AGRADECIMIENTOS

Mayor es el peligro cuando mayor es el temor.

SALUSTIO

Este libro no habría visto la luz de no haber sido por el entusiasmo de mis editoras, Laura Falcó y Vanessa López, que vibraron con la idea desde el primer momento. Asimismo, quiero expresar mi gratitud a Javier Linares, productor ejecutivo de la serie «¿Extraterrestres?» y a mi leal amigo Lorenzo Fernández Bueno, sin cuya intermediación nunca hubiera podido documentar la serie para Canal de Historia. También a mi realizador durante la primera y segunda temporadas, Israel del Santo, y a nuestro operador de cámara, Dani Úbeda, con quienes he compartido muchas de las aventuras relatadas en estas páginas. Gracias también a mis colaboradores de la tercera temporada: Jorge Linares; Javier Linares jr.; Javier Roa (Yeye), nuestro cámara y camarada, y al «comandante» del equipo: Jesús Sánchez Romeva.

Quiero agradecer especialmente el apoyo de mi amigo Francisco Mourão, asesor en Portugal de la serie; su tesón y buen hacer facilitaron siempre los rodajes en nuestro país vecino. Él es ya parte de mi familia. Mi gratitud, especialmente, a Sara Labrador, a quien la providencia puso en mi camino. Su tenacidad y labor como documentalista ha sido de gran ayuda en la fase de redacción de esta obra.

A Sofía Valverde de la aerolínea centroamericana TACA, hoy Avianca; a Luz Bernal y Yolanda Jiménez, de Iberia, por compartir tan buenos momentos en algunos de los viajes que conforman los escenarios de este ensayo; a las periodistas Mónica Cerdá y Gabriela Tabares; a Çagla Çakici, de Pasión Turca en España; Fernando Chacón de la Embajada de Azerbaiyán en Madrid; Richard Zarking de Rivera Nayarit (México); Vitor Carriço de Turismo de Lisboa, y a Delphine Martins, de Turismo Oeste de Francia, sin cuya colaboración desinteresada hubiera sido todo un poco más complicado.

También a todos los que colaboraron en la serie y, por ende, aportaron, sin saberlo, ideas para este proyecto. Al prologuista de esta obra, mi apreciado amigo Bruno Cardeñosa, con quien comparto recuerdos inolvidables a lo largo de más de un cuarto de siglo; al maestro Enrique de Vicente y al siempre controvertido (aunque igual de querido) Salvador Freixedo; ambos me vieron crecer. También al perspicaz ufólogo Miguel Pedrero, al siempre documentado Jesús Callejo y al incontenible (tiene el verbo fácil, qué le vamos a hacer) Carlos Canales. No quiero olvidarme de Pedro P. Canto, brother en lo bueno y en lo malo, ni al divertido y nunca falto de sensatez, José Antonio Caravaca, o la siempre dispuesta Álex Guerra Terra. En Portugal prestaron su ayuda desinteresada el historiador Joaquim Fernandes, el erudito y escritor Manuel Joaquim Gandra, el siempre pasional Raúl Berenguel o el antropólogo social Paulo Alexandre Loução. Quiero agradecer la colaboración del físico de la UPC, Andrés Aragoneses, o del simpático astrofísico Paulo Galí Macedo, que hicieron comprensible lo incomprensible —ya que uno es de letras—.

De gran interés para mí fueron también las cálidas y generosas aportaciones de Robert y Jean-Paul Bauval, una conversación con ellos siempre resulta enriquecedora.

A los militares portugueses retirados, general Tomás Conceição e Silva y al teniente coronel Marques Pereira, así como al piloto de líneas aéreas, Juan Ignacio Lorenzo Torres, por brindarme su testimonio.

No puedo olvidar a mis amigos Fran Contreras, Marisol Roldán, José Manuel García Bautista y Carlos Mesa, o a los expertos como Vicente Fuentes, Marcelino Requejo, Miguel Ángel del Puerto, Chris Aubeck, el ufólogo luso Mário Neves, los psiquiatras Mário Simões, Manuel Berrocal y el doctor Héctor González. También quiero agradecer el testimonio de contactados como Luis José Grífol o Pedro Barbosa… Ellos no tienen dudas.

Mi homenaje va para quienes ya no están con nosotros. Es el caso de la historiadora Fina d’Armada, que me concedió el honor de realizar su última entrevista, y de mi «abuelo» ufológico, Antonio Ribera, que supo insuflarme la pasión por los ovnis.

Y no podía ser de otra forma, a mi amada Patricia Hervías, por compartir mis inquietudes y aguantar mis ausencias, ya que, de otro modo, sería complicado mantener una relación sentimental. También a mi hijo Albert y a mi madre Rosa, puertos adonde arribar después de cada aventura. Y a todos cuantos anónimamente han colaborado en mis investigaciones y viajes.

Una cosa más: esta obra no pretende convencer a nadie; lo único que quiere es hacerte partícipe de cómo he dado respuesta a muchos interrogantes acerca de la posible visita de seres extraterrestres en un pasado remoto. Naturalmente puedo estar equivocado. No es la verdad, sino mi verdad. Por tanto, deja atrás los prejuicios y las ideas preconcebidas. En sintonía con lo que un día escribió el apreciado Juan José Benítez, los heterodoxos pensamos, hablamos y actuamos para unos pocos. Si perteneces a la gran masa, si nunca miras al cielo o hacia tu interior, no sigas porque, seguramente, no entenderás nada.