Agradecimientos

E STE LIBRO NO HUBIERA podido escribirse de no haber contado los autores con numerosas ayudas. En Moscú hemos contraído una inmensa deuda de gratitud con el antiguo director del RGASPI, Dr. Kirill Mijailovich Anderson, y los miembros de su equipo. Igualmente debemos plasmar nuestro agradecimiento a la Dra. Adelina Kondratieva y a la profesora Svetlana Podzharskaia, de la Academia de Ciencias, a Alexander Kazachkov, Evgeny Kuznetsov, Mijail Lipkin, Igor Mednikov, Igor M. Popov y Yuri Rybalkin.

En París, nuestro agradecimiento más sincero corresponde a la familia Orellana-Negrín, como siempre hipergenerosa en su tiempo y en la accesibilidad a las extraordinarias fuentes primarias que conservan, así como a monsieur Raymond Moch. En Londres son acreedores de nuestra gratitud Paul Preston y Ana de Miguel, de la London School of Economics and Political Science. En Copenhague, Morten Heiberg ha sido la gran ayuda de siempre.

En Madrid, las personas que nos han auxiliado son muy numerosas: el equipo del Archivo Histórico del PCE, con su responsable, Victoria Ramos. El rector de la Universidad Complutense, profesor Carlos Berzosa, y su jefe de gabinete, José Manuel García Vázquez. Dejamos constancia de la gratitud que sentimos hacia Pedro García Bilbao y David Ginard, por su estímulo constante y sus comentarios precisos; Julio García Bilbao, experto documentalista, por su ayuda con las fotografías, y Marcial Ramos, que nos asesoró desde su extenso conocimiento del escalafón del Ejército Popular; Jesús Sánchez y Estanislao Juan Hernando, por su incondicional compañerismo; Clemente Herrero, por su proverbial confianza; Juan Miguel Campanario, por su amabilidad en compartir con nosotros los frutos de sus investigaciones; Cecilio Yusta, por habernos proporcionado información sobre el trágico destino del coronel Manuel Cascón, que resaltamos como representativo del espíritu vengativo de los vencedores; Juan José Aparicio Cascón, por permitirnos utilizar en esta obra la foto de su tío, ya publicada en la única biografía que conocemos de él; el equipo del archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, desde el secretario general técnico, embajador Antonio Cosano, a su directora Cristina González, pasando por Begoña Ibáñez y Pilar Casado; el Dr. Aurelio Martín Nájera, director del archivo de la Fundación Pablo Iglesias, y sus colaboradores; Jorge Marco y María José Sanz, del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense, en el que hemos contado siempre con el apoyo de, entre otros, los profesores Octavio Ruiz-Manjón, su director, Julio Aróstegui, Elena Hernández Sandoica y Antonio Niño. Carlos Pascual y, en particular, Luis Domínguez de la librería Marcial Pons, nos han abrumado con consejos, ideas, recomendaciones y, por supuesto, libros.

En Barcelona no podemos dejar de recordar a la doctoranda Luiza Iordache, por una amabilidad desbordante que nos ha permitido acceder a algunos aspectos muy interesantes del Fondo José del Barrio, gracias a la autorización de su hija, la señora Lena del Barrio y a los buenos oficios de la directora de la Biblioteca del Pabellón de la República de la Universidad de Barcelona, M. Lourdes Prades, y del director del dicho Pabellón, el profesor Antonio Segura. El profesor Gabriel Cardona nos ha hecho comentarios muy útiles sobre ciertos aspectos de las dimensiones militares del informe a Stalin.

En Gernika, agradecemos su ayuda a la directora y subdirectora, respectivamente, del centro de documentación sobre el bombardeo de la villa foral Iratxe Momoitio y Ana Teresa Núñez Monasterio. En Zaragoza, constatamos con reconocimiento las preciosas orientaciones del Dr. José A. Durango. En Salamanca deseamos resaltar la colaboración de María José Turrión, directora del Centro Documental de la Memoria Histórica. En Alicante, nuestro agradecimiento va al profesor Glicerio Sánchez Recio y al Dr. Miguel Ull, y en Las Palmas agradecemos la ayuda sin par de José A. Medina, Sergio Millares y los colaboradores de la Fundación Juan Negrín.

Reconocemos nuestra deuda con el trabajo pionero, en cuanto a biografías de Juan Negrín, protagonista político de gran parte de esta obra, de los profesores Ricardo Miralles (que además nos ha facilitado algunos documentos esenciales en un emocionante ejemplo de solidaridad académica), Enrique Moradiellos y Gabriel Jackson. También con las aportaciones de Ángel Bahamonde, Javier Cervera, Helen Graham y Paul Preston.

Finalmente, hemos de dar constancia de nuestro agradecimiento para con el equipo de Editorial Crítica, empezando por su antiguo consejero delegado Gonzalo Pontón, Carmen Esteban y Mercè Portabella, quienes creyeron en este libro desde el primer momento, y al de Ātona, desde Silvia Iriso a Eva Bargalló y Eva Artero.

Por supuesto, ninguno de los mencionados es responsable de los errores u omisiones que se nos hayan podido deslizar. Somos los autores los que debemos apechar, y apechamos, con tal responsabilidad.

No cabe cerrar estas líneas sin dejar testimonio de nuestro cariño y devoción hacia nuestras familias por la paciencia que han demostrado con nosotros, enfrascados en y absorbidos por investigaciones que siempre parecen interminables. Y a veces lo son.