LIBRO V

A) ÍNDICE E INTRODUCCIÓN GENERAL

He aquí lo que contiene el libro V de la Refutación [1 ] de todas las herejías:

Enseñanza de los naasenos, que se designan a sí [2 ] mismos gnósticos. Se pone de relieve que profesan las mismas doctrinas que los filósofos griegos anteriores y las tradiciones de los misterios; tomando sus principios de tales antecedentes, instituyeron sus herejías.

Opiniones de los peratas. Se pone de relieve que su [3 ] doctrina no procede de la Escritura, sino de la astrología.

Doctrina de los setianos. Se pone de relieve que plagiando [4 ] las sentencias de los sabios helénicos, Museo, Lino y Orfeo, confeccionaron su sistema.

Opiniones de Justino. Se pone de relieve que su doctrina [5 ] no procede de la Escritura, sino de las narraciones extraordinarias del historiador Heródoto.

Estoy convencido de que en los cuatro libros que [6 ] preceden, quedan cumplidamente expuestos los puntos de vista de los filósofos griegos y bárbaros acerca de la divinidad y de la creación del mundo. No he prescindido ni tan siquiera de los aspectos mágicos, tomándome un útil trabajo en las lecturas. Creo que habré suscitado en muchos el deseo de investigar y alcanzar el conocimiento cierto de la verdad. Queda ahora [2] la tarea de exponer las herejías, pues el trabajo precedente no era más que una introducción a ese tema. En efecto, los heresiarcas, a guisa de anticuarios, confeccionaron sus doctrinas a partir de los errores de los antiguos, proponiéndolos como si de nuevos se tratara, con el fin de inducir a error a quien pudieran, tal como en las páginas siguientes demostraremos.

B) EXPOSICIÓN SOBRE LOS NAASENOS Y LOS «GNŌSTICOÍ»

a) PRIMERA PARTE DE LA RECENSIÓN DE LOS NAASENOS

[3] Nos corresponde ya empezar a tratar los temas anunciados. Comenzaremos por los herejes que tuvieron la osadía de venerar a la serpiente, causa del error, imaginando doctrinas bajo la inspiración de este animal 2 . Los sacerdotes y adelantados de esta doctrina fueron primero los denominados naasenos, así conocidos con un término hebreo, naas, que significa serpiente.

b) LA RECENSIÓN DE LOS «GNŌSTICOÍ»

1. Resumen doctrinal

Después se autodenominaron [4] «gnósticos», proclamándose los únicos conocedores del profundo conocimiento. A partir de ellos surgieron variaciones de una herejía que seguía siendo la misma, pues no hacían más que designar con nombres distintos idénticas cosas, según iremos explicando.

[…] veneran un Hombre e Hijo de Hombre. El [5] Hombre es andrógino y es llamado por ellos Adamante. Se le dedicaron muchos y variados himnos. Para abreviar, he aquí un ejemplo de tales composiciones:

Oh Hombre eminentísimo, ciudadano del cielo, (que posees) los dos nombres inmortales engendradores de eones, los cuales vienen de ti como padre y a través de ti como madre 3 .

[6] Lo describen bajo tres formas, como Gerión: hay en él lo inteligible, lo psíquico y lo terreno 4 . Afirman que el conocimiento de este Hombre es el principio de la posibilidad de conocer a Dios. Así se expresan sobre esa cuestión: «El principio de la perfección es el conocimiento del Hombre, la perfección acabada es el conocimiento de Dios.»

[7] Todos estos elementos, lo inteligible, lo psíquico y lo terreno, se unieron y descendieron en un único hombre, Jesús, engendrado de María. Luego hablaron simultáneamente los tres hombres partiendo de sus propias substancias y dirigiéndose cada cual a los suyos. Pues el universo está dividido en tres géneros, según ellos: angélico, psíquico y terreno, a los que corresponden tres iglesias: angélica, psíquica y terrenal. Sus nombres son: elección, vocación y cautiverio 5 .

[7] Éste es el resumen de sus extensas doctrinas, que fueron transmitidas —dice— a Mariamme por Santiago el hermano del Señor 6 .

Así pues, para que estos impíos no atribuyan sus embustes a Mariamme, Santiago o al mismo Salvador, vengamos a estudiar sus iniciaciones, para discernir si su mito procede realmente de los misterios bárbaros y helénicos. De este modo comprobaremos cómo al reunir y coleccionar los escondidos y secretos misterios de todas las gentes difaman a Cristo y engañan a los que desconocen esos ritos paganos.

2. La exégesis del himno de Atis 7 . 2.1. Himno, verso 1 (Zeus y Crono): origen del hombre. 2.1.1. Primera secuencia

Puesto que su tema es el hombre [2] Adamante y dicen que de él se ha escrito «¿quién explicará su generación?» 8 , enteraos de cómo toman de los paganos con todo detalle la inexplicable e incorruptible generación del Hombre y la aplican a Cristo.

La tierra, dicen los griegos, preñada de un hermoso [3] regalo, produjo en primer lugar al hombre. Quiso ser madre, no de plantas privadas de sentido ni de bestias irracionales, sino de un ser viviente, noble y amigo de Dios. Es difícil discernir si el primer hombre fue Alalcomeneo, [4] que surgió del lago Cefiso en Beocia; o si fueron los Curetes del Ida, de raza divina; o los Coribantes frigios, primeros a los que vio el sol brotar y crecer como árboles; o si la Arcadia engendró a Pelasgo, el que existía antes que la luna; o Eleusis a Disaules, que moraba en el llano de Raros; o si Lemnos alumbró en inefable misterio orgiástico a Cabiro la de los bellos hijos; o Pelene a Alcioneo de los Campos Flegreos, el más antiguo de los gigantes.

[5] Los libios dicen que Garamante fue el primer fruto que surgió de las áridas llanuras como primicia del dulce glande de Zeus; en Egipto, dicen, el Nilo deposita el limo y genera hasta hoy seres vivientes: gracias a su cálida humedad produce animales revestidos de carne. 6. Los asirios proclaman que Oanes, el comedor de peces, fue engendrado entre ellos. Los caldeos dicen lo mismo de Adán 9 .

2.1.2. Segunda secuencia

Y afirman (los gnósticos) que éste (Adán) es el único hombre que produjo la tierra; yacía sin respiración, inmóvil y fijo como una estatua, y era la imagen de aquel Hombre superior cantado con el nombre de Adamante. Fue hecho por muchas potencias —sobre las cuales disertan detalladamente 10 .

2.2. Himno, versos 2-3 (Rea): el misterio oculto. 2.2.1. Primera secuencia (falta). 2.2.2. Segunda secuencia (desplazada ) 11

Sostienen que su doctrina viene [16 ] testimoniada no solamente por Rea 12 , sino también por toda la creación, y desvelan claramente las palabras del oráculo: «Porque desde la creación del mundo lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad, resultan visibles mediante las obras. De manera que son inexcusables, por cuanto, conociendo a Dios, no le glorificaron como a tal ni le dieron gracias, viniendo a oscurecerse su insensato corazón. Alardeando de sabios se hicieron necios y trocaron [17] la gloria del Dios incorruptible por la imagen del hombre corruptible, y de aves, cuadrúpedos y reptiles. Por esto los entregó Dios a las pasiones vergonzosas, pues sus mujeres mudaron el uso natural en otro contra naturaleza 13 —cuál es según ellos el uso natural [18] lo diremos después 14 —, e igualmente los varones, dejando las relaciones naturales con la mujer, se abrasaron en la concupiscencia de unos por otros, los varones cometiendo torpezas con los varones —por torpeza se entiende, según ellos, la primera y beata substancia amorfa, la que da origen a todas las figuras en todo aquello que hay configurado 15 — y recibiendo en sí mismos el pago de su extravío» 16 .

[19] En estas palabras de Pablo, siguen diciendo, se contiene todo el misterio que predican, el misterio escondido e inefable, el misterio del bienaventurado placer. Efectivamente, según ellos, el lavatorio que proclaman no consiste en otra cosa que en la entrada en el placer inmarcesible de quien es lavado con agua viva y ungido con óleo indecible 17 .

2.3. Himno, verso 4 (Adonis): el alma. 2.3.1. El alma del «Ánthrōpos »

[7] A fin de que el gran Hombre venido de arriba —de quien, según dicen, «se origina toda paternidad que recibe tal nombre en la tierra y en los cielos» 18 — fuese completamente dominado, le fue dada también (al Hombre) un alma, para que a través de ésta sufriese y fuese castigado, reducido a servitud, ese ser plasmado por el Hombre grande, bellísimo y perfecto, puesto que así lo llaman.

2.3.2. Excursus sobre el alma

Buscan luego qué es el alma, [8] de dónde viene y cuál es su naturaleza, para dar cuenta de por qué, llegada al hombre y dándole movimiento, reduce a servitud y castiga al ser plasmado por el Hombre perfecto. Pero lo investigan no a partir de las Escrituras, sino de los misterios. Dicen que el alma es absolutamente difícil de hallar y de comprender, puesto que no conserva la misma configuración ni la misma forma ni permanece en un único estado de modo que se pueda expresar por su figura o comprender por su esencia.

Tales abigarradas variaciones las encuentran en el [9] evangelio titulado Según los Egipcios 19 . Sin embargo, se plantean, como todos los demás paganos, el problema de si proviene del Supraexistente, <o> del Autogénito o del caos difuso 20 .

Dicen que todo ser natural, cada uno a su manera, [10] aspira al alma, puesto que ella es la causa de todos los seres que nacen. En efecto, todo lo que se alimenta y crece —dicen— tiene necesidad de alma; sin su presencia nada puede nutrirse ni crecer. Incluso las piedras —dicen— están animadas: tienen la facultad de crecer, y el crecimiento no podría darse sin alimentación; las cosas que crecen, en efecto, lo consiguen por sucesivas adiciones y la adición significa alimento para [11] el ser que se nutre. Toda naturaleza celestial —sostienen— terrestre y subterránea 21 aspira al alma.

2.3.3. Primera secuencia

En primer lugar recurren a los misterios de los asirios, considerando la triple división del hombre. En efecto, los asirios fueron los primeros en creer que el alma es tripartita y una 22 . Los asirios aducen acerca de este tema el nombre de Adonis o Endimión; cuando se le llama Adonis significa —dicen— a Afrodita, que se enamora del alma de este nombre y la desea. Afrodita significa para ellos [el mundo de] la generación.

[12] Cuando Perséfone, también llamada Core, se enamora de Adonis, se trata —aseguran— de un alma mortal que se ha separado del mundo de la generación de Afrodita.

Cuando la Luna cayó en deseos de Endimión y se enamoró de su aspecto, significa —dicen— que la creación de los seres superiores requiere también el alma 23 .

2.3.4. Segunda secuencia

Afirman 24 que cuando la Madre [13] de los dioses mutila a Atis aun teniéndole por amante, significa la bienaventurada naturaleza superior de los seres supramundanos y eternos que reclama para ella la potencia masculina del alma. El Hombre es, en efecto —según [14] dicen— andrógino. Por este motivo dan por demostrado que la unión de una mujer y un hombre es algo muy malo y contrario a la doctrina.

Fue mutilado Atis, continúan, lo que significa que [15] fue separado de las partes terrenas de la creación inferior y fue llevado hacia arriba, hacia la esencia eterna donde —dicen— no hay ni hembra ni varón, sino nueva creación, nuevo hombre 25 , que es andrógino. Qué es lo que entienden por «arriba», lo explicaré en su propio lugar 26 .

2.4. Himno, verso 5 (Osiris): la simiente espiritual. 2.4.1. Introducción gnóstica

[20] Opinan que no sólo dan testimonio de su doctrina los misterios de los asirios y de los frigios, sino también los de los egipcios, concernientes a la bienaventurada naturaleza, a la vez escondida y manifiesta, de las cosas que han sido, que son y que serán 27 . Esta naturaleza es —dicen— el buscado reino de los cielos que se halla en el hombre interior, sobre el cual transmiten con precisión lo que se halla escrito en el denominado Evangelio de Tomás: «El que me busca me hallará entre los niños a partir de los siete años; escondido [21] allí me manifestaré en el decimocuarto eón.» Pero esto no es de Cristo, sino de Hipócrates, que afirma: «El niño de siete años es la mitad de padre.» Por esta razón, ellos, que ponen la naturaleza primigenia de todas las cosas en el germen primigenio, aprendiendo de Hipócrates que «El niño de siete años es la mitad de padre», afirman que, de acuerdo con Tomás, es en el año decimocuarto cuando se revela. Ésta es su doctrina secreta y misteriosa 28 .

2.4.2. Primera secuencia

Los egipcios son, continúan, los [22] más antiguos de todos los hombres después de los frigios; ellos son, como todo el mundo reconoce, los primeros en anunciar a los demás hombres —junto con los frigios— los misterios y los cultos, las formas y potencias de todos los dioses; ellos poseen los misterios de Isis, santos, augustos, no revelados a los no iniciados. Estos misterios giran en [23] torno al miembro viril de Osiris 29 , que fue arrebatado y buscado luego < por Isis >, la de los siete mantos negros. Por Osiris quieren significar el agua 30 . Aquella naturaleza envuelta y revestida por siete mantos etéreos —pues designan alegóricamente astros a los planetas y les llaman etéreos según ***— representa la generación cambiante, criatura transformada por el ser inefable, inimaginable, inconcebible y amorfo 31 .

2.4.3. Segunda secuencia

[24] Esto es, según ellos, lo que dice la Escritura: «Siete veces caerá el justo y otras tantas se levantará» 32 . Estas caídas serían las traslaciones de los astros, movidos por el que todo lo mueve.

[25] Sobre la substancia del germen que es la causa de todos los seres que nacen 33 , afirman que no es ninguna de ellas, sino que engendra y produce todo lo que llega a ser. Y dicen así: «Vengo a ser lo que quiero y soy lo que soy» 34 . Por esto se dice que es inmóvil lo que todo lo mueve 35 : cuando crea todas las cosas sigue siendo lo que es, y no deviene ninguna de las cosas que se hacen.

[26] Éste es el único ser bueno, y a él se refiere lo dicho por el Salvador: «¿Por qué me llamas bueno? Uno sólo es bueno, mi Padre que está en los cielos que hace salir su sol sobre justos e injustos y hace llover sobre santos y pecadores» 36 . Más adelante hablaremos acerca de quiénes son los santos y quiénes los pecadores sobre los que, a la vez, hace llover 37 .

Éste es el gran misterio de todas las cosas, escondido [27] y desconocido, oculto entre los egipcios, pero luego descubierto. No hay templo, en efecto, junto a cuya entrada no se levante desnudo un miembro viril, que desde abajo mira hacia arriba, coronado por todos los frutos que ha engendrado 38 . Este miembro —dicen— no [28] se encuentra únicamente en los templos más santos, levantados delante de las estatuas, sino que se ofrece al conocimiento de todos como la luz colocada no debajo del celemín, sino sobre el candelabro, como anuncio proclamado sobre los terrados 39 ; se le encuentra en todos los caminos y en todas las calles y en las mismas casas, puesto como límite y término de la mansión. Esto es lo que todos designan como «el bien». Y le llaman «portador de bien» sin saber lo que se dicen 40 .

2.5. Intermedio de exégesis homérica

Los griegos recibieron este misterio de los egipcios y lo custodian [29] hasta el día de hoy. Vemos, efectivamente, a los Hermes honrados por ellos bajo esta forma. Los cilenios le tributan un culto especial *** Logos, y dicen: «Hermes es Logos». Lo veneran como el intérprete y artífice de lo que era, es y será, y se levanta representado bajo esta forma, esto es, con el miembro viril mostrando el impulso de las cosas inferiores hacia las superiores.

[30] Este Hermes así caracterizado es el que acompaña y conduce a las almas, y es causa de ellas, lo que no se les oculta a los poetas paganos, que cantan:

Hermes Cilenio evocaba las almas de los pretendientes 41 ,

no de los pretendientes de Penélope, oh infelices, sino las almas de los que se han despertado y recuerdan «de qué rango y de qué inmensa beatitud» 42 proceden. Esto significa, según ellos, que el bienaventurado Hombre superior o primigenio, o Adamante, las precipitó en esta obra de barro 43 , para servir como esclavos al Demiurgo de esta creación, Esaldeo, dios de fuego, cuarto en el rango. Así es cómo llaman al Demiurgo, padre de [31] este mundo separado 44 .

Tenía la vara en las manos,
bella, áurea, y hechiza con ella los ojos de los hombres, según se le antoja, y despierta a los que duermen
45 .

Éste es el único que tiene poder sobre la vida y la [32] muerte. Acerca de él está escrito: «Los gobernarás con vara de hierro» 46 . El poeta, cuando quiso expresar bellamente la naturaleza incomprensible y bienaventurada del Logos, no le atribuyó una vara de hierro, sino de oro 47 . «Hechiza los ojos» de los muertos, según dice, y «despierta a los que duermen», lo que se refiere a los que fueron despertados y pasaron a ser pretendientes.

Acerca de esto dice la Escritura: «Despierta, tú que [33] duermes; levántate y te iluminará el Cristo» 48 . Éste es el Cristo, el que, entre todas las cosas creadas, adopta la figura de hijo de hombre, viniendo del Logos que no tiene figura 49 .

[34] A esto se refiere en el gran misterio inefable de Eleusis el grito de Hye, Kye. Y también alude a que «Todo le está sometido» 50 , y esto es lo que significa el siguiente pasaje de la Escritura: «Por toda la tierra se difundió su voz» 51 . También cabe aducir el verso «Hermes guía agitando la vara y le siguen chillando» las almas sin interrupción, como describe imaginativamente el poeta:

como cuando los murciélagos, en el fondo de un antro horrible ,

aletean chillando, cuando alguno cae

de la roca donde están suspendidos en hileras 52 .

[35] De la roca, es decir de Adamante. Éste es «la piedra angular colocada en la cabeza del ángulo» —puesto que en la cabeza se encuentra el cerebro distintivo «del que toda paternidad» recibe el carácter de tal— «que colocó como piedra preciosa en los fundamentos de Sión» 53 . Según ellos, esto se refiere alegóricamente a la formación del hombre 54 .

[36] El Adamante colocado como piedra angular es el hombre interior; los fundamentos de Sión significan los dientes, con referencia a la imagen homérica de «la barrera de los dientes» 55 , todo lo cual viene a significar la muralla o la fortaleza en la que se halla el hombre interior, caído en ella desde el hombre primigenio superior, Adamante, «arrancado sin ayuda de mano» 56 y precipitado en la obra del olvido, la tierra, la arcilla 57 .

Y afirman, citando a Homero, que le seguían chillando, [37] esto es, las almas al Logos:

Marchaban chillando, y las precedía (es decir, las conducía)

Hermes bondadoso por caminos tenebrosos.

Esto significa que las conducía a las regiones eternas exentas de toda maldad. Y se preguntan: ¿A dónde llegaron?

Llegaron cabe el fluir del océano y de la roca Léucade hasta las puertas del sol y el pueblo de los sueños 58 .

Este océano significa «el movimiento de los dioses [38] y el nacimiento de los hombres» 59 , arrastrado siempre por corrientes variadas, ora hacia arriba, ora hacia abajo. Ahora bien, dicen que cuando las corrientes arrastran al océano hacia abajo es el nacimiento de los hombres; cuando asciende hacia la muralla, la fortaleza y la roca Léucade, es el nacimiento de los dioses. Éste [39] es el significado de las palabras: «Yo he dicho: Dioses sois, e hijos todos del Altísimo» 60 , si os apresuráis a huir de Egipto y alcanzáis el desierto más allá del Mar Rojo, lo que significa el paso desde la mezcla de acá abajo a la Jerusalén de arriba, que es la madre de los vivientes 61 . Pero si regresáis a Egipto, es decir a la mezcla 62 de acá abajo, «moriréis como hombres que sois» 63 .

[40] En efecto, mortal es todo nacimiento de acá abajo, inmortal todo el que tiene lugar arriba. Lo espiritual, y no lo carnal, nace de la sola agua y del espíritu. Lo de abajo es carnal. En este sentido interpretan el texto: «Lo que nace de la carne es carne, y lo que procede del espíritu es espíritu» 64 . Eso es lo que ellos designan nacimiento espiritual.

[41] También atribuyen este significado al gran Jordán, que fluye hacia abajo e impide a los hijos de Israel salir de la tierra de Egipto, queriendo indicar con esto la mezcla de acá abajo, puesto que para ellos Egipto significa el cuerpo. Ahora bien Josué lo hizo remontar y fluir hacia arriba 65 .

Profesando doctrinas por el estilo, los maravillosos [8 ] gnósticos han inventado un nuevo arte literario, y sostienen que su profeta Homero 66 revela secretamente estas cosas, con lo que engañan a los que no conocen bien las Sagradas Escrituras, arrastrándoles a estas elucubraciones.

Dicen: el que afirma que todas las cosas derivan de una sola, yerra; el que dice que provienen de tres, acierta y dará explicación de todo.

Una es, afirman, la naturaleza feliz del hombre [2] beato superior, Adamante; una es la naturaleza mortal de abajo; una es la raza no dominada que ha alcanzado el lugar superior 67 , donde se hallan María, la buscada, y Jetró, el gran sabio, y Séfora, la vidente, y Moisés, cuya generación no tiene lugar en Egipto, puesto que engendró hijos en Madián 68 .

[3] Todo ello tampoco pasó por alto a los poetas:

Todo fue dividido en tres partes, cada uno participó en el honor 69 .

Conviene hablar de las grandezas, conviene que todos hablen de ellas en todas partes, «de modo que oyendo no oigan y viendo no vean» 70 . Si no se hubiesen predicado estas grandezas, el mundo no habría podido subsistir.

[4] Éstas son las tres palabras sublimes: Caulacáu, Saulasáu, Zeesar 71 . Caulacáu se refiere al que está arriba, a Adamante; Saulasáu al que está abajo, el mortal; Zeesar al que fluye hacia lo alto, el Jordán.

2.6. Himno, verso 6 (cuerno de Men). 2.6.1. Primera secuencia

Éste es precisamente —dicen— el hombre andrógino en el mundo 72 , a quien los ignorantes llaman Gerión de los tres cuerpos, puesto que Gerión significa «el que fluye de la tierra»; los griegos le llaman por lo común «celeste cuerno de Men», porque ha mezclado y amalgamado, unas con otras, todas las cosas 73 .

2.6.2. Segunda secuencia

Efectivamente: «Todas las cosas [5] fueron hechas a través de él y sin él nada se hizo. Lo que fue hecho es vida en él.» Ésta es —afirman— la vida que constituye la inefable raza de los hombres perfectos, que permaneció desconocida a las generaciones anteriores. La nada que se hizo sin él es el mundo que está separado, puesto que fue hecho sin él por el tercero y el cuarto 74 .

Siguen diciendo que esto se refiere al cáliz, la copa [6] de la que se sirve el rey para beber y adivinar, que fue hallada escondida entre las hermosas simientes de Benjamín 75 . Los griegos abren la boca en su delirio para decir lo mismo.

Trae agua, aporta vino, criado,
embriágame y amodórrame.
La copa me dice
lo que debo llegar a ser
hablándome en un silencio sin palabras
76 .

Esta copa de Anacreonte basta por sí sola a los [7] hombres que la comprenden, ya que expresa sin palabras un misterio inefable. Sin palabras es, en efecto, la copa de Anacreonte, que —según el mismo poeta— dice, con voz sin palabras, lo que debe llegar a ser, a saber, espiritual, no carnal, si escucha el misterio escondido en el silencio. Y a esto se refiere también el agua que en aquellas hermosas nupcias Jesús convirtió en vino. Tal es el grande y verdadero «principio de los milagros que hizo Jesús en Caná de Galilea, en el que manifestó» el reino de los cielos 77 .

[8] Este reino de los cielos —dicen— es el que se halla dentro de nosotros como un tesoro, como levadura escondida «en tres medidas de harina» 78 .

2.7. Himno, verso 7 (Adán)

[9] Éste es —dicen— el grande e inefable misterio de los samotracios, que sólo nosotros los iniciados podemos conocer. En efecto, en esos misterios los samotracios profesan claramente la tradición según la cual aquel Adán es el hombre primigenio. [10] En el templo de Samotracia se levantan dos estatuas de hombres desnudos, con ambas manos extendidas hacia el cielo y erecto el miembro viril al igual que la estatua de Hermes en Cilene. Dichas imágenes representan al hombre primigenio y al espiritualmente regenerado, en todo consubstancial con aquel hombre 79 , [11] A esto se refiere lo dicho por el Salvador: «Si no bebiereis mi sangre y no comiereis mi carne, no entraréis en el reino de los cielos.» Y también: «Aunque bebáis el cáliz que yo bebo, allí a donde yo voy no podéis entrar vosotros» 80 .

[12] Sabía de qué naturaleza era cada uno de sus discípulos, y también que cada uno de ellos era necesariamente llevado a su propia naturaleza. Así había elegido doce discípulos de entre las doce tribus, y a través de ellos hablaba a todas las razas. Por esto —dicen— ni todos escucharon la predicación de los doce discípulos, ni, habiéndola escuchado, fueron capaces de recibirla. Para ellos, lo que no es según la naturaleza es contra la misma 81 .

2.8. Himno, verso 8 (Coribante)

A este hombre, prosiguen, los [13] tracios de cabe el monte Hemón llaman Coribante, y de modo parecido lo designan los frigios, puesto que comienza a descender desde la cima (koryphḗs) y desde el cerebro sin figura y atraviesa todos los principados de las regiones inferiores; cómo y de qué manera desciende, no lo sabemos.

Aducen el texto siguiente: «Oímos su voz, pero no [14] vimos su aspecto.» En efecto, una vez ha adquirido extensión y figura, se oye su voz, pero nadie sabe cómo es la figura que desciende del carente de figura 82 . Se halla en la criatura hecha de barro, pero nadie lo conoce 83 .

Éste es —sostienen— «el Dios que mora en el diluvio», [15] según reza el Salterio y que hace sonar su voz y clama «desde la multitud de las aguas». La multitud de las aguas la interpretan como el desgarrador nacimiento de los mortales, desde el cual levanta la voz y grita al hombre sin figura: «Arranca de los leones a mi [16] unigénito.» A éste, según ellos, se aplica el pasaje: «Hijo mío eres, Israel, no temas; aunque atravieses ríos no te anegarás, aunque pases por el fuego no te quemarás.» Según su interpretación, los ríos son la substancia húmeda del nacimiento, el fuego es el impulso y el deseo de la generación: «Tú eres mío, no temas» 84 .

[17] Y sigue citando: «Si se olvidare una madre de sus hijos hasta el punto de no apiadarse de ellos y de no ofrecerles el pecho, entonces me olvidaré yo de vosotros»; esto, según él, dice Adamante a los hombres que le pertenecen: «Pero, aunque una mujer se olvide de ellos, yo no me olvidaré de vosotros; os llevo grabados en mis propias manos» 85 .

[18] Acerca de su ascensión, esto es, la regeneración que hace ser espiritual y no carnal, la Escritura dice, según él, lo siguiente: «Alzad vuestras puertas, arcontes, y elevaos, puertas eternas, y entrará el rey de la gloria.» Esto es una maravilla de maravillas. En efecto, el texto se pregunta: «¿Quién es este rey de la gloria?» «Un gusano y no un hombre, oprobio del hombre y desecho del pueblo.» «Éste es el rey de la gloria, el potente en combate» 86 .

[19] Por combate entiende el que tiene lugar en el cuerpo, puesto que el plasma ha sido modelado a partir de elementos hostiles, según está escrito —añade el gnóstico—: «Acuérdate del combate que tiene lugar en el cuerpo». Esta entrada —prosigue— y esta puerta vio Jacob cuando se dirigía a Mesopotamia, lo que significa su paso de la niñez a la juventud y edad madura, es decir, esto le fue dado a conocer al que se dirigía a Mesopotamia 87 . Mesopotamia —continúa— es la corriente [20] del gran Océano, que fluye de la mitad del hombre perfecto. Se maravilló de la puerta celeste y exclamó: «Qué terrible es este lugar; es verdaderamente la casa de Dios y la puerta del cielo.» Por esto —agrega—, dice Jesús: «Yo soy la puerta verdadera» 88 . Quien tal afirma [21] —añade— es el hombre perfecto, que ha recibido la figura de arriba, del carente de figura. Imposible, pues —prosigue—, que se salve el hombre perfecto, si no se regenera entrando a través de esa puerta 89 .

2.9. Himno, verso 9 (Papas)

A este mismo —dice— los frigios [22] llaman Papas, puesto que hizo cesar el movimiento de todas las cosas que antes de su manifestación se movían sin orden ni medida 90 . El nombre de Papas —agrega— se halla al mismo tiempo, en todas las cosas celestes, terrestres y subterráneas 91 , cuando dicen: haz cesar, haz cesar la discordancia del mundo y da «paz a los que se hallan lejos», es decir, a los hombres materiales y terrenos, y «paz a los que están cerca», es decir, a los perfectos, espirituales e inteligibles 92 .

2.10. Himno, verso 10 (cadáver)

A este mismo los frigios le llaman también cadáver, en cuanto que está sepultado en el cuerpo como en una tumba y en un [23] sepulcro 93 . A esto se refiere —añade— lo que fue dicho: «Sois sepulcros blanqueados, llenos por dentro de huesos muertos», porque no está en vosotros el hombre viviente. Y, además —prosigue—, «se levantarán los muertos de las tumbas», esto es, de sus cuerpos terrenos, regenerados espirituales, ya no [24] carnales 94 . Ésta es la resurrección —dice— que viene a través de la puerta de los cielos; los que no entran por ella —añade— permanecen todos muertos.

2.11. Himno, verso 10 (Dios)

Los mismos frigios —prosigue— llaman a éste Dios, a causa de (su) transmutación, puesto que deviene Dios cuando, resucitado de entre los muertos, entra en el [25] cielo a través de esta puerta. El apóstol Pablo —agrega— vio ya esta puerta y la entreabrió misteriosamente diciendo que había sido arrebatado por un ángel y transportado hasta el segundo y el tercer cielo en el Paraíso mismo, y que vio lo que vio y escuchó palabras inefables que no le es permitido al hombre pronunciar 95 .

Éstos son —dice— los misterios que todos denominan [26] inefables, «que también nosotros revelamos, no con los términos enseñados por la humana sabiduría, sino con los del espíritu, comparando las cosas espirituales con las espirituales. El hombre animal no es capaz de entender lo tocante al espíritu de Dios; para él, se trata de locura» 96 . Éstos son —dice— los indecibles misterios del espíritu, que sólo nosotros conocemos.

Acerca de ellos —prosigue— dijo el Salvador: «Nadie [27] puede venir a mí si no le impele mi Padre celestial.» De hecho —añade—, es muy difícil aceptar y recibir este grande e inefable misterio. Y dijo, además, el Salvador: «No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» 97 . Hay que [28] cumplir esa voluntad, no únicamente oírla, para entrar en el reino de los cielos. Y sigue citando: «Los publicanos y las prostitutas os precederán en el reino de los cielos», puesto que —explica— publicanos (telônai) son los que comprenden el fin (télos) de todas las cosas, y nosotros somos los publicanos «para quienes ha llegado el fin de los tiempos». Porque —explica— «fin» significa las simientes sembradas en el mundo por el carente de figura, a través de las cuales todo el mundo llega a su acabamiento 98 .

De hecho, por ellos comenzó también a existir. Y a [29] esto se refiere —agrega— lo que ha sido dicho: «Salió el sembrador a sembrar; parte de las semillas cayeron junto al camino y fueron pisoteadas, parte cayeron en terreno pedregoso y germinaron, pero por carecer de profundidad se secaron y murieron; parte cayeron en tierra apta y buena, y fructificaron unas a razón de cien otras de sesenta, otras de treinta. El que tenga oídos para escuchar —sigue citando— que escuche» 99 . El significado de esto, según él, es el siguiente: nadie ha llegado a ser oyente de estos misterios sino sólo los [30] perfectos gnósticos. Ésta es —agrega— la (tierra) apta y buena, acerca de la que dijo Moisés: «Os introduciré en una tierra apta y buena, en una tierra que mana leche y miel» 100 . Ahora bien —continúa—, la leche y la miel son las cosas cuya degustación hace a los perfectos libres de servitud y partícipes del Pleroma. El Pleroma —añade— es aquello por medio de lo cual todos los seres engendrados que llegan a la existencia reciben del ingénito el ser y la plenitud 101 .

2.12. Himno, verso 10 (estéril)

[31] Este mismo es llamado estéril por los frigios, puesto que es estéril cuando es carnal y ejecuta «el deseo de la carne». A esto —dice— se refiere lo que ha sido escrito: «Todo árbol que no produce buen fruto es cortado y arrojado al fuego.» Tales frutos —prosigue— son únicamente los racionales, los hombres vivientes, los que entran precisamente por la tercera puerta 102 .

[32] Añaden en efecto: «Si coméis cosas muertas y hacéis cosas vivas, ¿qué haríais si comierais cosas vivas?» 103 . Por cosas vivas quieren significar Logos, Intelectos y Hombres, que son las perlas 104 de aquel carente de figura, frutos arrojados a la criatura plasmada. A esto se refiere la expresión: «No arrojéis lo [33] santo a los perros ni las perlas a los cerdos» 105 . Y explican que la obra de los cerdos y de los perros es el comercio de la mujer con el hombre.

2.13. Himno, verso 11 (cabrero)

Los frigios —prosigue el gnóstico— [34] lo llaman también cabrero (aipólos), no porque apacentaba cabras y cabritos como creen los psíquicos, sino porque es «el que siempre gira» (aeipólos), es decir, el que siempre hace girar y volver y circular al mundo entero en su rotación. Girar, en efecto, significa revolver y transformar las cosas 106 .

Por esto, los dos centros del cielo son siempre llamados [35] polos. Y cita al poeta:

Por aquí circula un sabio y viejo hombre de mar,

el inmortal egipcio Proteo 107 .

No comercia —aclara—, sino que circula por allí, como si estuviese dando vueltas 108 . También las ciudades (póleis) que habitamos son así denominadas, porque damos vueltas y circulamos por ellas. De modo que los [36] frigios —prosigue— llaman cabrero al que siempre y en todas partes hace girar todas las cosas y las transforma de acuerdo con su propio ser.

2.14. Fructífero

También lo llaman los frigios —sigue diciendo— fructífero, porque «más numerosos son los hijos de la abandonada que los de la que conserva a su marido» 109 , esto es, muchos son los seres regenerados, inmortales y que duran eternamente, por más que sean pocos los nacidos; en cambio, los carnales son todos corruptibles, por más que engendrados en gran número.

[37] Por esto —añade— «Raquel lloraba por sus hijos y no quería consolarse mientras los lloraba; porque sabía que ya no existían» 110 . También Jeremías se lamentó por la Jerusalén inferior, no la ciudad de Fenicia, sino la corruptible generación de este mundo. Porque también Jeremías conocía al hombre perfecto, el regenerado «por el agua y el espíritu», el que no es [38] carnal 111 . Exclamaba, pues, Jeremías: «Hombre es, pero ¿quién le conocerá?» Así es de profundo y de difícil comprensión el conocimiento del hombre perfecto. Porque principio de la perfección —agrega— es el conocimiento del hombre, pero el conocimiento de Dios es perfección completa 112 .

2.15. Himno, verso 11 (espiga verde cosechada)

[39] Los frigios —además— le llaman «espiga verde cosechada», y con ellos los atenienses cuando celebran los ritos eleusinos y muestran a los iniciados el misterio grande, maravilloso y perfectísimo que allí se [40] debe contemplar en silencio: la espiga cosechada. Esta espiga es también para los atenienses el gran astro perfecto que viene del carente de figura, tal como el mismo hierofante —no castrado, como Atis, sino hecho eunuco por la cicuta y apartado de toda generación carnal— al cumplir en Eleusis, de noche, cabe una gran hoguera, los grandes e indecibles misterios, lo proclama a gritos: «Brimós, la señora, ha parido un niño sagrado, Brimós», es decir, la fuerte al fuerte.

«Señora» significa —explica— la generación espiritual, [41] la celestial, la de arriba; y «fuerte», el engendrado de esa manera. Se trata de un misterio denominado Eleusis y Anactoreo. Eleusis —prosigue—, porque los espirituales vamos hacia abajo descendiendo desde arriba, desde Adamante. En efecto —explica— la palabra eleúsesthai equivale a «venir». Y Anactoreo significa «subir hacia lo alto». Esto es lo que los devotos de Eleusis [42] llaman los grandes misterios. Y es de regla que el iniciado en los misterios pequeños se inicie luego en los grandes: «Muertes mejores reciben mejores recompensas» 113 .

Pequeños —prosigue— son los misterios de Perséfone [43] subterránea; acerca de los tales y sobre el camino que a ellos conduce —camino «ancho y espacioso» 114 que lleva los muertos a Perséfone—, canta también el poeta:

Debajo de ella hay un áspero sendero
torturado, fangoso; pero es el que mejor lleva

al bosque placentero de la gloriosísima Afrodita 115 .

Éstos son —dice el gnóstico— los pequeños misterios [44] de la generación carnal, y cuando los hombres han sido iniciados en ellos deben aguardar un poco antes de serlo en los grandes, en los celestiales, pues a los que allí corresponden «mejores destinos, reciben mejores recompensas» 116 . Porque ésta es —prosigue— la puerta del cielo, y ésta, la casa de Dios, donde habita el Dios bueno en soledad; en esa morada no entrará nadie que sea impuro, ni psíquico ni carnal, sino que queda reservada para los solos espirituales. Los que allí llegan han de arrojar los vestidos y convertirse todos en esposos, hechos varones a través del espíritu virginal 117 . [45] Porque ésa es la virgen preñada que concibe y pare un hijo, no psíquico ni corpóreo, sino un bienaventurado eón de eones 118 . Acerca de esto —añade— dijo claramente el Salvador que «angosto y fatigoso es el camino que conduce a la vida, y pocos son los que entran en él; ancho, en cambio, y espacioso el que conduce a la perdición, y muchos son los que lo recorren» 119 .

2.16. Himno, versos 12-13 (almendra)

Añaden los frigios que el [9 ] Padre del universo es una almendra; no el árbol —aclaran—, sino aquella almendra preexistente que, teniendo en sí el fruto perfecto, agitándose en su profundidad como el movimiento del pulso, desgarró su seno y engendró a su invisible, innominable e inefable Hijo, acerca del cual estamos discurriendo 120 .

La palabra «desgarrar», en efecto, significa romper [2] y seccionar, como se ve en el caso de los cuerpos, que están inflamados y presentan alguna callosidad: los médicos, al cortarlos, dicen que hacen desgarramientos 121 . De esta guisa —prosigue—, los frigios denominan almendra al preexistente, del que procedió y fue engendrado el invisible, «a través del cual fueron hechas todas las cosas y sin el cual nada se hizo» 122 .

2.17. Himno, verso 13 (flautista)

Los frigios llaman al así engendrado [3] «flautista», porque lo que ha nacido es un soplo armonioso: «pues Dios —argumenta— es espíritu; por esto, ni en esta montaña ni en Jerusalén adorarán los verdaderos [4] adoradores, sino en espíritu» 123 . Porque —dice— la adoración de los perfectos es espiritual, no carnal. Y el espíritu está allí donde el Padre es nombrado junto con el Hijo, el engendrado allí de este Padre 124 . Ese Hijo es el poseedor de muchos nombres, el que tiene mil ojos, el incomprensible, el ardientemente deseado de diversas maneras por toda la naturaleza.

[5] Ésta es —dice— la palabra de Dios, la revelación de la gran potencia. Por esto será sellada, escondida, oculta, depositada en la morada donde tiene su fundamento la raíz del todo 125 , de los eones, de las potencias, de los pensamientos, de dioses, ángeles, espíritus enviados, de las cosas que son y no son, de las engendradas y de las ingénitas, de las incomprensibles y comprensibles, de los años, meses, días y horas, del punto indivisible a partir del cual lo pequeño va creciendo gradualmente. El punto, explica, que no es nada ni proviene de nada, siendo indivisible se hace, por una concepción de sí mismo, una cierta magnitud incomprensible 126 . [6] Este punto significa el reino de los cielos, el grano de mostaza, el punto indivisible que se halla en el cuerpo, al cual nadie conoce sino sólo los espirituales. A esto —agrega— se refiere lo dicho: «No hay palabras ni conversaciones cuyas voces no puedan ser escuchadas» 127 .

2.18. Epílogo de la exégesis gnóstica

Así fantansean, interpretando [7] de acuerdo con su propio parecer lo dicho y hecho por todos los hombres y enseñando que todo adquiere un sentido espiritual. Por esto afirman que ni los actores de teatro hablan o actúan al margen de la providencia. Así, cuando el pueblo se congrega en el teatro y sale un actor disfrazado con un vestido llamativo, con una cítara y recitando, ocurre que al cantar habla de los grandes misterios sin saber lo que dice:

2.19. Himno de Atis

Ya raza de Crono, ya feliz retoño de Zeus [8]
o de la gran Rea,
salve, Atis, triste mensaje de Rea;
los asirios te llaman Adonis tres veces deseado,
Egipto entero, Osiris,
la sabiduría griega, celeste cuerno de Men,
los samotracios, venerable Adamante,
los hemonios, Coribante,
y los frigios, ora Papas, a veces cadáver o Dios,
o estéril, o cabrero, o espiga verde cosechada,
o te llaman el hombre, el flautista nacido
de la almendra fructífera.

El himno —dice— se refiere al multiforme Atis, a [9] quien cantan de este modo:

Cantaré a Atis, hijo de Rea,
no con retumbar de tambores,
ni con la flauta resonante de los curetes del Ida;
sino que rasguearé la lira al estilo de Febo.

¡Evoé! ¡Eván!, como Pan, como Baco,
como pastor de los astros resplandecientes.

3. Comentario del heresiólogo

[10] Con tales doctrinas, se asocian a los llamados misterios de la Gran Madre, convencidos de alcanzar una perfecta visión de la totalidad de ellos a través de los ritos que allí se ejecutan. Pues sus ritos propios no sobrepasan a los de aquellos misterios, excepto en el hecho de que ellos no están castrados; ahora bien, llevan [11] a cabo la misma actividad que los castrados. Insisten, pues, poniendo en el empeño toda crudeza y cuidado en proclamar su apartamiento de todo comercio sexual con mujeres, como si fueran castrados. Todas las demás actividades —según hemos reseñado prolijamente— las ejecutan como los castrados 128 .

c) SEGUNDA PARTE DE LA RECENSIÓN DE LOS NAASENOS

Veneran nada menos que a la serpiente, por lo que [12] son llamados naasenos. Pues naas significa serpiente. De ahí —añade— que todos los templos bajo el cielo reciban el nombre de naós, de naas. Y en honor de este solo naas se establece todo templo, iniciación y misterio, de modo que no es posible hallar bajo el cielo un solo rito de iniciación que no tenga lugar en un templo, y en él está el naas, de donde le viene precisamente el nombre de templo.

[13] Enseñan que la serpiente es la substancia húmeda, como opinaba Tales de Mileto 129 , y que nada de lo que existe, inmortal o mortal, animado o inanimado, puede subsistir fuera de la serpiente. Todas las cosas le están [14] sometidas, es buena, contiene en sí misma la bondad de todas las demás cosas como en el cuerno del unicornio 130 , y otorga la belleza a todos los seres de acuerdo con su propia naturaleza y su peculiaridad, como si anduviese a través de todas las cosas, «como surgiendo del Edén y dividiéndose en cuatro principios» 131 .

Edén es el cerebro —dicen—, por cuanto está construido [15] y trabado dentro de las membranas circundantes, que son como los cielos. Afirman que el Paraíso es el hombre, pero sólo la parte de la cabeza.

Ahora bien, este río que fluye del Edén, es decir, del cerebro, «se divide en cuatro principios» 132 . El nombre del primero es Fisón; éste es el que circunda toda la tierra de Eilat, donde hay oro; un buen oro es el de aquella tierra. Allí se da también el carbunclo y la piedra verde. Ésta es el ojo que, por el honor que le [16] es debido y sus colores, da testimonio de lo dicho.

El nombre del segundo río es Geón. Éste circunda toda la tierra de Etiopía. Éste es el oído, una cosa laberíntica.

El nombre del tercero es Tigris, el que discurre frente a Asiria. Éste es el olfato, pues tiene una corriente [17] poderosa. Y discurre frente a Asiria, pues tras expeler el aire en la respiración, resulta que, inspirando el aire, aspira 133 un pneuma más rápido y más fuerte. Tal es —dicen— la naturaleza de la respiración.

[18] El cuarto río es el Eufrates. Afirman que éste es la boca, a través de la cual se realiza la salida de la oración y la entrada del alimento que alegra 134 , nutre y da figura al hombre perfecto y espiritual.

Ésta es —dicen— el agua que está encima del firmamento, acerca de la cual dijo el Salvador: «Si supieras quién es el que te pregunta tú le pedirías a él, y te daría a beber agua viva» 135 .

[19] A este agua acude toda naturaleza y de ella escoge sus propias substancias, y para cada naturaleza sale de este agua lo propio, más que el hierro es atraído por la piedra magnética, o el oro por la espina de la raya o la paja por el ámbar.

[20] Si hay —añade— un ciego de nacimiento que no ha visto «la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo» 136 , por medio de nosotros recobrará la vista y verá cómo, en un Paraíso lleno de plantas y toda clase de simientes, el agua discurre a través de todas las plantas y simientes; y observará cómo de una sola e idéntica agua seleccionan y absorben el olivo su aceite, la viña su vino, y así las demás plantas según su especie.

[21] Tal hombre carece de honor en el mundo, pero está colmado de honores <en el cielo. Aquí está> 137 con los que no lo conocieron y con los que no lo conocen, algo así como gota que rezuma de una vasija 138 .

Nosotros somos —afirma— los espirituales, los elegidos por mediación del agua viva del Eufrates que discurre por medio de Babilonia, los que avanzamos hacia lo que nos es propio entrando por la verdadera puerta, que es Jesús el bienaventurado. Y entre todos [22] los hombres nosotros somos los únicos cristianos 139 . Junto a la tercera puerta, nosotros llevamos a su perfección los misterios, y allí somos ungidos con un crisma inenarrable tomado de un cuerno, como ocurrió con David, y tomado de una vasija de barro, como pasó con Saúl, el que convivió con el malvado demonio de la concupiscencia carnal.

d) SALMO DEL ALMA

Lo que antecede no es más que un breve ejemplo [10 ] de lo mucho que tenemos delante, pues son innumerables sus escritos, a cual más necio, vacío y demencial.

Pero, a fin de que podamos hacernos cargo de su desconocida gnosis, dentro de lo posible, nos pareció conveniente añadir todavía algo. Compusieron el salmo que aquí reproduzco, en el que, según ellos, se contienen todos los misterios de su error:

Ley original del Universo fue el Intelecto primogénito ;
en segundo lugar fue el caos que fluyó del primogénito 140 ;
en tercero, el alma recibió una ley en la aflicción 141 ,
por lo que se revistió de una débil figura 142
y sufre dominada por la meditación de la muerte.
A veces se enseñorea de sí misma y contempla la luz,
a veces, precipitada en la desgracia, llora
143 .
[ora es llorada y se consuela,
ora llora y es juzgada, ora es juzgada y muere
] 144 .
Ora no halla
camino para escapar de sus males, infeliz,
y sus errores la llevan al laberinto.

Entonces dice Jesús: mira Padre,
cómo busca el mal sobre la tierra
y se aparta de tu soplo.

Intenta escapar del amargo caos
y no sabe cómo atravesarlo.

Por esto, Padre, envíame.
Descenderé en posesión de los sellos,
pasaré a través de todos los eones
145 ,
revelaré todos los misterios,
mostraré las formas de los dioses
146 ,
y lo escondido del santo camino
anunciaré, revelando qué es la gnosis.

[11 ] Esto es lo que sostienen los naasenos, denominándose a sí mismos gnósticos.

Transición

Pero, como el error tiene muchas cabezas y es polifacético como aquella famosa hidra, arremeteremos contra una de sus cabezas con la refutación, y utilizando la vara de la verdad, destruiremos toda la fiera. Por lo demás, el resto de las herejías no difiere mucho de la anterior, pues se inspiran en un mismo espíritu de error. Ahora bien, como al asumir las palabras y los nombres de la serpiente significaron que tenía muchas cabezas, nos adaptaremos a su criterio en nuestro tratamiento.

C) LOS PERATAS

Primera descripción del sistema

Hay otra herejía, la de los peratas [12 ] 147 , cuyas blasfemias contra Cristo han permanecido ocultas durante muchos años, pero ahora nos ha parecido oportuno poner al descubierto sus indecibles misterios 148 .

Dicen que el mundo es uno, aunque dividido en tres partes 149 . La primera parte de esta triple división es [2] una especie de principio, como una gran fuente que puede ser dividida hasta el infinito por la razón —siendo la tríada, según ellos, la primera y más importante de tales divisiones— y es llamado perfecto bien y grandeza paterna 150 .

La segunda parte de la misma división es como una infinita multitud de potencias provenientes unas de otras. La tercera parte es lo separado 151 .

[3] Lo primero es ingénito, esto es, bueno; lo segundo es el autogénito 152 , también bueno; lo tercero es lo engendrado. De ahí que hablan claramente de tres dioses, tres logos, tres intelectos, tres hombres. Pues a cada parte del mundo, diferenciada por la división, le atribuyen sus propios dioses, logos, intelectos, hombres y todo lo demás 153 .

De lo alto, del ser ingénito —primera división del [4] mundo cuando éste hubo ya llegado a su acabamiento— descendió, por razones que acto seguido expondremos, en los tiempos de Herodes, un hombre de triple naturaleza, triple cuerpo y triple potencia, y su nombre era Cristo. Poseía todos los compuestos y todas las potencias de las tres partes del mundo 154 .

[5] Esto es lo que significa el pasaje «toda la plenitud se ha complacido en habitar corporalmente en él y en él se halla toda la divinidad» 155 de la tríada dividida tal como hemos dicho. Pues dicen que las simientes de toda clase de potencias fueron traídas a este mundo en que habitamos desde los dos mundos superiores, el [6] ingénito y el autogénito. Luego nos referiremos al modo de su descenso.

Así pues, Cristo descendió —dicen— de lo alto, del ser ingénito, para salvar por medio de su descenso a todos los seres divididos en tres partes. Pues todas las cosas traídas de lo alto hasta este mundo volverán a ascender por medio de él, mientras que los seres que maquinen contra lo traído de lo alto son abandonados y [7] rechazados tras ser castigados 156 . Esto es lo que significa el pasaje «no vino el Hijo del hombre al mundo para destruirlo, sino para que éste se salve por medio de aquél» 157 . El texto llama mundo a las dos partes superiores, el ingénito y el autogénito. El pasaje que reza: «A fin de que no seamos juzgados con el mundo» 158 , se refiere a la tercera parte del mundo, el separado. Pues la tercera parte debe perecer, la que llaman mundo, mientras las dos superiores se libran de la corrupción.

Referencia a la astrología

Veamos ahora, en primer lugar, [13 ] cómo toman esa doctrina de los astrólogos y ofenden con ello a Cristo, corrompiendo a los que les siguen en este error.

En efecto, los astrólogos, aun llamando uno al mundo, lo dividen del siguiente modo: primero las doce partes fijas del Zodíaco: a este mundo del Zodíaco le denominan un mundo fijo; el segundo dicen que es el de los astros errantes, y es un mundo que existe en potencia, posición y número; <el tercero es el separado,> 159 que se extiende hasta la Luna. Dicen que [2] cada mundo toma de otro mundo cierta virtud y participación, del mismo modo que los seres subyacentes participan de los superiores. En orden a la claridad de la exposición, me expresaré en parte en los mismos términos que los astrólogos, recordando a los lectores lo ya explicado en el lugar donde he expuesto el conjunto del arte astrológico. Sus doctrinas son las siguientes. [3] El destino de los seres inferiores viene determinado por el flujo proveniente de los astros. Los caldeos observaron el cielo con gran insistencia y afirmaron que los siete planetas tenían la función de causas activas respecto de todas las cosas que sucedían en el mundo inferior, mientras las estrellas fijas eran [4] simplemente colaboradoras. Entonces dividen el Zodíaco en doce partes. Cada signo viene subdividido en treinta zonas y cada una de éstas en sesenta grados, pues así [5] designan a la parte más pequeña e indivisible. En el Zodíaco distinguen signos masculinos y femeninos, dobles y sencillos, circunferentes y fijos. Los signos son masculinos o femeninos según que posean naturaleza concurrente en orden al nacimiento de machos o de [6] hembras. Aries es un signo masculino, Tauro es femenino, y así por el estilo, unos son masculinos y otros femeninos. Los pitagóricos, a mi modo de ver, partieron de estos presupuestos para afirmar que la mónada es macho, la díada hembra y la tríada otra vez macho, y así sucesivamente para los demás números pares e [7] impares. Algunos subdividen todavía cada signo en doce partes, y adoptan luego un procedimiento parecido al de los pitagóricos; por ejemplo, respecto a Aries, llaman a su primera doceava parte Aries, y es macho, a su segunda doceava parte Tauro, y es hembra, la tercera Géminis, macho, y así sucesivamente para las demás [8] partes. Dicen que son signos dobles Géminis y su opuesto Sagitario, Virgo y su opuesto Piscis. Los demás no lo son. Existen los signos [circunferentes o estacionales,] en los cuales el sol cambia y hace las estaciones de su órbita; tales son Aries y su opuesto Libra, luego [9] Capricornio y Cáncer. Pues en Aries comienza la primavera, en Capricornio el invierno, en Cáncer el verano, en Libra el otoño.

Esta materia, con sus respectivos comentarios, la hemos explicado detalladamente en el libro precedente, al que remitimos al atento lector 160 .

Allí hemos expuesto cómo los corifeos de la herejía perática, Eufrates el Perata y Celbes de Caristios, adoptaron tales doctrinas cambiándoles tan sólo el nombre, pero sosteniendo los mismos puntos de vista y aún añadiendo abundantes elementos al arte astrológico.

Los astrólogos establecen regiones fronterizas de los [10] astros, en las cuales giran, según ellos, los principales astros, de modo que a veces producen males y, a veces, bienes; por ello a unos los llaman maléficos y a otros benéficos. Se dice que se contemplan unos a otros y concuerdan entre sí, según aparezcan situados en triángulo o en rectángulo. La figura de los astros que [11] se contemplan unos a otros dicen que es el triángulo, pues sus intervalos están entre tres signos del Zodíaco; cuando la figura es el rectángulo, el astro se pone. En el hombre los miembros inferiores padecen con la cabeza y la cabeza con los miembros inferiores; de la misma manera los seres terrenales están bajo los efectos de los supralunares. Ahora bien, la diferencia y la independencia de estos seres estriba en el hecho de que no coinciden en una sola e idéntica unión.

Este sistema, con su clasificación de astros, es de [12] origen caldeo y se lo apropiaron los ya mencionados adalides, diciendo falsedades en nombre de la verdad, y anunciando como palabras de Cristo la posición de los eones y la defección de las potencias benéficas hacia las maléficas y la alianza de las buenas con las malas, designándolos toparcas y alcaides. E inventan multitud de nombres para cosas que no existen, discurriendo con suma impericia y fantaseando en torno al arte de los astrólogos acerca de las estrellas. Puesto que han introducido una teoría absolutamente errónea, deben ser refutados con nuestra diligencia. Voy a comparar algunos [13] puntos del sistema de los peratas con el arte astrológico caldaico tal como lo he descrito. Esto permitirá a los críticos darse cuenta de cómo las doctrinas peráticas son idénticas a las de los astrólogos, no a las de Cristo.

Fragmento de un tratado perático

[14 ] Así pues, parece conveniente citar uno de los libros que gozan de autoridad entre ellos. En él se lee lo siguiente: «Yo soy la voz del despertar en el tiempo de la noche. Ahora me dispongo a desvelar la potencia que viene del caos 161 .

»La potencia de la abismal tiniebla, la que sostiene el limo del incorruptible y húmedo vacío; la entera potencia de la convulsión, de color acuoso, siempre agitada, que porta las cosas que permanecen, que afianza las inestables, que desliga las que han de venir, que aligera las que permanecen, que purifica las que crecen; fiel administradora del camino de los vientos, que goza de las aguas que fluyen de los doce ojos de la Ley, que encierra en su sello a la potencia que junto con ella administra las aguas invisibles de la superficie; [2] la llamada Mar. A esta potencia la ignorancia la llamó Crono, aprisionado en cadenas, ya que reunió en un solo haz los intrincados caminos del denso, nebuloso, oscuro, tenebroso tártaro. A imagen de aquella potencia llegaron a ser Cefeo, Prometeo, Jápeto.

[3] »La potencia a quien ha sido confiado el Mar es andrógina. Ella diluye el soplo que asciende de las doce bocas y lo adapta a las doce flautas, pues es ligera, y purifica el violento empuje afianzador y sella la ruta de sus estrechos senderos, en orden a no luchar ni cambiar <nada. Su> hija vaporosa es la fiel guardiana de toda clase de aguas; su nombre es Corzar. La ignorancia la llamó Poseidón. A imagen de éste nacieron Glauco, Melicertes, Ino y Nebroe.

[4] »Al que ha hecho esférica la pirámide dodecagonal y oscurece la puerta de acceso a la pirámide con múltiples colores, llenándola de una tonalidad ennochecida, a éste la ignorancia lo llamó Core, y tiene cinco a su servicio: el primero es U, el segundo Aoé, el tercero Uo, el cuarto Uoab, el quinto*** fieles administradores de su magistratura del día y de la noche, que reposan en su propio poder. A éstos la ignorancia los llamó [5] planetas, y de ellos depende la generación corruptible.

»El administrador del viento del Este es Carfacasemeoquir, y también Ecabácara. La ignorancia los llamó Curetes. El tercer arconte de los vientos es Ariel, a su imagen se hicieron Éolo y Briareo. Y el arconte [6] de las doce horas de la noche es Soclán; la ignorancia le llamó Osiris. A su imagen se hicieron Admeto, Medea, Helen, Etusa. El arconte de las doce horas del día es Eunó. Éste es el administrador de la ascensión de la primera bóveda y del éter; la ignorancia lo llamó Isis. Su signo es la constelación del Perro. A su imagen se [7] hicieron Ptolomeo, hijo de Arsínoe, Dídima, Cleopatra, Olimpia.

»Hay una potencia a la derecha de Dios, a la que los ignorantes llaman Rea. A su imagen se hicieron Atis, Migdón, Inone. La potencia que está a la izquierda domina sobre los alimentos; la ignorancia la llamó Deméter, pero su nombre es Bena. A su imagen se hicieron Queleo, Triptólemo, Misir, Apraxía. La potencia [8] de la derecha domina sobre los frutos; la ignorancia la llamó Men. A su imagen se hicieron Bumegas, Ostanes, Hermes Trismegisto, Curites, Petosiris, Zodarion, Beroso, Astrámpsujo, Zoroastro.

»La potencia de la izquierda es la del fuego; la ignorancia la llamó Hefesto. A su imagen se hicieron Erictonio, Aquiles, Cataneo, Flegón, Meleagro, […] Célados, Rafael, Suriel, Ónfale. Hay tres potencias suspendidas [9] en medio del aire, que son las causas de la generación; la ignorancia las llamó Moiras. A su imagen se hicieron la casa de Príamo y la de Layo, Inó, Autónoa y Ágave, Atamante, Procne, Danaides, Pelíada.

[10] »Hay una potencia andrógina, siempre niña, inmarcesible, causa de la belleza, del placer, del florecimiento, del deseo, de la concupiscencia; la ignorancia la llamó Eros. A su imagen se hicieron Paris, Narciso, Ganimedes, Endimión, Titano, Ícaro, Leda, Amimona, Tetis, Hespérides, Jasión, Leandro, Hero. Éstos son Los alcaides hasta el éter. » Y es así como se titula el libro.

[15 ] A cualquiera le resultará evidente que la herejía de los peratas viene de los astrólogos, con meras adaptaciones de palabras. Lo mismo es válido para sus otros libros, como verá el que se le antoje recorrerlos todos.

Continuación de la primera descripción del sistema

[2] Tal como dije, sostienen que la causa de la generación de todos los seres engendrados son los entes ingénitos y los superiores, y que nuestro mundo procedió como un flujo 162 . Le llamaron mundo separado. Y todos estos astros que son visibles en el cielo son en conjunto las causas de la generación de este mundo. Los peratas se limitan a cambiarles los nombres, como comprobará el estudioso si se fija en el nombre de «alcaide».

[3] En segundo lugar dicen que, de la misma manera que el mundo se origina del flujo proveniente de lo alto, así también las cosas inferiores tienen su origen y corrupción y son gobernados por el flujo procedente de los astros.

[4] Los astrólogos conocen el horóscopo y el cenit, la puesta y el nadir, y también que, cuando estos astros se mueven cada uno a su modo por la perpetua revolución del universo, son diversas sus declinaciones respecto al polo y sus aproximaciones a los polos. De modo parecido los peratas, alegorizando sobre el sistema de los astrólogos, describen al polo como Dios, mónada y señor de toda la creación 163 , y a la declinación como lo de izquierda, mientras la aproximación es lo de derecha. Así pues, cuando alguien leyendo sus [5] libros encuentre lo que ellos denominan derecha e izquierda, que lo proyecte sobre el polo, la declinación y la aproximación, y se dará cuenta de que toda su doctrina es una mera enseñanza astrológica.

Se denominan a sí mismos peratas. Opinan que ninguna [16 ] de las cosas establecidas en el devenir puede escapar al destino que la generación ha determinado para lo que tiene un origen. Pues «todo lo engendrado perece por completo», como enseña la Sibila 164 . Solamente nosotros —dice—, los que hemos conocido la necesidad del devenir y los caminos por los que entró el hombre en el mundo, podemos, nosotros únicamente, cuidadosamente enseñados, atravesar y rebasar la corrupción 165 .

La corrupción —continúan— es el agua, ya que nada [2] corrompe tan rápidamente al mundo como el agua. Ahora bien, el agua es el elemento que circunda a los alcaides, al que llaman Crono. Pues es una potencia color de agua, y de esta potencia, es decir, de Crono, nadie de los establecidos en el devenir puede escapar. Pues Crono es la causa predeterminante de que todo [3] devenir quede sujeto a la corrupción; no hay devenir sin interferencia de Crono. A esto se refiere el poeta recordando que hasta los dioses temieron:

Sean testigos la tierra, y allá arriba el anchuroso cielo
y el agua de la Estigia que fluye hacia las profundidades, juramento supremo
y el más terrible para los bienaventurados dioses
166 .

[4] No sólo los poetas han hablado de este tema; también los más sabios de entre los griegos. Heráclito, uno de ellos, dice: «Muerte es para las almas resolverse en agua» 167 . Tal es la muerte que sumió a los egipcios en [5] el Mar Rojo con todos sus carros 168 . De acuerdo con la exégesis de los peratas, los egipcios significan los carentes de conocimiento; la salida de Egipto representa el abandono del cuerpo —Egipto denota de algún modo el cuerpo; atravesar el Mar Rojo significa atravesar el agua de la corrupción— que es Crono; alcanzar la otra orilla del Mar Rojo significa rebasar el devenir; llegar al desierto, hallarse ya fuera del devenir, en el lugar donde se encuentran juntos todos los dioses de la perdición y el Dios de la Salvación 169 .

[6] Los dioses de la perdición son —afirman— los astros, que acarrean a los seres engendrados la necesidad del devenir cambiante. A tales dioses llamó Moisés «serpientes del desierto» 170 , que muerden y destruyen a los que confiaron en haber atravesado ya el Mar Rojo.

[7] Ahora bien, a los hijos de Israel que habían sido mordidos en el desierto, mostró Moisés la verdadera serpiente, la perfecta; todos los que creyeron en ella no fueron mordidos en el desierto, es decir, no cayeron bajo el dominio de las potencias. Pues nadie tiene poder para salvar y liberar a los que salieron de Egipto —es decir, del cuerpo y de este mundo—, si no es la serpiente perfecta, plenitud de plenitudes. El que espera [8] en esa serpiente no será destruido por la serpiente del desierto, es decir, por los dioses del devenir; esto está escrito en el libro de Moisés. Esta serpiente es la potencia que acompañaba a Moisés, la vara que se convirtió en serpiente. Ahora bien, las serpientes de los magos se opusieron en Egipto a la potencia de Moisés; tales serpientes eran los dioses de la perdición. Pero la vara de Moisés los sometió y los destruyó a todos 171 .

La serpiente universal —prosigue—, es precisamente el sabio oráculo de Eva.

Éste es el misterio del Edén; éste es el río que fluye [9] del Paraíso; éste es el signo con el que fue marcado Caín, de modo que todo el que lo halle no lo mate. Caín es aquel cuya ofrenda no fue aceptada por el Dios de este mundo, quien, en cambio, recibió el sangriento sacrificio de Abel; pues el dueño de este mundo se deleita en la sangre 172 .

Esta serpiente es la que en los últimos días, en [10] tiempo de Herodes, ha aparecido bajo forma de hombre, hecho imagen de José, que fue vendido por sus propios hermanos; su vestidura era la única polícroma 173 .

También es a imagen de Esaú, cuya vestidura fue bendecida aun estando él ausente, y que no recibió la cegata bendición, antes bien se enriqueció fuera de casa sin tomar nada que proviniera del ciego; Jacob vio su rostro «como ve un hombre la faz de Dios» 174 .

[11] Acerca de éste está escrito: «como Nemrod, poderoso lebrel ante el Señor» 175 .

Pero tiene muchos imitadores —siguen diciendo—, como, por ejemplo, las que aparecieron a los hijos de Israel en el desierto y les mordieron; pero aquella perfecta serpiente levantada por Moisés liberó a los que habían sido mordidos; citan al respecto el siguiente pasaje: «Como Moisés alzó a la serpiente en el desierto, [12] así conviene sea alzado el Hijo del Hombre» 176 . La serpiente de bronce que levantó Moisés en el desierto es una imagen de ese Hijo del Hombre.

Sólo él tiene su imagen resplandeciendo por siempre en el cielo.
Él es el gran principio, objeto de la Escritura.

Acerca de él se ha dicho: «En el Principio estaba el Logos, y el Logos estaba junto a Dios, y el Logos era Dios; éste estaba en el Principio junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de él, y sin él ninguna [13] cosa se hizo. Lo que devino en él es vida» 177 . Pues en él —explica— devino Eva, y Eva es vida, puesto que ésta es, precisamente, «la madre de todos los vivientes» 178 , la naturaleza común, a saber, la de los dioses y los ángeles, la de los inmortales y los mortales, la de los irracionales y los racionales; pues cuando dijo «de todos» quiso significar «de todos» 179 .

[14] Y si alguien posee «ojos bienaventurados» 180 , cuando levante la mirada hacia el cielo verá la bella imagen de la serpiente que está en el gran principio del cielo, convertida en principio de todo movimiento para todos los seres engendrados, y sabrá también que fuera de él nada subsiste, ni los seres celestiales, ni los terrenos ni los infernales, y que ni la noche ni la luna, ni frutos o generación, ni riqueza o peregrinaje, ni ninguno de los seres existe sin que ella lo indique.

Sobre él se halla «el gran signo» que se hace visible [15] en el cielo para los que son capaces de ver. Pues en torno a su cúspide, es decir, a su cabeza —esto es lo más increíble para los que no ven— se mezclan entre sí Poniente y Oriente. Acerca de esto habla la ignorancia: en el cielo «el Dragón serpentea, gran maravilla, terrible visión» 181 . A ambos lados se hallan la corona [16] y la lira, y encima de su cabeza es visible un hombre digno de compasión, el Arrodillado,

que sostiene la punta del pie derecho del retorcido Dragón 182 .

En torno a las espaldas del Arrodillado se halla una serpiente imperfecta constreñida con ambas manos por el Portador de Serpientes e impedida de rozar la Corona que se halla junto a la perfecta serpiente 183 .

Segunda descripción del sistema

[17 ] Tal es la variadísima sabiduría de la secta de los peratas, cuya completa descripción sería en extremo dificultosa debido a la tortuosidad de su evidente raíz astrológica. Dentro de lo posible hemos resumido lo esencial de su doctrina. Pero para completar su enseñanza procederemos a añadir algo todavía.

Según ellos, el universo consiste en Padre, Hijo y materia. Cada uno de estos tres encierra en sí mismo [2] infinitas potencialidades. En medio de la materia y del Padre tiene su sede el Hijo, el Logos, la serpiente en perpetuo movimiento cabe el Padre inmóvil, la cual mueve la materia. El Hijo ora se vuelve hacia el Padre y recibe las potencias en su propia persona, ora asume las potencias y se vuelve hacia la materia, y ésta, de por sí carente de cualidad y figura, recibe del Hijo la configuración de las formas, formas con las que el Hijo había sido previamente configurado por el Padre.

[3] Pues el Hijo recibe su figura del Padre de modo indecible, inexpresable e inalterable —de la misma manera que, según la narración de Moisés, en el abrevadero los colores fluyeron de las varas y listaron el ganado que allí fue concebido 184 .

A su vez, las potencias han fluido del Hijo hacia la [4] materia, a semejanza de la lubricidad de la potencia que fluyó de las varas y recayó sobre el ganado que allí quedó preñado. La diferencia de los colores y la desemejanza que fluyó de las varas y pasó al ganado por medio del agua, significa —de acuerdo con su interpretación— la diferencia entre la generación corruptible y la incorruptible.

Mejor todavía: Puede compararse con un pintor que [5] sin quitar nada de los seres vivientes para trasladarlo a su cuadro, transporta a la pintura todas sus formas. De la misma manera, el Hijo, gracias a la potencia que reside en él, transporta desde el Padre hasta la materia las formas paternas; ahora bien, en este mundo todo lo paterno carece de realidad.

Pues si alguno de los de este mundo —advierten— [6] tiene suficiente fuerza para comprender que existe una forma paterna procedente de lo alto e introducida en un cuerpo en este mundo, ese tal aparece blanco —para expresarlo en términos de la lubricidad que viene de la vara—, completamente consubstancial con el Padre que está en los cielos, y accede al lugar superior.

Pero si resulta que no reconoce esta doctrina ni la necesidad del devenir, como un aborto engendrado en la obscuridad perecerá en la noche.

Así pues —prosiguen—, cuando el Señor dice: «vuestro [7] Padre que está en los cielos» 185 , se refiere a aquel de quien el Hijo asumió las formas para introducirlas en este mundo. Cuando dice: «vuestro padre desde el principio es homicida» 186 se refiere al arconte y demiurgo de la materia, el cual recogió las formas suministradas por el Hijo y engendró las cosas de este mundo; desde el principio es homicida. Su obra opera la corrupción y la muerte.

[8] Así pues —prosigue—, nadie puede salvarse ni ascender a no ser por medio del Hijo, que es la serpiente. De la misma manera como trajo de lo alto las formas paternas, así recoge de este mundo y lleva hacia lo alto a los que han despertado y se han transformado en formas paternas, arrancándolos de lo carente de substancia para trasladarlos al lugar superior hechos substanciales.

[9] A esto se refiere el pasaje: «Yo soy la puerta», pues traslada [a los que han sabido mantener los ojos abiertos] 187 . Y lo comparan también con la nafta que atrae hacia sí el fuego de todas partes. Y mejor todavía, lo comparan con la piedra magnética o de Heraclea, que [10] atrae el hierro y nada más, o la espina de raya, que atrae el oro y ningún otro metal. Y prosiguen: como la paja es atraída por el ámbar 188 , así es atraída otra vez fuera del mundo por la serpiente la raza que ha alcanzado su modelo ideal 189 , la perfecta, la consubstancial, mientras que de lo demás no atrae nada, de acuerdo con el que lo envió al mundo inferior.

[11] A mayor abundamiento aducen como prueba la anatomía del cerebro, argumentando que el encéfalo es imagen del Padre debido a su inmovilidad, mientras el cerebelo es imagen del Hijo a causa de su movimiento [12] y de su parecido con una serpiente. Y dicen que el cerebelo absorbe inefable e inexplicablemente a través de la glándula pineal la substancia espiritual y engendradora que fluye de la bóveda craneal; el cerebelo la recibe al igual que el Hijo, quien introduce en la materia las formas, y lo comparan con la médula de la espina dorsal, a través de la cual fluyen las simientes y las razas de los que nacen según la carne. Por medio [13] de esta comparación creen introducir elegantemente sus inefables misterios, transmitidos de modo inexplicable. Acerca de ellos no sería prudente seguir hablando, aunque a muchos les bastará para conocerlos con lo que llevamos dicho.

Creo que la herejía perática ha sido expuesta con [18 ] toda claridad y puesta de manifiesto en diversos aspectos. Siempre se oculta, se compone de elementos variados y esconde su propio veneno. De todos modos creo que no hace falta añadir nada más, y que con lo dicho basta para refutar sus doctrinas.

D) LOS SETIANOS

Los tres principios

Veamos lo que enseñan los setianos. [19 ]

Según ellos, existen tres principios del universo distintamente circunscritos y cada uno de ellos posee infinitas potencias 190 ; a continuación explico al lector lo que quieren significar por «potencias».

Todo lo que conoces porque lo has pensado o lo omites porque no lo has pensado 191 , esto precisamente es lo que puede ser cada uno de los principios, al igual que sucede en el alma humana con cada una de las [2] artes que aprende. Por ejemplo, este muchacho será flautista si frecuenta un flautista, o geómetra si frecuenta un geómetra, e igualmente un gramático o un arquitecto y, en general, ocurre con todas las demás técnicas que el que a ellas se aproxima las poseerá del mismo modo.

Pues bien —dicen—, las substancias de los principios son luz y tinieblas; en medio de éstas hay un espíritu puro 192 .

[3] El espíritu establecido en medio de las tinieblas, que están abajo, y de la luz, arriba, no es un espíritu como un soplo de aire o un vientecillo ligero que se puede sentir, sino que es como el perfume de la mirra 193 o de un incienso preparado con mezcla, potencia ligera que se expande con una fragancia inconcebible, superior a lo que puede expresarse con palabras 194 .

El descenso de la luz

Puesto que arriba está la luz [4] y abajo las tinieblas, y en medio de ellos, del modo que dejo descrito, el espíritu, la luz vino a brillar por su misma naturaleza 195 desde lo alto, como un rayo de sol sobre la tiniebla subyacente, y la fragancia del espíritu, que ocupa el lugar intermedio, se extiende y es llevada por todas partes, tal como hemos visto que sucede con el incienso que echamos al fuego, cuya fragancia se extiende por doquier. Tal es la potencia de las substancias que [5] hemos dividido en tres; entonces, la potencia del espíritu y de la luz está simultáneamente en las tinieblas establecidas debajo de ellos.

Pero las tinieblas son un agua terrible, a la que fue atraída la luz junto con el espíritu, siendo introducidos [6] en aquella naturaleza. La tiniebla no carece de entendimiento, antes bien es muy inteligente, y sabe que si la luz es sacada de las tinieblas, quedará ella solitaria, sin brillo, sin resplandor, impotente, ineficaz, débil. Por lo cual, con toda astucia e inteligencia fuerza a permanecer consigo al resplandor y a la centella de luz que está con la fragancia del espíritu 196 .

[7] Se puede ver una imagen natural de esto en el rostro del hombre: la pupila del ojo, oscura debido a los humores subyacentes, pero iluminada por el pneuma. Así como la tiniebla se esfuerza por poseer el resplandor, para someter a la centella y gozar de la vista, así también la luz y el espíritu luchan por poseer su propia potencia. Y se preocupan por apartarse y recuperar cabe sí mismos sus potencias, que se habían mezclado con el agua tenebrosa y terrible.

Cosmogonía

[8] Todas las potencias de los tres principios, ilimitadamente infinitas 197 en número, son, cada una de acuerdo con su propia substancia, inteligentes e inteligibles. En multitud innumerable son inteligentes e inteligibles, y cuando permanecen en sí mismas gozan todas [9] de tranquilidad. Pero si una potencia se aproxima a otra, la desemejanza del contacto opera cierto movimiento y una energía que se forma a causa del movimiento originado por el choque de las potencias que convergen 198 . Pues el choque de las potencias es como [10] la marca de un sello [resultante del impacto que reproduce para el que sella las substancias allí representadas]. Puesto que las potencias de los tres principios son innumerables y entre las infinitas potencias se producen infinitos choques, necesariamente se hacen imágenes de infinitos sellos. Esas imágenes son las formas de los diferentes seres vivos.

Ahora bien, del primer gran choque de los tres [11] principios procedió una gran forma de sello, la del cielo y la tierra. Estos dos tienen una figura parecida a la de un vientre, con el ombligo en medio; si alguien —dice— quiere poner bajo sus ojos esta figura, que examine con cuidado el vientre preñado de cualquier animal, y hallará el modelo del cielo y de la tierra y de todo lo que se halla en medio, exactamente puesto allí. Así pues, esta figura del cielo y de la tierra se hizo [12] semejante a un vientre de acuerdo con el primer choque. A su vez, en el centro del cielo y de la tierra se dieron infinitos choques de potencias. Y cada choque no operó ni marcó otra cosa sino un sello del cielo y de la tierra parecido a un vientre, en el que surgieron a la vida, procedentes de los infinitos sellos, infinitas multitudes de diferentes animales. Entre esta infinidad [13] de distintos animales bajo el cielo se desparramó la fragancia del espíritu procedente de lo alto junto con la luz.

El Demiurgo y la creación del hombre

Ahora bien, del agua surgió un principio primogénito, un viento fuerte y violento, causa de toda generación 199 , quien agitando las aguas levantó en ellas grandes [14] olas. El origen de las olas recuerda el deseo de una hembra hasta que queda preñada del hombre, o del intelecto cuando es arrastrado con excitación por el deseo del espíritu. Pero cuando esta ola se levantó del agua por el viento e hizo quedar preñada a la naturaleza, recibió en sí misma un retoño de hembra; entonces retuvo a la luz diseminada desde lo alto junto con [15] la fragancia del espíritu, es decir, al intelecto que había sido modelado en diferentes formas, el Dios perfecto, procedente de la ingénita luz superior y del espíritu, e introducido en la naturaleza humana como en un templo, nacido del agua por la traslación de la naturaleza y el movimiento del viento, mezclado y amalgamado con los cuerpos como si fuera sal para los seres sujetos al devenir y luz en la tiniebla, y procura librarse de los cuerpos, mas no puede hallar ni liberación ni vía de [16] salida. Pues una tenue centella viene mezclada […] 200 <y desde las aguas> turbulentas clama, como se dice en el salmo 201 —según cita del setiano—. El entero pensamiento y preocupación de la luz superior estriba en dilucidar cómo y de qué manera podrá librar al Intelecto de la muerte impía y del cuerpo tenebroso, del padre del mundo inferior, que es el viento que con turbulencia y conmoción levanta olas y engendra un intelecto perfecto, su hijo, que no es propio de él según la substancia. Pues de arriba había venido un rayo [17] de aquella perfecta luz y había quedado aprisionado en el agua tenebrosa, terrible, amarga, impura; rayo que es espíritu luminoso que se cierne sobre las aguas 202 . […] 203 según puede apreciarse en todos los seres vivos 204 .

El viento, que sopla con tremenda violencia, repta [18] de modo parecido a una serpiente, aunque dotada de alas. De ese viento, es decir, de esa serpiente, provino el principio de la generación, del modo que ya se ha dicho, habiendo recibido todos a la vez el principio de la generación.

Ahora bien, ya que la luz y el espíritu están encerrados [19] —continúa el setiano— en el vientre impuro, del etéreo y desordenado, la serpiente —el viento de la tiniebla, el primogénito de las aguas— penetrando en él, engendra al hombre, y ya no ama ni conoce ninguna otra forma el vientre impuro.

La salvación

El perfecto Logos de luz que [20] proviene de arriba, hecho semejante a esta bestia que es la serpiente, penetró en el vientre impuro, engañando al viento con la apariencia de bestia, para desligar las cadenas que ceñían al perfecto Intelecto 205 que había sido engendrado en la impureza de un vientre por el primogénito del agua, es decir, por la serpiente, el viento, la bestia. Ésta es —dicen— la «forma de esclavo» 206 , y de ahí la necesidad de que el Logos de Dios descendiera al [21] vientre de una virgen. Sin embargo, no basta —dicen— con que el hombre perfecto, el Logos, penetrara en el vientre de una virgen y disipara los sufrimientos que se dan en aquella tiniebla 207 , sino que, después de penetrar en los turbios misterios del vientre, se lavó y bebió la copa del agua viva que mana de la fuente, agua que debe beber todo el que ha de desnudarse de la forma servil para cubrirse con la vestidura celestial 208 .

Testimonios escriturísticos

[20 ] Éstas son, abreviadas, las doctrinas de los campeones setianos. Su sistema consiste en elementos tomados de los físicos y de tratados ajenos a estos temas, a los que utilizan para sus propios fines, según dijimos.

Dicen que también Moisés conviene con su doctrina cuando habla de «tinieblas, oscuridad y tempestad» 209 ; [2] o tales son, dicen, las tres palabras. O cuando afirman que en el Paraíso eran tres: Adán, Eva y la serpiente. O cuando menciona a los tres, Caín, Abel y Set, y también a Sem, Cam y Jafet, o a los tres patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob. O cuando dice que hubo tres días antes del sol y la luna. O cuando habla de tres leyes, la prohibitiva, la permisiva y la penal. Una [3] ley prohibitiva: «De todo árbol que crece en el Paraíso come, pero del árbol de discernir entre el bien y el mal, no comáis nunca». Una ley permisiva: «Sal de tu tierra y de tu gente y ve hacia la tierra que te mostraré»; pues se puede escoger entre marcharse o quedarse. Una ley penal: «No adulterarás, no matarás, no robarás 210 ; pues se asigna un castigo a cada una de las transgresiones.

Los setianos y los misterios

Todo el contenido de su doctrina [4] proviene de los antiguos teólogos, Museo, Lino y Orfeo, que es el principal revelador de las iniciaciones y los misterios. Pues [5] su discurso acerca del vientre y del ombligo —que significa la fortaleza— se halla en idénticos términos en los ritos báquicos de Orfeo. Estas iniciaciones anteriores a las de Queleo y Triptólemo, de Deméter y Core, de Dionisio en los misterios eleusinos, fueron dadas a los hombres en Fliunte del Ática. Pues con anterioridad a los misterios eleusinos se realizaba en Fliunte la llamada gran orgía. Hay allí un pórtico, y en él se [6] halla una inscripción —visible hasta nuestros días— que pone de manifiesto en imagen todo lo que llevamos explicado 211 . Muchas cosas hay grabadas en aquel pórtico, acerca de las cuales habla Plutarco en su Comentario a Empédocles en diez libros 212 . Entre otras cosas hay representado un anciano canoso, dotado de alas, con el órgano sexual erecto, que persigue a una mujer [7] de forma de perro, que huye. Y encima del anciano hay una inscripción que dice: «luz que fluye». Encima de la mujer reza: «Pereefícola» 213 . Parece pues que, de acuerdo con la doctrina de los setianos, la «luz que fluye» es la luz de su sistema, mientras el agua tenebrosa corresponde a la «fícola»; el espacio entre ellos representa la armonía del espíritu establecido en medio. La designación «luz que fluye» significa —dicen— el flujo de la luz que desciende desde lo alto hasta el mundo inferior.

[8] De manera que sería muy exacto decir que los setianos no anduvieron lejos de celebrar entre ellos la Gran Orgía de Fliunte.

En cuanto a la triple división, parece que da testimonio de ella el poeta cuando dice:

Todo fue dividido en tres partes, cada uno participó en el honor 214 ,

[9] esto es, cada uno de los divididos en tres recibió potencia. Y el tema del agua tenebrosa que permanece en el mundo inferior, a la cual descendió la luz, así como el argumento de la necesidad de recuperar y rescatar del agua a la centella que había sido introducida en ella, parece que los sapientísimos setianos los sacaron de Homero, quien dice:

[10] Sean testigos la tierra, y allá arriba el anchuroso cielo
y el agua de la Estigia que fluye hacia las profundidades, supremo
juramento y el más terrible para los bienaventurados dioses
215 .

Es decir, que, según Homero, los dioses tenían el agua por algo de mal augurio y terrible, al igual que el tratado de los setianos dice que el agua era terrible para el Intelecto.

La doctrina de las mezclas

Cosas por el estilo dicen en innumerables [21 ] escritos. Persuaden a sus discípulos a estudiar la doctrina acerca de la fusión y la mezcla, tema que ha ocupado a muchos escritores, entre ellos a Andrónico el Peripatético 216 .

Ahora bien, los setianos sostienen que la doctrina [2] de la fusión y la mezcla consiste en lo siguiente: lo que se fusiona es el rayo luminoso que procede de arriba y lo que se mezcla ligeramente en las tenebrosas aguas inferiores es la tenue centella, y se aúna y se hace una sola masa, como un solo perfume procedente de muchas clases de inciensos arrojadas al fuego; toca entonces al buen entendedor que goza de delicado [3] discernimiento olfativo diferenciar sutilmente en un solo perfume de incienso las diversas calidades de los materiales arrojados al fuego, por ejemplo, la resina, la mirra, el olíbano y las demás calidades componentes de la mezcla.

Utilizan también otros ejemplos. Dicen que el [4] bronce se mezcla con el oro, y no falta luego un técnico capaz de separarlos. Igualmente, si se mezcla plata con bronce, estaño o algún metal por el estilo, una técnica más refinada que la de la mezcla puede volver a separarlos. Hay también quien separa el agua mezclada con [5] el vino. De esta manera —dicen—, todo lo que está mezclado se separa.

También con los animales puede comprobarse este hecho, siguen diciendo. Cuando el animal ha muerto, cada elemento se separa, y con su disgregación el animal desaparece. Esto es lo que significa el pasaje: «No vine a poner paz sobre la tierra, sino espada» 217 , esto [6] es, a dividir y separar lo mezclado. Pues se divide y se diferencia todo lo que fue mezclado cuando regresa a su propio lugar. Así como hay un solo lugar de mezcla para todos los vivientes, así también se estableció un solo lugar de diferenciación, que nadie conoce —dicen— sino únicamente nosotros, los espiritualmente renacidos, los no carnales, a quienes pertenece la ciudadanía de los cielos superiores 218 .

[7] Con estos procedimientos furtivos corrompen a sus oyentes, aduciendo en ocasiones discursos con los que pretenden echar en mala parte lo que se ha dicho para bien; y disimulan su maldad escudándose en parábolas a su capricho.

[8] Así pues —prosigue—, todas las cosas mezcladas tienen su lugar propio y avanzan hacia lo que les es propio, como el hierro hacia el imán o la paja hacia el [9] ámbar o el oro hacia la espina de raya. De este modo, el rayo de luz que acá abajo se mezcló con el agua, una vez ha comprendido, gracias a la doctrina y a la enseñanza, cuál es su lugar propio, se apresura a venir cabe el Logos que descendió de lo alto bajo forma de esclavo, y se hace Logos con el Logos allí donde está Aquél, más deprisa que el hierro avanza hacia el imán.

Como prueba de esto —prosigue— y de que todas las cosas que habían estado mezcladas se diferencian regresando a sus lugares propios, atendamos a la siguiente narración:

Parábola de los setianos

En la ciudad de Ampe del Tigris, [10] en Persia 219 , hay un pozo, y cerca del pozo, una cisterna con tres canales de salida. Alguien achica el pozo con un tubo, saca el líquido, sea cual sea, y lo vuelca en la cisterna próxima. Y cuando el líquido vaciado llega a los canales de salida, aunque fue arrojado con el mismo cubo, viene separado; un grifo mana sal de roca, otro asfalto, [11] el tercero aceite. El aceite es negro, según narra Herodoto 220 —la cita es de los setianos— y desprende un olor acre. Los persas lo denominan radinace.

Este ejemplo del pozo —dicen los setianos— basta [12] para probar la tesis, mucho mejor que lo explicado antes.

Creemos haber expuesto con toda claridad el pensamiento [22 ] de los setianos. Si a alguien le interesa informarse con más detalle, puede recurrir a un libro titulado Paráfrasis de Set. En él hallará expuestos todos sus secretos 221 .

Y puesto que hemos reseñado ya el sistema de los setianos, pasemos a examinar los puntos de vista de Justino.

E) EL «LIBRO DE BARUC» DE JUSTINO

Justino se halla en completa oposición a la enseñanza [23 ] de la Sagrada Escritura y en particular a lo escrito y predicado por los santos evangelistas. Baste recordar la sentencia dirigida a los apóstoles: «No vayáis a tierras de gentiles» 222 , que hay que interpretar como prohibición de seguir la vana doctrina de los paganos. Justino intenta arrastrar a sus oyentes a las monstruosas enseñanzas de los gentiles, exponiendo al pie de la letra los mitos inventados por los griegos, aunque se guarde de otorgar el grado perfecto de su iniciación si antes el descarriado no pronuncia un juramento. [2] Después comunican los mitos en orden al gobierno de la propia alma, de modo que los que participan en la ingente inanidad de tales libros utilicen las leyendas como un auxilio —al estilo de lo que le sucede al que emprende un largo viaje, que si se cubre con un velo tiene la sensación de ir más descansado— y no se horroricen al dar de bruces con las simplezas de estos charlatanes. El proceso culmina cuando los candidatos, abrumados por el aberrante invento de Justino, comienzan a chiflarse. Y lo primero de todo les conjura con terribles juramentos a no revelar nada, y les obliga a declarar que no apostatarán; de este modo transmiten los misterios que descubrió la impiedad de Justino. Por una parte se basa en los mitos helénicos, según dijimos, por otra parte, debido a los libros que plagian, pueden parangonarse en algunos aspecios [3] con las herejías anteriores. Todos los que se aglomeran en torno a esta tendencia se precipitan de consuno en un abismo cenagoso pues exponen los mismos mitos con algunas variantes, y con más propiedad todos aquellos que se proclaman a sí mismos gnósticos por ser los únicos en haber alcanzado la maravillosa gnosis de lo perfecto y de lo bueno.

[24 ] Si quieres penetrar en el conocimiento —dice Justino— de «lo que ojo jamás vio ni oído jamás escuchó ni se le ocurrió a corazón de hombre alguno», del Bueno que está por encima de todos, el superior, jura que mantendrás secretos los arcanos de la doctrina. Pues también nuestro Padre, cuando vio al Bueno y recibió de él su perfección, custodió los secretos del silencio, jurando según está escrito: «Juró el Señor y no se arrepintió» 223 .

Con lujo de mitos y en estilo críptico se expresa [2] en torno a estos temas, arrastrando el ánimo de sus lectores a través de multitud de libros, y así alcanza a tratar del Bueno, iniciando a los participantes en indecibles misterios. Para no caer en prolijidad, expondremos la secreta doctrina a partir de un único libro suyo, libro preclaro a juicio de su autor. Su título es [3] Baruc. Mostraremos cómo en esta obra expone una narración mitológica, entre las muchas que circulan, tomada de Heródoto, y lo hace alterándola como si fuera desconocida para los oyentes. De esa narración saca toda la sustancia de su doctrina.

Dice Heródoto: Heracles, al volver de Eritrea con [25 ] los bueyes de Gerión, vino a parar a Escitia. Su camino lo condujo a una región desierta, en la que se echó al suelo para dormir un poco. Mientras dormía desapareció el caballo en el que había efectuado el largo recorrido. Se levantó y empezó a buscar por todo el desierto para encontrar al caballo. No logró encontrar [2] al animal, pero halló en el desierto a una muchacha semidoncella, y le preguntó si había visto a su caballo. Contestóle ella que sí, que lo había visto, pero que no se lo indicaría, si antes Heracles no yacía con ella. Era, dice Herodoto, doncella de la ingle para arriba, [3] mientras de la ingle abajo tenía una terrible forma de serpiente. Apremiado por la necesidad de encontrar al caballo, Heracles consintió con la fiera. La conoció y la dejó preñada. Después de conocerla, Heracles le anunció que llevaba en su vientre tres hijos [4] suyos, destinados a tener gran renombre. Y le ordenó que una vez nacidos les impusiera los nombres de Agatirso, Gelono y Escita. Entonces recibió de la muchacha el caballo como premio, y se marchó llevándose los bueyes. Heródoto se extiende mucho todavía narrando el mito, pero a nosotros nos basta ya 224 . Veamos ahora la doctrina de Justino, que traspone el mito para explicar el origen de todas las cosas.

Los tres principios

[26 ] Había tres ingénitos principios de todas las cosas; dos de ellos eran masculinos, uno era femenino. De los masculinos, uno es llamado Bueno, y es el único en ser llamado de esta manera; tiene presciencia de todas [2] las cosas. El segundo es el Padre de todo lo engendrado, no presciente e invisible 225 . El principio femenino, a su vez, es no presciente, irascible, tiene doble mente y doble cuerpo, en todo parecido a la hembra de la fábula de Heródoto: hasta el sexo, doncella; para abajo, víbora, como dice Justino 226 . La muchacha se llama Edén e Israel.

Ésos son los principios, raíces y fuentes de todas las cosas, de los cuales proceden todos los seres. Y no había nada más 227 .

El matrimonio de Elohim y Edén

Ahora bien, el Padre, que no [3] gozaba de presciencia, vio aquella por mitad doncella, Edén, y dio en desearla (este Padre, aclara Justino, se llama Elohim). Edén, por su parte, también deseó a Elohim, y el deseo les arrastró a una sola querencia de amor 228 .

Por esta unión el Padre engendró de Edén doce ángeles para sí mismo, cuyos nombres son: Miguel, Amén, Baruc, Gabriel, Esadeo ***. Luego viene la lista de los nombres de los ángeles que Edén engendró igualmente. [4] Helos aquí: Babel, Achamot, Naas, Bel, Belías, Satán, Sael, Adoneo, Cavitan, Faraot, Carcamenós, Laten 229 .

[5] De estos veinticuatro ángeles, los paternos asisten al Padre y lo hacen todo de acuerdo con su voluntad, y los matemos lo mismo con respecto a la madre Edén. El conjunto de todos estos ángeles —afirma— constituye el Paraíso, acerca del que dice Moisés: «Plantó Dios en Edén un Paraíso hacia Oriente» 230 , es decir, frente a Edén, para que ésta pudiera ver perpetuamente el Paraíso, esto es, los ángeles.

[6] Los ángeles de este Paraíso son llamados alegóricamente árboles, y el árbol de la vida es el tercero de los ángeles paternos, Baruc, mientras que el árbol para alcanzar conocimiento del bien y del mal es el tercero de los ángeles matemos, Naas 231 . Así es como quiere interpretar las palabras de Moisés, afirmando que Moisés dijo esas cosas veladamente, porque no todos comprenden la verdad.

Creación del hombre

[7] Una vez creado el Paraíso —prosigue— a partir de la placentera unión de Elohim y Edén, los ángeles de Elohim tomaron tierra de la mejor, esto es, no de la parte bestial de Edén, sino que hicieron al hombre a partir de la zona que quedaba por encima del sexo, la cual tenía forma humana y era una noble región de la tierra. De la parte bestial —agrega— vinieron los animales y los demás seres vivos 232 .

E hicieron al hombre símbolo de su unidad y de [8] su amor, y establecieron en él sus respectivos poderes: Edén el alma y Elohim el espíritu. Y fue el hombre como un sello, como un recuerdo de amor, como un símbolo eterno del matrimonio de Edén y Elohim; y éste fue Adán 233 .

Del mismo modo vino a existir Eva —continúa— [9] como escribió Moisés, imagen y símbolo, sello de Edén a custodiar eternamente. También en Eva, la imagen, fue establecida un alma que procedía de Edén y un espíritu que procedía de Elohim. Y les fueron dados mandamientos: «Creced y multiplicaos y heredad la tierra» 234 , es decir, Edén. Así consta en el texto, según Justino.

[10] Todo su poder, como si fuese su patrimonio, trajo Edén a Elohim en las nupcias. De aquí —afirma— que, a imitación de aquel primer matrimonio y hasta el día de hoy, las mujeres llevan dote a los maridos, enseñadas por una ley divina y paterna acerca de lo sucedido con Edén respecto a Elohim.

Los ángeles maléficos

[11] Una vez hubieron sido creadas todas las cosas tal como está escrito en el libro de Moisés: «el cielo, la tierra y lo que en ella se contiene» 235 , los doce ángeles de la madre se dividieron en cuatro principios, y cada una de esas cuatro partes recibió el nombre de un río: Fisón, Geón, Tigris y Eufrates, según dice Moisés —prosigue Justino—. Estos doce ángeles se combinan en cuatro grupos y gobiernan el mundo circundándolo por completo, habiendo recibido de Edén, en lo tocante [12] al mando, una potestad a modo de satrapía 236 . Sin embargo, no permanecen siempre en los mismos lugares, sino que dan vueltas como si danzaran en corro, pasando de un lugar a otro y recorriendo en tiempos e intervalos precisos los lugares que tienen asignados 237 . Cuando toca ejercer el dominio a Fisón, en la correspondiente región de la Tierra se producen hambre, angustia y aflicción. Avara (pheidolón) es la disposición de estos ángeles 238 .

Igual sucede con las partes asignadas a cada uno de [13] los cuatro, de acuerdo con las respectivas potencias y naturalezas: malos tiempos y difusión de enfermedades, y así para siempre, según el predominio de las cuatro partes de los denominados ríos, recorre el mundo sin cesar un flujo de males según la voluntad de Edén.

Origen del mal

Ahora bien, la necesidad del [14] mal 239 vino por la siguiente causa: una vez Elohim hubo elaborado y creado el mundo gracias a un común acuerdo, quiso ascender hacia las partes altas del cielo para observar si algo marchaba defectuosamente en la creación; y llevó consigo a sus propios ángeles. Era, efectivamente, de naturaleza ascensional y dejó a Edén abajo, pues siendo tierra no quiso seguir a su esposo hacia lo alto.

Elohim, pues, llegó hasta el límite superior del [15] cielo y, al ver una luz mejor que la que él había creado, dijo: «Abridme las puertas, para que entre y confiese al Señor, pues creía ser yo Señor» 240 . Una voz [16] le llegó desde la luz: «Ésta es la puerta del Señor, los justos entran por ella» 241 . Y en seguida se abrió la puerta y entró el Padre, sin los ángeles, hacia el Bueno, y vio «lo que ojo jamás vio ni oído jamás escuchó ni [17] se le ocurrió a corazón de hombre alguno» 242 . Entonces le dijo el Bueno: «Siéntate a mi diestra» 243 Y el Padre le dijo al Bueno: «Permíteme, Señor, destruir el mundo que creé, pues mi espíritu ha sido encerrado en los [18] hombres y quiero recuperarlo» 244 Respondióle el Bueno: «Nada malo puedes hacer estando conmigo; tú y Edén hicisteis el mundo de común acuerdo; deja, pues, que Edén tenga la creación hasta que le apetezca; tú permanece junto a mí.»

[19] A la sazón, supo Edén que había sido abandonada por Elohim, y henchida de dolor convocó en torno a sí a sus ángeles y se embelleció adecuadamente por si Elohim se acercaba, la deseaba y descendía junto a [20] ella. Pero como Elohim, fortalecido por el Bueno, ya no descendió más junto a Edén, ésta ordenó a Babel —que es Afrodita— que estableciera entre los hombres adulterios y divorcios, de manera que, así como ella fue separada de Elohim, así también el espíritu de éste que está en los hombres fuera apesadumbrado y apenado con tales divorcios y sufriera otro tanto de lo que sufría la abandonada Edén.

Y ésta otorgó un gran poder a su tercer ángel, [21] Naas 245 , para que castigara con toda clase de azotes al espíritu de Elohim que está en los hombres, a fin de que a través del espíritu fuera castigado éste, que había abandonado a la esposa rompiendo los pactos establecidos con ella.

Misión de Baruc

Al ver todo esto, el Padre Elohim envió a Baruc, su tercer ángel, para socorro del espíritu que está en todos los hombres 246 , Baruc vino y se situó en medio de [22] los ángeles de Edén, es decir, en medio del Paraíso —recordemos que el Paraíso eran los ángeles, en medio de los cuales se situó— y ordenó al hombre «comer y disfrutar de cualquier árbol del Paraíso, mas no del árbol del conocimiento del bien y del mal» 247 , que es Naas; es decir, les prescribió obedecer a los otros once ángeles de Edén. Porque los once tienen ciertamente pasiones, pero no son transgresores; Naas, en cambio, sí lo es. Pues se acercó a Eva, la engañó, y [23] cometió adulterio con ella, lo cual es contrario a la Ley 248 ; se acercó luego a Adán y usó de él como de un muchacho, cosa también contraria a la Ley; de aquí vinieron el adulterio y la pederastia. Desde entonces los males y los bienes dominaron a los hombres, proviniendo ambos de un único principio, a saber, del Padre. Pues al ascender hacia el Bueno, el Padre [24] mostró el camino a los que deseaban remontarse; mas al apartarse de Edén dio inicio a los males que afligen al espíritu del Padre que está en los hombres.

Entonces Baruc fue enviado junto a Moisés, y a través de él habló a los hijos de Israel para que se [25] convirtieran al Bueno. Por su parte, el tercer ángel (de Edén) oscureció los mandamientos de Baruc por medio del alma edénica que moraba en Moisés —al igual que en todos los hombres— e hizo que atendieran a sus propios mandamientos. Por esto el alma se levanta contra el espíritu y el espíritu contra el alma. Pues el alma es Edén, el espíritu es Elohim, y ambos se hallan en todos los hombres, lo mismo hembras que varones 249 .

Corrupción de los profetas

Después de esto, Baruc fue otra [26] vez enviado a los profetas, a fin de que a través de ellos el espíritu que mora en los hombres escuchara y huyera de Edén y de la creación mala, igual que huyó el Padre Elohim. Del mismo modo, con idéntica intención, Naas, por medio del alma que habita en el hombre junto con el espíritu del Padre, sedujo a los profetas, y todos se corrompieron no siguiendo las palabras de Baruc dispuestas por Elohim 250 .

Al final de todo, Elohim escogió de entre los paganos [27] un profeta, Heracles, y lo envió para luchar contra los doce ángeles de Edén y para librar al Padre de manos de esos doce espíritus malos de la creación. Éstos son los doce trabajos de Heracles, ejecutados por orden desde el primero hasta el último: el león, la hidra, el jabalí, etc. Pues tales son los nombres que [28] les dan los paganos —dicen—, cambiados por obra de los ángeles maternos. Pero cuando parecía que habían concluido sus combates, se le abraza Ónfale, que es Babel o Afrodita, lo seduce y lo desnuda de su potencia, los mandamientos de Baruc, que Elohim había prescrito, y le reviste de su propio vestido, es decir, la potencia de Edén, la potencia inferior. De este modo resultaron vanas la profecía y las obras de Heracles.

El profeta Jesús

[29] Pero, al final de todo 251 , «en los días del rey Heredes», Baruc fue enviado de nuevo por Elohim, y viniendo a Nazaret encontró a Jesús, hijo de José y María, un muchacho de doce años que pastoreaba ovejas, y le anunció desde el principio todo lo que había sucedido desde Edén y Elohim, y lo que había de suceder después. [30] Le dijo: «Todos los profetas antes de ti fueron seducidos. Prepárate, pues, Jesús, hijo de hombre, para no ser seducido, antes bien, predica esta palabra a los hombres y anúnciales lo referente al Padre y al Bueno, y asciende hacia Él y siéntate allí con el Padre de todos nosotros, Elohim.»

[31] Jesús respondió obedientemente al ángel: «Señor, todo lo cumpliré», y predicó 252 . También a éste quiso seducir Naas, pero no pudo, puesto que permaneció fiel a Baruc 253 . Furioso Naas por no poderlo seducir, hizo que fuera crucificado. Él, sin embargo, abandonando el cuerpo de Edén en el leño, ascendió hacia el Bueno. Y a Edén le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu [32] hijo», refiriéndose al hombre psíquico y al terreno, mientras él entregaba su espíritu en las manos del Padre y subía hacia el Bueno 254 .

Escolio mitológico 255

El Bueno es Príapo, el que creaba antes (gr. prín ) que nada fuese; por esto es llamado Príapo, porque precreó todas las cosas. Por esto —dice Justino—, se le [33] coloca delante de todos los templos, venerado por toda la creación, y en los caminos, acarreando los frutos del otoño, es decir, los frutos de la creación cuya causa fue él mismo al pre-crear la creación antes no existente 256 .

[34] Por lo tanto —agrega—, cuando oigáis decir a los hombres que el cisne vino sobre Leda y procreó de ella, sabed que ese animal era Elohim y Leda, Edén. Y cuando digan los hombres que un águila vino sobre Ganimedes, [35] el águila es Naas y Ganimedes, Adán. Y cuando cuenten que el oro vino sobre Dánae y procreó de ella, el metal es Elohim, y Dánae, Edén. De tal modo enseñan estas doctrinas, emparejando mitos por el estilo.

Testimonios bíblicos

[36] Así, cuando los profetas claman: «Escucha, cielo, y presta atención, tierra, el Señor ha hablado» 257 , el cielo significa —explica Justino— el espíritu de Elohim que está en el hombre, la tierra significa el alma que está en el hombre junto con el espíritu, el Señor es Baruc, Israel es Edén, pues ésta es llamada también Israel, la esposa de Elohim.

[37] «Israel no me conoció» 258 , cita Justino. Si hubiera conocido que estoy junto al Bueno, no habría castigado al espíritu que está en los hombres a causa de la ignorancia en que se hallaba allí el Padre ***.

El juramento

[27 ] En el primer libro titulado Baruc aparece también transcrito un juramento que pronuncian los que se disponen a ser oyentes de estos misterios y a iniciarse en el [2] Bueno. Este juramento —dice Justino— fue emitido por nuestro Padre Elohim cuando compareció ante el Bueno, y no se arrepintió de haberlo jurado; a este efecto aporta la siguiente cita: «Juró el Señor y no se arrepentirá» 259 .

He aquí el juramento: «Juro por el que está sobre todas las cosas, por el Bueno, guardar estos misterios y no declararlos a nadie ni apartarme del Bueno para volverme hacia la creación.»

Una vez ha emitido este juramento, penetra junto al Bueno y contempla «lo que ojo jamás vio ni oído jamás escuchó ni se le ocurrió a corazón de hombre alguno» 260 , y bebe del agua viva, lo que para ellos es una purificación, según creen, fuente que mana agua viva. Pues se ha hecho una completa separación —dice— [3] entre agua y agua: hay un agua que está debajo del firmamento, agua de la creación mala en la que se lavan los hombres terrenos y psíquicos, y hay otra que está encima del firmamento, agua viva del Bueno, en la cual se lavan los hombres espirituales y vivientes; Elohim se lavó en ella y, una vez lavado, no se volvió atrás 261 .

Y cuando —prosigue— el profeta dice: «que tome [4] una mujer de prostitución porque, como meretriz, la tierra se prostituirá apartándose del Señor» 262 , es decir, Edén se aparta de Elohim. Con esas palabras el profeta explica claramente todo el misterio, mas no se le escucha a causa de la maldad a Naas.

De la misma manera distorsionan muchos libros [5] los demás dichos proféticos. Pero su libro principal es el titulado Baruc ; quien lo hallare podrá enterarse por él de la completa exposición de su fábula.

He tenido que enfrentarme con muchas herejías, bienamados míos, mas ésta es la más perniciosa de todas. En verdad que […] siguiendo su mismo mito, [6] nos conviene imitar a su Heracles y limpiar de estiércol las cuadras de Augias, o quizás mejor la sentina en la que han caído los seguidores de Baruc; no sólo serán incapaces de limpiarse, sino ni siquiera de sacar de ella la cabeza.

[28 ] Una vez expuesta la doctrina del falso gnóstico Justino, parece oportuno abordar en el libro sexto el examen de las herejías que siguen a éstas, procurando no dejar nada sin refutación, puesto que las tesis que sostienen aparecen más claras gracias a su mutuo cotejo. Ya es algo que salgan a la luz sus secretos y sus misterios, insinuados a duras penas y con grandes trabajos por los necios. Examinemos ahora la doctrina de Simón.

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2 En la teología mística griega la serpiente es símbolo del conocimiento profundo. La Pitia aparece, a veces, representada con una serpiente sobre las rodillas y, en ciertos misterios, el iniciado pasaba por su pecho una serpiente (cf. CLEMENTE DE ALEJANDRÍA , Protrept. II 16, 2), mientras Filón de Biblos la llama «el más espiritual de los animales» (C. MÜLLER , Fragm. Hist. Graec., 1841-1870, III, 572). Estaba bien dotada de espíritu profético. Casandra poseyó el don de profecía gracias a los lamidos de dos serpientes y, del mismo modo, consiguió Melampo entender el lenguaje de los pájaros. En cambio, en la tradición semítica la serpiente aparece con tintes negativos: engaña a Eva en el Paraíso, es el Leviatán, monstruo maligno, etc. Era de esperar que la gnosis antijudaica glorificara a la serpiente bíblica, que se enfrentaba con Yahwé, el Dios inferior. Del mismo modo se recuperó a Caín, a Esaú, a los sodomitas… (cf. Adv. Haer. I 31, 1). En el vestíbulo de la tumba de Viale Manzoni, en Roma, perteneciente a una secta probablemente gnóstica, el dragón ocupa el lugar central de la bóveda (véase J. CARCOPINO , De Pythagore aux Apôtres, París, 1956, pág. 116).

3 Todos los editores y la mayoría de traductores aceptan la corrección de Miller, que lee patḗr en lugar de páter (vocativo). Creo, sin embargo, con Foerster, que hay que conservar el vocativo, aun a riesgo de acentuar lo curioso del himno. En efecto, la corrección de Miller implicaría entender la existencia de un padre y una madre procedentes del Gran Hombre, y padres de eones. Ahora bien, no hay lugar para tales personajes en el sistema, mientras que la cualidad paternal-maternal del Hombre acaba de ser revelada al afirmar su androginismo. Confirma esta interpretación un texto paralelo del mismo HIPÓLITO , en su recensión de Monoimo: «Ella (la armonía) es madre, ella es padre, los dos nombres inmortales» (VIII 12, 5).—«Hombre» e «Hijo del Hombre»: se trata de un solo personaje, designado Hombre en su estado celeste e Hijo del Hombre en su estado mundano. Esta identidad aparece claramente expresada en el epítome de X 9, 1: «Los naasenos llaman Hombre al primer principio de todas las cosas, y le llaman también Hijo de Hombre». Así pues, la expresión Hijo de Hombre no contiene referencia alguna a la generación. En contexto hebraico, Hijo de Hombre (ben adam) tiene el significado ordinario de «alguien», «una persona», y el significado doctrinal de «mesías» por referencia a la visión de Daniel (Dan. 7, 13). Cf. Henoch aethiop. 36-71, y Apocalipsis Esdrae 13-14; en este último libro el mismo personaje es llamado simplemente «hombre». Véase E. DHANIS , «De filio hominis in V.T. et in judaismo», Gregorianum 45 (1964), 5-59.

4 Se refiere al Hijo del Hombre, que es la forma mundana del Hombre, cf. V 7, 33; 8, 4.

5 Cf. Apéndice I.

6 Los gnósticos manifiestan una clara predilección por Santiago, «el hermano del Señor», que no pertenecía al círculo de los doce apóstoles. Entre los documentos de Nag-Hammadi hay dos Apocalipsis de Santiago (N. H. V 3 y 4), y el Evangelio de Tomás, N. H. II 2, lógion 11, se refiere a él como aquel «por el cual han existido los cielos y la tierra». Mariamme es, con toda seguridad, María Magdalena, otro personaje predilecto de los gnósticos. En los frescos de la tumba del Viale Manzoni aparece representada una figura de iniciador que CARCOPINO interpreta como Mariamme (De Pythagore…, pág. 110). También los gnōsticoí de Epifanio se inspiran en un «Libro de María Magdalena» (Pan., H. 26, 8, 1).

7 Acerca de este tratado exegético, véase nuestra Introducción a la Refutatio. El Himno de Atis (V 9, 8) viene citado según la división en versículos adoptada en mi traducción.

8 Isai. 53, 8.

9 Para sus informaciones acerca del ámbito oriental los gnósticos dependen estrechamente de los autores griegos. No conocen otra cosa que el orientalismo domesticado del mundo helenístico romano.

10 Esta exégesis del mito genesíaco de la creación (Genes. 1, 27; 2, 7) es más elemental que la valentiniana, y coincide con la de los «ofitas» de IRENEO (Adv. Haer. I 30, 5) y con la Hipóstasis de los Arcontes (N.H. II 4, págs. 87-88).

11 Este pasaje ha sido desplazado por un abreviador o por el copista; conservamos la numeración de Wendland. Efectivamente, es un comentario del verso 3 del Himno, luego su lugar propio es a continuación del comentario de los versos 1-2. Por su parte, el pasaje intercalado (7, 7-15) es un comentario del verso 4 del Himno; su lugar propio está, pues, a continuación del comentario del verso 3. Compárese también 7, 20 con el conjunto de 7, 7-15.

12 La exégesis del v. 2 debía de empezar por una interpretación pagana del mito de Rea, que ha caído del texto, conservándose únicamente la interpretación gnóstica.

13 Roman. 1, 20-23.26, con variantes menores.

14 Una vez más, Hipólito no cumple su promesa. O bien una mano posterior ha abreviado el texto hipolitiano.

15 Atrevida pirueta exegética: el término «torpeza« (aschēmosýnē) es referido al Sumo Trascendente, en virtud de ser denominado «amorfo» (aschēmátistos).

16 Roman. 1, 27.

17 La clave de la exégesis se halla en la frase paulina «los varones cometiendo torpeza con los varones». Los varones son los perfectos que se bautizan; la «torpeza» es la misma divinidad, el agua viva; el placer impuro se contrapone al placer inmarcesible. El agua viva y el crisma son netas alusiones al Espíritu Santo, no a la Tercera Hipóstasis, sino al Espíritu virginal que constituye el substrato de la divinidad, por cuya comunicación quedan elevados los seres inferiores, incluido el Hijo (véase A. ORBE , Estudios valentinianos, Roma, 1955-1966, vol. IV: La teología del Espíritu Santo, págs. 61 y sigs.). La exégesis gnóstica podría ser indicio de un ritual que alegorizase la sodomía, paralelo a la alegorización de las nupcias por parte de otros gnósticos; véase, sobre el tema, mi artículo «El universo masculino de los naasenos», Faventia I, 2 (1980).

18 Ephes. 3, 15, con variantes.

19 Este evangelio es conocido también por referencias de CLEMENTE DE ALEJANDRÍA (Strom. III 13, 91) y EPIFANIO (Pan., H. 62, 2, 4), que le atribuye carácter encratita y sabeliano. Véase A. DE SANTOS OTERO , Los Evangelios Apócrifos, Madrid , 1956, pág. 57. Entre los escritos de Nag-Hammadi se hallan dos versiones de un Evangelio de los Egipcios (N. H. III 2; IV 2), de tenor valentiniano y distinto del anterior.

20 La disyuntiva fue introducida en el texto por Miller y aceptada por Wendland. Leisegang la rechaza con razones nada convincentes. A mi modo de ver, la disyuntiva es necesaria, pues indica la distinción entre la Primera Hipóstasis (Supraexistente) y la Segunda (Autogénito); cf. Adv. Haer. I 29, 2. En el Documento Frigio las tres hipóstasis aquí evocadas corresponderían a Crono (el Supraexistente), Zeus (el Autogénito) y Rea (el caos, cf. SVF [=J. v. ARNIM , Stoicorum Veterum Fragmenta, I-IV, Leipzig, 1903-1905, 1924], II, 1084-85). Para los peratas el segundo principio es también «autogénito» (V, 12, 3).

21 Philip. 2, 10.

22 Estas líneas, que en el texto conservado figuran antes del «excursus sobre el alma» (pág. 81, 4-6 WENDLAND) , tienen aquí su lugar propio, lo que equivale a decir que el «excursus» es un bloque mal colocado. Efectivamente, la secuencia siguiente desarrolla el tema de las tres partes del alma, doctrina atribuida a los asirios.

23 En V 7, 8-12 el Documento Frigio presenta una doctrina sobre el alma de neto carácter estoico. Los gnōsticoí la aceptan, pero integrándola en su propio sistema, que es tricotómico, no dicotómico. El alma de que aquí se habla es el elemento psíquico, uno de los tres que componen el hombre perfecto y que se halla en el universo entero. En efecto, los gnōsticoí afirman, bien a las claras, que desde las piedras hasta los astros todas las criaturas poseen un alma. Ahora bien, tal como viene resumida por Hipólito, esta antropología resulta ininteligible, si no se la encuadra en una perspectiva soteriológica. Efectivamente, el alma se dice enviada al hombre para dominarlo, castigarlo, hacerlo sufrir: efectos que no produce el alma en los demás seres animados. Y es que en el hombre hay, además, un elemento superior, caído, que deberá ser redimido precisamente a través de los sufrimientos de aquélla. A este elemento espiritual se refieren los gnōsticoí con la expresión «la potencia masculina del alma». Por esto, abandonando ya la exégesis platónica del V . 4 del Himno de Atis, los sectarios pasan ahora a lo que les es más propio, a tratar del elemento espiritual.

24 A las tres partes del alma reconocidas por el Documento Frigio, los gnōsticoí añaden ahora un cuarto elemento, específicamente gnóstico: el espiritual o «potencia masculina del alma».

25 Cf. Ephes. 2, 15; 4, 24.

26 A partir de V 7, 13, los gnōsticoí introducen en la exégesis los componentes soteriológicos. Cibeles, «la madre de los dioses», representa la Tercera Hipóstasis divina, que recupera su substancia pneumática repartida entre los hombres perfectos, substancia simbolizada por el miembro viril de Atis y llamada por los sectarios «potencia masculina del alma». El destino final de esta substancia es quedar reabsorbida en la Segunda Hipóstasis, el (Gran) Hombre.

27 Isis es «el pasado, el presente y el futuro», según testimonio de PLUTARCO , De Iside 9.

28 El Evangelio de Tomás era conocido, hasta hace poco, únicamente por las referencias de Hipólito, Orígenes y autores dependientes de ellos. La versión copta del Evangelio fue hallada en 1946 entre los manuscritos de Nag-Hammadi (N.H. II 2). El lógion 3 del Evangelio tiene alguna conexión con el texto citado por Hipólito: «Jesús ha dicho: el anciano en sus días no vacilará en interrogar al niño de siete días acerca del lugar de la vida, y vivirá, pues muchos de los primeros serán los últimos, y serán uno solo». La exégesis de los gnōsticoí no tiene que ver directamente con el Logos estoico, como pretenden los comentaristas, sino con el esperma humano, símbolo del semen divino. Efectivamente, la emisión de esperma comienza a los 14 años, cuando el hombre puede ser ya «padre». El niño de siete años está en la «mitad del camino» hacia esta paternidad, que se halla en él como escondida. Por tanto, la alegoría se explica así: el niño de siete años es la naturaleza superior «escondida»; el de catorce años es la naturaleza superior «revelada». La cita de Hipócrates es desconocida por otras fuentes.

29 La leyenda de Osiris no habla, propiamente, de castración, sino de despedazamiento, por lo cual fue muy pronto asimilado a Dioniso (cf. DIODORO SÌCULO , Biblioth. Hist. I 11; véase A. ÁLVAREZ DE MIRANDA , Las religiones mistéricas, Madrid, 1960, páginas 145 y sigs.). El miembro viril no se halló jamás, pues fue arrojado al Nilo y comido por los peces. Por esto, Isis erigió el phállon como símbolo del miembro perdido (cf. DIOD . SÍC ., Biblioth. Hist., I 21-22, y PLUTARCO , De Iside 18).

30 Los que tal interpretaron no son los gnōsticoí, sino los mismos egipcios, según testimonio de un papiro mágico: «Yo soy Osiris, el llamado agua» (Pap. Mag., ed. DIETERICH , VII, 23). El agua significa la inmortalidad, de aquí que el devoto de Osiris aspirase al refrigerium (véase F. CUMONT , Les religions orientales dans le paganisme romain, París, 1909 (19294 ), pág. 129).

31 Osiris representa el elemento inteligible, la substancia superior divina, que se convierte en objeto de amor y búsqueda por parte de la naturaleza mundana (Isis). La irrupción del elemento superior —de hecho, enviado por el Dios supremo— transforma la naturaleza, haciéndola lugar del misterio de la salvación.

32 Prov. 24, 16.

33 En V 7, 10, la causa de todos los seres que nacen es el alma; aquí es el germen. Un indicio más de la trasposición de una exégesis cósmico-antropológica a una exégesis soteriológica.

34 Probable cita de un texto extracanónico. Compárese con Exod. 3, 14.

35 Referencia a la doctrina aristotélica del motor inmóvil, cf. ARIST ., Phys. VIII 5.

36 Cita combinada de Marc. 10, 18, y Matth. 5, 45. Cf. también Matth. 19, 17.

37 Los dos últimos párrafos se refieren a la función cosmológica del Logos, denominado aquí «substancia del germen». La expresión significa, en ese caso, la Segunda Hipóstasis divina, el Nous, lugar de las formas inteligibles que son la razón última de todas las cosas. La cosmología de los gnōsticoí sólo puede ser entendida si se la sitúa en el contexto de la cosmología valentiniana y, en concreto, en el ámbito exegético de Joann. 1, 34, cuyo máximo exponente es Heracleón (Fr. 1). La lectura de Joann. 1, 3 es aquí la siguiente: «Todas las cosas (pánta) fueron hechas por medio de él, y la Nada (oudén) se hizo sin él» (cf. V 8, 5). La interpretación es más elemental que la valentiniana. Distinguen dos mundos producidos: uno superior, inteligible, que corresponde al pánta del texto evangélico; otro inferior, sensible, que corresponde a la «Nada» del mismo pasaje (leído oudén, y no oudè hén). El autor del mundo superior inteligible es el Logos, Segunda Hipóstasis divina. El autor del inferior, sensible, es doble: «Pues fue hecho sin él por el tercero y el cuarto» (V 8, 5). El tercero es la Tercera Hipóstasis divina, cuya personalidad, según hemos visto, queda muy difuminada entre los gnōsticoí; a ella le corresponde la creación del mundo inferior en el orden de las formas. El cuarto es el Demiurgo, Esaldeos (V 7, 30), fabricador del mundo visible. A. ORBE ha dedicado un volumen entero a la exégesis gnóstica de Joann. 1, 3-4 (Estudios Valentinianos, II: En los albores de la exégesis johannea (Ioh. 1, 3).

38 Cfr. PLUTARCO , De Iside 51; PAUSANIAS , VI 26, 5; HERÓDOTO , II 51.

39 Cf. Marc. 4, 21, y Matth. 10, 27.

40 «El bien» es el germen, «el portador de bien» es el órgano genital.

41 Odisea 24, 1.

42 EMPÉDOCLES , Fr. 119.

43 El cuerpo humano. El cotejo con V 7, 7-8 permite afirmar que las almas de los pretendientes no representan aquí el elemento psíquico, sino el inteligible, que es el único que puede haber estado en el mundo superior.

44 Esaldaios o Esaldeo es el Demiurgo psíquico, cuarto en dignidad, pues está precedido por la Tercera Hipóstasis divina. El mundo sensible es denominado «separado» (idikós, cf. LAMPE , Patristic Lexicon, s. v.) por los peratas (V 12, 5-7). Para el nombre de Esaldeo, que evoca el más común de Ialdabaot, véase A. HILGENFELD , Die Ketzergeschichte des Urchristentums, Leipzig, 1884, pág. 257, n. 424. Según CARCOPINO , el Demiurgo gnóstico sería la figura representada en la escena de la creación del hombre en la tumba del Viale Manzoni, véase De Pythagore…, páginas 110-111.

45 Odisea XXIV 2-4.

46 Psalm. 2, 9.

47 El Salvador aparece representado llevando la vara en las pinturas del Viale Manzoni, véase CARCOPINO , De Pythagore…, páginas 129-131.

48 Isai. 26, 19, combinado con 60, 1. Cf. Ephes. 5, 14.

49 Sin figura, acharaktḗristos. Los gnōsticoí extienden a la Segunda Hipóstasis la terminología de la teología negativa, diferenciando, sin embargo, los atributos de las dos primeras hipóstasis; véase el Apéndice I.

50 I Corinth. 15, 27.

51 Psalm. 18, 5; cf. Roman. 18, 18.

52 Odisea XXIV 5 y 6-8.

53 Citas: Isai. 28, 16; Psalm. 117, 22; cf. Matth. 21, 42, y Ephes. 3, 15.

54 Nuevo indicio de la coincidencia entre los gnōsticoí y los valentinianos. En efecto, según éstos, el elemento espiritual es introducido en el hombre elegido en el momento de su vivificación por el Demiurgo, que insufla en él, sin saberlo, substancia divina, cf. Adv. Haer. I 5, 6.

55 Imagen frecuente en HOMERO , p. ej., Odisea IV 350.

56 Dan. 2, 45.

57 El «hombre interior» (expresión paulina, cf. Roman. 7, 22) es el elemento inteligible de la substancia divina. La designación de este mundo como «obra del olvido» es constante en el Evangelio de Verdad, N.H. I 2 (p. ej., 21, 35-36).

58 Odisea XXIV 9-10 y 11-12.

59 Ilíada XIV 201, 246.

60 Psalm. 81, 6.

61 Cf. Gal . 4, 26; Genes. 3, 20.

62 El término «mezcla» (míxis) tiene sentido peyorativo entre los gnōsticoí (cf., sin embargo, V 8, 4). En cambio, entre los valentinianos se utiliza para designar realidades pleromáticas, cf. Adv. Haer. I 1, 3; EPIFANIO , Pan., H. 31, 5, 7.

63 Psalm. 81, 7.

64 Joann. 3, 6.

65 La soteriología de nuestros sectarios es, en lo esencial, la común a los valentinianos, con algunos matices diferenciales. He aquí los capítulos más importantes del proceso de salvación: a) El Salvador es la Segunda Hipóstasis divina que ha descendido al mundo sensible, adquiriendo «figura». En este descenso, el Salvador asume, incluso, el elemento terreno (V 5, 7), mientras para los valentinianos asume, todo lo más, el elemento psíquico (Adv. Haer. I 6, 1). Las denominaciones del Salvador son Hijo del Hombre, Cristo, Logos y Jesús. b) El Salvador se hace cabeza de los elegidos, es decir, de los hombres (resp. almas) que poseen el elemento inteligible divino y los conduce hacia su reintegración en la substancia divina. c) Entre los hombres, algunos son llamados, pero «regresan a Egipto» (V 7, 39), es decir, al mundo sensible, y no se salvan: son los psíquicos. Otros son escogidos, reciben el bautismo y se salvan indefectiblemente: son los espirituales.

66 En la cámara norte de la tumba del Viale Manzoni está representada la escena homérica del regreso de Ulises a Ítaca (véase CARCOPINO , De Pythagore..,, págs. 147 y sigs.; 180 y sigs.), claro indicio del uso profético de los textos homéricos por parte de los cristianos.

67 En V 6, 7 los gnōsticoí distinguían tres substancias (ousíai): la inteligible, la psíquica y la terrena. Aquí establecen tres naturalezas (phýseis), que no hay que entender como correlativas a aquellas tres substancias. En efecto, el punto de vista es aquí estrictamente soteriológico, mientras que allí se trataba de la composición ontológica del Hombre encarnado. La substancia terrena es aquí denominada «mortal». La substancia psíquica no es mencionada, y no consta si los gnōsticoí le concedían un cierto tipo de inmortalidad. La substancia espiritual o inteligible es mencionada, en su ser fontal, como «naturaleza beata» y, en su forma participada, como «raza no dominada».

68 El desierto del Sinaí y Madián son «lugares superiores» respecto a Egipto, lugar tipológico de la corrupción. Tanto Moisés como su esposa Séfora, su suegro Jetró y su hermana María son figuras de los gnōsticoí que han alcanzado el lugar superior.

69 Ilíada XV 189.

70 Matth. 13, 13.

71 Cf. Isai. 28, 10. En el Evangelio de Tomás, N.H. II 2, lógion 13, se habla de tres palabras secretas que Jesús comunicó únicamente a Tomás.

72 En pâsin «en el mundo» (cf. V 7, 33). Se refiere al Hijo del Hombre, que es la forma mundana del Hombre y, por tanto, andrógina como aquél.

73 El Jordán, que en V 7, 41 representaba la substancia espiritual en este mundo, es aquí asimilado al que le hace remontar, Jesús, el Hijo del Hombre, proyección exterior de Adamante. Su triple composición viene explicada en V 6, 6.

74 Este párrafo es paralelo de V 7, 25-26.31. La cita es de Joann. 1, 3, con variantes comunes a los gnósticos.

75 Cf. Genes. 44, 2.4.5.12.

76 Anacreontea 52, 10 ss.

77 Cf. Joann. 2, 1 ss.; 2, 11.

78 Cf. Luc. 17, 21, y Matth. 13, 13 y 44.

79 Los misterios de los Cabiros de Samotracia tenían un marcado carácter naturalístico y vegetativo. En el varón ven los gnōsticoí la imagen del hombre perfecto (por más que su modelo pleromático sea andrógino). El miembro viril representa «la potencia masculina del alma» (V 7, 13), es decir, el elemento espiritual. Este elemento es de la misma substancia (homooúsios) que la divinidad.

80 Joann. 6, 53; Matth. 20, 22; Marc. 10, 38; Joann. 8, 21; 13, 33.

81 En este pasaje, phýsis (naturaleza) indica la condición substancial del individuo (espiritual, psíquica o coica). En cambio, en la exégesis de Roman. 1, 20 (cf. V 7, 16-19), phýsis es la creación mundana, demiúrgica.

82 Obsérvese, comparando con V 7, 33, la precisión de la terminología: el Logos, Segunda Hipóstasis, es denominado siempre acharaktḗristos «sin figura», mientras su forma en el mundo inferior, el Hijo del Hombre, es kecharaktērisménos «que ha adquirido figura». La expresión «cerebro sin figura» podría ser una alusión al nacimiento de Atenea, cf. V 7, 35; 9, 15.

83 En su periplo desde el Pleroma hasta el mundo inferior y vuelta, el Hijo del Hombre atraviesa los siete cielos planetarios y, de acuerdo con el tema gnóstico, no es reconocido por los arcontes que rigen cada cielo, como tampoco por los hombres, cf. Adv. Haer. I 23, 3; 25, 1. El texto citado es una adaptación de Joann. 5, 37.

84 Citas bíblicas: Psalm. 28, 10, 3; 34, 17; Isai. 41, 8; 43, 1-2; 41, 9. El pasaje trata del elemento divino en el hombre espiritual. Este elemento es el «Dios que mora en el diluvio». El diluvio y el agua son imágenes del parto humano. Al nacer, el espiritual clama a Dios para ser librado de la substancia terrena (húmeda) y de la concupiscencia de la unión de hombre y mujer que lo ha traído al mundo.

85 Isai. 49, 14, 15-16.

86 Citas bíblicas: Psalm. 23, 7, 9, 10; 21, 7; 23, 10.8.

87 Citas bíblicas: Job 40, 27. Cf. Genes. 28, 5 ss. (Mesopotamia).

88 Genes. 28, 17; Joann. 10, 9.

89 El sectario sigue alegorizando sobre el elemento divino en el hombre, aplicándole textos bíblicos que la tradición cristiana aplica habitualmente a Jesús. Cuando el elemento espiritual ascienda al Pleroma atravesará, primero, los cielos planetarios regidos por sus correspondientes arcontes o principados (cf. Adv. Haer. I 21, 5, donde los marcosianos dan detalles de esta ascensión). Luego llegará a las puertas del Pleroma. La única puerta del Pleroma es Jesús, según vio Jacob cuando accedió al conocimiento perfecto, es decir, cuando alcanzó el Océano, que según hemos visto en V 7, 38, es «la generación de los dioses».

90 Eso significa el verbo griego paúō; cf. Timeo 30a.

91 Cf. Philip. 2, 10.

92 Ephes . 2, 17. La presencia divina en el mundo no se limita al elemento espiritual. También la racionalidad y el orden de la creación son reflejos de la divinidad. El texto evoca el caos subsiguiente al lapso de la Tercera Hipóstasis, caos al que puso fin (en la versión valentiniana del mito) el descenso del Logos, cf. Adv. Haer. I 4, 1.

93 Resabida imagen del sôma-sêma, de origen órfico-pitagórico, cf. PLATÓN , Crátilo 400c. Mencionada por HIPÓLITO en VI 25, 4.

94 Matth. 23, 17. Cf. Joann. 5, 28.

95 Cf. II Corinth. 12, 2-4.

96 I Corinth. 2, 13.

97 Joann. 6, 44; Matth. 7, 21.

98 Matth. 21, 31; I Corinth. 10, 11.

99 Matth. 13, 3-9.

100 Deut. 31, 20.

101 La «tierra buena» es para el anónimo valentiniano de HIPÓLITO (VI 30, 9) precisamente Sophía Achamot, es decir, el elemento espiritual en este mundo. El uso del término técnico Plérōma aproxima los gnōsticoí a la gnosis valentiniana.

102 La tercera puerta es la del Paraíso, colocada en el tercer cielo, cf. V 8, 25. ORBE sugiere otros significados, Estudios Valentinianos, IV, pág. 283.

103 En el Evang. de Tomás, N.H. II, 2, lóg. 10, se lee: «En los días en que comíais cosas muertas, las convertíais en cosas vivas; ¿qué haréis cuando os halléis en la luz?»

104 «Perlas»: títulos o nombres. Logos, Nous y Ánthropos son nombres de la Segunda Hipóstasis, el «carente de figura».

105 Matth. 7, 6.

106 Juego de etimologías parecido en PLATÓN , Crátilo 408c

107 Odisea IV 384 ss.

108 La expresión homérica poleîtai significa «circular por», pero también «comerciar».

109 Isai. 54, 1.

110 Jerem. 31, 15.

111 Joann. 3, 5.

112 Aforismo ya referido en V 6, 6. La cita es de Jerm. 17, 9.

113 HERÁCLITO , Fr. 25. La descripción de los misterios eleusinos reproduce las noticias comunes sobre el tema, puestas en circulación ya desde Heródoto y, más cercanos a nuestros gnósticos, por Plutarco y Pausanias.

114 Cf. Matth. 7, 13.

115 PARMÉNIDES , fr. 20.

116 HERÁCLITO , fr. 25.

117 En este párrafo, la terminología y el trasfondo doctrinal son notablemente valentinianos. Así como Jesús era «puerta del cielo» (V 8, 21), ahora es también la «casa de Dios», en la que habita el «Dios bueno», es decir, el Padre de Jesús (cf. V 7, 26; diferentemente ORBE , Estudios Valentinianos, IV, págs. 51-52). El desvestimiento es un tema común en la filosofía religiosa de la época, cf. Poimandres, C.H. I 26; PLOTINO , Enn. I 6, 7, y para los valentinianos Exc. Theod. 63, 1; Evang. Phil., N.H. II 3, página 123, 21 ss. La masculinización es también un tema netamente valentiniano, en contexto bautismal, cf. Exc. Theod. 21; HERACLEÓN , fr. 5, 5. El «hacerse esposos» evoca el sacramento de la cámara nupcial de los valentinianos (Adv. Haer. I 7, 1; HERACLEÓN , fr. 12; Exc. Theod. 64; Evang. Phil., N.H. II 3, pág. 130, 1 ss.). El «espíritu virginal» es el mismo substrato de la divinidad, el elemento femenino que acompaña al Sumo Trascendente en su pre-eternidad (cf. Adv. Haer. I 1, 1; I 29, 1). El hombre espiritual poseía, ciertamente, espíritu, pero imperfecto. Al entrar en «la casa», que es Jesús, recibe la perfección del mismo espíritu divino. Véase ORBE , Estudios Valentinianos, IV, páginas 51-68.

118 Se refiere a la generación del Ánthropos, el Unigénito, descrita por PTOLOMEO , Adv. Haer. I 1, 1. Hay cita implícita de Isai. 7, 14.

119 Matth. 7, 13.

120 Entre los valentinianos, la expresión que aquí traducimos por «Padre del Universo» se entiende, con frecuencia, como «Padre de todos los eones». Aquí, sin embargo, designa claramente al Dios supremo, pues el Hijo a quien engendra es «invisible, innominable e inefable», es decir, es el Gran Hombre, puesto que el Hijo del Hombre es visible, por ser, precisamente, la manifestación del Hombre.

121 Juego de palabras entre almendro (amýgdalon) y desgarrar (amýxai).

122 Joann. 1, 3.

123 Ibid., 4, 21 y 23.

124 Se trata del pneuma divino, substrato de la divinidad, denominado más arriba «espíritu virginal» (V 8, 44). No hay que confundirlo con el Espíritu Santo, Tercera Hipóstasis divina, la Sabiduría Achamot de los valentinianos, a la que no hay alusiones directas en esta noticia.

125 Este párrafo es casi idéntico al inicio de la Apóphasis Megálē simoniana (VI 9, 4). No son raras en Hipólito estas contaminaciones entre noticias.

126 El teorema del punto se halla en la Apóphasis Megálē (VI 14, 6) y es un lugar común del pitagorismo y del platonismo.

127 Cf. Matth. 13, 31; Psalm. 18, 4.

128 La tradición apologética critica acerbamente los ritos mistéricos del paganismo contemporáneo. Un texto de JUSTINO parece haber inspirado a Hipólito: «Otros se mutilan públicamente para la torpeza, y refieren esos misterios a la Madre de los Dioses» (I Apolog. 27).

129 Las noticias sobre Tales transmitidas por el propio HIPÓLITO se limitan a atribuirle la doctrina de que «el agua es el principio y el fin de todo» (I 1, 1).

130 Cf. Deut. 33, 17.

131 Genes. 10, 10 (LXX). El pasaje sobre los cuatro brazos del río abarca a 10, 10-14.

132 En la alegoría, los cuatro ríos que fluyen del Edén representan cuatro sentidos corporales, que, a su vez, son vehículo de la doctrina salvadora. Véanse otras interpretaciones en Justino Gnóstico (V 25, 11), Apóphasis Megálē (VI 14, 8-9) y FILÓN , Leg. Alleg. I 63 ss.

133 Juego de palabras entre Asiria y sirómenon (participio de «aspirar»).

134 Juego de palabras entre Eufrates y euphraínei (alegrar).

135 Joann. 4, 10-14.

136 Ibid., 1, 9.

137 La traducción sigue una conjetura de Miller.

138 Cf. Isai. 40, 15.

139 Ya hemos observado en la Introducción general que los gnósticos se consideraban miembros de la comunidad cristiana, aunque a un nivel superior en virtud de su «conocimiento».

140 El caos es aquí la Tercera Hipóstasis divina, la Sophía valehtiniana, la Prúnicos de los «ophitae » de Ireneo. El «segundo lugar» se refiere a su puesto en el universo, pues el Supraexistente está fuera de él.

141 Para Wendland, el texto se presenta corrupto. Sigo una conjetura de Leisegang.

142 El manuscrito ofrece élaphon. Miller corrige eláphon (ciervo). Jonas sugiere élaphron (débil), que hace mejor sentido, pues la imagen del ciervo no tiene paralelos en la tradición gnóstica.

143 En la noticia de Ptolomeo se describen parecidas emociones del elemento divino lapso (Adv. Haer. I 4, 2).

144 Estos tres versos son arrítmicos. Harnack los consideró espúreos.

145 Los sellos servirán a Jesús para atravesar sin ser reconocido las regiones planetarias, regidas por los arcontes, llamados aquí atípicamente eones.

146 La expresión «los dioses» es indicio de la procedencia pagana del salmo.

147 Peratas: los que «rebasan (perâsai) la corrupción», cf. V 16, 1.4.

148 Hipólito quiere dar la impresión de haber reunido toda una biblioteca perática (cf. V 15, 1). Sea lo que sea del carácter retórico de esa afirmación, parece que en la presente noticia ha utilizado por lo menos tres fuentes distintas: 1) un primer documento de tipo filosófico-teológico, resumido en V 12, 1-7 y V 15, 2-16; 2) un fragmento de una obra de carácter astrológico, reproducido literalmente en V 14-15, 1, y 3) un segundo documento doctrinal, resumido en V 17.

149 Es inverosímil que los peratas hubieran dividido el mundo inferior en las tres partes aquí explicitadas. Con toda probabilidad, se refirieron al todo, como lo confirma el lugar paralelo de V 17, 1. Pero Hipólito lo refiere al mundo para forzar su tesis de que los peratas toman su doctrina de los astrólogos, los cuáles sí dividen el mundo en tres partes (cf. V 13, 1). Como se deduce del ulterior desarrollo de la noticia, los peratas reconocían, por lo menos, dos partes del mundo: la región sublunar, lugar de lo engendrado y, por ende, corruptible (cf. V 16, 1), y la región de los astros, incorruptibles (V 16, 5). En la exposición se opera, efectiva y explícitamente, con cuatro lugares: el del Padre ingénito, el del Autogenḗs, el de los astros y el sublunar o terreno. Si desdoblamos el Autogenḗs en «mente» y «alma del mundo» y establecemos diferencia entre los cielos planetarios y el círculo de las estrellas fijas, tenemos un esquema en seis lugares, tres superiores y tres inferiores.

150 Este pasaje, estrictamente interpretado, distingue entre una «triple división» y una «tríada» o trinidad (gr. triás), aunque después Hipólito las confunda. El tenor de la doctrina es ostensiblemente platónico medio, y la duplicidad de la triple división nos remite, precisamente, a Albino: los primeros principios son tres: Dios, ideas, materia (Didascal. 8); el primer principio, Dios, comprende, a su vez, tres entidades: el Dios supremo, la Mente y el Alma (ibid., 10; véase el comentario de A.-J. FESTUSGIÈRE , La révelation d’Hermès Trismégiste, 4 vols., París, 1950-1954, vol. IV, págs. 95-102). Ahora bien, puesto que el lugar de las ideas es la mente divina (doctrina común del platonismo tardío), el tratamiento del segundo principio, la Mente divina, se entrelaza frecuentemente, hasta Plotino, con el tratamiento de las entidades divinas Mente y Alma, en las cuales están y operan las ideas. Éste es, precisamente, como veremos, el caso de los peratas (puede verse J. DILLON , The Middle Platonists (80 B.C. to A.D. 220 ), Ithaca, Nueva York, 1977, pág. 280 ss.).

151 Separado, gr. idikós. También «particular» o «especial», cf. LAMPE , Patristic Lexicon, y más arriba, V 7, 31.

152 El término autogenḗs se halla también entre los gnōsticoí (V 7, 9), los barbelognósticos (Adv. Haer. I 29, 1) y en el Apocr. Joann., BG, págs. 30 y sigs. (véanse otros testimonios aducidos por WHITTAKER , en Vig. Christ. 24 [1970], 246 ss.).

153 EL SISTEMA PERÁTICO .—Los peratas parten de la visión monista y optimista del mundo propio de la filosofía platónica, para luego introducir los ingredientes dualistas indispensables para justificar la venida de un Salvador.—En la cumbre de la triple división de todo se halla el Dios supremo, designado Principio, Fuente, Perfecto Bien, Grandeza paterna, Ingénito, Padre.—Los peratas ofrecen dos descripciones de la segunda división: a) la correspondiente a las «ideas» de los medio-platónicos: «infinita multitud de potencias provenientes unas de otras», «autogénito»; b) la correspondiente a la Segunda Hipóstasis neoplatónica: Hijo, Logos.—El término «autogénito» significa «engendrado espontáneamente»,, no por conyugio, como lo creado (génito), que da lugar a corrupción, sino por procedencia inefable (cf. V 17, 3-4). En otro sentido, complementario del anterior, define el modo de procedencia de los eones o ideas ejemplares, «que provienen unas de otras». Las ideas son ejemplares y activas. Como poseedor de las ideas ejemplares, el Autogénito perata es el Hijo, el Logos, en cuanto «se vuelve hacia el Padre y recibe las potencias en su propia persona» (V 17, 1); como actuador de las ideas, el Autogénito realiza la función del Alma del Mundo (no explicitada por los peratas), en cuanto «asume las potencias y se vuelve hacia la materia» (ibid.). Pero, aunque la materia viene configurada con las formas que aporta el Hijo, cada cosa de este mundo no viene engendrada por el Hijo, sino por el Demiurgo de la materia (V 17, 7).—La «tercera parte de la división», el tercer principio platónico medio, viene entendido en dos estadios: como pura materia, «carente de cualidad y de figura» (V 17, 1), y como mundo creado, separado, engendrado ya, pero con formas corruptibles (V 12, 1-3; 17, 2, 4).

154 El Cristo perata posee: a) la vida divina superior; b) la personalidad del Hijo (cf. V 17, 8); c) un cuerpo mundano. De ninguna manera se le puede asimilar al Cristo de los gnōsticoí (V 6, 6), que posee las tres naturalezas, pneumática, psíquica y coica o terrena. Los peratas no operan con el concepto de «elemento psíquico».

155 Coloss. 2, 9.

156 Las «cosas venidas de lo alto» son las simientes aludidas en el § 5. Los seres poseedores de las cosas venidas de lo alto son descritos en V 17, 6: son los que tienen la gnosis de la «forma paterna» y que, gracias a esa gnosis, son «consubstanciales con el Padre» y podrán «rebasar» la corrupción (V 16, 1, 4): los peratas. Están divididos en tres partes, pues poseen simientes de las dos partes superiores y elemento mundano.

157 Joann. 3, 17, con variante.

158 I Corinth. 11, 32.

159 Esta frase no viene en el manuscrito, pero es absolutamente necesaria para la coherencia del texto. Por una parte, el mundo que se extiende hasta la luna es el «separado» (cf. I 4, 3); por otra parte, los peratas dividían su mundo uno en tres partes, división que debe reproducirse aquí para que la refutación de Hipólito tenga sentido. Véase A. ORBE , Cristología gnóstica, 2 vols., Madrid, 1976, vol. I, pág. 206.

160 Cf. IV 1 ss. Comparar con Exc. Theod. 69-71.

161 Esta curiosa muestra de literatura sincretística aguarda todavía a su comentarista.

162 De hecho, el heresiólogo no ha explicado en ninguna parte tal procedencia del mundo. Este flujo (apórroia) evoca el mito valentiniano de Sophía Achamot y el origen de los elementos (Adv. Haer. I 2 ss.).

163 Es decir, el Demiurgo, descrito luego en V 17, 7 con trazos totalmente negativos.

164 Orac. Sybill., fr. 3 GEFFKEN .

165 El conocimiento (gnṓsis) denota que el perata participa en la esencia del mundo superior o ingénito; por esto será salvado por el Autogénito.

166 Ilíada XV 36-38.

167 Fr. 36.

168 Exod. 14, 28.

169 En los cielos planetarios se hallan los arcontes, dioses de la perdición, pero también se halla el Salvador, que por esto asumió substancia de todas las partes del mundo.

170 Num. 21, 6.

171 Cf. Exod. 7, 10-12.

172 Referencias escriturísticas: Genes. 2, 10-14; 4, 15 y 35.

173 Cf. Genes. 37, 3.

174 Referencias: Genes. 27, 27 ss.; 33, 10.

175 Genes. 10, 9.

176 Joann. 3, 14.

177 Ibid., 1, 1-3, con puntuación usual entre los gnósticos.

178 Genes. 3, 20.

179 La «naturaleza común» (koinḕ phýsis) es la vida, el elemento psíquico, participada a su modo por todos los seres animados del mundo, desde los dioses hasta las bestias.

180 Cf. Matth. 13, 16.

181 ARATO , V 46.

182 ID ., V 70.

183 La disposición relativa de las constelaciones aludidas es en esquema la siguiente:

Polar
Draco
Lyra Corona
Serpens Cauda Serpens Caput
Ophiucus
Sagittarius Scorpio Libra
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184 Los valentinianos también alegorizaron sobre este episodio del Génesis, Adv. Haer. I 4, 5. El texto aludido es el siguiente: «Tomó Jacob unas varas verdes de estoraque, de almendro y de plátano: peló en ellas tiras blancas, dejando al descubierto la albura de las varas. Luego colocó delante del ganado, en los abrevaderos del agua, donde venía a beber el rebaño, las varas descortezadas, para que éste se pusiera berriondo al llegar a abrevarse. De esta suerte el ganado se enceló a la vista de las varas y, después, parió crías listadas, moteadas y manchadas» (Genes. 30, 37-39). El color blanco de la vara significa el elemento espiritual en este mundo, procedente del ingénito. El que lo conoce denota que es concebido en ese elemento, incorruptible. El que no lo conoce no es concebido «blanco», sino «listado»: generación corruptible.

185 Matth. 7, 11.

186 Joann. 8, 44.

187 Ibid., 10, 7. «Puerta» significa aquí los párpados.

188 La imagen de la nafta aparece también en la exposición hipolitiana sobre Basílides, Ref. VII 25, 6. Las imágenes de la piedra magnética, de la raya y del ámbar son aducidas por los naasenos, ibid., V 9, 18.

189 Cf. Ref. VI 9, 10 (SIMÓN ).

190 El Poimandres señala también que «la luz consistía en un número incalculable de potencias» (C.H. I, 7). Hay ciertos paralelismos entre el primer tratado del C.H. y nuestros setianos.

191 Esta especie de refrán aparece cuatro veces en la Refutatio. Véase la nota a VII, 22, 1.

192 Este pasaje parece una banalización del hilemorfismo aristotélico, tal como viene expuesto en Phys. I 6-7. Incluso el ejemplo es aristotélico (el estagirita habla de un músico; el setiano, de un flautista). Los dos principios contrarios de Aristóteles, forma y privación, serían aquí luz y tinieblas, mientras el principio intermedio, el sujeto o materia, es aquí el pneuma. El sistema setiano pretendería presentarse, pues, como una combinación de dualismo cosmológico y aristotelismo literal. El sentido último de su tríada es, sin embargo, muy otro, como veremos.

193 La imagen del perfume es aducida también por Basílides, cf. VII 22, 14.

194 EL SISTEMA SETIANO .—La exposición hipolitiana nada nos transmite acerca de la teodicea setiana. Su recensión comienza cuando ya el proceso de degradación ha terminado, con la existencia de las tinieblas como grado ínfimo de la realidad. Dado que es impensable atribuir a los setianos un dualismo radical que situara las tinieblas como principio ab aeterno opuesto a la luz, hay que presuponer todo un proceso anterior que dio lugar al flujo del espíritu y de las tinieblas. Para utilizar el claro lenguaje ptolomeano, podría decirse que la presente historia comienza en el momento en que el Horos ha trazado una barrera entre el Pleroma y la substancia disgregada de él. En este mundo inferior, dirá el setiano, operan tres principios: a) La luz. La «región de la luz» es propiamente el Pleroma. En el mundo inferior la luz se halla en forma de «centella», o, para utilizar la expresión de una gnosis muy próxima a la setiana, la de los «ofitas» de Ireneo, de «impregnación de luz» (cf. Adv. Haer. I 30, 3). b) El espíritu. Esa entidad intermedia es el primer resultado de la escisión del mundo divino. Es la Sophía Achamot de los valentinianos, la Prúnicos de los «ofitas». Representa el espíritu imperfecto, destinado a desaparecer para quedar absorbido por el espíritu perfecto, que es la luz. c) Las tinieblas. Son el último residuo, todavía inteligible, de la escisión del Pleroma. El «ofita» ireneano las designa de corrido agua, abismo y caos (Adv. Haer. I 30, 1). Constituyen la materia inteligible a partir de la cual el creador hará el mundo sensible.— Todo este desarrollo constituye una exégesis de los primeros versículos del Génesis, en particular del pasaje acerca del «espíritu que se cernía sobre las aguas» (Genes. 1, 2), citado explícitamente por los setianos (V 19, 17).—En resumen, puede decirse que, a vueltas de sus pedantes escarceos con los manuales de la filosofía griega, los setianos presentan un sistema fundamentalmente concorde con el de las grandes corrientes gnósticas. El desarrollo del texto confirmará esta impresión.

195 Brillar, gr. ellámpein. Término que hizo fortuna en el neoplatonismo para expresar la comunicación inteligible (cf. PROCLO , Elem. Theolog. 64). Por su parte, PLOTINO parece haber conocido a unos gnósticos vecinos de nuestros setianos (Enn. II 9, 12).

196 El setiano se muestra muy reticente a la hora de describir el lapso del elemento divino, pero acaba suministrando los datos básicos: la luz comienza por «brillar» sobre las tinieblas, luego «es atraída» por ellas y acaba prisionera. El apelativo de «terrible» de las tinieblas se halla también en el Poimandres, C.H. I 4, así como la mención del mísero estado del elemento inferior, una vez le hubo abandonado el Logos (ibid., 10).

197 La redundancia está en el texto: apeirákis ápeiroi.

198 Nuevo recurso a la doxografía filosófica; esta vez se alude a Demócrito y su doctrina de la colisión de los átomos en movimiento, cf. el fr. A 14 DIELS -KRANZ . Pero el contenido es platónico: el resultado de las colisiones son las formas (idéai V 19, 10).

199 Se trata del Demiurgo, modelador del mundo sensible a partir de la materia inteligible.

200 Texto lagunoso. Las palabras sueltas son: «aspira a remontarse», «como en», «compuestos», «de muchos».

201 Psalm. 28, 3. El Demiurgo crea al hombre sensible (cf. V 19, 19), en el cual se concentra el elemento divino lapso en el mundo, elemento denominado ahora «Intelecto», y después «Intelecto perfecto» (V 19, 16).

202 Cf. Genes. 1, 2. En la creación del hombre, el Demiurgo le comunica su propia substancia, acuosa o tenebrosa, pero al mismo tiempo la luz superior introdujo en el hombre la centella divina, con lo cual el hombre pasaba a diferir substancialmente de su creador.

203 Texto lagunoso. Las palabras sueltas son: «olas», «diferentes», «vientre», «diseminado(s)».

204 Referencia al ombligo de los animales, cf. V 19, 11.

205 El «perfecto intelecto» es un término colectivo para designar a la comunidad de los hombres espirituales, es decir, dotados de centella de luz. Tal designación es, sin embargo, inusitada en el gnosticismo clásico, en el que Nous es, en general, denominación de entidad divina.

206 Cf. Philip. 2, 7.

207 Cf. Hechos 2, 24.

208 Conciso resumen de la soteriología setiana. El Salvador, Logos de luz superior, asume materia crasa en el seno de la virgen. Por esto, por haberse contaminado, necesitará también él purificación. De ahí su lavacro en el Jordán y su subsiguiente unción como Cristo espiritual con el elemento divino perfecto (el agua viva), que después comunicará a todos los que han de salvarse. Véase el detallado comentario de ORBE en Cristol. Gnóst., I, págs. 530-532.

209 Cf. Exod. 10, 22.

210 Genes. 2, 16-17; 12, 1; Exod. 20, 13-15.

211 Cf. PAUSANIAS , I 31, 4.

212 Obra perdida. El título figura en el Catálogo de Lamprias.

213 Ininteligible. Debe aludir a Perséfone.

214 Ilíada XV 189. Citado en V 8, 3.

215 Ilíada XV 36-38. Citado en V 16, 3.

216 De ANDRÓNICO DE RODAS se conoce un Tratado de la división. Para la doctrina de las mezclas, véase Exc. Theod. 33, con nuestra nota.

217 Matth. 10, 34, abreviado.

218 Cf. Philip. 3, 20. Doctrina análoga a la de la filocrínesis de Basílides, cf. Ref. VII 27, 11-12.

219 Ciudad mencionada por HERÓDOTO , VI 20.

220 ID ., VI 119.

221 El Códice VII 1 de Nag-Hammadi, contiene un escrito titulado Paráfrasis de Shem en el que pueden espigarse algunos elementos paralelos a la noticia de Hipólito, aunque en diverso contexto. Nada permite pensar en una dependencia. Véase M. TARDIEU , «Les livres mis sous le nom de Seth», en Gnosis and Gnosticism, ed. M. KRAHE (Nag-Hammadi Studies, 8), Leiden, 1977, págs. 204-210.

222 Matth. 10, 5.

223 I Corinth. 2, 9. Esta cita se repite en V 16 y V 27, 2. Es el único texto neotestamentario citado en la exposición; queda, como se echa de ver, al margen del argumento. Psalm. 109, 4.

224 Cf. HERÓDOTO , IV 8-10. El resumen de Hipólito contiene bastantes inexactitudes, cosa que invita a cautela al examinar sus recensiones de obras gnósticas.

225 En su Epítome de X 15, 1, Hipólito añade el calificativo de ágnōstos. No queda claro qué sentido pueda tener calificar al Demiurgo con un calificativo tan trascendentalista.

226 Mucho se ha especulado sobre el origen de esta figura en Justino. Se han avanzado diversas sugerencias: la misma narración de Heródoto, la constelación de Virgo (calificada de disomós) y la diosa Isis Hermutis. Véase R. VAN DEN BROEK , «The Shape of Edem according to Justin the Gnostic», Vig. Christ. 27 (1973), 35-45.

227 Cf. Apéndice, II.

228 Al identificar al Segundo Principio con Elohim, y al Tercero, con Edén-Israel, Justino eleva toda la historia veterotestamentaria a alegoría cosmológica y antropológica. El idilio de Elohim y Edén es interpretado también en clave cósmica. En el fondo se halla una exégesis alegórica del Cantar de los Cantares y de los episodios matrimoniales y divorcísticos del Antiguo Testamento. Justino cita explícitamente Oseas 1, 2, como alegoría del «misterio» de Elohim y Edén (cf. V 27, 4). Este tipo de exégesis eran corrientes en la apocalíptica y en el rabinismo (véase R. M. GRANT , Gnosticism and Early Christianity, Nueva York, 19662 , págs. 23-24), aunque no aplicadas a cuestiones físicas. El impulso amoroso cósmico es también evocado en Poimandres, C.H. I 14. Podemos señalar aquí la finura espiritual de los valentinianos, para quienes el origen del mal está también en un impulso amoroso, pero no dirigido hacia abajo, sino hacia el Ser Supremo (cf. Adv. Haer. I 2, 2).

229 Los siete nombres de los ángeles paternos remiten a personajes o términos del Antiguo Testamento favorables a la divinidad. De los doce nombres de los ángeles maternos, seis (Babel, Naas, Bel, Belías, Satán, Sael) se refieren a personajes o poderes hostiles a Dios; Achamot y Adonaios cuajarían mejor en la otra lista; los cuatro restantes son de significado dudoso; véase GRANT , «Les êtres intermédiaires dans le judaïsme tardif», en U. BIANCHI (ed.), Le origini dello gnosticismo. Colloquio di Messina, 13-18 aprile 1966, 2.a ed., Leiden, 1970, pàgs. 151-152, y nuestra n. 379 del vol. I.

230 Genes. 2, 8.

231 Baruc en hebreo significa «beato», aunque IRENEO lo interpreta «Dios» (II 24, 2). Naas significa serpiente. Nótese cómo para Justino la serpiente es un personaje maligno, de acuerdo con su inspiración filoyahwista.

232 Edén, como principio ingénito e inteligible, era doble, al igual que la díada pitagórico-platónica. Como principio sensible o tierra era también doble. Tenía una parte «mejor» (alusión a la tierra no labrada de Genes. 2, 5) y una parte inferior. El tema del doble origen del cuerpo humano era bastante frecuente en la antigüedad (véanse algunas referencias en A. ORBE , Antropología de san Ireneo, Madrid, 1969, pág. 50, n. 96). Obsérvese que el texto atribuye la creación del cuerpo del hombre a los ángeles de Elohim. Se trata de una exégesis meticulosa de Genes. 1, 26: «Dijo Dios: hagamos un hombre…»: el plural expresaría una colaboración de los ángeles con Elohim, idea que se halla en algunos representantes del judaísmo tardío (véase GRANT , art. cit., pág. 148).

233 El espíritu de Elohim es un elemento de naturaleza ascensional (26, 14), principio de conversión hacia el Bueno (26, 24) y de participación en él (27, 2). Se trata, en realidad, de un «espíritu del Bueno» transmitido por Elohim (cf. n. 244). Lo poseen todos los hombres, no únicamente un grupo de elegidos (26, 25). El alma es el elemento psíquico, sede de las pasiones (26, 25), que quedará en el mundo (26, 32). No se puede caracterizar el alma como elemento racional y el espíritu como elemento noético, pues en Baruc no hay rastro de especulación gnoseológica.

234 Genes. 1, 28, con una variante quizás inspirada en Isai. 14, 2.

235 Genes. 2, 1. Para los cuatro ríos, cf. Genes. 2, 10-14. Comparar con V 9, 14 y I 19, 1.

236 El mundo es obra de Elohim —en común acuerdo con Edén, cf. 26, 14.18— y no de sus ángeles. El judaísmo no conoce una doctrina de la creación por parte de los ángeles; sí, en cambio, enseña el gobierno del mundo por algunos de ellos; véanse las nn. 277 y 282 del vol. I.

237 Justino identifica los doce ángeles con el Zodíaco, dividido en cuadrantes.

238 A cada ángel o grupo de ángeles maléficos se les asignaba un tipo de mal, cf. Testamentum Ruben 3; ORÍGENES , Hom. Jos. 15, 5; Hom. Nm. 20, 3.

239 Cf. Apéndice III.

240 Cf. Psalm. 117, 19, e Isai. 45, 5. La presunción del Demiurgo es un trazo muy difundido entre los gnósticos, cf. Adv. Haer. I 5, 4; Ref. VI 33; véanse las nn. 87 y 383-384 del vol. I.

241 Psalm. 117, 20. Como muy bien observa Simonetti (nota en este lugar) la utilización del salmo 117 para describir la ascensión de Elohim, en lugar del salmo 23, que describe usualmente la ascensión del Redentor, subraya las diferencias entre el Segundo Principio baruquiano y el Cristo de los grandes sistemas gnósticos.

242 I Corinth. 2, 9. Los ángeles de Elohim no pueden acompañarle, pues su misión es continuar en el mundo para ayudar al espíritu de Elohim que está en los hombres.

243 Psalm. 109, 1.

244 Cf. Deut. 9, 14; Genes. 6, 3. En todos los sistemas gnósticos se halla el tema del elemento divino encerrado en la materia. Si se quiere urgir el paralelismo, resultaría que Elohim asume la identidad del Hijo de Dios, el Logos, cuya substancia espiritual se ha degradado hasta el cosmos. Pero como ya hemos observado, el espíritu de Elohim se halla en todos los hombres, mientras en los sistemas gnósticos clásicos el elemento divino se encuentra sólo en los elegidos (cf. n. 233). Además, Elohim no es un Salvador: él mismo se salva como uno más. Su salvación no tiene ninguna eficacia real sobre los hombres. Es más, a partir de su sesión a la derecha del Padre, Elohim queda completamente fuera de escena. Los acontecimientos seguirán protagonizados por Edén, por los ángeles de Elohim (en particular. Baruc, que se elevará por encima del mismo Elohim) y Jesús. No se puede urgir, pues, la expresión «espíritu de Elohim» para derivar de ella la dignidad trinitaria del Segundo Principio. En Baruc no hay rastro de teología trinitaria. A pesar de sus extrañas alegorías, el sistema de Justino es fundamentalmente filosófico; de ahí, como se verá, la elementalidad de su soteriología.

245 Naas, la serpiente, ha sido definida como «el árbol de la ciencia del bien y del mal» (26, 6). Al igual que los «ofitas», Justino identifica a la serpiente con el ángel malo (cf. Adv. Haer. I 30, 5).

246 Baruc (el árbol de la vida, cf. 26, 6) asume el papel que en otros sistemas gnósticos pertenece al Cristo Salvador. Pero su categoría óntica es muy inferior a la de aquél. Baruc, en efecto, se limita a hacer de mensajero de Elohim, mero instrumento, a su vez, del Bueno.

247 Genes. 2, 16 ss.

248 El tema de la seducción y adulterio de Eva es frecuente en los escritos gnósticos no valentinianos, cf., p. ej., Adv. Haer. I 30, 7; Hipost. Arcont., N.H. II 4, pág. 89; Evang. Philip. N.H. II 3, pág. 109, 5-13; véase A. ORBE , «El pecado de los arcontes», Est. Ecles. 43 (1968), 345-379.

249 La lucha de dos tendencias en el interior del hombre es un tópico de las filosofías moralizantes. Pero en Justino no se trata de dos aspectos de una única alma (como en Platón o en Pablo), sino de dos principios ontológicamente distintos, como en Numenio de Apamea (véase n. 227). Entre los escritores eclesiásticos, Taciano el Sirio presenta una doctrina parecida: «La morada del Espíritu Santo está en lo alto; mas el origen del alma está abajo. En un principio el Espíritu habitaba junto con el alma. Mas al no querer ella seguirle, el Espíritu la había abandonado» (Ad Graecos 13).

250 Los valentinianos, aduciendo Joann. 10, 8: «Todos cuantos vinieron antes de mí eran ladrones y salteadores; pero las ovejas no los oyeron», habían desprestigiado a los profetas del Antiguo Testamento (cf. Ref. VI 35, 1). También las Pseudoclementinas aluden a esta corrupción (Hom. III 52, 1). En Baruc tiene un sentido muy concreto: los profetas se dejaron llevar por la potencia maléfica, concupiscente, de Naas. También ellos cometieron los pecados arquetípicos (sexuales) como se echa de ver con el ejemplo de Heracles. La ética de Justino resulta decididamente encratita.

251 La expresión «al final de todo» ya se había referido a la elección de Heracles (26, 27). ¿Indicaría esta anomalía que el episodio de Jesús es un añadido cristiano a un documento fundamentalmente judaico? Suposición inútil: aun con el «añadido» cristiano, el Libro de Baruc sigue manifestando un pensamiento esencialmente judío; nada hay en él de propiamente cristiano.—Esta «historia de Jesús» presenta concomitancias sólo superficiales con las narraciones canónicas. La datación «en los días del rey Herodes» puede proceder de Luc. 1, 5. Mas, para Justino, Jesús es hijo natural de José y María, es decir, desconoce el nacimiento virginal anunciado por los evangelios de la infancia (ORBE se esfuerza en demostrar la canonicidad de Justino en este punto, véase «La cristología de Justino Gnóstico», Est. Ecles., 47 [1972], 437 ss.). Tampoco es canónico el pastoreo de ovejas. De hecho, pues, para Justino Jesús es «el verdadero profeta» de las Pseudoclementinas (cf. Hom. I 19; III 20) y de los elkasaitas (cf. Ref. IX 14, 1). La denominación Cristo no aparece en su escrito.

252 La predicación profética es el único medio por el que Jesús ayuda a los hombres. No hay en Justino rastro de la doctrina cristiana de la redención.

253 Jesús no fue dominado nunca por la lubricidad, pues «se preparó» ya desde los doce años, edad en que se supone hacen su aparición los instintos sexuales.

254 La muerte de Jesús no difiere de la de los demás hombres. En la muerte se disocian los componentes de todo ser humano: el cuerpo y el alma quedan en el mundo (pues son de naturaleza edénica), mientras el espíritu se reintegra al Padre Elohim y, por lo mismo, sube hacia el Bueno. Pero Jesús, en premio de su labor de predicación, tiene un lugar privilegiado: se sienta a la diestra de Elohim, el cual, a su vez, está a la diestra del Bueno.

255 A partir de aquí se rompe la continuidad literaria del resumen de Hipólito. Siguen cuatro piezas complementarias: una digresión acerca de símbolos mitológicos; un florilegio de testimonios bíblicos; una noticia acerca del juramento baruquiano; otro testimonio bíblico.

256 Este pasaje presenta todas las trazas de ser un añadido de otra fuente. El Primer Principio de Justino es totalmente ajeno a la creación, y, por otra parte, repugna a su trascendencia el identificarle tras las estatuas de Hermes con el miembro viril erecto evocadas por los gnōsticoí, cf. Ref. V 7, 27-28; 8, 10.

257 Isai. 1, 2.

258 Ibid., 1, 3.

259 Psalm. 109, 4.

260 I Corinth. 2, 9.

261 La distinción entre las dos aguas es aducida también por los setianos, cf. V 19, 21.

262 Cf. Ose. 1, 2.