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Prólogo

Jamás pensé que mi historia podría contarse más allá de las páginas de un diario personal. De esos en los que uno cuenta su día a día y su experiencia para desahogarse y despojarse de algunos de sus pensamientos.

Pero la vida tiene estas cosas. Te sorprende a diario. Y un buen día recibes una de las mejores propuestas que jamás hayas escuchado. Te preguntan si te gustaría publicar un libro. Tu propio libro.

Por cosas así vale la pena levantarse cada día con una sonrisa y con ganas de comerse el menú del día. Porque no sabes en absoluto los platos que te pueden llegar a gustar. Así es como nació Delicious Martha y todo lo bueno que me ha dado. Poder juntar mis dos pasiones, la gastronomía y la comunicación, y vivir de ello, disfrutando con y de mi trabajo. Siendo feliz y poniendo algo más que el alma en todo lo que hago.

Delicious Martha se creó una noche de marzo de 2014 casi por casualidad. Mi madre me sugirió abrir un blog para contar todas las recetas que preparaba a diario. Prometo que mi cara fue un verdadero cuadro. ¿A quién le iba a interesar la receta de mis butter cookies? ¿Quién se iba a poner a hornear la cheesecake Delicious Martha? No había estudiado pastelería, ni sabía ninguna técnica para montar las claras a punto de nieve, ni siquiera se me daba bien controlar los tiempos de cocción del bizcocho de yogur. Mi madre siempre ha cocinado bien y nadie como ella para hacer los fideos al horno o el pollo al ajillo, pero no es una gran chef que me haya enseñado trucos o nada más allá de las cosas sencillas y cotidianas.

Por aquel entonces, la cocina para mí era una vía de escape, el lugar donde innovar y dar rienda suelta a mi creatividad. Disfrutaba creando y viendo cómo mis platos gustaban al resto, escuchando y pidiendo críticas y entrenando cada vez más mi paladar, afinando poco a poco en cada preparación.

Pero sí, la vida tiene esas cosas. Y cuando de pequeña —incluso hace solo un par de años— escuchaba esa frase de José Martí que dice «Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro», esta última era la única que yo descartaba. La que seguramente no se cumpliría. Eso de un libro queda como algo lejano, como que no todos llegaremos a hacer algo así. Y, dichoso el destino, resulta que es lo primero que se presenta en mi camino.

Solo deseo que el libro que tienes en tus manos sea algo más que eso. Que no lo veas como un libro, sino como un conjunto de páginas, de ideas, de platos y fotografías que puedas hacer tuyas. Que te inspiren y transmitan la pasión que yo he intentado poner en ellas y que te haga disfrutar ojeándolo. Eso ya me hace feliz.

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