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LA MASONERÍA Y BILDERBERG

Cuando el hombre deja de creer en Dios

ya puede creer en cualquier cosa.

GILBERT KEITH CHESTERTON (1874-1936)
Escritor británico

Existen pruebas irrefutables de que, desde la Edad Moderna, la masonería ha influido en los sucesivos episodios de la historia mundial. Como han demostrado con rigor las investigaciones de reputados autores académicos[3], ha favorecido la expansión del Imperio británico y las reivindicaciones de la Revolución francesa antes de ser manipulada por Napoleón para servir a las ambiciones de su política. Además de conformar una parte imprescindible en la gestación y desarrollo de las tres internacionales socialistas, su efecto fue fundamental en las oleadas y campañas anticatólicas de Francia, España, Italia e Iberoamérica, así como en los procesos revolucionarios de estos países.

Algunos historiadores destacan las sangrientas maniobras de la masonería para conseguir sus propósitos, como los asesinatos de líderes de vanguardia, la utilización de armas no convencionales, los golpes de Estado y las invasiones directas o indirectas a determinados países. En la sangrienta Italia de los años ochenta, la Logia P2, en cohesión con la OTAN y el Banco Ambrosiano, puso en marcha la Operación Gladio, que creó un caos provechoso para las ocultas élites del poder que conforman Bilderberg.

Los hechos fueron denunciados en su libro[4] por el juez Ferdinando Imposimato, presidente honorario del Tribunal de Casación italiano, que instruyó el caso del asesinato del primer ministro italiano Aldo Moro, el intento de asesinato contra el papa Juan Pablo II y fue uno de los principales jueces antimafia. En la presentación de su obra, un reportero de Fanpage lo entrevistó, y esto fue lo que dijo[5]:

REPORTERO: Treinta años después de la serie de atentados, seguimos sin saber la verdad. ¿Cómo es posible?

FERDINANDO IMPOSIMATO: No. Ya hemos descubierto parte de la verdad. Las cosas son más claras actualmente. Hubo complicidad del Estado, o de facciones del Estado, con la mafia, el terrorismo, la masonería, que se armonizaron a través de una organización denominada Gladio o Stay Behind, una organización internacional manejada por la CIA. Todo eso está hoy demostrado. Antes era fantasía. Hoy es una realidad conocida y un problema que perdura.

R.: Una serie de atentados para desestabilizar el Estado. ¿Con qué objetivo?

F. I.: [...] No lo hicieron con vistas a un golpe de Estado, sino para fortalecer al poder. Desestabilizar el orden público para estabilizar el poder político.

R.: Y su investigación nos conduce al Grupo de Bilderberg.

F. I.: En verdad, fue Emilio Alessandrini quien lo descubrió en un documento que yo encontré milagrosamente. Encontré ese nombre en ese documento que databa de 1967, y después hubo esa reunión de Bilderberg, que se desarrolló en Roma sin que ningún periódico hablara de ella, con excepción de Dagospia. Y ese Grupo de Bilderberg […] hay que estudiar ese documento muy importante que ya mencioné […] Ese documento dice que el Grupo de Bilderberg es uno de los responsables de la «estrategia de la tensión» y, por lo tanto, es también responsable de los atentados […] ese Grupo de Bilderberg […] ¡responsable de las masacres!

R.: En el grupo hay miembros del Gobierno y gente cercana al mundo político y empresarial.

F. I.: Es imposible que alguno de ellos no estuviese al corriente. Pero ese es el tipo de cosas que hace el Grupo de Bilderberg, dirige el mundo y las democracias de forma invisible para condicionar el desarrollo democrático de esas democracias.

Así es como ocurre mientras la prensa mira hacia otro lado, porque hoy los propietarios de los medios son bilderbergs, como demuestro en mi tesis doctoral. En Italia, Giovanni Agnelli, miembro del Comité Directivo de Bilderberg y propietario del grupo Fiat y de Rizzoli Corriere della Sera (actualmente es accionista de El Mundo, el Marca, etc.), se encargaba de mantener a los periodistas a raya. Silencio absoluto respecto a sus redes de poder.

La metodología masónica está conectada directamente con algunos de los procedimientos utilizados por los bilderbergs contra lo que han considerado un obstáculo para la consecución de objetivos. Sigue pululando en el aire, por ejemplo, la autoría del magnicidio de John F. Kennedy. Sin embargo, poco o nada se ha profundizado en la conexión de Bilderberg con la masonería, a pesar de que resulta sorprendente comprobar la cantidad de rasgos comunes que cualquier investigador imparcial encuentra al analizarlos.

El punto más inmediato que los vincula es que, precisamente, el club es obra de masones. El príncipe Bernardo de Holanda y Joseph Retinger, este último de alto grado, pertenecían a sendas logias, y el hecho de que David Rockefeller fuera el alma del grupo orientó indiscutiblemente su dirección masónica. Además, muchos de sus miembros actuales, así como gran parte de su Comité Directivo, pertenecen a la masonería, como vamos a ver en este capítulo. Por lo tanto, observamos que son los masones los que orientan la dirección del club.

En este contexto, es muy interesante conocer las manifestaciones de David Rockefeller sobre Bilderberg. En su libro de memorias, inicia un breve relato sobre la entidad con un sonoro sarcasmo enfocado a ridiculizar a quienes investigan las organizaciones de élite que él ha creado: «A riesgo de defraudar a esos traficantes de la conspiración, la verdad es que Bilderberg es realmente un grupo de discusión anual sumamente interesante que debate cuestiones de relevancia tanto para los europeos como para los norteamericanos, sin llegar a acuerdos».

A continuación, el banquero internacional, que fue espía durante la Segunda Guerra Mundial, habla del ideólogo de Bilderberg, otro espía:

Retinger, un polaco de origen aristocrático que había servido en la inteligencia británica durante la Segunda Guerra Mundial. [...] se preocupaba por las tensas relaciones dentro de la comunidad atlántica. Convenció a Bernardo de que convocase a un grupo de individuos destacados para discutir esas cuestiones. Yo fui uno de los 11 americanos invitados, y nos juntamos 50 delegados de 11 países de Europa occidental, un mosaico vivo de políticos, empresarios periodistas y sindicalistas.

De un plumazo, Rockefeller ventila décadas de reuniones que un analista o un lector no iniciado creerían que no sirvieron para nada, a juzgar por la escasa importancia que les confiere. Pero es precisamente esa indiferencia la que despierta las mayores sospechas; una indiferencia que, sin lugar a dudas, interpreto como impostada. A continuación, Rockefeller repasa en su biografía otras organizaciones que ha creado, como la Trilateral, hasta que finalmente, tras su escueto re­corrido por sus criaturas, la sorna con la que empezó se torna en la realidad de lo que, para él, significan realmente:

Estas organizaciones reflejan mi creencia en el principio del compromiso constructivo. Como miembro de la inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial, aprendí que mi eficacia dependía de mi habilidad para desarrollar un entramado de personas con información e influencia fidedignas. Algunos pueden pensar que esta técnica es cínica y manipuladora. Yo discrepo. Este enfoque me posibilitó conocer a gente que fue útil para alcanzar objetivos y me dio oportunidad de entablar amistades duraderas que han enriquecido enormemente mi vida.

De sus propias palabras extraemos cual sería, para Rockefeller, la definición de las organizaciones que ha fundado, como el Club Bilderberg:

—«Principio del compromiso constructivo».

—«Mi habilidad para desarrollar un entramado de personas con información e influencia fidedignas».

—«Gente útil para alcanzar objetivos».

—«Amistades duraderas».

Él mismo explica que Bilderberg, y el resto de sus asociaciones, conforman los instrumentos que posibilitan cumplir la estrategia que se ha marcado. Simplificando, utilizar a gente con influencia para lograr su propia meta, que también la dio a conocer en una entrevista en 1991: «Es preferible la soberanía supranacional de una élite intelectual y de los banqueros mundiales a la autodeterminación nacional practicada en los siglos pasados» (Newsweek).

De nuevo encontramos la conexión entre la teoría de la élite, una red de espías que se mueve por el mundo al estilo aprendido de la masonería. Y Bilderberg. Únanle a eso que la sede de esa soberanía es EE. UU., que el gobierno mundial de los sabios se completa con un ejército único y global, así como una sola religión, y ya tienen el Nuevo Orden Mundial.

LA REVOLUCIÓN FRANCESA

Cada época ha generado a sus propios teóricos de la élite. Cada grupo de poder o individuo destacado pensó, y seguirá pensando, que no existe nadie mejor que sus miembros o que su propia inteligencia para organizar la sociedad. Las teorías contemporáneas de la élite hunden sus raíces en la Edad Moderna, momento en el que las distintas sociedades que componían el mundo sintieron una insaciable sed de libertad que asustó a los dominadores. Por ejemplo, el juicio a las brujas de Salem, en Boston, intentó reprimir esa fuerza viva que comenzaba a romper y hacía saltar por los aires los constreñidos esquemas del Antiguo Régimen. Comenzaba a gritarse el lema… Liberté, Égalité, Fraternité, ou la Mort. Hoy día sigue en boga.

La masonería actual, en la que se inscribe Bilderberg, es una sociedad secreta que surge a principios del siglo XVIII, en 1717 en Inglaterra, y que trasciende a la masonería de la Edad Media para tomar una posición aún más ambiciosa y globalista. En esta categoría se ubica la masonería mundialista que impregna no solo a Bilderberg, sino al resto de centros de poder o sociedades secretas como la Skull and Bones, la Mesa Redonda o el CFR, que abogan por la imposición de un gobierno único. «Estas tramas de poder e influencia —señala el historiador Ricardo de la Cierva— se derivan de orígenes comprobadamente masónicos. En ellas coinciden el poder político, el social y el del dinero. Sus miembros están en la órbita masónica, pero muchos de ellos no quieren ingresar oficialmente en la masonería porque es anticristiana y les es más conveniente, más cómodo, no hacerlo». Esto significa que Bilderberg y el resto de clubes están abiertos a los no masones y que no son logias oficiales, sino promociones masónicas.

UNA SOCIEDAD FRATERNAL Y TOTALITARIA

Según la Gran Logia Unida de Inglaterra —base de la francmasonería o masonería moderna—, «la masonería es una de las sociedades fraternales más antiguas del mundo». Hunde sus raíces en la Edad Media, cuando el gremio de artesanos de las grandes catedrales cristianas decide unirse para luchar por el reconocimiento y la profesionalización de su trabajo, creando sus propias constituciones en las que juran guardar el secreto de las técnicas de edificación de sus obras. Desde el punto de vista laboral, el objetivo es evitar el intrusismo profesional y regularizar los honorarios de sus servicios. El secreto de la construcción pasa de padres a hijos y se crean distintas logias (con el nombre de sus lugares de reunión) en las que se agrupan por especialidades.

Con el paso del tiempo, devienen en otras organizaciones que afirmaban custodiar una serie de secretos muy diferentes y relativos a la vida de Jesús de Nazaret, como la Orden del Temple, los Cátaros, el Priorato de Sion o los Rosacruces, entre otros.

Estas sociedades antiguas inspiraron movimientos modernos de carácter masónico-esotérico-religioso que mezclaron una serie de doctrinas de la Antigüedad, sin base científica, dando como resultado un eclecticismo que se confunde y se aparta de los fines que muchas de las agrupaciones originarias buscaban. Las modernas piensan que han sido elegidas para continuar la labor de búsqueda de la sabiduría, de la existencia y el sentido de Dios y de la muerte, pero sus actos contradicen a sus miembros y dirigentes poniéndolos en evidencia.

Hasta el siglo XXI la masonería ha evolucionado notablemente, pero sigue manteniendo sus rasgos primarios: el secretismo, el corporativismo, el traspaso de los conocimientos secretos de generación a generación y el acuerdo de solucionar sus problemas personales dentro del ámbito de influencia de las logias y en base a sus estatutos o constituciones propios. A pesar de que se presentan como un grupo de hombres libres e iguales, las logias mantienen una marcada jerarquía, que obliga al resto de miembros a obedecer al jefe. El autoritarismo, en ocasiones, muta a un totalitarismo.

Realmente, la masonería es hoy un entramado complejo que se distribuye a lo largo y ancho del mundo a través de distintas agrupaciones que se integran, a modo de confederación, en las grandes logias. A su vez, existe la división entre la masonería regular y la irregular, según el punto de vista teológico. Algunas logias masónicas se han distinguido por rituales y crímenes sanguinarios, como la mexicana; incluso numerosos autores coinciden en señalar que uno de los requisitos imprescindibles para obtener el grado 33 de soberano gran inspector general del rito escocés antiguo y aceptado es cometer personalmente un asesinato.

BILDERBERG Y LOS ELEGIDOS

Uno de los principales problemas para definir y conocer el sentido profundo de la masonería moderna es que coexisten dos masonerías: una visible, la de las Tres Columnas, los mandiles, los emblemas, los ritos e incluso las medidas y parciales declaraciones públicas. Y otra invisible, que actúa de varias formas: la masonería de la Cuarta Columna. Esta es desconocida incluso por los masones de alto grado y en ella se integra la masonería mundialista, como concluyó De la Cierva tras décadas de estudio.

Años antes, lo había dejado escrito Manly P. Hall (1901-1990), uno de los autores masónicos más reconocidos de la masonería actual. Mezcló mitología, religiones, matemáticas y magia. Habla de Pitágoras, de ritos paganos, dioses egipcios y cristianismo antiguo. Su legado se estudia en la University Philosophical Research, ubicada en Los Ángeles, California[6], y su obra más conocida es The Secret Teachings of All Ages: An Encyclopedic Outline of Masonic, Hermetic, Qabbalistic and Rosicrucian Symbolical Philosophy[7], de 1928. Es completamente revelador lo que leemos en su siguiente libro, Lectures on Ancient Philosophy, publicado en 1929:

La francmasonería es una fraternidad dentro de una fraternidad; una organización exterior que oculta a la hermandad interior de los elegidos. Es necesario examinar la existencia de estas dos organizaciones separadas pero sin embargo interdependientes, una visible y otra invisible. La sociedad visible es una espléndida camaradería de hombres libres y comprometidos a dedicarse a fines éticos, educativos, fraternales, patrióticos y humanitarios. La sociedad invisible es una fraternidad augusta, dotada de dignidad majestuosa, cuyos miembros están dedicados al servicio de un arcanum arcanorum (secreto de los secretos, arcano de los arcanos).

Es en esta masonería invisible en la que opera Bilderberg, la masonería de los elegidos, mientras coexiste otra que desconoce a esta superior.

Aunque Bilderberg no es una logia, sus dirigentes son masones, lo que significa que, en la práctica, sus acciones e ideología están integradas en la cosmología masónica. Por ello, los bilderbergs iniciados se consideran «elegidos» e «iluminados» y, frente a los ignorantes ciudadanos corrientes, ellos utilizan y dirigen el club y a los asistentes por el idealismo masón, que consiste en crear un nuevo mundo, un nuevo hombre.

Albert Pike (1809-1891), quien más de un siglo después de su muerte sigue siendo uno de los autores masónicos más citados y respetados por los hermanos, fue un miembro preclaro de la masonería invisible y fijó el rito escocés antiguo y aceptado como el más practicado en EE. UU., de donde se exportó a otras partes del mundo. Fue apodado «Papa Masónico» y «Platón de la Masonería» y vinculó sus enseñanzas con la cábala, la gnosis, los misterios de Isis y el culto a Krishna. Su obra cumbre es Morals and Dogma y se ha entregado durante décadas a los iniciados para su educación masónica. Su edición facsímil está presentada y avalada por el Supremo Consejo de grado 33.

Lo que he leído en sus páginas me resulta algo fuera de lo común. No es habitual encontrar en la cultura oficial estos temas y, sin embargo, al mismo tiempo se han puesto de moda, como comprobamos en el ámbito de la música en los videoclip y puestas en escena de Madonna, Tokio Hotel o Lady Gaga, por ejemplo. Pike alude constantemente a la luz, las tinieblas, la bestia y a su número simbólico, el 666. El «Papa Masónico» dice así: «La masonería, como todas las religiones, todos los misterios, el hermetismo y la alquimia, oculta sus secretos a todos, excepto a los adeptos y sabios, los elegidos, y utiliza explicaciones falsas e interpretaciones engañosas de los símbolos para desorientar a los que merecen ser desorientados, para ocultar la verdad que ella llama luz y apartarles de ella».

De nuevo, la ocultación, la mentira, la tergiversación, la manipulación, el secreto. Según los escritos de Pike, la verdad profunda de la luz masónica solo se revela a los elegidos de la masonería invisible y esta verdad se refiere al sentido final de la existencia del hombre en la tierra y a su relación con dios, el universo y la muerte. Tanto Pike como los dirigentes de la masonería invisible intentan convencer a sus miembros de que su doctrina contiene la piedra filosofal de la existencia.

El precedente masónico de mezclar distintas teorías, filosofías, supuestos saberes antiguos y religiones interpretadas inspiró a los poderosos y a la masonería contemporánea en su ambición por controlar todos los aspectos humanos. El control de la religión era un puntal básico hacia la estandarización de una sociedad global que acabara aceptando un único gobierno y a unos líderes que, de manera jerárquica, dirigiesen el planeta como un todo. Surge así el ecumenismo, que públicamente plantea unos objetivos loables, al mismo tiempo que ofrece una vacua mistela de valores sin peso ni profundidad, en su meta por anular a todas las religiones, y erradica, finalmente, cualquier posibilidad de comprender el mundo y la vida. El ecumenismo es a la religión lo que el consenso es a la democracia. Es decir, un proceso de anulación para imponer de forma sibilina las teorías del poder elaboradas por la élite. Más adelante analizaremos la religión única de Bilderberg.

TEXTOS MASÓNICOS ESENCIALES

Para comprender el carácter de la religión única que los masones quieren extender por el mundo, identificada con el movimiento New Age o Nueva Era, es importante que antes analicemos el mensaje de algunos textos masónicos clave, pues de ellos derivan los aspectos fundacionales de la nueva doctrina.

El dios aceptado por los masones iniciados es el llamado Gran Arquitecto del Universo. En principio, hasta que se le revelen las verdades masónicas en el transcurso de su formación, al recién llegado se le dice que este dios puede ser el cristiano, el budista, el judío, el panteísta o el musulmán, según la creencia de cada hermano masón. Lo definen como un dios supremo o una especie de energía universal que aparece representado simbólicamente con la letra G en sus escudos y estandartes. Al retomar e introducir en EE. UU. el rito escocés antiguo y aceptado de la masonería, Albert Pike identificó a este dios con Lucifer como sinónimo de Prometeo, el titán amigo de los humanos que robó el fuego a los dioses para entregárselo a los hombres. Ese fuego eterno sería el conocimiento.

En Morals and Dogma expone el ritual de los masones iniciados para la obtención del grado XIX, que reza así: «En la Jerusalén Celestial reina la luz primitiva; la Ciudad de la Luz se impondrá a la Ciudad de las Tinieblas». Continúa: «Lucifer, ¡el Portador de la Luz! ¡Extraño y misterioso nombre dado al Espíritu de las Tinieblas! ¡Lucifer, el Hijo de la Mañana! ¿Él es quien lleva la Luz y con sus resplandores intolerables ciega a las almas débiles, sensuales o egoístas? ¡No lo dudéis! Porque las tradiciones están llenas de revelaciones e inspiraciones divinas; y la inspiración no es de una edad ni de un credo. Platón y Filón también estaban inspirados».

Lo que exclama Pike es que la luz masónica, la de la Cuarta Columna, la de la Masonería Invisible es la luz de Lucifer. Al iniciado se le irá desvelando poco a poco, según vaya alcanzando los grados escalonados, el secreto de la masonería, consistente en conocer que la luz lo salva del mundo de las tinieblas, de la oscuridad, y que la oscuridad es la ausencia de conocimiento en la que permanecen los no iniciados. De este modo, el conocimiento a través de la razón es lo que ilumina a los hombres. Los no iluminados son los que no saben, los que no conocen. Para los iluminados, Lucifer/Prometeo es dios y Jesús es el imitador. Según los masones, esta luz es una fuerza creada para el bien, pero que puede ser utilizada para el mal, atribuyendo a Lucifer/Prometeo un signo muy positivo: ser un instrumento de la libertad y la voluntad libre.

Que el masón pueda actuar libremente con la fuerza de Lucifer/Prometeo, el espíritu de la luz y la verdad, significa que puede acometer cualquier acción aun pareciendo esta perversa a priori, ya que las malas acciones interpretadas a través del entendimiento que proporciona el espíritu de la luz, se revelan como buenas. En la práctica, esta conclusión significaría que es bueno que determinada gente muera o pase hambre para que otros vivan con exceso de todo tipo de bienes. Y también significa que para que una élite global ostente el poder avalado por una riqueza infinita de billones de dólares, muchas personas tienen que pasar hambre y ser explotadas. Como afirma Albert Pike en Morals and Dogma: «Frecuentemente, un hombre y muchos hombres tienen que ser sacrificados, en el sentido ordinario, para el bienestar de todos».

Cuenta De la Cierva que Jack Lang, intelectual y político del socialismo radical francés, celebró en la histórica ciudad de Blois una reunión general de obediencias masónicas con el fin de consagrar Francia a Lucifer/Prometeo. El motivo era una correspondencia cabalística con el signo de Lucifer que coincidía con el 30 de junio de 2000. Y el convocante fue durante varios Gobiernos socialistas ministro de Cultura.

LA MASONERÍA INVISIBLE DE LOS ELEGIDOS

La masonería de los elegidos, que no alcanza a conocer y practicar más que un corto porcentaje de los masones de altos grados, como afirmaron Albert Pike y Manly P. Hall, actúa en tres escenarios:

1) El núcleo duro de la masonería de los elegidos.

2) El esotérico-satanista.

3) La masonería invisible del poder mundial.

El mundialismo masónico de la élite del poder hunde sus raíces en varias doctrinas de la Edad Moderna. Uno de sus exponentes fue el alemán Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832), quien impulsó en 1811 la teoría conocida como la «Federación de la humanidad», una trama masónica universal que desembocaría en la creación de una república universal donde se integrarían los cinco continentes. Expuso sus ideas en el libro Urbild der Menschheit (Ideal de la humanidad). La doctrina krausista se importó a todo el mundo, inspirando a profesores y catedráticos como, por ejemplo, el español Giner de los Ríos, director de la Institución Libre de Enseñanza, fundada en 1876, donde estudiaron Lorca y Dalí. El filósofo Arthur Schopenhauer fue uno de sus alumnos de Krause en la Universidad de Gotinga.

Las organizaciones paramasónicas mundialistas de carácter invisible, órganos clave de la globalización como el Club Bilderberg, el CFR, la Skull and Bones y la Comisión Trilateral, bebieron de las teorías krausistas, convirtiendo al profesor alemán en un precursor del gobierno único anhelado por sus miembros.

LA GRAN LOGIA ROCKEFELLER 666

Posiblemente, la entrada iniciática de David Rockefeller como masón tuvo lugar en la London School of Economics, el centro de la masonería fabiana y cuna de los futuros economistas globales. Allí llegó con 21 años poco después de la muerte de su abuelo, el legendario forjador de la saga, John Davison Rockefeller, que falleció en la primavera de 1937 a los 97 años de edad. El mes de junio de 2017, David hubiera cumplido 102 años. Parece ser que fue sometido a seis operaciones de corazón y a continuas limpiezas de sangre. Realmente, lo desconocemos, pero si hay alguien con la posibilidad de haber aplicado los últimos inventos médicos, sin duda, fue él.

Pero, para algunos, no es ninguna broma. El profesor Manuel Guerra, de la Facultad de Teología del Norte de España en Burgos, especialista de proyección internacional en sectas, ocultismo y satanismo, ha profundizado en el estudio de las referidas materias en sus obras Diccionario enciclopédico de las sectas y El satanismo y el luciferismo. Las concibe como dos formas de religiosidad alternativa y mágica de nuestro tiempo y revela en sus trabajos interesantes aspectos acerca de la profunda impregnación del satanismo y el luciferismo en la sociedad actual.

Ahí está, por ejemplo, la Gran Logia Rockefeller 666 (Grand Lodge Rockefeller 666), cuya antigua sede central estaba ubicada en la Quinta Avenida de Nueva York, cerca del Rockefeller Center, entre las tiendas de las marcas más exclusivas del mundo. Hasta el año 1992 tenía un letrero con el número 666 en la cima de su rascacielos, pero en la actualidad ha cambiado de local y se ha trasladado a las afueras de la ciudad. Por su parte, en el edificio del Rockefeller Center cualquiera puede fotografiarse delante de la estatua de Prometeo de su recibidor. Como ya hemos adelantado, se trata del héroe griego que robó el fuego (como metáfora de la sabiduría divina y del entendimiento de las leyes del universo) a los dioses para entregárselo a los hombres.

En la Gran Logia Rockefeller 666 solo admiten a personas de gran nivel económico y cultural, que ya estén iniciados en los grados 30 a 33 de la masonería del rito escocés antiguo y aceptado. Su gran maestre actual es David Goldman y ha ayudado a grupos como los Rolling Stones. La extinta Orden Illuminati de origen español consiguió su reconocimiento oficial, a pesar de que el engaño de esta hermandad y de su gran maestre, Gabriel López de Rojas, ha sido destapado por el periodista José Rodríguez.

La Logia Rockefeller es una orden secreta del iluminismo de signo luciferino/prometeico, cuyo ritual, según el profesor Guerra, acata «el iluminismo más tétrico» que aspira a encontrar una luz superior a la masónica. Entre sus rasgos esenciales destaca la creencia en Lucifer como el dios único, es decir, no hay más deidad que él. En este ámbito, lo que los cristianos identifican con Dios, simplemente, no existe. Este tipo de entidades iluminadas reconocen a Lucifer como el benefactor de la humanidad, como el héroe Prometeo (de ahí la estatua en el hall de la sede de Rockefeller 666) o el Baphomet que se exhibe en muchas logias. Estos masones iluminados vuelven la mirada a la mitología clásica del héroe condenado por los dioses tras haber entregado el fuego divino a los hombres y reinterpretan la alegoría de Prometeo como símbolo de la innovación espiritual, del rescate de lo justo y verdadero a costa del sacrificio y el sufrimiento. Hablan de una luz que baja a la tierra para iluminar a los mortales apartándolos de la oscuridad y trayéndoles la conciencia y el conocimiento del pasado y del futuro (la sabiduría); siendo este un atributo más propio de la divinidad que del hombre.

Al haber recibido el conocimiento, los masones iluminados se creen dioses en la tierra y se sitúan por encima de las leyes del bien y del mal que afectan al resto de los ignorantes mortales.

Guerra destaca que en el transcurso de sus reuniones se celebran misas rojas, llamadas así por el predominio de este color en su ritual, durante las que colocan sobre un altar la efigie de una joven adornada con símbolos pontificios y de la realeza. Aunque no se practican sacrificios humanos sí se desarrollan ritos de sexualidad lujuriosa.

Parece que son estos ritos de la masonería invisible de las altas esferas los que recreó el director Stanley Kubrick en su decimotercer largometraje, Eyes Wide Shut, protagonizado por Tom Cruise y Nicole Kidman, que poco después romperían su matrimonio.

LA HERMANDAD

El escritor británico de origen indio Stephen Knight (1951-1985) publicó en 1983 The Brotherhood (La Hermandad) dieciocho meses antes de morir. En su libro abre el corazón de la masonería inglesa y subraya que en esos años «más del 70% de los jefes de la policía de toda Gran Bretaña eran miembros de la masonería». Descubrió una importante red de corrupción y criminalidad en la policía y en Scotland Yard. En este último cuerpo se realizó una limpieza que acabó con la expulsión de 300 detectives hasta el año 1975. Un importante porcentaje de ellos eran masones[8].

Así vemos que la masonería no solo está presente en Bilderberg, sino también en uno de los cuerpos de policía más importantes del mundo, que, además, se encarga de velar por la seguridad de los bilderbergs durante el transcurso de sus reuniones. Masones dentro y fuera del hotel elegido.

La influencia masónica, según el periodista fallecido, también se hacía notar en los órganos de Gobierno y en el Parlamento ingleses. Hacia 1970, el 60 o 70% de los jueces superiores británicos eran masones. Muchos de ellos han pasado por Bilderberg.

Knight, además, desveló en su libro la pertenencia de los miembros de la familia real británica a la masonería, como el duque de Edimburgo, primo del príncipe Bernardo de Holanda, que se inició el 5 de diciembre de 1952. Su esposa, Isabel II, ya era reina y se convertía en gran protectora de la Gran Logia de Inglaterra, aunque por ser mujer no podía ser miembro de la orden. En febrero de 2015 fue reelegido gran maestro de la masonería inglesa, concretamente de la Gran Logia Unida de Inglaterra, cargo para el que fue elegido por primera vez en 1967. El príncipe Carlos, actual príncipe de Gales, se ha negado a iniciarse en la masonería, con gran escándalo de sus miembros, quienes consideran que con esta negativa se interrumpe una costumbre vigente en la familia real desde el siglo XVIII, ya que prácticamente todos los reyes de Inglaterra han sido masones desde entonces. También la masonería estaba infiltrada en la Iglesia anglicana como lo ha hecho en la católica, llegando incluso a celebrar misas negras en el interior del Vaticano.

Actualmente, se considera que hay entre cuatro y cinco millones de masones en todo el mundo, de los que la mayoría se encuentra en los países anglosajones, Estados Unidos, Reino Unido y los miembros de la Commonwealth. Pero no es nada desdeñable la proporción implantada en otros países como Alemania, Francia, Italia, España, Benelux, Canadá, Portugal y las ciudades más importantes de Iberoamérica.

Según afirmó Ramón Torres Izquierdo cuando era soberano gran comendador del Supremo Consejo del grado 33 del rito escocés antiguo y aceptado en España (2009-2012), el Parlamento Europeo está constituido por entre un 60 y un 70% de masones. Aseguró también que en el Gobierno de Zapatero había más masones que en el anterior y aún fue más allá: «Se puede afirmar que todos los valores que recoge la Constitución española de 1978 son defendidos por la masonería y me atrevería a decir más: la ética de la democracia es la masonería».

Ramón Torres Izquierdo fue secretario general de Telefónica. En el año 1984, UGT denunció la existencia desde 1977 de pólizas de seguro para los altos cargos de Telefónica, entre ellos el ex gran soberano, que ascendían a 46 millones de pesetas[9].

En 2010, De la Cierva desveló que el entonces presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, «es masón. Lo tengo documentado. Estoy convencido y tengo además sospechas fundadas de que algunos de sus ministros también lo son, aunque no puedo, de momento, decir sus nombres». El historiador subrayó que actualmente la masonería en España tiene muchísima influencia y afirmó sin tapujos que el de José Luis Rodríguez Zapatero «es un Gobierno masónico como también lo es el Grupo Prisa». De la Cierva criticó, además, que «la política ferozmente anticristiana y anticatólica de Rodríguez Zapatero está dirigida a erradicar la influencia de la Iglesia en la sociedad» y apuntó que el entonces presidente estaba siendo «más moderado» en sus actuaciones debido a la reacción mundial ante la muerte de Juan Pablo II y la elección de Ratzinger.

EL CORPORATIVISMO DE BILDERBERG. UN RASGO INCONFUNDIBLEMENTE MASÓN

La solidaridad interna, el corporativismo, constituye una de las características principales del club. Ser masón es una garantía para ascender socialmente, ya que «los hermanos» se apoyan los unos a los otros. Bilderberg, que por su talante y fundadores es masónica, de­­sarrolla al pie de la letra la sentida confraternización entre sus miembros, que hace que quien sea admitido definitivamente en su grupo triunfe para siempre. Esto significa también que si el nuevo discípulo no coincide con la línea del núcleo duro de los bilderbergs o estos comprueban que no servirá a sus propósitos, tendrá que salir por la misma puerta por la que entró.

En la revista The Economist se publicó hace unos años: «Cuando alguien hace escala en Bilderberg ya ha llegado». La frase adquiere todo su sentido si nos atenemos al caso de Bill Clinton, que el periodista norteamericano James Tucker denominó «el ejemplo más dramático de un reclutamiento útil». William J. Clinton asistió a su primer encuentro de Bilderberg en Baden Baden, Alemania, en 1991. «Allí le explicaron en qué consistía el NAFTA y le instaron a que lo apoyara. Al año siguiente fue elegido presidente». El NAFTA es el Acuerdo de Libre Comercio entre Canadá, México y Estados Unidos, que fue puesto en marcha el 1 de enero de 1994 para eliminar las barreras y aranceles comerciales entre las tres naciones, y que ahora Trump quiere revisar. Clinton fue invitado a Bilderberg por sus amigos del CFR y al poco tiempo logró la nominación del Partido Demócrata que lo llevó directamente a la Casa Blanca.

Se trata de un ejemplo relevante de una fórmula idéntica a la masónica. Lo vemos en la siguiente explicación de León Zeldis Mandel, gran maestro adjunto honorario de la Gran Logia de Israel, acerca del rito escocés: «En nuestra tradición masónica el neófito es coloca­do en un lugar específico dentro de la logia y se le enseña a ser considerado la piedra angular del templo ideal que construimos. Además, existe todo un grado o ceremonia masónica, la del mark master, o maestro de la marca, que se refiere específicamente a la piedra angular». En Bilderberg, a cada nuevo miembro se le explica lo que se espera de él, convirtiéndolo en la piedra angular del templo para el que es reclutado. Cada piedra debe ocupar su puesto y todos juntos construyen el templo.

Los masones podrían haber adaptado esta imagen del versículo 16 del capítulo 28 de Isaías: «Así habla el Señor Yahveh: He aquí que pongo de cimiento en Sion una piedra probada, una piedra angular, preciosa, bien afincada. El que crea, no vacilará». En el Antiguo Testamento católico, la piedra angular es Cristo. Pero no es la primera vez que los masones hacen uso de la Biblia para inspirar sus escritos y doctrinas.

También los esenios, en el documento Manual de disciplina hallado entre los pergaminos del mar Muerto, hacen referencia a lo mismo: «Ellos (los miembros de la comunidad esenia) serán una preciosa piedra angular».

Pero Clinton no es la única piedra angular, pues la suya no fue una designación aislada; los presidentes de Estados Unidos suelen elegirse entre los miembros de Bilderberg, pero también los europeos. La primera vez que Anthony Blair estuvo con los bilderbergs fue en 1993. Al año siguiente salió elegido presidente del Partido Laborista y en mayo de 1997 se instaló en Downing Street. Romano Prodi asistió a la reunión de 1999; en septiembre del mismo año alcanzó la Presidencia de la Comisión Europea.

Otro caso es el de George Robertson, que acudió a Bilderberg en 1998, un año antes de su nombramiento como secretario general de la OTAN. Del mismo modo, John Edwards fue invitado al selecto grupo un mes antes de que John Kerry lo contemplara como posible vicepresidente de EE. UU. en caso de ganar las elecciones. Kerry, masón y bilderberg, se convertiría en secretario de Estado del presidente Barack Obama. También son notorias las gestiones de Henry Kissinger y Giovanni Agnelli para convencer a Berlusconi de la conveniencia de nombrar a Renato Ruggiero (miembro del club) como ministro de Exteriores italiano. Rodrigo Rato también estuvo en Bilderberg previamente a ser nombrado director gerente del Fondo Monetario Internacional, y Esperanza Aguirre acudió en los años 1998, 1999 y 2000; posteriormente fue elegida presidenta de la Comunidad de Madrid, la primera mujer que accede a este cargo. A finales del año 2004 recibió con todos los honores a los participantes del Congreso Mundial de la Masonería, celebrado en España, y se fotografió junto a ellos en el Senado.

Pero hay muchos más ejemplos. Otros casos son los de los dos primeros ministros franceses Lionel Jospin, que fue invitado a Bilderberg en 1996, un año antes de ser elegido, y Michel Rocard, que dirigió la República gala desde 1988 hasta 1991. Antes de ser secretario general de la ONU (cargo que ocupó entre 1997 y 2006), Kofi Annan lo fue de Bilderberg (en su último libro él mismo aporta una fotografía de su padre vestido con la indumentaria masónica). Para el profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, Arcadi Oliveres, «uno de los datos más llamativos de todo este entramado es que una de las sobrinas de Raoul Wallenberg (una de las grandes fortunas de Suecia), Nane Lagergren, está casada con Kofi Annan. Esto significa, como mínimo, que Annan cuenta con la aprobación de una importante parte del establishment norteamericano». Kofi Annan fue nombrado directamente por Bill Clinton.

Angela Merkel estuvo en la Conferencia Bilderberg en 2005 y Hillary Clinton fue una de las primeras mujeres que asistió a una reunión del club. Ocurrió en el año 1997 y, precisamente, a raíz de esa visita algunos medios de comunicación internacionales se hicieron eco de la posibilidad de que se convirtiera en la primera mujer en alcanzar la Presidencia de EE. UU. A punto ha estado. Era la candidata de Bilderberg. Trump ha sido para ellos una muy desagradable sorpresa y una prueba más de lo que vengo defendiendo desde hace una década: ellos lo intentan, pero no siempre se salen con la suya.

En junio de 2008, poco antes de ser elegido presidente de Estados Unidos, Barack Obama fue invitado a la reunión anual del club, celebrada ese año electoral en Washington. A la cita también fue llamada Hillary Clinton, contra quien peleaba Obama ante los focos de los medios de comunicación por la candidatura presidencial. Más adelante voy a analizar este hecho.

Asombraría tal sucesión de coincidencias entre el binomio asistencias a Bilderberg/nombramientos sobresalientes, si no fuera por la fraternidad que confluye dentro de las hermandades de corte masónico. Los miembros se ayudan entre sí y este empuje se encuadra dentro del sistema de promociones masónicas.

Por su parte, estas cuestionables casualidades han generado acusaciones que el expresidente Étienne Davignon ha esquivado aduciendo que el Comité Directivo tiene observadores de un talento excelente: «Solo evalúa a los nuevos muchachos destacados en la fase de comienzo de su carrera». ¿A quién quiere engañar?

LA SIMBOLOGÍA OCULTA EN EL BILLETE DE DÓLAR

El 4 de julio de 1776, los delegados de los trece estados de Nueva Inglaterra proclamaban la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América. De los trece firmantes del Acta de Independencia, nueve eran masones (Ellery, Franklin, Hancock, Hewes, Hooper, Paine, Stockton, Walton y Whipple) al igual que otros nueve de los trece delegados ingleses firmantes (Adams, Carroll, Dickinson, Ellery, Hancock, Harnett, Laurens, Roberdau y Bayard Smith), así como los trece suscriptores de la Constitución estadounidense (Bedford, Blair, Brearley, Broom, Carroll, Dayton, Dickinson, Franklin, Gilman, King, McHenry, Paterson y Washington). La gran mayoría de los congresistas que ratificaron dichos acuerdos eran igualmente miembros de la masonería, así como numerosos mandos del ejército republicano que combatió contra las tropas de la metrópoli inglesa.

En esta época, ser masón era la forma de burlar la vigilancia y las leyes de la corona inglesa contra la que se levantaron las trece colonias.

Tras promulgar la Declaración de Independencia, el Congreso encargó a John Adams, Benjamin Franklin y Thomas Jefferson la elaboración del sello oficial del nuevo Estado y cada uno sugirió un diseño basado en la mitología bíblica o en la griega, pero el diseño definitivo fue propuesto por el secretario del Congreso, Charles Thomson, maestre de la logia Filadelfia dirigida por Benjamín Franklin. También era gran maestre provincial de las logias de Boston y Pensilvania. Además, fue venerable maestro de la parisina Loge des Neuf Soeurs (Las Nueve Musas), en los años de la Revolución francesa[10].

El reverso del sello coincidía con el símbolo de los Illuminati de Baviera, que también se plasmaría en las portadas de los textos jacobinos más radicales durante la Revolución francesa. En el centro figuraba una pirámide formada por trece escalones (los trece nuevos estados) y el de la base contenía una fecha escrita en caracteres romanos: MDCCLXXVI, 1776, el año de la independencia. También es el de la creación de los Illuminati de Baviera. El triángulo que conforma la cima del edificio aparece radiante con un ojo en su interior; es «el ojo que todo lo ve», un símbolo tomado del antiguo Egipto que representa la omnisciencia de Horus, el dios Sol (para los masones, la religión egipcia es la religión de la luz). El reverso del gran sello incluía dos leyendas: una en su parte superior, circundando el triángulo, que reza Annuit Coeptis, que se traduce como «Él ha favorecido nuestra empresa» o «Aprueba los que se ha iniciado», refiriéndose al ojo del triángulo, que representa a una fuerza providencial. La otra aparece en la base de la pirámide y dice Novus Ordo Seclorum. Se traduce como «El nuevo orden de los siglos» o «El nuevo orden de las eras».

Posteriormente se imprimió en el reverso de los billetes de un dólar.

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La expresión y referencias a un Nuevo Orden y a una Nueva Era, tan recurrentes en las épocas moderna y contemporánea, proceden del filósofo romano Virgilio y en ella hallamos una equiparación del nuevo Estado norteamericano con la antigua Roma imperial. En la posterior simbología iluminista de la New Age, la leyenda se referirá a la nueva era de acuario que sucederá a la era de piscis o era cristiana y, según sus seguidores, marca el inicio de un período de doscientos cincuenta años en los que se pasará de la una a la otra. Por su parte, los diseñadores del sello pensaban que en esa transición Estados Unidos desempeñaría un papel determinante. Según esto, la transición acabará en el año 2026 y dará comienzo otro ciclo.

Es relevante plasmar aquí la carta que el primer presidente de EE. UU., George Washington, escribió el 24 de octubre de 1798 al pastor protestante G. W. Snyder —con quien había iniciado una relación epistolar después de que este le pusiera sobre aviso de la perniciosa infiltración de las ideas de los Illuminati de Baviera en la vida política, religiosa y cultural de la nación— en la que se expresaba en estos términos:

Yo no tenía la intención de poner en duda que la doctrina de los Iluminados y los principios del jacobinismo se habían extendido en Estados Unidos. Al contrario, nadie está más convencido de ello que yo. La idea que pretendía exponeros era que no creía que las logias de nuestro país habían buscado, en tanto que asociaciones, propagar las diabólicas doctrinas de los primeros y los perniciosos principios de los segundos, si es que es posible separarlos. Que los individuos lo hayan hecho, o que el fundador o los intermediarios empleados para crear las sociedades democráticas en Estados Unidos hayan tenido esa pretensión, es demasiado evidente para dudarlo[11].

Según Washington, las ideas impulsadas por los Illuminati no se habían introducido a través de las logias, sino de los círculos de las sociedades secretas republicanas vinculadas a Jefferson que se oponían a los federalistas por el control del Gobierno.

Tal y como se lamentaba el presidente, los Illuminati habían logrado infiltrarse en la revolución norteamericana y dejarían su huella en el mismo billete de un dólar, pero en el inverso. Extremadamente oculta entre las sombras de las filigranas, asoma la lechuza de Minerva, la diosa griega de la sabiduría, las artes y la guerra. Es el símbolo de los Illuminati de Baviera.

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Recientemente se han desclasificado nuevos documentos de John Adams, el segundo presidente de EE. UU. y uno de los padres fundadores, que ayudó a Thomas Jefferson en la redacción de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776. Fue un teórico político, algo de lo que da cuenta en las cartas desclasificadas que le escribió a su hijo John Quincy Adams a principios del siglo XIX. En una de ellas le habla de sus últimas lecturas y realiza su propia crítica sobre las doctrinas de algunos filósofos europeos. Además, expone su visión sobre la Revolución francesa y sobre el fundador de los Illuminati de Baviera, Adam Weishaupt:

He estado muy entretenido e instruido con estos libros y creo que cualquier hombre que los lea con atención e imparcialidad acabará convencido de que los filósofos ateos y los deísticos[12], así como sus escritos contribuyeron notablemente en provocar la Revolución francesa, y producir las peores escenas y los horrores más sangrientos de la misma.

Más adelante habla de dos amigos: «El Sr. Buckminster me ha prestado otra obra, en un solo volumen, que se ha escrito expresamente sobre Show, en oposición a las tesis de Robison y Barruel, que defienden que ni los filósofos, los francmasones ni los Illuminati tuvieron influencia alguna en la génesis de la Revolución. Esta obra es de J.-J. Mounier y se imprimió en Tubinga en 1801».

El libro al que se refiere se titula precisamente On the Influence Attributed to Philosophers, Freemasons and to the Illuminati on the Revolution of France. Es llamativo constatar que tan solo doce años después de la Revolución francesa estuviera tan vivo el debate acerca de la responsabilidad de los Illuminiti, los francmasones así como determinados filósofos en su promoción. Jean-Joseph Mounier fue un destacado abogado y ensayista francés, uno de los principales promotores de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

Adams vuelve a referirse a los filósofos ateos y a los deísticos, entre ellos ha nombrado a Rousseau y Diderot y reflexiona sobre estas ideas ante su hijo:

Según estos filósofos, la piedad y la propiedad han sido las causas únicas de todas las calamidades y miserias de la humanidad. Parece que es casi un pecado, así como una locura, razonar con estos grandes maestros de la Βαθος. Pero no puedo dejar de considerar que si los hombres fueran tan felices como para alejarse del amor, el temor y la fe en un dios, y aceptaran no tener propiedad, según las ideas de estos caballeros, seguirían sufriendo calamidades pues nadie les evitaría las enfermedades, el dolor de cabeza, el dolor gota, las fiebres y otras.

A continuación, vuelve a referirse a la obra que acaba de leer:

Mounier nos ha revelado la parte más inteligible del sistema de Weishaupt, el profesor de Derecho en Baviera, que he leído. Se trata del más profundo, el más extenso y, al mismo tiempo, el más delirante y perverso de todos los empíricos místicos de los tiempos antiguos o modernos. ¿Cómo fue posible que tal bribón pudiera asociarse con dos o tres bellacos y encontrar tantos incautos, entre ellos, príncipes magistrados y nobles filósofos, algunos de los cuales eran personajes respetables? No puedo comprenderlo. Sin embargo, mi capacidad para comprender las elevaciones de tal genio es muy superficial. Nunca pude desentrañar las alturas o profundidades de Miranda o Burr o incluso Hamilton. ¿Cómo puedo entonces aspirar a penetrar en Weishaupt? El hecho mismo de que su sistema para alcanzar la perfectibilidad del hombre, hasta el punto de que los príncipes magistrados y las leyes sean innecesarios, no se cumplirá en menos de miles de años, ha sido suficiente para desacreditarlo para siempre[13].

John Adams debía tener un gran sentido del humor, pues en una muy breve carta anterior (fechada el 30 de septiembre de 1798) dirigida a Oliver Wolcott, su secretario del Tesoro, le escribe:

Estimado señor [...]

Espero que la oficina de Correos no sea robada por ninguna de las sociedades de Illuminati, de la unión alemana, de los irlandeses unidos, que se dice que son tan curiosos en las oficinas de correos de América como en Europa.

Adams refiere los movimientos políticos de la época. A las revoluciones le siguieron los sentimientos nacionalistas que acabaron en las unificaciones alemana e italiana.

Después de tantas aventuras y desventuras, al término de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, una fecha precisa e importante en la que comienza el Nuevo Orden Mundial globalista, con sede en Estados Unidos, el hermano masón y presidente de EE. UU. Franklin Delano Roosevelt culminó el proceso al ordenar que el reverso del gran sello norteamericano se imprimiera en la cara posterior del billete de dólar. Desde que el primer presidente de la nación, George Washington, se iniciara en la Logia Fredicksburg n.º 4 de Virginia y posteriormente fuera gran maestre de la Logia Alejandría n.º 22, parece ser que al menos quince han sido los jefes de Estado de EE. UU. que han vestido el mandil masón. La influencia de la masonería se hizo patente desde el principio en todos los ámbitos del incipiente país, modelando sus componentes ideológicos y políticos e inspirando buena parte de su simbología.

Sin embargo, aunque el rito y las reglas de aquella masonería ilustrada, que encontró en las logias el lugar y la manera de liberarse de los abusos de Gran Bretaña, y la que desde 1945 pretende doblegar y esclavizar al mundo entero sigan siendo los mismos, existe un universo entre aquellos hombres de honor que morían y mataban de frente y estos, a quienes la cobardía los hace esconderse mientras mandan a sus ejércitos a matar en nombre del dinero y el absurdo.

PRESIDENTES ESTADOUNIDENSES MASONES

La masonería ha estado vinculada a la Presidencia de EE. UU. con todo lo que supone en cuanto a penetración en el tejido institucional, social y político de la gran nación norteamericana.

Muchos presidentes de EE. UU. eran masones, como Franklin D. Roosevelt (miembro también del CFR) y Harry S. Truman, que fue iniciado en el grado 33 del rito escocés (CFR). Por su parte, John F. Kennedy era católico, no masón, pero sí miembro del CFR. Lyndon B. Johnson era masón del grado 33 (CFR); Gerald R. Ford fue masón y presidente del CFR; George Bush I es masón y miembro de la Comisión Trilateral, la Skull and Bones y el CFR. William J. Clinton es un masón reconocido, miembro de Bilderberg, la Trilateral y el CFR, las tres organizaciones mundialistas. Clinton ha estado afiliado a la organización juvenil masónica Demolay y es miembro de la moderna Orden del Temple masónica. Su exvicepresidente Al Gore, de cuya función en el Nuevo Orden Mundial nos ocuparemos más adelante, es masón confeso.

Desde Eisenhower, que no era masón, pero sí del CFR, todos los presidentes norteamericanos han pertenecido a Bilderberg.

La interacción de la masonería también es esencial en la banca, masa integradora del club. El bilderberg David Rockefeller fue un puntal básico de la masonería invisible, que nunca ocultó su condición masónica pero tampoco la aireó. Su yerno el exsenador Nelson Aldrich, esposo de su hija Abby, también es masón. Otro bilderberg masón, que además fue presidente del grupo, es lord Carrington, ex secretario general de la OTAN. Y Valéry Giscard d’Estaing, redactor de la Constitución Europea.

El profesor Guerra ha señalado que el expresidente Barack Obama fue grado 92 de una logia de afroamericanos. Otras fuentes señalan que era grado 32 de la Logia n.º 7 Washington.

LOS ILLUMINATI Y LAS PREDICCIONES DE ALBERT PIKE

La Orden Illuminati era una sociedad secreta fundada por el catedrático alemán de derecho canónico Adam Weishaupt en 1776. El profesor, que estudió en la Universidad jesuita de Ingolstadt, donde se doctoró en Filosofía, copió el esquema organizativo jerárquico de la Compañía de Jesús. La dirigió de forma despótica, exigiendo a los subordinados una obediencia total y ciega hacia su jefatura.

Weishaupt escribió: «El fin justifica los medios, la muerte es el fin del problema humano». También plasmó en sus escritos: «La salvación no está allí donde los tronos fuertes son defendidos por la espada, donde el humo de los incensarios asciende al cielo o donde miles de hombres fuertes miden con pasos los ricos campos de la cosecha. La revolución que va a producirse será estéril si no es completa».

El objetivo de Weishaupt era «la transformación del mundo», sin embargo su revolución estaba dirigida a la imposición de una élite intelectual gobernante. Es decir, pretendía imitar al despotismo ilustrado de la época. Fue despedido de la Universidad de Ingolstadt cuando descubrieron su secreto y acabó en Gotha. A Adam Weis­haupt lo apoyaron los Rothschild[14] y el duque Ernesto II de Sajonia-Gotha-Altenburg. Fundó los Illuminati el 1 de mayo de 1776. Según el periodista Andreas Faber-Kaiser, «el hecho de que este día fuera consagrado mundialmente festivo —el Día del Trabajo— aclara todavía más la estrecha relación que existe» entre los Illuminati y las internacionales socialistas.

Adam Weishaupt fue un hijo de la Ilustración y del movimiento iluminista que entronizaron como símbolo a la Revolución francesa. Creía firmemente en que la luz de la razón era la única capaz de iluminar a los hombres para dejar atrás las oscuridades y supersticiones fruto de la religión católica, según defendía. Como tantos otros hombres de su tiempo, Adam orientaba toda su fe en el progreso. Para alcanzarlo, fundó su orden secreta escalonada jerárquicamente en forma piramidal y organizada como una red de espías y contraespías que debían infiltrarse en todas partes para impulsar la revolución. En la cumbre de la pirámide, como el general de la Compañía de Jesús, se situaba Adam, que guiaba la lucha contra las dos instituciones que entonces detentaban el poder: la monarquía absolutista y la Iglesia católica. A esta última le había surgido dos siglos antes otro enemigo: el protestantismo de Lutero. Pero en la zona bávara, los jesuitas resistieron hasta la llegada de Maximiliano IV, quien a finales de 1799 cerró la histórica Universidad de Ingolstadt. Que los católicos abandonaran las universidades y centros de enseñanza era otra de las ambiciones de la Ilustración y de Weishaupt, quizá porque él mismo había sido expulsado de la misma.

Antes de la llegada de Maximiliano IV, los revolucionarios franceses invadieron Baviera en 1795, cercando Ingolstadt. Y es que era la época de las revoluciones: la norteamericana, la francesa, la industrial en Gran Bretaña. Y la teológica. Por primera vez en siglos, algunos filósofos comenzaron a cuestionar los cimientos y doctrinas religiosos. Ya no es Dios quien guía al pueblo, sino la razón y la libertad. Los templos, monasterios y conventos se consideraron símbolos del poder y la sinrazón, por lo que eran blanco de ataques. Monjas y sacerdotes fueron asesinados en la Revolución francesa, cuando las pilas de muertos dibujaron París y la sangre de las guillotinas corría por sus calles como ríos sedientos en busca del mar[15].

Según analiza Marco di Luchetti en su obra Illuminati Manifesto of World Revolution (1792): L’Esprit des Religions, la rama francesa de los Illuminati, bajo la dirección de Robespierre, asumió y ensangrentó la revolución ya en marcha, ejecutando no solo a miles de aristócratas y miembros del clero, sino, en un esfuerzo de despoblación, particularmente a la gente del pueblo. Luchetti documenta cómo se dispusieron a acabar con los dos tercios de toda Francia, con el objetivo de erradicar a unos 16 millones de personas de los cerca de 25 millones que conformaban la población en ese momento:

Dos tercios de los ciudadanos son villanos: los enemigos de la libertad. Ellos deben ser exterminados. El terror es la ley suprema. Es el instrumento que nos ayuda. Es un objeto de veneración. La destrucción debe estar constantemente a la orden del día. Si la espada deja de funcionar, si los verdugos no sirven como padres a su país, la libertad está en riesgo. Queremos reinar sobre una pila de cadáveres, regada por la sangre de los enemigos.

El revolucionario francés Nicholas Bonneville, autor de L’Esprit des religions (1792), creó la sociedad secreta el Cercle Socialy editóel periódico Bulletin de la Bouche de Fer. Fue él quien escondió y dio cobijo a los miembros franceses clave de los Illuminati de Baviera que actuaron en la Revolución francesa.

Uno de los autores de Truthstream Media online, Aaron Dykes, afirma que

[...] el macabro esfuerzo se puso en marcha, concluyendo con más de un millón de muertos por hambre (el suministro de alimentos estaba artificialmente restringido y centralizado), fuego y espada. Solo acabó cuando se derrocó la oscura revolución de Robespierre y él fue ejecutado sin juicio en la misma guillotina que había estado usando para llevar a cabo su terror. No sorprende que, después de que el Cercle Social desempeñara un papel tan crucial en el derrocamiento del orden y el poder existente, muchos de los iluministas franceses que se habían opuesto a Robespierre desde la plataforma de los jacobinos fueran arrestados o ejecutados bajo su corto reinado. Entre ellos estaba el británico Thomas Paine, íntima y secretamente ligado al iluminista-extraordinario Benjamin Franklin[16].

Dos siglos después, Obama le dedicaría al iluminado Paine uno de sus discursos reivindicando su papel en la historia de la Revolución americana.

Las predicciones de Albert Pike

Como vemos, Weishaupt logró que sus ideas se extendieran desde Alemania hasta el resto de Europa y EE. UU. A su muerte, en 1830, el masón Albert Pike fue elegido por los hermanos para continuar la labor de los Illuminati en Estados Unidos.

Pero Pike era un tipo bastante peligroso. En 1871 ideó un plan para acelerar la venida de la revolución mundial definitiva que transformaría el mundo mediante la puesta en marcha de tres guerras mundiales. Su proyecto quedó plasmado en la correspondencia por carta que mantuvo con el masón italiano Giuseppe Mazzini, el miembro seleccionado por la orden en 1834 para dirigir las operaciones de los Illuminati en Europa. Varios autores coinciden en señalar a Mazzini como el fundador de la mafia, que en sus inicios era una orden iniciática que luchaba contra los abusos absolutistas. El acrónimo MAFIA significaría Mazzini autorizza furti, incendi, avvelenamenti, es decir, «Mazzini autoriza robos, incendios y envenenamientos».

Además, Pike les había contado a sus íntimos que tenía un guía espiritual o daimon que le otorgaba «sabiduría divina» y le dictaba cómo alcanzar su objetivo revolucionario. Este guía le habría otorgado la visión que escribió en sus cartas a Mazzini. La primera de ellas, con fecha del 15 de agosto de 1871, planea la puesta en marcha de tres guerras mundiales. Dice así:

La Primera Guerra Mundial debe generarse para permitir a los Illuminati derrocar el poder de los zares en Rusia y transformar ese país en la fortaleza del comunismo ateo. Las divergencias provocadas por los agenteur (agentes de los Illuminati) entre los Imperios británico y germánico serán utilizadas para fomentar esta guerra. Al final de la guerra, se construirá el comunismo y será utilizado para destruir a los otros Gobiernos y para debilitar a las religiones.

En la carta, Pike le explica a Mazzini cuál sería el próximo paso:

La Segunda Guerra Mundial debe fomentarse aprovechando las diferencias entre los fascistas y los sionistas políticos. Esta guerra debe iniciarse para que el nacionalsocialismo sea destruido y que el sionismo político sea lo suficientemente fuerte para instituir un estado soberano de Israel en Palestina. Durante la Segunda Guerra Mundial, debe edificarse un comunismo internacional lo suficientemente fuerte para equipararse en fortaleza a todo el conjunto de la cristiandad, que será contenida entonces y mantenida hasta el momento en que la necesitemos para el cataclismo social final.

El objetivo planificado en las dos primeras cartas se ha conseguido. Queda por comprobar si la última de las guerras que habría que promover para lograr el plan globalista de Pike se realizará finalmente:

La Tercera Guerra Mundial debe ser fomentada aprovechando las diferencias ocasionadas por los agenteur de los Illuminati entre los sionistas políticos y los líderes del mundo islámico. La guerra debe ser conducida de tal modo que el Islam (el mundo árabe musulmán) y el sionismo político (el Estado de Israel) se destruyan mutuamente. Mientras tanto, el resto de las naciones, una vez más divididas sobre este asunto, se verán obligadas a entrar en la lucha hasta el punto de la extenuación física, moral, espiritual y económica.

En la carta, Albert Pike le escribe a Giuseppe Mazzini que los que proyectan la completa dominación mundial provocarán el mayor cataclismo jamás conocido en el planeta:

Liberaremos a los nihilistas y a los ateos y provocaremos un formidable cataclismo social que en todo su horror mostrará claramente a las naciones el efecto del absoluto ateísmo, origen del comportamiento salvaje y de la más sangrienta confusión. Entonces, en todas partes, los ciudadanos, obligados a defenderse contra la minoría mundial de revolucionarios, exterminarán a esos destructores de la civilización, y la multitud, desilusionada con el cristianismo, cuyos espíritus deístas estarán a partir de ese momento sin brújula ni rumbo, ansiosa por un ideal, pero sin saber dónde hacer su adoración, recibirá la verdadera luz a través de la manifestación universal de la doctrina pura de Lucifer, revelada a la mirada pública finalmente. Esta manifestación resultará del movimiento reaccionario general que seguirá a la destrucción del cristianismo y el ateísmo, ambos conquistados y exterminados al mismo tiempo.

Fue William Carr, oficial naval canadiense, conferenciante y prolífico autor quien incluyó estas cartas en su obra Peones en el Juego (1958). Quien le informó de la existencia de las misivas fue el cardenal de Santiago de Chile José María Caro y Rodríguez, autor de El misterio de la masonería publicado en 1971.

Ambos afirmaron que las cartas estaban en el Museo Británico de Londres. Yo fui a buscarlas, pero el oficial al que le pregunté se puso nervioso, molesto, inquieto antes de responderme que no sabía de lo que le estaba hablando. Muchos de los mejores trofeos del museo no están expuestos al público y hay que pedir una instancia para solicitar el acceso. Insistiré, está claro.

Desde el conocimiento de este maléfico plan sería lógico ver en los atentados del 11 de septiembre de 2001 y en los sucesivos del 11 de marzo en España y el 7 de julio en Inglaterra una conexión directa con los preparativos de la Tercera Guerra Mundial. El plan de los Illuminati describe con impresionante exactitud los acontecimientos que han ocurrido en el planeta desde principios del siglo XX hasta hoy. La dirección que han tomado los sucesos desde el primer atentado supuestamente cometido por el «terrorismo internacional» nos lleva irremediablemente hacia Oriente Medio, como señala la carta de Pike, una constatación que desde el punto de vista racional provoca cuanto menos estupefacción y, desde el plano emocional, escalofríos por la semejanza con la realidad que hoy estamos viviendo, tan vacía y relativa como la doctrina nihilista.

Según los estudiosos de la masonería, cuando murió Mazzini, Pike designó a Adriano Lemmi como el illuminati encargado de los asuntos europeos, al que le habrían sucedido los dictadores Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, y posteriormente Joseph Stalin. Según las investigaciones del profesor Carroll Quigley, la revolución de Lenin y los bolcheviques fue financiada por bancos británicos, franceses y alemanes controlados por el clan Rothschild.

En contra de la creencia generalizada relativa a que los Illuminati extinguieron su orden a finales del siglo XIX, podemos afirmar que dicha organización continúa operativa en la actualidad. Hoy día está integrada en la cúpula superior de la masonería moderna europea y americana, constituyendo la sección de los elegidos. Por encima de todo el conjunto de la masonería invisible se alza el «Consejo de los 33», formado por los 33 más altos masones iniciados del mundo. Sobre ellos se sitúa el «Gran Consejo de los 13», integrado por trece grandes druidas; por encima de ellos actúa «El Tribunal» y, por último, aparece el inmencionable nombre de grado 72 de los cabalistas, que significa «Iluminado».

Llama la atención que el Comité Steering del Club Bilderberg esté formado por 33 miembros.

No podemos olvidar el mensaje en clave emitido el 1 de agosto de 1972, después del aquelarre, es decir el «sábado de las brujas», por Philip Rothschild, quien anunció ante el «Consejo de los 13», en el Casino Building de San Antonio, la planificación de la historia a partir de 1980, según publicó el periodista Andreas Faber-Kaiser en 1993. Las indicaciones eran muy concretas: «Cuando veáis apagarse las luces de Nueva York, sabréis que nuestro objetivo se ha conseguido».