«Hay pavos reales que esconden su cola, y en esto ponen su soberbia».
FRIEDRICH NIETZSCHE
En mitad de la mayor crisis socioeconómica internacional de los últimos ochenta años, los alrededores del hotel Dolce Sitges de la cosmopolita ciudad catalana se transformaron en el escenario de una película de Hollywood. Los vecinos asistían atónitos al despliegue de coches de lujo con cristales tintados que intentaban, no siempre con éxito, garantizar el anonimato de sus ocupantes. Más de trescientos policías y mossos d’esquadra mantenían a raya a los activistas que elevaban al aire sus pancartas: «¡Club Bilderberg! Ya no somos vuestros esclavos». Los agentes de los servicios secretos se mimetizaban en el decorado. Vigilaban el dispositivo de seguridad y habían cortado la carretera que daba acceso a la zona de Can Girona, donde se encuentra el hotel. A los pocos residentes de la zona se les prohibió usar sus cámaras fotográficas y sus grabadoras de vídeo. Para entrar y salir de sus hogares tenían que estar correctamente acreditados y no podían recibir visitas durante los días que durase la reunión. En el cielo azul marino los helicópteros sobrevolaban la zona garantizando la seguridad de presidentes, reyes y aristócratas, directores ejecutivos de multinacionales, militares y propietarios de medios de comunicación llegados de los países del área occidental.
Las inmediaciones del hotel estaban acordonadas para impedir el acceso al indignado grupo compuesto por unas ciento cincuenta personas que elevaban sus gritos y pancartas al aire rasgando los cielos azules. De repente, los ánimos se encresparon y alguien profirió sus denuncias a través de un altavoz. No dejaba de ser llamativo, para quienes conocíamos lo que se estaba cociendo en el lugar, que toda España no acudiera allí para elevar su repulsa contra los verdaderos creadores de la crisis global, aquellos que habían declarado una guerra económica y financiera a España, condenándonos a perder nuestros trabajos, hogares, sacrificios y sueños, y haciendo cambiar el artículo 135 de nuestra Constitución. Venían a demostrar que, fieles a su naturaleza, los Bilderberg siguen actuando por encima de las leyes democráticas, porque se consideran más allá de las fronteras del bien y del mal. Milenios de filosofía, ética y moral pisoteados.
Algunos programas de televisión españoles enviaron a sus reporteros para grabar una entradilla o un directo en las inmediaciones. Pero un acontecimiento de tal relevancia mundial careció del análisis debido en los debates y programas televisivos, en los reportajes de investigación y columnas de los periódicos. De modo que los españoles no se enteraron de quiénes habían venido a visitarnos ni por qué. De quiénes eran los que hacían un alarde de poder y opulencia en el interior de un país al que los ocupantes de esos coches de lujo iban a condenar a sufrir aún más recortes salariales, reestructuraciones laborales, desahucios, pobreza, divorcios y hasta suicidios. Era un ataque económico en toda regla. Y psicológico. Anímico y moral[1]. El 3 de junio, día que comenzaba la reunión, la prensa publicaba que unas quinientas familias perdían su casa cada día en España y que, desde 2008, 350.000 familias se quedaron sin hogar. La deuda hipotecaria acumulada era de 650.000 millones de euros. La codicia de los bancos e inmobiliarias, espoleada por los Bilderberg, había arruinado la vida a miles de personas, que se quedaban sin sus casas y seguían endeudados con el banco.
Los pavos reales que en Sitges desplegaban el poderío y oropel de sus plumas majestuosas ante el pueblo doliente, perdido y presionado, constituían la elite del denominado «mundo libre», aquellos que toman las decisiones importantes condicionando el desarrollo de países, naciones, soberanías y personas. Son los que están en el origen de las leyes, los que con su dinero y poder presionan con maneras blandas y duras, con sutilezas o por la fuerza, para que dichas leyes se ratifiquen posteriormente en Parlamentos. Son los que indican qué hacer, en qué momento y dónde si no quieres acabar malherido. Los creadores del capitalismo más salvaje, los poseídos por la codicia más extrema. ¿Usted no los conoce? Es normal, es lo que ellos quieren, manejar el mundo desde la oscuridad.
Habían venido a España para concertar sus agendas sobre el futuro más inmediato. Habían venido a decirles a nuestro presidente y a los empresarios invitados qué debían hacer en ese momento de la primera crisis global de la historia contemporánea. Mi mayor objeción, como periodista y ciudadana de una polis democrática, es el secreto. Y, encima, ese secreto antidemocrático estaba siendo custodiado por la Policía, que mantenía a raya a cualquier ciudadano que intentara protestar ante dicha infamia. En el hotel se convocaron a los mismos que en 2006 informaron, en su reunión anual, que muchas personas iban a perder sus trabajos y sus casas. Y la Policía estaba allí para protegerlos.
En la primavera de 2010[2], el Comité Directivo del elitista y exclusivo Club Bilderberg había elegido por segunda vez España para su 58.º reunión anual. Su presencia inquietaba a quienes sabíamos lo que había ocurrido en Grecia solo un año antes, en 2009, cuando los Bilderbergse reunieron en Atenas. La bancarrota griega hacía presagiar lo peor. ¿Era el turno de la caída de España?
De la misma manera que en Sitges la posición defendida por tantos durante décadas de que «no existe ningún Club Bilderberg» que conspire contra los pueblos se hizo insostenible, en la primavera de 2014, en Dinamarca, el otro postulado de «no hay relación entre el Club Bilderberg y lo que ocurre en el mundo» acabó de destapar el pastel con la inesperada y sorpresiva abdicación del rey Juan Carlos. La prensa oficial había afirmado durante décadas que la trama Bilderberg no existía. Pero su silencio año tras año estaba ocultando la verdad. Algunos periodistas afirmaban su inexistencia porque no conseguían información; otros, por miedo, y otros porque no cumplen el código deontológico de la profesión. ¿Quién les paga? Pero aquí estaban, en España, a plena luz del día y ante nuestros ojos. Solo faltaba la voluntad de abrirlos para conocer, para comprender.
¿Qué hacían aquí? ¿Quiénes estaban invitados a la fiesta pagana? Y, sobre todo, ¿a quiénes iban a colocar en el altar del sacrificio? ¿A los españoles? Ocurrieron muchas cosas en aquellas fechas que pasaron inadvertidas para los ciudadanos europeos, pero que tenían un profundo simbolismo y una incuestionable conexión. Cinco meses después del foro, Mario Monti, exbanquero de Goldman Sachs y miembro del Comité Directivo del Club Bilderberg, era nombrado primer ministro de Italia directamente por Bruselas. ¿Qué le estaban haciendo a la democracia europea? Desde la prensa se argumentó que había sido seleccionado por su reconocida trayectoria como comisario económico en la Unión Europea y por su inexistente afiliación partidista. Pero olvidaron lo más importante: ser de Bilderberg ya es pertenecer a un partido. No está reconocido de hecho, pero en la práctica hace las funciones de un partido globalista, pues esa es su ideología y estrategia. Monti era el encargado de implementar en Italia las reformas y las medidas de austeridad exigidas por Bilderberg desde la Unión Europea. Así que la elitista entidad, una vez más, se convirtió en juez y parte. El diario El País, de su compañero en el Comité Directivo de Bilderberg, Juan Luis Cebrián, le hizo una propaganda excepcional. Busquen el artículo «El gentleman sin miedo», donde podrán leer frases tan periodísticamente objetivas como esta: «… diríase que él solo agota todas las palabras de encomio del diccionario»[3]. Pero sobre sus cargos en Bilderberg, silencio. Ni una palabra.
Y otra grave burla a la democracia se produjo en Grecia: la imposición de Lukás Papadimos como primer ministro también sin pasar por las urnas. Fue la estrategia para aprobar el segundo rescate al que el pueblo se negaba. A principios de noviembre de 2011, el que fue vicepresidente del Banco Central Europep (BCE) bajo el mandato del Bilderberg y trilateralista Jean-Claude Trichet (actualmente es el presidente europeo de la Comisión Trilateral) se puso al mando de un Gobierno tecnócrata al servicio de la Troika.
Ante el simple rumor de que Papadimos podía sustituir al entonces primer ministro, las bolsas europeas reaccionaron con subidas generalizadas en sus índices. Fueron dos Gobiernos «tecnócratas» puestos a dedo por Bilderberg y no por el pueblo, para salvar los intereses de sus políticas de austeridad. ¿Dónde estaba la democracia?
Pero regresando a Sitges, ¿quiénes eran esas elites que nos visitaban y se encerraban para discutir una agenda de temas internacionales, entre los que se encontraba el presente y el futuro de España? ¿Qué planes tenían para los españoles, que ignoraban su presencia? A pesar de que sentíamos los estragos de la crisis mundial, aún no era nada comparado con lo que quedaba por llegar. ¿Pondría Bilderberg a un tecnócrata al frente del Gobierno español?
Entre los invitados españoles, además de la reina Sofía, se encontraba el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Acudía para recibir las siguientes consignas del Club[4]: algo así como que España debía seguir la hoja de ruta marcada por Bilderberg si no quería acabar como Grecia. Tenía que acatar las consignas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Central Europeo (BCE), presididos entonces por los Bilderberg Dominique Strauss-Kahn y Jean-Claude Trichet, respectivamente. Solo veinte días antes de la reunión, Zapatero recibió unas directrices del director gerente del FMI, Strauss-Kahn, para realizar la reforma laboral y financiera más dura que jamás se había hecho en el país. En Sitges, los Bilderberg querían saber si había tomado buena nota de las órdenes recibidas por dichas entidades globalistas. Además, recibió la segunda parte de las consignas: reformar el sistema bancario. Se inauguraba la fase de los recortes. Luego vendrían los «rescates»[5].
Ya en enero, el FMI había advertido: «A España le llevará más tiempo salir de la crisis», dijo Jörg Decressin, jefe de Estudios Económicos Mundiales del Departamento de Análisis del FMI. «Lo que se necesita es más flexibilidad en los salarios para reanudar el empleo y mejorar la competitividad». Es decir, bajar los sueldos y abaratar los despidos. Pero, claro, se refería a los de la clase trabajadora, porque los sueldos escandalosos de los altos directivos permanecieron blindados. Las peticiones del FMI al Gobierno para una reforma del mercado laboral y la corrección del déficit público «no admiten mayor dilación»[6].
El 11 de mayo, un mes antes de Sitges, Barack Obama telefoneó a Rodríguez Zapatero para explicarle, según publicó El País, que todos los socios europeos se habían comprometido a lanzar «señales» como anticipo de sus planes de consolidación fiscal. Fue entonces, según las mismas fuentes consultadas por el citado diario, cuando Zapatero le comunicó que al día siguiente anunciaría en el Parlamento un «sobreajuste» de 15.000 millones de euros; es decir, un recorte del déficit en el 1,5 % del PIB. «Eso está muy bien —le dijo Obama—. Hay que tomar medidas resolutivas. Hay que calmar a los mercados».
Ese miércoles, Rodríguez Zapatero dio un giro histórico a su política, anunciando en el Congreso unas medidas de ajuste excepcionales que se traducían en la reducción del salario de los funcionarios, recortes de pensiones, freno a la aplicación de la Ley de Dependencia y supresión de sus populares ayudas a la maternidad, entre otros. Eran los recortes que le exigieron los Bilderberg de la Unión Europea y hasta el propio presidente estadounidense, Barack Obama[7]. «Asumo esa responsabilidad, porque la situación es difícil y sería insensato ocultarlo». Era el mismo Zapatero que no se cansó de negar la evidente existencia de una crisis global y que luego aseguró que su Gobierno sacaría a España de la misma sin recortes. Era un presidente vencido ante el poderío de Bilderberg. Por cierto, Pedro Solbes, el que fue su ministro de Economía y Hacienda (2004-2009), había asistido a Bilderberg con anterioridad. Cuando era comisario europeo, el Parlamento europeo preguntó por su presencia en las reuniones. Y se hizo el silencio.
Aquel miércoles negro en el Congreso, el jefe de la oposición, Mariano Rajoy, que cuatro años después sería invitado a Washington para hablar ante el Council on Foreign Relations (CFR) de una España «modelo» para Europa, se dirigió a Zapatero con estas palabras: «Tendrá que hacer lo que no ha querido hacer: gobernar, pero tutelado en un país bajo protectorado»; «Han dicho en Europa que a Zapatero no se le puede dejar solo y que hay que vigilarle para que no exporte su incompetencia».
Pero aunque las consignas de Bilderberg acabarían con Zapatero y hasta con el PSOE, quien realmente pagaba, como siempre, eran los más débiles. Y en la era de la información no hay nadie más débil que aquellos que carecen de la información privilegiada que se maneja en el núcleo duro y menos accesible del Club. Ya en el año 2006, en el transcurso de uno de los debates, los norteamericanos anunciaron lo que se avecinaba: «Muchos, probablemente, van a perder sus casas porque las tarifas de las hipotecas subirán y sus economías no podrán soportarlo…, los más vulnerables serán los jóvenes y quienes no tengan un trabajo fijo»[8].
Finalmente, la economía española cerró aquel 2010, por primera vez en más de quince años, peor que la Unión Europea. El PIB español cayó el 0,1 %, mientras que el europeo creció el 1,7 %, según datos de Eurostat. España y Grecia, además de Irlanda, Letonia y Rumania, cerraron el año en negativo. La distancia respecto a los dos grandes países comunitarios, Alemania y Francia, era enorme, pues la economía germana creció un 3,6 % en el conjunto del año, y la francesa, un 1,5 %[9]. La crisis de Bilderberg llegó a España después de su parada en Grecia. De nada sirvió que, en plena crisis económica, Rodríguez Zapatero intentara defender en Sitges la solvencia de nuestra economía, porque esta guerra se venía gestando desde 1999 en Sintra[10], y él no disponía de la información privilegiada del núcleo duro de Bilderberg, su círculo más hermético y elitista.
El 2 de agosto de 2010, el Boletín Oficial de las Cortes Generales publica las preguntas realizadas por el diputado de Izquierda Unida Gaspar Llamazares acerca de la reunión Bilderberg: «¿A cuánto ascendió el coste de los viajes y estancia en Sitges del presidente del Gobierno, del secretario general de Presidencia y otros cargos dependientes del Gobierno?, ¿quién asumió el gasto, habida cuenta que no se trataba de una reunión organizada por un organismo oficial, sino por un club privado?, ¿a cuánto ascendió el coste de los servicios oficiales españoles que garantizaron la seguridad de la reunión, el transporte y otros servicios oficiales prestados a la misma?, ¿por qué razón la participación del presidente del Gobierno no figuraba en su agenda oficial?[11]».
Se calcula que los costes aproximados de una reunión Bilderberg están entre los 2 y los 3 millones de euros. ¿Qué parte hemos pagados los contribuyentes españoles con el sudor de nuestra frente a quienes nos esclavizan?
El 28 de octubre de 2011, el Boletín Oficial informa que esta pregunta, como otras efectuadas en el mismo período, ha caducado a consecuencia de la disolución de la IX Legislatura. La Cámara no respondió, silencio administrativo, pero los asistentes españoles a la reunión de Bilderberg celebrada en Sitges (con los cargos que ocupaban entonces) son los siguientes:
— César Alierta, presidente y consejero delegado de Telefónica.
— Joaquín Almunia, comisario de Competencia de la Unión Europea (con denominación Internacional, en lugar de su país de origen).
— Jaime Carvajal y Urquijo, director general de Advent International.
— Juan Luis Cebrián, consejero delegado del Grupo Prisa.
— Ignacio Polanco, presidente del Grupo Prisa.
— Gustavo A. Cisneros, presidente y consejero delegado de Cisneros Group of Companies.
— José María Entrecanales, presidente de Acciona.
— Bernardino León, secretario de Estado de Exteriores.
— Juan María Nin, presidente y consejero delegado de La Caixa.
— La reina Sofía de España.
— Ana Patricia Botín, presidenta ejecutiva de Banesto.
— José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno de España.
— Javier Solana, exalto representante de la Unión Europea, exsecretario general de la OTAN y actual presidente del Center for Global Economy and Geopolitics de ESADE.
— Matías Rodríguez Inciarte, vicepresidente ejecutivo del Grupo Santander[12].
Del ámbito financiero y empresarial, entre otros altos ejecutivos, destacaban:
— Josef Ackermann, presidente del Deutsche Bank.
— Francisco Pinto Balsemão, presidente del grupo de comunicación Impresa.
— Marcus Agius, presidente de Barclays.
— Bill Gates, presidente de la Fundación Bill and Melinda Gates.
— Eric Schmidt, presidente y director general de Google.
— Franco Bernabè, CEO Telecom Italia.
— Donald Graham, presidente y jefe ejecutivo del Washington Post.
— George A. David, presidente de Coca-Cola Grecia.
— Peter Sutherland, presidente de Goldman Sachs International.
Del campo de la política y organismos internacionales, asistieron, entre otros:
— Neelie Kroes, actual comisaria europea de Agenda Digital.
— George Papaconstantinou, ministro de Economía griego.
— Robert Rubin, miembro del Tesoro de Estados Unidos.
— Lawrence Summers, consejero económico de la Casa Blanca.
— Fernando Teixeira dos Santos, ministro de Economía de Portugal.
— Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial.
— Paul Volcker, asesor económico de la Casa Blanca.
Y los onmipresentes David Rockefeller, alma máter de Bilderberg, y Henry Kissinger (exministro estadounidense de Asuntos Exteriores), el arquitecto del Nuevo Orden Mundial (NOM), el mismo que ha hecho correr ríos de tinta y ha destapado todo tipo de sospechas al encontrarse en España un día antes del atentado terrorista que acabó con la vida del presidente del Gobierno español en 1973, el almirante Carrero Blanco. ¿Cómo cambió España tras esa reunión? ¿Qué puede suceder en los próximos años? Algo que para mí está claro es que la muerte del PSOE actual ocurrió esos días de vino, rosas y sangre en Sitges.
Los geoestrategas del Club no se limitan a trazar una hoja de ruta, sino a supervisar que esta se cumpla. Esa tarea de vigilancia le fue encomendada a otro Bilderberg y trilateralista: Jean-Claude Trichet. Rodríguez Zapatero recibió una carta con las directrices del rumbo a seguir, ese rumbo al que pocos años después haría referencia Rajoy al asegurar en el CFR que España mantendría. La misteriosa misiva permaneció en secreto durante veintiocho meses, hasta que su destinatario la mostró abiertamente en su libro de memorias presidenciales El dilema, un desvelamiento que al autor de la misma enfureció.
José Luis Rodríguez Zapatero era el presidente de España cuando recibimos el mensaje que hizo temblar los cimientos de un mundo aparentemente rico instalado en los precarios andamiajes de la sociedad del bienestar socialdemócrata. El anuncio del presidente George W. Bush retumbó en los cielos como el trueno precedido del rayo que se precipitaba a velocidad de la luz contra el epicentro europeo: «Estamos ante una crisis global», anunció el 14 de septiembre de 2008.
En su libro, Rodríguez Zapatero contó que el 5 de agosto de 2011 mantuvo una de las conversaciones políticas más relevantes de los últimos tiempos. Al otro lado del hilo telefónico se encontraba el por entonces presidente del Banco Central Europeo, el francés Jean-Claude Trichet, uno de los miembros más destacados de la Comisión Trilateral y del Club Bilderberg, donde aparece con el calificativo de «internacional», dato diferenciador de otros asistentes cuyos nombres vienen precedidos por su país de origen. Este apelativo confiere a Trichet un estatus especial en la organización de carácter globalista y da peso a una de sus nobles aspiraciones: implantar un gobierno internacional que, ya desde la Segunda Guerra Mundial, experimenta apoyado en instituciones globales surgidas de la misma fuente, como la ONU, el FMI, la OMS, el BM, etc.
Tres años después de anunciarse la crisis más grave de la historia del mundo actual, Trichet informaba al presidente de nuestro Gobierno que la situación era extremadamente grave, y Zapatero aceptó un intercambio de cartas, «un acuerdo epistolar», por el que se comprometía a acometer una serie de medidas al tiempo que el BCE compraría deuda para evitar el posible colapso económico español[13].
Las órdenes de Trichet debían permanecer en secreto, pero Zapatero rompió el pacto de silencio y las dio a conocer en El dilema, publicado en diciembre de 2013. Trichet marcaba la hoja de ruta para España.
«Siempre pensé que las cartas eran propiedad de sus destinatarios. Se enviaron a los primeros ministros de España e Italia cuando estaban perdiendo la confianza de los inversores, en una situación dramática en la que el BCE pensaba intervenir siempre que esos países dieran muestras de su capacidad para corregirse», afirmó Trichet. Ojo al dato, ¿estaba diciendo que los inversores serían los que presionarían y cambiarían las reglas del juego? ¿Los inversores globales están por encima de las soberanías nacionales? Y por otra parte, el BCE compraría bonos si España cumplía las órdenes que este le enviaba a través del iluminado Trichet. El comprador de los bonos no daba mucho espacio a la negociación; él ponía las condiciones y el precio, ya que estaba jugando con todas las cartas marcadas. Y no lo disimula en absoluto. El mismo Trichet responde, dando muestras del totalitarismo de las instituciones internacionales a las que representa y para las que trabaja, que solo una de las partes tenía la capacidad de decisión y que a la otra no le quedaba más remedio que obedecer. Si esto no es un Gobierno supranacional que experimenta con países, presionándolo en situaciones de pánico e incertidumbre generadas por una crisis de la que algunos tienen información privilegiada, díganme ustedes qué es.
«¿Fue un quid pro quo, intervención a cambio de reformas?»[14], preguntó el periodista. «No hubo negociación. Le hicimos saber al Gobierno, con total independencia, cuál era la manera de recuperar la credibilidad». ¿De recuperar la credibilidad o de facilitar el desembarco en España de sus colegas Bilderberg propietarios de fondos de inversión de capital riesgo?[15]. «No hubo negociación». Con los globalistas no se negocia, a los globalistas se les obedece. Zapatero sabía muy bien qué tipo de poder aglutina Bilderberg, pues un año antes del proceso epistolar se reunió con ellos en España.
«El libro de Zapatero es El dilema. Al dar órdenes a un Gobierno y a un Parlamento, ¿tuvo usted algún dilema?», le preguntó el periodista. «El BCE no dio órdenes. Ni negoció nada. Hicimos saber al Gobierno lo que veíamos. Ya lo hicimos desde 2003, cuando varios Gobiernos incumplieron el Pacto de Estabilidad, y, desde 2005, cuando numerosos países estaban perdiendo competitividad. No hubo dilema: había que informar al Gobierno del peligro». Por supuesto. ¿Qué dilema pueden tener los amorales? ¿Qué es el bien y el mal para quienes ponen dos productos en el mercado? Uno, la democracia, consumible por el pueblo y los idealistas. Otro, para consumir por el poder oculto, el de los secretos, las sociedades privadas. Ellos no tienen dilemas, ellos «informan» cual salvadores movidos por la búsqueda de nuestro bien. ¡Qué dilema el suyo! ¡Qué grandes benefactores de la humanidad!
La presión del BCE, al mando de un Bilderberg, cayó sobre España. Zapatero manifestó que no asumió los dictados de Trichet en lo laboral. El PSOE no podía perder su estatus de partido defensor de los derechos sociales, pues ese proceso le llevaría a perder su identidad. De modo que la presión sobre España se acentuaba por momentos y la tarea inacabada tarde o temprano tendría que hacerse. Fijémonos en cómo está hoy Grecia, en las presiones recibidas antes y después de las elecciones gubernamentales por no hacer los deberes. ¿Acaso puede un país soberano no acatar las órdenes superiores cuando ha sido conducido al borde del abismo? Realmente, esta es una de las paradojas de la democracia actual. La democracia española está teledirigida por instituciones que han sustraído la soberanía nacional a los Estados. La Unión Europea es una maraña de pactos, tratados y Constituciones sobre la que no se informa ni explica a los ciudadanos, y que hace imposible la existencia de soberanías. Ya no hay países soberanos y muchos no se han percatado aún de la trampa en la que hemos caído, como lo hizo saber el sucesor de Trichet, Mario Draghi, a finales de octubre de 2012, cuando expresó no sin cierto retintín: «Muchos Gobiernos deben darse cuenta de que perdieron su soberanía nacional hace tiempo»[16], de manera que el Parlamento español puede decir misa, pero quien reparte las hostias es otro. ¿Y quién reparte las hostias en esta misa de difuntos? Una entelequia llamada Bruselas.
«[…] la eurozona tiene que mejorar la gobernanza fiscal y económica y acordar la unión bancaria», aseguraba Trichet en la entrevista. ¿Qué significa la palabra «gobernanza»?, ¿de dónde viene? Más adelante lo veremos.
Esta es parte de la historia de cómo una crisis planificada luchaba por exterminar lo que quedaba de las soberanías de las naciones y de cómo Europa se convirtió en el laboratorio del Gobierno mundial al que aspira el núcleo duro de Bilderberg. En Europa, gracias al pretexto de la crisis, las soberanías fueron traspasadas a una institución supranacional llamada Troika-Unión Europea, y el dinero de esas naciones pasó a ser gestionado por otra institución supranacional llamada Banca Única Europea.
De esta forma, Europa se convierte en un bloque dirigido por unas personas estratégicamente colocadas en las cimas de unas instituciones controladas por sociedades secretas llamadas Bilderberg, Comisión Trilateral y Council on Foreign Relations. El resultado de la estrategia se ha repetido varias veces a lo largo de la historia de la humanidad: si controlas a las personas que mandan en esas instituciones, controlas el bloque entero, es decir, un territorio formado por quinientos millones de personas que desconocen quién toma las decisiones, quién gestiona su dinero, sus impuestos, las leyes laborales que condicionan su trabajo, así como sus pequeñas y medianas empresas. Quinientos millones de personas a las que se les pretende hacer creer que los representantes políticos que han votado en las urnas de la democracia son quienes toman las decisiones. Millones de personas con nombres, apellidos, familias y una vida por desarrollar que desconocen que hay otros pactos, otras decisiones, que se consensúan en reuniones secretas de las que no son informados, y que presionarán a los Gobiernos elegidos en las urnas.
Quienes dan las órdenes a los países soberanos atrapados en el NOM quieren permanecer en el anonimato y mostrarse públicamente como simples benefactores de la humanidad.
¿Por qué no ha asistido Rajoy a ninguna reunión Bilderberg? No se ha confirmado su asistencia en las listas de invitados que desde 2011 publica el Club en una web que durante cincuenta y siete años no ha existido. Pero a los presidentes suelen invitarlos o bien antes de su proclamación (como ocurre con los estadounidenses), o bien si la reunión se celebra en el país donde gobiernan, como ocurrió con Zapatero y Felipe González. En caso contrario, suelen invitar a miembros destacados de su equipo, como ha ocurrido con María Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, Luis de Guindos, Esperanza Aguirre, Rodrigo Rato, Miguel Boyer, Javier Solana, José Manuel García-Margallo, Joaquín Almunia, Enrique Barón, Guillermo de la Dehesa, Manuel Fraga o Narcís Serra. Mercedes Millán Rajoy, sobrina del presidente, acudió junto al ministro español de Asuntos Exteriores, García-Margallo, aunque no estaba en la lista oficial, algo muy habitual en Bilderberg. Es ridículo y absurdo que desde el Club se siga afirmando que se trata de una reunión informal donde no se toman decisiones después de las pruebas existentes sobre los cambios que se producen en el mundo tras una de sus citas.
Concluida la cumbre de 2014, desde el partido del Gobierno no consideraron «nada extraño» que el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, asistiera a la reunión acompañado de una de sus más estrechas colaboradoras en el ministerio, la citada Mercedes Millán Rajoy. También acompañaron a sus superiores otros asesores, como Jessica Olausson, subdirectora general del Ministerio de Asuntos Exteriores de Suecia, que acudió junto al ministro Carl Bildt.
Según su currículum, Mercedes Millán Rajoy es diplomática experta en los Balcanes y fue fotografiada portando una gran carpeta. «Lo que es obvio —escribió el periodista británico Charlie Skelton en The Guardian— es que para el Gobierno español (como para todos los Gobiernos aquí, incluido el nuestro) se trata de una cumbre internacional oficial».
Cuando el tiempo, las pruebas y las lógicas se alían, la verdad acaba brillando.
Retomando la entrevista realizada por El País a Jean-ClaudeTrichet, este señaló que «el BCE fue el primero en adoptar medidas extraordinarias cuando estalló la crisis. Después fue decisivo en las crisis de Irlanda, Grecia y Portugal, con compra de bonos. En agosto de 2011, con España e Italia en situaciones extraordinariamente complicadas, jugó un papel determinante al animar a esos países a ajustarse e intervino en el mercado de la deuda. Y a mediados de 2012 activó un segundo programa de compra de deuda a cambio de condiciones: el banco ha estado a la altura de su responsabilidad».
Fue precisamente después de la reunión Bilderberg de 2012. ¿Había algún miembro del Gobierno español en el foro? El 20 de julio de 2012, cuando el Eurogrupo concede ayuda financiera para el sector bancario de España, los ministros de finanzas de la zona euro acuerdan por unanimidad proporcionar asistencia financiera a España con el fin de apoyar la recapitalización de las instituciones financieras del país. Los ministros están de acuerdo en que los fondos se canalizarán a las instituciones financieras por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (agente del Gobierno español), dirigido por el ministro de Economía y Competitividad Luis de Guindos, exLehman Brothers e invitado a Bilderberg en 2013.
— El 12 de septiembre de 2012, la Comisión Europea propone nuevas atribuciones para el BCE como parte prevista de la Unión Bancaria.
— El 29 de octubre de 2012, Mario Draghi recalca que algunos Gobiernos europeos han perdido su soberanía aunque no se hayan dado cuenta.
— El 13 de diciembre de 2012, Draghi se congratula por el acuerdo unánime sobre el Mecanismo de Supervisión Individual (SSM) alcanzado por el ECOFIN (comunicado de prensa).
La crisis había generado un interesado mercado de deuda en España y en el resto del Eurosur. La deuda es una mercancía en venta, un producto de mercado. Invertir en deuda es un buen negocio en época de crisis si tienes información privilegiada y sabes cuándo es el momento adecuado para hacerlo. Los tiburones financieros aguardaban el instante más oportuno para hacerlo. «Nuestras democracias han tomado decisiones difíciles y dolorosas», dijo Trichet. Qué extraño resulta que siempre sea una entelequia quien toma las decisiones. La democracia, los mercados, Bruselas, los inversores… ¿Acaso quienes trabajan ahí han renegado de sus nombres y apellidos?
En 2011, durante el gobierno de Zapatero y a pocos días de ganar la presidencia de Castilla-La Mancha, gobernada por José Bono desde 1983 hasta 2004 (dimite para ocupar el cargo de ministro de Defensa), la mano derecha de Mariano Rajoy en el partido, María Dolores de Cospedal, asistió al cónclave más influyente del globo en el Hotel Suvretta de Saint Moritz, en Suiza. Según fuentes de su Gobierno, la invitación fue aceptada en el mes de febrero, antes de saberse si ganaría o no las elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo. Fue invitada por el actual único miembro español del Comité Directivo, Juan Luis Cebrián, y coincidió con el secretario general de Presidencia, Bernardino León Gross, uno de los españoles de mayor peso en la elitista asamblea, así como con Juan María Nin Génova (director general de La Caixa) y la reina Sofía. Cospedal guardó fielmente el secreto y nada trascendió de lo que vivió aquellos días en los que se codeó con la elite global.
Un año después, en 2012, coincidiendo con el año electoral en Estados Unidos, Soraya Sáenz de Santamaría recibió la exclusiva invitación para asistir a la reunión Bilderberg que se celebraría en Chantilly, Virginia (Estados Unidos), del 31 de mayo al 3 de junio. En esos días de reclusión ocurrieron muchas cosas, pero la relación directa entre la reunión y los acontecimientos posteriores pasaron inadvertidos para el gran público, porque los grandes medios de comunicación, en manos de los globalistas, los silenciaron. Ahora ya saben cuál podría ser el origen de la amistad entre Juan Luis Cebrián y Soraya Sáenz de Santamaría, a la que algunos periodistas acusan de ser la directora de opinión del diario El País y de estar beneficiándolo frente a otros medios para reflotarlo.
A su regreso, Soraya confió a sus íntimos que no lo había pasado bien y que resultó ser una experiencia sumamente desagradable. El motivo fue que en su discurso defendió la creación de los eurobonos, es decir, una emisión conjunta de deuda para todos los países de la Unión Europea. De este modo, la deuda alemana sería la misma que la deuda española o la portuguesa, pues el pasivo ya no sería de cada país, sino de toda Europa. Eso significaría que el Banco Central Europeo se convertiría en un órgano al estilo de la Reserva Federal estadounidense, y al contar con la garantía de su respaldo, los inversores exigirían menos intereses por adquirir nuestra deuda[17].
La experiencia de Soraya Sáenz de Santamaría hace dos años, cuando asistió por vez primera a una reunión del Club Bilderberg, fue tormentosa. Incluso pasó algunos apuros. Según se filtró entonces en algunos portales especializados sobre el cónclave, la vicepresidenta tuvo que escuchar todo tipo de críticas a la situación económica de España y las posibles medidas del Gobierno, sobre todo por parte de los representantes alemanes.
«¿Por qué querríamos salvaros, si España ha mentido sobre el alcance de sus problemas financieros?», reprochó a Sáenz de Santamaría uno de los participantes alemanes.
«Vuestro sistema bancario no vale nada. ¿Tenéis acciones que puedan ser de interés para alguien? La respuesta es no», le espetó otro[18].
Los alemanes son pesos pesados en Bilderberg y las decisiones las querían tomar ellos. España era un precioso botín. La guerra financiera estaba en pleno cenit.
Cinco días antes de la reunión, se celebró una cumbre europea en la que Alemania y Austria se negaron tajantemente a crear los eurobonos. En aquella fecha, Alemania pagaba mínimos por financiarse en los mercados, pero las situaciones pueden cambiar sin saber cómo ni cuándo. Por su parte, Bilderberg se reúne este 2015 en Austria, y es la primera vez que la Policía de un país ha confirmado la cita. Parece que en esta edición van a blindarlos mejor que en anteriores encuentros.
En la entrevista a Trichet, el periodista le preguntó:
—¿Por qué el BCE no compra activos a gran escala como otros bancos centrales?
—Los bancos son responsables del 80 % de la financiación en Europa, mientras que en Estados Unidos eso lo hacen los mercados. La Reserva Federal se ha embarcado en compras masivas de activos porque debe cuidar del principal canal de financiación. En Europa, la solución es suministrar liquidez ilimitada a los bancos, esa es la vía para activar políticas de apoyo al crédito, equivalentes a la flexibilización cuantitativa de Estados Unidos.
Pero aunque el dinero llegó a los bancos, estos no abrieron los créditos y la economía española continuó asfixiada. A pesar de la circular que envió el Banco de España a los bancos reclamando la fluidez financiera, estos hicieron oídos sordos. Así que, mientras la población seguía sufriendo los recortes y la austeridad, las entidades bancarias más importantes no dejaron de presentar beneficios en sus cuentas anuales.
En la era euro, la prima de riesgo española alcanzó el Everest el 24 de julio de 2012, al llegar a los 638,42 puntos básicos. Y es que, después de que Soraya regresara vapuleada de Bilderberg, ocurrió que el Gobierno de Mariano Rajoy solicitó el «rescate» para la banca y anunció otro contundente ajuste presupuestario.
El Gobierno tuvo que rendirse a las presiones del FMI y de Obama, que manifestó que era «necesario que los Gobiernos europeos pongan en marcha acciones claras, cuanto antes, para inyectar capital en los bancos débiles».
El 9 de junio de 2012, Rajoy pidió el rescate a la banca: «El Gobierno español declara su intención de solicitar financiación europea para la recapitalización de los bancos españoles que lo necesiten».Era la frase clave, la aceptación de España de la intervención extranjera, leída por Luis de Guindos, ministro de Economía y Competitividad, esa misma tarde. El Gobierno solicitaba una ayuda de hasta 100.000 millones de euros a sus socios europeos, pero el ministro evitó hablar de «rescate» y recalcó que no se impondrían ajustes macroeconómicos a España. Sin embargo, el Eurogrupo precisó que sí limitaría la soberanía fiscal y que el FMI vigilaría de cerca la asistencia[19]. Es entonces cuando llegan a España los hombres de negro y cuando Bilderberg toma los mandos del país a través de sus organismos internacionales: el BCE, el FMI y la Comisión Europea, es decir, la Troika, un aparato que no está recogido en el Tratado de Lisboa. Una prueba más de cómo Bilderberg se lanzó a devorar Europa.
Seis días después de la reunión del foro internacional más importante del mundo, la banca española fue rescatada. ¡Claro que no le interesaban a Bilderberg los eurobonos defendidos por Soraya Sáenz de Santamaría! Tenía otros planes. Lo que buscaba desde hacía tiempo era el rescate. Así es como se sustraen las soberanías nacionales. En ese momento, el Gobierno de España estaba amenazado por los atracos a la democracia perpetrados en Italia y Grecia, donde sus primeros ministros habían sido sustituidos por miembros del clan Bilderberg. Pura ingeniería política. Así es como ocurren las cosas. Así es como se escribe la historia.
Al año siguiente, dos nuevos españoles reciben las exclusivas invitaciones del Club: Luis de Guindos, ministro de Economía, y Pablo Isla, presidente ejecutivo del grupo Inditex.
Siempre he prestado mucha atención al tipo de entrevistas que le han hecho a Jean-Claude Trichet. Acudo a ellas una y otra vez porque, entre tanta charlatanería, se escapan datos relevantes, como esta afirmación del propio Trichet: «Aún no sabemos cómo vamos a poder manejar las finanzas nacionales y globales en este nuevo universo».
Esa es la verdad: quieren pero no saben, y someten a experimento de ciencias políticas y económicas sus leyes e ideas, supuestamente infalibles, causando un sufrimiento irreparable a millones de personas, ya no solo en España y Europa, sino en todo el mundo. El quiero y no puedo me recuerda a lo que dijo Marshall McLuhan tras asistir a una de sus elitistas reuniones de sabios, precisamente en 1969, un año después del Mayo francés: «Son mentes uniformes del siglo xix queriendo manejar el siglo xxi». El erudito canadiense se sintió sofocado por la «banalidad y la irrelevancia», y añadió que «no tienen la más mínima idea de un mundo en el que la información se mueve a la velocidad de la luz».
La paradoja surge al confirmar que estos aprendices de pasteleros se califican a sí mismos como «el cerebro del mundo», como señala Antonio Garrigues Walker[20], amigo y socio de David Rockefeller. Según el jurista, tanto Bilderberg como sus hermanas secretas representan el «poder intelectual» del planeta. Es decir, se consideran el Sanedrín, el consejo de sabios que, laureados con premios Nobel y honoris causa, adornan un fatuo y hueco pastel porque no saben cómo cocinarlo, y mientras atinan con la receta mágica, condenan a morir abrasados en su horno de los experimentos a millones de personas que, entretenidas en el circo de la sociedad del espectáculo, han entrado por su propio pie en la cocina y se han dejado atrapar entre el resto de ingredientes de los cocineros. Cuando se han querido dar cuenta, ya era demasiado tarde para escapar.
Sin embargo, las palabras de McLuhan son brillantes y esperanzadoras. Los Bilderberg desconocen lo mucho que hoy sabemos y lo que sabremos sobre sus planes. Es muy difícil manipular a las personas con la información correcta y, en el mundo de hoy, la información se mueve a la velocidad de la luz. Y cuanto más creen aprender ellos, en realidad, más se pierden, más se alejan de la realidad. Y más y mejor nos comunicamos nosotros.