Hacer este libro ha sido una cura de humildad. Pensábamos que sabíamos muchos detalles sobre los crímenes más conmovedores de los últimos diez años, que como periodistas encargados de cubrir el caso Alcàsser y el del asesino de Castellón, el crimen de Mijas, el secuestro de Anabel Segura, conocíamos las historias. Ahora sabemos que no sabíamos casi nada.
Escribirlo ha sido una tarea apasionante. Para documentarnos consultamos más de quince mil folios de sumarios judiciales, de la Guardia Civil y la policía. Leímos miles de testimonios hasta ahora secretos y reservados, como las cartas de los asesinos, sus confesiones, sus diarios íntimos, los dictámenes de los psiquiatras que los examinaron tras cometer sus crímenes, que nos desvelaron sus motivos para matar. Entrevistamos a decenas de policías, guardias civiles, abogados y testigos, también a familiares de las víctimas y de los asesinos.
Unas mil doscientas personas mueren asesinadas cada año en España. La cifra aumenta ligeramente con el paso del tiempo. Pero los asesinatos ya no son como los de antes. La sociedad ha cambiado y los criminales, también. Sigue habiendo muertes por droga, por celos, por amor mal entendido. El descontrol sobre los enfermos mentales en España es la causa indirecta de algunos crímenes. En la última década afloran los psicópatas, asesinos sin motivo aparente que no conocen a sus víctimas; los menores de edad que matan a sus padres o a antiguas amigas sin haber sufrido ni malos tratos ni violencia de ningún tipo. Por todo ello la policía y la Guardia Civil han tenido que cambiar.
Teníamos claro que no queríamos dar alas al morbo, ni especular con medias verdades. Un terreno, por otra parte, profusamente cultivado en los últimos años. Por eso, todo lo que se incluye en el libro está recogido en documentos oficiales y declaraciones juradas. No hay ni una palabra de hipótesis o de teorías. Sólo están los hechos. Y estamos seguros de que en cada uno de los veinte casos seleccionados hay datos inéditos acerca de la personalidad del asesino, de su crimen y, cuando ha ocurrido, de su detención. Hemos tratado de explicar cómo son las personas que más daño causan a sus vecinos, a sus semejantes. Y qué mejor forma que hacerlo con sus propias palabras o las de quienes les examinan. La sociedad que no conoce a sus asesinos y que cierra los ojos ante ellos, limitándose a encerrarlos en una celda, está condenada a sufrirlos durante mucho tiempo.
Redactar este libro, y leerlo, es un ejercicio de optimismo, aunque parezca lo contrario. Algunas de las investigaciones recogidas en él son las más complejas de la historia criminal española. Conocerlas de primera mano ha sido un privilegio que nos ha permitido descubrir la maldad humana, los errores del sistema y de las personas que lo integran; pero también hemos constatado que entre las páginas de los informes de autopsias, los cadáveres y el dolor, siempre hay alguien —una viuda, un testigo, un huérfano— capaz de aportar esa dosis de generosidad y altruismo que puede vislumbrarse en el fondo de los actos humanos.