Ideas para la portada de este libro ha habido unas cuantas.
La primera, una foto de mi culo. Quedaría bien al lado de los otros libros, parecía la continuación lógica de El pensamiento negativo, en el que se veía mi cara, y tenía bastante que ver con el título, El sentimiento negativo.
De ahí surgió la idea de un corazón al revés, que recordaba a las posaderas —o la delantera, para los muy enfermos— de una mujer bien dotada. Si el icono del primer libro fue la gota de sangre, en éste iba a ser un corazón invertido, algo así como el símbolo del anti-amor, que no tiene nada que ver con el odio.
Pensé que mientras el odio iba dirigido a una persona, objeto o concepto, y es tremendamente pernicioso para el que lo profesa, el anti-amor iría dirigido al sentimiento intermedio que se genera entre los dos, y podía ser hasta beneficioso para el ser humano. Y es que una cosa es odiar a alguien y otra muy distinta estar en contra de lo que uno siente por ese alguien.
Después me di un garbeo por todo lo que había escrito pensando en este libro, y descubrí que, efectivamente, cada capítulo estaba dirigido contra algo que sentía por algo o por alguien.
De ese modo, de la idea de estar en contra, surgió el subtítulo. Si estás conmigo, estás contra mí. Se lo enseñé a mi pareja, y dio su visto bueno: «En tu caso es muy real». Se quedó tan ancha.
En fin, que de ahí a la portada que al final salió sólo había un paso. No iba a poner una portada. No tenía sentido. Un libro sobre sentimientos negativos no podía ser tan racional. Calla, ya lo tengo. Dos contras. Que lo ponga como quiera el librero, que siempre estará de culo.
Y así quedó la (contra) portada.
Igual no es la más bonita, pero es la más real.
Mira, igual que mi cara.