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La historia del tantra

Las escrituras te enseñarán cómo realizar a Dios. Pero, cuando hayas obtenido toda la información sobre el camino, tendrás que ponerte a trabajar, sólo entonces podrás alcanzar tu meta.

Sri Ramakrishna

Cuando tomamos un camino siempre es útil conocer sus orígenes y quién ha caminado antes por él. Cuando conocemos su historia somos más conscientes de nuestro propio viaje. Conocer un poco los linajes y los diferentes sabores de una tradición nos ayuda a descubrir qué camino nos atrae más.

El tantra no tiene unos orígenes demasiado claros debido a que sus enseñanzas eran de transmisión oral y a que con frecuencia se practicaban en privado y a escondidas, por estar mal vistas por otras religiones. Además, normalmente se transmitía a través de una serie de iniciaciones de maestro a discípulo, que tenían lugar cuando el primero consideraba que su discípulo estaba preparado, y así sigue siendo hoy en día en cierta medida. Por consiguiente, la tradición del tantra está envuelta de misterio.

Sin embargo, los primeros datos que tenemos del tantra se encontraron en la India. Según parece, estas enseñanzas viajaron entre el Tíbet y China, y fueron cambiando de forma a medida que se iban fusionando con diferentes culturas. Las artes sexuales taoístas más tempranas que se conocen aparecen en El Neijing: Aplicaciones clínicas del canon de medicina interna de Huang Di (770-256 AEC), mientras que los textos más antiguos del tantra datan del siglo vii. No obstante, es probable que las enseñanzas sean anteriores a los textos. Por lo tanto, podemos ver la historia del tantra como un collage de diferentes maestros, prácticas y comunidades que a lo largo de los siglos alcanzó su esplendor, y luego empezó su decadencia.

El propio término «tantra» pertenece a un conjunto de escrituras espirituales conocidas como Agamas. Éstas suelen adoptar el formato de una conversación entre Shiva y Shakti, los aspectos masculino y femenino respectivamente de la Divinidad (véase también página 102). No siempre se conoce al autor de los textos; algunos incluso dicen que Shiva fue un ser encarnado, que canalizó estas obras y que fue el verdadero fundador del yoga. Otros ven en Shiva el aspecto masculino de la Divinidad, pero no a un ser encarnado. Por ejemplo, se dice que Shiva reveló a Vasugupta el antiguo texto tántrico Spandakarika en el siglo ix; lo más probable es que sea una forma poética de explicar que este último fue un canal para la concepción del texto mientras se encontraba en un estado elevado de conciencia.

Varios maestros a lo largo de la historia han leído estos textos y y los han reinterpretado. Por eso, una característica común de las sectas tántricas más clásicas es el uso de dichos textos para lograr el despertar y guiarse por ellos. Una secta en particular puede que sólo use uno, mientras que otra puede usar muchos.

Hay tres corrientes principales de influencia tántrica: el shivaísmo de Cachemira, el tantra tibetano y el taoísmo, aunque este último no sea considerado realmente un tipo de tantra.

No obstante, las enseñanzas taoístas sobre la energía sexual, el orgasmo, la unión de los opuestos y la meditación se parecen tanto a las del tantra que muchos practicantes eligen utilizar las dos a la vez. Bien podría ser que las artes sexuales taoístas llegaran a la India a través de algún maestro, puesto que muchos maestros solían recorrer largas distancias transmitiendo sus enseñanzas, pero no existen pruebas contundentes de ello.

Las raíces del tantra

Según parece, los verdaderos orígenes del tantra se encuentran en el shivaísmo de Cachemira. Tal como su propio nombre indica, proviene de la región de Cachemira. Es un camino espiritual muy detallado, con métodos para acceder a estados trascendentes a través de profundizar en la vida. El shivaísmo, en lugar de enseñar la vía del ascetismo, acepta la vida y utiliza las experiencias que ésta nos concede para elevar nuestra conciencia. Para seguir este camino no es necesario encerrarse en una cueva. Por el contrario, nos hemos de implicar a fondo en la vida y experimentar el despertar en la misma.

Abhinavagupta, el maestro y filósofo del siglo x, quizá sea uno de los más famosos de este linaje. Escribió un texto que se llama Tantraloka, cuya finalidad era resumir todo el conocimiento de los textos tántricos. Tuvo varios gurús y nació en el linaje de los kaulas (sus padres realizaron un ritual de unión tántrico para concebirle). Formuló muchos comentarios sobre los textos, y también se le conoce por su iluminadora poesía y sus escritos.

Las prácticas y las filosofías del shivaísmo de Cachemira se parecen tanto a las del tantra budista tibetano que no cabe duda alguna de que existe una conexión entre ellas. Es evidente que estas tradiciones viajaron por la región del Himalaya. Gurú Rinpoche Padmasambhava fue uno de los maestros que, en el siglo viii, llevó la sabiduría de la India hasta el Tíbet. Tal era su grado de evolución que se le llamó el «Segundo Buda».

Como sucede en muchas tradiciones, los maestros eran los que solían fundar las escuelas y escribir o comentar los textos. Entretanto, las mujeres eran las portadoras de la sabiduría y las que transmitían las enseñanzas del tantra a través de la danza, la música, de hacer el amor y de las artes. Así oímos hablar de las dakinis, las tantrikas y las devadasis, que suelen vivir en los templos transmitiendo energías tántricas. En el taoísmo se habla de las cortesanas que enseñaban los secretos de la energía sexual y la longevidad a los emperadores chinos.

EL ABECÉ DEL TANTRA

Si quieres saber más sobre el papel de la mujer en la historia del tantra, recomiendo leer el excelente libro de Miranda Shaw Passionate Enlightenment, un análisis de la función de las mujeres en el tantra.

La unión sagrada

La historia del tantra nos ofrece algunos relatos interesantes sobre los encuentros de ascetas tántricos con tantrikas salvajes y la unión que se producía entre ellos.

Por ejemplo, uno de los relatos trata del monje y erudito budista, Saraha, que vivió en el siglo viii. Saraha era un maestro muy respetado y consejero del rey y de la corte, pero un día tuvo una visión en un sueño y lo dejó todo para seguir a una dakini, que trabajaba en el mercado fabricando flechas. Vio en ella a la gran maestra que había estado buscando toda su vida. No era culta, pero irradiaba una presencia tan profunda cuando confeccionaba las flechas que Saraha se inclinó ante ella.

Cuando se fueron a vivir a un cementerio-crematorio (donde bailaban, cantaban y celebraban), el rey pensó que había perdido el juicio y envió a sus súbditos a buscarle, pero cada uno que entraba en contacto con ellos acababa quedándose con la dakini; hasta la propia esposa del rey. Al final, también se incorporó el rey como devoto de la dakini y nació una nueva era de la cultura tántrica. Los frutos de la experiencia de Saraha se pueden encontrar en los hermosos textos titulados The Songs of Saraha [Los cánticos de Saraha].

Podemos observar un patrón similar en otros maestros tántricos tibetanos como Naropa, Luipa, Tilopa y Marpa Lotsawa, puesto que todos ellos abandonaron sus prestigiosas vidas monásticas para seguir a mujeres de la casta de los intocables, con el objeto de trascender la práctica escolástica y despertar su espontaneidad. Normalmente vivían en los crematorios, como símbolo de que trascendían todas las normas culturales. Esto siempre se considera que es la etapa final de su evolución. Cuando Saraha tomó a una dakini como consorte, dijo: «Ahora, por fin, soy un ser verdaderamente puro».

Estas historias no sólo indican los diferentes papeles de los hombres y de las mujeres en el tantra, sino también la unión esencial entre ambos para adentrarse en las etapas finales de la totalidad. Cuando ambos se encuentran y se unen, el yogui y la yoguini, pueden alcanzar un estado de espontaneidad y júbilo. Esta diferencia en la práctica para los hombres y las mujeres suele repetirse en el tantra moderno y, especialmente, en el trabajo con la polaridad.

EL ABECÉ DEL TANTRA

Quiero aclarar que las historias de uniones sexuales tántricas del budismo tibetano siempre se producían después de muchos años de práctica en solitario, puesto que se creía que antes de ese período de soledad las pasiones eran demasiado desenfrenadas e inconscientes.

Otra figura importante en la historia del tantra es el maestro Gorakshanath o Gorakhnath. Se le conoce por haber sido un personaje famoso del linaje de practicantes de la tradición yóguica de los natha en el siglo xi, que fue fundada por su maestro Matsyendra. Éste es el linaje que escribió el texto Hatha Yoga Pradipika y es un importante pilar de la práctica de asanas (posturas) que se realizan en el yoga moderno. De hecho algunos tipos de yoga todavía contienen algún elemento tántrico (trabajo con la energía), mientras que otros sólo se centran en las posturas físicas.

Caminos diferentes

A veces el tantra se clasifica como el tantra de la mano derecha y el tantra de la mano izquierda. El de la mano derecha se abstiene de toda práctica sexual y trabaja sólo con la energía y la meditación. El de la mano izquierda incluye la actividad sexual, así como otras prácticas; sus seguidores también son famosos por rechazar muchas reglas morales convencionales y realizar rituales en los que comen carne, pescado, beben alcohol y mantienen relaciones sexuales.

Igual que en las historias del tantra tibetano de los monjes ascetas que toman consortes en la etapa final de su despertar, algunos practicantes siguen el sendero de la abstinencia sexual hasta que están preparados para mantener su estado de conciencia durante la intensa estimulación que implica el acto sexual. Otros siguen un camino más abierto y libre hasta que sienten que han purificado sus deseos lo suficiente como para pasar al celibato.

También existe la clasificación de tantra rojo, blanco y negro, que refleja la tendencia de cada escuela. El blanco se centra sólo en la meditación y en las prácticas en solitario. El rojo incluye prácticas sexuales opcionales y meditaciones en pareja y trabaja más con los sentidos. El negro es el de los que se decantan por las energías oscuras de la vida, como vía hacia el despertar. Puede ser una práctica espiritual muy poderosa, pero el tantra negro se conoce también como el sendero de los que utilizan mal la energía para manipular a los demás. Esta vertiente es la que ha dado al tantra su mala fama, especialmente en la India.

Por desgracia, la represión de la sexualidad en la India parece haber conseguido que el tantra se radicalice en blanco o negro. Encontrarás muchos maestros tántricos que sólo trabajan con la meditación, el yoga, los mantras y los yantras, sin incluir elemento sexual alguno. O bien oirás historias terroríficas de babas1 tántricos que realizan rituales parecidos a los de la magia negra. Por consiguiente, los occidentales que van a la India con la intención de descubrir el tantra para que sus relaciones sean más sagradas se suelen llevar una gran decepción y quedarse perplejos ante lo que allí encuentran.

Por otra parte, la mayor parte del tantra que encontrarás en Occidente se basa en el tantra rojo, lo que coincide con el deseo de encontrar la felicidad en una relación a través de la liberación sexual, así que no es de extrañar que esté medrando. Los seguidores de la tradición del tantra blanco puede que chasqueen la lengua y miren con desdén la difusión del tantra rojo alegando que no es «real». Pero vale la pena recordar que una vez existió, en una India que estaba mucho más liberada sexualmente. Todavía quedan algunos templos, esculturas, pinturas y danzas que son testimonio de aquellos lejanos días.

Así pues, el tantra tiene muchas ramificaciones, algunas de las cuales se ocultaron o bien cayeron en declive con la invasión del imperio mogol (1736-1747) y con la subida al poder de otras religiones que se veían amenazadas por las prácticas radicales tántricas. La colonización británica de la India, a principios del siglo xix, se caracterizó por la introducción de actitudes victorianas puritanas y la crítica de las tradiciones, las danzas, los practicantes y los textos tántricos que encontraron.

Por este motivo, es difícil encontrar algún linaje tántrico que sea realmente puro. Muchas de las prácticas han sido absorbidas por otras religiones, como el budismo y el hinduismo, pero a costa de perder la esencia tántrica. Como hemos podido comprobar en muchas otras religiones del mundo, cuando se intenta encasillar una verdad viva en el contexto del dogma o de las prácticas de rituales que se basan en el miedo, ésta suele destruirse en el proceso.

Una excepción podría ser la del inusual sendero de los místicos baul, que tiene sus orígenes en la región india de Bengala. Disfrazados de juglares viajeros, los baul transmitieron las enseñanzas, así como la forma de activar la energía, a través de la música y de celebraciones, y de este modo evitaron la represión. Todavía existen místicos de esta tradición en la India.

Pero, a pesar de su larga historia de represión, el espíritu del tantra sigue vivo y estamos presenciando el resurgir de sus tradiciones en todo el mundo. Escribe en Google la palabra «tantra» y verás la extensa gama de maestros, prácticas y talleres que encuentras.

Hay mucho que decir sobre este nuevo despertar espontáneo…, que el tantra vuelve a la vida.

No obstante, también existe el riesgo de que mucho de lo que lleva este nombre, poco o nada tenga que ver con las enseñanzas originales y, por lo tanto, haga un flaco favor a su nombre. Algunas personas atribuyen al azar la palabra «tantra» a cualquier tipo de práctica sexual, con la esperanza de convertirla en espiritual, y esto puede dificultar a los buscadores sinceros encontrar algún beneficio espiritual auténtico en la misma. Sin embargo, estamos siendo testigos de que la historia se está escribiendo a sí misma, y puede que dentro de otros 1.000 años haya académicos que investiguen en los blogs y en Facebook para buscar datos de nuestra era, sobre todo lo que aparezca bajo el nombre de «tantra».

El neo-tantra

El término empleado para el tantra actual es «neo-tantra». Se ha estado utilizando desde que el fallecido místico hindú Osho Rajneesh (1931-1990) empezó a compartir meditaciones tántricas con sus seguidores. Osho jugó un papel fundamental en la reintroducción del tantra en todo el mundo, y muchos de los maestros actuales más conocidos proceden de este linaje.

El neo-tantra incorpora muchos procesos terapéuticos modernos en la meditación y en las prácticas energéticas, pero tiende a separarse de las prácticas clásicas (por ejemplo, el yoga, meditaciones con mantras y yantras), aunque algunos maestros fusionan las dos técnicas. Osho hablaba a sus seguidores de muchos textos clásicos, pero también consideraba que los practicantes de hoy en día necesitaban terapias adaptadas a las necesidades actuales, antes de iniciarse en la práctica de la meditación. El propio Osho enseñó que los procesos experienciales se tenían que combinar con la meditación, pero no todos los maestros del neo-tantra tienen esto en cuenta, y a veces el aspecto de la meditación es escaso o nulo.

En la actualidad contamos con muchas enseñanzas que se atribuyen al tantra, lo que significa que tenemos mucho donde elegir.

El reto está en saber qué camino tántrico elegir, así que lo mejor es fijarnos una intención y dejar que sea el camino el que nos elija a nosotros.

RESUMEN


1. «Baba» es un término persa muy extendido por Oriente Próximo y la India que se utiliza para dirigirse respetuosamente a los sabios, santos o maestros espirituales; también significa «padre» en hindi. (N. de la T.)