«Sin salir de la propia casa
se conoce el mundo.
Sin mirar por la ventana
se conoce el camino del cielo…
Por eso el sabio conoce sin viajar,
distingue las cosas sin mirar,
realiza su obra sin actuar.»
Tao Te King
Los sabios chinos de la Antigüedad consideraban la astrología como una ciencia anterior al nacimiento del universo. Creían que toda interpretación basada en las estrellas emanaba directamente de una sabiduría inherente al Tao o fuente primordial de todo lo existente.
Llamado también Camino del Cielo, el Tao no es una entidad sobrenatural ni un Dios, sino sencillamente el modo como funcionan el universo y la naturaleza. Cuando llega el otoño, por ejemplo, el Camino del Cielo es despiadado, no hay hoja, por bella que sea, ni fragante flor que sobrevivan a su paso. Pero cuando llega la primavera, el Camino del Cielo es misericordioso y hace que todo vuelva a reverdecer. El horóscopo chino no puede ser entendido en su justa medida sin esta concepción, pues, según sus artífices, toda vida terrestre depende de su concordancia con el hacer del Tao. Nada está escrito, pero el ser humano acumulará bendiciones favorables o desfavorables según respete o no la doctrina del wei-wu-wei, «acción a través de la inacción», que no significa permanecer sin hacer nada, sino evitar toda intención o acción que obstaculice el fluir armónico de la naturaleza y, en definitiva, del Tao.
La acción a través de la inacción es una de las tres vértebras fundamentales que permiten comprender el horóscopo chino. Abordadas todas ellas en el Tao Te King, texto atribuido al legendario Lao Tsé, un sabio que habría vivido hacia el siglo VI a. C.
La segunda es la «doctrina de la dualidad», según la cual todo el universo está en transformación y oscilación permanente entre dos polos, positivo y negativo, frío y calor, luz y oscuridad.
Observadores perspicaces del cosmos, los maestros chinos, vieron en la naturaleza, la sociedad, los hechos políticos o las relaciones humanas, la manifestación de dos aspectos opuestos que se suceden y entrelazan convirtiéndose uno en el otro. El día sigue a la noche; el calor, al frío; la prosperidad, a la decadencia; la felicidad acompaña a la desgracia; la desgracia esconde la felicidad; lo normal se vuelve anómalo; lo anómalo, normal; la bondad muta en maldad, etcétera. Esta concepción fue sintetizada gráficamente en el taijitu, célebre símbolo del taoísmo más conocido como yin yang.
La tercera vértebra que complementa el espinazo del horóscopo chino haciéndolo diferente a todo cuanto conocemos es la teoría del wuxing, que en Occidente denominamos «teoría de los cinco elementos» o agentes de acción: Metal, Agua, Madera, Fuego y Tierra. El wuxing intenta explicar la transformación continua que existe en la creación y cómo cada cosa retorna siempre al punto de partida, a través de su mutación en otras.
Para ello muestra cómo los Cinco Elementos se influyen mutuamente a través de dos tipos de interacción: el «ciclo de generación» y el «ciclo de destrucción». La forma en la que trabajan ambos ciclos permite entender las conexiones de compatibilidad, afinidad, dependencia o enemistad entre los fenómenos naturales, los seres humanos o los signos del horóscopo chino.
No podemos finalizar esta introducción sin recordar la actitud hacia la adivinación en la filosofía china. No basta recibir una buena predicción para que se cumpla, hay que ayudar mediante algún otro ritual o sacrificio. Los agüeros son simplemente mensajeros de las bendiciones celestiales, es decir, si uno obtiene un pronóstico favorable y luego actúa perversamente, las bendiciones no llegarán. Y del mismo modo, si uno recibe un mal vaticinio y actúa virtuosamente, no sobrevendrá ningún desastre.
Por todo ello, más que encasillarnos en una imagen fija, el horóscopo chino nos permite descubrir y desarrollar nuestras potencialidades o combatir nuestras debilidades mediante nuestro propio albedrío. La descripción de nuestros caracteres nos impulsa a averiguar qué podríamos llegar a ser en lugar de decirnos quiénes somos.
Sinograma de la palabra tao o camino.
Y con sus previsiones nos aconseja qué podemos llegar a hacer o no hacer para ponernos a favor del fluir armonioso del Tao.
Proponemos a los lectores buscar su perfil en el Animal Legendario que rige su año de nacimiento y comprobar así qué hay de cierto en todo ello, así como hallar sugerencias e inspiración en las predicciones para guiarse ante los conflictos de la vida o para reafirmar sus posturas.