo.

3 SAN AGUSTÍN , Sobre los herejes 86.

4 Sigo aquí las líneas marcadas por R. BRAUN , Deus Christianorum , París, 1977, 2.a ed., págs. 563-577 y el artículo citado supra , nota 1. T. D. BARNES , Tertullian. A Historical and Literary Study , Oxford, 1985, 2.a ed., ha renunciado a sus anteriores propuestas adhiriéndose a Braun.

5 La cronología establecida en la edición del Corpus Christianorum es la que sigue: año 197: Ad nationes; Ad martyras; Apologeticum; De testimonio animae . Entre 198-203: De praescriptione haereticorum; De spectaculis; De baptismo; De patientia; De paenitentia; De cultu feminarum; Ad uxorem; Adversus Hermogenem ; a este período correspondería también el perdido Adversus Iudaeos . Al período entre los años 204-206 corresponderían tres obras perdidas: De ectasi; De spe fidelium y De paradiso . Entre 207-208: los tres primeros libros del Adversus Marcionem . Entre 208-212: Adversus Marcionem IV y V; De pallio; Adversus Valentinianos; De anima; De carne Christi; De resurrectione mortuorum; De corona; Scorpiace; De idololatria; Ad Scapulam ; a este período corresponderían las perdidas: De censu animae adversus Hermogenem; De fato y Adversus Apellaicos . En torno al 213: De fuga; Adversus Praxean; De virginibus velandis; De monogamia; De ieiunio; De pudicitia . Esta cronología difiere ampliamente de la establecida por Noeldechen en 1889, que reproduce A. R. BARRILE en la introducción al texto del Apologético traducido en 1984.

6 J. CL . FREDOUILLE , Tertullien et la conversion de la culture antique , París, 1972: postura y puntos de vista explicitados en publicaciones posteriores (v. infra la lista bibliográfica). En su línea se inserta la obra de H. STEINER , Das Verhältnis Tertullians zur antiken Paideia (St. zur Theol. u. Geschichte, 3), St. Otilien, 1989.

7 A este respecto puede verse: R. BRAUN , «Les règles de la parénèse et la composition du De Patientia de Tertullien», Rev. Phil . 55 (1981), 197-203.

8 C. TIBILETTI , «Natura e salvezza in Tertulliano», Augustinianum 23 (1983), 383-397.

9 J. CL . FREDOUILLE , «Tertullien et l’Empire», Rev. Ét. Aug . 19 (1984), 111-131.

10 Resumo en estas líneas lo escrito por P. PENSABENE , «Riflessi sull’architectura dei cambiamenti socio-economici del tardo II e III secolo in Tripolitania e nella Proconsolare», L‘Africa Romana , VIII.1, Sassari, 1991, págs. 447-477.

11 G. SCHÖLLGEN , Ecclesia sordida? Zur Frage der Sozialen Schichtung frühchristlicher Gemeinden am Beispiel Karthagos zur Zeit Tertullians , Münster, 1984 (Jahrb. für Antike und Christentum. Ergänzungsband 2), libro enjuiciado por R. BRAUN , Rev. Ét. Aug . 31 (1985), 304, como excelente guía para conocer el ambiente social al que se enfrenta el pensamiento de Tertuliano. Sobre el tema puede verse también D. E. GROH , «Upper class in Tertullian’s Africa: Some observations», Studia Patristica , III, 14, Berlín, 1976, págs. 41-47.

12 T. D. BARNES , Tertullian …, insiste en la idea de que hasta Decio no son los emperadores ni el senado quienes decretan las persecuciones; opinión que parecen contradecir algunos hechos.

13 PIR III, pág. 433, n. 434.

14 Se conserva el documento que reproduce el proceso: Acta Martyrum Scillitanorum .

15 Hist. Aug., Severo 17, 1.

16 Vid . J. FONTAINE , Aspects et problèmes de la prose d’art latine au III siècle , Turín, 1968, pág. 19.

17 H. HOPPE , Syntax und Stil des Tertullian = Sintassi e stile di Tertulliano [trad. de G. ALEGRI ], Brescia, 1985. El valor actual de la obra ha sido subrayado por G. AZALLI BERNARDELLI , Paideia 42 (1987), 69-75.

18 R. BRAUN , «État des travaux sur la langue de Tertullien (1960-1975)», Approches de Tertullien , París 1992, págs. 301-319.

19 J. FONTAINE , Aspects et problèmes

20 S. JERÓN ., Epist . 70, 5: Apologeticus eius et contra gentes libri cunctam saeculi obtinent disciplinam .

21 Vid . R. BRAUN , «État des travaux…», pág. 305. Sobre la influencia del latín bíblico en el de los primeros autores cristianos puede verse el artículo del mismo autor, «Bible et latin des chrétiens», Approches …, págs. 253-266.

22 J. FONTAINE , «Africa», RAC , col. 162.

23 H. HOPPE , Syntax und Stil … [trad. it.], pág. 38.

24 S. JERÓN ., Hombres ilustres 53.

25 H. HOPPE , Syntax und Stil [trad. it.], pág. 32.

26 M. PELLEGRINO , «Semen est sanguis Christianorum», Atti della Accad. delle Scienze di Torino 90 (1955-56), 371-442.

27 Por ejemplo, templatim , en juego con vicatim (Apol . 42,8).

28 O. c. supra , n. 4. Más recientemente, el mismo autor hace un balance de la aportación de Tertuliano a la renovación del vocabulario; en «Tertullien et le renouvellement du latin», Les Pères de I’Eglise au XXe siècle. Histoire. Littérature. Théologie , París, 1997, págs. 265-274. Pueden verse además: sobre derivados en -tudo , los trabajos de H. QUELLET , en Mus. Helv . 48 (1991), 281-295, y en Mél. A. Schneider , Neuchâtel, 1997, págs. 205-07; sobre formaciones con el preverbio prae -: F. CHAPOT , Recherches Aug . 19 (1996), 75-89.

29 G. CLAESSON , Index Tertullianeus , 3 vols., París, 1974-1975. En el ámbito del léxico y la semántica puede destacarse la aportación de I. ROCA MELIÁ respecto al uso y significado de mundus y de saeculum/saecularis en Helmantica 21 (1970), 177-247 y 373-419; 23 (1972), 417-449; 25 (1974), 321-356.

30 R. UGLIONE , «Gli hapax tertullianei di materia fonica», Boll. di St. Lat . 25 (1995), 259-541.

31 En cuanto al estudio de tropos y figuras, cabe destacar la abundante producción de QUACQUARELLI y su escuela: vid . R. BRAUN , «État des travaux…», págs. 303-305.

32 R. BRAUN , «État des travaux…».

33 Sobre la resistencia de los primeros cristianos, puede verse especialmente W. SCHÄFKE , «Frühchristliche Wiederstand», ANRW , II, 23.1, Berlín-Nueva York, 1979, págs. 460-473. Este volumen de ANRW contiene doscientas páginas de estudios sobre Tertuliano, cuarenta y seis de Bibliografía y dieciocho de índices sobre los puntos de fricción posibles entre el Cristianismo y la sociedad romana. Especial atención se presta a la respuesta de los cristianos contra las acusaciones calumniosas de incesto, antropofagia, idolatría, etc.

34 Sobre la discusión, vid . A. SCHNEIDER , Le premier livre ‘Ad Nationes’ de Tertullien , Intr. texto, trad. y comentario, Roma, 1968, págs. 15-17.

35 R. BRAUN , Rev. Et. Aug. 24 (1978), 221-242, deduce que A los mártires fue escrito en el verano del a. 197, vid. infra nota a Apol . 50, 4.

36 O. c ., págs. 18-26. Puede verse un resumen de la discusión en torno a este punto en M. RIZZI , Ideologia e retorica negli ‘exordia’ apologetici , Milán, 1993, págs. 117-118.

37 Una puesta al día sobre los estudios relativos a la influencia de Varrón sobre Tertuliano, puede verse en A. CORTESI , «Varrone e Tertuliano. Punti di continuitá», Augustinianum 24 (1984), 349-366.

38 Vid . SCHNEIDER, O. C ., págs. 33-38.

39 Vid . J.-H. WASZINK , «Varrone nella litteratura cristiana dei primi secoli», Atti Congr. Int. di Studi Varroniani , Rieti, 1976, t. I, págs. 209-223.

40 Sobre la ciudad de Dios VI 5, 1; vid . G. LIEBERG , «Die Theologie tripartita in Forschung und Bezeugung», ANRW , I, 4, págs. 63-115.

41 J.-M. VERMANDER , «La polèmique des Apologistes latins contre les dieux du paganisme», Rech. Aug . 17 (1982), 3-128, especialmente pág. 116. Este artículo es el núcleo de una tesis no defendida, de cuya publicación póstuma se hizo cargo P. MONAT . Un resumen había aparecido en Rev. des Sciences Relig . 53 (1979), 110-123.

42 Conclusión citada literalmente por FRÉDOUILLE , en Rev. Et. Aug . (1980), Chron. Tert. 1979 , pág. 321, n. 22.

43 V. J. P. WALTZING , Tertullien Apologétique: commentaire analytique, grammatical et historique , París, 1931, págs. 1-14, donde se presenta un esquema, reproducido en la ed. del mismo autor en la col. Budé, 1961, 2.a ed.

44 O. SCHÖNBERGER , «Ueber die Symmetrische Komposition in Tertullians Apologeticum», Gymnasium 64 (1957), 335-340.

45 R. BRAUN , «Observations sur l’architecture de l’Apologeticum», Homm. Bayet , Bruselas-Berchem, 1964, págs. 114-121.

46 Éste es el ángulo desde el que estudié la obra en un trabajo titulado «El Apologeticum de Tertuliano: estructura y composición», Emerita 35, 2 (1967), 315-334, cuyas principales líneas he resumido en un reciente artículo titulado: «El Apologético de Tertuliano: la primera defensa de la Fe cristiana en Occidente», XXSiglos 6.24 (1995), 3-9, del que transcribo aquí los párrafos que siguen. La perspectiva retórica es también la elegida recientemente por G. ECKERT , Orator christianus , Stuttgart, 1993, que presta especial atención a la doctrina de los status , desde la que realiza su análisis.

47 Momento que la terminología teórica designa también con los nombres de constitutio, quaestio o caput .

48 M. DE GENOUDE , Oeuvres de Tertullien , tr. fr. de… 2.a ed., T. II, París, 1852.

49 G. RAUSCHEN , Apologetici recensio nova , Bonn, 1912, 2.a ed.

50 C. CALLEWAERT , «Le Codex Fuldensis, le meilleur manuscrit de l’Apologeticum de Tertullian», Rev. hist. litt. relig . 7 (1902), 322-353.

51 Véase T. D. BARNES , Tertullian , Oxford, 1985, 2.a ed., págs. 239-241.

52 G. THÖRNELL , «De Tertulliani Apologetico bis edito», Studia Tertullianea , IV, Upsala, 1926.

53 H. HOPPE , Apologeticum, CSEL , 69, Viena, 1939.

54 C. BECKER , Tertullians Apologeticum. Werden und Leitung , Múnich, 1954. Tesis admitida como hipótesis de trabajo por M. PELLEGRINO , «Ancora sulla duplice redazione dell’Apologeticum», Hist. Jahrb . 77 (1958), 370-382.

55 E. DEKKERS , Apologeticum, CCL , I, 1, Thurnholt, 1954.

56 P. FRASINETTI , Apologeticum, CSLP , Turín, 1965.

57 J.P. WALTZING -A. SEVERYNS , París, 1929, 2.a ed. revisada, 1961.

58 M. VENIER , «Giovanni Battista Egnazio editore III, L’Apologeticum di Tertulliano», Respublica litterarum 18 (1995), 141-155.

59 Caudebec-en-Caux, Abbaye de St. Wandrille, 1983 (54 microfichas).

60 Cf. la noticia en Rev. Ét. Aug . 32 (1986), 258.

61 Serie «Los Santos Padres», Apostolado Mariano, Sevilla. Lamentablemente, no se indica que es una reedición; reproduce exactamente, incluso en las variaciones del tipo de letra, la edición de 1943.

62 E. SÁNCHEZ SALOR , Polémica entre cristianos y paganos a través de los textos , Madrid, 1986.

63 R. BRAUN , Deus Christianorum , París, 1977, 2.a ed.

64 Vid . la reseña de J. CL . FREDOUILLE a la traducción de A. R. BARRILE , en Rev. Ét. Aug . 28 (1982), 289-290.

65 Cf. la noticia en Rev. Ét. Aug . 44.2 (1998), 339. La dirección es: http://www.chieftainsys.demon.co.uk/tertullian.