Madrid, agosto de 2009
—¡Quiero tener un hijo! —declaró Cristian evitando la mirada asesina de su representante.
—¿Pero sales con alguien? —preguntó Marcos sorprendido.
—No. Quiero tener un hijo solo mío, con inseminación artificial y vientre de alquiler.
—Cristian, ¿pero a qué viene esto ahora? Solo tienes veintitrés años. Diviértete, sal con chicas… La vida seguirá su curso y los hijos vendrán. Además, ¿te das cuenta de lo que supone? No te dejarán tranquilo, te acusarán de inmaduro o dirán que eres impotente o gay. Y luego la chica, la madre de alquiler, no sé, puede ir a la prensa, imagínate, es una exclusiva muy golosa. Y, ahora que lo pienso, ¡ni siquiera es legal en España!
—He encontrado un bufete de abogados que se encarga de todo en el extranjero. Tengo a la candidata perfecta para el vientre de alquiler y no contará nada; por eso no te preocupes.
—Cristian, piénsalo bien, un hijo no es un coche que compras y luego tienes aparcado en el garaje. Primero será un bebé y no hará preguntas, pero luego crecerá y querrá saber de su madre. ¿Qué vas a decirle?
Marcos intentó hacerle desistir, pero Cristian estaba decidido. Ya tenía el contacto con los abogados que tramitarían todo el papeleo para la maternidad subrogada y se encargarían de todos los problemas legales; ahora solo le faltaba encontrar a la donante perfecta.
Varios días después, Cristian se presentó en una de las mejores clínicas de Madrid.
—Muy bien, señor Cros, después de la donación de esperma y de que haya rellenado el formulario con sus requisitos, buscaremos en nuestra base de datos para ver si hay coincidencia. Si no la hay, no se preocupe, esperaremos hasta que la haya. Los datos estarán informatizados y el ordenador nos avisará cuando esto ocurra. La mujer gestante, ¿quién sería? ¿Conoce usted la ley española en este sentido para poder…?
—Está todo arreglado a nivel legal —le cortó Cristian. No le apetecía volver a escuchar lo complicado que sería poder tener un hijo solo suyo. Iba a tenerlo y nadie se lo impediría—. La gestante será una de mis empleadas de total confianza, dará a luz en Ucrania y un bufete especializado se encargará de todo el papeleo —aclaró mientras se movía inquieto en la silla—. Ahora, si me permite, estoy muy ocupado y debería irme pronto. ¿Podría hacer la donación hoy mismo?
—Por supuesto, señor Cros. El procedimiento también requiere que tenga usted una cita con nuestro psicólogo.
—Tengo un psicólogo al que veo regularmente —apuntó Cristian con determinación—. Ya hablamos sobre el tema y no voy a ver a otro. Espero que lo entienda.
—Desde luego —se apresuró el médico en contestar—. Como prefiera.
A continuación le hicieron pasar a una sala llena de imágenes de mujeres sugerentes y ordenadores con vídeos explícitos. Todo el ambiente le excitó sin proponérselo y pronto estuvo listo para poner el primer granito de arena para su futuro hijo. Después pasó a otra sala y se dispuso a anotar lo que buscaba en la madre de su hijo.
Edad: No más de 21 años
Raza: blanca
Color de ojos: claros
Color del cabello: castaño
Altura aproximada: 170 cm
Peso aproximado: 65 kg
Otros: Que sea deportista. Coeficiente intelectual superior a la media.
Nacionalidad española.
Cristian contempló satisfecho sus requisitos. Después del momento pasado en la sala de donación, estaba excitado. En ese mismo momento se hubiera acostado con la mujer de su lista. Sería una chica joven, alta, de piel y ojos claros, lista, deportista y muy sana.
¡Qué fácil había sido! En teoría, claro. ¿Existiría una chica así que acudiese a la clínica para ser donante?
Con el paso de los días, la idea de ser padre fue cobrando protagonismo en su vida. Miraba a los hijos de sus compañeros y deseaba que llegara el momento de tener el suyo. Sin embargo, al cabo de unas semanas sin noticias de la clínica, decidió llamar para informarse del estado del proceso. Quizás había sido demasiado exigente con los requisitos de la donante.
—Lo sentimos, señor Cros —le dijo el médico encargado de su caso—. Hasta ahora, la mejor candidata solo cumple cinco de sus condiciones, faltan cuatro puntos para completar su lista. Tenga paciencia, es un proceso lento, intentaremos encontrar alguna de mayor coincidencia.
Cristian decidió no obsesionarse con su futura paternidad, así que se concentró en mantenerse en buena forma y en sus compromisos, y hasta empezó a salir con una chica, una conocida actriz llamada Elena, que le gustaba bastante. Al cabo de unos meses recibió una llamada:
—Señor Cros, lo llamamos de la clínica Klass, tenemos buenas noticias. Hemos encontrado una donante que reúne ocho de sus nueve requisitos.
—¿De la clínica? —contestó Cristian sorprendido. Hacía tanto que esperaba esa llamada que no podía creer que finalmente hubiese llegado el momento—. Ha pasado tanto tiempo que… ¿Cuál es la cualidad que la donante no reúne?
—No es deportista —apuntó el médico.
—Vaya —se lamentó Cristian—. Es algo fundamental. Como comprenderá, yo soy futbolista profesional y necesito que…
—Señor Cros —le cortó el médico con brusquedad—, si ha cambiado de opinión o prefiere esperar a la donante que reúna todos sus requisitos, no hay problema, solo tiene que decirlo.
—No, no. No es eso… Es solo que… —Cristian se dio cuenta de que era el momento de decidir qué era lo más importante para él—. ¿Estáis totalmente seguros de que no es portadora de ninguna enfermedad?
—Evidentemente. Además, esta chica tiene una particularidad que no está en su lista, ni en la de nadie, tiene solo dieciocho años y es la primera vez que es donante.
A Cristian la idea le gustó al instante y decidió ir adelante con su plan y tener a su hijo. La chica cumplía sus exigencias.
—De acuerdo. ¿Qué tengo que hacer ahora?
—En primer lugar, tiene que venir aquí para firmar el contrato y dejar en orden todo el papeleo —le informó el médico—. Luego tendrá que venir con la madre subrogada, la portadora, para hacerle una analítica y que el tocólogo le dé las instrucciones pertinentes.
Las siguientes semanas fueron frenéticas: citas, médicos, contratos, abogados… A principios de enero, Daryna, su asistenta de más confianza, estaba oficialmente embarazada de su hijo y, a finales de septiembre, un poco antes de término, programaron el parto en la más lujosa clínica de Kiev y vino al mundo un precioso niño llamado Cristian Jr. Cros.