5.

«Las carrozas de Dios son veinte mil, y hay miles de ángeles. El señor está entre ellos, como en el Sinaí, en el lugar sagrado.»

SALMO 69,17

Jerarquías celestiales

Los tres primeros siglos de la tradición cristiana fueron testigos de una intensa actividad teológica que intentaba enunciar y oficializar una doctrina tras otra. El primer Concilio de Nicea (325 d. J.C.) declaró dogma de fe la creencia en los ángeles, mientras que en el 343 el Concilio de Sárdica la abolió por considerarla idolatría. Al fin, en el 787 el Séptimo Sínodo Ecuménico estableció un culto limitado a algunos ángeles presentes en las Escrituras: Mikael, Gabriel, Rafael. A raíz de esta oficialización la devoción angélica se extendió. Y en poco tiempo había un ángel para cada cosa. Durante la Edad Media los ángeles regían los vientos, las estaciones del año, los meses y cada día de la semana. Y florecieron angelologías de autores célebres como el «doctor sutil», el escocés Duns Scoto, o el «doctor angélico», el italiano Tomás de Aquino, cuya Suma Teológica contiene más de cien preguntas y respuestas sobre ángeles.

Si bien todo intento de clasificar y organizar a los ángeles es deudor de Jerarquía Celestial, obra de Dionisio el Aeropagita. Este teólogo y místico sirio que vivió entre los siglos V y VI es llamado a menudo el pseudo Dionisio, porque al principio fue confundido con el discípulo de san Pablo, san Dionisio el Areopagita (s. I), hasta que, en el siglo XVI, sus tratados se dataron en épocas más tardías (s. V). Se dice que llevó a cabo su obra tras una experiencia visionaria. El caso es que desde san Gregorio Magno (s. VI) a san Anselmo (s. XI), pasando por Scoto y Aquino y el poeta florentino Dante (s. XIV) en su Divina Comedia, son muchos los que, dentro y fuera de la religión cristiana han seguido, unos con algunas variantes y otros a pies juntillas, la propuesta de este autor.

Su éxito obedece a haber basado su clasificación de la corte celestial en algunos pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento. Las legiones angélicas son divididas en tres jerarquías, cada una con tres coros integrados a su vez por ocho ángeles. En total 72 ángeles. Dichos coros, de mayor a menor, se sitúan en los tres cielos de los que habla la Biblia: el lugar donde Dios habita (primera jerarquía); el espacio donde se mueven el sol, la luna y las estrellas (segunda jerarquía); y la atmósfera de la Tierra (tercera jerarquía). En la Cábala cristiana, los coros celestiales tienen cada uno un regente, y a continuación exponemos su clasificación.

PRIMERA JERARQUÍA: SERAFINES, QUERUBINES, TRONOS

SERAFINES: PRIMER CORO

«Alrededor del solio vi a los serafines, cada uno con seis alas: dos cubrían su rostro, dos los pies y con las otras dos volaban. Cantaban a coro diciendo Santo, Santo, Santo es el Señor...»

ISAÍAS 6:2

El nombre seraph procede del griego y significa «quemar», «consumir», pues se dice que estos ángeles arden en amor a Dios. También podría venir del hebreo ser y rapha «sanador». Son los más cercanos a Dios, de cuya esencia forman parte. Sus cantos y alabanzas colman de música los cielos. Encargados de distribuir el principio de la vida, el amor divino, por todo el universo, purifican con su luz cada átomo y despiertan en nosotros el recuerdo de la intimidad con Dios.

Regente: arcángel Metatrón, Rey de los Ángeles. Hecho de fuego y 36 pares de alas. Es el escribano de Dios. Algunos teólogos rabínicos lo identifican con el patriarca Enoc, trasladado en vida al cielo y convertido allí en un ángel. También se dice que fue el que guió al pueblo de Israel en el éxodo bajo la forma de una columna de fuego.

QUERUBINES: SEGUNDO CORO

«Cada uno de los querubines tenía cuatro caras: de hombre, toro, león y águila (...) sus alas, unidas unas con otras, movían las ruedas de un carruaje.»

EZEQUIEL 10:1-22

Kérub en hebreo significa «plenitud de conocimiento». Su proximidad a Dios y su exquisita inteligencia les permite conocerlo en un modo superior al resto de los ángeles de la escala inferior. Difunden su sabiduría con generosidad. Protegen los lugares sagrados. Y sustentan la Creación, el macrocosmos y el microcosmos, la Tierra, los planetas y las galaxias, para que no sea devastada. Despiertan nuestra intuición y conciencia del infinito.

Regente: arcángel Jofiel o Zofiel, Secreto de Dios. Ser de luz resplandeciente con cabellos blancos y túnica dorada, en la mano derecha porta siete estrellas de seis puntas, símbolo de la sabiduría, y una espada flamígera sale de sus labios indicando el don de lenguas que transmite. Las tradiciones rabínicas lo hacen Príncipe de la Torah y ayudante principal del arcángel Miguel en la batalla contra los ángeles caídos.

TRONOS: TERCER CORO

«... Pues por Él fueron creadas todas las cosas en los cielos y la tierra, las visibles y las invisibles, sean tronos, dominaciones, principados, potestades...»

COLOSENSES 1:16

Llamados a veces Sedes Dei, «Sitios de Dios». Sostienen el trono de Dios y aparecen como una esfera brillante irisada de colores. Transmiten la voluntad del Señor a las demás jerarquías. Conocen las razones últimas de las cosas y son muy rápidos en el cumplimiento de su misión: difundir las leyes divinas, instaurar la paz y la justicia y llevar el registro de lo sucedido en el cosmos. Nos otorgan el juicio necesario para elevarse y aprender a soportar el sufrimiento. Nos infunden fuerza moral para afrontar los retos de la vida. El Ángel del Sol y el de la Tierra pertenecen a esta jerarquía.

Regente: arcángel Zafkiel, Ángel de la Noche. Refulge como el bronce brillante, vestido con una túnica de lino blanco, sostiene una escribanía en su mano. Conocedor de todo lo oculto, ilumina nuestras decisiones ayudándonos a sobrepasar las pruebas de la vida.

SEGUNDA JERARQUÍA: DOMINACIONES, VIRTUDES, POTESTADES

DOMINACIONES: CUARTO CORO

Ibíd.

COLOSENSES 1:16

Llamados así porque dominan sobre el resto de las órdenes angélicas. Se los representa con ropajes blancos y verdes cuajados de piedras preciosas. Su grupo es más numeroso que los anteriores. Son responsables del orden y la armonía cósmicas. Reciben órdenes de los ángeles superiores y distribuyen los ministerios entre los inferiores. Sanan la vida del planeta en los reinos mineral, vegetal y animal. Protectores de los hospitales. Nos permiten conectar con la fuerza espiritual y la gnosis.

Regente: arcángel Zadkiel o Fuego de Dios, también conocido como Uriel o Ángel de la salvación. Aparece cubierto de luz blanca con cuatro alas radiantes y una túnica púrpura. En una mano sujeta un cetro y en la otra, una corona. Domina los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Aporta riqueza material y dotes para las ciencias ocultas. Se dice que fue el que detuvo a Abraham cuando estaba a punto de sacrificar a su hijo Isaac.

POTESTADES: QUINTO CORO

Ibíd.

COLOSENSES 1:16

Conocidos como los «conductores del orden sagrado». Ejecutan las grandes acciones asignadas al gobierno universal del mundo y de la Iglesia, operando prodigios y milagros extraordinarios. Son representados con cascos, armaduras y espadas llameantes, pues son los ángeles guerreros. Llamados también «custodios de las fronteras» porque vigilan los límites entre el mundo espiritual y el físico. Su intervención transmuta lo negativo en positivo. Nos permiten conocer nuestro yo esencial.

Regente: Camael o Samael, Socorro y Fuerza de Dios. Representado con cuatro alas blancas inmaculadas, túnica anaranjada y una espada entre sus manos. Ante él brilla una llama resplandeciente. Ha de vigilar qué hacen los ángeles caídos y qué ocurre en el infierno. Se dice que es uno de los tres ángeles aparecidos a Abraham que castigaron luego a Sodoma y Gomorra. Es el encargado de proteger la Creación y a los seres humanos de todas las influencias negativas. Nos inspira gratitud hacia Dios y amor desinteresado hacia el prójimo.

VIRTUDES: SEXTO CORO

«Tras hacernos herederos de la vida eterna, Cristo está a la derecha de Dios, en el cielo, y los ángeles, potestades y virtudes se someten a él.»

1.a CARTA DE SAN PEDRO 3:22

La palabra «virtud» alude a la fuerza inquebrantable de estos ángeles situados por algunos teólogos en lo más alto de la corte celestial. Representados con cara juvenil, alas y flores, a menudo se asocian a la Virgen María. Son los ángeles que acompañaron a Jesús en su Ascensión al cielo. Participan de las virtudes divinas y hacen portentosos milagros. Son muy rápidos y se cree que son ellos quienes emiten los rayos de luz solar. Con la misma prontitud elevan hacia Dios nuestras plegarias. Tienen la misión de ayudarnos a llevar a cabo nuestras aspiraciones si son justas. Y protegernos contra las mentiras.

Regente: arcángel Rafael, Dios que Cura. Protector de los viajeros, se le representa con dos alas blancas y una túnica verde-gris y sandalias. Con un bastón en una mano y en la otra, un pez en recuerdo de la curación milagrosa, mediante la hiel de ese animal, que operó en el padre ciego de Tobías. El pez es a veces sustituido por una cantimplora y una alforja. Su misión es remedar los malos psicofísicos que nos aquejan. Se dice que fue él quien entregó un libro de curaciones a Noé tras el diluvio; alivió el dolor de la circuncisión de Abraham; curó la cadera de Jacob tras su lucha con otro ángel; y entregó al rey Salomón su famoso anillo para dominar a todos los demonios.

TERCERA JERARQUÍA: PRINCIPADOS, ARCÁNGELES, ÁNGELES

PRINCIPADOS: SÉPTIMO CORO

Ibíd.

COLOSENSES 1:16

Como su nombre indica, están revestidos de una autoridad especial. Se representan como seres de gran belleza, con alas y cubiertos de capas de colores verde oscuro, granate y gris. Su misión es cuidar las naciones, provincias y diócesis de la Iglesia. Y también proteger nuestro planeta. Sobre todo al reino vegetal. Otorgan sus dones a las almas sencillas. Despiertan en nosotros el sentido de la belleza y de los vínculos amorosos.

Regente: arcángel Haniel, Gloria o gracia de Dios. Representado con dos alas blancas y una larga túnica rosada cubierta de rosas también blancas. Asociado al planeta Venus, es portador de alegría y su misión es conciliar los afectos, hacer posibles los matrimonios y el encuentro con personas afines. También favorece la inspiración artística y el desarrollo de todo lo relacionado con la belleza. Su misión es liberarnos de los errores y fomentar el equilibrio en nuestros afectos y emociones.

ARCÁNGELES: OCTAVO CORO

«... a la intimación y a la voz del arcángel, y al sonido de la trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán los primeros.»

1.a CARTA A LOS TESALONICENSES 4:16

Príncipes de la corte celestial. Su nombre significa «jefes de los mensajeros», porque son los encargados de transmitir los mensajes más importantes. La Biblia menciona expresamente a Miguel, Rafael y Gabriel, aunque hay muchísimos más. Cuidan también de los animales. Despiertan en nosotros deseos de armonía y confraternización, así como sentimientos místicos y la capacidad de discernir el bien y el mal.

Regente: arcángel Mikael, Quién es como Dios. Es representado como un joven fuerte y bello cubierto por una armadura. Su misión es llevar paz y concordia a toda la humanidad.

ÁNGELES: NOVENO CORO

«Mandaré un ángel ante ti para que te vele.»

ÉXODO 23:20

Su nombre, Mensajeros, hace honor a su función primordial de transmisores de las mandatos divinos. Representados con alas, túnicas blancas o de colores y con flores, entre ellos están los ángeles guardianes, los encargados de protegernos desde que nacemos y aun después de la muerte. Nos defienden también contra enemigos externos e internos. Su misión es elevar nuestras plegarias. Nos infunden fuerzas además de los favores que les pedimos.

Regente: arcángel Gabriel, en hebreo gebber significa Fuerza de Dios. La iconografía lo representa como un joven majestuoso con grandes alas, plegadas cuando está de rodillas, y un lujoso vestuario, con una cruz en el pecho y un pergamino, un cetro o un lirio en la mano. Se le llama también el Ángel de la Anunciación por haber sido el que se apareció a la Virgen María para advertirla de la llegada del Mesías. Y asimismo se le denomina el Ángel de la Revelación del Corán. También se dice que fue él con quien combatió Jacob durante una noche y el que le rompió la cadera en la refriega (G. 32). Sus poderes esenciales consisten en aportar energía y equilibrio al cosmos. Ayuda a realizar transformaciones positivas y es patrón de clarividentes y adivinos.

LOS SIETE ARCÁNGELES

El nombre de los tres arcángeles, o jefes principales de los ángeles, coinciden en las tres grandes religiones, aunque se diferencian en la iconografía; por ejemplo, en la Iglesia Ortodoxa aparecen sin alas, con túnica y un globo transparente con una cruz.

En el Antiguo y el Nuevo Testamento se citan tres emisarios importantes: Mikael –Miguel–, jefe de los ejércitos (Ap. 12:7-9), Gabriel, mensajero de los designios divinos por excelencia (Lc. 1:11-20; 26-38), y Rafael, sanador y protector de los viajeros (Tob. 12:6, 15).

Tanto judaísmo como cristianismo completan, no obstante, la lista de arcángeles hasta contar siete o diez con nombres extraídos de textos apócrifos, como el Libro de Enoc –canónico para la Iglesia Copta–, el Cuarto libro de Esdras o la literatura rabínica. Basándose en ellos, en el cristianismo se suelen citar hasta siete arcángeles. A los tres bíblicos se añaden: Uriel, custodio de los santos lugares; Raguel, encargado de llevar armonía y paz a todas las relaciones; Sariel, que vigila a los espíritus de los hombres que pecan y Remiel, que preside las visiones verdaderas y dirá cuándo el número de los justos está completo.

A todos ellos vienen a sumarse, tanto en el cristianismo como en el judaísmo, otros nombres que acaban por componer diferentes listas hasta un número de diez: Barahiel, protector de la fe; Jehudiel, que ayuda a vencer la envidia y los celos; Selafiel, cuya misión es apartar al hombre de las tentaciones de los sentidos; Camael, que nos libera de los miedos; Haniel, arcángel de la alegría; Zadquiel, que imparte justicia; Cassiel, encargado de consolar a los desamparados y Zafkiel, que presta auxilio cuando hemos de tomar decisiones importantes. Por su parte, en el islamismo se reconocen diez arcángeles (ver más abajo en este mismo capítulo).

LOS SIETE CIELOS

Símbolo del hogar de las potencias superiores, representado o descrito a veces como una campana o una copa invertida, el cielo es el centro de toda actividad sobrenatural en las diferentes religiones del mundo.

En la época en que fueron escritos el Antiguo y el Nuevo Testamento se hablaba de tres cielos. El primero estaba constituido por la atmósfera de la Tierra. El segundo es el lugar del sol, las estrellas y la luna. El tercero es la casa de Dios. Cuando Pablo dijo que había sido arrebatado al tercer cielo se estaba refiriendo a ese lugar. «Conozco a un hombre en Cristo que hace catorce años (si en el cuerpo o fuera de él no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo» (2 Corintios 12:2).

Hay, sin embargo, una tradición común a las tres grandes religiones que habla de siete cielos y de que Dios habita en el último de ellos. Las meditaciones de la Mercabá (cap. III), como hemos visto, hablan de la ascensión a través de estos siete cielos o palacios, los hekalots, custodiados por siete puertas. Una concepción que se remonta a la civilización sumeria, cuyos ángeles procedían de esos siete cielos o reinos espirituales.

De abajo hacia arriba, éstos son sus nombres y sus moradores:

Primer cielo: en hebreo Shamajim, «Velo», es el más cercano a la Tierra y en él habitan ángeles y arcángeles. Y, antes del exilio, también Adán y Eva.

Segundo cielo: Raqia, «Extensión» (Gn. 1:6-17), regido por Rafael y Zadkiel, en uno de sus rincones acoge a quienes han de esperar el Día del Juicio para evolucionar, así como a algunos de los ángeles caídos.

Tercer cielo: Shejakin, «Cielos», en los confines de su parte norte se sitúa el infierno recorrido por un río en llamas. Haniel, regente de los Principados lo gobierna. En su parte sur está el Edén, cuyas puertas son traspasadas únicamente por las almas perfectas. Por él fluyen ríos de leche, miel, aceite y vino.

Cuarto cielo: Zebul, «Excelsa morada» (Is. 63:15). Está gobernado por Mikael. Según san Juan, en él se ubica la Jerusalén celestial rodeada de doce muros dorados con otras tantas puertas de gran belleza. Y los mismos ríos de leche y miel corren también aquí. En él habitan coros de ángeles que alaban continuamente a Dios.

Quinto cielo: Maón, «Morada» (Deuteronomio 26:15). Regido por Sandalfon, y habitado por ángeles que cantan sus alabanzas a Dios.

Sexto cielo: Majón, «Lugar», regido por Metatron o Enoc, es la gran biblioteca celestial. Allí están los ángeles que registran todo cuando ocurre en la Tierra.

Séptimo cielo: Arabot, «Nubes» (Sal. 68:5), regido por Cassiel, arcángel de la templanza, es la morada de Dios, el trono y el absoluto sanctasanctórum. Las órdenes más elevadas de serafines, querubines y tronos habitan en él. También es la morada de las almas no nacidas y de los santos.

LOS DIEZ ARCÁNGELES DEL ISLAM

En el islamismo se cree que hay diez séquitos de innumerables ángeles que guardan las puertas del Paraíso a las órdenes de diez arcángeles: Yibril, encargado de la revelación y la oración. Mijail, que reparte bendiciones a todo lo creado. Azrael, el ángel de la muerte, conocido también como Malak al Mawt (Corán 32:11), al que Dios avisa con cuarenta días para que prepare a las almas en tránsito a dejar este mundo del mejor modo posible. Israfil, encargado del Día del Juicio. Munqar y Naqir, que preguntarán a las almas sobre sus actos tras la muerte. Raaqib y Atid, conocidos también como «los escribas» o Kiraman Katibin, que registran las buenas y malas acciones realizadas por las personas a lo largo de la vida. Maalik, el guardián del infierno. Y Ridhwan, guardián del Paraíso.

ÁNGELES EN EL TIEMPO Y EL ESPACIO

ARCÁNGELES Y CORRESPONDENCIAS: COROS CELESTES, SUS REGENTES Y PLANETAS QUE GOBIERNAN

ARCÁNGELES, PLANETAS, SIGNOS Y DÍAS DE LA SEMANA

ARCÁNGELES, PUNTOS CARDINALES, ELEMENTOS Y ESTACIONES DEL AÑO

LOS VEINTIOCHO ÁNGELES LUNARES

Cada casa lunar está presidida por un ángel que concede determinados favores:

LUNA NUEVA

Genediel: portavoz de un porvenir mejor.

Enediel: aporta ayuda providencial.

Amixiel: intercede en la esfera del trabajo.

Azariel: realización de los deseos.

Gabriel: aporta esperanza.

Dirachiel: favorece las ventas en el comercio.

Seheliel: inspira buenas intenciones.

CUARTO CRECIENTE

Manediel: otorga coraje y voluntad.

Barbiel: resolución de problemas.

Ardefiel: potencia la lógica y la racionalidad.

Neciel: inspira nuevas ideas e intuición

Abdizuel: preside afortunadas coincidencias.

Jazeriel: trae cambios afortunados.

Ergediel: incrementa la belleza.

LUNA LLENA

Ataliel: incrementa las ganancias financieras.

Azeruel: potencia la calma y la reflexión.

Adriel: concede voluntad y tesón.

Egibiel: favorece la concepción y la maternidad.

Amutiel: elimina obstáculos.

Kyriel: otorga equilibrio interior.

Bethnael: mensajero de regalos y reconciliación.

CUARTO MENGUANTE

Geliel: realización de proyectos.

Requiel: procura corazonadas certeras.

Barinael: aumenta la autoestima.

Aziel: potencia un cambio laboral deseable.

Tagriel: inspira creatividad y eficacia.

Alheniel: otorga prestigio profesional.

Amnixiel: concede armonía en las relaciones.