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Bailar alguien al son que le tocan Se aplica esta frase a quienes son incapaces de tener opiniones propias o de seguir líneas de actuación no marcadas por nadie. O, dicho de otra forma, quien baila al son que le tocan no es independiente ni en sus actuaciones ni en sus juicios. Si tocan valses, baila valses; si tocan tangos, baila tangos; si pasodobles, pasodobles y si no hay música, pues se queda quieto. Jaime no tiene ninguna personalidad, nunca toma ninguna decisión; se deja influir por todo el mundo y siempre baila al son que le tocan.

Bailar con la más fea Hacer la tarea más ingrata, la misión que nadie quiere. Tocarle a alguien la peor parte. ¿Es que todos los días voy a tener yo que lavar los platos? Ya veo que siempre me toca bailar con la más fea. Interpretada en sentido literal, la frase trae recuerdos de bailes de pueblo y de guateques: chico guapo y chico menos guapo van a las fiestas del pueblo de al lado en busca de ligues. Llegan a la plaza. Chica guapa y chica menos guapa esperan. O bailan las dos o no baila ninguna, claro. Chico guapo se pone a bailar con chica guapa y, ya se sabe, al otro le corresponde el, por llamarlo de alguna forma, «trabajo sucio»: bailar con la más fea.

Bailarle a alguien el agua Adular a alguien. Estar siempre de acuerdo con las acciones u opiniones de otro, normalmente para conseguir algo a cambio. Ese pintor es un auténtico estafador, lo que sucede es que se ha hecho famoso porque siempre ha tenido un montón de críticos que le han bailado el agua. Es algo así como Hacerle a alguien la pelota (v.). La explicación del dicho resulta bastante oscura. Es posible que se hayan cruzado dos orígenes diferentes. Se sabe que una de las formas de agradar a una persona es moverse con ella, ponerse delante, hacerle reverencias, como si el adulador bailase ante el adulado. Otra de las formas de mostrar respeto, y lo sigue siendo en algunos lugares del mundo, es ofrecer a quien llega agua para beber y para lavarse (v. Dar jabón a alguien). Este rito, reflejado en el lavatorio de los pies, símbolo de modestia y de sumisión, que recuerda lo que hizo Jesucristo con sus discípulos, se mantiene actualmente en la liturgia del Jueves Santo. V. Adorar al santo por la peana||Dar coba.

Bajar (a alguien) de la nube Volver a la realidad. Abandonar los ideales y centrarse en lo real. Ahora, después del éxito de este libro, de tantos homenajes y reconocimientos tengo que bajar de la nube y ponerme a escribir la novela que tengo en la cabeza desde hace tiempo. Las nubes materializan aquí lo etéreo, lo vano (v. Estar en las nubes||Estar en una nube), pero también lo elevado y lo sublime (v. Poner por las nubes).

Bajar/subir el pistón/el diapasón Disminuir la intensidad de una acción o de un trabajo. Voy a tener que bajar el pistón, porque este ritmo de trabajo no se puede soportar mucho tiempo más. El pistón es un cilindro móvil que tienen algunas máquinas, en especial los motores llamados «de explosión» —el de los coches, por ejemplo— y que funciona como un émbolo: sube y baja alternativamente para dejar que entre o salga un fluido —el combustible—: cuando sube el pistón, entra la mezcla de combustible y aire y se genera mayor potencia; si baja, sucede todo lo contrario. También se llama pistón a cada una de las llaves de algunos instrumentos de viento. Cuando estos pistones se pisan con los dedos se regulan los tonos que produce el instrumento. Si hablamos de bajar el diapasón nos referimos también a lo dicho anteriormente, pero la frase se usa además para hablar de la necesidad de bajar el tono de voz o la intensidad de un debate o de una discusión. Oye, baja el diapasón y habla con un tono normal, que el tema tampoco merece tanto acaloramiento. A ver si hablando de fútbol vamos a acabar a voces. El diapasón es un aparato que se usa para regular el tono de las voces y de los instrumentos musicales. Es una lámina de acero doblada en forma de horquilla que cuando se hace sonar da un la, sexta nota de la escala musical, establecido en 435 vibraciones por segundo. Ambas expresiones se usan sobre todo con el verbo subir. V. Perder el compás.

Bajar/bajarse/caer/cerrar/echar el telón Terminar algo, en especial, un ciclo o una temporada. Con la sesión de hoy ha bajado el telón en el Parlamento. Los diputados volverán a reunirse después de las vacaciones veraniegas. Evidentemente, se alude a la bajada del telón una vez terminada la representación teatral. V. Subir el telón.

Bajar/agachar/doblar/inclinar la cabeza/la cerviz Mostrar sumisión y obediencia. Si tu padre te echa una bronca y, además, con razón, ¿qué puedes hacer?... Pues nada, bajar la cabeza y aguantar el chaparrón. Reconocer una derrota o una situación de inferioridad. Jugamos de forma valiente y de tú a tú, pero al final tuvimos que bajar la cabeza, porque ellos son mucho mejores que nosotros. El gesto de inclinar la cabeza es señal de respeto y de sumisión ante alguien superior. Ya en latín cervix significaba 'nuca' y también 'valor; osadía, atrevimiento'. V. Agachar las orejas||Levantar la cabeza||No levantar cabeza||Pasar por las horcas caudinas||Tener la frente alta.

Bajar/descuidar la guardia Disminuir la atención o la precaución necesarias para llevar a cabo algún asunto. En esta carretera nunca puedes bajar la guardia, porque es muy traicionera y a la menor ocasión puedes tener algún problema. La frase está tomada de la lucha con espadas, del lance en el que uno de los contendientes se desprotege, involuntariamente o adrede, para tenderle una trampa al rival. De aquí pasa a algunos deportes, como la esgrima o el boxeo, en los que, aparte de intentar atacar al contrario, el deportista no puede descuidar su protección, no puede descubrirse, dejar de «guardarse». V. Estar en guardia.

Bajarle/bajársele a alguien los humos Lograr que alguien desista de su actitud altiva y presuntuosa. Derrotar a alguien. Ahí lo tienes, el más listo, el más guapo, el más estudioso, el que presumía tanto de ser perfecto. Espero que este suspenso le haya bajado los humos. El término humo es sinónimo de altivez y de enfado (v. Estar alguien que echa humo). Es curiosa la interpretación de Joaquín Bastús, que habla de la costumbre romana de colocar a la entrada de las casas las imágenes de los antepasados más ilustres, que acababan tiznadas por el humo de las lámparas. Los más cargados de humo serían, pues, los más importantes, aquellos que merecían más respeto: V. Subírsele a alguien los humos.

Bajarse/quitarse los pantalones (Ser algo una bajada de pantalones) Humillarse, ceder de forma vergonzante ante las pretensiones injustas de alguien, pese a tener razón o haber actuado correctamente. Mucho decir que iban a hablar en nombre de todos y que le iban a exigir al jefe un aumento de sueldo para todos y reducción de horarios y resulta que cuando están delante de él se bajan los pantalones y ni aumento, ni reducción de horarios, ni nada. Si estamos peor que antes. La referencia a los pantalones como símbolo de masculinidad o de virilidad, en suma, de poder, parece clara (v. Llevar los pantalones). Quien tiene los pantalones bajados se dispone a dejar que abusen de él, en el más cruel sentido de la palabra. A veces se llega más allá en el figurado strip-tease y se dice Enseñar el culo/las vergüenzas o Quedarse con el culo al aire (v.) para hacer referencia a una humillación.

Bajo cuerda [dar; entregar] De forma oculta e ilegal. Encubiertamente. Este tío gana mucho dinero y no me explico cómo. A mí me parece que le pagan bajo cuerda. Existía antiguamente —Gonzalo Correas y Quevedo, entre otros, hablan de él ya en el siglo XVII— un juego parecido al actual tenis, que consistía en que dos jugadores pasaban alternativamente una pelota por encima de una cuerda. Cuando uno de ellos se despistaba, el otro aprovechaba la ocasión para hacer trampa y pasar la pelota por debajo de la cuerda.

Bajo mínimos [estar] En una situación precaria o comprometida. A ver si de una vez cumplen lo prometido y nos arreglan la conducción del agua y de la electricidad y nos asfaltan las calles, porque en este pueblo no es que estemos mal, es que estamos bajo mínimos. La expresión parece propia del lenguaje de la economía, en referencia al mínimo de ganancias indispensable para no llegar a la ruina. Quien está por debajo de estos mínimos está, evidentemente, rozando el peligro.

Baño de sangre [ser un; haber un] Se llama así a una gran y cruenta tragedia, tanto que, con cruda hipérbole, las víctimas se bañan en sangre. Si alguien no pone remedio a estas tensiones entre los dos bandos aquí va a haber un baño de sangre. De eso estoy seguro.

Barrer para casa (Barrer hacia/para adentro) Buscar el beneficio propio o favorecer deliberadamente a alguien conocido o en algún sentido afín. Claro, el árbitro era de Valladolid, como el equipo que ganó. No se puede negar que barrió para casa. Barrer, en este caso, está utilizado en su acepción de acaparar o de llevarse muchas cosas. Nadie mete en su propia casa la suciedad que arrastra al barrer, más bien la suele meter en casa ajena, ¿o no? En muchos juegos de cartas se llama barrer al hecho de hacerse con la baza, con las cartas puestas sobre la mesa. Quien barre el mayor número de bazas suele acabar ganando la partida. La frase bien podría haberse generado aquí.

Batalla campal Se llama así a una pelea o enfrentamiento, generalmente violentos y de consecuencias graves. La supuesta manifestación pacífica acabó cuando un grupo de alborotadores empezó a romper cabinas y escaparates. La policía tuvo que cargar y aquello derivó en una batalla campal. Una batalla campal era la que se desarrollaba a campo abierto, sin escaramuzas ni estratagemas, en la que, por tanto, había una lucha cruenta, enfrentamientos cuerpo a cuerpo y gran número de pérdidas humanas. Nada que ver con la actual —aunque a veces más cruel— guerra tecnológica.

Batir(se) el cobre Trabajar con gran esfuerzo para conseguir algo. Hemos perdido el partido, pero los jugadores se han batido el cobre sobre el campo. Batir el cobre, es decir, golpearlo con el martillo, requiere un gran esfuerzo físico y mucha destreza y precisión; de aquí procede el dicho. Citamos las palabras del Tesoro de Sebastián de Covarrubias, publicado en 1611: «Batir el cobre es hacer mucho ruido y trabajar con solicitud en algún negocio porque los que labran cobre suelen estar sobre una pieza martillando tres y cuatro juntos, guardando el compás de los golpes».

Bautismo de fuego Los militares llaman así a la primera vez que se participa en un combate. La expresión puede aplicarse también a la primera vez que una persona realiza una actividad complicada o que entraña cierto peligro. Enhorabuena, Peláez. Tu bautismo de fuego en la oficina ha sido todo un éxito. Ya habrás comprobado que trabajar aquí es una auténtica locura. Las tropas cristianas durante la época de la reconquista celebraban misa y comulgaban antes de entrar en combate. A los que no habían sido bautizados se les bautizaba, para que pudieran recibir la comunión y, en caso de que murieran, poder esquivar los tormentos infernales. La expresión puede, pues, proceder de la amalgama de los dos tipos de bautismo, el de agua y el del fuego enemigo. No se olvide que los ejércitos musulmanes comienzan a utilizar las armas de fuego, desconocidas en la Península hasta entonces, a mediados del siglo XIII, en la época del rey Alfonso X, el Sabio. Para mayor exactitud, parece ser que fue en 1262, durante el asalto a la ciudad onubense de Niebla.

Bautismo de sangre Si el bautismo de fuego es entrar por primera vez en combate, el bautismo de sangre es resultar herido por primera vez. Aparte de los militares, utilizan la expresión los toreros, para referirse a la primera cornada que sufren. El joven novillero recibió su bautismo de sangre al entrar a matar al cuarto toro. Afortunadamente la cornada no reviste gravedad. Al parecer, como el sacramento, este tipo de bautismo también imprime carácter.

Beber (de) la copa de Alejandro Se emplea la frase para aludir a la gran confianza que una persona tiene en otra. Indica amistad y lealtad: Pepe es mi mejor amigo. Con él bebo la copa de Alejandro. Se cuenta que Alejandro Magno (356-323 a. C.) contrajo durante su campaña en Asia una grave enfermedad que su amigo y médico Filipo trataba de curar haciéndole beber un brebaje que le ofrecía en una copa. Al caudillo macedonio le llegaron rumores de que Filipo era el cabecilla de una conjura urdida por Darío, rey de los persas, que intentaba acabar con él envenenándolo poco a poco con el líquido de la copa. Alejandro, no obstante, no dio crédito a los rumores: llamó al médico y, mientras bebía el líquido, le mostró la carta en la que se le informaba de la supuesta conjura. El joven rey macedonio continuó el tratamiento y logró sanar, demostrando así la confianza infinita que tenía en su amigo.

Beber los vientos por algo o por alguien Dedicar todos los esfuerzos a conseguir algo o a alguien. Se aplica fundamentalmente a casos de enamoramiento galopante. Mariano está enamoradísimo de Mari Pili; hace todo lo que ella dice, va donde ella va; vamos, que bebe los vientos por ella. La persona que persigue un fin o que corre veloz detrás de otra da la impresión, más que de cortar el viento, de bebérselo, lo mismo que quien, enamorado hasta las trancas, parece estar permanentemente boquiabierto. El origen de la expresión, de todas formas, podría estar en la caza, ya que los perros, mientras olfatean el aire para oler el rastro de la pieza, dan la impresión de estar bebiéndoselo. De hecho, existen perros, expertos en el rastreo, denominados venteros o venteadores. Donde dice perro pongan enamorado/a, donde dice rastro pongan amor y donde dice pieza pongan enamorada/o. Explicado queda.

Beberle/sorberle a alguien las palabras Escuchar a alguien con gran atención y placer, con tanto deleite y embobamiento que, quien oye, seguramente boquiabierto, da la impresión de querer engullir lo que el otro dice. Luego dice Marta que no está enamorada de Ángel: fíjate cuando él dice algo cómo le mira ella, le bebe las palabras. A veces la frase significa 'servir a alguien atenta y esmeradamente', es decir, que cuando uno ordena, el otro, sin dar tiempo a que caigan las palabras de la boca del primero, las recoge. Yo a mis padres les tengo un respeto enorme; ellos me dicen algo y yo me bebo sus palabras.

Besar alguien la tierra que otro pisa (Besar alguien (por) donde otro pisa) Mostrar respeto o agradecimiento hacia alguien. ¿Has visto?, con todo lo que yo he hecho por él y no me hace ni caso, cuando debería besar la tierra que piso. En la Antigüedad era costumbre recoger la tierra en la que había pisado algún santo, o del lugar en el que había vivido, o la que se había teñido con la sangre de su martirio. Esta tierra se colocaba en un relicario que se exponía públicamente y se besaba en señal de adoración. Es probable que esta tradición explique el origen del dicho.

Bien está/se está san Pedro en Roma Con esta frase damos a entender que nos encontramos bien donde estamos y que no queremos cambiar aunque nos ofrezcan supuestas mejoras o comodidades. El dicho resulta prácticamente sinónimo de una conocida certidumbre popular: más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Yo a mis años ya no me muevo de aquí. Tengo mi trabajo, mi casa, mi familia. Por mucho que me ofrezcan, no cambio. Bien está san Pedro en Roma. Evidentemente, san Pedro, hablemos del santo o de la basílica, no puede estar en otro lugar. Sería inconcebible. La frase existió, y a veces aún se oye, con una coletilla: «Bien está san Pedro en Roma, si no le quitan la corona», que es la variante que recoge Gonzalo Correas en su Vocabulario de refranes, publicado en 1627. Otros «apéndices» son: ... aunque no coma; ... y el cagajón en su boca; ... y san Alfonso en Zamora. El toledano Sebastián de Horozco (1510?-1580) explica perfectamente el dicho en sus Refranes glosados con esta redondilla:

«Bien se está san Pedro en Roma,

y aunque pierda lo servido,

donde el hombre es conocido,

no le falta pan que coma».

Blanco y migado, leche (Blanco y en botella…/Blanco y en botella, leche) Expresión con forma de adivinanza que se emplea para aludir a lo que está claro y no necesita de ninguna explicación. Si ella no estaba en casa y él te dijo que iba a salir, es que están juntos: blanco y migado, leche. Cosas blancas y que se puedan migar o que puedan envasarse en una botella no hay muchas, la verdad. V. Más claro que el agua||Verde y con asa...

Boca/boquita de piñón [tener] Se llama así a la boca pequeña —del tamaño de un piñón, según la hipérbole— y muchas veces, de forma irónica, a la boca excesivamente grande. Ana tiene una boquita de piñón muy proporcionada con su cara.|Deja ya de bostezar, boquita de piñón, que cuando abres la boca así pareces el león de la Metro.

Borrar/eliminar/quitar de un plumazo Suprimir, eliminar algo de forma expeditiva y casi permanente. A la vista de los resultados de las elecciones parece claro que los votantes han borrado de un plumazo todas las posibilidades de que se forme un gobierno de coalición. El dicho alude a una tachadura de tinta hecha con una pluma, una de las muchas formas que existían antaño de censurar un texto.

Borrar/desaparecer del mapa Eliminar definitivamente algo o a alguien. Antes esta ciudad estaba llena de árboles. Ahora los han borrado del mapa. No queda ni uno. Quien desaparece del mapa se ausenta de un lugar. ¿Sabes algo de Carlos? Ha desaparecido del mapa. Nadie lo ha visto desde hace un par de semanas. Parece que estamos ante una expresión surgida de la jerga militar. Aquellas plazas ya tomadas, las posiciones ganadas o perdidas o los ejércitos derrotados se borran del mapa sobre el que se construía la estrategia.

Borrón y cuenta nueva [hacer] Si uno está haciendo una operación matemática, es decir, una cuenta, y se equivoca, tacha, o borra, y vuelve a empezar. Si alguien comete algún error en su vida o no le sale algo bien, lo lógico es que lo olvide y vuelva a intentarlo. Este año que termina ha sido desastroso para la empresa. Las ventas han sido bajísimas. El año que viene, borrón y cuenta nueva y a empezar desde cero. V. Echar un borrón.

Brillar algo o alguien por su ausencia Expresión irónica que se utiliza para indicar que algo o alguien destaca, precisamente, porque no está. En esta fiesta las chicas guapas brillan por su ausencia. Tácito (55-120), ilustre historiador romano, emplea la frase en el capítulo 76 del libro III de sus Anales, cuando habla de que en el entierro de Junia, una dama romana de alta alcurnia, los personajes más destacados fueron, por su ausencia, Casio y Bruto: «Praefulgebant Cassius, atque Brutus, eo ipso, quod effigies eorum non visebantur». Y es que estos dos habían sido hallados culpables del asesinato de Julio César, ocurrido en el senado los idus (el 15) de marzo del año 44 a. C. (V. Guárdate de los idus de marzo). Según algunos, se habían suicidado; según otros, habían sido ejecutados por Octavio Augusto. El caso es que en tal funeral no estuvieron presentes, ni tampoco sus imágenes, como era usanza, pues estaba prohibido que los condenados por algún crimen o los enemigos de la patria no pudieran comparecer, ni siquiera en efigie, en los funerales. A finales del siglo XIV un poeta florentino glosaba las fiestas que se celebraron en Roma con motivo del regreso de Aviñón del papa Gregorio XI. Hablando de la ausencia de Santa Catalina de Siena, principal impulsora de la reconciliación entre la Santa Sede y la república de Florencia, decía: «Una sola persona faltaba, que, pese a no estar allí, resplandecía». El episodio y la frase de Tácito fueron recogidos por el escritor francés —hombre, aunque por su nombre no lo parezca— Marie-Joseph Chénier (1764-1811) en su drama Tiberio, de gran éxito en su época.

Brillar con luz propia Sobresalir una persona en alguna cualidad: talento, belleza, valor... En la fiesta brilló con luz propia la mujer del embajador, tan bella como discreta y modesta. Toda una señora. También de estas personas se dice que son estrellas. Son los cuerpos estelares los que, precisamente, brillan con su propia luz, no con el reflejo de otros astros.

Brindis al sol [ser un; hacer un] Atrevimiento. Fanfarronada. Actuar de forma demagógica, prometiendo lo difícil o imposible de cumplir con tal de obtener los favores de alguien. El gobierno ha dicho que dentro de un par de años todas las pensiones habrán subido más de un treinta por ciento. A mí, la verdad, me parece un brindis al sol. La locución se origina en la fiesta de los toros. Brindis es el ofrecimiento que de la lidia y muerte del toro hace el torero, al presidente de la corrida o a otra persona o personas, para lo cual les entrega o lanza la montera. Algunos toreros, buscando el triunfo fácil, brindan la muerte del toro a los tendidos de sol, donde se acomoda el público menos entendido y más bullanguero, y realizan allí gran parte de la faena. De aquí proviene el significado del dicho.

Buen día, que canta Mahoma Esta curiosa frase se emplea como augurio de buena jornada. Sol, buena temperatura, no hay que trabajar. Buen día, que canta Mahoma. También la empleamos, irónicamente, con el sentido contrario. Se me ha estropeado el coche, he tenido que venir andando y me he puesto a caldo y, encima, he llegado tarde a trabajar. Buen día, que canta Mahoma. El origen del dicho es más noche que día. Una posible explicación es que tenga que ver con la primera llamada a la oración que desde el alminar, la torre de la mezquita, hace el almuédano en los países de religión musulmana. Si fuera así, la frase podría haberse generalizado durante la época de la dominación árabe.

Burla burlando Sin querer. Sin esfuerzo. Como quien no quiere la cosa. Casi como si se tratara de una burla, de una broma. Ya ves, burla burlando se puso a estudiar medicina, para entretenerse, y hoy es uno de los médicos más importantes del país. La expresión aparece en el conocido poema de Lope de Vega «Un soneto me manda hacer Violante», en el que nos relata cómo, casi sin querer, se puede hacer un soneto. Este es el primer cuarteto:

«Un soneto me manda hacer Violante,

que en mi vida me he visto en tanto aprieto;

catorce versos dicen que es soneto,

burla burlando van los tres delante».

Buscar a María por Rávena Esta curiosa frase se emplea cuando resulta sumamente difícil encontrar algo o solucionar un problema. No sé si lo voy a encontrar, porque localizar un libro en esta biblioteca es buscar a María por Rávena. Se usa mucho para destacar lo complicado de encontrar algo o a alguien en un lugar muy concurrido. Quedamos en el centro comercial, pero claro a esa hora estaba a tope de gente. Al final la encontré, aunque fue como buscar a María por Rávena. El origen lo encontramos en un dicho latino: Ravennae maria quaerere, 'buscar los mares de/en Rávena', que significaba precisamente lo contrario, 'buscar algo fácil de encontrar, algo que se encuentra en abundancia'. El cambio de significado se explica si consideramos la situación geográfica de Rávena (Ravenna, en italiano), una ciudad del norte de Italia, casi bañada por el Adriático, que era, y es aún hoy, uno de los más importantes puertos del Mediterráneo, pese a que el mar —y he aquí el porqué del adagio latino y del cambio de significado en la actualidad— dista unos diez kilómetros de la ciudad: encontrar el mar es tan fácil como difícil. Ya en algunos dialectos italianos antiguos se confundió maria, 'mares' con el nombre de mujer María, y se documenta, ya con el significado actual, la expresión cercar(e) Maria per Ravenna, 'buscar a María por Rávena', de poco uso hoy en italiano. Es más que posible que la frase acabara en nuestro idioma traída por los soldados que hicieron las sucesivas campañas de Italia durante los siglos XVI y XVII.

Buscar/armar camorra (Ser un camorrista) Buscar pendencia. Encontrar motivos para armar escándalo. Se llama, por tanto, camorrista al pendenciero, al que siempre busca broncas. Yo no quise contestarle, porque a quien va siempre buscando camorra, como él, amenazando e insultándote, es mejor no hacerle ni caso. La camorra es la mafia de la región italiana de Campania, asentada fundamentalmente en Nápoles y sus alrededores. Es muy improbable que la expresión se deba a esto; más bien parece todo lo contrario: una palabra hispánica, de incierto origen, que llegó al sur de Italia, zona dominada por españoles desde mediados del siglo XV, en que fue conquistada por la Corona de Aragón, hasta la invasión napoleónica de 1799. Es curioso, y nada descartable, volviendo a la historia de la palabra y relacionándola con el dominio aragonés de la región, el hecho de que Joan Corominas piense que la camorra, que aparece en nuestra lengua a mediados del siglo XVIII con el significado de 'riña', está relacionada con la enfermedad convulsiva del ganado lanar a la que en la región aragonesa de Ribagorza aún hoy se denomina, curiosamente, camorra y en otros lugares de la Península, modorra. En castellano se documenta a principios del siglo XVII otro término de igual significado, cimorra, que nos lleva a pensar como origen común de todas estas palabras en la voz del bajo latín chimorrea, 'catarro', compuesta por dos griegas: khêima, 'frío' y rhéei, 'fluye, mana'. En resumidas cuentas: castillos en el aire; hermosos castillos, pero sin cimientos sólidos. Quizá eso sea lo más bonito de esta ciencia...

Buscar con candil (Ni buscando/buscado con candil) Buscar detenidamente, con paciencia y suma atención. Necesitamos una persona con conocimientos de informática, pero, mucho cuidado, hay que buscar con candil, porque no vale cualquiera. La expresión parece deberse al comportamiento del filósofo griego Diógenes de Sinope, el Cínico (410-323 a. C.) (v. El movimiento se demuestra andando), quien, según el escritor romano Fedro (s. I), llevaba siempre, día y noche, un candil encendido para buscar al inexistente modelo perfecto de la especie humana.

Buscar/encontrar/hallar/ser El Dorado/Eldorado Buscar un imposible, en especial en lo referente al dinero o a la fortuna. No busco El Dorado. Sé que no puedo hacerme rico al año de poner el negocio. Tendrán que pasar dos o tres años hasta que salga adelante. El Dorado o Eldorado era un supuesto país de la abundancia y de las delicias, del oro —de aquí el nombre—, de las piedras preciosas, situado en un lugar indeterminado de América del Sur. Muchos conquistadores españoles perdieron la hacienda y la cabeza por encontrarlo. Entre ellos, cabe citar al vasco Lope de Aguirre (1508-1561). V. ¡Esto es Jauja!||Ser una utopía.

Buscar/pedir/querer guerra (Declararle a alguien la guerra||Tenerle a alguien la guerra declarada) Provocar premeditadamente el enfado o la incomodidad de alguien. Crear conscientemente problemas. Hostigar a alguien. Yo no pienso decirle absolutamente nada, pero como venga buscando guerra la va a tener, porque yo no me pienso callar. A veces la frase se usa para hacer referencia a una provocación de tipo sexual. Con esos vestiditos tan cortos y ajustados da la impresión de ir pidiendo guerra por la calle. V. Dar guerra.

Buscar la luna en el/un pozo Pretender cosas imposibles. Hacer cosas inútiles, sin sentido. No te empeñes en darle consejos. Es como buscar la luna en el pozo, porque hace siempre su santa voluntad. Son múltiples los cuentos y leyendas que nos hablan del reflejo de la luna en un pozo o en un río y de personas o animales que se ahogan por intentar alcanzarla. Una antigua fábula nos relata la historia del lobo (el zorro en otras versiones) que, creyendo que el reflejo de la luna en un pozo era un queso, se ahogó al intentar cogerlo.

Buscar/encontrar una aguja en un pajar [ser; ser como] Empeñarse en conseguir o en encontrar algo muy difícil, prácticamente imposible. Buscar el libro que necesitas en esta biblioteca es como buscar una aguja en un pajar. A ver si alguien se dedica a poner un poco de orden, porque es un caos. Dicen que quien busca halla, pero es bastante improbable que, en este caso, tuviera éxito. ¿Se imaginan la situación?

Buscarle a alguien las cosquillas/las vueltas Buscar el punto en el que una persona es más vulnerable, con el fin de conseguir algo, de sacar algún beneficio o de atacar a alguien, es decir, el lugar en el que tiene cosquillas. Siempre consigues de mí lo que quieres porque sabes buscarme las cosquillas. Quien le busca a otro las vueltas es quien intenta que éste se descubra para poder atacarlo. Posiblemente esta última expresión tenga que ver con las peleas con cuchillos o espadas, o con algunos deportes, como el boxeo o la esgrima. V. Bajar la guardia.

Buscarle el pelo/los pelos al huevo Buscar motivos, por muy estúpidos que sean, para reñir o pelearse. Parece que disfrutas buscándole el pelo al huevo. ¿A ti te parece que podemos discutir por el tipo de pan que tenemos que comprar? La frase tiene todo el aspecto de haber salido de algún relato o chascarrillo, originado en algún mesón o en alguna venta, que relatara alguna disputa por haber encontrado algún comensal un pelo en su comida, que, obviamente, estaría elaborada con huevos.

Buscarle tres/cinco pies al gato Buscar excusas imposibles de creer o tratar de demostrar lo indemostrable. Si te dice que no ha podido ir a trabajar porque le dolía la cabeza, créetelo y no le busques tres pies al gato. De todas formas, no resulta difícil asegurar que el gato tiene tres pies, o dos o uno, pues tiene cuatro... La frase original era Buscar cinco pies al gato y parece ser, como cuenta Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana (1611) que hubo alguien que se los encontró, pues consideró la cola como un pie más.

Buscarse la vida Apañárselas para sobrevivir. Con diecisiete años se fue de casa y no tuvo más remedio que buscarse la vida. Se fue a Londres y ahí comenzó su carrera musical. A veces se utiliza con el significado, más atenuado, de buscar alguien soluciones por sus propios medios, sin ayuda de nadie. El profesor nos ha dado el tema del trabajo; cada uno de nosotros tiene que buscarse la vida para hacerlo: libros, fotos, información en Internet. A la vista de la frase, no podemos dejar de pensar en insignes figuras de nuestra literatura, representadas en nuestro más prototípico héroe de antihéroes: Lázaro de Tormes. Nadie como él supo buscarse la vida.