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¡Y EL PUÑAL ERES TÚ!

Un día se encontraron en el camino la que tal vez fuera la más talentosa estrella pop en ciernes y uno de los más exitosos productores. La historia terminó en la cárcel, en medio de un escándalo por abuso de menores.


No había límites para Gloria Trevi. Nacida en Nuevo León, criada en Ciudad Victoria y emigrada al Distrito Federal en 1985, empezó fuerte con el grupo Boquitas Pintadas y se fue a la estratosfera como solista desde 1989, con el álbum ¿Qué hago aquí? Siguieron cuatro discos de veras exitosos y tres películas que dejarían 30 y pico millones de dólares: Pelo suelto (1991), Zapatos viejos (1993) y Una papa sin cátsup (1995).

Luego, el apocalipsis.

Desde los días de Boquitas Pintadas, Gloria tuvo como productor a otro personaje para el que no había límites. Trece años mayor que ella (nació en 1955), alumno fugaz de Filosofía y Pedagogía en la UNAM, pero también de cine en Estados Unidos y músico, Sergio Andrade era, en efecto —así se le llamaba, con riguroso apego al cliché—, un rey Midas. Desde principios de los años ochenta había trabajado con la entonces llamada —todavía en diminutivo— Lucerito, con veteranos como César Costa, Yuri, Napoleón. El problema era que su falta de límites estaba lejos de circunscribirse al terreno profesional.

En 1995, la Trevi estrenó Si me llevas contigo, tema producido por Andrade. En 1997 anunció su retiro de los escenarios. Que era una promesa a la Virgen, dijo. Que su productor tenía cáncer y dejaría de cantar hasta que lo ayudara a curarse. No tardó en saberse la razón, en estallar la bomba. Poco después, tanto ella como Andrade y María Raquenel Portillo, conocida como Mary Boquitas, también integrante de Boquitas Pintadas, fueron acusados de abusar sexualmente de menores de edad. ¿Qué pasó? Primero, un libro con muy respetables ventas: La Gloria por el Infierno, de la actriz y cantante Aline Hernández, una de las muchas parejas que se le conocieron y conocen a Andrade. ¿De qué habla Hernández? De la pulsión abusadora de su exmarido y de su relación con la estrella pop, acusados de someter a humillaciones terribles a menores absorbidas en un mundo con visos de sectario por el productor, que les prometía la fama y la riqueza. Era solo el principio.

En 1999, la Procuraduría de Chihuahua recibió una demanda contra Andrade y sus allegadas por parte de la madre de Karina Yapor, una de las integrantes del llamado clan. Los cargos: rapto, corrupción, abuso y violación de menores. La Procuraduría giró una orden de aprehensión contra Trevi, Andrade y Mary Boquitas, que se dieron a la fuga. No serían detenidos sino hasta un año después, en Brasil, donde fueron a dar a la cárcel. Gloria Trevi acabaría teniendo un hijo de uno de los cuidadores.

En efecto, no se trataba de un clan, sino de una secta o cosa muy parecida. Yapor quedó embarazada de Andrade a los 15 años. Peor aún: le quitaron a su hijo y fue abandonado en un hospital en España. Con el tiempo se difundió que el patrón se repetía una y otra vez dentro del grupo: abusos sexuales reiterados por parte de Andrade y menores que solían acabar embarazadas. La propia Trevi tuvo una bebé, Ana Dalay, muerta en condiciones extrañas y cuyo cuerpo nunca fue encontrado. En el colmo del esperpento, Yapor acusó a Gloria de asfixiar a su hija por órdenes de Andrade y a Mary de mutilarla para borrar evidencias.

Como es habitual en los casos de abuso sistemático y generalizado, las fronteras entre la condición de víctima y la de victimario tienden a borrarse, el intercambio de acusaciones termina por volver terriblemente confuso el asunto, las contradicciones se multiplican. En su momento, la Trevi defendió a Andrade, acusando a esas zorritas de perseguirlo en busca de nombre y fortuna, y dijo que Aline, de quien Andrade presuntamente abusó cuando tenía 13 años, había acudido a él por propia voluntad. Acabó por deslindar su caso del proceso contra Andrade, y por cortar con él definitivamente. Eso le permitió salir libre, pero no evitar acusaciones o revires en su contra que pesan todavía. María Raquenel en alguna entrevista dijo que ella, por supuesto, nada había tenido que ver con la desaparición del cuerpo de esa bebé, de la que incluso era madrina, y que Gloria haría bien en aclararlo públicamente. Que en el momento en que teóricamente mutiló el cuerpo en la cocina, había salido a comprar un pollo y a rentar una película. Que Gloria, en cambio, sí que estaba en la casa. Que conoce la verdad. Para que el asunto no dejara de enredarse, en 2001 apareció otro libro, firmado por una aparente compañera de celda de Gloria en Brasil: Roberta Aparecida. ¿A quiénes señala? A Andrade como autor intelectual, a Gloria por su anuencia, a Karina por asfixiar a Ana Dalay, a Raquenel por mutilarla y a la argentina Liliana Regueiro por desaparecerla en el mar.

En realidad, poco o nada sabemos de cierto. La verdad es escurridiza, pero anda por ahí, a la espera de asomar la cara. En el caso de Sergio Andrade, lo hizo con los dientes pelados. Detenido en 2000, purgó condena hasta 2003, cuando cinco agentes de Interpol lo trajeron a México. Sentenciado a siete años en 2005 por un juez de Chihuahua, salió libre en 2007. Su carrera de productor, dicho en una palabra, pero una muy gentil, declinó. Escribe poesía, eso sí.

Gloria Trevi, en cambio, volvió y con éxito pleno a los escenarios.