El Señor de los Anillos, de J.R.R. Tolkien, ha sido a menudo calificado erróneamente como una trilogía, cuando en realidad es una única novela compuesta de seis libros con apéndices, que a veces ha sido publicada en tres volúmenes.
El primer volumen, La Comunidad del Anillo, fue publicado en Gran Bretaña por la editorial londinense George Allen & Unwin el 29 de julio de 1954; una edición americana siguió el 21 de octubre del mismo año, publicada por la Houghton Mifflin Company de Boston.* Durante la producción de este primer volumen, Tolkien experimentó lo que para él llegaría a ser un problema persistente: errores de imprenta y fallos de los compositores tipográficos, entre ellos «correcciones» bienintencionadas de su uso, a veces idiosincrático, del inglés. Entre estas «correcciones» figuran los cambios de dwarves a dwarfs («enanos»), elvish a elfish («élfico»), farther a further («más lejos»), nasturtians a nasturtiums (nasturtium, «capuchina»), try and say a try to say («intentar decir») y («lo peor de todo» para Tolkien) elven a elfin (adj. «élfico»). En una obra como El Señor de los Anillos, que contiene lenguas inventadas y nomenclaturas elaboradas con esmero, los errores y las incongruencias impiden tanto la comprensión como la apreciación de los lectores serios (y Tolkien tuvo muchos de éstos desde el principio). Incluso antes de la publicación del tercer volumen, que contenía mucha información que hasta entonces no había sido revelada sobre las lenguas inventadas y los sistemas de escritura, Tolkien recibió muchas cartas que habían sido escritas por lectores siguiendo estos sistemas, además de numerosas preguntas sobre los puntos más intrincados de su uso.
El segundo volumen, Las Dos Torres, fue publicado en Inglaterra el 11 de noviembre de 1954 y en Estados Unidos el 21 de abril de 1955. Mientras tanto, Tolkien estuvo trabajando para cumplir una promesa que había formulado en el Prefacio para el primer volumen: que «un índice de nombres y palabras extrañas» aparecería en el tercer volumen. Tal y como fue concebido desde el principio, este índice contendría mucha información etimológica sobre las lenguas, sobre todo las lenguas élficas, con un amplio vocabulario. Resultó ser la causa principal del retraso de la publicación del tercer volumen, que al final no contenía ningún índice, sólo una disculpa del autor por su ausencia. Se debía a que Tolkien había dejado de trabajar en él, pensando que su tamaño (y, por consiguiente, su coste) sería ruinoso.
El tercer volumen, El Retorno del Rey, finalmente fue publicado en Inglaterra el 20 de octubre de 1955, y en Estados Unidos el 5 de enero de 1956. Con la llegada del tercer volumen, El Señor de los Anillos ya había sido publicado en su totalidad, y el texto de la primera edición se mantuvo prácticamente inalterado durante una década. Tolkien había realizado algunas correcciones menores, pero se colaron más errores en la segunda impresión de La Comunidad del Anillo, de diciembre de 1954, cuando el impresor, tras haber descompuesto la tipografía después de la primera impresión, realizó una nueva composición tipográfica sin informar al autor ni a la editorial. Entre estos errores figuran representaciones erróneas del texto original; es decir, palabras y frases que pueden leerse de manera aceptable en su contexto, pero que se desvían de las palabras de Tolkien tal y como fueron escritas y publicadas originalmente.
En 1965, a raíz de lo que por aquel entonces parecía ser un problema de copyright en Estados Unidos, un sello americano de ediciones en bolsillo publicó una edición no autorizada de El Señor de los Anillos, que no contemplaba el pago de Royalties. Para esta nueva edición, publicada por Ace Books, se realizó una nueva composición tipográfica del texto, en la que nuevos errores fueron introducidos; sin embargo, los apéndices fueron reproducidos fotográficamente a partir de la edición en tapa dura y siguen siendo idénticos al original.
Tolkien comenzó a trabajar en su primera comprobación del texto para que una nueva edición revisada y autorizada pudiera competir con garantías en el mercado americano. La primera revisión del texto fue publicada en Estados Unidos en edición de tapa blanda por Ballantine Books, bajo licencia de Houghton Mifflin, en octubre de 1965. Aparte de las correcciones del propio texto, Tolkien cambió su prefacio original por uno nuevo. Estaba contento de eliminar el prefacio original; en su ejemplar de prueba escribió de él: «confundir (como hace) cuestiones reales y personales con la “maquinaria” de la Historia es un grave error». Tolkien también añadió una extensión del prólogo y un índice (no el índice detallado de nombres que había prometido en la primera edición, sino un índice sin comentarios que sólo incluía nombres y las referencias a las páginas). Además, en el mismo período también llevó a cabo una profunda revisión de los Apéndices.
Tolkien recibió sus ejemplares de la edición de Ballantine a finales de enero de 1966, y a principios de febrero escribió en su diario que había «trabajado durante unas horas en los Apéndices de la versión de Ballantine y he encontrado más errores de lo que esperaba». Poco después de eso, envió un pequeño número de revisiones adicionales a Ballantine para los Apéndices, entre otras la ya muy conocida adición de «Estela Bolger» como esposa de Meriadoc en los árboles genealógicos del Apéndice C. La mayoría de estas revisiones, que aparecieron en la tercera y cuarta reimpresión (en junio y agosto de 1966) del tercer volumen, y que no siempre fueron introducidas correctamente (causando así una confusión adicional en el texto), por alguna razón nunca llegó a formar parte de la secuencia principal de revisiones de la edición de tapa dura británica en tres volúmenes, y siguió siendo una anomalía durante mucho tiempo. Acerca del trabajo de revisión de El Señor de los Anillos, Tolkien escribió una vez que sus apuntes podrían haber estado desordenados; seguramente, esta rama errante de revisión es un ejemplo de esa dolencia, bien debido a sus apuntes, bien por la incapacidad de sus editores de seguirlos rigurosamente.
El texto revisado apareció por primera vez en Gran Bretaña en una «Segunda Edición» de tapa dura en tres volúmenes, publicada por Allen & Unwin el 27 de octubre de 1966. Sin embargo, una vez más hubo problemas. Las revisiones del texto que Tolkien había enviado a Estados Unidos estaban disponibles para la nueva edición británica, pero sus extensas revisiones de los Apéndices se perdieron tras haber sido introducidas en la edición de Ballantine. Allen & Unwin se vio obligada a recomponer los Apéndices a partir de un ejemplar de la primera edición de Ballantine. Ésta no incluía el segundo juego de revisiones, más breves, que Tolkien había enviado a Ballantine, pero sí incluía (y eso fue más importante) un gran número de errores y omisiones, muchos de los cuales no fueron descubiertos hasta mucho tiempo después. Por este motivo hace falta un escrutinio meticuloso del texto de la primera edición y de las impresiones de la segunda, corregidas mucho más tarde, para poder determinar si un cambio concreto ha sido efectuado por el autor o si se trata de un error.
En Estados Unidos, el texto revisado apareció en tapa dura en la edición de tres volúmenes publicada por Houghton Mifflin el 27 de febrero de 1967. Este texto fue una fotocomposición a partir de la edición de 1966 de tapa dura de Allen & Unwin, por lo que es idéntico a él. Aparte de la primera impresión de esta segunda edición de Houghton Mifflin, que lleva la fecha de 1967 en la página del título, ninguna de las otras muchas reimpresiones tiene fecha. Tras las impresiones iniciales de esta edición, que llevaba la fecha de 1966 en la referencia al copyright, la fecha del copyright fue cambiada a 1965 para cuadrar con la indicación en la edición de Ballantine. Este cambio ha causado bastante confusión a los bibliotecarios y otros investigadores que han intentado poner orden en la secuencia de publicación de estas ediciones.
Mientras tanto, Tolkien dedicó gran parte del verano de 1966 a revisar el texto una vez más. En junio se enteró de que las nuevas revisiones no llegarían a tiempo para poder ser incluidas en la segunda edición de Allen & Unwin de 1966, y escribió en su diario: «Pero estoy tratando de completar mi trabajo [en las revisiones]; no puedo dejarlo mientras esté fresco en mi mente. He perdido tanto tiempo, en todas mis obras, por estas continuas roturas de los hilos conductores». Fue el último conjunto importante de revisiones del texto que el propio Tolkien realizó durante su vida. Fueron añadidas a la segunda impresión (1967) de la segunda edición de tapa dura en tres volúmenes publicada por Allen & Unwin. Las revisiones en sí consistían, en su mayor parte, en correcciones de la nomenclatura e intentos de imponer una coherencia de uso a lo largo de los tres volúmenes. Algunas pequeñas modificaciones fueron introducidas por Tolkien en la edición de papel biblia, de un solo volumen, de 1969.
J.R.R. Tolkien murió en 1973. Su tercer hijo y albacea literario, Christopher Tolkien, envió un gran número de correcciones adicionales de errores de impresión, sobre todo de los Apéndices y el índice, a Allen & Unwin para su inclusión en sus ediciones de 1974. Estas correcciones fueron sobre todo tipográficas y coincidían con las intenciones expresadas por su padre en sus propios ejemplares de prueba.
Desde 1974, Christopher Tolkien ha ido enviando correcciones adicionales, conforme han ido descubriéndose errores, a la editorial británica de El Señor de los Anillos (Allen & Unwin, más tarde Unwin Hyman y en la actualidad HarperCollins), que ha intentado ser concienzuda en la imposible tarea de mantener una integridad textual en todas las ediciones publicadas de El Señor de los Anillos. Sin embargo, cada vez que se ha realizado una nueva composición tipográfica del texto para su publicación en otro formato (por ejemplo, las diferentes ediciones de tapa blanda publicadas en Inglaterra en las décadas de 1970 y 1980), se han colado enormes cantidades de nuevos errores tipográficos, aunque a veces algunos de estos errores han sido observados y corregidos en impresiones posteriores. Aun así, a lo largo de los años la edición británica de tapa dura en tres volúmenes es la que ha mantenido la más elevada integridad textual.
En Estados Unidos, el texto de la edición de bolsillo de Ballantine se ha mantenido inalterado durante más de tres décadas desde que Tolkien añadiera sus pocas observaciones en 1966. El texto de todas las ediciones de Houghton Mifflin se mantuvo inalterado desde 1967 hasta 1987, cuando Houghton Mifflin realizó una fotocomposición de la edición británica de tapa dura en tres volúmenes, que por aquel entonces era la más autorizada, para actualizar el texto usado en sus ediciones. En aquellas nuevas reimpresiones, unas cuantas correcciones adicionales (supervisadas por Christopher Tolkien) fueron añadidas y la rama errante de las revisiones de Ballantine (entre ellas, la adición de «Estela Bolger»), fue integrada en la secuencia principal de descendencia textual. Para este método de corrección se usó un proceso de cortar y pegar a partir de versiones impresas del texto. Empezando con la edición de Houghton Mifflin de 1987, una versión anterior de esta «Nota sobre el texto» (con fecha de octubre de 1987) fue añadida a El Señor de los Anillos. Esta «Nota» ha sido reelaborada tres veces desde entonces (la versión con fecha de abril de 1993 apareció por primera vez en 1994, y la versión de abril de 2002 fue publicada más tarde ese año). La presente «Nota» sustituye y actualiza todas las versiones anteriores.
Para la edición británica de 1994, publicada por HarperCollins, el texto de El Señor de los Anillos fue introducido en archivos digitales. Este nuevo estadio en la evolución textual permitió una mayor uniformidad del texto en todas las ediciones posteriores, pero con él llegaron inevitablemente nuevas arrugas. Nuevas interpretaciones erróneas entraron en el texto, mientras que otras fueron perpetuadas. El peor caso fue la omisión de una línea de la inscripción del anillo en el capítulo «La sombra del pasado» de La Comunidad del Anillo. Algunos lapsus imprevisibles tuvieron lugar en otras ediciones cuando el texto base digitalizado fue transferido a programas de maquetación y tipografía (por ejemplo, en una edición de La Comunidad del Anillo, las últimas dos frases de «El Concilio de Elrond» desaparecieron de manera inexplicable). Semejantes lapsus han sido la excepción más que la regla, y por lo demás el texto ha mantenido una coherencia e integridad a lo largo de su evolución digital.
La edición de 1994 también contiene un número de nuevas correcciones (de nuevo, supervisadas por Christopher Tolkien), así como un índice reconfigurado de nombres y referencias a páginas. El texto de 1994 fue usado por primera vez en ediciones americanas publicadas por Houghton Mifflin en 1999. Un pequeño número de correcciones adicionales fue añadido a la edición de 2002 de tres volúmenes ilustrada por Alan Lee, publicada por HarperCollins en Gran Bretaña y Houghton Mifflin en Estados Unidos.
La historia del texto publicado de El Señor de los Anillos es una vasta y compleja red. En esta breve nota sólo he indicado un atisbo de la secuencia y estructura generales. Más detalles sobre las revisiones y correcciones del texto publicado de El Señor de los Anillos realizadas a lo largo de los años, y un repaso más completo de la historia de las publicaciones, pueden encontrarse en J.R.R. Tolkien: A Descriptive Bibliography de Wayne G. Hammond, con la ayuda de Douglas A. Anderson (1993).
Para los que estén interesados en observar la evolución gradual de El Señor de los Anillos desde sus primeros borradores hasta su forma publicada, recomiendo vivamente el análisis de Christopher Tolkien, que aparece en su serie La Historia de El Señor de los Anillos, en cuatro volúmenes: El Retorno de la Sombra (1988, 1993 en su edición española); La Traición de Isengard (1989, 1994); La Guerra del Anillo (1990, 1996), y El Fin de la Tercera Edad (1992, 1997). Los Pueblos de la Tierra Media (1996, 2002), el libro final de la serie La Historia de la Tierra Media, también recoge la evolución del prólogo y los apéndices de El Señor de los Anillos. Estos volúmenes contienen una fascinante exposición, de primera mano, de la evolución y la escritura de la obra maestra de Tolkien.
En el proceso de estudiar los manuscritos de El Señor de los Anillos hay que descifrar versiones en las que Tolkien escribía primero a lápiz y después con tinta encima del borrador a lápiz. Christopher Tolkien ha descrito el método de redacción de El Señor de los Anillos de su padre en El Retorno de la Sombra: «En los rápidos borradores y esquemas, que no pretendía que perduraran mucho más allá del momento en que volviera a ocuparse de ellos y les diera una forma más manejable, las letras son tan poco definidas que, cuando es imposible deducir o adivinar una palabra en base al contexto o a versiones posteriores, pueden seguir siendo perfectamente ilegibles después de un largo examen; y si, como solía hacer, mi padre escribió con un lápiz blando, gran parte del texto es borroso e indistinto». La verdadera dificultad de leer semejantes borradores dobles puede apreciarse en el frontispicio para La Guerra del Anillo, que reproduce en color la ilustración de Tolkien de «El Antro de Ella-Laraña» sacada de una página de su manuscrito. Si uno observa de cerca el apresurado borrador de tinta junto a la ilustración, se puede ver por debajo el borrador anterior, más apresurado aún, a lápiz. También en La Guerra del Anillo, Christopher Tolkien reproduce una página del primer manuscrito del capítulo «Sméagol domado», y el texto impreso correspondiente a este texto aparece en la página opuesta (véase pp. 103-04). Uno se queda asombrado ante el hecho de que alguien haya sido capaz de descifrar semejantes textos.
Aparte de esta dificultad, ¿qué es lo que en realidad significan estos libros para los lectores y los investigadores de Tolkien? ¿Y qué es «la historia de la composición» de un libro? Simplemente, estos volúmenes muestran en gran detalle el desarrollo de la historia de El Señor de los Anillos desde sus primerísimos borradores y esbozos preliminares hasta su compleción. Vemos en el material más antiguo algo que en gran medida es un libro infantil, una segunda parte de El Hobbit, y conforme la historia va progresando a través de varias «fases», se incrementa tanto la seriedad como la profundidad. Vemos ramas de evolución alternativas, la homogeneización y fusión de ciertos personajes, y el lento surgir de la naturaleza de los anillos y las motivaciones de otros personajes. Algunas de estas variadas ideas se abandonan por completo, mientras que otras se elaboran hasta convertirse en una forma alternativa que puede o no sobrevivir hasta la versión final.
Uno podría recopilar un catálogo entero de datos interesantes a partir del estudio de Christopher Tolkien; por ejemplo, que Trancos se llamaba Trotter («Trotador») hasta un estadio muy tardío de la redacción del libro; que, por un tiempo, Trotter fue un hobbit, llamado así porque llevaba zapatos de madera; que Tolkien en un momento pensaba en la posibilidad de un romance entre Aragorn y Éowyn; que Tolkien escribió un epílogo para el libro para atar cabos sueltos, pero lo abandonó antes de la publicación (y ahora aparece en El Fin de la Tercera Edad), etcétera. Pero estas evoluciones se aprecian mejor en el contexto del comentario de Christopher Tolkien, que en una discusión separada.
El logro más importante de estos volúmenes es que nos enseñan cómo Tolkien escribía y pensaba. En ningún otro lugar vemos el propio proceso autorial de manera tan detallada. Los comentarios más apresurados de Tolkien acerca del posible progreso de la historia, o de la razón por la que puede o no seguir en una dirección determinada..., las preguntas que se formulaba a sí mismo, han sido transcritas: Tolkien está literalmente pensando sobre papel. Esto supone una nueva dimensión de comprensión del comentario de Tolkien, dirigido a Stanley Unwin en una carta de 1963, en el que decía que, cuando tenía problemas con el hombro y brazo derechos, «la imposibilidad de utilizar la pluma y el lápiz me resultan tan frustrantes como le resultaría la pérdida del pico a una gallina». Y nosotros, como lectores de estos volúmenes, podemos compartir con el propio Tolkien la maravilla y la confusión producidas por la aparición de nuevos personajes, como salidos de la nada, o de algún otro cambio o evolución, en el mismo momento en que surgieron en la historia.
No conozco ningún otro ejemplo en la literatura de semejante «historia de la composición» de un libro, contada en su mayor parte por el propio autor, con todas las dudas e hilos abortados expuestos ante nuestros ojos, ordenados, comentados y presentados al lector como un banquete. Se nos muestran numerosos ejemplos, con sus detalles más minuciosos, del propio proceso intelectual en acción. Vemos al autor totalmente absorto en la creación por el hecho en sí de crear. Y esto resulta incluso más excepcional porque no se trata de una historia sólo del despliegue de una narración y su texto, sino de la evolución de un mundo. Existe una riqueza de material adicional que va más allá de un simple texto narrativo. Hay mapas e ilustraciones. Hay lenguas y sistemas de escritura, y las historias de las gentes que hablaban y escribían usando estos sistemas. Todos estos materiales adicionales añaden múltiples dimensiones de complejidad a nuestra apreciación del mundo inventado en sí.
Después de cincuenta años de la vida publicada de El Señor de los Anillos, me parece extraordinario que no sólo tengamos una obra literaria tan magistral, sino que también esté acompañada de una extraordinaria exposición de la composición del texto. Nuestra gratitud como lectores debe extenderse a los dos Tolkien, el padre y el hijo.
DOUGLAS A. ANDERSON
Mayo de 2004