CAPÍTULO II - UNA NUEVA MITOLOGÍA

¿Luke Skywalker? Pensé que era un mito.(Rey, Episodio VII)

Historias eternas

Difícil de provocar, con una noticia, el asombro y la emoción que embarga a Rey cuando se entera de que la Orden Jedi existió realmente y de que Luke Skywalker no es solo un mito. Es como si, aquí y ahora, alguien acercara pruebas irrefutables de la existencia de los continentes perdidos de la Atlántida y de Lemuria; del reino de oro de Paititi (o El Dorado), en la amazonia peruana; y de que el sumerio Gilgamesh sigue vivo y coleando porque finalmente le fue concedida la inmortalidad.

Cada quien con su particularidad, los poderosos atlantes -como describió Platón- contaban con naves voladoras y utilizaban el poder de los cristales como fuente central de energía; los espirituales habitantes de Lemuria se caracterizaban por comunicarse telepáticamente; el rey Gilgamesh medía unos excepcionales 5,60 metros de altura; algunos incas supieron cómo hacerse invisibles ante los colonizadores españoles; y los jedis podían manipular las mentes débiles. Pero todas estas historias tienen algo importantísimo en común: sobreviven de generación en generación. Las primeras, hace siglos, a través de relatos de padres a hijos, de profesores a estudiantes; Star Wars, hace décadas, con padres que llevan a sus retoños al cine y los instruyen como si fueran sus padawanes (de alguna manera, lo son).

Aunque la historia de los jedis está basada en mitos, creencias religiosas y disciplinas espirituales de Oriente y Occidente, con todas estas influencias se creó algo único, la propia mitología de Star Wars. Como si se tratara de signos zodiacales, dioses del Olimpo o cartas de tarot, el furor por Star Wars llega de la identificación popular con los personajes y su devenir. Cada personaje que aparece en la saga guarda relación con alguna tradición identificable, pero también es posible entender su propia historia como un mito en sí mismo.

Para empezar con las analogías, George Lucas tomó de los antiguos griegos la idea de la narración en trilogías (como escribió Sófocles la tragedia de Edipo: Edipo Rey, Edipo en Colono y Antígona), empezando el relato in media res, es decir por la mitad (como Homero en La Odisea).

Además, según indica el español Manuel Benítez Bolorinos, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Alicante, en su libro El viaje del héroe en «Star Wars». Mitología, cine y ciencia ficción, la relación de Luke y Anakin Skywalker tiene puntos en común con la del griego Telémaco y su padre Ulises -u Odiseo- que se cuenta en La Odisea. Por un lado, Luke pensaba que su padre había muerto, pero descubre casi dos décadas después que en realidad está vivo y es su peor enemigo, Darth Vader. Es su mismo padre quien se lo revela. En el caso de Telémaco, su padre militar marcha a la Guerra de Troya y vuelve 20 años después, pero el joven no lo reconoce porque su protectora-Atenea- lo ha convertido en mendigo. Así que, aquí también, es el padre quien debe revelarle su identidad.

Otro detalle: no es casualidad que los mellizos Luke y Leia deban ser ocultados igual que los romanos Rómulo y Remo.

Ahora, siguendo el formato in media res, viajemos más atrás más atrás en el tiempo, a los días de la mítica Atlántida. Los registros de Platón, en sus Diálogos, la describen como un paraíso en la Tierra, construido por sus habitantes gracias a su avanzado dominio de la ciencia y la tecnología. Los atlantes podían vivir indefinidamente sanos y desarrollaron cualidades extrasensoriales. Pero un día, de repente, desaparecieron. Para Platón, la Atlántida fue destruida por una gran catástrofe de «un solo día y una noche terrible». Hay quienes interpretaron estas palabras como los signos de una explosión atómica, ya que, según la leyenda, los atlantes también sabían cómo convertir la materia en energía a través de la fusión nuclear.

Así, el relato de Platón coincide con el universo imaginado por George Lucas. Los dos autores hablan de un pasado remotísimo, pero de alto desarrollo tecnológico, desafiando la idea de que el progreso solo es cosa del futuro. Los atlantes bien podrían haber sido otra de las civilizaciones que conviven en tiempos de Star Wars. Tanto es así que pueden encontrarse toques atlantes tanto en la ambientación como en el vestuario de la saga. A todo esto, Platón describe la Atlántida como una inmensa ciudad-isla organizada en círculos concéntricos separados por grandes canales de agua. La descripción resulta similar a Scarif, el planeta donde la Alianza rebelde roba los planos de la Estrella de la muerte en la película Rogue One. Y el centro de Scarif corre la misma suerte que la Atlántida: los dos fueron destruidos por la emisión de una gran fuente de energía.

Se cuenta en voz baja que los sobrevivientes de la Atlántida se desparramaron por distintas regiones del planeta. De las presuntas colonias atlantes fundadas, habrían surgido las grandes civilizaciones antiguas, lo que explicaría las similitudes entre culturas tan lejanas como la egipcia y la azteca, por ejemplo. Los sobrevivientes que se asentaron al noroeste de África, en lo que luego sería Egipto, llegaron con la tecnología necesaria para la construcción de las pirámides y sentaron las bases para erigir Alejandría, la ciudad fundada por Alejandro Magno que fue punto crucial de encuentro para diversas civilizaciones y el centro de conocimiento más importante del mundo antiguo. La tolerancia y apertura religiosa en Alejandría promovió un intercambio de creencias y sabidurías que siguen vigentes aún hoy, tales como la astrología, el tarot, la numerología, la cábala y la alquimia. Los sabios de Alejandría estudiaron las diversas escuelas místicas que confluían en la ciudad (de orígenes griegos, egipcios, sumerios y judíos, entre otros) con la intención de encontrar puntos en común para, entonces, develar el orden secreto del mundo.

En Star Wars, ese mismo clima de tolerancia y diversidad se encuentra en los episodios I (El regreso del jedi), II (El ataque de los clones) y III (La venganza de los siths). En Coruscant, el Templo Jedi alberga todas las razas y guarda reminiscencias egipcias en sus líneas arquitectónicas.

Con gran precisión, Lucas se inspiró en los mitos del mundo antiguo para relatar el apogeo y esplendor de la era dorada de los jedis, cuando todo el mundo cree en la Fuerza y cuando la República (otra inspiración platónica) garantiza el respeto a la libertad de pensamiento.

Pero los tiempos cambian tras la destrucción de la Orden Jedi. Con la llegada del Imperio, el conocimiento de la Fuerza es prohibido y los jedis son perseguidos. Los siths mantienen el poder imponiéndose mediante el terror, la opresión y la ignorancia. Ya nadie transita los caminos de la Fuerza, y muchos -como Han Solo- la consideran solo una superstición antigua. Así, en el episodio IV (Una nueva esperanza) la inspiración vendrá de los mitos medievales. Como, por ejemplo, cuando Luke Skywalker recibe su sable de manos de Obi-Wan Kenobi en lo que es casi un juego de espejos entre el mago Merlín, el rey Arturo y la poderosa espada Excálibur.

Luke también hace recordar a caballeros de otras leyendas medievales, ya que debe rescatar a la princesa (Leia) y matar al dragón (Darth Vader) para acceder a su tesoro (convertirse en jedi), con la ayuda de amigos y mentores.

Pero, claro, Leia no es una princesa común y silvestre de esas que abundan en los relatos con impronta patriarcal. Y aquí se ve el ánimo rupturista de George Lucas: en Star Wars, princesas, reinas (Amidala) y chicas supuestamente indefensas (Rey) se salvan a sí mismas y llegan aún más lejos: terminan rescatando a sus presuntos rescatadores. Con el tiempo, también se sacuden sus títulos de nobleza de encima: la princesa Leia pasa a ser capitana y la reina Amidala se convierte en senadora. Aquí Lucas también se inspira en ciertas mujeres independientes, fuertes y decididas de la mitología grecorromana como Antígona -hija de Edipo-, que, como Leia, es torturada por su padre.

De todas formas, Lucas no considera haber creado ningún mito nuevo: «Estoy contando los viejos mitos de una nueva forma», respondió en 1999 al periodista Bill Moyers, en una entrevista disponible en YouTube.

Pero, eso sí, a través de sus películas, Lucas funciona como un mentor para toda su audiencia, a la que anoticia de opciones de vida disponibles como el heroísmo. «Todo el mundo tiene la elección de ser un héroe o de no serlo, cada día de sus vidas. Uno puede ayudar a alguien, uno puede ser compasivo con la gente, uno puede tratar a las personas con dignidad. O no», sigue el director.

En otra entrevista para la revista estadounidense Time, Lucas declaró: «Coloqué la Fuerza en la película para intentar despertar cierto tipo de espiritualidad en los jóvenes». Sin embargo, frente a Moyers se contradice un poco: le cuenta que nunca pensó en su saga como «profundamente religiosa», sino que Star Wars ofrece «una mezcla de todo tipo de creencias de mitologías y religiones amalgamadas en la película. Traté de tomar las ideas como parecen atravesar transversalmente la mayoría de las culturas». Y recalca que: «Cuando la película salió, casi cada una de las distintas religiones tomó Star Wars y la usó como un ejemplo de su religión».

Galaxia judeocristiana

«Mamá: si hay un solo dios, ¿por qué hay tantas religiones?», quiso saber el futuro director cuando tenía 10 años. Mucho tiempo después concluyó que «todas las religiones son verdaderas, solo que cada una ve una parte diferente del elefante», según le contó también a Moyers.

En 1977, apenas se estrenó el primer episodio, Star Wars: Una nueva esperanza, gran parte de la audiencia encontró similitudes con los mitos judíos y cristianos. Y no es para menos: el mismo Lucas reconoce que para idear la Orden Jedi tomó como modelo la Orden de la compañía de Jesús. Jedis y jesuitas (también conocidos como «soldados de Cristo») tienen más en común de lo que podría parecer a simple vista: las dos son órdenes monásticas organizadas bajo una rígida disciplina y entrenamiento. En El regreso del jedi Luke viste de negro, como un jesuita listo para resistir la tentación del mal.

En toda la saga es posible cruzarse con cantidad de guiños bíblicos. Anakin Skywalker podría pasar por Lucifer, el ángel caído que fue a parar a los infiernos, víctima de su soberbia. El desértico planeta Tatooine y el castigado planeta Jakku remiten a la región de Medio Oriente. Anakin, Luke y Rey abandonan sus orígenes en busca de su misión espiritual, tal como lo han hecho numerosos santos y profetas desde la época de Abraham. En Rogue One, la luna Jedha funciona como un centro de peregrinación para los creyentes en la Fuerza y es, sin duda, la referencia más explícita a la Tierra Santa.

Ni hablar de la forma en que Anakin llegó al vientre de su madre: por obra y gracia de la Fuerza, en una inmaculada concepción sin intervención paterna.

Más paralelos mitológicos: el atento jedi Qui-Gon Jinn descubre que Anakin cumple exactamente con lo que marca la profecía jedi del elegido; es decir, un mesías que traería el equilibrio al mundo.

Palpatine, que atrae a Anakin hacia el lado oscuro prometiéndole el poder para evitar la muerte de sus seres queridos, y lo transforma en su aliado Darth Vader, hace pensar en la serpiente que tienta a Adán y Eva con la manzana prohibida.

Otra referencia a los santos cristianos puede interpretarse en las apariciones del difunto Obi-Wan Kenobi a su protegido Luke Skywalker: en El Imperio contraataca, cuando el joven comandante se pierde en Hoth, el planeta de hielo, ya está a punto de dejarse morir en medio de una tormenta de nieve y frío polar, pero su antiguo maestro se le presenta al estilo holograma, y también muy al estilo Nuestra Señora de Lourdes cuando se le apareció a la adolescente francesa Bernadette Soubirous.

En El regreso del jedi llegará la escena donde Darth Vader y Palpatine quieren sumar a Luke al lado oscuro, sin resultados. Cuando Palpatine está torturando con sus rayos al joven, él, desde el piso, estira la mano hacia un impávido Darth Vader y le ruega: «¡Padre! ¡Por favor, ayúdame!». A cualquier cristiano, esto le hará pensar en la frase que Jesús, clavado en la cruz, gritó al cielo: «¡Padre! ¡Padre! ¿Por qué me has abandonado?».

Fotogramas más adelante, Darth Vader reaccionará, repudiará todo lo que fue y se sacrificará por amor incondicional: matará al oponente, salvará a su hijo y así cumplirá la profecía, volviendo al lado luminoso como Anakin Skywalker.

¿El regreso del jedi y el regreso del hijo pródigo? Sí, también.

Así, Luke encarna la figura de redentor de su padre. Cuando Anakin está muriendo, Luke le dice: «¡No te dejaré aquí! ¡Tengo que salvarte!». A lo que su padre responde, en paz por fin: «Ya lo has hecho, Luke».

Galaxia hindú

En tanto, mientras más corre el tiempo y el flujo de información, «son cada vez más los autores que están develando las raíces orientales de la saga cinematográfica», señala Julien R. Fielding en su ensayo para la antología Star Wars. Filosofía rebelde para una saga de culto y donde la docente del Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Nebraska, Estados Unidos, enumera textos budistas y taoístas.

Por su parte, en el libro The Jedi in the Lotus, su compatriota Satyaraja Dasa investiga la relación entre Stars Wars y la tradición hindú.

Como -al decir de Campbell- todas las historias comparten un patrón común, no resulta extraño que Una nueva esperanza parezca una versión del Ramayana, el poema épico hindú donde la princesa Sita (¿Leia?) es raptada por el demonio Ravana (¿Darth Vader?), mientras una entidad no humana, el buitre Jatayu (¿R2-D2?), lleva su pedido de auxilio al joven héroe Rama (¿Luke?), que va al rescate junto a Hanuman, un extraño hombre mono de otro planeta (¡¿Chewbacca?!).

Rama inicia una guerra para rescatar a la princesa, derrota las fuerzas del inframundo y se restablecen la paz y la justicia en el reino. Casi, casi como en Star Wars.

La misión de Luke Skywalker también es similar a la de Arjuna, héroe de otro poema épico muy popular en la India, el Bhagavad Gita. Arjuna es un guerrero espiritual que alcanza la iluminación tras diversas aventuras que lo preparan para el desafío final: enfrentar a su familia. Luke debe hacer lo mismo para convertirse en jedi, pero al principio se niega. Arjuna también se niega a aceptar su tarea, sintiéndose incapaz de atacar a su padre y hermanos.

En la confusión del campo de batalla, Krishna aparece para transmitirle a Arjuna su sabiduría mediante estos versos:

«Al concentrarse en los objetos sensoriales, la persona desarrolla apego hacia ellos.

Del apego surge el deseo y del deseo nace la ira.

De la ira surge la confusión y de la confusión nace la perturbación de la atención mental.

Por perturbación de la atención mental el intelecto es destruido, y a causa de la destrucción del intelecto uno es aniquilado».

En otras palabras, Yoda le dice a Luke: «Ten cuidado con el lado oscuro… Ira, miedo, agresión, el lado oscuro de la Fuerza son. Fácilmente fluyen, apresurados para unírsete en una lucha. Si alguna vez comienzas a bajar por el sendero oscuro, para siempre dominará tu destino, te consumirá».

En la tradición hindú, la figura del guerrero es muy respetada. Los antiguos guerreros kshatriyas recuerdan a los caballeros jedis: en los dos casos, la instrucción también se orienta al desarrollo espiritual y a cultivar valores como la compasión y la protección a los más débiles.

Dentro del colorido universo hindú de héroes, dioses y demonios, Brahma es considerado una divinidad impersonal presente en todos los fenómenos de la existencia. En The Jedi in the Lotus, Dasa afirma que Brahma es lo mismo que la Fuerza, un campo metafísico que impregna todo el universo.

Por otro lado, Shiva, el señor oscuro, es el dios que purifica la vida a través de la muerte y permite el renacimiento luego de la destrucción, manteniendo con su acción al universo en un ciclo eterno de transformación y renovación. Algo así como la función que cumple Darth Vader en Star Wars.

Más allá del hinduismo, si se buscan detenidamente, los paralelismos entre el guión de Star Wars y mitos y creencias universales pueden extenderse también al budismo, el chamanismo, el sintoísmo y adonde se ponga la intención, porque, como escribe Walpola Rahula en «Lo que el Buda enseñó»: «La verdad no necesita rótulo, pues no es ni budista, ni cristiana, ni hindú, ni musulmana. No está bajo el monopolio de nadie».

Así las cosas, no es de vital importancia cómo se llama lo que nos crea y sostiene: si Dios, si Fuerza, si Chi… A través de Star Wars, que ya ha conectado con varias generaciones de diferentes culturas, Lucas contribuye a lo que el rabino Shimon bar Yojai escribió en el Zohar -uno de libros centrales de la cábala- entre los siglos i y ii de nuestra era: «Cuando se acerque la época mesiánica, hasta los niños conocerán los misterios de la sabiduría. Sabrán todo lo que debe suceder al final de los días gracias a cálculos. Y en esa época nuestros misterios serán divulgados a todo el mundo».

Así es que es hora de explorar en serio el costado mítico y espiritual de Star Wars, una clase magistral sobre la lucha entre la luz y la oscuridad.