Hasta hace diez o quince años, se daba por sentado que quien mataba tenía un motivo: el dinero, las drogas, el sexo, el despecho, los celos, la envidia... Los asesinos en serie y los psicópatas eran asunto de películas norteamericanas. Ya no. La Guardia Civil y la policía han tenido que aprender a lidiar con ellos. Con personas que matan sin pretexto, sin razón, a víctimas que no conocen, porque sí, por el placer de matar. Personas que no tienen ningún trastorno mental en el sentido clásico de la palabra. Ya hay psicópatas de Castellón, de Madrid, de Santander, de Almería, de Valencia... que han matado a decenas de personas en nuestro país y, precisamente por la novedad, las investigaciones que se realizaron para descubrirlos son las más complejas y apasionantes de la reciente historia criminal española. Casos como el de Joaquín Ferrándiz, que asesinó a cinco mujeres en Castellón, o el de Javier Rosado, autor del crimen del rol, dejaron perpleja a la sociedad, igual que los crímenes de Alcàsser y el secuestro de la joven Anabel Segura. Todos fueron cometidos por personas que no estaban locas, personas que no conocían a sus víctimas hasta que las encontraron por casualidad y decidieron matarlas. Sus víctimas murieron porque pasaban por allí, porque era la hora a la que hacían footing o porque regresaban solas a casa.

En noviembre de 1999, asistimos al primer congreso celebrado en España sobre psicópatas y asesinos en serie. El Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia recibió entonces a los mayores expertos mundiales. El profesor canadiense Robert Hare explicó sus progresos en los estudios de la mente de los psicópatas vivos (si su cerebro es semejante al nuestro, si sus respuestas emocionales son iguales); el ex coronel Robert K. Ressler expuso sus técnicas de investigación para luchar contra los asesinos en serie, algunas utilizadas ya para detener a criminales españoles. Otros expertos hablaron de los tratamientos que se ensayan en todo el mundo para tratar de recuperar a estas personas, hasta ahora sin demasiado éxito. Muy poco se sabe de los psicópatas y muy poco se hace realmente con ellos, a pesar de que los estudios de Robert Hare señalan que el uno por ciento de la población de los países desarrollados padece ese trastorno de la personalidad. De hecho, en España simplemente se les arrincona en cárceles —si se les consigue detener después de haber cometido algún crimen—, en las que suelen tener un comportamiento modélico a la espera de volver a las calles, donde, probablemente —el 80 por ciento son reincidentes—, volverán a matar.