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A banderas desplegadas Intentando que todos se enteren. Sin ocultar nada, como el ejército que se anunciaba abiertamente al enemigo desplegando todas sus enseñas. Antes se ocultaban por el qué dirán, pero ahora pasean su relación a banderas desplegadas.

A barullo Mucho. En cantidad. Creo que tendrás que volver a pasar el trabajo a máquina. Hay errores a barullo. Barullo es palabra que entra en nuestra lengua a través del término portugués barulho, 'confusión, mezcla', con origen en el término latino involucrum, 'envoltorio'.

A base de bien En abundancia. Hemos comido marisco a base de bien. De todo tipo y a muy buen precio. Bien, más que como un adverbio de modo, funciona aquí como uno de cantidad, como elemento de formación del superlativo, similar a muy. Su empleo es muy frecuente en nuestra lengua: He comprado una enciclopedia bien barata.|Es un escritor bien conocido.|La sopa se tiene que tomar bien caliente.

A beneficio de inventario Sin preocupación ni interés. Sin trascendencia. Mañana tendremos la reunión para adjudicar la plaza, pero será a beneficio de inventario, porque ya sabéis que sólo se ha presentado un candidato para el puesto y, como cumple los requisitos... El inventario es la relación precisa que se hace de los bienes que pertenecen a una persona o institución. Los objetos inútiles o innecesarios pasan también a engordar la lista, aunque no sirvan para nada. Por ejemplo, una vieja máquina de escribir, oxidada e inservible, que se guarda en el trastero de una oficina también se relaciona en el inventario... Sirve sólo para eso. De todas formas, es muy posible que la locución se tome directamente del lenguaje jurídico, en el que aceptar una herencia con o a beneficio de inventario es un práctica que consiste en reservarse el derecho de recibirla sólo una vez realizado el inventario de los bienes, a fin de evitar que el heredero deba pagar deudas que podrían incluso superar el valor de lo heredado.

A bocajarro [disparar] Cuando alguien sufre un disparo desde una muy corta distancia, la señal que queda en su cuerpo es grande y redonda, como si, en vez de por el cañón de una pistola, le hubiesen disparado por una boca de jarro. Se suele utilizar también la expresión en sentido figurado, sobre todo en el ámbito deportivo: El delantero se plantó delante del guardameta y le disparó a bocajarro. A veces, acompañada por verbos del tipo decir, tiene el significado de 'dar una noticia inesperada bruscamente': Laura me dijo ayer así, a bocajarro, que ya no quería salir conmigo.

A bombo y platillo [anunciar; proclamar; pregonar] Todo lo contrario de guardar un secreto... Dar a conocer públicamente una noticia de manera muy evidente, casi como si el tal anuncio se acompañara de redobles de tambor y de platillos, como cuando los pregoneros anunciaban una noticia, o como hoy el presentador del circo anuncia una actuación, por ejemplo. El presidente anunció su dimisión a bombo y platillo, rodeado de cámaras y micrófonos.

A borbotones/borbollones [sangrar; brotar; manar; hervir; salir] (Hablar a borbotones) El borbotón o borbollón es esa burbuja que hacen los líquidos cuando salen por un orificio o cuando hierven. La cornada había afectado a una arteria importante y la sangre manaba a borbotones.|En ese manantial el agua mana a borbollones. A veces usamos la locución en sentido figurado: Tiene una mente privilegiada: le salen las ideas a borbotones y siempre se le ocurren cosas nuevas. Existen en nuestra lengua los verbos borbollar 'hacer borbollones el agua' y borbotar, 'nacer o hervir el agua impetuosamente o haciendo ruido' que pueden emplearse casi como sinónimos. Hablar a borbotones es, por tanto, hacerlo rápida y atropelladamente.

A bote pronto Súbitamente, sin pensar. La expresión tiene su origen en algunos deportes (tenis, fútbol...), en los que a veces se golpea la pelota en cuanto da el bote, sin detenerse a pensar en la fuerza o en la dirección que se le imprime. Le voy a hacer diez preguntas y usted me contesta a bote pronto, lo primero que se le ocurra.

A brazo partido [luchar; pelear] Sin armas, sin defensas, violenta y bravamente. Parece ser que la expresión puede tener origen en ciertas costumbres rurales que consistían en mostrar la fuerza pulseando, echando un pulso, como se dice más popularmente, hasta que uno de los dos contendientes acabara con su brazo doblado sobre la mesa y, a veces, partido. A veces tiene un uso figurado con el significado de empeñarse, insistir hasta conseguir algo, sin que exista violencia física: Luchó a brazo partido para conseguir el puesto de trabajo que tiene hoy. V. A pulso||Echarle a alguien un pulso||No dar alguien su brazo a torcer.

A buen recaudo [poner; estar] En un lugar seguro y protegido. El terrorista ha sido puesto ya a buen recaudo y se encuentra ahora en una celda de seguridad y con fuerte vigilancia policial. Del latín recapitum, sustantivo del verbo recapitare, 'recaudar, guardar el dinero', y a través de la forma medieval recabdo, llegamos al término recaudo, que, con el significado de 'protección, cuidado', se usa solamente en esta expresión. En el Cantar de Mio Cid nos dice el anónimo autor que la carta del rey Alfonso, en la que se prohibe dar protección, amparo y alojamiento a Rodrigo Díaz de Vivar, entra en Burgos «con gran recabdo y fuertemientre sellada».

¡A buenas horas, mangas verdes! Se emplea como reproche a alguien que llega tarde a ayudar a otra persona, que hace algo a destiempo, o para aludir a una persona que dice algo fuera de tiempo y de lugar. Ahora que ya he clavado la punta con una piedra llegas tú con el martillo... ¡A buenas horas, mangas verdes! Se remonta esta expresión a finales del siglo XV, cuando los Reyes Católicos fundan el cuerpo de los cuadrilleros (llamados así por llevar como arma el cuadrillo, una flecha de ballesta de base cuadrada y punta piramidal) de la Santa Hermandad, que era una especie de policía rural destinada a socorrer a las gentes de los pueblos y perseguir, juzgar y castigar los delitos que se cometieran fuera de las ciudades. Al parecer, dicho cuerpo no tenía a gala precisamente la puntualidad. En muchos textos de la época se alude precisamente al hecho del retraso con el que llegan a dar socorro... Por cierto, y lo más importante, el uniforme de estos cuadrilleros era una especie de casaca con las mangas verdes.

A bulto [hacer; decir; calcular; medir; pesar] Sin pensar, aproximadamente, o considerando sólo lo más importante. No sé cuántas personas habría en el concierto, pero, así, a bulto, serían más de tres mil. Aunque no sería extraño emparentarla con otras, como Ir al bulto (v.), entendiendo bulto como 'montón, masa', como la figura que ve quien no distingue los objetos, la expresión parece estar emparentada con la latina ad vultum tuum, que, libremente traducida, vendría a significar algo así como 'según tú lo veas'. V. Al buen tuntún.

A burro muerto, la cebada al rabo Usamos esta frase para dar a entender que alguien hace algo cuando ya no hay remedio o solución. Ahora que ya está con otro la llamas todos los días y le mandas flores: a burro muerto, la cebada al rabo. Si el burro está muerto de nada sirve intentar alimentarlo y menos aún si se le pone la comida en el rabo... Es posible que el dicho tenga asiento en algún cuento o fábula populares. V. A liebre ida, palos en la cama ||El llanto, sobre el difunto.

A cada cerdo le llega su San Martín Con esta sentenciosa expresión se da a entender que a cada uno le llegará su hora, en el sentido de que si alguien ha actuado de forma incorrecta, tarde o temprano pagará su culpa; o sea, seguirá el mismo camino que el cerdo, destinado, aunque no tenga culpa, sino más bien todo lo contrario, al fin de todos conocido: la matanza, que comienza a realizarse por San Martín, cuya festividad se celebra el 11 de noviembre. No merece la pena que contestes a sus ofensas; déjalo: a cada cerdo le llega su San Martín. V. Con la ayuda del vecino mató mi padre un cochino||Estar de buen año.

¡A cagar/mear a la vía (, que está fría)! Como en Mandar a alguien a cagar (v.), estamos ante una manera más bien «poco fina» de mostrar desacuerdo con alguien, o de «invitarle» a que se calle, a que deje de molestar o a que se vaya de algún lugar y, a ser posible, lejos, pues las vías del ferrocarril solían estar alejadas de las ciudades. ¡Hala! ¡A cagar a la vía! Estoy harto ya de escuchar bobadas, o sea que, o te callas o te vas de mi casa. Se suele dar como más certera esta primera versión, ya que la segunda no tiene otra explicación, como tantas otras veces en la lengua coloquial, que la perniciosa fuerza de la rima consonante. A veces se dice, como eufemismo, ¡A silbar a la vía!

A calzón quitado [hablar] Sinceramente; sin ocultar nada. La sinceridad o desnudez del alma queda aquí representada por la desnudez del cuerpo. Como sugiere la propia forma de la locución, se usa más entre hombres. Llevamos mucho tiempo evitándonos, así que ya es hora de que nos miremos a los ojos y hablemos a calzón quitado. A veces se utiliza el modismo con el significado de 'rápidamente; de forma precipitada; con gran ajetreo', tal vez pensando que pudiera referirse a alguien que, sin haber tenido tiempo para vestirse, hubiera tenido que salir huyendo. Tengo que entregar ese trabajo el martes y voy a calzón quitado, porque veo que no llego a tiempo.

A cámara lenta [ir; andar; hacer...] Muy despacio. Si sigues andando a cámara lenta vamos a llegar a casa de noche. La locución se refiere a la técnica cinematográfica, también llamada ralentí (v. Al ralentí), con la que se consigue que las imágenes se reproduzcan a velocidad más lenta de lo normal.

A capa y espada [defender] Con todas las fuerzas y por un motivo que se considera justo. La defendió a capa y espada porque estaba seguro de su inocencia. No le importaron las críticas ni los comentarios de la gente y, al final, se demostró que tenía razón. La expresión puede tener su base en el tan traído y llevado concepto del honor, explotado al máximo en nuestro teatro clásico, donde tanto la capa como la espada son los símbolos del hidalgo, del caballero, del que defiende justamente su honor. De ahí que dichas comedias se llamen también de capa y espada.

A capón [meter] Por la fuerza. Sin razones ni justificaciones lógicas. Todos los temas están bien elegidos, excepto el del arte gótico, que se nota que está metido a capón. Llamamos capón al golpe dado con los nudillos sobre la cabeza de una persona, tradicional en los antiguos maestros de escuela, entre los que se contaban verdaderos expertos... y tal vez, precisamente, de aquí provenga el dicho.

A cara de perro [luchar; defender] (Tener/poner cara de perro) Dura y crudamente. Sin concesiones. Se usa mucho para hablar de situaciones en las que alguien se enfrenta a asuntos importantes. La empresa quiere cerrar la fábrica, pero los obreros están luchando a cara de perro para defender sus puestos de trabajo y no van a parar hasta que lo consigan. La locución se refiere a la actitud del perro guardián, que ladra y muestra los colmillos al sentirse amenazado o cuando debe defender la propiedad. De hecho, cuando alguien está muy enfadado decimos que tiene cara de perro.

A cara descubierta Abierta y claramente. Sin ocultar nada. A mí me gusta ir por la vida a cara descubierta, llamando a las cosas por su nombre y asumiendo mis responsabilidades. La cara, lo dice la certidumbre popular, es el espejo del alma y así lo certifica la locución. V. A pecho descubierto.

A carta cabal Esta expresión funciona como un intensificador de las virtudes o defectos de alguien. Podemos decir que alguien es bueno, honrado, malo o estúpido a carta cabal, si bien es cierto que se usa más con las virtudes que con los defectos, para dar a entender que la conducta de una persona es irreprochable. Julio es honrado a carta cabal, jamás me ha fallado. Significa algo así como 'por completo', 'totalmente', 'verdaderamente', como si esa virtud o defecto estuviese certificado por haber sido escrito en una carta que no miente, que sólo proclama la verdad, cabal al máximo. De hecho, antiguamente una carta cabal era una especie de acta notarial, el documento que daba fe de algo. V. Dar fe de algo.

A cencerros tapados En secreto, sin que nadie se entere. Para que las alimañas o los dueños de los pastos que atravesaban no sintieran los cencerros de su ganado, metían trapos dentro o envolvían con ellos los badajos. El ministro ha sido cesado en vacaciones cuando nadie lo esperaba, a cencerros tapados, prácticamente sin que la prensa se enterase.

A chorros En abundancia. Copiosamente, como cuando se abre un grifo y sale con fuerza el agua. Nadie se lo iba a decir cuando se inventó ese negocio de las pizzas a domicilio, pero hoy el dinero le llega a chorros. /Se le escapaba la vida a chorros pero los médicos consiguieron estabilizarlo y lo salvaron. V. Cerrar el grifo.

A ciegas Sin ver. Por lo general, se usa la locución cuando alguien está tan seguro de algo que lo hace sin verlo, sin experimentarlo o sin tener información al respecto. Me gusta tanto esa marca que sería capaz de comprarme cualquier prenda a ciegas.|Si ella me invita a la fiesta, voy a ciegas, no lo dudes. V. A tientas.

A cien/A mil [ponerse; estar] Enfadarse o excitarse mucho. Cuando sé que tengo razón y me llevan la contraria es que me pongo a cien. Se usa con frecuencia para hacer referencia a un estado de excitación sexual. Seguramente la locución se refiere a la velocidad de los coches, aunque hoy habría que decir ponerse a doscientos cincuenta... De hecho también decimos que alguien está acelerado cuando está demasiado nervioso o muy excitado.

A ciencia cierta [saber; conocer] Con total seguridad. Desde antes de que se reúna el jurado se sabe a ciencia cierta cuál va a ser la novela ganadora. La ciencia es el conocimiento ordenado y experimentado de las cosas, es decir, cabe poco la duda, y menos aún si al implícito adjetivo experimentado añadimos el de cierto.

A conciencia Cuidadosamente. Con gran atención. He leído tu trabajo a conciencia y te puedo asegurar que está perfecto. El término conciencia cobra en esta oración el significado de 'interés, seriedad'. Cuando a la locución le precede un adjetivo se forma uno de los muchos superlativos enfáticos que circulan por la lengua coloquial: Se ha comprado un traje feo a conciencia.

A contramano (A trasmano) [estar; quedar; venir; pillar...] En dirección contraria. Nada más dar la vuelta a la esquina me encontré con un coche que venía a contramano. Menos mal que pude esquivarlo. A veces usamos la locución o la variante a trasmano, 'más allá de la mano', para indicar que un lugar está alejado de nuestro camino o que una situación no tiene nada que ver con nuestros intereses o conocimientos. Luis es un buen chapista, pero la mecánica le queda muy a contramano: yo no le llevaría el coche. V. A contrapié||A mano.

A contrapié [estar; quedar; venir; pillar...] Esta locución se usa en el mundo del deporte, sobre todo en el tenis, cuando la bola llega al pie de apoyo, es decir, hacia la dirección contraria a la que ha tomado el jugador. En la lengua cotidiana, se emplea cuando alguien es sorprendido con algo que no esperaba. Me habéis pillado a contrapié: yo esperaba ir a cenar a un burguer y resulta que vamos a un restaurante de lujo. Si lo sé me pongo algo más elegante. V. Andar con el pie cambiado.

A contratiempo (Sufrir/suceder/tener/ser un contratiempo) Inoportunamente o de forma poco adecuada a las circunstancias. En esta comunidad andamos siempre a contratiempo: cuando hace un frío que pela, sin calefacción; cuando nos morimos de calor, la calefacción a tope. También A contratiempo es una expresión que se usa en el mundo de la música para indicar que una nota que debería comprender un solo tiempo del compás, se extiende también al segundo, es decir, que está fuera de tiempo, que es inoportuna. Por esta razón llamamos contratiempo a un accidente o suceso inoportuno que interrumpe el desarrollo normal de alguna acción. Señoras y señores, el conferenciante previsto para hoy ha sufrido un contratiempo y no podrá intervenir. Su intervención se pospone para mañana a las doce y media.

A corazón abierto (Abrirle a alguien el corazón) Con toda sinceridad y afecto. Ayer estuve toda la tarde con Ana y hablamos a corazón abierto de nuestros problemas, nuestros deseos, nuestras inquietudes... En fin, de lo divino y de lo humano. Hay muchas expresiones en las que aparecen claramente las connotaciones de corazón y alma que indican amor, amistad o sinceridad: V. Con toda el alma||De corazón||En el alma||No caberle a alguien el corazón en el pecho.

A coro [decir; hablar; pedir] (Hacer coro) En grupo. Al mismo tiempo, como cuando un coro canta una canción. Hay que tener la cara muy dura para aferrarse a la poltrona cuando más de dos mil personas, a coro, te piden cada día la dimisión. V. Al unísono||Hacerle coro a alguien.

A costa de algo o de alguien A expensas de algo o de alguien. Haciendo un gran esfuerzo o un gran sacrificio que afecta a personas o cosas. Sí, al final ha conseguido comprarse el coche que quería, pero a costa de empeñarse y de firmar un montón de letras. El término costa significa en la anterior oración 'costo, precio'. V. A toda costa.

A cualquier cosa llaman chocolate las patronas/llaman las patronas chocolate La frase se emplea cuando queremos decir que algo cuya calidad previamente se ha alabado carece de valor o de interés. Dice que se ha comprado un reloj de oro macizo... De oro macizo... A cualquier cosa llaman chocolate las patronas. Se sabe que en época de crisis el chocolate se sustituía por un sucedáneo que había visto el cacao en fotografía... Quienes sufrieron la hambruna de la posguerra aún recuerdan aquel chocolate que sabía a arena y que también se tomaba caliente. Es posible que la frase puesta en boca de una criada que había servido sucedáneo a su patrona, se hiciera popular al aparecer en una obra del dramaturgo zamorano, autor de sainetes y de libretos de zarzuela y tremendamente popular en su época, Miguel Ramos Carrión (1845-1915), titulada La careta verde.

A culo pajarero [quedarse; estar] Con las nalgas al aire. Desnudo. Al salir de la piscina se le bajó el bañador y se quedó a culo pajarero. Es probable que haya que interpretar esta locución literalmente, en referencia a la rabadilla de los pájaros, descubierta de plumas, es decir, desnuda. De todas formas no hay que olvidar que durante el siglo XVIII estuvieron muy de moda unos elegantes vestidos y sombreros, de mujer y de hombre, confeccionados con ricas telas bordadas con dibujos de pájaros, denominados por ello «pajareros». Es posible que, irónicamente, el adjetivo se usara aquí como sinónimo de la total desnudez.

A dedo [elegir; nombrar; designar] Por decisión personal, normalmente arbitraria e injusta. Se trata del clásico «enchufe». Al secretario general lo ha elegido a dedo el presidente, que, curiosamente, es su cuñado. Quien elige así a una persona da la impresión de señalarla con el dedo índice, ejerciendo el mando y teniendo a los demás sometidos a sus decisiones y a su voluntad. Curiosamente, la lengua coloquial ha generado un término brillante que resume, con un fantástico juego de palabras, esta prepotente actitud: «dedocracia».

A degüello [entrar; ir] De forma decidida, incluso violenta. Sin reparar en posibles inconvenientes, daños o perjuicios. Esa casa es una ganga, yo que tú iría por ella a degüello. La compraría mañana mismo, antes de que los dueños se arrepientan y suban el precio. Antiguamente las batallas se decidían en el cuerpo a cuerpo, en la lucha con armas blancas que, si se terciaba, se empleaban para degollar a los enemigos, es decir, para cortarles el cuello.

A destajo [trabajar] Sin descanso. Intensamente. Se usa sobre todo en referencia a los trabajos que se deben terminar cuanto antes. La obra tiene que estar lista el próximo martes y, como van con un poco de retraso, llevan un par de semanas trabajando a destajo, día y noche. La expresión Trabajar a destajo es, en su primer significado, la forma de trabajar en la que se cobra un dinero por la tarea realizada, no se cobra un jornal o un sueldo fijo. Destajar sería algo así como «descortar», es decir, que el dinero no se taja en porciones.

A diestro y siniestro A derecha e izquierda (destra y sinistra en latín). Por extensión, a todas partes y sin control. Cuando sintió las banderillas, el toro comenzó a tirar cornadas a diestro y siniestro.

A dos velas [estar; dejar; quedarse; andar] Sin dinero o sin recursos de ningún tipo. Tengo que reducir los gastos, porque a final de mes me quedo siempre a dos velas. La explicación del origen del dicho es realmente peliaguda, pues entra en liza la polisemia, los muchos significados, de la palabra vela. Hay varias hipótesis, ninguna descartable. Antiguamente, los juegos ilegales de cartas solían celebrarse al amparo de la oscuridad; el jugador que hacía de banca, es decir, quien controlaba el dinero, solía tener junto a él dos velas para poder contarlo. Si algún jugador conseguía dejar a la banca sin dinero, se decía que la dejaba a dos velas. Otra explicación hace proceder la locución del hecho de que en las iglesias, tras la misa, quedaran sólo dos velas encendidas delante del sagrario, que alumbraban sólo un pequeño espacio. A veces se piensa también en el barco que, azotado por la tormenta o abordado por los enemigos, navega fatigosamente sólo con dos velas. Por otra parte, como en la lengua coloquial se llama velas a los mocos que, como si fueran gotas de cera, cuelgan de la nariz de los niños, y dado que frecuentemente se asocia al niño mocoso con la pobreza y el desamparo, podría pensarse en que el significado de la locución estuviera relacionado con este hecho. Además, cuando decimos que alguien está a dos velas nos llevamos a la nariz los dedos índice y corazón y los deslizamos hacia los labios, imitando el recorrido de estas velas infantiles, gesto que podría haberse generado a posteriori para ilustrar el dicho.

A enemigo que huye, puente de plata A veces es mejor facilitar la escapada del enemigo vencido, construirle un puente —de plata si es preciso— para que pueda vadear el río, que no perseguirlo para darle alcance y luchar contra él. Actualmente la frase se usa para expresar la satisfacción por perder de vista, sin esfuerzo o compromiso por parte de quien habla, a alguien desagradable o antipático. La verdad es que no aguanto a Maruja. Menos mal que dice que se va a vivir a Madrid. A enemigo que huye, puente de plata. La frase es una de las muchas máximas militares atribuidas a Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán (1453-1515), jefe de los ejércitos de los Reyes Católicos. V. Las cuentas de El Gran Capitán.

A escape [salir; irse; marcharse] Rápidamente. Muy deprisa. Me voy a escape, que tengo que pasar por el taller para recoger el coche y cierran dentro de diez minutos. El término escape es un sustantivo relacionado con el verbo escapar, pero en este caso no sería extraña una relación con el tubo de escape de los vehículos a motor, el lugar por el que escapan los humos procedentes de la combustión del motor, especialmente abundantes cuando se acelera o cuando el vehículo se pone en marcha.

A espuertas/esportones Mucho. En abundancia. Tiene libros a espuertas y no le queda libre ni un centímetro cuadrado de pared. La espuerta es ese recipiente que antes era de paja y ahora de goma en el que los albañiles acarrean la arena, la cal o el cemento y que, si es más grande de lo normal, se llama esportón. V. A manta||A punta de pala.

A estas alturas Usamos esta locución para indicar que algo se hace tarde o fuera de tiempo, que hemos llegado a un punto en el que algo debería ser ya conocido o haber sido hecho. Llevamos ya seis años trabajando juntos y a estas alturas me tengo que enterar de que no te encuentras a gusto conmigo.

A expensas de algo o de alguien [estar] A cargo o por cuenta de una persona o cosa. No se puede estar toda la vida viviendo a expensas de la familia y de los amigos. Hay que buscarse la vida y si las cosas vienen mal dadas, mala suerte. Las expensas son los gastos o costas que origina algún trámite. En el ejemplo anterior, los gastos originados por el caradura y asumidos por otros.

A falta de pan, buenas son tortas En ausencia de algo mejor, debemos conformarnos con lo que tenemos, es decir, si carecemos de pan, no es mala solución sustituirlo por las tortas. Hombre, éste no es el diccionario más adecuado para hacer una traducción de este tipo, pero, a falta de pan, buenas son tortas. La torta es, en este caso, una masa de harina y agua, generalmente sin levadura, a la que se da forma plana para cocerla al horno o freírla.

A favor de obra [ir] Con la situación a favor. Beneficiándose de las circunstancias. El equipo empezó titubeante, pero luego se asentó, marcó el primer gol, ellos se vinieron abajo y ya fue todo a favor de obra. Seguramente obra es aquí un cultismo, directamente derivado de la operam latina y, visto el significado actual de la frase, es más probable que se relacione con la obra de caridad que con el trabajo manual. No es descartable que, interpretándola de forma literal, la locución se refiera al tiempo o a las circunstancias favorables para emprender una acción, un trabajo o una construcción.

A fin de cuentas Se refuerza con esta locución los argumentos que se emplean a favor de algo o sobre la veracidad de nuestras palabras. Pues yo no le pienso regalar nada. A fin de cuentas ella ni siquiera me felicitó por mi cumpleaños. V. En resumidas cuentas.

A flor de piel [llevar; sentir] Cuando alguien quiere expresar que algo de lo que está sintiendo es tan evidente que casi puede verse, emplea esta hermosa expresión, dando a entender que dicho sentimiento ha florecido en su piel y, por tanto, es claramente visible. Romeo, llevo tu amor a flor de piel. A lo mejor Julieta no lo dijo, pero seguro que lo pensó.

A gogó En abundancia. La película tiene situaciones divertidas a gogó y te pasas casi todo el tiempo riéndote.|El juez ha precintado esta discoteca porque corrían drogas a gogó. El término gogó es un galicismo que aparece en nuestra lengua, y también en italiano, y se deriva de la antigua palabra francesa gogue, 'diversión, placer', conocida ya en el siglo XV. Por un cambio semántico la diversión se transforma en confusión y después en abundancia, cantidad. Gogue parece estar también en el origen del anglicismo go-go girl, «chica gogó» o animadora, aunque para algunos derive del verbo inglés to go, 'ir', empleado como exclamación de ánimo, literalmente 'chica vamos-vamos' (go!, go!).

A golpe de calcetín Andando. Ha cumplido la promesa y se ha hecho todo el camino de Santiago a golpe de calcetín. Pese a lo que pudiera parecer, no existe la locución, más lógica, pero menos significativa, a golpe de zapato.

A grandes rasgos En general. En resumen. Sin entrar en detalles. El libro es, a grandes rasgos, una novela negra con grandes dosis de humor. La locución parece asentarse en los esbozos que los pintores realizan antes de empezar la obra o en los trazos gruesos, muchas veces hechos con golpes de carboncillo, con los que empiezan a dar forma al cuadro.

A granel Sin envasar o empaquetar, sobre todo en referencia a productos que pueden comprarse en algunos almacenes y generalmente Al por mayor (v.). En esa bodega venden vino y licores a granel. También puede significar en abundancia. Este año en la Feria del Libro había libros de cocina a granel, por todas partes. El término granel entra en nuestra lengua a partir del término catalán granell, 'grano menudo'. Los cereales, especialmente el trigo, se solían y se suelen vender en cantidades, de ahí el significado de la locución. V. Al detalle.

A grito pelado [hablar; decir; llamar] En voz muy alta. Dando tantas voces que la garganta se irrita, se pela. No me gusta esa manía que tienes de llamarme a grito pelado de una habitación a otra. V. A voz en grito||Pedir algo a gritos.

A hierro y fuego Se emplea esta expresión para hablar de la fortaleza y valentía de alguien, y suele ir acompañada por adjetivos como templado, forjado o moldeado. Decir que alguien está templado a hierro y fuego es como decir que ha salido de una fragua, que es de metal, que ha sido moldeado calentándolo al rojo vivo y a golpes de yunque y martillo, o sea, que es duro, rocoso, resistente y que soporta el dolor sin descomponerse. No me preocupo por ella; siempre ha salido adelante en situaciones difíciles, está hecha a hierro y fuego.

A huevo [estar; tener; ponerse; venir] Cuando algo es fácil de conseguir decimos que tenemos algo a huevo. El delantero tenía el gol a huevo y lo falló; también empleamos la locución para señalar que algo es muy propicio para nuestros intereses. Si apruebo esta asignatura se me pone la carrera a huevo. Es posible que la locución fuera más amplia en tiempos pasados, algo así como *Costar o valer a precio de huevo, para indicar lo barato del precio de algo cuando se efectuaba un trueque. No sería descabellado pensar que la expresión Importar algo a alguien un huevo (v.), 'no importar nada', tenga que ver con este hecho (v. A precio de oro||Valer su peso en oro). Si se refiriese a lo barato de un producto pasaría a designar lo conveniente, y de ahí se deriva al matiz de lo fácil. Puestos a hacer conjeturas tal vez pudiera buscarse el origen en una antigua expresión utilizada en el lenguaje jurídico: uebos (así, sin h y con b), derivada del opus latino, y que tiene el significado aproximado de 'necesidad, interés o conveniencia'. A veces a huevo se utiliza con el significado de a ojo. No sé qué tal me habrá salido la tarta, porque, como no tenía balanza, he pesado los ingredientes a huevo. V. ¡Manda huevos!||No es por el huevo, sino por el fuero||Por huevos.

A humo de pajas [hablar; decir; opinar] Todos sabemos que el fuego y, por consiguiente, el humo que desprenden las pajas es efímero, se esfuma —nunca mejor dicho— rápidamente, como efímera es la combustión. Cuando decimos a alguien que habla a humo de pajas le damos a entender que lo hace sin ningún fundamento, sin ninguna base científica o sin ninguna justificación. ¿Sabes con seguridad que Antonio y Maribel se han separado o hablas, como siempre, a humo de pajas?

A hurtadillas A escondidas. Disimuladamente. Cuando su padre se iba a la cama, Luis salía a hurtadillas por la ventana y se marchaba de fiesta. Hurtar, ya se sabe, es sinónimo de robar. Procede del latín furtare, que tenía el significado de 'hacer algo ocultamente'; de ahí, por ejemplo, la palabra furtivo y la expresión que nos ocupa.

A la buena de Dios Sin pensar. De forma inconsciente. Sin considerar los pros y los contras. No sé cómo me habrá quedado la tarta, porque se me ha estropeado el peso y he echado la harina a la buena de Dios. Literalmente, dejando la resolución y el destino en las manos de Dios y de su bondad. V. Como Dios me da a entender.

A la chita callando En silencio. Disimuladamente. Sin llamar la atención. No sé por qué me empeño en hablar contigo, en darte consejos, si luego tú, a la chita callando, haces siempre lo que te da la gana. La chita o taba es el astrágalo, un huesecillo de la extremidad inferior de las reses con el que los niños jugaban al juego de las chitas o de las tabas: tirarlas al aire y obtener más o menos puntos según la cara por la que queda. Parece ser que el juego tenía una variante para adultos, en la que se apostaba dinero (v. Armarse una tángana). Es posible que, en épocas en que estos juegos de azar estuvieron prohibidos, se jugara a la chita callando, es decir, en secreto (v. Irse cagando leches/chitas). Algunos autores, no obstante, remontan el origen del dicho a la época musulmana, cuando se introdujo en la Península un felino denominado siita, o chita, una especie de guepardo, para usarlo en la caza. El animal era rápido y astuto y se acercaba sigilosamente a sus presas, sin levantar ninguna sospecha. El rey Alfonso X, el Sabio, que reinó entre 1254 y 1282, prohibió esta caza por considerarla demasiado cruenta, aunque se siguió practicando de forma clandestina. Algunas teorías sostienen que chita es una forma onomatopéyica del chistar, esa especie de silbido con el que se pide a alguien que se calle (¡Chissst!), emparentada con la exclamación ¡chitón!, con la que se solicita silencio.

A la desesperada Intentando los últimos recursos. Recurriendo a soluciones drásticas cuando la situación parece insalvable, cuando se está prácticamente al borde de la desesperación. Los médicos intentaron a la desesperada salvarle la vida en el mismo lugar del accidente y, de forma casi milagrosa, consiguieron restablecer sus constantes vitales.

A la enésima potencia (Elevar algo a la enésima potencia) En abundancia. En cantidad. Muy. Mucho. Es una expresión que funciona como una especie de superlativo enfático. Ese tío es ridículo a la enésima potencia ¿Cómo se le ocurre ponerse ese traje blanco, con la que está cayendo? En matemáticas, la potencia indica el número de veces por las que una cifra se multiplica por sí misma. Así, por ejemplo, 3 elevado a la cuarta potencia (34) es 3 × 3 × 3 × 3, y 34 elevado a la vigésima potencia (3420) sería multiplicar 34 por sí mismo 20 veces. Cuando se habla de un número indeterminado de veces se usa en matemáticas el llamado número «n». Por ejemplo, elevar 8 a la enésima potencia (8n) consistiría en multiplicar esta cifra por un número indeterminado de veces... Vamos, que la cantidad podría llegar a ser kilométrica.

A la fuerza ahorcan Se emplea esta fórmula como expresión de resignación ante un hecho palpable que no ofrece otra alternativa o ante un problema cuya solución es única: Tengo que ir andando a trabajar. A ver, a la fuerza ahorcan, un coche lo tiene mi mujer y el otro está en el taller... Nadie quiere ir a la horca por propia voluntad. Es posible que la frase se originara en la jerga de los maleantes.

A la greña [andar; estar] Dos personas que están a la greña están absolutamente enfrentadas, casi en pie de guerra y llegando por momentos a las manos o a tirarse de los pelos, que en realidad es lo que significa la palabra greña, 'mata de pelo, melena, por lo general desordenada o descompuesta'. Esos dos andan siempre a la greña, no paran de pelearse pero en el fondo se quieren un montón.

A la larga Después de un tiempo. Comprar un piso supone un gasto considerable, pero a la larga es una muy buena inversión. Puede ser que la locución esté relacionada con el juego de pelota por parejas, en el que un jugador está a la corta: espera la bola cerca del frontón, y el otro a la larga: la espera al fondo de la pista.

A la/una legua (A cien/mil leguas) [ver; conocer; saber; notarse] De lejos. A distancia. Se usa sobre todo para dar a entender que se adivinan claramente las intenciones o los comportamientos de una persona. Él dirá lo que quiera, pero se ve a la legua que Marcos está loco por Ana. La legua es una antigua medida de longitud que aún hoy se usa en algunos lugares, sobre todo en el mundo rural. Equivale a 5.572,7 m.

A la luz de Según. Como se deduce de. A la vista de. A la luz de los últimos robos hay que entender que una banda de carteristas está actuando en el metro. Luz, como en otros casos, es aquí sinónimo de 'inteligencia; claridad', aunque también podría interpretarse literalmente: la luz que ayuda a ver y, por tanto, entender. V. A todas luces||Arrojar luz||Tener pocas luces.

A la menor Al mínimo motivo. Por una razón insignificante. No le digas nada, que ése se enfada a la menor y luego no hay quien lo aguante.

A la pata la llana De manera natural. Sin cumplidos. Manuel se comporta siempre sin formalidades, a la pata la llana. La llana era la gente sencilla del pueblo, la que no tenía ningún tipo de privilegios ni de prebendas. La aparición de la palabra pata, empleada coloquialmente en su acepción de pierna, parece sugerir movimiento, acción, la forma de moverse de dicha gente humilde. Una explicación bastante más rebuscada supone que la locución está relacionada con la fortaleza-prisión de Al-Batha, situada en Orán, en Argelia, y a la que iban a parar muchos prisioneros españoles caídos en las emboscadas berberiscas. En esta fortaleza, llamada a veces La Pata por los españoles, el trato entre todos los presos sería directo, familiar, llano.

A la postre (Al fin y a la postre) Empleamos esta expresión para hacer referencia al resultado final o a las consecuencias de una acción o de un cúmulo de acciones. Muchas veces la empleamos para hacer referencia al último intento, casi desesperado, para conseguir algo. Parece que, pese al significado, nada tiene que ver con el postre, el final de la comida, sino con una deformación de la antigua expresión a la postrer(a) vez, es decir 'al final', 'en último lugar'. Los abogados no dejaron de sostener su inocencia y, a la postre, tras un sinfín de recursos, consiguieron sacarlo de la cárcel. A veces se utiliza la expresión al fin y a la postre, con una redundancia muy propia de la lengua hablada. V. Al fin y al cabo.

A la rebatiña [andar; estar; coger; lanzar; tirar] Arrebatando algo a los demás en medio de la disputa o confusión. Desde las carrozas tiraban caramelos y andaban todos los niños a la rebatiña. En muchos lugares de Castilla durante los bautizos los padrinos tiran a los niños dulces y caramelos a la rebatiña. Rebatiña es un sustantivo creado sobre el verbo rebatar, forma antigua de arrebatar.

A la remanguillé Sin pensar. En situación de descuido o dejadez. La verdad es que no sé cómo acerté la última pregunta: contesté a la remanguillé y mira, aprobado.|Tiene toda la casa a la remanguillé: nada está en su sitio, está todo desordenado, sucio... Esta expresión suena a francés «macarrónico».

A la sazón En ese tiempo. En esa ocasión. A la inauguración de la nueva fábrica asistieron los patrocinadores, el alcalde y don Pedro Velázquez, a la sazón ministro de Industria. Sazón es el punto de madurez o de perfección de las cosas. Sazón procede de sationem, en latín 'siembra, sementera', el momento en que la tierra estaba preparada para recibir el grano. V. En sazón.

A la sombra [poner; estar] En la cárcel. La policía lo detuvo in fraganti mientras robaba una joyería y parece que va a estar a la sombra durante una larga temporada. La locución parece proceder de la lengua de germanías, la forma de hablar de los germanos o hermanos, los delincuentes de los siglos XVI y XVII. De perogrullo es decir que en la cárcel se ve poco el sol... No se debe confundir con (v) en la sombra, 'oculto'.

A la tercera va la vencida Con esta expresión se indica que al tercer intento las cosas suelen salir bien. Sus dos matrimonios anteriores fracasaron; vamos a ver si a la tercera va la vencida. Lo más probable es que la frase proceda de la lucha grecorromana o de otros juegos y deportes similares centrados en el cuerpo a cuerpo, en los que se vence cuando se consigue que el contrario caiga tres veces al suelo, o de la esgrima, pues algunos combates se celebraban a tres «tocados». Según cuenta Correas en su Vocabulario de refranes (1627), también podría venir de las justas medievales, del juego que consistía en, con el caballo lanzado a la carrera, ensartar en la lanza tres anillos, a cada cual más pequeño: quien conseguía el tercero tenía muchas más posibilidades de vencer. Hay otra explicación, referida a la disposición de las líneas de los ejércitos romanos: una primera en la que iban los pilati o veliti, soldados más inexpertos y menos disciplinados, con armas ligeras; la segunda, formada por combatientes más expertos denominados bastati, armados con picas; y una tercera, en la que iban los triarios, veteranos curtidos en mil batallas cuerpo a cuerpo; existe, incluso, la expresión latina ad triarios ventum est, que podemos libremente traducir como 'la fuerza está en la tercera línea', o 'en la tercera línea se decide todo', y que podría estar relacionada con la que nos ocupa. No hay que olvidar tampoco que en algunos fueros medievales el tercer robo (ter furtum) se castigaba con la muerte, pena que se mantuvo en el derecho penal de los siglos XVI y XVII, hecho que podría también tener que ver con la frase. V. Ni a la de tres.

A la vejez, viruelas Se quiere decir con esta locución que alguien que no ha hecho algo en su tiempo, cuando era joven, lo hace a destiempo, cuando no es época ni momento para ello. Ya ves. Felipe toda la vida soltero y ahora que tiene setenta y cuatro años va y se nos casa... A la vejez, viruelas. La viruela es hoy una enfermedad que se desarrolla sobre todo durante la infancia. Allá por los siglos XV y XVI se llamaba viruelas a las afecciones de la piel en las que aparecían manchas o granos, sea cual fuera su origen. También estaba, por tanto, picado de viruelas quien mostraba en su rostro lo que hoy llamamos acné juvenil, o espinillas, que son propios de la adolescencia y de la primera juventud. La frase es también el título de una obra teatral de Manuel Bretón de los Herreros (1793-1876), estrenada en 1824, y que, con evidentes influencias moratinianas, cuenta las aventuras y desventuras de dos viejos enamorados. Es posible que, dado el éxito de este autor, la frase, que ya se cita en el Vocabulario de refranes de Gonzalo Correas (1627), tomase nuevos bríos y volviera a usarse en esta época. Por cierto, el dramaturgo riojano es también autor de otras obras cuyo título son, curiosamente, frases hechas: El pelo de la dehesa||Dios los cría y ellos se juntan...

A la virulé Desordenadamente. Todo lo haces a la virulé, sin pensar, y, claro, así te salen las cosas. Con daño. En mal estado. En este sentido se usa mucho cuando alguien sufre un golpe en un ojo: decimos que tiene o que le han puesto un ojo a la virulé (v. Tener un ojo a la funerala). La locución parece haberse originado en una deformación de la francesa bas roulé, 'baja y enrollada' que se usaba para referirse a una forma, surgida en el siglo XVII, de llevar las medias, sobre todo los hombres, muy elegante para los franceses y muy estrafalaria para los españoles: un poco por encima de las rodillas y enrolladas. Seguramente la expresión llegó a nuestra lengua, convertida en barulé, en el mismo siglo XVII, época en la que la nobleza y las clases altas adoptan formas de vestir y de comportarse propias de la corte francesa.

A la vuelta de la esquina [estar] Muy cerca. Con salir cinco minutos antes basta, porque el cine está ahí mismo, a la vuelta de la esquina.

A la vuelta lo venden tinto Usamos esta expresión para rechazar las palabras o la actitud de una persona o como señal de desacuerdo o de desprecio ante alguien. Anda, que a la vuelta lo venden tinto. Sal de aquí, que no quiero discutir más contigo. La locución parece haberse originado en una anécdota protagonizada en Écija (Sevilla) por el famoso torero José Ortega, Joselito (1895-1920), y por un personaje muy popular en la localidad sevillana, al que se conocía por el mote de el Bizco Pardal. Al parecer, el torero mandó a éste a hacer unas compras, para lo que le dio una cantidad de dinero. El Bizco Pardal realizó el encargo, pero se hizo el tonto para no devolver el dinero. Joselito le pidió la vuelta, a lo que el otro contestó: «¿La vuelta?... A la vuelta lo venden tinto». La anécdota corrió pareja a la popularidad del diestro y llegó hasta nuestros días.

A/por las claras [decir] Abiertamente. Con total claridad. Si tienes algún problema conmigo, prefiero que me lo digas a las claras y que no me ocultes nada.

A las mil maravillas Muy bien. Estupendamente. A pesar de la diferencia de edad los niños se entienden a las mil maravillas. Mil se utiliza con frecuencia como intensificador en la lengua hablada: V. De mil amores||Dar cien (mil) vueltas a algo o a alguien||Te lo he dicho mil veces||A las tantas (A las mil y quinientas ...).

A las penas, puñaladas Significativa forma de decir que se deben superar, matar, las desgracias o los malos momentos. He tenido un año horroroso, pero he decidido que a las penas, puñaladas, que nada me va a impedir ser feliz.

A las primeras de cambio Apenas iniciada alguna acción. Es una película muy curiosa, porque a las primeras de cambio te enteras de quién es el asesino. No sería nada extraño que la expresión tuviera origen en ciertos juegos de cartas, donde se llamaba primeras a las bazas seguidas que ganaba un jugador al comienzo de la partida. Las primeras de cambio eran las bazas que se cambiaban, es decir, las que se ganaban alternativamente al principio del juego. De aquí el significado de la locución. V. De buenas a primeras.

A las tantas (A las mil y quinientas/y una/y monas) [llegar] Muy tarde o fuera de horario. No entiendo cómo puedes estar tan fresco: no paras de trabajar, sales todas las noches, llegas a las tantas y como si nada. Es frecuente el uso del numeral mil como intensificador (v. A las mil maravillas). La aparición de la palabra monas podría deberse al uso despectivo que de las palabras mono y mona se hace en la lengua hablada (v. Pintar la mona), en este caso no resulta difícil pensar en una asociación con Cogerse una turca/mona... (v.), es decir, una borrachera.

A liebre ida, palos en la cama Se usa esta frase cuando se hace o dice algo fuera de tiempo, cuando ya no hay remedio. Ahora te pones a estudiar, cuando faltan dos días para el examen: a liebre ida, palos en la cama. La explicación resulta sumamente difícil, aunque la palabra liebre podría estar cargada aquí de alguna connotación de tipo sexual. V. A burro muerto, la cebada al rabo||El llanto, sobre el difunto.

A lo bestia De forma ruda, muy poco delicada o, incluso, brutal. En lugar de intentar no hacerle caso, cuando la vio se fue hacia ella y empezó a darle voces a lo bestia, con una cara que daba miedo. En abundancia; en cantidad. No sé dónde voy a meter tantos discos, porque me he liado a comprar a lo bestia durante estos últimos años y ahora no tengo sitio en el mueble. Con estos mismos significados usamos adjetivos como bárbaro o bestial. Los hinchas de los dos equipos tuvieron un comportamiento bestial: destrozaron sillas, tiraron botellas y petardos...||He tenido una suerte bestial: me estudio tres temas de veinte y en las preguntas del examen me caen de esos tres.

A lo grande Con lujo. De forma fastuosa. No entiendo este empeño por hacer una boda a lo grande. Luego dicen que andan mal de dinero...

A lo hecho, pecho Esta frase nos indica que debemos asumir nuestras acciones, aunque nos equivoquemos o aunque puedan traernos consecuencias negativas: cuando se decide hacer algo, hay que aceptarlo con todas las consecuencias. Ya no hay remedio. Tendrías que habernos contado la verdad, pero ahora ya no sirve lamentarse: a lo hecho, pecho. Pecho es aquí sinónimo de corazón, valentía, orgullo, como sucede en otras locuciones: V. A pecho descubierto||Darse una panzada/pechada||Sacar pecho||Tomarse algo a pecho.

A los cuatro vientos [lanzar; proclamar; decir] En todas partes. Ya sabemos que Carlos no ha aprobado, pero no es como para que lo proclames a los cuatro vientos. No es de muy buen gusto... Cuando alguien anuncia algo a los cuatro vientos, o lo que es lo mismo, a los cuatro puntos cardinales, lo hace con el claro afán de que todo el mundo se entere.

A machamartillo/macha martillo [creer; opinar; insistir; explicar...] Firmemente. Fuertemente. Con insistencia. Aunque todos le decimos que no tiene razón, Julio mantiene su opinión a machamartillo. Macho es un martillo grande que emplean los herreros para ablandar el metal. Trabajar a macho y a martillo consiste en que, mientras una persona golpea la pieza con el macho, otra la va moldeando con un martillo más pequeño. La insistencia y el ritmo del golpeo sugieren el significado de la expresión.

A mano [estar; tener] Muy cerca; tanto, que se puede coger con la mano estirando el brazo. Cuando me siento a estudiar me gusta tener a mano todos los libros que necesito, para no tener que levantarme cada dos por tres. V. A contramano.

A manos llenas En gran cantidad, como si se pudieran llenar las manos. Es normal el gesto de hacer un cuenco con las palmas de las manos cuando se espera recibir algo. Margarita es tan buena y tan agradable que tiene amigos a manos llenas.

A mansalva En gran número. En cantidad. El campo está precioso; con estas últimas lluvias han salido flores a mansalva. El término mansalva es una palabra compuesta, formada a partir de mano salva. En su origen tenía un significado literal: 'sin peligro, sin cuidado', quizá porque se aplicara a quien robaba sin reparar en las posibles consecuencias; posteriormente ha sufrido un cambio semántico hacia su significado actual; lógicamente, lo que no se considera en peligro, lo que va sobre seguro, no busca protección, no se esconde, se deja ver, abunda.

A manta En abundancia. Mucho. Decimos, por ejemplo, que alguien gana dinero a manta cuando gana tanto que hay que transportarlo en mantas. También, por ejemplo, podemos decir de un profesor poco amigo de los aprobados que suspende a manta. (V. Llover a manta). A este político le llueven las críticas a manta después de su intervención en el Senado. La locución tiene que ver con la forma de recolectar las aceitunas y otros frutos, colocando mantas, paños o redes bajo el árbol y vareándolo para que caigan los frutos y poder así recogerlos y transportarlos con facilidad. V. A espuertas||A punta de pala.

A marchas forzadas (Forzar la marcha) Muy deprisa y tratando de recuperar el tiempo perdido. Falta sólo una semana para el examen y estoy estudiando a marchas forzadas. La locución, por lo que de ella se deduce de disciplinario, parece tener un origen militar.

A más moros, más ganancia Señalamos con esta frase que, cuanto mayores son las dificultades y más complicada la empresa, más valor tiene el éxito. Sé que el trabajo es muy difícil y que vamos a necesitar mucha suerte para sacar el negocio adelante, pero precisamente por eso lo he aceptado: a más moros, más ganancia. Sin duda se origina en las luchas contra los moros durante la reconquista. Muchos de los soldados que luchaban con los reinos cristianos eran mercenarios (las propias huestes de El Cid), por lo que, a mayor número de combates, más sustanciosas eran las ganancias. V. A moro muerto.

A más no poder Totalmente. Al máximo. Todo lo posible. A la fiesta se presentó ridículo a más no poder, con un traje amarillo y una corbata verde que hacían daño a los ojos. Reescribiendo la locución resultaría algo así como 'que no se puede más'.

A matacaballo A un ritmo extremadamente rápido, tan rápido que sería capaz de matar a un caballo. Juan siempre hace todo a matacaballo. Nunca se toma un momento de respiro. Seguramente se llamaba así a la marcha de los correos o mensajeros que reventaban a los caballos en su veloz carrera.

A mesa puesta (A mesa y mantel) [estar; vivir; llegar] Usamos esta locución para referirnos a alguien que no hace ningún esfuerzo para conseguir la comida —ni siquiera el de poner la mesa— o a quien vive a costa de los demás. Así se vive muy bien, a mesa puesta, sin preocupaciones, con dinero en el bolsillo. Ya veremos cuando se case y tenga una familia... V. A pan y cuchillo|| Estar a la sopa boba.

A mi/tu/su/nuestro... aire (Hacer alguien algo a su aire||Dejar a alguien a su aire) Según el gusto y el estilo personales. Como a uno le apetezca. Ya sé que tú haces la tortilla con menos huevos, pero yo prefiero hacerla a mi aire, porque me queda mejor.

¡A mí, plin! Es posible que esta expresión, eslogan publicitario de una conocida marca de colchones («¡A mí, plin!... Yo duermo en pikolín») y que sugiere desdén o desinterés de alguien hacia algo, sea una deformación de ¡A mí, Prim!, aunque esta última expresión significaba precisamente lo contrario: interés hacia alguien. Circulan diversas interpretaciones sobre su origen, pero todas coinciden en señalar a diversas mujeres como inventoras del dicho y en señalar al general Antonio Prim (1814-1870), paradigma de apostura en su tiempo, como destinatario de lo que en sus orígenes fue un piropo. Yo ya te lo he advertido: no salgas que aún estás resfriado. Que sales y te pones peor, ¡a mí, plin! El que avisa no es traidor.

¡A mí que me registren! Con esta curiosa exclamación expresamos nuestra inocencia, la seguridad de no estar implicados en ningún asunto, de no ser culpable. Te aseguro que yo no le he hecho nada al coche. Yo lo cogí ayer y funcionaba perfectamente. ¡A mí que me registren! La frase parece haberse originado en tiempos no muy lejanos de dura represión policial, en clara referencia a la despreocupación de quien, ante un registro o petición de documentación, se consideraba inocente.

A mogollón (Ser/haber un mogollón) Mucho. En abundancia. No vuelvo a salir en coche durante un puente. En la carretera había coches a mogollón y hemos tardado seis horas en recorrer doscientos kilómetros. Varias son las explicaciones que se han dado para el origen de la palabra mogollón. Podría tener que ver con mogollo o mogolla, 'masa gruesa de pan', o con mogote, 'montón de piedras o de haces de mieses'. También la locución que nos ocupa podría estar relacionada con la antigua Comer de mogollón (v.), 'gratis', y que se aplicaba al cordero o al ternero que, muerta su madre, mama de todas las demás hembras o bebe la leche, ya ordeñada, que éstas producen. Mogollón sería, en este caso, una deformación del verbo latino mulgeo, 'ordeñar'. De este hecho se deducen tanto la abundancia como la gratuidad de la comida. V. De mogollón||La mar de (... Mogollón de).

¡A morir por Dios (y por los caballeros)! Expresión con la que alguien se anima o se jalea a sí mismo antes de hacer algo o de tomar una decisión. Venga ¡a morir por Dios!; vámonos a comer al restaurante de más lujo que haya en la ciudad, que un día es un día. Fácilmente puede pensarse en el grito que, antes de entrar en combate, daban los caballeros medievales para infundirse coraje.

A moro muerto (Tirar lanzadas a moro muerto||A moro muerto, gran lanzada) Cuando ya no hay peligro o compromiso. Es muy fácil hablar a moro muerto después de que otros te han solucionado los problemas. Tendrías que haber opinado antes, cuando la situación era realmente desesperada. Se trata de una reducción de las frases tirar lanzadas a moro muerto y a moro muerto, gran lanzada, posiblemente originadas durante la reconquista, referidas a aquellos que alardeaban de haber matado a más moros que Rodrigo Díaz de Vivar, cuando en realidad se escondían en la batalla. Siempre han existido los soldados fanfarrones, los llamados miles gloriosus en latín, título de una divertida y mordaz comedia del dramaturgo latino Plauto (251-184 a. C.). V. A más moros, más ganancia.

A mucha honra Con orgullo. Se trata de una locución que se usa sobre todo cuando alguien quiere mostrar su orgullo por sus orígenes humildes. Sí señor, yo soy de pueblo e hijo de campesinos, a mucha honra. El clásico tema hispano del honor y de la honra está presente en muchas de nuestras obras dramáticas del Siglo de Oro; baste citar dos ejemplos: Fuenteovejuna y El alcalde de Zalamea.

A muerte [ir; estar; defender] Por completo. Hasta las últimas consecuencias. La empresa quiere despedir al director de la fábrica, pero los obreros están a muerte con él y ya han declarado que tomarán medidas en caso de que se cumpla lo anunciado. La locución, una de las muchas expresiones hiperbólicas que caminan por la lengua coloquial, nos lleva a pensar en que alguien puede defender sus ideas hasta prácticamente el martirio.

A nadie le amarga un dulce Damos a entender con esta frase que todo lo agradable o beneficioso, aunque no sea abundante ni necesario o aunque llegue a destiempo, es bien recibido. Bueno, me han tocado sólo sesenta euros, pero, claro, a nadie le amarga un dulce.

A ojo (de buen cubero) Se suele emplear sólo la primera parte de la expresión: a ojo. Se usa para indicar que algo se hace sin un plan preestablecido, calculando aproximadamente o sin medir. Antiguamente la cuba, aparte de un recipiente para contener líquidos, era también una medida de capacidad, que lógicamente variaba dependiendo del ojo de su fabricante, del cubero. De ahí proviene la expresión completa. El pabellón estaba casi lleno. A ojo de buen cubero habría unas cuatro mil quinientas personas. V. Tener ojo.

A ojos cerrados (A cierraojos) Usamos la expresión cuando queremos dar a entender que hacemos algo sin mirar o sin pensar, normalmente porque tenemos confianza en los resultados de dicha acción, porque conocemos el asunto del que se habla o tenemos confianza en una persona o en la calidad de un producto. Mi padre nació en este pueblo y se mueve por estas montañas a ojos cerrados.

A ojos vistas Claramente. De forma que algo pueda ser visto. Me gusta que en los restaurantes los pescados estén a ojos vistas para que el cliente pueda elegir. La aparente falta de concordancia gramatical se explica si, como parece, la expresión tiene que ver con los juegos de naipes en que las cartas pueden ser vistas por todos los jugadores durante la partida.

A otra cosa, mariposa Se usa esta frase, que parece tener más explicación que la rima, para indicar que queremos pasar a otro asunto o a otro tema de conversación. Bueno. Con esto terminamos el tema de las preposiciones y ahora, a otra cosa, mariposa.

¡A otro perro con ese hueso! (¡A otro burro con esa albarda!) Ambas frases se emplean cuando se quiere hacer entender a nuestro interlocutor que no nos está engañando o que no nos puede convencer con sus argumentos, como inútil resulta a veces engatusar a un perro ofreciéndole un hueso o enalbardar a un burro que no acepta peso sobre sus lomos. ¿Y tú me quieres convencer a mí de que has llegado tarde porque se ha retrasado el autobús? ¡A otro perro con ese hueso! Has llegado tarde porque, como siempre, te has levantado tarde.

A pachas [pagar; ir] A medias. Cada uno su parte. Este trabajo es demasiado exigente para una persona; tenemos que hacerlo a pachas. Se usa sobre todo hablando de dinero: En vez de pagar cada uno lo suyo es mejor dividir el total y pagar a pachas. V. Pagar a escote. La expresión tiene como origen el gitanismo a pacha, 'de acuerdo'.

A palo seco Sin adornos o sin complementos. Se usa especialmente para referirnos a la sencillez o frugalidad en la alimentación. El puré de patatas no está bueno así, a palo seco, échale por lo menos un poco de mantequilla. La locución procede del lenguaje marinero y se refiere al modo de navegar cuando hay tormenta, cuando se retiran las velas para que no se rompan y, de esta manera, queda desnudo el palo. No obstante, con poco fundamento, algunos piensan que A palo seco se refiere a la forma de cantar flamenco sin acompañamiento de guitarra ni de palmas, pues en flamenco se denomina palo (v. Tocar todos los palos) a cada una de las variedades del cante: soleá, seguiriya, taranta, fandango... V. A secas.

A pan y agua [estar; tener] En periodo de ayuno, aunque se utiliza sobre todo en sentido figurado, para dar a entender que se lleva mucho tiempo sin disfrutar de alguna cosa. Es el mejor grupo de la historia del rock, pero nos tienen a pan y agua. Hace ya ocho años que no sacan un nuevo disco. Se usa mucho para hacer referencia a la abstinencia sexual. A pan y agua se tenía antaño a los presos, en especial a los que se condenaba a un castigo extra dentro de la cárcel.

A pan y cuchillo/mantel [estar; tener] Se dice de quien está viviendo, completamente mantenido, comidas incluidas —de ahí el pan, el cuchillo y el mantel—, en casa de otro. Durante la carrera me pasé dos años a pan y cuchillo en casa de unos parientes del pueblo. V. A mesa puesta.

A paso de tortuga [ir; andar; avanzar...] (Ser más lento que una tortuga||A paso de buey) Muy lentamente. Se usa tanto en sentido real como en figurado. Así no vamos a llegar a tiempo al cine; andas a paso de tortuga.|El trabajo es realmente difícil y hay que andar con mucho cuidado. Como puedes ver, voy a paso de tortuga. Las tortugas, junto con los caracoles, se cuentan entre los más lentos de los animales. La imaginación popular ha creado una comparación enfática muy significativa: Más lento que una tortuga con pantalones de plomo. Por otra parte, tampoco los bueyes, en especial cuando realizan las tareas en el campo o cuando arrastran el carro, son precisamente bólidos y por ello a veces se utiliza la expresión A paso de buey.

A pasos agigantados (A paso de gigante) Lo contrario que A paso de tortuga, significa 'rápidamente, con gran velocidad', avanzando una distancia comparable a la zancada de un gigante. Se usa fundamentalmente en sentido figurado. Este escritor se está consolidando a pasos agigantados como una de las mejores plumas de nuestra literatura contemporánea.

A patadas En gran cantidad. En esta calle hay tiendas de ropa a patadas, de todo tipo y para todos los gustos. Quizás la locución tenga que ver con la abundancia de caza, en el sentido de que las piezas aparezcan simplemente golpeando el suelo o las matas. A veces usamos la expresión con el significado de 'violentamente, sin reparar en los daños causados a otros'. (V. Darle a alguien la patada). Este tío ha conseguido escalar puestos en la empresa a patadas, pasando por encima de todo el mundo. En este caso, el significado es casi idéntico al uso literal: 'golpe dado con el pie'. La policía tuvo que derribar la puerta a patadas. V. En dos patadas.

A pecho descubierto Sin protección, sin defensa. Cuando el toro iba a cornear al banderillero, el torero le hizo un quite espectacular a pecho descubierto. Se usa sobre todo con el significado de 'clara y abiertamente; con toda sinceridad' (v. A cara descubierta). Mira, se trata de un problema muy importante, pero creo que debo hablarte a pecho descubierto, sin ocultarte nada. El término pecho funciona, como en otras expresiones, como sinónimo de corazón, de valentía o de sinceridad. Seguramente el origen de la locución esté en las luchas o duelos en que no se utilizaban escudos ni armaduras. V. A lo hecho, pecho||Con el corazón en la mano||Darse una panzada/una pechada||Sacar pecho||Tomarse algo a pecho.

A pedal Con escasos medios, manualmente. Se ha estropeado la calculadora y nos va a tocar sumar todas las cantidades a pedal. Es una alusión a quien se desplaza en bicicleta, pedaleando, sin la ayuda de un motor que le evite el esfuerzo. V. A pie||A pinrel.

A pedir de boca [salir; resultar] Algo sale a pedir de boca cuando los resultados son excelentes, mejores de lo imaginado, como todos hubieran pedido antes de comenzar. A pesar de la aparente falta de organización, el viaje ha salido a pedir de boca.

A penseque lo ahorcaron (A penseque y a creique los ahorcaron) Recurrimos a esta frase cuando alguien muestra una actitud medrosa o dubitativa, o cuando no sabe o no puede justificarse; en suma, cuando todo lo que dice es «yo pensé que...» «yo creí que...». No me vengas con «pensé que no estaba», «pensé que no lo sabía»..., que a penseque lo ahorcaron. A mí cuéntame la verdad y déjate de rollos. Ante una situación complicada, simbolizada aquí con la condena a la horca, de nada sirven excusas ni disculpas. El gran dramaturgo Tirso de Molina (1584?-1648) escribió una pieza cómica titulada El castigo del penseque, en la que se mofa de los pusilánimes y dubitativos.

A perdiz por barba, caiga quien caiga Esta curiosa frase la usamos cuando estamos decididos a hacer algo, aunque pueda resultarnos perjudicial. Entonces, estamos decididos a hacer huelga y a no venir a clase hasta que nos arreglen la calefacción, ¿vale? Pues nada, adelante y a perdiz por barba, caiga quien caiga. Como origen de la frase se cita el cuento en el que se narra la historia de un convento cuyos frailes eran unos insaciables glotones, hasta el punto de enfermar frecuentemente a causa de las pantagruélicas comidas. Un médico les recomendó reducir la ración diaria de alimentos, entre otras cosas, la perdiz que cada uno comía a diario (v. Siempre perdiz, cansa), pues corrían el riesgo de enfermar gravemente o, incluso, de morir. Los frailes se negaron, hicieron frente común y, según se cuenta, un poco por el dolor que les causaría la «dieta», otro por hacer ver que el convento era espléndido en el comer, respondieron con el dicho que nos ocupa. V. Caiga quien caiga||Por barba.

A pesar de los pesares Pese a todos los inconvenientes. A pesar de muchos problemas. Era difícil terminar la carrera con un pie lleno de ampollas y con calambres en las piernas, pero, a pesar de los pesares, lo he conseguido. Se advierte aquí una repetición propia de la lengua hablada, que encontramos en otras expresiones intensificadoras, como Jamás de los jamases, Por los siglos de los siglos, El más tonto de los tontos...

A pie [estar; quedarse] Sin coche, sin medio de transporte o sin ayuda para poderse desplazar. Tengo el coche en el taller y llevo dos días a pie. V. A pedal||A pinrel.

A pie de obra [estar] Estar alguien en el lugar que le corresponde, ejerciendo su responsabilidad, aunque la situación sea complicada o comprometida, como lo está el aparejador o el maestro de obra. Fueron unos momentos muy difíciles. La operación duró más de tres horas, pero Ana estuvo allí, a pie de obra, tranquilizándonos a todos y siempre con una sonrisa y un gesto de cariño.

A pie enjuto Sin mojarse los pies. Enjuto es el participio pasado irregular de enjugar, verbo derivado del latino exsucare, 'dejar sin jugo'. Es famoso el episodio de El Lazarillo de Tormes en el que Lázaro, para vengarse del ciego, lo coloca ante un poste para hacerle pasar el riachuelo que ha formado la lluvia, con estas palabras: «Tío, el arroyo va muy ancho; mas, si queréis, yo veo por donde travesemos más aína sin nos mojar, porque se estrecha allí mucho, y saltando pasaremos a pie enjuto». El ciego, claro, salta, y la calabazada es de órdago. V. Oler el poste||No se cogen truchas a bragas enjutas.

A pie firme [aguantar; resistir] Sin moverse. La procesión pasó con muchísimo retraso, pero nosotros aguantamos a pie firme, a la solana, más de dos horas. A veces se usa metafóricamente con el significado de 'firmemente, con decisión, sin rendirse'. La operación fue complicada y el tratamiento posterior durísimo, pero ella aguantó a pie firme y consiguió superar la enfermedad. La locución parece referirse a los soldados de infantería, los de a pie, los menos protegidos y los que desempeñaban las labores más arriesgadas en combate. Normalmente iban por delante y debían soportar las flechas o el fuego enemigo sin dar un paso atrás.

A pinrel A pie, caminando. Tengo el coche estropeado. Llevo dos días yendo a trabajar a pinrel. También significa 'con escasos medios; a mano'. Se nos ha estropeado el programa de ordenador, así que estamos metiendo todos los datos a pinrel. Pinré o pinrel es gitanismo que significa 'pie'. V. A pedal||A pie.

A pique de [estar] En el límite. Al borde. Con riesgo evidente. Por un malentendido estúpido el acuerdo estuvo a pique de fracasar. Pique habría que relacionarlo con pico, punta, paradigma del ínfimo tamaño de la unidad de medida que se expresa en la locución. Es posible que se trate de un préstamo del gallego, lengua en la que se utiliza mucho, con el mismo significado, la expresión a piques de. No parece haber relación con (v.) Irse a pique.

A pleno pulmón [gritar; respirar] Gritar al máximo volumen. Con todo el aire contenido en los pulmones. Le grité a pleno pulmón, pero con el ruido que había en la calle no me oyó. Respirar aire puro, profunda e intensamente. A mí me encanta pasar los fines de semana en la sierra, dar grandes paseos y respirar a pleno pulmón.

A porrillo En abundancia. No se puede viajar el 15 de agosto. ¡Cómo estaba la carretera! Había coches a porrillo. La palabra porrillo sólo se usa en español en esta locución. Es posible que se trate de un diminutivo de porrón, recipiente que se usa para beber vino, con una boca ancha por una parte y estrecha por otra. Sería un contexto parecido al utilizado para las expresiones a cántaros (v.) o a espuertas (v.), en las que el recipiente funciona como una especie de adverbio de cantidad.

A posta (Aposta) [hacer] A propósito. Adrede. Siempre tienes que llegar tarde a todas las citas, ¿es que lo haces a posta? Para algunos la locución tiene que ver con los caballos que estaban en la posta (de donde nace la palabra postal), es decir, en su puesto, preparados para servir de relevo a los correos. La realidad es que se trata de una reducción de la locución latina apposita ratione, algo así como 'razón o argumento a propósito, al caso'.

A pre [estar; quedar] En paz. A la par, en el sentido de saldar una deuda económica, un préstamo. Toma, cien euros. Con estos quedamos a pre, ¿no? Seguramente se trate de un galicismo, originado en la palabra francesa prêt, 'préstamo'.

A precio de oro [costar; valer; comprar; pagar] Carísimo. Las angulas son muy caras todo el año, pero en Navidades no se pueden comprar: están a precio de oro. El oro, ya se sabe, es el más precioso de los metales, patrón moneda y lujoso elemento ornamental desde remotísimos tiempos. V. A huevo||Importar algo a alguien un huevo||Valer su peso en oro.

A primera/simple vista Aparentemente. Sin pararse en detalles. No sé cómo andará de motor, pero a primera vista el coche tiene un aspecto extraordinario.

A prueba de bomba Muy resistente; literalmente, capaz de resistir el impacto de una bomba. Mi abuelo tiene una salud a prueba de bomba: siempre ha comido lo que ha querido, sigue fumando y jamás ha tenido un simple resfriado.

A pulso [ganar(se); conseguir] Con gran esfuerzo. Con mucho trabajo. Nadie le ha regalado nada. Está donde está gracias por su capacidad y por sus esfuerzos. Se lo ha ganado a pulso. Era frecuente antaño que muchas disputas y hasta muchos negocios se dilucidaran echando un pulso, esa prueba de esfuerzo en la que dos contendientes, con el codo apoyado en la mesa, se entrelazan las manos e intentan doblar el brazo del otro hasta hacerle tocar la mesa con la mano. V. A brazo partido||Echarle a alguien un pulso.

A punta de pala (A paladas) En gran cantidad. De tal modo que, como sugiere hiperbólicamente la expresión, hace falta una pala para mover los montones (v. Meter la cuchara/la pala). Yo no sé por qué te has comprado relojes si los tienes a punta de pala. En cada cajón hay cinco o seis. V. A manta|| A espuertas.

A punto de caramelo [estar; quedar; dejar] En su punto. Preparado. En el momento justo. Puedes meter ya a la niña en la cuna. Mira, ya se está quedando dormida, se le cierran los ojos: está a punto de caramelo. Dicen los cocineros que freír un huevo y cogerle el punto al caramelo son dos de las labores más complicadas del arte culinario, de hecho, ambas pruebas forman parte de muchos concursos de cocina. Es difícil calcular el momento en que hay que retirar del fuego el almíbar, mezcla de agua y azúcar, para que el caramelo quede en su punto: ni muy licuado ni muy sólido, ni muy claro ni muy oscuro.

A puñados En abundancia. Como si, figuradamente, pudiera cogerse con las manos. Se notaba que era el primer día de rebajas. En todas las tiendas de ropa había gente a puñados.

A quemarropa [disparar] Es prácticamente sinónimo de a bocajarro (v.). Disparar desde muy cerca, prácticamente con el cañón apoyado en la ropa, de forma que ésta se quema. El cadáver presentaba un orificio de bala, con grandes destrozos en la piel y los músculos. Evidentemente, le había disparado a quemarropa. La locución se usa mucho en sentido figurado en el lenguaje deportivo, especialmente en las crónicas de los partidos de fútbol, para dar a entender que un jugador ha lanzado un tiro desde muy cerca al portero contrario. El portero no pudo evitar el gol porque el delantero disparó a quemarropa, prácticamente a medio metro de él.

A quien Dios se la dé, san Pedro se la bendiga Con esta frase damos a entender que se debe aceptar el destino, que cada cual debe asumir sus responsabilidades. Él puede hacer lo que quiera. Yo ya estoy harto de intentar ayudarlo. A partir de ahora, cada uno por su camino y a quien Dios se la dé, san Pedro se la bendiga. San Pedro, así lo dispuso Cristo (Mateo, XVI,19), fue elegido representante de Dios en la Tierra. Por tanto, lo que Dios depare a los humanos, bueno o malo, ha de ser por fuerza refrendado por san Pedro (v. Atado y bien atado). Parece ser que el dicho nació para intentar «explicar» los beneficios, prebendas y riquezas detentados por órdenes o dignidades religiosas: si así lo había dispuesto Dios, era de ley que los hombres no fueran en contra de tal decisión.

A rabiar [gustar] Muchísimo. Exceso. En gran cantidad. Hasta tal punto que casi produce rabia, enfado, violencia. Oigo todo tipo de música, pero la zarzuela me gusta a rabiar.

A rajatabla [cumplir; obedecer; respetar] Con rigor. Con dureza; respetando al máximo las leyes o las costumbres. De forma recta, sin salirse de la línea, como raja de tabla, que no es otra cosa que la veta de la madera. Llevo el régimen alimenticio a rajatabla. Sólo como verduras y fruta. La expresión suele utilizarse con verbos que llevan implícito el significado de 'obligación'.

A rapaterrón Al ras. Al mismo nivel. Los arbustos del jardín están muy descuidados. Hay que podarlos todos y dejarles la parte superior a rapaterrón. Se trata de una expresión que utilizaban los segadores cuando se segaba con la hoz. Para no dejar mucha paja en los campos se cortaba, se rapaba, la espiga al ras de los terrones, A rapaterrón, es decir, a ras de tierra.

A raudales En cantidad. Abundantemente. Esta niña tiene gracia a raudales ¡Hay que ver qué simpática es! Un raudal es un caudal de agua que corre abundante y violento. Es una palabra emparentada con el adjetivo raudo, 'veloz', originado en el latino rapidum; también es el origen, claro está, de rápido.

A reclamar, al maestro armero (Las reclamaciones, al maestro armero||Reclamar al maestro armero) Se usan estas frases para evadir una responsabilidad, para avisar, por lo general antes de que se produzca el hecho negativo, de que alguien no es el culpable de una situación. Yo ya os he advertido de que no podéis forzar el coche, de que no podéis pasar de ciento veinte. Si lo hacéis y hay algún problema mecánico, a reclamar al maestro armero. Es posible que las expresiones se originaran porque los artilleros echaran la culpa de su falta de puntería o de los posibles accidentes a los maestros armeros, que les preparaban o limpiaban sus fusiles y se encargaban de regular y equilibrar el punto de mira.

A regañadientes Cuando alguien cumple algún mandato de manera forzada, sin ganas y protestando, es decir, hablando o regañando entre dientes, lo hace a regañadientes. Las órdenes del jefe deben cumplirse, aunque sea a regañadientes. V. Apretar los dientes||Enseñar los dientes.

A renglón seguido Inmediatamente después. A continuación. Un renglón, aumentativo de regla, es cada una de las líneas de escritura, o de lectura. Lo que está escrito en el renglón siguiente es continuación del anterior. Dijo que no venía al cine con nosotros y a renglón seguido dijo que sí.

A revientacalderas Con gran actividad. Al máximo. En la oficina estamos trabajando a revientacalderas para terminar a tiempo el inventario. Cuando los trenes y los barcos funcionaban a vapor y se deseaba alcanzar más velocidad se echaba más carbón o más leña a las calderas para aumentar la combustión. Si la caldera se alimentaba en exceso, daba la impresión de que iba a explotar o reventar. V. A toda máquina.

A rey muerto, rey puesto (El rey ha muerto, ¡viva el rey!) Indicamos en esta frase que las cosas y las personas se cambian por otras, que nada ni nadie es imprescindible. Sí, estuvo ocho años con Adela, pero lo dejaron el mes pasado, y, mira, ya está saliendo con otra chica: a rey muerto, rey puesto. Evidentemente, se alude al encadenamiento dinástico: si muere un rey, hay otro u otra preparados para sucederle. Algunos atribuyen la frase al rey Felipe V, que se puso a la cabeza de sus tropas en la toma del castillo de Montjuic, en Barcelona, defendido por el Archiduque Carlos de Austria. Uno de sus oficiales le pidió que se cubriera diciéndole «Majestad, rey no hay más que uno», a lo que el monarca contestó: «Otro habrá. A rey muerto, rey puesto». El rey ha muerto, ¡viva el rey! Es una fórmula con la que se da a entender la perpetuación de la corona: el rey muerto la entrega a quien le sucede. Se utilizó como fórmula ritual de la proclamación de los reyes franceses.

A rienda suelta (Soltar/aflojar las riendas) Las riendas son las cuerdas de cuero que sirven para sujetar y dirigir a los caballos. Si al caballo se le sueltan las riendas, se pierde el control. Hacer algo a rienda suelta es precisamente eso: hacerlo sin control, de manera espontánea y sin atenerse a reglas o normas de comportamiento. En la fiesta del otro día nos divertimos a rienda suelta. V. Llevar las riendas||Dar rienda suelta||Perder las riendas.

A robar a Sierra Morena Dice esta frase quien se está dando cuenta de que alguien intenta timarlo o cobrarle más de lo considera justo. ¡Seiscientos euros dice que vale ese reloj! Anda, dile que a robar a Sierra Morena. Estas montañas de Andalucía fueron durante los siglos XVII y XVIII refugio de bandoleros que robaban a quienes atravesaban aquellos caminos. De entre ellos podemos citar a los famosos Siete niños de Écija, o al «televisivo» Curro Jiménez. V. Echarse al monte||El puerto de Arrebatacapas.

¡A Roma (a) por todo! Es ésta una exclamación que se profiere para infundir ánimo y confianza ante una empresa complicada o un problema grave. Venga. No nos podemos venir abajo. Vamos a seguir, que el negocio tiene que ir a más, seguro. Vamos, ¡A Roma por todo! La frase ya la recoge en sus colecciones de refranes Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana (1398-1458). En 1627 Gonzalo Correas en su Vocabulario de refranes explica así la frase: «Dícelo el que hizo algún delito en que hubo excomunión, y se resuelve de hacer más para irse a absolver de todo junto; y aplícase a otras cosas semejantes». En resumen: que todo se arregla yendo a Roma, donde el Papa tiene la potestad de absolver cualquier pecado y de retirar la excomunión. Es decir, siempre, por muy desesperados que estemos, puede encontrarse un alivio o una solución. Relacionado con la expresión existe en nuestra lengua un refrán que nos advierte de la necesidad de solicitar los favores con mesura: A Roma se va por todo, pero por narices no.

A salto de mata [andar; ir; estar; vivir] Sin fijar la atención en una cosa determinada, dejándolo todo a la casualidad. Sin dedicarse a algo de manera más o menos permanente. Cambiando constantemente de forma de actuar. La persona que así se comporta da la impresión de recorrer un terreno en el que abundan las matas y que debe saltar para esquivarlas. Primero se puso a estudiar medicina, después lo dejó. Luego hizo oposiciones a correos. No le gustaba. Ahora trabaja de repartidor de pizzas. Veremos cuánto le dura, porque anda siempre a salto de mata.

A sangre fría (Tener/demostrar/mostrar sangre fría) Alevosamente. Sin sentimientos. Como los reptiles, animales cargados de connotaciones negativas y que, contrariamente a lo que sucede con los mamíferos, tienen la sangre fría. Lo asesinaron a sangre fría, por la espalda y en una calle mal iluminada. La frase Tener sangre fría está muy descargada del significado negativo de la anterior, pues se usa para indicar que alguien demuestra tranquilidad de ánimo, que no se pone nervioso ante las situaciones más complicadas o peligrosas. El piloto tuvo una gran sangre fría y consiguió efectuar un aterrizaje de emergencia en condiciones atmosféricas terribles. Con ello salvó la vida de todo el pasaje. V. Tener la sangre de horchata.

A sangre y fuego [luchar; pelear; defender] Con mucha fuerza, casi con violencia. Hasta las últimas consecuencias. Poniéndose en situación de peligro. Pase lo que pase tenemos que defender nuestros puestos de trabajo a sangre y fuego. Si hace falta ir a la huelga, pues se va. Parece claro que la locución nos lleva a pensar en las luchas cuerpo a cuerpo en las batallas, bien con armas blancas o de fuego.

¿A santo de qué? Preguntamos con esta expresión por la causa de algo. Es sinónima de ¿por qué?, ¿con qué motivo? Llevas dos meses sin hablarme y ahora vienes a mi casa todo cariñoso y como si no hubiera pasado nada... ¿A santo de qué? Conocida es la creencia popular de que cada acción, cada suceso o cada situación de la vida diaria puede encomendarse o está protegida por algún santo, hecho que responde a algún capítulo de su vida y que se refleja, por ejemplo, en las invocaciones del rezo del rosario. Por citar algunos ejemplos, san Antonio ayuda a encontrar novio y cosas perdidas; santa Bárbara nos protege de las tormentas y san Cristóbal de los peligros de la carretera; san Blas alivia los dolores de garganta y santa Apolonia los de muelas... Y así hasta completar el santoral. Tampoco nos olvidemos del dicho que asegura que Para bajar todos los santos ayudan (v.).

A secas Naturalmente. Sin más explicaciones. Sin calificativos ni intensificadores. La expresión suele utilizarse detrás de un adjetivo: La película es divertida, pero tampoco divertidísima. Divertida a secas. La locución sugiere la desnudez y simpleza de una planta o de un campo secos, aunque podría estar relacionada con A palo seco (v.), y referirse a las velas del barco que, al no estar izadas, están secas.

A Segura lo llevan preso Con esta frase se aconseja prudencia y atención ante cualquier peligro, por pequeño o lejano que parezca. Ya sé que tú no tienes miedo de andar sola por la calle de noche, pero por este barrio ten cuidado, que a Segura lo llevan preso. Hay dos interpretaciones a propósito del origen del dicho: puede tratarse de una referencia a alguien de apellido Segura, con el correspondiente juego de palabras con el adjetivo seguro, o —y esta explicación parece más verosímil— de una referencia a la cárcel de Segura de la Sierra, en la provincia de Jaén, a la que iban a dar, en tiempos, aparte de los delincuentes, algunos nobles intrigantes y aristócratas rebeldes. En este caso, la frase podría entenderse como que cualquiera, hasta los teóricamente más protegidos, puede verse en una situación problemática.

A tal señor, tal honor Usamos esta frase laudatoria para indicar que alguien, por su comportamiento, dignidad o forma de ser merece todas nuestras atenciones. Tú te instalas en mi casa y dispones de ella como quieras. No es ninguna molestia para mí; todo lo contrario. A tal señor, tal honor. En 1566 el escritor y cazador francés Jean de Clamorgan dedicó al rey Carlos IX, también gran amante de la caza, su Tratado sobre la caza del lobo, la pieza más codiciada y peligrosa en aquellos tiempos. La dedicatoria decía: «A tal señor, tal honor». V. Hacer los honores.

A tenor de Según. De acuerdo con. Parece que la coalición de centro va por delante en las encuestas, aunque a tenor de lo visto en las pasadas elecciones, habrá que esperar hasta que esté escrutado, por lo menos, un setenta por ciento de los votos. El término tenor procede del latín tenorem, un derivado del verbo tenere que podríamos traducir por 'carrera o marcha ininterrumpida' y figuradamente por 'mantenimiento, persistencia, continuidad', lo que explica claramente el significado de la locución que nos ocupa. Por otra parte, llamamos tenor al cantante de ópera que es capaz de sostener, de mantener la voz de forma ininterrumpida.

A tientas (A la tentaruja) [andar; ir] De forma desorientada. A bulto. Los ciegos, para orientarse tocan, tientan, los objetos y para ir por la calle miden las distancias y buscan los obstáculos golpeando con un bastón. Ésta es la imagen que se traslada para hablar de quien hace algo con incertidumbre, con dudas. No conozco muy bien la ciudad y voy un poco a tientas, pero no te preocupes, que antes o después encontraré tu casa. La palabra tentaruja es una forma derivada, un tanto despectiva, de tentar, que nos lleva a pensar en el manoseo más que en el tacto. A la tentaruja tiene el mismo significado que A tientas. V. A ciegas||Echar un tiento.

A tiro de piedra [estar] Muy cerca. Tanto, que podríamos lanzar una piedra y alcanzar el lugar en cuestión, lo que, como tantas otras veces, no deja de ser una común hipérbole. Vivimos en la calle Cervantes, muy cerca de la Plaza del Mercado y a tiro de piedra de casa de mis suegros.

A tiro hecho/fijo [ir] Con un objetivo muy definido o prácticamente conseguido, como quien dispara a un blanco muy cercano, fácil y seguro. A mí me gusta ir a un restaurante a tiro hecho, cuando alguien que lo conoce me lo recomienda.

A toda costa Sin límite. A cualquier precio. Tengo que conseguir a toda costa que Luis venga para mi cumpleaños, porque sin él la verdad es que no será lo mismo. El término costa –como coste y costo– es 'gasto', aunque se usa sobre todo el plural costas con el significado de 'gastos judiciales'. V. A costa de algo o de alguien.

A toda leche Rápidamente. Muy deprisa. No pude ver a Carolina. Salió a toda leche de la reunión, sin despedirse de nadie. Como en tantos otros casos, leche funciona en la lengua coloquial como eufemismo de hostia (v. De mala leche||Salir pitando). De todas formas, en este caso algunos apuntan a que leche podría ser aquí sinónimo de semen, aunque esto parece más claro en Irse echando leches (v.).

A toda máquina (A toda mecha/pastilla||A todo gas/meter||A medio gas) [ir] A toda velocidad Con gran actividad. Venga, entra en el coche y vámonos de aquí a toda máquina, antes de que empiece a salir la gente del estadio y se forme el gran atasco. La locución procede del lenguaje marinero. Es la orden que el capitán envía a la sala de máquinas para que se aumente la velocidad del barco. O por lo menos, así se hacía cuando los barcos funcionaban a vapor (v. A revientacalderas). Antes, cuando todo dependía de los vientos y de las velas para ir más rápido se navegaba A todo trapo (v.) y hoy la orden se escribe y se recibe en una pantalla, el capitán es prácticamente virtual y el piloto es automático... En A toda mecha posiblemente se aluda a la velocidad con la que se consume la mecha de un explosivo (v. Como un reguero de pólvora). A toda pastilla es expresión originada en el lenguaje juvenil y que generalmente se relaciona con las pastillas del freno, cuando, en realidad, si así fuera deberíamos decir algo así como *A poca pastilla. La relación podría encontrarse si pensamos en los frenazos bruscos de quien circula a gran velocidad. ¿Interpretar pastilla en su primera acepción, 'píldora', y pensar en el comportamiento acelerado o de quien ha ingerido alguna sustancia que le haya provocado hiperactividad sería muy descabellado?... El gas es la gasolina, el combustible, especialmente en el argot de los pilotos de coches y de motos, que llaman abrir o dar gas al hecho de acelerar para que entre más gasolina en el carburador y que, en consecuencia, aumente la velocidad. Ir a todo gas sería, por tanto, acelerar al máximo, meter, empujar al máximo el acelerador o el mecanismo que aumenta la velocidad de un vehículo: A todo meter. A medio gas sería, pues, lo contrario, controlar o regular la fuerza o el impulso, o no dar algo o alguien de sí todo lo que puede. En vacaciones la empresa no cierra pero trabajamos a medio gas.

A todas luces Desde todos los puntos de vista. Según todas las opiniones. Claramente, como si algo se viera de forma evidente y sin posibilidad de confusión, a la luz del día. Por otra parte, luz significa también 'inteligencia; pensamiento'; de ahí surgen expresiones como Tener pocas luces (v.) o el Siglo de las Luces. Decir a todas luces es decir 'con total claridad', pero también 'desde cualquier pensamiento o desde cualquier interpretación'. Es a todas luces injusto que después de haber trabajado tanto no tengas derecho a una pensión digna. V. A la luz de||Arrojar luz.

A todo pasto En abundancia, si nos referimos a la cantidad. Es un restaurante donde pagas una cantidad fija y comes lo que quieras. Imagínate... Comimos marisco a todo pasto. Sin reparar en gastos ni restricciones de ningún tipo, si hablamos de calidad. Él no trabaja y ella es dependienta en una tienda de ropa. No entiendo cómo pueden vivir a todo pasto: casa en el campo, dos coches, cada dos por tres un viaje... Más que probablemente estamos ante una transformación de la antigua frase comer a pasto, que ya aparece en el Tesoro de Sebastián de Covarrubias (1611): «Término de las hosterías, que por un tanto dan a un hombre de comer en abundancia, coma mucho o poco». Vamos, una especie de buffet libre de nuestros días. Algunas teorías suponen que la expresión tiene que ver con la abundancia de pasto, de hierba para la alimentación del ganado. En ambos casos, pasto procede de la forma latina pastum, derivada del verbo pasto 'dar de comer, nutrir', en un principio aplicado sólo al ganado —de aquí también pastor— y, posteriormente, también a las personas.

A todo trance A pesar de los problemas. Sin reparar en riesgos o perjuicios. Yo le dije que aún no estaba curado del todo, pero él quiso salir a todo trance y, claro, ha recaído. Un trance es un momento crítico, duro, decisivo, o una circunstancia grave. Etimológicamente, se origina en el verbo latino transeo, 'pasar de un sitio a otro'; 'ir más allá', origen también de transitar. De aquí que muchas veces trance se usara, y aún hoy se use, con el significado de 'paso de la vida a la muerte'.

A todo trapo Muy deprisa, con toda la fuerza o energía de que uno es capaz. No he descansado ni un momento en todo el día. He trabajado a todo trapo. La expresión procede del mundo marinero. A todo trapo no es otra cosa que a toda vela, en alusión al material del que están construidas las velas, que, para acelerar la marcha de la nave, se desplegaban en su totalidad. En la jerga marinera, el trapo es el velamen del barco, el conjunto de todas las velas. V. A toda máquina||Soltar trapo.

A tontas y a locas Sin reflexionar. Sin control. De forma desordenada. No se puede hablar a tontas y a locas. Hay que saber lo que se quiere decir y cómo quiere decirse. La expresión podría tener su origen en una anécdota recogida por el escritor Gaspar Lucas Hidalgo en su obra Diálogos de apacible entretenimiento, publicada en 1605. Un fraile agustino, un tal Juan de Farfán, fue invitado a pronunciar un sermón solemne y de gran contenido teológico en un convento de monjas. Como no había tenido mucho tiempo para preparárselo, subió al púlpito y se «disculpó» diciendo que, a causa de no haber podido entrar en muchas profundidades, iba a predicar sólo «a tontas y a locas». Muchos atribuyen la anécdota y, por tanto, el origen de la locución, al gran dramaturgo madrileño Jacinto Benavente (1866-1954), Premio Nobel de Literatura en 1922, con ocasión de una conferencia a la que le invitaron unas damas del «Lyceum Club» madrileño en 1926. Seguramente don Jacinto, verdadero pozo de sabiduría, conocía la anécdota de Farfán, le vino al pelo y, ni corto ni perezoso, la aplicó. V. Los náufragos no eligen puerto.

A toro pasado Cuando ya ha sucedido lo que tenía que suceder. Cuando ya se saben los resultados de algo y no hay peligro de equivocarse. Claro, ahora que ya se han separado, dices que tú sabías que ese matrimonio iba a fracasar... Es que es muy fácil hablar a toro pasado. La expresión procede del mundo taurino, donde se denomina así a un recurso para poner banderillas que consiste en clavarlas cuando la cabeza del toro ha pasado ya ante el banderillero y no existe, por tanto, peligro de cornada. Existe también, con el mismo origen, el refrán a toro pasado, valientes todos.

A trancas y barrancas Decimos que alguien hace algo a trancas y barrancas cuando, a pesar de problemas, inconvenientes y obstáculos diversos que encuentra, consigue tener éxito o llegar a buen fin. Se me ha roto alguna pieza del motor, pero he conseguido llegar aquí a trancas y barrancas. Una tranca es un palo que sirve para trancar (o atrancar) una puerta o ventana. Una barranca es lo mismo que un barranco, o sea, un despeñadero, una brecha del terreno. Volviendo a la expresión: ¿No tiene mérito una persona que a pesar de encontrarse en su camino puertas atrancadas e insalvables barrancos consigue llegar a buen puerto? De todas formas, es posible que la aparición de las dos palabras unidas obedezca, simplemente, a los efectos de la rima, como sucede en otros casos: V. Mondo y lirondo||Sin decir tus ni mus||Sin decir oxte ni moxte.

A trasquilones Sin orden y sin método. La verdad es que no encuentro tiempo para terminar el informe. Voy haciéndolo a trasquilones, cuando puedo. Trasquilar es esquilar a algunos animales y, aplicado a las personas, cortar el pelo descuidada e irregularmente. Cada tijeretazo es, pues, un trasquilón.

A troche y moche De forma incontrolada. Sin ningún sentido. Sin medida: El profesor repartió suspensos a troche y moche. Parece ser que la expresión tiene su origen en la tala de árboles, y en concreto de la encina. Trochar era podar la encina dejando ciertas ramas o guías para que el árbol pudiera regenerarse. Mochar o desmochar significaba —y significa— 'quitar la parte superior de algo', en este caso, la del árbol. El trochemoche era, por tanto, una tala incorrecta y perjudicial para el árbol, que no se atenía a lo establecido. De ahí la expresión y su uso.

A trompicones [andar; ir; marchar; avanzar...] Dificultosamente. Con discontinuidad. Lentamente. Trompicón es cada uno de los pasos tambaleantes o tropezones de una persona que camina con dificultad, de un borracho, por ejemplo. La locución se usa en sentido literal: El corredor, agotado tras la durísima carrera, entró en la meta a trompicones, o figurado: A trompicones, en bastante tiempo, repitiendo algún curso que otro, pero por fin ha podido terminar la carrera. V. Al tran tran.

A tumba abierta [lanzarse] De manera temeraria, casi suicida, hasta tal punto que la tumba parece estar esperando, abierta, al autor de la temeridad. Se usa con frecuencia al referirse a algunos deportistas de riesgo cuyos deportes están basados en la velocidad, en especial a los ciclistas: Viendo que perdía contacto con el grupo de cabeza, se lanzó a tumba abierta en el descenso del puerto. A veces la expresión tiene un uso metafórico. No había estudiado nada, pero se lanzó a tumba abierta: se presentó al examen y, claro, suspendió.

A tutiplén En cantidad, en abundancia. Se nos ocurrió ir al teatro el sábado y había gente a tutiplén. Todo lleno, hasta el tercer piso. Seguramente estamos ante una castellanización de la locución catalana A tot i plé, 'totalmente', 'todo lleno'.

A ultranza [defender] Resuelta y decididamente. Sin dudas. Ya sé que es tu amigo, pero eso no quiere decir que siempre tengas que defenderlo a ultranza, incluso cuando no tiene razón. Ultranza es un término derivado del latino ultra, 'más allá'. V. Ser el non plus ultra.

A uña de caballo Velozmente. A todo correr, como el caballo en su galope. Necesito tomarme un par de días de descanso. Estoy harto de andar todo el día de allá para acá, yendo de un lado a otro a uña de caballo.

A ver quién es el guapo que... Podemos interpretar esta frase como 'a ver quién se atreve a'. Primero decidimos hacer el examen el ocho, ahora lo queréis cambiar para el diez... Pues a ver quién es el guapo que sube a decírselo al profesor, porque yo no pienso ir. No sabemos cuál es el origen de la expresión, aunque tiene el aspecto de pertenecer a algún cuento en el que el argumento principal sea el juicio sobre la belleza de un hombre, o alguna competición entre hombres para hacerse con los favores de alguna dama. De ambas situaciones hay muchos ejemplos en la literatura popular.

A/al verlas venir [estar; quedarse] De espectador. Al acecho, a la espera de que suceda algo. Lo que pase entre vosotros es cosa vuestra y si tenéis problemas, a mí no me afecta, porque los dos sois amigos míos, pero no me meto. Yo estoy a verlas venir y ya tomaré una actitud cuando llegue el momento. Sin recibir nada, sin obtener ningún beneficio después de haber esperado algo. Esperaba que me tocara algo en la lotería, aunque fuera poco, pero me quedé a verlas venir. La locución podría tener origen en el mundo de la caza. El cazador poco diestro ve venir las piezas pero no cobra ninguna.

A/al voleo Sin pensar. Confiando en la suerte. Como no sabía las respuestas, he contestado todas las preguntas a voleo. La expresión a voleo es una forma de sembrar lanzando la semilla al aire, a donde caiga, según se va avanzando en la tierra, de aquí el significado de la locución. Voleo, como puede deducirse, es un término relacionado con vuelo. V. En un voleo.

A voz en grito/en cuello [hablar; pedir; proclamar; reclamar...] En voz muy alta; gritando; sintiendo en el cuello, como sugiere la variante, menos usada, las vibraciones de las cuerdas vocales. Mi abuelo siempre hablaba por teléfono a voz en grito, y cuanto más lejos estuviera la otra persona, más gritaba. V. A grito pelado||Pedir algo a gritos.

A vuelapluma (A vuela pluma||Al correr de la pluma||A vuelamicrófono) [escribir; decir; contar] Escribir a vuelapluma y, por extensión, hablar, es hacerlo velozmente sin detenerse mucho a reflexionar. Como si la pluma, más que escribir, volara sobre los folios. Hoy, realmente, habría que decir, como si los dedos, más que tocarlas, volaran sobre las teclas del ordenador... Es un poeta genial. Este soneto lo escribió así, a vuelapluma, en dos minutos, sentado en una cafetería. Los locutores radiofónicos, en especial los deportivos, han popularizado, referida a opiniones o entrevistas recogidas rápida o precipitadamente, la expresión a vuelamicrófono, reflejo de lo que comentamos.

A Zaragoza, o al charco/al pozo Usamos esta curiosa expresión cuando queremos reforzar nuestras ideas, cuando estamos convencidos, hasta las últimas consecuencias, de que algo es cierto o también para indicar la terquedad o la tozudez de alguien. Yo estoy seguro de que el culpable de que rompieran fue él, digan lo que digan y por mucho que me intenten convencer de lo contrario. Ya sabes cómo soy: a Zaragoza o al charco. Famoso es el cuento del aragonés —proverbial es la testarudez aragonesa— al que, a mitad de camino hacia Zaragoza, se le cruzó un paisano que le preguntó adónde iba. «A Zaragoza», dijo el primero. «Será si Dios quiere», puntualizó el segundo. «Iré a Zaragoza lo quiera Dios o no», replicó el otro, que siguió el camino. Dios, enfadado por tal ofensa, adoptó forma humana, se le presentó en el camino y le hizo la misma pregunta que el primer hombre. La respuesta fue la misma: «Iré a Zaragoza lo quiera Dios o no», ante lo que el Señor lo convirtió en rana y lo metió en un charco que por allí había. Después de un tiempo, Dios se apiadó, lo sacó del charco y lo volvió a su forma humana anterior. El maño tomó de nuevo la dirección de Zaragoza y Dios, convencido de haberle dado un escarmiento, se le volvió a aparecer para hacerle de nuevo la pregunta: «Y ahora, ¿adónde vas?». Esta vez la respuesta fue distinta: «A Zaragoza, o al charco».

Abrir brecha Convencer a alguien, después de mucho esfuerzo. Doblegar el ánimo o la resistencia moral de alguien. Imponer, tras varias discusiones, la propia opinión. Creo que, después de varias reuniones, hemos conseguido abrir brecha en los vecinos y convencerlos de que lo mejor es instalar una nueva antena. El dicho se origina en el lenguaje militar. Abría brecha quien hacía un hueco en las filas enemigas, en las murallas o en las posiciones defensivas. Brecha era también la abertura que se hacía en las murallas o en las torres de los castillos para disparar flechas o artillería en caso de ataque. V. Estar en la brecha.

Abrir de par en par Abrir completamente. Hace tanto calor que he tenido que abrir todas las ventanas de par en par para que corra un poco de aire. Antiguamente puertas y ventanas solían tener dos partes u hojas; de ahí el empleo de la palabra par.

Abrir el pico (Darle al pico) Hablar, por lo general más de lo debido. Se usa sobre todo en forma de orden negativa. Tú déjame hablar a mí y no abras el pico, que siempre metes la pata. El pico, de perogrullo resulta decirlo, es la boca de las aves. De hecho, piar (v. No decir ni pío) es también sinónimo de hablar. V. Cerrar el pico||Ser un pico de oro.

Abrir/destapar la caja de los truenos Originar una discusión. Todo iba bien, hasta que mi hermano abrió la caja de los truenos al hablar de la herencia y la reunión familiar acabó como el rosario de la aurora. Es posible que la frase se haya originado en un cruce mitológico entre los enfados de Zeus que, dueño de todos los fenómenos atmosféricos arrojaba rayos y emitía truenos cuando se enfadaba, hecho bastante frecuente (era llamado frecuentemente Señor del Trueno) y la caja custodiada por Epimeteo, en la que se encerraban todos los males del mundo, y que Pandora, su esposa, tuvo la feliz idea de abrir. V. La caja de Pandora.

Abrir la mano La mano cerrada es símbolo de opresión, de dominio (v. Tener en un puño). La mano abierta lo es de generosidad. Por eso, quien abre la mano otorga cierta libertad o demuestra tolerancia y liberalidad: El examen fue difícil, por eso el profesor abrió la mano y no puso tan malas notas como nos esperábamos.

Abrir los ojos/el ojo (¡Abre el ojo!||Tener los ojos bien abiertos) Estar atento o alerta. Tú abre bien el ojo y, al menor movimiento extraño, aprieta el botón de la alarma. Con el mismo sentido usamos la exclamación ¡Ojo! ¡Abre el ojo! era una advertencia con la que se prevenía a los campesinos para que tuvieran cuidado con unos cardos largos y muy espinosos que arruinan las cosechas y que, curiosamente, llevan el nombre del aviso, abrojos. V. Andar con cien ojos.

Abrirle a alguien los ojos Desengañar a alguien. Mostrarle la verdad que él no quería o no era capaz de descubrir (v. Caérsele a alguien la venda de los ojos). Estaba obcecado y entre todos le hemos abierto los ojos. Por fin se ha convencido de que sus socios lo estaban engañando. Ha roto con ellos y ahora todo le empieza a ir mejor. Para ilustrar la explicación resulta muy clara y nos viene al pelo la certidumbre popular: no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Abrirse/abrírsele a alguien la(s) herida(s) Revivir o recordar una pena o un episodio doloroso aún no superado, de la misma forma que las heridas si no están cicatrizadas del todo pueden abrirse de nuevo. Es mejor que no le hables de Ángela, no vaya a ser que, ahora que está bastante bien, se abra la herida. El término herida es sinónimo de 'dolor; pena' en muchas expresiones: V. Cerrarse la herida||Dar en lo vivo||Escarbar en la herida||Lamerse las heridas.

Abrírsele a alguien las carnes Estremecerse. Angustiarse. Se me abren las carnes sólo de pensar en lo mal que lo pasa esa pobre gente de Centroamérica. Cuando salen de un terremoto, llega un huracán. La expresión del dolor queda patente en lo cruento de la frase, que transmite una idea similar a la que evocan locuciones como En carne viva (v.) y adjetivos como desgarrado.

Abrírsele/cerrársele a alguien todas las/muchas puertas Contar alguien con todas las facilidades o todas las ayudas (con todos los inconvenientes y con ningún apoyo en el caso de cerrársele) para alcanzar un objetivo. Con una carrera como la tuya, tan difícil, y con el expediente tan fantástico que tienes, en cuanto acabes verás que se te abren todas las puertas y te ofrecerán trabajos para dar y tomar.|Aún hoy por el hecho de ser mujer y de tener más de treinta y cinco años se te cierran muchas puertas a la hora de pedir trabajo. La palabra puerta es aquí sinónimo de paso libre, de acceso sin obstáculos y es posible que la frase tenga que ver con la hospitalidad de quienes daban hospedaje y amparo a peregrinos o necesitados. V. Darle a alguien con la puerta en las narices||Llamar a las puertas de alguien||Saber a qué puerta llamar.

Aburrirse como una ostra/una almeja Aburrirse tremendamente. La verdad es que no es sólo el hecho de que dure tres horas, es que la película es soporífera. Me aburrí como una ostra; creo que, en algún momento, hasta llegué a dormirme. Sobran las explicaciones. Basta sólo pensar en el pobre molusco, en su «frenética» actividad, en todo lo que se desplaza, en el tiempo que tarda, si es que le apetece, en fabricar una perla, en sus relaciones sociales con otros habitantes marinos... En realidad, ésta es la imagen que tenemos de tan curioso ser, pero, a título de curiosidad, hay que decir que las ostras cambian de sexo incluso varias veces al año y que pueden llegar a vivir ni más ni menos que cincuenta años... Eso sí, dicen los gourmets que, a partir de los cinco, pierden bastante sabor... La ironía popular, siempre alerta, ha construido la variante Aburrirse como una almeja, más de andar por casa, más humilde y cercana.

Acabar/terminar como el rosario de la aurora Finalizar una reunión de forma desordenada, tumultuosa o violenta. La representación fue un desastre: abucheos, silbidos, pataleos, hubo incluso actores que se encararon con el público... Allí volaron tomates, huevos... Vamos, que aquello acabó como el rosario de la aurora y tuvo que intervenir la policía para apaciguar los ánimos. El Rosario de la Aurora es una antigua tradición que consiste en reunirse en las primeras horas del día para rezar el rosario. El dicho se dice que se originó por un incidente que tuvo lugar en Madrid a mediados del siglo XIX entre dos cofradías que sacaban a sus vírgenes en procesión, la de la Aurora y la del Henar. Al parecer, coincidieron en una calle estrecha y la discusión sobre quién debía pasar acabó a farolazos. En realidad, puede pensarse en cualquier enfrentamiento entre fieles que acudieran a rezar el rosario y algún grupo de alborotadores nocturnos. (v. Adelante con los faroles). En Andalucía se dice Acabar como el rosario de Espera, por lo que es posible que la riña que originó la frase tuviera lugar en este pueblo gaditano. V. Armarse un cirio.

Acostarse con/a la hora de las gallinas Irse a la cama muy pronto. Hoy estoy hecho polvo. Creo que me voy a acostar con las gallinas para intentar dormir por lo menos nueve o diez horas. Es costumbre en las casas en las que hay aves de corral encerrar muy pronto a las gallinas en el gallinero y sacarlas a una hora muy temprana. La verdad es que eso es lo que requieren las aves para cumplir con su cometido: poner huevos.

¡Adelante con los faroles! Es una expresión de coraje, de valor, para infundir ánimos a alguien que intenta hacer algo difícil o que requiere una cierta reflexión: Venga. No lo dudes. Si te gusta el coche, ¡adelante con los faroles!, cómpratelo. Es muy probable que tenga su origen, curiosamente, en el Rosario de la Aurora, y que fuera un grito de ánimo para alentar a los que intentaban romper los faroles para provocar la oscuridad y así reñir impunemente (v. Acabar como el rosario de la aurora). Algunas teorías sostienen que el dicho tiene que ver con la organización de las procesiones, en las que abren el desfile faroles y cirios encendidos. ¡Adelante con los faroles! sería la orden de los organizadores para colocar en su puesto a los encargados de llevarlos.

¡Adiós, Madrid, que te quedas sin gente! Se dice, irónicamente, para referirse quien presume de ser el más importante, el único imprescindible. ¿Pero qué se cree, que sin estar él no sabemos hacer nada? ¡Adiós, Madrid, que te quedas sin gente! Se cuenta el chascarrillo del rústico que, tras haber trabajado en Madrid durante muchos años, decide regresar a su pueblo. Cuando el tren parte de la estación echa un último vistazo a la ciudad y pronuncia tan lapidaria frase.

Admitir/aguantar/soportar/resistir/tomar puyas/varas (Darle a alguien un puyazo) Soportar desgracias o adversidades. No sé si voy a ser capaz de admitir más puyas este año, porque entre enfermedades, problemas en el trabajo y desgracias familiares llevo ya una buena carga. La puya es la punta metálica punzante, en forma de puñal que, colocada en una vara o garrocha, usa el picador para picar al toro. También, debido a una común sinécdoque con la que tomamos la parte por el todo, se suele llamar puya a la propia vara (v. Dar la vara). Esta palabra, emparentada con la latina pugione(m), 'puñal' suele confundirse con pulla, 'dicho mordaz, hiriente o insultante' (v. Tirarle a alguien una pulla), que quizá deriva de puya, mezclada con un derivado del antiguo verbo repullar, que en el siglo XV significaba 'replicar satíricamente' y que parece derivarse del latino repellere, 'rechazar, repeler'. V. Crecerse en el castigo.

Adónde/dónde irá el buey, que no are Se aplica esta frase a quien, pese a los cambios de lugar o al discurrir del tiempo, sigue mostrando la misma actitud negativa o causando los mismos perjuicios. Primero lo echaron de este instituto por inútil y lo mandaron a un pueblo de Soria. Allí le pasó lo mismo. Acabó en Córdoba y, al parecer, va a correr la misma suerte... Adónde irá el buey que no are. El buey no sabe hacer otra cosa más que arar y, por tanto, es inútil intentar adiestrarlo en otra actividad o pensar que cambiado de lugar pueda cambiar también de costumbres o de forma de ser.

Adorar al becerro de oro (Ser algo el becerro de oro) Se dice esta frase de quienes se preocupan exclusivamente por el dinero y por los bienes materiales. Ahí lo tienes, toda su vida adorando al becerro de oro, amasando dinero, juntando una fortuna increíble para que ahora se muera sin herederos y se lo lleve todo Hacienda. La expresión está tomada del libro bíblico del Éxodo XXXII, en el que se relata la travesía por el desierto de los israelitas hacia la tierra prometida. Cuando Moisés bajó del monte Sinaí tras haber recibido las tablas de la ley con los diez mandamientos, encontró que el pueblo, desesperado tras tan largo e infructuoso viaje, se había amotinado contra su hermano Aarón y había levantado un ídolo de oro con forma de becerro, al que adoraban. Moisés rompió contra la estatua las tablas de la ley y suplicó perdón a Dios en nombre de su pueblo. V. Hacer novillos.

Adorar/besar al/el santo por la peana (Por la peana se adora/se besa al santo) Adular o alabar a alguien, o procurar la amistad de una persona buscando el propio interés. Este tío está todo el día haciéndome la pelota, pero me da la impresión de que quiere adorar el santo por la peana y que espera conseguir algo de mí... Pues está listo. La peana es el soporte en el que se apoya la estatua, el santo, es decir, lo más material, lo que está más aferrado al suelo. La frase nos transmite la idea de que alguien, fingiendo buscar lo espiritual, se dedica a conseguir lo material. También podríamos interpretarla literalmente: quien besa los pies de alguien le muestra sumisión, le hace descaradamente la pelota, lo «adora» o finge adorarlo. V. Bailarle a alguien el agua||Dar coba||Dar jabón a alguien||Hacerle a alguien la pelota.

Adornarse/vestirse con plumas ajenas (Ponerse plumas ajenas) (Ser queso de muchas leches) Usar lo ajeno como si fuera propio, especialmente textos o frases de otro. En la frase actual se advierte una clara dilogía, es decir, pluma funciona en sus dos significados: la del ave, que se usa como adorno, y la de escribir. No cabe duda de que es un gran orador, pero lo sería aún mejor si no se adornara tanto con plumas ajenas, porque siempre mete, sin citar las fuentes, una frase por aquí, un fragmento de una novela por allá, un poema por el otro lado... Es posible que la expresión se deba a una fábula, ya recogida por el griego Esopo (s. IV a. C.) y el romano Fedro (s. I), El grajo y los pavos reales, que cuenta la aventura de un grajo que, despreciando a los pájaros de su especie, se adornó con las plumas de un pavo real para, disfrazado, unirse a un grupo de estas aves. Los pavos reales no sólo lo rechazaron, sino que le dieron una buena tunda y le quitaron las plumas, las ajenas y las propias. El grajo volvió con sus congéneres que, al verlo de aquella guisa, desplumado y hecho unos zorros, también lo rechazaron. Por otra parte, el queso que se elabora con diferentes tipos de leche no deja de ser, como la obra literaria o artística en general que se elabora con retazos de otras, menos puro y menos reconocido. V. Vérsele a alguien el plumero||Ser lechuga de otro huerto.

Afeitar un huevo en el aire Ser extremadamente comedido en los gastos, y además sacar provecho económico de todo, incluso de las cosas más extrañas, vamos, en una palabra, ser un tacaño. Antonio no sale nunca al cine para ahorrar, jamás come fuera, compra lo más barato que encuentra. Vamos, que afeita un huevo en el aire. Imagínense a alguien armado con una cuchilla de afeitar tratando de rasurar un huevo. ¿Le podrá sacar algo? Pues ahora imagínense a ese mismo alguien tirando el huevo al aire y tratando de afeitarlo mientras cae. V. Cortar un pelo en el aire.

Afilar/sacar/enseñar/mostrar las garras/las uñas Prepararse para una disputa o una discusión. Se notó que llevaba unos días afilando las garras para cuando se encontrara con él, porque no se puede soltar de golpe todo lo que le dijo, ni venir tan predispuesto a discutir como venía ella. Después de afiladas, las garras ya se pueden sacar, es decir, ya se puede uno mostrar amenazante o agresivo: Tú no dejes que te acobarden: es mejor sacar las garras desde el principio, para que los demás sepan que no pueden avasallarte. Es lo que hacen algunos animales cuando se sienten amenazados o cuando tienen la necesidad de defenderse. V. Ponerse de uñas||Enseñar los dientes.

Aflojar/soltar la mosca Soltar el dinero. Pagar. Este tío es un tacaño. No afloja la mosca ni así lo mates. Cuando cazamos una mosca la mantenemos dentro de la mano, cerrando el puño. Si aflojamos y abrimos la mano, la mosca se escapa. Donde dice mosca, diga usted dinero y queda explicada la expresión.

Agachar/bajar las orejas (Irse con las orejas gachas) Rendirse. Reconocer el propio fracaso y mostrar sumisión ante quien domina o tiene la razón (v. Bajar la cabeza). Después de la bronca que le eché, agachó las orejas y salió de la habitación. En situaciones en que se ven amenazados o humillados, los perros y otros animales bajan las orejas y huyen, por lo general con el rabo entre las piernas (v.).

Agarrarse/aferrarse a la silla/al sillón/a la poltrona Querer mantener a toda costa y pese a las críticas un cargo o puesto de trabajo, en especial cuando este es cómodo y bien remunerado. Negarse a dimitir. El tío se agarra a la silla como nadie; ha sobrevivido en el puesto a tres cambios de gobierno. Quien así obra da la impresión de querer sujetarse al cargo —materializado aquí por la silla— mientras otros intentan arrastrarlo hacia fuera. V. Calentar el asiento||Moverle a alguien la silla.

Agarrarse/pegarse a los faldones/a las faldas de alguien Buscar el amparo o protección de otra persona, igual que el niño que, aprendiendo a andar o en cualquier situación de desprotección busca agarrarse a alguien, generalmente su madre. Así no puedes ser nada en la vida, siempre agarrándote a los faldones de los demás ¿por qué no intentas valerte por ti mismo por una vez en tu vida? V. Ser un perro faldero.

Agarrarse a un clavo ardiendo Cuando alguien está en una situación extrema cualquier cosa le sirve de ayuda, aunque la esperanza de conseguir resultados positivos sea mínima. Ésta es la idea que nos transmite el dicho. Los jugadores se agarran a un clavo ardiendo: saben que tienen que ganar todos los partidos que les quedan para no descender a segunda división. Es casi imposible, pero mientras hay vida hay esperanza. Es posible que la frase esté relacionada con los juicios de Dios de la Inquisición que eran pruebas con las que se intentaba «demostrar» la inocencia o culpabilidad del acusado: lanzarlo a un río con una piedra atada, hacer que se agarrara a un hierro al rojo vivo o que, directamente, metiera la mano en una fogata. Si el desgraciado no se ahogaba o si no se abrasaba, era inocente (calculen el índice de probabilidades...). Si se ahogaba, dada estaba la pena; si se quemaba las manos, le esperaba otro fuego más grande para completar la chamusquina. Quien se veía en esta situación se agarraba a su última esperanza, aunque supiera que tenía todas las de perder. V. Poner la mano en el fuego por algo o por alguien.

Aguantar carros y carretas Soportar momentos difíciles. Salir adelante tras haberse visto envuelto en situaciones muy complicadas o tras haber recibido reproches o críticas muy duros. Para comprenderlo, imaginemos a una persona haciendo el papel de animal de carga y tirando de un carro o de una carreta, más tosca y pesada que el carro, colmados de desgracias. Después de aguantar carros y carretas y de tener con su marido una paciencia infinita, Luisa ha decidido separarse.

Aguantar el chaparrón Soportar una bronca, una regañina de otra persona o una situación incómoda que caen como un chaparrón. Delante de todos los compañeros el profesor me echó una bronca terrible por no entregar a tiempo el trabajo y no me quedó más remedio que aguantar el chaparrón. A ver si no qué iba a hacer. Para transmitir esta idea decimos también que alguien recibió una lluvia de insultos o de críticas y para referirnos al autor de la riña hablamos de que alguien le echó a otro un chorreo (v. Echarle a alguien un chorreo) o que lo puso a escurrir, a caldo o pingando. V. Poner a escurrir|| Aguantar marea||Aguantar mecha.

Aguantar el tirón Mostrar resistencia ante una adversidad. Por un suspenso no puedes venirte abajo, tienes que aguantar el tirón y pensar que pronto vas a tener otra oportunidad. Es más que posible que la locución se refiera al juego del sogatira (sokatira en vasco), que consiste en que dos equipos, colocados a ambos extremos de una cuerda, tiran para atraer hacia su terreno a los contrarios, de forma que sobrepasen una línea o marca hecha en el suelo. Cuando uno de los equipos tira, al otro le toca aguantar el tirón y viceversa. V. Llevarse el gato al agua||De un tirón||Tener tirón||Tensar la cuerda.

Aguantar (la) marea Soportar estoicamente, sin desanimarse, una dificultad o un contratiempo. La situación del negocio es casi ruinosa, pero no podemos rendirnos, tenemos que aguantar marea y mirar el futuro con optimismo. Es lo que hacen los marineros, en especial el timonel (v. Con pulso firme||Contra viento y marea), cuando la mar se pica o cuando se desata la tempestad. V. Aguantar el chaparrón||Aguantar mecha.

Aguantar mecha También usamos esta expresión para referirnos a quien soporta con resignación una situación complicada o un problema grave. Los médicos le han dicho que tendrá que estar un par de semanas más en el hospital, y ahí anda, el hombre, aguantando mecha y llevándolo lo mejor posible. Seguramente se alude aquí a la posición del artillero, del encargado de encender la mecha del cañón y de controlarla hasta que prácticamente llegaba al final. Este soldado estaba, sin duda, en una situación de máximo riesgo. Podría también pensarse en la mecha de la vela, que se resiste a consumirse, que lucha por no «morir». V. Estar al pie del cañón||Aguantar el chaparrón||Aguantar marea.

Aguantarle/sujetarle/sostenerle a alguien la vela Mostrar con una persona una excesiva actitud de servilismo. Adular a alguien. Es un pelota. A todo lo que dice el jefe dice que amén. Se pasa el día entero aguantándole la vela. Nos viene a la mente la imagen del criado que, con una vela o un candil, acompañaba al señor o a la señora por la calle cuando era de noche.

Aguarle a alguien la fiesta (Ser un aguafiestas) Estropear la alegría de algún acontecimiento con comentarios o comportamientos negativos. Siempre tenéis que estar discutiendo en todas partes y aguándoles la fiesta a los demás, ¿verdad? La lluvia, en otros casos tan necesaria, no suele ser bien recibida como acompañante de acontecimientos festivos, en especial si tienen lugar al aire libre.

¡Ahí le aprieta/duele el zapato! (¡Ahí le duele!||Saber dónde le aprieta a alguien el zapato) Se emplea esta frase cuando se descubre el punto por el que alguien es más débil, por el que demuestra menos seguridad, o cuando se da con aquello que más le molesta. Tú no quieres que nadie te lleve la contraria, porque siempre crees tener razón, pero cuando alguien te dice la verdad a la cara —ahí le aprieta el zapato, ¿verdad?— te quedas mudo. Un cuento popular castellano nos narra la historia de un humilde zapatero que va a contarle al cura que no puede soportar más a su mujer y que desea separarse de ella. El cura, para tratar de desengañarlo, comienza a alabar a la mujer: buena cristiana, excelente cocinera, de belleza insuperable... El zapatero muestra al cura sus zapatos y le pide una opinión sobre ellos. El cura dice que son preciosos, hechos con la mejor piel, de cuidada confección. «Muy bien, padre —dice el zapatero—; y ahora, ¿puede usted decirme dónde me aprietan?» Evidentemente, el pobre zapatero no había encontrado en su mujer la horma de su zapato... A veces se utiliza sólo la primera parte de la expresión: ahí le duele. De todas formas, este cuentecillo es seguramente una versión de otro que cuenta el historiador griego Plutarco (50?-120) en sus Vidas paralelas. Un patricio romano repudió a su mujer, pese a ser ésta hermosísima, fiel y virtuosa. Los parientes y amigos no entendían esta decisión, y él les dijo: «¿Veis mi calzado? ¿Habéis visto alguna vez otro más elegante y lujoso?... Pues sólo yo sé dónde me aprieta».

¡Ahí/así me las den todas! Otro cuento popular, recogido en diversas versiones en nuestra literatura, cuenta lo que le sucedió a un alguacil que, por encargo de un alcalde, fue a cobrar una multa. Quien debía pagarla no sólo no lo hizo, sino que, además, le arreó al pobre alguacil un par de bofetadas diciéndole: «Toma, para quien te envía». El pobre alguacil se presentó ante el alcalde, le contó lo sucedido y le dijo: «Estas dos bofetadas que me han dado realmente se las han dado a usted, porque mi cara representa la suya», a lo que el alcalde, con evidente sorna, respondió: «Ahí me las den todas». Usamos, por tanto, esta expresión cuando queremos dar a entender que son bien recibidos todos los inconvenientes o desgracias que, destinados a nosotros, recaigan sobre otro. Por mí, estupendo. Si quieres ir tú a hablar con mis vecinos para que arreglen de una vez la gotera y te monten el numerito, como suelen hacer, yo no te lo voy a impedir... ¡Ahí me las den todas!

Ahogarse en un vaso de agua (Tropezar con un garbanzo) Tener problemas o no saber cómo reaccionar en una situación que no es complicada. Lo hiperbólico de la frase explica claramente su uso. Pues si no tienes leche, échale un poco de nata. Es que te ahogas en un vaso de agua. V. Ser una tormenta en un vaso de agua.

Ahorcar/colgar los libros Sugerente forma de referirse a que alguien abandona los estudios y que atribuye a los libros cualidades humanas que, en efecto, tienen. Mis padres necesitaban que trabajara con ellos en la panadería, así que a los catorce años ahorqué los libros y me fui al pueblo. La alusión a quien literalmente cuelga el hato con los libros parece estar en el origen de la frase. V. Colgar las botas||Colgar los hábitos.

Ahuecar el ala Marcharse. Abandonar un lugar. En sentido literal sería algo así como hacer un hueco al ala, o sea, desplegarla, como hacen las aves antes de iniciar el vuelo. Aquí molestas, o sea que ahueca el ala y no vuelvas.

Ajo y agua Usamos esta expresión para dar a entender que hay que conformarse con lo que tenemos o con lo que nos toca, a pesar de que sea perjudicial. Pues nos hemos quedado sin leche, así que ajo y agua, o no tomamos café o lo tomamos solo. Se trata, claro está, de una reducción eufemística de la frase A joderse y a aguantarse.

Ajustarle a alguien las cuentas (Ajustar/saldar cuentas con alguien||Ya ajustaremos cuentas) Decirle a alguien algo que es justo y necesario decirle. Esta expresión, que funciona como una especie de amenaza, sería más o menos sinónimo de poner las cosas en su sitio. No me gusta el comportamiento que estás teniendo últimamente; voy a tener que ajustarte las cuentas. Dos y dos son cuatro aquí y en cualquier parte del mundo y las cuentas tienen que cuadrar por fuerza, porque la matemática es exacta. Y a quien se sale de lo establecido, es decir, a quien no hace bien las cuentas, hay que corregírselas y ajustárselas, aunque sea a martillazos. V. Apretarle a alguien las clavijas.

Al albur (de) [estar; quedarse] (Correr un albur) Al azar. A lo que salga. Tienes que prepararte por lo menos cincuenta o sesenta temas. No puedes ir a las oposiciones al albur, a ver qué pasa. En el juego de naipes llamado monte, se llaman albur —palabra que parece haber salido del término árabe al-bur, 'prueba'— a las dos primeras cartas que la persona que corta el mazo extrae de la parte inferior del mazo y gallo las que coge de la superior. Es un juego de apuestas en el que cuenta más la suerte que la habilidad.

Al alimón Conjuntamente, en especial cuando algo lo llevan a cabo dos personas. Los dos conferenciantes nos dieron la charla al alimón y la verdad es que resultó fenomenal. Se usa bastante en la frase torear al alimón, una suerte antigua del toreo que se practica hoy en las capeas y que consiste en que dos personas sujetan el capote plegado, cada una por un extremo; cuando el toro o la vaquilla embisten se abren y el animal pasa por el medio. Es posible que la locución provenga de una canción infantil con la que se acompañaba un juego en el que, cogidos de la mano, los participantes avanzaban hacia los del otro bando y después retrocedían cantando «alalimón; alalimón», lo que no está nada lejos de una conocida copla, hasta el punto de que podría ser una variante de ella: «A la lima y al limón, que no tienes quien te quiera/A la lima y al limón, te vas a quedar soltera».

Al baño de María/al bañomaría/al baño María [poner; cocer; cocinar; preparar] Es esta una forma de cocinar en la que un recipiente con el alimento que se quiere preparar se coloca dentro de otro, más grande, que contiene agua hirviendo, de forma que el agua no entre en el recipiente pequeño. Para que el flan de huevo quede bien hay que hacerlo al baño de María. La expresión, que aparece ya en textos del siglo XVI como balneum Mariae, alude a una técnica que los alquimistas utilizaban con frecuencia para calentar productos. Parece ser que éstos la nominaron así en recuerdo de María o Myriam, hermana de Moisés, que tuvo fama de bruja y profetisa y que fue considerada en la Edad Media como la depositaria de las artes mágicas y adivinatorias del pueblo hebreo. Algunas leyendas hablan también de una judía del siglo III o IV, de nombre María, que vivió en la ciudad egipcia de Alejandría, a quien se atribuye la invención del kerostasis, un vaso cerrado en el que se podía fundir el cobre con los efectos del vapor.

Al/del bies [cortar; estar; poner] En diagonal. Yo cambiaría la tele de sitio, porque ahí donde está hay que mirarla al bies. Al bies es una forma de cortar la tela, en diagonal o sesgada con respecto al hilo. La expresión es un galicismo: biais, en francés es 'sesgo'.

Al buen callar llaman Sancho Se emplea esta frase para alabar las virtudes de la persona discreta, de quien sabe callar a tiempo. Es mejor que me calle y no siga discutiendo: al buen callar llaman Sancho. Parece que ese Sancho, paradigma de la discreción, es Sancho II, rey de Castilla. Escriben los libros que, viendo cercana su muerte, hecho que ocurrió en el año 1065, el rey Fernando I de Castilla repartió sus posesiones entre sus cinco hijos: Alfonso, Sancho, García, Elvira y Urraca. A esta última le correspondió la ciudad de Zamora, cosa que no agradó en absoluto a Sancho, quien, a pesar de ello, supo callar, como cuenta la leyenda, ante el lecho de muerte de su padre. El antiguo romance que se originó en este episodio, conocido como Zamora, la bien cercada, dice: «Al que te quite a Zamora/la mí maldición le caiga./Todos dijeron amén,/menos don Sancho, que calla». Sancho moriría poco tiempo después a manos de Vellido Dolfos, cuando intentaba arrebatar Zamora a su hermana. De este hecho arranca el Cantar de Mio Cid. Habría que señalar que nada tiene que ver aquí el bueno de Sancho Panza, en otras ocasiones sabia fuente de cultura popular. Baste reproducir un pasaje del capítulo XLIII de la segunda parte de El Quijote, cuando Don Quijote aconseja a Sancho sobre el modo de gobernar la Ínsula Barataria y le reprende por el continuado uso de refranes: «Maldito seas de Dios, Sancho —dijo a esta sazón Don Quijote—; sesenta mil satanases se lleven a ti y a tus refranes (...) Dime, ¿dónde los hallas, ignorante? ¿Cómo los aplicas, mentecato? (...)» «Por Dios, señor nuestro amo —replicó Sancho—, que vuestra merced se queja de bien poca cosa (...) ninguna otra hacienda tengo ni otro caudal alguno, sino refranes; y ahora se me ocurren cuatro que vendrían aquí que ni pintiparados, o como peras en tabaque, pero no los diré, porque al buen callar llaman Sancho». «Ese Sancho no eres tú —respondió Don Quijote—, porque no sólo no eres buen callar, sino mal hablar y mal porfiar (...)». Tanto Covarrubias (1611) como Correas (1627) apuntan que este Sancho podría ser una deformación del adjetivo santo, o mejor, sancto, latinizado, una mala interpretación de algún copista. Entenderíamos la frase entonces como algo así: el saber callar es señal de santidad o de bondad.

Al canto Se usa esta locución generalmente detrás de un sustantivo, para indicar que algo es inevitable e inmediato. Me pillaron por la autopista a ciento cuarenta y, claro, multa al canto. Pese a que los diccionarios registran la locución bajo la acepción de canto como 'borde, esquina, extremo', el significado nos lleva a pensar en la primera acepción 'canción', seguramente en quien, tras haber cantado o recitado (al canto), como los juglares medievales, fuera recompensado con dinero o con alimentos. V. Que te crió.

Al César, lo que es del César [dar] Esta frase la empleamos para significar que a cada cual hay que darle los méritos que le corresponden. Gracias por vuestras alabanzas a mis bocadillos, pero la tortilla la ha hecho Andrés: al César lo que es del César. El dicho tiene un origen «material» que hoy ha perdido, pues está tomado del pasaje evangélico (Mateo, XXII, 15-22; Lucas, XX, 25) en el que unos fariseos le preguntan malintencionadamente a Cristo si se deben pagar impuestos al César, a lo que Él responde: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».

Al contado [pagar] Dar el dinero en el momento de hacer la compra, es decir que, a cambio del producto, se entregue moneda que pueda contarse. He pagado el coche al contado, porque así me hacían un buen descuento. Aún existe en muchas tiendas y establecimientos la clásica inscripción de «Pagos al contado». V. Pagar a tocateja.

Al desgaire De forma descuidada. Sin poner atención. Sin ganas. Si no tenías ganas de pintar la habitación, ¿por qué no has llamado a un pintor? Y no que así lo has hecho al desgaire y ha quedado de pena.... Se notan todos los brochazos. A mediados del siglo XV se documenta en nuestra lengua la locución mirar de desgaire, 'mirar con desprecio', derivada seguramente de la catalana a escaire, 'en diagonal, oblicuamente', pues así mira quien demuestra desdén. Posteriormente la expresión pierde el verbo y se generaliza.

Al detalle Pormenorizada y minuciosamente. La boda salió fenomenal. Estaba todo calculado al detalle: los horarios, el transporte, menús vegetarianos, zona de fumadores... En el comercio la venta al detalle, o al por menor, es la que se hace en pequeñas cantidades o por artículos, la de los minoristas; resumiendo: la que se hace en tiendas. V. A granel||Al por mayor.

Al dictado [actuar; hacer; hablar; escribir] (Seguir los dictados de alguien o de algo) Siguiendo escrupulosamente las indicaciones de otra persona. Sin tener ni mostrar opinión propia. Lo que no está bien es que los políticos actúen al dictado de sus partidos, sin poder mostrar sus propias opiniones o sus discrepancias. Se nos viene a la mente la imagen del maestro de antaño dictando el texto y de sus alumnos copiándolo en el cuaderno, la mayoría de las veces sin entender una palabra de lo que copiaban.

Al filo de [estar] Muy cerca de. Casi en. Se usa con periodos de tiempo o con las horas. Nos veremos en la próxima edición de noticias, que será, como siempre, al filo de la medianoche.|Si salís a las ocho llegaréis al filo de las once. Ese mínimo intervalo temporal viene materializado en el espacio por el estrecho filo de un cuchillo o de una navaja. V. En el filo de la navaja.

Al fin y al cabo Es una expresión que sugiere resignación, aceptación de un hecho: ¡Fíjate qué lluvia!... Bueno, al fin y al cabo será beneficiosa para el campo. Literalmente, el significado es 'al final y al comienzo', o sea, 'completamente'. Cabo, palabra procedente de caput, 'cabeza' en latín, se refiere aquí a cualquiera de los extremos de una cosa. V. A la postre.

Al freír será el reír (Al freír de los huevos) Usamos este dicho para advertir a alguien de que no debe alegrarse por algo que aún no ha terminado, pues al final puede cambiar la suerte y llevarse una decepción. Está muy contento porque hasta ahora ha aprobado todos los exámenes y ya se cree que ha pasado el curso, pero nos quedan todavía los finales: al freír será el reír. La frase es seguramente la primera parte de un refrán más largo: Al freír será el reír y al pagar será el llorar, es decir, cuando se prepara la comida y cuando se come reina la alegría, pero la cosa cambia a la hora de pagarla. No obstante, se suele contar para explicar el origen del dicho una historieta que tiene todo el aspecto de haber sido creada a posteriori: un ladronzuelo roba una sartén y su dueño, que sabe que está rota en el fondo, deja que el ladrón se vaya mientras le dice: «Al freír será el reír». Una variante del cuento presenta como protagonista a un calderero madrileño de mediados del siglo XVII que, viendo que un comprador le quería pagar con moneda falsa, le vendió una sartén defectuosa. El supuesto timador salió de la tienda riéndose, a lo que el calderero respondió con la frase que nos ocupa. Algunos, siguiendo lo expuesto en El Quijote (cap. 37 de la primera parte), opinan que el dicho se refiere a los huevos, que sólo se sabe si son realmente buenos cuando se fríen. De hecho, existe, aunque se usa menos, la variante al freír de los huevos. Don Quijote en una venta ha destrozado a espadazos unos odres de vino con los que se ha «batido». Sancho, echando mano de sus dichos, intenta convencerlo de que lo que él cree sangre no es sino vino tinto: «[...] y a lo de ser vino tinto la sangre no me engaño, vive Dios, porque los cueros allí están heridos, a la cabecera del lecho de vuestra merced, y el vino tiene hecho un lago en el aposento; y si no, al freír de los huevos se verá, quiero decir que lo verá cuando aquí su merced el señor ventero le pida el menoscabo de todo».

Al maestro, cuchillada (Obra hecha, maestro al pozo) Se usa este dicho cuando quien se considera más hábil o más experto en algo resulta perjudicado o engañado precisamente en aquello que, supuestamente, controla o domina. Fíjate. Es el inspector jefe de policía y este fin de semana le han desvalijado la casa: al maestro, cuchillada. También se usa como forma de referirse a los desagradecidos. Toda la vida ayudándolo, teniendo un montón de atenciones con él y ahora no sólo no se acuerda de mí, sino que encima me desprecia. Al maestro, cuchillada. Para explicar el origen tenemos que pensar seguramente en los maestros de esgrima o en los espadachines reputados, que, pese a su destreza, también resultaban heridos durante las prácticas por sus alumnos —a veces a propósito— o en los combates.

Al pan, pan y al vino, vino [llamar; decir] Decir las cosas claramente, sin tapujos ni disimulos. A mí me gusta llamar al pan, pan, y al vino, vino, y ese programa no es que esté mal: es una auténtica porquería. ¿Alguien es capaz de encontrar sinónimos de pan y de vino? V. Llamar a las cosas por su nombre.

Al paso que vamos… (Al paso que va la burra…) Se dice cuando algún asunto procede con demasiada lentitud. Sí, deberíamos haber terminado la casa el verano pasado, pero al paso que vamos… El paso que aparece en la expresión es el movimiento lento de las caballerías, cuando alzan del suelo las patas alternativamente, sin tener más de una en el aire.

Al pie de la letra [decir; hablar; escribir; copiar; seguir; creer; interpretar] Reproducir, hablando o escribiendo, o creer las palabras de otra persona de forma prácticamente exacta. Yo estaba de broma y dije que Pepe había robado el coche, pero Julia interpretó mis palabras al pie de la letra. Ya existía en latín, con idéntico significado, la locución ad pedem litterae.

Al por mayor (Al por menor) En cantidades grandes o en cantidades pequeñas. Yo nunca compro aceite en el supermercado. Me voy a un almacén donde lo venden al por mayor. Se trata de dos locuciones muy antiguas que prácticamente se usan sólo con los verbos comprar y vender. Los que venden al por mayor, generalmente en almacenes, son mayoristas y los que venden al por menor, en tiendas, minoristas. V. A granel||Al detalle.

Al primer tapón, zurrapas Se emplea esta frase cuando los malos resultados de algo se aprecian desde un principio, cuando algo no empieza bien. Me dijeron que el coche estaba perfectamente revisado, que estaba todo perfecto y al primer tapón, zurrapas: nada más salir a la carretera me deja tirado. Las zurrapas son los sedimentos, la arenilla, las briznas o pelillos que se depositan en el fondo de los depósitos de líquidos. La expresión tiene que ver con el vino y alude literalmente al primer vino, sucio y con zurrapas que sale cuando por primera vez se le quita el tapón a la cuba. Resulta fácil trasladar esto al significado actual.

Al rabo [ir; andar; estar; llevar; tener] Detrás de una persona, bien por instinto de protección, bien por «instinto» de adulación. Fíjate qué pelota es ese tío, siempre al rabo del director... Y lo peor es que no se da cuenta. Las crías de los animales van así, junto al rabo de sus madres o de sus padres, de ahí el sentido de la locución.

Al ralentí Muy despacio. El tenista tenía una lesión y ha tenido que jugar al ralentí. Aún así, ha ganado. La palabra ralentí es un calco de la francesa ralenti, participio pasado del verbo ralentir, 'ir más lento', que se usa para denominar a la mínima velocidad de rotación de un motor. En cinematografía se llama ralentí a la cámara lenta. V. A cámara lenta.

Al retortero [andar; estar; ir; traer; llevar; tener] Sin orden. Sin objetivo fijo. En el caso de andar, la expresión es sinónimo de ir de una parte a otra sin control o sin saber qué hacer. Tengo tanto que hacer que llevo tres o cuatro días andando al retortero, sin saber por dónde empezar ni qué hacer. Con traer significa algo así como marear a una persona, llevarla de un sitio a otro, darle órdenes diferentes... A ver si te aclaras y me dices de una vez qué vestido quieres, porque me traes al retortero, que si vamos a esta tienda, que si a la otra. La palabra tortero o retortero significa 'vuelta sobre el propio eje'. El término procede de otro actualmente en desuso —o mejor, en «deshuso», ya entenderán el chiste—: tortera, que era una pieza redonda que las antiguas hilanderas ponían para fijar el huso en la rueca y que daba vueltas con él. Además, retortero es palabra emparentada con retorcido y con torta, entre otras, y se refiere también a algo redondo, algo que da vueltas.

Al revés te lo digo para que me entiendas Se le dice esta frase, cargada de ironía, a quien ha hecho todo lo contrario de lo que se le dijo. Menos mal que te dije que te pusieras la corbata roja y no la azul... Y tú vas y te pones la azul. Al revés te lo digo, para que me entiendas. Quien esto afirma deduce justamente que, diciendo lo contrario de lo que se piensa, se le entendería.

Al rojo vivo (Al rojo) [estar; ponerse] Se dice que algo está o se está poniendo al rojo vivo cuando está en un momento de sumo interés, cuando está caliente, como el hierro recién retirado del fuego. El partido está al rojo vivo. Faltan dos minutos para que termine y el resultado es de empate a tres. También se usa la locución para definir a alguien que está muy enfadado o exaltado. Cuando me discuten algo en lo que yo tengo razón me pongo al rojo vivo y ya no sé lo que digo. Verbos como quemarse o encenderse, y expresiones como En caliente||Está la cosa que arde||Estar alguien quemado (v.) se usan frecuentemente en la lengua coloquial para indicar enfado o excitación.

Al saber lo llaman suerte Usamos esta expresión para decir que el éxito obtenido por alguien no ha sido suerte o casualidad, como otros pueden pensar. Un tío que ha ganado cuarenta millones en un concurso de preguntas y respuestas de la tele tiene que estar muy preparado, no es sólo fortuna: al saber lo llaman suerte.

Al socaire [estar; ponerse] Al abrigo. Bajo la protección. Cuando vio que estaban a punto de condenarlo, se puso al socaire de sus influyentes amistades y se libró de la cárcel. El término socaire es una antigua voz de origen marinero, quizá de origen portugués, que designaba al paraje a cubierto del viento, al lado opuesto al que soplaba el aire, el que buscaban los barcos para protegerse.

Al tran tran [ir; andar; hacer] Poco a poco. De forma discontinua. Lenta y dificultosamente, A trompicones (v.). La locución parece ser una onomatopeya que podría evocar una marcha lenta, quién sabe si el paso cansino de las viejas locomotoras de vapor. Al tran tran, con muchas dificultades, trabajando cuando y como podía, he conseguido terminar el libro.

Al (buen) tuntún Sin detenerse a reflexionar. De forma fortuita o improvisada. Como no sabía la respuesta, he contestado a las preguntas al buen tuntún. Esta expresión podría proceder —como a bulto— de una mala transcripción de la locución latina ad vultum tuum, 'según te parezca', 'como tú lo veas'. Otras interpretaciones sugieren la simple onomatopeya del golpe —tal vez de los martillazos poco acompasados del herrero que no repara mucho en filigranas— en el origen del dicho y otros hablan de una variante de A bulto (v.).

Al unísono Unánimemente. Sin opiniones discrepantes. Al mismo tiempo. Todos los vecinos, al unísono, protestaron contra la instalación de la antena. El término unísono es 'lo que suena igual'. En música se denomina así al fragmento musical en el que los instrumentos o las voces suenan con el mismo tono. V. A coro.

Al vuelo Muy rápidamente. Literalmente, volando, término que se usa frecuentemente con este mismo significado. Pasé por casa, comí algo al vuelo y me vine para acá rápidamente. V. En un voleo.

Albarda sobre albarda [poner; colocar; ser] Con esta locución se critica el comportamiento de quien hace o repite lo mismo de forma torpe e innecesaria. Sabes que el picante te sienta mal. Ayer comiste callos y te dolió el estómago y hoy, albarda sobre albarda, te metes una cazuela de gambas al ajillo. Muchas veces se emplea para criticar redundancias o pleonasmos en la conversación o en la escritura: Decir que la ley fue aprobada por unanimidad total y absoluta es poner albarda sobre albarda. La albarda es la pieza principal del aparejo de las caballerías de carga, burros o mulos, formada por dos almohadas, que se coloca sobre el lomo del animal. Es imposible, como puede imaginarse, colocar una albarda sobre otra. La expresión está emparentada con algunos refranes que se usan en situaciones parecidas: Albarda sobre albarda, una por (para) la barriga y otra por (para) la espalda; Albarda sobre albarda y, sobre las albardas, un borrico.

Alborotarse/revolverse el gallinero (Ser algo un gallinero) Organizarse una situación tumultuosa y confusa. La reunión estuvo tranquila hasta que el cantante bajó del escenario y se acercó al público. Entonces se alborotó el gallinero y a punto estuvo de suceder una desgracia. Cierto es que el gallinero puede tomarse en sentido literal, pues no deja de ser un lugar ruidoso y alborotado (v. Armarse un cacao), pero da toda la impresión de que aquí estamos ante la acepción de gallinero —derivada del primer significado— entendido como 'paraíso o cazuela del teatro', el lugar donde se acomodaban las personas de menos poder adquisitivo y todos los que iban a provocar revueltas y a armar el mayor ruido posible para boicotear la representación (v. Derecho al pataleo||El corral de la Pacheca). Aún hoy llamamos gallinero a los pisos superiores de algunos teatros o cines. V. ¡Cómo está el patio!||De cara a la galería.

Alegrársele a alguien la(s) pajarilla(s) Ponerse alguien muy contento. Hoy estaba triste, como el día, pero en cuanto la he visto se me han alegrado las pajarillas y me ha cambiado el ánimo. Pese a lo que pudiera parecer, la frase no tiene ninguna connotación sexual. Antiguamente se llamaba pajarilla o pajarillas al bazo, órgano en el que, según la tradición clásica y escolástica, se creía que se alojaban los fluidos corporales, o humores, que provocaban la melancolía y la amargura. Si las pajarillas se alegran, estos estados se transforman en alegría y buen humor. V. Coger una pájara||Tener agallas (hígados).

Algo tendrá el agua cuando la bendicen Usamos este dicho para indicar que algo o alguien considerado negativo o insulso tiene algo positivo o de interés. Todo el mundo dice que es estúpido y nadie se explica cómo puede haber llegado a un puesto de tanta responsabilidad. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. ¿Hay algo más incoloro, inodoro e insípido que el agua? Y, sin embargo, se bendice y pasa a ser un elemento fundamental en muchos ritos religiosos.

¡Allá películas! (¡Allá cuidados!||¡Allá penas y cuidados!) Expresión con la que una persona indica que se desentiende de algo, que declina su responsabilidad, sus cuidados, que no se siente protagonista de una determinada historia, o de una determinada «película». El significado es parecido al de ¡A mí, plin! (v.). Yo ya te he dicho que no me parece bien que vayas a esa discoteca; si luego tú decides ir y pasa cualquier cosa, ¡allá películas!

Allá va Sancho con su rocín Se usa esta frase para zaherir a dos personas que van siempre juntas. Ahí lo tienes, con la novia siempre pegada a él, que no lo suelta ni un segundo. Allá va Sancho con su rocín. Pudiera parecer que el dicho es alusivo a Sancho Panza y que, por tanto, se origina en El Quijote, pero ya está documentado, con la forma Fallado ha Sancho su rocino, en los Refranes que dicen las viejas tras el fuego del Marqués de Santillana (1398-1458). Sancho era uno de los nombres paradigmáticos de la gente sencilla, de campo.

Allá van leyes, do quieren reyes Con esta expresión se da a entender que la ley es fácilmente manipulable según quien la aplique, algo así como 'la ley va donde quiere el que manda' o 'el poderoso se hace la ley a su medida'. Se cuenta que Alfonso VI, rey de Castilla y de León, el del Cantar de Mio Cid, dispuso que se abandonara el rito gótico o mozárabe para decir misa y se adoptara el romano. El clero no lo aceptó y el rey decidió que se organizase un combate entre dos caballeros: uno lucharía a favor del rito romano y otro a favor del mozárabe. Ganó quien luchaba a favor del mozárabe. A pesar de todo, se hizo otra prueba: a una hoguera se arrojaron dos misales, el romano y el mozárabe; el mozárabe resultó indemne y el romano ardió por completo. Aunque las pruebas eran favorables al rito mozárabe, el rey se dejó de experimentos y, presionado por el papa Gregorio VII, instauró definitivamente el rito romano, ante lo que los clérigos partidarios del mozárabe, especialmente los toledanos, exclamaron «Allá van leyes, do (donde) quieren reyes». Esto sucedía en 1078.

Alucinar en colores Sorprenderse o extrañarse sobremanera, sea por razones positivas o negativas. Yo nunca pensé que Carlos, que parece tan tranquilo, iba a ponerse a dar voces de esta manera. Te juro que aluciné en colores con su comportamiento./De verdad que no he estudiado nada. Alucino en colores con el sobresaliente que me han dado. La expresión es propia del lenguaje juvenil y está claramente relacionada con el efecto que producen algunas drogas, en especial las sustancias psicotrópicas: la alucinación. Obviamente quien alucina, como quien sueña, en colores lo hace en mayor medida.

Alzar el gallo Levantar alguien la voz, especialmente cuando se enfada. Podemos discutir lo que quieras, pero, en cuanto vea que me alzas el gallo, cojo y me voy. El gallo es aquí el gorgorito que sale de la garganta de quien pretende gritar y que, igual que el de los malos cantantes, nos recuerda el kikirikí del ave.

Amor platónico Amor espiritual, intelectual, inalcanzable y, por tanto, nunca físico. Los tiempos cambian, los modelos de hombre y de mujer también. ¡Pero un pedazo de mujer como Sofía Loren…! Fue, es y será siempre mi amor platónico. Estamos ante el tipo de amor expuesto por Platón en sus Diálogos —de ahí la locución— y el seguido fielmente por los caballeros renacentistas, hasta tal punto que, quien rompía las reglas del juego y sobrepasaba el listón de lo espiritual para alcanzar lo físico, pagaba con su vida, como el Calisto de La Celestina, por ejemplo.

Ancha es Castilla Se emplea esta expresión para dar a entender que alguien tiene libertad —o se la toma— para hacer lo que le venga en gana, sin límites ni fronteras, como no tiene límites ni fronteras la grande y ancha tierra castellana. Tú siempre haces lo que te da la gana, para ti ancha es Castilla y no te importa nada lo que piensen los demás de tu comportamiento. El dicho completo, al parecer originado durante las épocas de la repoblación de la meseta (siglos X-XII), rezaba: «Ancha es Castilla, y el rey paga», y seguramente aludía, aparte de a la extensión del terreno, a los beneficios económicos y de otro tipo que se obtenían al repoblar las tierras que iban quedando desiertas tras la reconquista a los musulmanes.

Andando/arreando, que es gerundio Y claro que es gerundio, ¿pero por qué se lo recordamos a una persona cuando queremos decirle que hay que irse de un lugar o comenzar a hacer algo? Son ya las doce, así que, andando, que es gerundio, que mañana hay que levantarse pronto. Para explicar el origen del dicho se cuenta el chascarrillo del campesino que mandó a su hijo, más bien corto de entendederas, a estudiar a Salamanca, pero el pobre muchacho apenas cogió un leve barniz de ciencia en su estancia en el estudio salmantino. Un día su padre le ordenó que sacara al burro del establo y lo llevara al campo. Tal vez intentando sacarle alguna utilidad práctica a lo aprendido, cuentan que conducía al animal por las calles del pueblo al grito de: «Arreando, que es gerundio». No está mal recordar aquí que el excesivo uso del gerundio no es nada recomendable pues, aparte de llevarnos a cometer considerables errores gramaticales y de ser causa de ambigüedades («Vi a Luis entrando en el banco». ¿Quién entraba?), lleva con frecuencia a la afectación y a la cursilería; no en vano, el padre José Francisco de Isla (1703-1781) llamó Fray Gerundio a su ridículo predicador, modelo de los que mucho hablan y nada dicen, protagonista de su novela Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes. Por cierto, tan unida está esta coletilla gramatical a la orden de ponerse en marcha que a veces se dice todo uno, como si la palabra gerundio también significara salir o marcharse y se oyen curiosidades como nos vamos, que es gerundio.

Andar/estar/ir a (la caza de) grillos Emplear el tiempo en hacer cosas inútiles o de poca importancia, de las que no se saca ningún beneficio. Dices que te pasas todo el día estudiando, pero a mí me parece que andas todo el día por ahí, a la caza de grillos, haciendo tonterías. Existe una antigua fábula, de la que seguramente proviene el dicho, que cuenta las desventuras de una zorra que, teniéndose por muy astuta y considerándolos presa fácil, salió a cazar grillos y, como los oía por todas partes, no sólo perdió el tiempo y no consiguió atrapar a ninguno, sino que, encima, se volvió loca con tanto «cri-cri». Un antiguo refrán, posiblemente originado en la fábula, recogido en las compilaciones de Hernán Núñez (Pinciano) (1475-1553) nos advierte de que cuando la zorra anda a la caza de grillos no hay ni para ella ni para sus hijos.

Andar(se)/estar a la flor del berro Usamos esta antigua frase para hablar de alguien demasiado amigo de las diversiones y los placeres y poco ocupado en asuntos serios. A ver cuándo haces algo de provecho; con tu edad ya va siendo hora de que dejes de andar a la flor del berro. El berro es una planta de la que sólo se come la hoja. La flor, blanca y pequeña, no tiene ninguna utilidad.

Andar a las dos menos diez/a las dos y diez/a las tres menos cuarto Caminar con los pies abiertos en ángulo, con las puntas hacia fuera. Así suelen andar quienes tienen los pies planos. Es un tipo alto, descompuesto, anda a las dos menos diez, pero es un grandísimo futbolista. Si nos imaginamos que cada pie es una manecilla del reloj, la explicación está clara. Eso sí, quien anda a las tres menos cuarto puede tener algún que otro problema de equilibrio...

Andar(se)/estar/mirar con cien/mil ojos (Tener cien/mil ojos||Andar(se) con ojo/con mucho ojo) (Tener(mucho)ojo/ojito) (Tener/andar con más ojos que Argos) Prestar mucha atención. Tener precaución. Todas estas expresiones están relacionadas con un personaje de la mitología griega, Argos Panoptes, el que todo lo ve, el gigante que acabó con el fiero toro que atemorizaba a toda la Arcadia. Argos estaba despierto y dormido al mismo tiempo, pues tenía cien ojos, de los que cincuenta se mantenían siempre abiertos y los otros cincuenta cerrados. Cuenta la leyenda que Hera le encargó que cuidara a una vaca blanca, que era en realidad Io, una ninfa sacerdotisa de su templo, amante de Zeus, a quien el dios supremo había dado esa forma para que la propia Hera no la descubriera. Hera ordenó a Argos que vigilara a la vaca para que nadie se le acercara, y menos aún Zeus, pero este pidió a Hermes que rescatara a la ninfa. El mentiroso Hermes contó a Argos una aburridísima historia que acabó haciéndole cerrar los cien ojos, momento que aprovechó para matarlo. Conmovida, Hera quiso perpetuar los cien ojos de su fiel guardián y los colocó en las colas de los pavos reales. Por esta carretera hay que andarse con cien ojos, porque es muy estrecha y hay poca visibilidad.|No le des mucha confianza a Carlos, con él tienes que andar con cien ojos, porque puede aprovechar cualquier cosa que digas para causarte problemas. V. Abrir los ojos.

Andar/pillar/coger con el pie/paso cambiado (Tener/llevar el pie/el paso cambiado) Sorprender a alguien con algo que no esperaba, como sorprende la pelota al jugador de tenis o al portero de fútbol cuando se la tiran al lado contrario del que él pensaba, hasta el punto de haber iniciado el movimiento hacia el lugar equivocado. Realmente no sé que decir. Me pillas con el paso cambiado. Yo lo último que me esperaba es que fueras a enfadarte con el regalo. Al fin y al cabo es una broma. Posiblemente el origen de la frase esté en los pasos de la danza. V. A contrapié||A contramano.

Andar(se)/venir con melindres (Tener/hacer melindres||Ser melindroso) Ser demasiado ceremonioso o tímido. Mostrar excesiva educación o afectación cuando no es necesario. Venga, no andes con melindres y dile abiertamente la verdad: es lo mejor. El melindre es un pastelillo que suele hacerse con harina y miel, aunque admite otras variedades, con huevo y azúcar, por ejemplo. Quien anda con melindres dulcifica en exceso su forma de actuar.

Andar/venir con pamplinas (¡No me vengas con pamplinas!||¡Déjate de pamplinas!) Poner excusas que nadie se cree. Que si el despertador; que si el autobús se retrasó; que si el colegio de los niños... Tú siempre andas con pamplinas. El caso es que nunca vienes a trabajar a la hora. Mostrar asco o desagrado. Pues filete de ternera, ¿qué va a ser si no? No sé por qué andas con tantas pamplinas a la hora de comer. Pones una cara que parece que estás comiendo qué se yo. Cosa de poca importancia o de escasa utilidad. Venga, déjate ya de pamplinas, que ya tendremos tiempo de rematar los bordes de las puertas. Vamos a lo importante, que es pintar la habitación. La pamplina es una planta, también llamada oreja de ratón, que crece en los sembrados y que resulta molesta e inútil para el agricultor, de aquí el significado de las locuciones. Hay, no obstante, una variedad de pamplina, conocida como maruja o lenteja de agua, que vive cerca de los regatos y en lugares húmedos y que se come en ensalada.

Andar/ir con pies de plomo (Tener los pies de plomo) ¿Se imaginan caminar con zapatos de plomo? Andaríamos despacio, con movimientos lentos y pisando fuertemente. Por eso, por esa forma de caminar y de asegurar la pisada, la expresión es sinónima de tener cuidado, de actuar con precaución. La situación familiar es complicada y hay que andar con pies de plomo y darles la razón un poco a todos para no herir a nadie.

Andar(se) con tapujos (Dejarse de tapujos) Intentar ocultar alguna acción o suceso. No decir la verdad. No hablar con claridad. Vamos a ver si de una vez por todas me cuentas qué pasó con Luis la semana pasada. Y no te andes con tapujos, como siempre, porque el asunto sólo se puede arreglar si hablamos todos claramente. Se llamaba tapujo, palabra derivada de tapar, al embozo de la capa, con el que la gente se cubría el rostro para no ser conocida.

Andar(se)/venir con zarandajas (Dejarse de zarandajas) Contar nimiedades. Hablar de asuntos intrascendentes. Llevar a cabo acciones tontas o inútiles. Siempre andas con zarandajas y te olvidas de lo más importante. Yo no quiero saber cómo está hecho un ordenador por dentro. Necesito saber cómo funciona. Las zarandajas son cosas sin valor, desechos. En Argentina se denomina así a los desperdicios de las reses. La palabra se usaba en el siglo XV para referirse a los granos o semillas con los que se alimentaba al ganado. Antes, en el siglo XIII, designaba a los granos o frutos tardíos y, por tanto, inservibles para la siembra y para el consumo humano y aquí es donde podemos encontrar el rastro etimológico de zarandaja, que podría ser un derivado del adjetivo latino regional serondo, 'tardío', originado en la forma clásica serutinus, de idéntico significado. Es más que posible que hubiera un cruce con zaranda, 'ruido, confusión', vocablo antiquísimo de origen incierto.

Andar/ir de cabeza/coronilla Actuar de forma desordenada o acelerada, lo que normalmente es debido al exceso de actividad, a una actividad que provoca tal descontrol que la cabeza parece intercambiar su posición con los pies. Llevo una temporada que entre el trabajo y los niños ando de cabeza y no tengo ni un segundo libre para mí. Podría ser que la expresión Andar de coronilla, de la que habría salido Andar de cabeza, tuviera que ver con las monedas llamadas coronillas, pequeñas coronas, minúsculas piezas de oro en curso durante el reinado de los primeros Borbones, y que cuando se caían eran prácticamente imposibles de encontrar por los botes que daban y lo que corrían. Algunas interpretaciones asocian la frase a la iconografía clásica, en la que los condenados al fuego eterno se suelen representar cayendo de cabeza a las profundidades infernales (v. Ir de culo||Ir de cráneo). Otros sostienen que se refiere al mundo de los acróbatas y saltimbanquis, quienes, literalmente, hacen muchos de sus ejercicios apoyando la cabeza en el suelo para mantener el equilibrio o dar giros.

Andar más que la perra de Calahorra Usamos esta frase para indicar que alguien ha tenido que caminar mucho para conseguir algo. Anda que me he vuelto loco para encontrar tu casa. He tenido que andar más que la perra de Calahorra. La frase parece haberse originado en un curioso suceso que tuvo lugar en la villa riojana de Calahorra. Una familia calagurritana se trasladó a Logroño y dejó abandonada a una perra preñada. El animal, según dicen, parió siete cachorros y, sujetándolos con la boca, los fue trasladando uno a uno a Logroño, a casa de la familia. Si consideramos que entre Calahorra y Logroño hay aproximadamente cuarenta y cinco kilómetros resulta que la perra recorrió unos 585 kilómetros.

Andar/ir pisando huevos Caminar lentamente, o mejor, con una lentitud desesperante. Son las ocho menos cinco, hemos quedado a las ocho y tú, como siempre, andas pisando huevos. Imagínense una calle empedrada con huevos y a alguien que camina intentando no romperlos al pisar. No hacen falta más explicaciones. V. Ir desempedrando calles.

Andarse con chiquitas V. No andarse con chiquitas.

Andarse/andar/irse por las ramas Divagar. Perderse en explicaciones que no vienen al caso y olvidarse de lo más importante. Pero bueno, ¿Carlos Jesús tiene novia o no? Cuéntamelo todo y no te andes por las ramas. O, lo que es lo mismo, saltar de un árbol (rodeo) a otro (otro rodeo) sin decidirse a bajar a tierra (explicación clara). Esta frase se usa mucho en forma negativa.

Ande yo caliente y ríase la gente Con esta frase queremos indicar que los comentarios o críticas de otros no nos afectan. Todos se ríen de mi coche: que si tiene muchos años, que si es feísimo, que si es de viejo... A mí, mientras funcione... Ande yo caliente, y ríase la gente. Se trata de un antiguo refrán que fue popularizado por el gran poeta cordobés Luis de Góngora (1560-1627) en una de sus más conocidas letrillas (Ándeme yo caliente y ríase la gente), en la que ejemplifica perfectamente el significado de la frase. He aquí la estrofa más conocida:

«Coma en dorada vajilla

el Príncipe mil cuidados,

como píldoras dorados;*

que yo en mi pobre mesilla

quiero más una morcilla

que en el asador reviente,

y ríase la gente».

*V. Dorar la píldora.

¡Ángela María! Usamos esta exclamación para mostrar asombro o sorpresa. ¿Ciento veinte euros vale ese librito? ¡Ángela María! Ni que las hojas fueran de pan de oro. En realidad deberíamos decir «¡Ángel a María!», pues seguramente el dicho tiene que ver con el asombro de la Virgen María cuando el Ángel (el Arcángel Gabriel) le anunció que iba a concebir al Hijo de Dios (Lucas, I-26 y ss.): «El Ángel del Señor anunció a María», dice el Ángelus. Ha sido un curioso fenómeno de fonética sintáctica (las palabras no se dividen igual cuando hablamos que cuando escribimos) lo que ha generado el aparentemente inexplicable nombre de mujer.

¡Antes morir que perder la vida! Se dice esta absurda y divertida frase cuando, en determinada situación, no hay más remedio que hacer algo, sean cuales sean las consecuencias. Vale como decir «sí o sí». Si intentamos defendernos nos van a meter un montón de goles; si atacamos, lo mismo, así que, al ataque. ¡Antes morir que perder la vida!

Año sabático Se llama así al año en el que se deja momentáneamente el trabajo habitual para descansar o para dedicarse a otros asuntos. Estoy ya un poco cansado de dar clase. Creo que el año que viene me voy a tomar un año sabático para dedicarme a leer y a escribir unos cuantos artículos que tengo pendientes. La costumbre está muy extendida en países anglosajones, en especial entre los profesores universitarios, que durante este tiempo se dedican a estudiar o a la investigación. El año sabático estaba previsto en la ley hebrea, que, siguiendo los dictados de Moisés, (Éxodo, XXII, 10-12), prescribía que, después de seis años de cosechas, se dejara la tierra un año en reposo. Durante este periodo no se trabajaba en los campos, no se pagaban tributos, se condonaban deudas y se liberaba a los esclavos. Cada siete años sabáticos, es decir, cada 50 años, se celebraba un jubileo. La palabra sabático, como sábado, proviene de la hebrea sabbath, 'descanso semanal'. No olvidemos que en la religión judía el sabbath, el día sagrado, es el séptimo día, pues la semana empieza el domingo.

¡Apaga y vámonos! Cuando ya no hay nada más que decir o que hacer, o cuando algo ya está terminado, empleamos esta expresión, que es la versión reducida del dicho apaga y vámonos, que ya está la misa dicha. Me queda sólo un examen, así que como lo suspenda, apaga y vámonos. Es opinión general que el dicho procede de un chascarrillo andaluz que, según don José María Sbarbi, tuvo lugar en el pueblecito de Pitres, en La Alpujarra de Granada. Dos sacerdotes cruzaron una apuesta para ver quién decía la misa en menos tiempo, aunque algunos afirman que se trataba de una especie de oposición para acceder a una capellanía militar, oficio que, como se sabe, requiere celeridad y diligencia. Fuera como fuera, el caso es que el primero empezó directamente por el final y dijo Ite, misa est ('marchad, la misa está terminada'), a lo que el segundo respondió diciendo al monaguillo apaga (las velas) y vámonos. Eso sí, no sabemos quién ganó la apuesta o la plaza. V. Pon la jota y vámonos.

Apagar fuegos (Ser el/un apagafuegos) (Hacer de apagafuegos) Solucionar problemas difíciles o situaciones comprometidas, clara referencia a la labor de los bomberos. Carlos tiene mucho tacto. Siempre se encarga él de apagar los fuegos que surgen en la empresa: que si los sindicatos, que si las envidias entre los empleados…

Aparecérsele a alguien la Virgen (La Virgen sólo se les aparece a los tontos y a los pastores) Tener alguien muchísima suerte y especialmente cuando estaba en una situación extrema. Resulta casi casi un milagro. A este se le ha aparecido la Virgen. Parado, cinco hijos y le ha tocado la primitiva. Relacionada con ésta, hay otra expresión, cargada de escepticismo, y propia de los que confían en cualquier cosa menos en la suerte: La Virgen sólo se les aparece a los tontos y a los pastores. Gustos hay para todo, como se ve. V. Venir Dios a ver a alguien.

Aplicarse el cuento Tomar ejemplo de un hecho sucedido a otra persona o en otro momento. Ya has visto lo que le ha pasado a Carlos por ir como un loco con el coche: tres semanas de hospital y dos años sin carné, así que aplícate el cuento y ten un poco de cuidado. La frase parece remitirnos a la moraleja, la enseñanza moral, de las fábulas y cuentos. Cuento es aquí sinónimo de relato. V. Aprender la lección.

Apostar/jugar a caballo ganador/perdedor Tomar parte en algo, implicarse en algún asunto o negocio sabiendo de antemano que el resultado va a ser positivo. Hoy día estudiar informática es apostar a caballo ganador porque la carrera tiene un montón de salida. Apostar a caballo perdedor es, logicamente, tomar excesivos riesgos en algo. Quien apuesta en las carreras de caballos a los favoritos, claro está que tiene más posibilidades de acertar, aunque también de recibir menos dinero.

Aprender(se)/saberse la lección (Tener la lección bien aprendida) Al igual que Aplicarse el cuento (v.) significa 'sacar provecho de algo que nos ha sucedido con anterioridad o que le ha ocurrido a otra persona'. Se usa, por lo general, para hacer referencia a acciones negativas. Lo has pasado mal con esa bronquitis de caballo, ¿a que sí? Pues espero que de una vez por todas hayas aprendido la lección y dejes de fumar. Antes, cuando los maestros tenían palmeta y tiraban de las orejas, el estudiante que no llevaba bien aprendida la lección a clase solía, en vista del castigo recibido, aprendérsela al dedillo para el día siguiente.

Apretar los dientes/puños Intentar animarse cuando hay problemas. Hacer fuerza en las situaciones complicadas. La frase se usa tanto en sentido real: El atleta fue superado por su rival en la recta de llegada, pero no se desanimó, apretó los dientes y consiguió entrar en primera posición, como figurado: Ahora estamos en el peor momento desde que abrimos la tienda. Las grandes superficies nos están matando. Pero bueno, qué le vamos a hacer, hay que apretar los dientes y seguir adelante. Cuando una persona intenta aplicar toda la fuerza de la que dispone, contrae los músculos de la cara y aprieta los dientes, además cierra con fuerza las manos en un gesto de rabia y de ánimo. V. Enseñar los dientes.

Apretarle a alguien las clavijas/las tuercas/los tornillos/los cordeles Es, más o menos, como Ajustarle a alguien las cuentas (v.): hacer de «servicio técnico» de otra persona y apretarle esas piezas que tiene sueltas para que funcione mejor; pedirle seriedad, exigirle que cumpla con su obligación. El acto puede ser más o menos doloroso, pero suele ser necesario. Este niño cada día es más desobediente, voy a tener que apretarle un poco las clavijas. Las clavijas, las tuercas y los tornillos bien podrían referirse a las que sirven para afinar algunos instrumentos musicales, como la guitarra. Al apretar las clavijas el instrumento (la persona) suena (se comporta) mejor. No obstante, no podemos aparcar la idea de que la frase tenga que ver con aquellos siniestros instrumentos de tortura inquisitoriales en los que se ataba al reo a un potro y, mediante clavijas y tuercas, se retorcían las sogas o se tensaban las cuerdas hasta prácticamente descoyuntarle los miembros. Es, más o menos, la forma de funcionamiento del garrote vil, en este caso aplicado al cuello. Se explicaría así la aparición de los cordeles.

Apretarse/ajustarse el cinturón Contener el gasto. Ahorrar. El ministro anunció que en los próximos años va a haber que apretarse el cinturón. En épocas de crisis se come menos. Si se come menos, se adelgaza. Si se adelgaza, el cinturón queda grande. Si queda grande, hay que apretarlo... Lógico, ¿no? Algunos creen, no obstante, que la expresión se debe al hecho de que el dolor de estómago, debido en este caso al hambre, se alivia haciendo presión sobre él.

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid... Usamos esta curiosa frase para indicar que vamos a hablar, o que alguien habla, de algo que no tiene nada que ver con lo que se está tratando. Bueno, ahora que estáis todos contentos porque mañana no hay clase, yo, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, os voy a decir cuándo van a salir las fechas de los exámenes. El origen de la frase está muy oscuro. Podría ser que se extendiera durante el siglo XVI, época en la que Valladolid fue capital del Reino, hasta que en 1560 Felipe II trasladó la corte a Madrid, para dar a entender que una ciudad tan importante tenía, sin embargo, un río tan escaso. Con la falta de correspondencia entre el gran esplendor de la capital y la poca importancia de su río explicaríamos el significado del dicho; aunque, claro, por lo mismo y con más razón, deberíamos decir «Aprovechando que el Manzanares pasa por Madrid...».

Apuntarse a un bombardeo Aplicamos este irónico dicho a quien, con tal de sacar provecho o de figurar, participa en cualquier evento o acepta cualquier invitación, aunque, a priori, pudiera ser desagradable o perjudicial para él. La hipérbole no requiere mayor explicación. Tú no te pierdes una fiesta ni un sarao, a la hora que sea, lo organice quien lo organice. Te apuntas a un bombardeo. Suponemos que el individuo en cuestión sería el bombardeado, no el bombardeador, aunque ninguna de las dos circunstancias son plato de gusto, la verdad.

Apuntarse un tanto/todos los tantos Tener un acierto. Contraer algún mérito. Tenías tú razón. Esos dos no han durado juntos ni un mes. Apúntate un tanto. Es lo que hace el jugador de cartas cuando, en algunos juegos, apunta en un papel el punto o tanto que gana. V. Estar al tanto.

Apuñalar a alguien por la espalda/por detrás Traicionar gravemente a alguien. Me esperaba cualquier cosa de él, menos que me apuñalara por la espalda. ¿Cómo iba a pensar yo que mi socio, mi mejor amigo, huyera con todo el dinero de la empresa? Quien apuñala por la espalda, aparte de actuar cobarde y alevosamente, no se deja ver y, por lo tanto, priva a la víctima de la posibilidad de defenderse. V. Guardarse las espaldas||Puñalada trapera.

Apurar/beber(se) el cáliz hasta las heces Sufrir todo tipo de penalidades. Pasar por grandes sufrimientos. A partir de ahora todo le tiene que ir bien, porque ya ha sufrido bastante. Ha apurado el cáliz hasta las heces: separación, muertes, ruina... ¡Pobre hombre! La frase, un tanto arcaizante, se asienta en el episodio evangélico de Getsemaní, cuando un ángel recoge en un cáliz el sudor y la sangre de Cristo, que, más humano que nunca, se cuestiona el porqué de los sufrimientos que le esperan y grita «Padre, aparta de mí este cáliz». (Mateo, XXVI, 39; Marcos, X, 38 y XIV, 36 y Lucas, XXII, 42). Las heces son, aparte de los excrementos, los residuos o sedimentos que quedan en el fondo de un recipiente que ha contenido un líquido, en este caso, la copa. La expresión Hasta las heces significa en este contexto 'hasta lo más desagradable'.

Aquí hay gato encerrado La expresión quiere decir que, como explicación de algún hecho, existe una razón oculta o secreta que no se nos quiere desvelar: ¿Por qué no querrá verme Pepita? A ver si va a ser que me está engañando con otro. Me parece a mí que aquí hay gato encerrado. Allá por los siglos XVI y XVII era costumbre guardar el dinero en gatos, o lo que es lo mismo, en bolsas hechas con piel de gato. A los avaros incluso se los llamaba atagatos. Esas bolsas, a su vez, se escondían, se encerraban cuidadosamente, de aquí el origen de la expresión. Es reseñable y curioso el hecho de que en esa época a los ladrones se les llamase también gatos, por ser precisamente una de sus ocupaciones robar las bolsas de pellejo de gato. Pablos, el Buscón de Quevedo (1580-1645), nos cuenta en el capítulo segundo: «Otro decía que a mi padre le habían llevado a su casa para que la limpiara de ratones, por llamarle gato. Unos me decían ¡zape! cuando pasaba y otros ¡miz!». V. De noche todos los gatos son pardos.

Aquí muere/morirá/muera Sansón con/y todos los/sus filisteos (¡Muera yo con los filisteos!) Decimos esta frase cuando estamos firmemente resueltos a llevar a cabo una acción, sin pararnos a pensar en las consecuencias negativas que nos pueda acarrear. Ya lo he decidido: nos compramos el coche nuevo y aquí muere Sansón con todos los filisteos. Evidentemente, nos referimos a Sansón, duodécimo juez de Israel, cuya historia se cuenta en el Libro de los jueces del Antiguo Testamento (XVI, 23-31). Personaje de gran sabiduría y de increíble fuerza física —se cuenta que despedazó un león con sus manos y que liquidó el solo mil filisteos, sus más encarnizados enemigos, usando como arma una quijada de asno—, acabó cayendo, cómo no, en las redes de los encantos femeninos. Sin importarle que fuera filistea, se casó con Dalila, quien, enterada de que la fuerza de su marido residía en los largos cabellos, le cortó las siete trenzas mientras dormía. Sansón fue hecho preso por los filisteos, que lo cegaron y lo llevaron al templo de su dios Dagón para someterlo a todo tipo de escarnios. Allí lo encadenaron a las columnas que sostenían el edificio, seguros de que ya no podría liberarse, pero Sansón le pidió a Dios que, por un momento, de devolviera la fuerza y al grito de «¡Muera yo con los filisteos!» empujó las columnas hasta derribar el templo, bajo cuyos escombros, con todos los filisteos, pereció sepultado.

Aquí no hay cáscaras (No hay más cáscaras) No hay otra solución posible. No hay que darle más vueltas a algún asunto. O, lo que es lo mismo, no hay que darle más vueltas, no hay que «pelarlo», porque no tiene cáscara. Tienes que coger esa carretera llena de baches, pero no hay otra forma de llegar a mi pueblo; no hay más cáscaras.

Aquí te pillo/cojo, aquí te mato Expresamos con esta frase la necesidad de aprovechar inmediatamente una ocasión favorable o una oportunidad que se nos presenta sin esperarla. Pasaba por la zapatería y me dije: «aquí te pillo, aquí te mato». Entré y me compré los zapatos.|Llevaba mucho tiempo queriendo invitar a Lucía a cenar, ya sabes..., pero la vi en el supermercado y, aquí te pillo aquí te mato, le dije que si quería salir conmigo. Está poco claro el origen de la expresión, aunque bien podría tener relación con la caza, en alusión a la presa que aparece sin esperarla y que se pone a tiro.

Arar/cavar en el mar (Hacer/ser/trazar una raya en el agua) Intentar empresas inútiles o imposibles. Es una tontería que intentes convencerlo de que tiene que estudiar. Yo lo llevo haciendo diez años y ya ves el resultado. Es como arar en el mar. No hay que dar más explicaciones, aunque el protagonista de la obra de Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), Cañas y barro, consiguió convertir una laguna en fértiles tierras de cultivo a fuerza de espuertas de tierra. La frase hacer una raya en el agua aparece ya en La Celestina (Tercer auto). Dice Elicia: «¡Santiguarme quiero, Sempronio! ¡Quiero hacer una raya en el agua! ¿Qué novedad es ésta, venir hoy acá dos veces?» V. Predicar en el desierto.

Arder Troya (Arda Troya||Ya puede arder Troya||Aquí/ahí/allí fue Troya||Arder Roma) Se aplica esta expresión cuando sucede un gran escándalo o confusión o tiene lugar una gran pelea. Habían mezclado a los hinchas de los dos equipos y, claro, ardió Troya. Empleamos Arda Troya cuando no nos importan las consecuencias de algo, por muy negativas que sean. Yo voy a cambiar de trabajo. Ahí os quedáis, con todos vuestros enfrentamientos. Arda Troya, que a mí me da igual. La expresión Fue troya se usa, generalmente, en las mismas situaciones que Arder Troya, aunque a veces indica que algo, hoy destruido y olvidado, fue en tiempos importante y esplendoroso: Fíjate en esas ruinas... Pues aquí antes fue Troya, porque en este lugar se levantaba una de las iglesias románicas más hermosas de Europa. En este sentido, podemos citar el título de un soneto de Quevedo (1580-1645) en el que el autor, con magistral y cruel pluma, describe a una vieja bruja: Pinta el aquí fue Troya de la hermosura. Todas las expresiones se refieren a la guerra de Troya, ciudad del Asia Menor (actual Turquía), atacada por los griegos, según la Mitología, para liberar a Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta, que había sido raptada por el príncipe Paris (v. La manzana de la discordia), hijo del rey troyano Príamo. Al parecer, se trató, como en tantos otros casos, de una guerra desatada por motivos comerciales, pues los troyanos controlaban, imponiendo fuertes aranceles, el paso de mercancías por mar a través del estrecho de los Dardanelos, puerta oriental del Mediterráneo. Tras diez años de asedio (1193-1184 a. C.), los griegos consiguieron introducirse en la ciudad con una estratagema ideada por Agamenón: un gran caballo hueco de madera con «sorpresa» ofrecido a los troyanos en son de supuesta paz, pues dentro del caballo entraron varios soldados que consiguieron reducir a los centinelas y abrir las puertas. Los troyanos fueron pasados por las armas y la ciudad fue pasto de las llamas. Troya permaneció oculta hasta que en 1870 el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann (1822-1890) descubrió las ruinas, misión a la que prácticamente había consagrado su vida. En esta guerra tomaron parte diversos personajes cuyas hazañas ocupan lugar preferente en la Mitología y en la Literatura: Aquiles (v. El talón de Aquiles), Héctor, Patroclo, Eneas... La guerra de Troya se narra en la Ilíada, de Homero (s. IX? a. C.) y en el libro III de la Eneida, de Virgilio (70-19 a. C.). Por lo que se refiere a la expresión Arder Roma, tiene que ver con el más conocido incendio de la capital imperial, el que tuvo lugar la noche del 18 al 19 de julio del año 64, atribuido falsamente al emperador Nerón, que no estaba contemplando cómo el fuego devoraba la ciudad más espléndida del mundo mientras tañía la lira, sino descansando en su villa natal de Antium, a muchos kilómetros de allí. El bulo fue difundido por la tradición historiográfica cristiana, pues los cristianos, hasta entonces practicantes de una religión oriental poco importante y una de las muchas que existían en el Imperio, fueron acusados por Nerón, para librarse de las sospechas de pirómano que crecían entre el pueblo, de ser los responsables del trágico siniestro.

Ares y mares [tener; hacer; contar] Gran cantidad. Abundancia. Siempre está hablando de dinero. Se ve que tiene ares y mares. A veces se usa con el significado de 'prodigios, cosas increíbles y maravillosas'. Tengo muchas ganas de ir a Egipto, porque todo el mundo que ha ido viene contando ares y mares. La expresión está calcada de la portuguesa Ares e mares ('aires y mares'). No cabe duda de que tanto el aire como el mar son símbolo de inmensidad, de lo que nunca se acaba, de lo incontable. De inmenso a fantástico o prodigioso hay apenas un paso.

Armado hasta los dientes [estar; ir] Con gran cantidad de armamento. La verdad es que fue un poco ridículo ver a aquel montón de soldados armados hasta los dientes para sacar de la casa a aquel pobre niño asustado. La expresión nos sugiere la imagen del que, como los antiguos piratas, con la espada en una mano y la pistola en la otra, lleva el cuchillo entre los dientes. V. Con el cuchillo entre los dientes.

Armar(se)/formar(se)/organizar(se)/preparar(se)/montar(se) el/un taco Armarse un escándalo, pero de origen y consecuencias positivos. Se aplica mucho la frase al éxito de los toreros. No veas el taco que armó ayer Joselito en Madrid. Es imposible torear mejor. Cuatro orejas. ¡Impresionante! Es posible que el dicho sea del mismo origen que Hacerse un taco (v.), y que ambos tengan que ver con la acción de colocar o de armar el taco en las armas de fuego, el cilindro de estopa, trapo o papel que se colocaba entre la pólvora y el proyectil para conseguir mayor efectividad en el disparo, lo que a veces daría resultado (Armar el taco) y a veces no (Hacerse o armarse un taco).

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la de Dios es Cristo (La de Dios||Armar(se) un cristo) Se emplea también sólo en su primera parte: armarse la de Dios o incluso en su segunda: armarse un cristo. Organizarse un gran escándalo, riña o pelea. Habían vendido más entradas de las que permitía el aforo y, claro, en la puerta del teatro se armó la de Dios. La locución tiene su origen en la polémica surgida durante el primer concilio de Nicea, en el año 325, en el que se debatió la naturaleza humana de Jesucristo: ¿Cristo es sólo hombre o es también Dios? Partidarios de cada una de las teorías se enfrentaron duramente y los obispos, que se negaron a reconocer la naturaleza humana de Cristo, fueron desterrados y excomulgados, entre ellos Arrio, fundador del arrianismo, que era la religión de los visigodos que llegaron a España. Un dato curioso que ha de destacarse es que del concilio de Nicea nació el Credo.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la de mazagatos Organizarse una gran pendencia, riña o trifulca. Al parecer un vecino insultó a otro porque tenía la música muy alta. La cosa empezó a liarse, unos y otros empezaron a sacar trapos sucios y se acabó armando la de mazagatos. Se llamaba mazagatos a las mazas o palos que durante algunas fiestas, y especialmente por carnaval, se colocaban atados a las colas de perros y gatos, según cuenta Correas en su Vocabulario de refranes (1627). Era frecuente que se ataran un gato y un perro a la misma maza con lo que la pelea estaba asegurada.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la de San Quintín Su significado es idéntico al de la frase precedente: armarse un gran escándalo. Los manifestantes cortaron el tráfico durante un par de horas. Luego llegó la policía y allí se armó la de San Quintín. Tuvo que intervenir el alcalde para apaciguar los ánimos. La expresión alude a la batalla que tuvo lugar el 10 de agosto de 1557 y en la que las tropas de Felipe II, comandadas por Manuel Filiberto de Saboya, ocuparon la ciudad francesa de San Quintín, derrotando a las tropas del rey francés Francisco I, que sufrieron un gran destrozo; algo así, cuenta la historia, como unas diez mil bajas. Por cierto, en conmemoración de esta batalla el rey Felipe II ordenó la construcción del Monasterio de El Escorial. Dado que el día 10 de agosto se celebra la festividad de San Lorenzo y que éste murió torturado en una parrilla, el rey ordenó que la disposición de los patios interiores del edificio imitase precisamente una parrilla. Ésta es también la razón de que el Monasterio se llame San Lorenzo de El Escorial.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la gorda Se emplea esta expresión cuando tiene lugar un considerable revuelo o cuando se organiza un escándalo. O sea, que has suspendido cuatro pero les has contado a tus padres que has aprobado todo... Pues como se enteren se va a armar la gorda. La Gorda, al parecer, era el nombre con el que los sevillanos denominaban a la gran revolución que se estaba preparando contra la reina Isabel II durante el verano de 1868, conocida más frecuentemente como La Gloriosa o La Septembrina. Ze varmá la gorda, decían. Para los malpensados no está demostrado que se refirieran a la reina, que, por otra parte, estaba ya suficientemente cargada de apelativos entre el pueblo.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la/una marimorena La expresión significa lo mismo que la gorda, la de San Quintín, o la de Dios: organizarse una escandalera de considerables proporciones. Menos mal que no fui a la reunión de vecinos, porque dicen que cuando propusieron subir la cuota se armó la marimorena y casi llegan a las manos. Dicen los libros que allá por el año 1579 se abrió en Madrid una causa contra el tabernero Alonso de Zayas y contra su mujer, la llamada María Morena, posiblemente un apelativo, por el delito de «tener en su casa cueros de vino y no quererlos vender», según se lee en los documentos del proceso. Era costumbre en la época guardar el vino bueno para servirlo a los clientes distinguidos y sacar el malo para el personal «de batalla». Por lo que parece, alguien exigió que se le sirviera vino del bueno, a lo que se negaron los taberneros. Se cuenta que la petición, apoyada por otros parroquianos, fue motivo de un escándalo de considerables proporciones, en el que la tal María Morena, Marimorena para el pueblo y mujer de armas tomar, tuvo un papel más que destacado. El lío, como se ha dicho, acabó en manos de la justicia. Así pudo haber nacido la frase.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la mundial Se usa este dicho para hablar de un gran escándalo, riña o jaleo. Como este árbitro siga pitando así cuando acabe el partido aquí se va a organizar la mundial. Seguramente en el origen de la frase está la alusión a la primera guerra mundial (1914-1918), conocida como «la gran guerra».

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la/una tremolina También significa 'organizarse una riña, escándalo o alboroto', aunque suele usarse más con el sentido de 'gran ruido o confusión'. Cuando las fans vieron al grupo en el aeropuerto se lanzaron como locas sobre ellos chillando y dando unas voces tremendas. Se armó una tremolina que ni te cuento. La tremolina no es ni más ni menos que el zumbido que produce el viento cuando sopla con fuerza.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) un/el belén Belén significa 'escándalo, jaleo, riña...'. El presidente le retiró la palabra al diputado, los de su grupo empezaron a gritar, los otros a aplaudir. Al final, la cosa acabó en insultos y en un gritería terrible. Se organizó un belén como yo nunca había visto en el Parlamento. No es descabellado pensar que el dicho tenga que ver con la matanza de los inocentes, atribuida por los Evangelios (Mateo, II, 6) a Herodes el Grande, rey de Judea, quien, para acabar con el supuesto de que Jesucristo era un «rey más potente que tú» y que, según le había sido anunciado, había llegado al mundo en Belén hacía muy poco tiempo, ordenó matar a todos los recién nacidos de la región. La Sagrada Familia —José había sido advertido del peligro en un sueño—, ya había huido a Egipto. El episodio parece más fantasía que otra cosa: es significativo que de los evangelistas sólo lo cite Mateo y que no haya ningún vestigio histórico, ni siquiera una mínima alusión en textos tan puntillosos como los del historiador Flavio Josefo (37-100?), cronista de la época de Cristo. Las fechas, de todas formas, parecen no coincidir, aunque es cierto que entre el cómputo de años de entonces y el de ahora hay considerables desequilibrios, pues Herodes el Grande muere en el 4 a. C. Es posible, por tanto, que la supuesta matanza fuera ordenada por Herodes Antipas (22 a. C.39 d. C.), hijo del anterior, que fue el mismo que posteriormente juzgó a Cristo. V. Ir de Herodes a Pilatos||Meterse en un belén.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) un cacao (Hacerse alguien un cacao||Ser algo un cacao||Tener un cacao mental) Significa 'armarse un jaleo, escándalo, confusión'. Cuando dijeron por megafonía que se suspendía la representación se armó un cacao tremendo en el teatro. La gente estaba realmente enfadada y tuvo que intervenir la fuerza pública. Es difícil asociar la palabra de origen nahua (la lengua de los indios mexicanos) cacao, componente fundamental del chocolate, con el significado de estas expresiones. ¿Tendrá que ver con la dificultad de hacer el chocolate o con la suciedad que deja en los recipientes en los que se prepara o se bebe?... ¿O debemos interpretar este cacao como una onomatopeya del cacareo de la gallina o el gallo? En este último caso, la explicación del origen de la frase nos llevaría a pensar en el alboroto de un gallinero. V. Alborotarse el gallinero.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) un cipote El significado es idéntico al de las expresiones precedentes. A la salida del partido se organizó un cipote y muchas personas salieron magulladas. El término cipote, cuyo primer significado es el de 'mojón, bloque de piedra' funciona aquí como una de las muchas formas que existen en la lengua coloquial para referirse al órgano sexual masculino, la mayor parte de ellas originadas a partir de metáforas referentes a la forma.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) un cirio (Montarle a alguien un cirio) También significa la frase 'organizarse una situación confusa, un escándalo, pelea o trifulca'. Los semáforos de la Plaza de España se volvieron locos y allí se formó un cirio terrorífico. La policía municipal tardó más de media hora en arreglar el entuerto. A veces se añade a cirio, término salido del latino cereus, 'de cera', el calificativo de pascual, en referencia a la vela larga y gruesa que arde en los templos desde la vigilia del Sábado Santo hasta el jueves de la Ascensión. Resulta harto difícil intentar rastrear en este hecho el origen de la expresión, que nos arrastra más bien, como en el caso de cipote, a la asociación metafórica del cirio con el órgano sexual masculino. Otra interpretación podría llevarnos a pensar en alguna escandalera surgida en alguna ceremonia religiosa. V. Acabar como el rosario de la aurora.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) un cisco (Ser algo un cisco) Organizarse un jaleo, escándalo o pelea. ¡Vaya cisco que se ha formado ayer a la puerta del hotel Centro con ese grupo musical! ¡Ni que fueran Los Beatles! Para mí que la gente está mal de la cabeza. El cisco son los restos del carbón quemado: algo que se destruye, se quema, arde, lo que nos lleva a pensar en los resultados de la «batalla», sin olvidarnos de las connotaciones de 'tensión, enfado' que el fuego tiene en la lengua coloquial (v. Al rojo vivo||Estar alguien quemado). Por otra parte el cisco, como las disputas, es algo que cuanto más se remueve más se aviva. V. Hacer cisco.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) un expolio Como las expresiones precedentes, usamos ésta para aludir a una situación de gran confusión, a un jaleo o a una riña. Al parecer alguien tiró una colilla al patio, los vecinos del bajo se enfadaron con el del piso de arriba, que no había sido el causante. Total, que empezaron a acusarse unos a otros y se armó en todo el edificio un expolio que no te digo. El término expoliar es, según el Diccionario de la Real Academia, 'despojar con violencia o con iniquidad', lo que encaja con el sentido del dicho. De todas formas parece que se alude aquí al episodio del Nuevo Testamento en el que los encargados de crucificar a Cristo, tras haberlo despojado y expoliado de sus vestiduras, se las juegan a los dados. El momento fue magistralmente plasmado por Doménikos Theotokópoulos, El Greco (1541-1614) en su cuadro El Expolio. La visión de la magnífica obra, que se encuentra expuesta en la sacristía de la catedral de Toledo, explicaría perfectamente la frase que nos ocupa: una imagen como ésta vale mucho más que mil palabras.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) un pitote/un pifostio Organizarse un jaleo, riña, confusión, escándalo... Al parecer se han equivocado al dar las tarjetas de embarque, han salido números doblados y había un montón de gente que tenía el mismo asiento. Se ha armado un pitote de cuidado. Al final, hemos despegado con casi tres cuartos de hora de retraso. El término pitote parece ser una variante de mitote, palabra de origen nahua, la lengua de los antiguos indios de la altiplanicie mexicana, que ha quedado en la nuestra como 'jaleo, griterío, riña' y que designaba un baile ritual de estos indígenas en el que, mientras danzaban, bebían un licor de alta graduación. Fácil son de imaginar las consecuencias del baile y de asociarlas con el significado actual del dicho. Pifostio, palabra no recogida por el diccionario de la Academia, parece una voz coloquial inventada, quizá creada a partir de pitote, que es posible que fuera una especie de híbrido entre pifia 'error, descuido' y la forma vulgar hostia, 'golpe, bofetada'.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) un/el pollo La frase, surgida hace relativamente poco en el lenguaje juvenil, nos lleva por el mismo camino que las precedentes, 'organizarse un escándalo, jaleo o confusión'. El diestro se negó a matar al toro y allí se montó un pollo impresionante. La gente empezó a tirar almohadillas, latas... Y el tío sin inmutarse. Tuvo que sacarlo la policía con los escudos. El porqué de la frase realmente se nos escapa. Es posible que esté relacionada con la expresión, en boga durante el siglo XIX y usada en numerosas zarzuelas y comedias de costumbres, hoy en desuso, pollo pera, con la que se designaba a alguien excesivamente presumido y, por lo general, bastante vago. Se denominaba pera a la renta o a un trabajo lucrativo y cómodo que producía dinero «caído de los árboles», como las peras. Tal vez pueda asociarse el comportamiento de estos individuos de vida fácil y pendenciera con el sentido de la expresión que explicamos, pero resulta un tanto traído por los pelos. El hecho de que palabras, locuciones y frases en desuso se rescaten en la jerga juvenil no es nada extraño en la lengua coloquial: V. ¡Salut i força al canut!||Ser hortera.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) un rifirrafe (Ser algo un rifirrafe||Haber/suceder/producirse un rifirrafe) Armarse un jaleo o tumulto, por lo general de poca entidad. Tener lugar una disputa o enfrentamiento, aunque sin llegar a la pelea. Los dos se levantaron la voz y llegaron a insultarse. Se acercaron demasiado. Hubo un rifirrafe, pero conseguimos separarlos antes de que llegaran a las manos. La voz rifirrafe, como zipizape o zurriburri, parece pura onomatopeya, quizá provenga del bufido de algún animal acosado y amenazante.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) un tiberio (Ser algo un tiberio) Desatarse un escándalo o un desorden público. Al parecer, habían falsificado más de cinco mil entradas y a las puertas del estadio se organizó un tiberio impresionante. En el origen del dicho está el sanguinario emperador romano Tiberio Julio César (42 a. C.-37), tristemente famoso por los excesos que cometió durante su reinado, entre ellos, el haber dado muerte a prácticamente toda su familia y por el descontrol en el que se convirtió el Imperio en el periodo que duró su mandato, durante el que, por cierto, nació y vivió Jesús de Nazareth. Murió en extrañas circunstancias, parece ser que asfixiado con sus propias vestiduras y tal vez a manos de Calígula, que le sucedió. Para hacernos una idea de la crueldad de Tiberio, baste citar las palabras del historiador Cayo Cornelio Tácito (55?-117?) en sus Anales, que arrancan, precisamente, con el reinado de este emperador, en un episodio en que se nos narra cómo se trataba a quienes se oponían mínimamente al poder: «Por todas partes se podía ver una carnicería terrible, hombres y mujeres, de toda edad y condición, ilustres o desconocidos, dispersos o amontonados. No se permitía a los parientes y amigos acercarse a ellos para llorarlos, ni siquiera para mirarlos. Se dispuso una guardia que acompañaba a los cadáveres mientras se trasladaban al Tíber para ser arrojados a sus aguas. Si flotaban o se acercaban a las orillas, nadie podía tocarlos ni quemarlos». Claro que a Tiberio le sucedió ni más ni menos que Calígula: los pobres romanos salieron de Málaga y se metieron en Malagón.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) un tinglado (Ser algo un tinglado||Meterse en un tinglado) Generarse un problema. Organizarse un lío o una situación confusa. No has querido llevar el coche al mecánico, has intentado arreglarlo y has organizado un tinglado de padre y muy señor mío. Ahora no te va a quedar más remedio que ir al taller y te vas a gastar una pasta. El tinglado es un cobertizo hecho, según el diccionario «a la ligera», con tablas entrecruzadas, que solía haber en los puertos para guardar mercancías. De esa forma de construir toma la palabra el sentido figurado que encontramos en la expresión.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) un trepe (Echarle a alguien un trepe) Organizarse un revuelo, un escándalo o una situación de gran confusión. Cuando se supo que el cantante estaba alojado en ese hotel se armó un trepe tremendo. Tuvo que intervenir la policía para disolver a la muchedumbre que se concentró en la puerta. La expresión Echarle a alguien un trepe es 'regañarlo, echarle una bronca'. Ayer ya me harté de tantos retrasos y no tuve más remedio que llamarlo al despacho y Echarle un trepe. Trepe quizá sea una voz onomatopéyica del pataleo o del ruido de las pisadas (de trip o trep, raíz que aparece en algunas lenguas germánicas occidentales). Así parece sugerirlo el verbo trepar, documentado en catalán antiguo y en provenzal con el significado de 'patalear, pisar' y 'bailar' y triper, 'patear, saltar, danzar', en francés antiguo.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) un zafarrancho Al igual que las anteriores expresiones, significa 'organizarse un revuelo o jaleo'. Cuando llegó la hora de la cena se armó un auténtico zafarrancho con gente por todos los lados. El zafarrancho es el aviso con el que se organiza a la tripulación de una embarcación para realizar alguna tarea a bordo. La expresión se refiere al zafarrancho de combate, el aviso que en la marina militar anuncia a los marineros el inminente enfrentamiento y la necesidad de acudir cada uno a su puesto de combate.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) un zipizape La expresión anuncia desorden y escándalo y podría tener origen en las voces con las que se espanta a los gatos ¡zip!, ¡zape!, aunque, como rifirrafe y zurriburri, tiene muchas resonancias de voz onomatopéyica con la que se pretende materializar el sonido de la riña, como zip, zap, cis, zas, plis, plas, pim, pam... El fontanero organizó un zipizape de cuidado y no arregló las tuberías. Zipi y Zape son hoy dos conocidos personajes de cómic, creados por el dibujante Escobar, famosos por sus travesuras. No resultan verosímiles las teorías de quienes ven en ellos el origen de la frase. Sería más bien al revés, porque el dicho ya aparece recogido en el siglo XVII.

Armar(se)/hacer(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) una (buena) jera Desencadenarse un problema grave o una situación adversa. Ayer el vecino de arriba se dejó abierto el grifo del cuarto de baño y no veas la jera que me ha preparado en casa. El término jera podría tener aquí un uso irónico, como tantas veces sucede en la lengua coloquial, y puede significar lo contrario de lo habitual: 'regalo, situación favorable', término derivado del francés (bonne) chére, 'buena (cara) comida'.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) una pelotera Organizarse gran escándalo, riña o confusión. Más que en el derivado de la pelea en algún deporte que se juegue con una pelota, cabe pensar en el surgido en algún apelotonamiento o mezcla de gente. Todo empezó porque un vecino estaba regando los tiestos y a alquien que pasaba por la calle le cayó agua en la cabeza. Empezaron a decirse de todo. Los vecinos salieron a defender a uno y a otro y al final se armó una pelotera tremenda.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) una pirula (Hacerle a alguien la/una pirula||Hacer una pirula) Formarse un jaleo, una situación complicada o problemática. Después de una hora de esperar en la sala de embarque un empleado nos informó de que había un retraso de cuatro horas. ¡No veas la pirula que se armó! Enfadarse mucho una persona. Cuando vio la papeleta con el suspenso montó una pirula terrible. Tuve que pararlo para que no hiciera algo de lo que pudiera arrepentirse. Pirula es una palabra que no recoge el Diccionario de la Academia, sí pirulo, una especie de peonza pequeña que a veces tiene forma de prisma. El uso del femenino nos lleva a pensar en una de las muchas metáforas formales referidas al pene, que en la lengua hablada se suele denominar con términos femeninos (igual que aplicamos el género masculino al órgano sexual femenino). Estaríamos aquí ante una expresión de contenido sexual empleada con connotaciones negativas en la lengua coloquial, como sucede en Joder a alguien; Darle a alguien por el culo o Metérsela a alguien doblada (v.). En la jerga juvenil, una pirula es una anfetamina o una pastilla de efectos similares, quiza por una reducción del término piruleta. Asimismo, se llama pirulero a quien hace uso de estas sustancias. No parece que la expresión provenga de las reacciones de quien las consume.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) una tángana/tangana Una tángana —o tangana como admite ya la Real Academia Española— es un jaleo, un escándalo, una riña o disputa. La frase se usa con frecuencia en el lenguaje deportivo, para hablar del enfrentamiento entre dos o más jugadores. Al parecer, un jugador insultó a un contrario, la cosa se lió y se acabó armando una buena tángana. La tángana, tambien llamada tanga o tango, es un cilindro de madera contra el que se arrojan piedras, piezas de metal o discos de hierro en el juego llamado de chitos. Sobre la tángana se colocan las monedas apostadas por los jugadores. Quien consigue derribarla, se lleva las monedas que quedan cerca de su piedra o pieza (v. A la chita callando). Posiblemente el significado de la frase se deba a las disputas que se organizaban durante el desarrollo de este juego, en especial a la hora de dilucidar qué monedas debía llevarse cada jugador.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) una zalagarda/una zapatiesta/un zurriburri Armarse un alboroto o un escándalo, por lo general fingido, festivo o poco importante. Los amigos del novio se plantificaron la noche de bodas debajo de la ventana de los recién casados y montaron durante toda la noche una zalagarda impresionante. Posiblemente zalagarda tenga que ver con la voz francesa antigua eschagarde, 'escaramuza, emboscada'. Zapatiesta acaba de incluirse en el Diccionario de la Real Academia ya con el significado de 'alboroto, jaleo, riña'. Zurriburri, 'jaleo, bulla' debe de ser un término onomatopéyico formado sobre zurrar, 'curtir pieles' o 'azotar a alguien'. La raíz zurr- parece reproducir el silbido de la vara en el aire y el golpeo contra la piel.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) una zambra Organizarse jaleo, escándalo o confusión. Los del cuarto organizaron anoche una buena zambra. Ni te cuento la cantidad de gente que había y la bulla que montaron. Al final tuvimos que avisar a la policía. La zambra, término derivado del árabe samra, 'fiesta, sarao', era una fiesta muy bulliciosa, con música y baile, a la usanza árabe. La tradición y la palabra en su significado original han quedado hoy entre los gitanos granadinos que habitan las cuevas del Sacromonte.

Arrieros/arrieritos somos y en el camino nos encontraremos Se usa esta frase como advertencia de venganza, para anunciar la certeza de que alguien que ha sido ofendido devolverá la ofensa. Vaya, vaya... O sea que ahora que te pido ayuda no me la quieres dar. Muy bien, arrieros somos y en el camino nos encontraremos. La frase se hizo famosa entre los arrieros de la región leonesa de la Maragatería, que solían, antes de la llegada del ferrocarril, comerciar con los pueblos que se encontraban entre León y Madrid. Estos comerciantes ambulantes solían sentirse estafados por los comerciantes madrileños, a quienes dedicaban la frase en cuestión a título de advertencia.

Arrimar alguien el ascua a su sardina Obtener beneficios particulares de lo que debería ser un beneficio común. Favorecer a alguien afín. Como la mayor parte de los miembros de la junta son canarios, a Canarias han ido destinadas más inversiones, y es que, se quiera o no, cada cual arrima el ascua a su sardina. En una parrillada, las ascuas deben ser las mismas para todos; las sardinas han de hacerse al mismo tiempo. Lógicamente, mis sardinas se asarán antes si les arrimo toda la brasa, todas las ascuas. Es posible que el dicho tenga origen andaluz, ya que los jornaleros que trabajaban en los cortijos solían recibir sardinas como compensación a su trabajo, sardinas que asaban robándose las ascuas los unos a los otros, llegando a tal punto la guerra que en muchos lugares se obligó a que se asaran las sardinas en un fuego común y en otros, incluso, se prohibió que los jornaleros asaran sardinas.

Arrimar el hombro Ayudar en el trabajo. Colaborar. Hacer fuerza en común. Acercarse a otra persona —hombro con hombro— para ofrecer ayuda. Como no arrimemos todos el hombro jamás saldremos de esta situación. El hombro es en los trabajos más duros la parte del cuerpo sobre la que se cargan sacos o se acarrean pesos.

Arrimarse al sol que más calienta Buscar el propio provecho acercándose a personas prestigiosas o con poder. Míralo, por meterse en política y arrimarse al sol que más calienta ahí lo tienes, director general. Como dice Lázaro de Tormes, ya «instalado en la cumbre de toda buena fortuna, determiné de arrimarme a los buenos, por ser uno de ellos». Pues eso es lo que expresa este dicho.

Arrojar/dar luz Aportar datos que ayudan a entender un asunto. Aclarar una situación complicada. La declaración de los dos testigos parece que arroja luz sobre el extraño crimen. Luz, es aquí sinónimo de claridad, verdad, en clara oposición con oscuridad, 'ignorancia'. Lo mismo sucede en otros casos como A la luz de||A todas luces||Tener pocas luces (v.).

Arrojarle/lanzarle/tirarle a alguien el guante Desafiar, retar o provocar a alguien. Yo no me puedo quedar de brazos cruzados. Él me ha arrojado el guante hablando mal de mí y amenazándome delante de otras personas. Y va a saber quién soy yo. A veces, con connotaciones más positivas se usa para indicar que alguien propone a otra persona que supere lo que el primero ha hecho: ¿Y esta carambola eres capaz de superarla? Yo te he lanzado el guante. Ahora vamos a ver qué haces. Los caballeros medievales, para retar a un enemigo le arrojaban un guante a los pies. Si éste lo recogía (v. Recoger el guante), aceptaba el reto —no recogerlo era rasgo de flagrante cobardía—. Si antes de lanzárselo, le abofeteaban con él la cara (v. Cruzarle a alguien la cara) era señal de que el combate sería a muerte. La costumbre se mantuvo hasta el siglo XIX, época en la que se prohibieron los duelos. V. Así se dan los guantes al rey.

Arroz y gallo muerto Cuando queremos ocultar un menú para que sea sorpresa y alguien nos pregunta qué vamos a comer, solemos contestar dos cosas: Canguingos y patas de peces (v.) o Arroz y gallo muerto (v.). No insistas, que no te voy a decir qué vamos a comer: arroz y gallo muerto. Parece ser que una de las atracciones del carnaval madrileño del siglo pasado era la de vendar los ojos a varias personas y darles a cada una un garrote para que mataran a un gallo al que se había atado de una cuerda y suspendido en el aire. Quien consiguiera asestarle el golpe de gracia recibía como premio el ave que, a buen seguro, comería con arroz, ya que era éste un plato habitual.

Arrugar/torcer/retorcer el hocico/el morro (Tener el hocico/el morro retorcido) Expresar desagrado, incomodidad o contrariedad. Lo que te estoy diciendo es muy serio y sabes que tengo razón, así que no arrugues el hocico y escúchame. Un típico gesto de desagrado o de asco es juntar los labios y elevar hacia un lado (torcer) el labio superior, al mismo tiempo que se entrecierra un ojo y se inclina la cabeza. Así descrito suena un tanto ridículo, y aquí no tenemos imagen que valga más que cien palabras. Mientras leen esto hagan la prueba y nos sobra incluso la imagen.

Así como así A la ligera. De cualquier forma. Sin pensar. Sin justificación. No se puede criticar a la gente así como así. Hay que saber qué se dice y por qué se dice.

Así se cuenta/se escribe la Historia Se utiliza esta frase cuando queremos dejar claro que alguien ha dicho algo absolutamente incierto que ha sido tomado, o que podría ser tomado por cierto. Dicen que me han visto borracho por la calle el domingo pasado. Pues fíjate, precisamente a la hora que dicen que me vieron, yo estaba en el hospital. Me estaban operando de apendicitis... Así se cuenta la Historia. Parece ser que el escritor y filósofo francés François-Marie Arouet, más conocido por el seudónimo de Voltaire (1694-1778) fue quien empleó por primera vez la frase, concretamente en una carta dirigida a Madame du Feffand el 24 de septiembre de 1766. Le decía, entre otras cosas: «Así se escribe la Historia, señora, y vaya usted luego a fiarse de lo que dicen los señores sabios», dando a entender que la Historia está contada con pequeñas mentiras que acaban siendo reconvertidas en realidad por los historiadores. De todas formas, también se ha dicho siempre que la Historia la cuentan los vencidos...

Así se dan los guantes al rey Decimos esto, de forma irónica, cuando alguien nos entrega algo de mala manera, con modales poco adecuados o de mala gana. En lugar de tirarlo de esa forma, podías acercarte para darme el libro. Así se dan los guantes al rey. Sin duda se trata de una frase histórica, y aunque se nos escapa quién y en qué momento la pronunció seguramente se refería a la necesidad, dictada por los buenos modales, de entregar los guantes en mano, pues arrojarlos suponía retar a alguien en duelo. V. Arrojar el guante.

Así se las ponían a Fernando séptimo Empleamos la frase cuando estamos seguros de que alguien puede conseguir algo muy fácilmente o porque recibe una gran ayuda o porque la empresa resulta muy sencilla para conseguir un fin. Como para no aprobar el inglés... Su madre es escocesa y él ha vivido tres años en Londres. Así se las ponían a Fernando séptimo. Al parecer, el rey Fernando VII era un gran aficionado al juego de billar, pero un pésimo jugador. Dicen las malas lenguas que siempre que jugaba se cargaba un tapete. Para contentarlo, sus cortesanos ponían las bolas sobre la mesa de forma que le resultara poco menos que obligatorio hacer carambola. ¿Recuerdan al submarinista que colocaba el salmón en el anzuelo de Franco? ¿Y al guarda de ICONA que le ponía a diez metros el ciervo narcotizado?...

Asomar/enseñar la(s) oreja(s) Dejar ver alguien sus defectos o sus puntos débiles. Sí. Si yo no discuto que Andrés sea un tipo fantástico, lo que sucede es que siempre acaba asomando la oreja y sacando ese aire de superioridad que me pone negro. El dicho parece asentarse en una antigua fábula, recogida por el fabulista latino del siglo IV Flavio Aviano y citada por Mateo Alemán (1547-1615?) en su Vida del pícaro Guzmán de Alfarache (1599). Un asno, cansado de ser objeto de las burlas de otros animales, se disfrazó con el pellejo de un león para asustarlos y se escapó del pueblo. Su amo, después de mucho tiempo buscándolo, acabó dando con él y moliéndolo a palos... Y es que el disfraz no le tapaba las orejas. V. Ponerse la piel del león||Enseñar la patita.

Asustar/Dar un susto al miedo Ser tremendamente feo. Una de las muchas expresiones hiperbólicas, con tintes de crueldad, que circulan por la lengua coloquial. Es simpático, pero estarás de acuerdo conmigo en que asusta al miedo.

Atado y bien atado [estar; dejar] Ser algo seguro. Estar un asunto completamente claro o decidido, sin que exista posibilidad de cambio o variación. No sé qué sentido tiene esta oposición ¿Por qué se empeñan en sacar a concurso la plaza si todo está atado y bien atado? Todos sabemos que el elegido de antemano es Ramírez. La locución podría tener asiento en un pasaje del Evangelio en el que Cristo se dirige a Pedro: «Y a ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en tierra será ligado en los cielos, y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos» (Mateo, XVI,19). V. A quien Dios se la dé, san Pedro se la bendiga.

Atar cabos (Atar/unir cabos sueltos) Relacionar entre sí varias pistas o diferentes ideas sueltas para tener una opinión general o llegar a unas conclusiones, lo mismo que se atan los cabos, las cuerdas que se usan en los barcos. La policía, atando cabos, ha conseguido relacionar ambos crímenes y detener al culpable. V. No dejar cabos sueltos.

Atar corto a alguien Atamos corto a una persona cuando la tenemos siempre bajo control o cuando queremos de alguna forma cortar una libertad excesiva, como hacemos con el animal, especialmente con las caballerías, al que se le ata una cuerda corta entre las dos patas delanteras para que no se aleje o para que no pueda montar a la hembra. A ese chico tienes que atarlo corto, porque lleva una vida que no le conduce a nada bueno. V. Darle a alguien cuerda larga.

Atar la vaca por los cojones Cometer un despropósito o un disparate. Eso de desviar toda la circulación por el centro de la ciudad ha sido atar la vaca por los cojones. Nadie ha pensado en las consecuencias que va a tener para los monumentos. Intentar lo imposible. ¿Has visto qué pedazo de temario? Voy a ver hasta dónde llego, porque intentar estudiar todo es atar la vaca por los cojones. Lo bueno que tienen este tipo de expresiones, rotundas y sólidas, de nuestra lengua es que sobran mayores comentarios.

Atar los perros con longaniza(s) ¿Se imaginan la alegría de un perro al que le atáramos una cadena hecha con una buena ristra de chorizos? Con esta expresión aludimos a ese país fantástico donde todo es abundante, modélico, lujoso y placentero, también llamado Jauja (v. Esto es Jauja). Se emplea especialmente para contestar irónicamente a quien habla de las bondades extremas o del gran beneficio de alguna acción o de algún lugar: Mi primo dice que en Alemania se gana muchísimo dinero y se trabaja muy poco. Ni que allí se ataran los perros con longaniza. Se dice, a saber si con algún viso de realidad, que en el precioso pueblo salmantino de Candelario, famoso por sus embutidos, la fábula se hizo cierta. Allí vivió a finales del siglo XVIII don Constantino Rico, o mejor, el tío Rico, el choricero, proveedor real inmortalizado por el maestro de Goya, Francisco Bayeu (1734-1795), en un conocido tapiz. El choricero tenía una fábrica de embutidos en la que trabajaban muchas empleadas y fue a una de ellas a quien se le ocurrió la brillante idea de atar a la pata de una silla con una ristra de longaniza a un perrillo que molestaba. Quienes lo vieron lo contaron, y el pueblo interpretó tan curioso hecho como símbolo claro de la opulencia con que se vivía en casa de don Constantino.

Atar moscas por el rabo (¡Átame esa mosca por el rabo!) Usamos esta frase cuando alguien dice algo inapropiado, falso o disparatado, sobre todo cuando, a partir de las palabras de otro, se han establecido deducciones claramente falsas. Yo sólo he dicho que ella tiene mucho dinero. Eso de que él se ha casado por interés es atar moscas por el rabo, y lo piensas tú, no yo. ¿Se imaginan que las moscas tuvieran rabo? ¿Se imaginan que, si lo tuvieran, atáramos una a otra por el rabo?

Atarse/ajustarse/apretarse los machos Prepararse atentamente para llevar a cabo una empresa complicada. Mentalizarse para hacer algo que se supone problemático. Te espera un curso complicado, el más difícil de toda la carrera. Tendrás que ajustarte los machos y empezar a estudiar desde el principio. Si consigues superarlo, luego todo es mucho más sencillo. Los machos son los cordones, terminados en una borla, que cuelgan de la parte inferior de la taleguilla —el «pantalón»— de los toreros. Lo último que hace el torero, ya vestido, antes de salir hacia la plaza es atarse los machos para ajustar el calzón a la pantorrilla, de aquí el origen y el significado de la frase.

¡Averígüelo Vargas! Se utiliza la expresión para dar a entender la suprema dificultad de averiguar, de conocer la explicación o los motivos de algo. ¿Y a mí me preguntas por qué Carlos está siempre de mal humor? ¡Averígüelo Vargas! Ése es uno de los grandes enigmas de la humanidad. El licenciado Don Francisco de Vargas fue un personaje muy famoso en la corte de los Reyes Católicos. El tal Vargas, que comenzó siendo secretario y ayuda de cámara del rey Fernando pasó a ser el encargado de enterarse e informar a los reyes de todo lo que sucedía en la corte y de las quejas o pretensiones de los cortesanos. La frase que nos ocupa incluso llegó a figurar como fórmula hecha en los decretos reales; cuando en ellos se ordenaba el cumplimento de alguna misión, junto a aquellas cuestiones complicadas o que requerían de informaciones específicas, se colocaba la frase «Averígüelo Vargas».

Aviso a/para navegantes Con esta expresión se previene de la posibilidad de encontrar dificultades en algún trabajo o se anuncia la llegada inminente de algún problema. Pese a la bonanza económica de los últimos tiempos no debemos confiarnos, porque —aviso a navegantes— dentro de no mucho va a llegarnos un periodo de crisis y tenemos que estar preparados para afrontarlo. El dicho proviene del lenguaje marinero, en el que los avisos a navegantes son, mejor dicho, eran las correcciones, anotaciones y apuntes que se hacían en las cartas de navegación y en los mapas para señalar escollos, accidentes y otros peligros que no constaban en tales documentos. Con los avisos de los navegantes se iban, poco a poco, elaborando mapas mucho más fiables.

Ayer fue la víspera Esta frase, que parece más un juego de palabras, se emplea cuando una persona presenta como novedad algo conocido o que ya ha sucedido. ¿Que Lucía se ha casado? ¿De verdad? ¿Y te crees que eres el único que lo sabe? Pues ayer fue la víspera. La víspera es el día anterior a que algo suceda. Si nos referimos al día anterior a la víspera, estamos hablando de hoy, de lo que todo el mundo puede ver, de lo que no hace falta contar.