Alguna vez, el que sería Pancho Villa le dijo al periodista Silvestre Terrazas: “Si mi madre se retrasa 24 horas más de parto, nazco adivino”. No está muy claro por qué un retraso en el nacimiento podría producir tal género de transmutación, conversión o futuro oficio, pero nada estará demasiado claro en lo que será una historia dominada por los cuentos, las leyendas, los chismes y las versiones, muchas de ellas contradictorias y enfrentadas. Lo que parece claro es que el acontecimiento se produjo el 5 de junio de 1878 a las tres de la tarde.
Algunos de los que ahí no estaban, narrarían años más tarde, con grandes licencias y abundantes disparates, que ese día “cayó una tormenta y durante los relámpagos hubo un cambio en el tamaño, el color y el curso de Venus: una advertencia del cielo que significaba las dificultades que enfrentaría el recién nacido”; o que “cuando nació, era un monstruo de más de cinco kilos de peso, tenía el cabello rojizo y unos enormes ojos de búho”.
El lugar que produciría tan delirantes invenciones no parecía gran cosa. Un punto situado cerca del fin del mundo, un pequeño caserío, ni a rancho llegaba, llamado La Coyotada, a cuatro kilómetros del verdadero rancho, Río Grande, y a ocho kilómetros de San Juan del Río (una minúscula población del estado de Durango, en el centro norte de México). Todo dentro de los inmensos terrenos de la hacienda de Santa Isabel de Berros.
La Coyotada no tenía más de cinco o seis casas de adobe y tejas, sin ventanas, con pequeñas troneras para la ventilación, a orillas del río San Juan. El escenario estaba presidido por una enorme roca que a causa de la erosión había creado algo que semejaba la cabeza de un pato y dominaba el pequeño valle.
En una de esas cabañas aislada en una lomita nacería el que habría de ser registrado por sus padres Agustín y Micaela como Doroteo Arango Arámbula y luego bautizado en la iglesia católica como José Doroteo.
Estos son los hechos, pero…
Durante mucho tiempo los nativos de Durango se disputaron con los chihuahuenses desinformados la región natal de Villa. Una vez el autor escuchó a un chihuahuense decir a su esposa, nacida en Durango, una frase que, en el reconocimiento y derrota, dejaba zanjado el debate: “En Durango habrá nacido, pero en Chihuahua se hizo guerrillero”. A lo que su esposa contestaba cantando el corrido de Pancho Villa escrito por Ángel Gallardo, que a la letra dice: “Durango, Durango, tierra bendita, donde nació Pancho Villa, caudillo inmortal”.
Para hacer de esta disputa inocente algo más barroco, se metieron en el asunto los colombianos aportando exóticos datos respecto del lugar de nacimiento del joven: el Doroteo Arango/ futuro Pancho Villa colombiano, era, según un diccionario editado en 1965, hijo de padre colombiano, Agustín (nativo de Antioquia), y madre mexicana. Pancho, según esto, nació en Medellín (Colombia) y cuando tenía cuatro años sus padres viajaron a Maracaibo (Venezuela) y luego a México, donde se establecieron en Durango. Esta loca versión se había originado en la barcelonesa enciclopedia Sopena en los años treinta.
En esta conjura surrealista terciaron los estadounidenses, quienes también reclamaron la nacionalidad del futuro personaje. Varios soldados del 10º batallón de Caballería juraron en 1914, y decían que otros de sus compañeros podían confirmarlo, que Pancho participó en la campaña de 1882 contra los indios (de ser así, tendría cuatro años) siendo estadounidense, negro y sargento primero. Su nombre real era Goldsby y se incorporó al ejército en Maryland. Goldsby/ Villa tuvo problemas en Fort Davies y cruzó el Río Grande para volverse bandido en México bajo el nombre de Rondota. Era un negro de color muy claro y podía pasar por mexicano. Los testigos decían que lo habían reconocido por fotografías y cruzaron la frontera para hablar con él. Que Pancho Villa gozó conversando con ellos y no negó la historia que le contaban (¿Cómo la iba a negar? ¡Le habría encantado!).
Para hacer esta historia aún más absurda, en 1956 Maurilio T. Álvarez sugirió que Villa era centroamericano. Sus argumentos no eran demasiado consistentes, decía que “babeaba”, que “usaba sombrero a media cabeza, como se usa en las pampas (que como todo el mundo sabe están en Centroamérica) y no como lo llevan hacia delante los nobles hombres del campo norteño”; argumentaba que a Pancho y a sus hermanos los conocían con el mote de “los guatemaltecos”, que nadie en Durango o en Chihuahua da el trato de “muchachito” a otra persona y que además hablaba con “vocablos no usuales en México”.
Por su parte, el historiador soviético Lavretsky (seudónimo de Iósif Grigulévich) aseguraba que Villa “era un mestizo de origen español e indígena tarahumara”, y el estadounidense John Eisenhower decía que “Villa era un indio, no había españoles en su pasado”. Estas últimas afirmaciones dejan mucho que desear, porque en Durango no habitan tarahumaras y porque Doroteo no tenía rasgos indígenas; era lo que los nativos de Durango llaman “un güero requemao”, blanco, de pelo castaño.
Para que las cosas no fueran tan sencillas uno de sus biógrafos, Federico Cervantes, aseguraba que era descendiente de vascos, basado en el origen sin duda vasco del apellido Arango, que quiere decir en eusquera “detrás del valle”, y el sin duda origen vasco del apellido Arámbula.
Pero no sólo el origen nacional de Doroteo Arango estuvo y está a perpetua discusión. A lo largo de los años la identidad de su padre ha sido sujeto de mil y una especulaciones.
Reconstruyamos. Agustín Arango y Micaela Arámbula, de la que tenemos una descripción muy escasa: “era muy blanca”, se casan el 5 de mayo de 1877 (un año y un mes antes del nacimiento de Doroteo) en San Fermín de Pánuco, no muy lejos de Río Grande. Los cuatro abuelos de Pancho son campesinos de la zona. En los siguientes años la pareja tiene otros cuatro hijos: María Ana, nacida en Río Grande, 1879; José Antonio, nacido en El Potrero de Parra, 1880; María Martina, nacida en Río Grande, 1882; y José Hipólito, nacido en El Mezquite, en 1883. La variación en los lugares de nacimiento indica que la pareja de campesinos, muy pobres, trabajaban como medieros en las tierras de la hacienda e iban cambiando de casa siguiendo labores y cosechas.
El padre, Agustín Arango, probablemente morirá o abandonará a su familia en 1884-1885 o, tras haberla abandonado en esas fechas, morirá en 1892 en el mineral de San Lucas. Lo que todos acuerdan es que su desaparición o muerte deja en la miseria a su mujer y sus cinco hijos. El personaje ha sido una sombra, nadie lo conoció, ninguno de los muchos testigos que hablaron de la infancia de Villa lo recuerda o lo menciona, el propio Villa en sus versiones autobiográficas lo resuelve con una frase: “Mi padre murió cuando todos éramos muy pequeños”.
Ese nebuloso personaje, Agustín Arango, ¿era el padre de Doroteo?
Villa, muchos años más tarde, le confesó a la periodista Esperanza Velázquez que el apellido Arango era de su abuelo materno, que él era hijo de un judío español apellidado Germán. Su madre no se lo contó: “Yo llegué a descubrir, ya grande, que mi verdadero apellido no era ni Villa, ni Arango. Y me enteré, hasta hace pocos años, quién era mi verdadero padre. Hace algunos años que revolucionaba por Parral, tuve conocimiento de un anciano que conocía bien a mi madre y a mi abuelo. De acuerdo con su relato, mi padre se apellidaba Germán y yo ignoro por qué mi madre se acostumbró a llevar el apellido de Villa. Así que mis hijos y yo, somos germanos”.
Pero la historia no era muy coherente, ni Arango era el apellido de su abuelo materno ni su madre usó nunca el apellido Villa.
Para hacerlo más complicado, el propio Villa ofrecería otra información en la versión de su biografía dictada a Bauche Alcalde: “Mi señor padre, don Agustín Arango, fue hijo natural de Jesús Villa”. Y para seguir esta tradición caótica recién inaugurada, uno de sus biógrafos, Ramón Puente, decía que Villa se llamaba originalmente Doroteo Arango Germán (“el verdadero nombre de la madre de Doroteo era Micaela Germán, no Micaela Arámbula. Y debido a que Agustín Arango no era su verdadero padre, sino su padrastro, Francisco Villa debería llevar el apellido de su madre y llamarse Doroteo Germán”). No quedará allí la cosa. Antonio Castellanos lo llama Francisco Germán y de pasada cambia el lugar de nacimiento a una ranchería llamada Gorgojito, y Montes de Oca cuenta: “El padre del cabecilla fue un rico hacendado apellidado Fermán. Fue producto de amoríos pasajeros con una moza simpática del lugarejo, Micaela Arámbula. El progenitor no lo reconoció y un sujeto llamado Trinidad Arango, que pasaba por abuelo, se encargó de criarlo”. Y si esto no bastara, el historiador folclórico estadounidense Haldeen Braddy, escribe que Agustín Arango había “consolado” a la madre de Doroteo, Micaela Arámbula, después de que ésta fue abandonada por el padre de la criatura (el hecho es que Agustín se casó con Micaela 13 meses antes de que el niño naciera). Y si el lector no tiene suficiente, el hermano de Doroteo, Hipólito, decía que “nuestros padres fueron Agustín Villa y Micaela Arámbula: las constancias de nuestros bautizos están en los archivos parroquiales de San Juan del Río, Durango”. El argumento sería válido si no fuera porque las actas de nacimiento están corregidas para que diga “Villa” donde decía “Arango”.
¿Entonces?
Uno de los más acuciosos historiadores del villismo, Rubén Osorio, trató de desentrañar la historia de los “germanes” y descubrió en la zona de San Juan del Río la existencia de un hacendado llamado Luis Fermán, cuya familia era originaria de Liechtenstein. Es tradición oral en esa familia que Villa era hijo ilegítimo de Luis y de Micaela, quien algún tiempo trabajó en la hacienda de la Ciénaga de San José de Basoco como sirvienta. Si bien cualquier historia familiar no por compartida es cierta, ésta da sustento al asunto de los “germanes” que ronda la historia familiar de Villa. También es cierto que las fotos que reproduce Osorio de un supuesto medio hermano de Doroteo Arango muestran un notable parecido.
Un argumento parece desmentir toda la historia y enviarnos hacia el principio, el simple principio de Agustín y Micaela. Doroteo, Antonio e Hipólito se parecen mucho. ¿La herencia materna?
En fin, fuese hijo del desvanecido Agustín o hijo ilegítimo del hacendado Fermán, el hecho es que hacia 1884 o 1885, Doroteo tendría entre seis y siete años cuando se produjo el abandono o la muerte de su padre.
Según Nicolás Fernández, uno de sus futuros lugartenientes que dependía de una memoria poco confiable, el terrateniente López Negrete le había arrendado una yunta al padre de Doroteo para que sembrara, y al morir éste dejó una deuda de 300 pesos que pasó a su familia. López Negrete los mandó llamar a la hacienda de Santa Isabel de Berros y le dijo a la madre que tenían que pagar la deuda. Doroteo tendría diez años y la asumió. Con esas precisiones que vuelven loco al historiador porque aparentan credibilidad donde no la hay, Nicolás Fernández contaría 40 años más tarde que el primer año Doroteo pagó 50 pesos con maíz y 25 con frijol.
Parece ser que forzado por la muerte o la desaparición de su padre, el mayor de los Arango, que debería tener entre ocho y doce años, trabajó como leñador ayudado por sus hermanos menores. “Mientras era leñador tuve muy pocos amigos y mis conversaciones las sostenía conmigo mismo, cuando no era con el burro, mi amigo de siempre”. El burro se llamaba Canelo, aunque Guillermo Martínez lo llamará Maximiliano.
Poca historia tienen los que no tienen historia. Pero en el caso de Doroteo Arango, futuro Pancho Villa, la ausencia de historia se encuentra reemplazada por la abundancia de historias. Una familia de campesinos sin tierra, una mujer sin hombre y cinco niños, hambre, miseria. El futuro secretario de Villa, Enrique Pérez Rul, narra que el jefe le contaba que debía levantarse a las tres de la mañana porque la labor quedaba a más de 15 kilómetros y había que empezar a las cinco. Frío en invierno, un calor terrible en verano.
Montes de Oca, que en los años 1930 entrevistó a vecinos de aquella zona de Durango, apunta que el joven Doroteo trabajó en el campo, hacía mandados o se dedicaba a la recolección de maíz.
Curiosamente, hacia 1889 o 1890, cuando tenía once o doce años, aparece un burro de nuevo. Comprado con la ayuda de un amigo de la familia, el comerciante Pablo Valenzuela, con el animal andará Villa vendiendo baratijas por los pueblos. “Aburrido de ser leñador me hice luchón en el comercio”. Con las ganancias pudo comprar sarapes para que sus hermanos durmieran cubiertos en el suelo. La ropa: “huaraches, calzón de manta, sombreros de petate, rebozos”.
Montes de Oca dice que Doroteo estuvo en la escuela de San Juan del Río. Duró en ella sólo ocho días. Dirigía el plantel don Francisco Lireno, quien tenía el apodo de “el maistro que te ama”, porque se dedicaba a declarar su amor a todas las mujeres que se le cruzaban. Un compañero recordaba a Arango y “decía que era muy travieso y muy aplicado”. Quizás era mucho recordar para los ocho días que pasó en el colegio. Pero Pancho Villa, en una entrevista al New York Times en 1914, ni siquiera admitía esos ocho días y asentaba: “No fui a la escuela ni un día en toda mi vida”.
Los testigos parecen coincidir en que era un precoz y admirable jugador de cartas y “un verdadero mocetón”, “de constitución robusta”, y que se metía en frecuentes riñas. Y por contar, también se cuenta que su primer amor fue una campesina de familia muy pobre, adolescente alta y morena llamada María Encarnación Gómez, quien luego trabajó de sirvienta en la hacienda.
Hay una historia que no por falsa deja de tener gracia: en San Juan del Río, uno de los locales le contó a José María Jaurrieta que una vez, de niños, hicieron una competencia a ver quien hacía la raya más recta y ganó Doroteo con mucho, y luego les explicó: “Ustedes ven el suelo, yo veo la meta”. Puede ser que en materia de hacer rayas Doroteo Arango viera la meta, pero en aquella sociedad cerrada, dominada por la miseria, de su futuro poco podía ver.
NOTAS
a) Fuentes: Sobre el nacimiento. Silvestre Terrazas: El verdadero Pancho Villa. Haldeen Braddy: The paradox of Pancho Villa. Earl Shorris: El estigma del Quinto Sol. Otto Schuster: Pancho’s Villa shadow. Schuster reproduce en su libro una foto de la casa donde nació; otra, tomada en los años 30, se encuentra en el archivo de El Universal, y en los años 50, por órdenes de Martín Luis Guzmán, se fotografió de nuevo la casa. Las ocho fotos se encuentran en su archivo (Caja 11 exp. 1). El autor visitó la casa en 2004, cuando era un museo de sitio del inah, centro de la múltiple peregrinación laica villista.
Las actas de nacimiento y bautismo, copias certificadas, en facsimilar, se reproducen en multitud de libros: Federico Cervantes: Francisco Villa y la revolución, El centenario del nacimiento de Francisco Villa. Pere Foix: Pancho Villa. Vilanova: Muerte de Villa. Rubén Osorio: La familia secreta de Pancho Villa.
Acta de nacimiento: “En San Juan del Río, a 7 de julio de mil ochocientos setenta y ocho, ante mí, Jesús Quiñones, Juez del Estado Civil, se presentó Agustín Arango en unión de los testigos Gregorio Asevedo e Ignacio Alvarado y espuso: que la tarde del 5 de junio anterior, nació en Río Grande un niño que ha de llamarse Doroteo, que es hijo legítimo de Agustín y de Micaela Arámbula, y son sus abuelos paternales Antonio Arango y Faustina Vela y maternos Trinidad Arámbula y María de Jesús Álvarez, nacidos todos y vecinos de dicho punto. Y yo, el presente juez, mandé levantar esta acta que leí al interesado y testigos nombrados quienes estuvieron conforme en su contenido y firmado conmigo uno de los testigos, sin haberlo hecho el otro. Damos fe Jesús Quiñones, Ignacio Alvarado, rúbricas”.
Fe de bautismo: “En la parroquia de San Juan del Río, a los siete días del mes de julio de 1878, yo, el presbítero José Andrés Palomo, cura encargado de esta Villa, bauticé solemnemente a un niño que nació en el Río Grande el día cinco del pasado, y le puse por nombre José Doroteo. Es hijo legítimo de Agustín Arango y de Micaela Arámbula: sus abuelos paternos Antonio Arango y Feliciana Vela; los maternos Trinidad Arámbula y María de Jesús Álvarez. Fueron padrinos Eugenio Acevedo y Albina Arámbula, a quienes advertí el parentesco espiritual y obligaciones de su cargo. Y para que conste la firmo. J. Andrés Palomo, rúbrica”.
Para las referencias al Pancho Villa colombiano ver la carta de I. Castillo a Siempre y “Aseguran que nació en Colombia Pancho Villa”. Y Mario Delagos: “Pancho Villa y la enciclopedia”. Para el estadounidense: New York Times: “Say Villa is American”. Para el Villa centroamericano: Maurilio T. Álvarez: “Pancho Villa”; y además: Iósif Grigulévich: Pancho Villa. John Eisenhower: Intervention! The United States and the Mexican revolution.
Sobre la muerte de Agustín Arango. Margarita Caballero: “Siete Leguas”. Valadés: “La vida íntima de Villa”. Shorris: El estigma… Sobre el “verdadero” padre de Doroteo: Esperanza Velázquez: “El secreto del nacimiento de Francisco Villa”. Manuel Bauche: Pancho Villa, retrato autobiográfico. Ramón Puente: Francisco Villa. Antonio Castellanos: Francisco Villa su vida y su muerte.
Toda la información sobre la conexión Fermán/ Pancho Villa en Rubén Osorio: La familia secreta… Osorio investigó minuciosamente y ordenó gran cantidad de información sobre el origen e infancia de Pancho y sus hermanos. Osorio encontraría una inconsistencia más, absolutamente irrelevante, pero una más en esta historia de desacuerdos. “Sorprende encontrar en estas actas, hechas el mismo día, una discrepancia notoria en el nombre de la abuela paterna: Faustina en el acta civil y Feliciana en el acta religiosa. La discrepancia se repite en la fe de bautismo de sus hermanos: la abuela también es Feliciana en el caso de José Hipólito; mientras que es Faustina en los casos de José Antonio, María Ana y María Martina.
La versión de Hipólito Villa en: “Pide justicia un hermano de Villa”. Sobre las actas alteradas, de nuevo Osorio: La familia secreta… Y en medio de este caos, José C. Valadés: “La vida íntima…”, decía que Doroteo Arango nunca había existido y argumentaba: “Ninguna prueba ha sido encontrada hasta ahora de que en la familia Villa hubiera existido alguna persona apellidada Arango; ni tampoco ningún Arango protegió a Francisco, como dice otra versión. Lo más probable es que lo de Arango haya sido inventado por los enemigos políticos del general, haciendo una dislocación fácil del nombre del estado de Durango”.
La voz de Villa en Ramón Puente: “Memorias de Francisco Villa”. Bauche: Villa, y Martín Luis Guzmán: Memorias de Pancho Villa.
Sobre los días de infancia: “Algunas noticias desconocidas relata el profesor Montes de Oca…” y José G. Montes de Oca: “Francisco Villa a través del alma popular”. Ramírez de Aguilar: “Vida y hazañas del audaz guerrillero Pancho Villa”. Juvenal: ¿Quién es Francisco Villa?. Guillermo Martínez: “En las garras de la muerte. Pancho Villa”. Valadés: “La vida íntima…”. Y además: New York Times 31 de enero de 1914, Herrera Vargas: “Durazo decapitó…”, Rubén Osorio: “El origen de Doroteo Arango o Francisco Villa”. Osorio entrevistando a Manuel Quiñones. José Maria Jaurrieta: Con Villa.
b) Las cosas que tiene uno que leer: “Durante la etapa de la lactancia —sin género de duda— (estaba ahí para confirmarlo), debe haber sido amamantado por la madre, estableciéndose efectivamente la relación madre-hijo que este género de relación determina entre ellos” (la misma que la de millones de millones de humanos). Y el autor cambia de tema, una vez que constató que Villa fue lactante, “sin género de duda”. Eugenio Toussaint: Quién y cómo…