1
En el Mediterráneo todo es local, la meteorología, la cocina, los dialectos, la gente. Unas millas más al norte o al sur y todo cambia: la dirección de los vientos, la dosificación del ajo en la cazuela, el habla, el gusto, los sentimientos.
(Josep Pla)
Desde los presocráticos lo particular de cada lugar del Mediterráneo ha sido un paradigma universal… placeres sencillos, valores universales…
(Manuel Vicent)
El Mediterráneo es cultura y pensamiento y fatalismo y sensualidad y espiritualidad y estoicismo. El Mediterráneo sin cultura se queda en mercadeo fenicio y brutalidad larvada.
(José Carlos Llop)
Me llamo Mauro y trabajo como médico psiquiatra en Mallorca desde hace casi 25 años. Además de atender pacientes, me dedico a enseñar e investigar en la Universidad de Baleares. Formo parte de un equipo en el que estamos muy interesados en estudiar cómo influye el estilo de vida en la salud física y mental, coordinado por los profesores Miguel Roca y Margalida Gili. También nos interesa explorar cómo ayudar a la gente a que mejore su estilo de vida. Precisamente en los últimos proyectos de investigación nos hemos dado cuenta de que, si queremos ser eficaces, tenemos que aportar información y apoyo a las personas que quieren modificar sus hábitos de vida, y también sugerencias prácticas de cómo hacerlo. De ahí que me haya animado a escribir un libro divulgativo como el que tienes en tus manos. Previamente, y con la ayuda de otros muchos compañeros psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros y médicos hemos editado un libro técnico con el título Estilo de vida y depresión. Aquellos lectores interesados en acceder a la base científica de lo que se propone en este libro allí la pueden encontrar, y de hecho me remitiré a ella con frecuencia.
Llamamos estilo de vida al conjunto de características de la forma de vivir de cada persona. Este concepto recoge aspectos tan numerosos como diversos, y en ellos la predisposición biológica está en permanente interacción con los condicionantes psicológicos y sociales de cada persona en cada momento. Nos referimos a la alimentación, la actividad física, los ritmos de sueño, la exposición a la luz ambiental, el contacto con la naturaleza, el patrón habitual de interacciones sociales, el manejo del estrés, las conductas adictivas, las características de la vida laboral, el autocuidado, las actividades de ocio, etc.
Un término que usaron por primera vez en el ámbito científico unos investigadores americanos muy lejos del Mediterráneo (¡nada menos que en la Universidad de Oregón!, al noroeste de USA, liderados por la profesora Deborah J. Toobert). Lo definieron como la confluencia de cuatro aspectos: una actividad física frecuente, seguir un patrón de dieta mediterránea, la práctica habitual de medidas de autocontrol del estrés y el cuidado y reforzamiento constante de la red social de apoyo. Explicamos esto último. Todos tenemos una red de relaciones sociales. Cuidarla es dedicarle tiempo, estrechar lazos y favorecer la interconexión e interdependencia. Por cierto, estos colegas americanos fueron muy amables con nuestro equipo cuando les escribimos para pedirles ayuda para diseñar nuestras primeras investigaciones sobre este tema. Desde aquí se lo agradecemos de nuevo.
Un concepto que agrupa a una serie de recomendaciones sobre hábitos de vida que se están utilizando cada vez más en la prevención y tratamiento de muchos problemas de salud, físicos y mentales. Los datos sobre la eficacia de estas intervenciones para prevenir y tratar enfermedades son espectaculares. Son eficaces estas recomendaciones por separado (dieta o actividad física por ejemplo), pero aún más cuando se combinan. Por desgracia, el grado de cumplimiento a largo plazo de estas sugerencias no es alto. Hay más posibilidades de práctica continuada cuando se consigue integrar bien los nuevos hábitos en la vida diaria del que los practica. Por ello en el libro insistimos mucho en ello y hablamos de nuestra experiencia al respecto.
Algo que todos practicamos en alguna medida y quizá sin proponérnoslo. En cualquier caso, se puede potenciar obteniendo a cambio una mejora en nuestra salud, incluso con pequeñas modificaciones. Por ejemplo; si tienes una práctica de “Estilo de vida mediterráneo” de un 3/10 puede mejorar mucho su salud física y mental si llega al 5/10; pero si ya tienes un 7/10 también puedes encontrarte mejor si aumentas al 9/10. En mi caso creo que llego al aprobado, ¡pero me esfuerzo casi cada día para mejorar nota!
Un ideal al que tender más que una meta que conseguir. De hecho, a pesar del nombre, quizá nunca haya habido un área mediterránea donde se hayan seguido de forma completa estas directrices por la mayoría de la población. Es por tanto un ideal utópico, del que, lamentablemente, cada vez nos alejamos más en los países del mundo desarrollado, incluyendo los ubicados en las riberas mediterráneas.
Un estilo de vida que está siendo sustituido por otro mucho menos saludable. Efectivamente, el estilo de vida occidental en la medida en que promueve el sedentarismo, las dietas con exceso de grasas y azúcares, el estrés crónico y la pérdida de lazo social, es la antítesis del estilo de vida mediterráneo. Por desgracia, este estilo de vida occidental está ganando de momento terreno al mediterráneo de forma alarmante en todo el mundo a medida que aumenta el nivel de ingresos de la población. Es curioso, pero cuanto más sabemos sobre los beneficios para la salud del estilo de vida mediterráneo, más lo abandonamos, especialmente la gente más joven. ¡Somos muy listos!
Algo que si se pudiera tomar en una pastilla quizá ya la hubieras tomado esta mañana con el desayuno. Y junto contigo también la tomaría una parte importante de la población por su excelente relación entre riesgo y beneficio. Lamentablemente las propuestas que se harán en este libro requieren tiempo y algo de esfuerzo inicial, pero uno de los mensajes clave que queremos trasmitir es que se puede llegar a disfrutar practicándolas.
Algo que nace en el ámbito de la salud sin que su pretensión fundamental sea hacer adeptos o generar un cambio social. Sí tienen esta pretensión otros movimientos con los que puede tener aspectos coincidentes. Nos referimos a los movimientos slow, downshifting, decrecentista, vida sencilla, etc. Por tanto, el objetivo del campo de investigación sobre estilo de vida mediterráneo es estudiar cómo mejorar la salud y poner a disposición de la gente las conclusiones a las que vamos llegando. Nuestra pretensión es en definitiva darte la oportunidad de decidir con más información sobre aspectos modificables de tu estilo de vida.
Una panacea que garantiza inmunidad y/o curación frente a cualquier enfermedad. La mayoría de los trastornos médicos y psicológicos surgen por la confluencia de varios factores. Así, los genes y el ambiente interaccionan de forma dinámica y compleja para iniciar o mantener la enfermedad. Por eso los planteamientos simplistas sobre el origen y tratamiento de la mayoría de los problemas médicos son pocos útiles en la práctica, aunque puedan ser muy atractivos. Einstein advertía frente a esto cuando decía “todas las cosas deberían plantearse de la forma más sencilla posible, pero no demasiado”. Además, los enfoques simplistas (excluyentes, parciales o reduccionistas) pueden llegar a ser injustos y hasta crueles. Me explico: si la propuesta es que el poder de la mente y la actitud positiva son capaces por sí solos de mejorar sus enfermedades, las personas que no obtengan la curación se sentirán culpables por no ser capaces de hacerlo. Pero no somos omnipotentes. No todo está en nuestra mano. La enfermedad, el dolor y la muerte son naturales, siempre lo han sido y lo serán. Podemos luchar contra la naturaleza sabiendo que perderemos la última partida, pero intentando que sea lo más tarde posible. Creer que podemos neutralizar todos los numerosos y variados factores causales que suelen operar en cada enfermedad es ingenuo. Es verdad que nuestra constitución y nuestros genes nos condicionan, pero no nos determinan por completo, dándonos habitualmente bastante margen de maniobra. Pero querer no es poder. Asumirlo no es resignación o cobardía. Al revés. Puedo ser fuerte en la medida en que conozco mis límites. Lo mismo que decimos de la actitud mental positiva podemos decir del estilo de vida mediterráneo en conjunto o de cualquiera de sus ingredientes por separado (dieta, actividad física…). Son importantes, pero no son suficientes. Debemos aceptar nuestras limitaciones, en este y en todos los campos. En esto también consiste la sabiduría. Me gusta mucho esta frase de Tony de Mello: “Por mucho que entrene corriendo un cerdo nunca podrá ser un caballo de carreras, como mucho podrá ser un cerdo veloz”.
Un sustituto de los tratamientos médicos y psicológicos habituales. Aunque sí puede ser en la mayoría de los casos un buen complemento. Así que si tú estás albergando la esperanza de poder prescindir de tu tratamiento médico o psicológico en cuanto pongas en marcha las sugerencias que encontrarás en este libro debo decirte que no es buena idea. De hecho, la filosofía de este libro es que sea conocido y aceptado por tu terapeuta, y que él mismo te asesore sobre qué aspectos del mismo puedan ser de mayor o menor utilidad en tu caso.
Algo sencillo de iniciar sin importar si estás motivado al respecto. También aquí tenemos que advertir sobre los mensajes prometedores de éxito fácil frente a los problemas de salud. Estos mensajes podrán ser a lo sumo bienintencionados, pero sin duda son poco realistas. Las enfermedades crónicas no transmisibles ligadas al estilo de vida occidental: diabetes, arterosclerosis, obesidad, depresión… pueden evolucionar mucho mejor siguiendo un estilo de vida mediterráneo, pero no es fácil ni rápido y debes motivarte para este reto. Este libro te dará argumentos que pueden servirte para ello.
Un solo camino claramente trazado para todos los que quieran seguirlo. Al revés, hay tantas formas de seguir un estilo de vida mediterráneo como personas que lo pretenden. Por tanto, cada uno debemos encontrar la nuestra. Por eso en este libro se proponen muchas alternativas a probar. Corresponde a cada uno decidir cuáles, o buscar otras derivadas que se adapten mejor a nuestras circunstancias. Sin embargo, no desechemos la posibilidad de cambiar nuestras circunstancias cuando sea posible, sin resguardarnos demasiado en ellas como excusa. Recordemos la frase de Ortega y Gasset, sobre todo en su segunda parte, menos citada pero tan importante como la primera: “Yo soy yo y mis circunstancias, y si no las salvo a ellas no me salvo yo”.
Una moda o un eslogan publicitario pasajero. Esperemos que la atracción que genera la “marca mediterráneo” esté aquí para quedarse, por la defensa de la calidad de vida con que se suele relacionar. De momento se usa mucho en campañas publicitarias, aunque curiosamente para promover a veces el consumo de productos que no encajan mucho en la dieta mediterránea. La administración sanitaria se ahorraría mucho dinero promoviendo el estilo de vida mediterráneo y de hecho lo hace, aunque en mucho menor grado de lo que sería deseable. La prueba es que como decíamos, el estilo de vida occidental se va imponiendo más y más. Aquí sí que hay poderosos intereses económicos detrás de la propaganda de la comida precocinada, las bebidas azucaradas o carbonatadas, etc. Aún hay poca conciencia social de los responsables públicos sobre la importancia que el estilo de vida de la gente tiene, a corto y especialmente a largo plazo. Un ejemplo: en mi ciudad, Palma de Mallorca, el ayuntamiento desmontó muchos tramos de un carril bici ya en marcha porque supuestamente enlentecía el tráfico. ¿Realmente la agilidad del tráfico debe prevalecer sobre las oportunidades de hacer actividad física al desplazarse de la gente?
Reunir un conjunto de recomendaciones sobre salud y estilo de vida, muchas ya muy aceptadas y reconocidas. La gran novedad es que en los últimos años se acumulan pruebas muy importantes tanto de lo saludable que es el estilo de vida mediterráneo, como de que estamos cometiendo un lamentable error abandonándolo. Creemos que se debe insistir a la población en las consecuencias que va a traer asociado este hecho, y en que “no se deje engañar” al respecto. El mensaje sería “la investigación médica está señalando que a más estilo de vida mediterráneo más salud física y mental… tú verás lo que haces”.
Insistir en que los cambios en el estilo de vida para tener efectos sobre la salud deben ser mantenidos. Para ello deben ser agradables o al menos llevaderos para ayudar a no “tirar la toalla”. ¡Este es el verdadero reto! A ser posible conviene hacer los cambios de forma conjunta desde el principio. Muchos elementos del estilo de vida están muy interrelacionados, y se facilitan mutuamente, por lo que promover cambios al mismo tiempo tiene todo el sentido. Por ejemplo, para mejorar la calidad de tu dieta es también importante que estés menos estresado y más satisfecho con tus relaciones y con tu vida en general.
Basarnos para hacer las recomendaciones en varios argumentos, que coinciden con los apartados de los capítulos:
1. La sabiduría popular (a través de frases de personas relevantes que han opinado sobre la materia).
2. Mi experiencia personal y profesional.
3. Los datos que aporta la investigación, incluyendo algunas de nuestro grupo. Esta última es, con diferencia, la guía más importante. Las creencias y opiniones son, por mucha autoridad que concedamos al que las emite, solo creencias y opiniones. En cambio, cuando se somete una hipótesis a investigación, y se cumplen con los estándares de calidad mínimos exigibles para llevarla a cabo tenemos unos resultados que se consideran datos científicos. Lógicamente estos datos no son dogmas de fe inamovibles. Al revés, son siempre provisionales y no están exentos de posibles sesgos o errores. Por ello hemos introducido en el libro solo referencias de revistas científicas indexadas (acreditadas como más fiables y exigentes) y lo más recientes posible (y por ello más actualizadas).
4. Hemos invitado también al escéptico que todos llevamos dentro a que nos ayude con sus críticas a explicarnos mejor. De hecho la mejor actitud al leer estas páginas es de escepticismo abierto, es decir, de persona dispuesta a dejarse convencer solo en el caso de que le presenten argumentos convincentes para ello.
5. En cada capítulo se aporta un “cuento mediterráneo”, basado en hechos reales y de muy diversas temáticas, pero todas ellas alusivas a los contenidos del libro.
6. Además, transcribimos un fragmento literario relacionado de alguna forma con el estilo de vida mediterráneo también, y explicaremos cómo. ¿Por qué utilizar el arte en un libro de divulgación científica? Pues porque el arte es una forma de conocimiento que en mi opinión, y en el de mucha gente, aporta perspectivas muy interesantes. Jorge Wasenberg dice algo muy interesante “el arte es la purgación de lo superfluo”. Cuando el artista logra conectar de forma directa y sencilla con verdades profundas del hombre su obra permite a la gente comprenderse algo más, y con ello ayudarla a vivir algo mejor.
7. Terminamos cada capítulo con 10 conclusiones y/o recomendaciones a modo de resumen.
Defender que existe el estilo de vida mediterráneo como concepto histórico. Repetimos que solo lo proponemos como constructo científico que alude al grado de cumplimiento de 4 factores: dieta mediterránea, una actividad física frecuente, práctica de métodos de autocontrol del estrés y potenciación de la red social de apoyo. Los pueblos que históricamente han vivido a orillas del Mediterráneo han sido muchos y muy variadas sus costumbres y culturas. El clima suave y agradable de estas latitudes invita a salir de casa, lo cual facilita las posibilidades de interacción social, hacer actividades al aire libre (incluyendo las que suponen ejercicio) y por tanto exponerse a la luz ambiental. El calor del mediodía, especialmente durante los veranos, aumenta las necesidades de descanso y de siesta. Además, ese mismo clima benigno, con muchos días soleados, permite una variada agricultura, en la que destacan los olivares, cereales, hortalizas y viñedos. Con estos productos y con el pescado del mar tenemos los ingredientes de la dieta mediterránea. Este es en mi opinión la mayor parte del “secreto mediterráneo”. Respecto a las influencias culturales de todos los sabios de las civilizaciones que han vivido por estos lares no creo que sean la clave, aunque supongo que algo habrán aportado. En todas las partes del mundo tienen su sabiduría ancestral y no creo que la mediterránea sea mejor en ningún sentido. Pongo por ejemplo la sabiduría oriental, que personalmente me interesa muchísimo. Además, hay datos que apuntan al estilo de vida oriental tradicional como muy saludable. Solo como anécdota diremos que los lugares de mayor concentración de personas centenarias están en los países orientales y mediterráneos. También los primeros puestos en cuanto a esperanza de vida al nacer se los reparten los países orientales y mediterráneos, pero con una sombra seria en el horizonte para estos últimos. En efecto, hay datos muy alarmantes que predicen que esto va a cambiar pronto, por ejemplo los índices de obesidad infanto-juvenil. En fin, a veces me parece que teniendo en cuenta todo lo anterior, proponer no abandonar el estilo de vida mediterráneo es como “descubrir el mediterráneo”, valga la redundancia. Se usa esta frase de forma irónica cuando alguien quiere atribuirse algún descubrimiento hace mucho tiempo conocido de forma un tanto pretenciosa. Sin embargo, creemos que merece la pena asumir el riesgo de ser juzgados así, dada la importancia del reto que tenemos por delante.
Sustituir la evaluación y asesoramiento de un profesional especializado en los casos en que sea necesario. Por ejemplo, hay especialistas en nutrición y en la práctica de ejercicio físico que son esenciales cuando se trata de asesorar a pacientes en situaciones graves o complejas.
Establecer unas propuestas útiles y definitivas para toda la población. El estilo de vida mediterráneo está siendo utilizado desde hace bastantes años en la Universidad de Oregón (USA) como terapia complementaria para el tratamiento de personas con diabetes, algunos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares. En la Universidad de las Islas Baleares estamos investigando su potencial para mejorar el tratamiento de la depresión, asociado a los tratamientos estándar (psicoterapia y/o farmacoterapia). Nuestra experiencia investigando este campo es de 10 años y hemos aprendido que las propuestas funcionan mejor cuando se personalizan. Así, los resultados que obtuvimos en los estudios piloto fueron muy positivos. Esto nos animó a hacer unas recomendaciones sobre estilo de vida a 40 pacientes con depresión mientras que a otros 40 pacientes en la misma situación clínica les animamos a que practicaran el estilo de vida que creyeran más adecuado para ellos. Al cabo de 6 meses, los que habían recibido las recomendaciones “mediterráneas” estaban mucho mejor de ánimo que los otros. Decidimos volver a repetir el experimento, pero ampliando el número de participantes a casi 300, no solo de Mallorca, sino también de Zaragoza y Barcelona. También alargamos el seguimiento a un año. En este caso el grupo al que les planteamos las recomendaciones de cambio de estilo de vida no evolucionó mejor que el otro, con gran frustración para todos. ¿Qué había pasado?, ¿Cómo podíamos explicar esta diferencia? Pues comprobamos que el grado de apoyo e información a los pacientes en este segundo estudio había sido mucho menor, ya que habíamos tenido menos tiempo para asesorar individualmente a cada persona. Probablemente esto había marcado la diferencia. Es decir, la gente necesita información clara y práctica en torno a las ventajas que supone hacer los cambios en el estilo de vida que se le piden y también sobre posibilidades de hacerlo. Este es, insistimos, el objetivo de este libro.
Aportar un recetario mágico (de efectos rápidos). Más bien es un conjunto de propuestas con sugerencias para que cada persona pueda ir descubriendo, teniendo en cuenta sus peculiaridades, cuáles pueden serle viables. He leído muchos libros divulgativos en temas de salud. Algunos con propuestas prácticas de solución. La mayoría me han resultado útiles e interesantes, aunque no todos en la misma medida. Una de las limitaciones más habituales de estos libros es que utilizan un abordaje excesivamente simplificador. Quizá lo hacen con pretensiones didácticas, pero tiene sus peligros. No se puede dar la espalda, por ejemplo, a las evidencias que apuntan a la importancia de nuestra predisposición genética en el riesgo de enfermar. La buena noticia es que esa predisposición en muchas ocasiones se puede compensar cuidando nuestro estilo de vida.
Hacer juicios morales sobre cómo vive la gente, o hacer una reflexión sobre los males de nuestro tiempo, y mucho menos una reivindicación nostálgica del pasado. Casi diría que al revés. De hecho, estaría de acuerdo en dar la vuelta al dicho popular y al verso del poeta magistral (Jorge Manrique; coplas a la muerte de mi padre) planteando que “cualquier tiempo pasado fue peor”. Y es que los males del pasado se suelen minimizar porque solemos olvidarlos con más facilidades que sus aspectos positivos. Es verdad que hoy vivimos problemas que amenazan nuestro bienestar y el de generaciones futuras (el cambio climático, por ejemplo). Sin embargo, al menos en los países de la ribera norte del Mediterráneo, disfrutamos desde hace décadas de unos niveles de libertad, seguridad y bienestar sin precedentes, aunque lógicamente con oscilaciones. Por otro lado, defiendo que tenemos derecho a vivir como nos dé la real gana si no hacemos daño a nadie con ello. La vida de cualquiera puede cambiar en un segundo con los zarpazos que el destino a cada uno inevitablemente nos tiene reservados. Todos tenemos limitaciones personales con las que lidiar y problemas de salud que nos van surgiendo, además de otras circunstancias personales que nos condicionan. Montarse una vida requiere imaginación, creatividad y determinación. Mi reconocimiento a todos los humanos vivos por el hecho de estarlo. Intento en mi práctica profesional no cuestionar a ningún paciente su forma de vivir, por muy extravagante que me parezca, si no le genera sufrimiento a él o a su entorno. Todos navegamos en un mar incierto, con la ayuda de nuestra experiencia y recursos personales. Muchos de ellos son útiles porque nos ayudan a resolver situaciones difíciles. Otros ya no, pero se mantienen por inercia, cuando se pueden cambiar por otros mejores… si se acepta el reto. Se trata de interrogarnos con humildad si estamos viviendo con el estilo de vida que queremos vivir y si la respuesta es negativa, buscar nuestro camino, el que más nos convenga, lo cual pasa por echarle valor y probar posibilidades nuevas.
—Si todo esto del “estilo de vida” está muy bien…, es muy lógico y tiene sentido que sea importante para mejorar la salud física y mental… la gente ya lo sabe, no hace falta más libros para explicarlo… sino tiempo y posibilidades económicas para llevarlo a cabo.
—De acuerdo, quizá la gente ya lo sepa, pero no lo suficiente… si estuviera realmente al tanto de su importancia superaría con imaginación y ganas los inconvenientes relativos que suponen la escasez de tiempo y dinero.
—¡Ah! pero ¿me quieres convencer que cambiar de estilo de vida es fácil con algún procedimiento que este libro va a desvelar?
—No, no hay tal procedimiento, y desde luego no es fácil, sobre todo si creemos (de forma errónea) que con ello llevaremos una vida menos placentera o divertida que la que llevamos. El objetivo es motivar y dar ideas para promover nuevas experiencias o pruebas que, si salen bien, puedan repetirse y llegar a consolidarse como un hábito de vida. Solo se consolidarán si son mínimamente agradables.
—Me parece muy ingenuo. Esas pruebas de cambio de vida las hace todo el mundo a principios de cada año y la inmensa mayoría de las veces se quedan en una anécdota, de forma que los buenos deseos de cambio se aplazan para retomarlos a principios del año próximo. Con este tipo de libros ocurre lo mismo. No sé si merecen la pena.
—Realmente cada persona tiene que encontrar su momento y su manera. Creo que la información es importante, también el apoyo que se pueda recibir del entorno… e, insisto, encontrar la forma de integrar el cambio saludable en tu vida. Para eso hay que probar alternativas hasta que encuentres lo que a ti te funciona en los ámbitos en que más lo necesites. He visto muchas personas conseguirlo que luego me reconocen que habían sido antes exageradamente pesimistas al respecto.
—Bueno, hablemos de algo concreto como ejemplo de las dificultades de las que te hablo: el tabaco. ¡Cuánta gente hay que sabe que no le conviene fumar y sigue haciéndolo, a pesar de un sinfín de métodos disponibles para dejar de fumar!
—¡Qué buen ejemplo me has puesto! Entre otras cosas porque me das la ocasión para aludir a un factor condicionante de la salud que no vamos a tratar en el libro, pero que es importantísimo. Sí; hay mucha gente que le gustaría dejar de fumar y sigue haciéndolo, pero en los últimos años cada vez más gente consigue dejar el hábito. Las estadísticas están ahí: el porcentaje de población fumadora está bajando en el mundo occidental. Hace 20 años se acercaba a la mitad, ahora está en torno a la cuarta parte. Podemos discutir qué ha contribuido más a este descenso: mayor divulgación de pruebas en torno a los efectos nocivos del tabaco, legislación más restrictiva con su consumo y con su publicidad, cambio de la percepción social en torno a la imagen de los fumadores… Lo que es inapelable son las cifras, no solo del porcentaje de población fumadora, sino de la disminución paralela de algunos problemas de salud muy relacionados con el tabaco, como el cáncer de pulmón o el infarto de miocardio por ejemplo.
—Pero el problema del tabaco es menos complejo que el del estilo de vida.
—Quizá, pero en cierta manera el nivel de pesimismo en torno a las posibilidades de combatir al tabaco era hace años el mismo que ahora estamos viendo con aspectos muy claves del estilo de vida, como la mala alimentación o el sedentarismo, por ejemplo. Otro ejemplo de epidemia en vías de control podrían ser los accidentes de tráfico. Durante años parecía que nada podía bajar las cifras y hoy los muertos en carretera son menos de la mitad que hace 20 años también. De nuevo la información y legislación están jugando un papel esencial.
—O sea, que nos leemos el libro y a partir de ahí nuestro estilo de vida empezará a cambiar.
—¡Qué gracioso! Obviamente no. Esto va de leer, pero sobre todo de analizar críticamente lo que se lee en el contexto de tus circunstancias vitales y, sobre todo, de empezar a probar iniciativas que para ti tengan sentido para encontrar las que funcionen en tu caso, sin prisa pero sin pausa.
—¿Y si no encuentro nada que me interese dentro del supuestamente magnífico estilo de vida mediterráneo?
—¡Qué difícil me resulta aceptar eso si realmente te estás dando una oportunidad!
—¿Y si no me apetece cambiar mi estilo de vida?
—Tienes todos mis respetos. Volviendo al tema del tabaco: hay personas que han llegado al convencimiento de que les merece la pena pagar el precio que supone fumar y asumir sus riesgos por el placer que les aporta. Una de las personas que más admiro, Fernando Savater, declaró públicamente esta postura. A mí me gusta fumar pero no lo hago salvo en celebraciones, porque me parece que si me convierto en adicto haría un muy mal negocio, sobre todo a medio y largo plazo. Sin embargo, a veces tengo la fantasía de que si me quedara poco tiempo de vida debido a alguna enfermedad dolorosa recurriría a cualquier droga que me aliviara, incluyendo el tabaco. Por tanto entiendo a la gente que le gusta más su vida fumando que sin hacerlo, o que no quiere pagar el peaje del desagradable tiempo de deshabituación que tendría que atravesar para dejar el hábito de fumar. Yo no soy quien para juzgarle porque no estoy en su piel para saber los pros y los contras que le supone. La salud es muy importante pero no lo es todo. Como médico interesado en la promoción de la salud, física y mental, me interesa ofrecer alternativas, pero sin rigideces ni radicalismos.
—No sé, entiendo lo que dices, pero no puedo evitar oler un cierto tufillo moralista en esa cantinela del estilo de vida sana… me recuerda a los sermones desde el púlpito que todos hemos escuchado sobre la vida virtuosa… espero al menos que no nos advertirán contra la masturbación también…
—¡Qué cachondo!… pues no, en absoluto… Y sí, entiendo la crítica pero intentamos no basar las recomendaciones que se hacen en el libro en otros fundamentos que no sean las pruebas que está aportando la investigación científica… y la masturbación, que yo sepa, no se ha demostrado que suponga ningún perjuicio para la salud.
—¡Uy, qué miedo! La ciencia y sus sumos sacerdotes, esa sí que es una religión poderosa.
—De acuerdo, la ciencia nunca ha estado ajena a influencias económicas, religiosas y socioculturales más o menos interesadas y lo sigue estando. No somos tan ingenuos, aunque creo que ahora se lucha mucho más para disminuir esa contaminación. Pongo un ejemplo que de paso arrime “el ascua a mi sardina”: la industria alimentaria estadounidense está intentando frenar con todas sus influencias la legislación que intenta prevenir la obesidad infantil restringiendo determinadas comidas en los colegios porque disminuye sus ganancias. Para ello invierte mucho dinero en influir a los políticos, y a los científicos que se prestan a ello. Todos tenemos un precio, y el de algunas personas parece suficientemente asequible. Lo mismo ocurrió con la industria tabaquera, con las industrias que más afectan al cambio climático… Pero por suerte cada vez menos gente se atreve a negar en público que el tabaco sea un factor generador de enfermedad y discapacidad de primera categoría, y que el cambio climático esté ocurriendo.
—Pero bueno… cambio climático, confluencia de intereses entre las grandes multinacionales y la política… parece que lo que quieres es salvar el mundo en lugar de prevenir y tratar la enfermedad… ¿No querrás ahora hablarme de algún partido u organización en la que milites?
—No hombre no… disculpa otra vez que me deje llevar por la pasión y me salga un poco del tema. Sin embargo, aun a riesgo de que confirmes con ello tu impresión de que soy un quijote iluminado luchando con molinos de viento, te diré que sí creo que hay relación entre llevar un estilo de vida saludable y el cuidado del planeta. Según mi impresión ambas actitudes no se entienden la una sin la otra. Lo que más le conviene al planeta es lo que más te conviene a ti.
—¿Y qué es eso que tú sabes que a mí y al planeta conviene?
—Que te pegues la “vida padre” o si lo prefieres que “disfrutes al máximo de tu vida”, lo que, mira tú por dónde, ha sido propuesto como una actitud ética fundamental y cito de nuevo a Fernando Savater.
—Vaya, confieso que me esperaba una respuesta así… Pero tengo una pregunta final: ¿qué te hace pensar que no lo hago?
—Solo una cosa: que tengas este libro entre las manos… eso me hace sospechar que realmente quieres saber cómo puede mejorar tu calidad de vida, sea cual sea el nivel del que partas. Si no es así, mis disculpas y, si ya has comprado el libro, regálaselo a alguien que creas que le puede ayudar, pero preséntaselo con un poco más de cariño si quieres que haga un intento de leerlo.
Curiosamente su vida científica empezó muy mal. Afirmó ufanamente que podría controlar las crecidas del Nilo con un sistema de diques y presas diseñado por él. Al llegar esto a oídos del califa de Egipto le llamó para encomendarle esa misión. Sin embargo, cuando empezó a estudiar sobre el terreno cómo llevar a cabo el objetivo se dio cuenta de que era imposible con los medios de la época. Sabía que muy probablemente el califa, una persona implacable y muy peligrosa, le cortaría la cabeza cuando tuviera que reconocer ante él que no era capaz de cumplir su promesa. Por tanto hizo algo alternativo, fingir que se había vuelto loco. Salvó su cabeza, pero no le salió gratis. El califa le arrestó en su casa durante más de 10 años. En ese tiempo pudo sin duda convencerse de que es muy arriesgado hacer afirmaciones que no estén basadas en pruebas fiables. También de que hay que diseñar y realizar experimentos para contrastar las hipótesis que merece la pena probar. Y por supuesto también se dio cuenta de que un buen científico suele ser humilde y poco pretencioso, ya que sabe que su conocimiento es siempre provisional, y además es la herencia de muchos años y personas previas. Los resultados de las investigaciones pueden promover avances, integrando y modificando el conocimiento previo, pero merece la pena huir de triunfalismos y de la peligrosa asunción de haber llegado a la solución definitiva de un problema. Fue por tanto el primero en proponer que un auténtico científico antes de hablar consulte a la naturaleza.
Alhacen ibn al-Haytham (965-1039) es considerado por muchos como el primer investigador científico de verdad, e incluso el padre del método científico en lugar de Descartes y Bacon. Se tiende a pensar que nada muy importante pasó en la ciencia desde los griegos hasta el renacimiento europeo pero eso es minusvalorar la época dorada de la ciencia árabe, mucha de ella desarrollada en los márgenes del Mediterráneo. Alhacen es un ejemplo de ello y sus contribuciones en el campo de la óptica y la astronomía fueron muy importantes.


(Alhacen y Jorge Manrique. Fotografías tomadas de wikimedia commons)
Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando
cómo se pasa la vida, como se viene la muerte tan callando,
cuán presto se va el placer cuando después de acordado da dolor,
como a nuestro parecer cualquiera tiempo pasado fue mejor.
Este mundo es el camino para el otro que es morada sin pesar,
mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar,
partimos cuando nacemos, andamos mientras vivimos y llegamos
al tiempo que fenecemos, así que cuando morimos descansamos.
Los placeres y dulzores de esta vida trabajada que tenemos
no son sino corredores y la muerte la celada en que caemos,
no mirando a nuestro daño corremos a rienda suelta sin parar,
y es que vemos el engaño y queremos dar la vuelta no hay lugar.
Esos reyes poderosos que vemos por escrituras ya pasadas,
con casos tristes llorosos, fueron sus buenas venturas trastornadas,
así que no ha cosa fuerte, que a Papa, emperadores y prelados,
así los trata la muerte como a los pobres pastores de ganado.
Después de puesta la vida tantas veces por su ley al tablero,
después de tan bien servida la corona de su rey verdadero,
después de tanta hazaña a que no puede bastar cuenta cierta,
en la su villa de Ocaña vino la muerte a llamar a su puerta.
Diciendo buen caballero dejad el mundo engañoso y sus halagos,
vuestro corazón de acero muestre su esfuerzo famoso en este trago,
y pues de vida y salud hicisteis tan poca cuenta por la fama,
esfuércese la virtud para sufrir esta afrenta que os llama.
Así con tal entender todos sentidos humanos conservados,
cercado de su mujer y de sus hijos y hermanos y criados, y el alma quien se la dio, la cual la vio en el cielo en su gloria,
y aunque la vida perdió, dejó nos harto consuelo su memoria.
(Fragmento de Coplas a la muerte de mi padre de Jorge Manrique)
Este poema, obra cumbre de la literatura española, es una elegía laudatoria que el autor escribió a su padre, Diego de Manrique. Su texto se ha relacionado con los mensajes memento mori (acuérdate de que vas a morir) y Vanitas vanitatum omnia vanitas (Vanidad de vanidades, todo es vanidad); entendiendo esta palabra más como vacuidad, futilidad, insignificancia que como orgullo o soberbia). Al parecer eran muy habituales en el siglo XV. Yo leo junto a los halagos a su padre un reproche entre líneas: nos abandonas prematuramente por haber dedicado tu vida al juego del poder, la riqueza y la fama. Quizá esté equivocado ya que esto encaja mal con que el propio Jorge Manrique, que además de poeta fue también un caballero muy poderoso, muriera en combate tres años después, a los 37 años, dejando a su vez solos a sus allegados. De todas formas hay un refrán que dice “consejos vendo, pero para mí no tengo”, el cual me aplico yo con frecuencia. En cualquier caso, para mí este poema es un aldabonazo que anima a disfrutar del presente al máximo, y me recuerda un comentario sabio del Dalai Lama: “Lo que más me sorprende del hombre occidental es que pierden la salud para ganar dinero, después pierden el dinero para recuperar la salud. Y por pensar ansiosamente en el futuro no disfrutan el presente, por lo que no viven ni el presente ni el futuro. Y viven como si no tuviesen que morir nunca, y mueren como si nunca hubieran vivido”. Yo pienso que es mejor hacer caso a los orientales; vivir de cara a la muerte y no de espaldas. Llevar una buena vida para tomarnos con más deportividad su final. En la medida en que lo consigamos viviremos con más intensidad y por ello disfrutaremos más de todo. Joan Manuel Serrat, en su canción Mediterráneo, habla también de esto, y de cómo tomarse con resignación la inevitable visita de “la Parca”, personaje mitológico romano que representa a la muerte:
… si un día para mi mal viene a buscarme la parca, empujad al mar mi barca con un levante otoñal y dejad que el temporal desguace sus alas blancas, y a mí enterradme sin duelo entre la playa y el cielo. En la ladera de un monte, más alto que el horizonte quiero tener buena vista. Mi cuerpo será camino, le daré verde a los pinos y amarillo a la genista. Cerca del mar porque yo nací en el Mediterráneo.
¿Y tú qué opinas?
¿Cómo puede alguien decir: Yo sé, síganme? Esa es una afirmación ignominiosa.
(Krishnamurti)
No podemos controlar el mar, pero sí podemos gobernar nuestro barco.
(Séneca)
Nadie me puede obligar a ser feliz a su modo, sino que es lícito a cada cual buscar su felicidad por el camino que mejor le parezca.
(I. Kant)
Si algo merece la pena hacerse, merece la pena hacerse también imperfectamente.
(J.V. Bonet)
|
10 puntos a modo de resumen 1. Vivimos en una sociedad con una esperanza de vida cada vez mayor, pero donde los casos de enfermedades crónicas no transmisibles, como diabetes, enfermedades cardiovasculares, obesidad y depresión aumentan. 2. ¿Cómo es posible? Seguro que a todos nos viene a la cabeza el estrés como causante. Pues bien, en este libro abordamos además otros muchos factores sospechosos en este sentido que enmarcamos dentro del concepto “estilo de vida”. Y es que, efectivamente, cada vez hay más evidencias de que los cambios de estilo de vida que la población está adoptando en los países desarrollados están poniendo en riesgo su salud física y mental. 3. Ante esta situación no es extraño que se dediquen muchos esfuerzos a investigar nuevas estrategias que puedan ayudar a prevenir estas enfermedades de la “civilización”, como se las ha llamado. Proponer modificaciones en el estilo de vida es una de ellas. 4. Esto es lo que han hecho científicos de la Universidad de Oregón (USA) utilizando el concepto “Estilo de vida mediterráneo”. Abarca la recomendación de realizar dieta mediterránea, practicar suficiente ejercicio físico, cultivar las amistades y relaciones sociales y evitar el estrés en lo posible (dando importancia al ocio, aprendiendo a relajarse y descansar, viviendo más en contacto con la naturaleza, etc.). 5. Nada nuevo bajo el sol, podríamos decir, ya que estas recetas para conservar y mejorar la salud se conocen y se recomiendan desde tiempos inmemoriales (aunque cada vez se practican menos). La gran novedad es la impresionante evidencia científica reciente que las avala. 6. Creemos que a la población general le interesará mucho conocer que la eficacia de estas medidas de mejora del estilo de vida es espectacular (no cuando se recomiendan, sino cuando se llevan a cabo, lógicamente). 7. Para ello es básico respetar las características y posibilidades diferenciales de cada persona, para adaptar a ellas estas sugerencias sabiendo que algunas serán más viables que otras. 8. Queremos mostrar también que practicar muchas de estas recomendaciones puede resultar además placentero y damos sugerencias al respecto. 9. Todo el mundo puede avanzar en su práctica si está convencido de su interés. Este es el reto de este libro: promover nuevas prácticas y rescatar otras que quizá realizábamos nosotros o nuestras familias, pero que hemos ido perdiendo en las últimas décadas (nos hemos dejado engañar al respecto). 10. Sabemos que los cambios perdurables en el estilo de vida no son fáciles, sobre todo al principio. Requieren esfuerzo y motivación para iniciarse, y que sean agradables y eficaces para que se mantengan. |