Suena la sintonía: tan ta tan ta tan....Tres, dos, uno... entramos. Y Mercedes Milá dice: la audiencia ha decidido que...«eres oficialmente concursante de Gran Hermano». Sí, ya sé que yo no soy Mercedes Milá y que a este momento le falta mucho glamour para que se parezca al que habías imaginado. Tienes toda la razón, te debemos una sesión de aplausos y tus cinco minutos de gloria, apúntalo en la cuenta y Dios te lo pagará algún día.
Que sí, que sí, que da igual que este año no te hayas presentado al casting del famoso reality. No es ninguna broma aunque pueda parecértelo. Si tu ilusión ha sido siempre la de ser observado 24 horas al día por un ojo que todo lo ve, las técnicas más sofisticadas de marketing acaban de hacer realidad tu sueño. Y si no, quizá acaban de hacer realidad tu peor pesadilla, me sabe mal pero el guión no lo he escrito yo.
Ahora cuando salgas a la calle y pases por delante de un escaparate estarás participando en un reality show. Te aviso más que nada para que no te pillen con estos pelos, pero eso sí, hazte el despistado como si yo no te hubiera dicho nada, que siempre queda mucho más natural si no se ve sobreactuado. A partir de ahora los maniquíes espías estarán vigilando cada uno de tus pasos, y ya de paso todas tus reacciones, porque donde tú tienes el cerebro ellos tienen una cámara de vídeo que no se pierde ni un detalle de qué haces y cómo lo haces. ¡Toma ya!, tú te crees que estás mirando escaparates y en realidad estás interpretando el papel de tu vida.
Cibermaniquíes, se llaman los susodichos, o maniquíes inteligentes. Y realmente tienen que ser inteligentes, porque en pocos segundos te fichan: anotan la hora de la visita, el rato que te has pasado mirando cada cosa en el escaparate, tu edad, tu sexo, tu etnia... y no sólo eso, sino que además, luego procesan las imágenes con un programa de reconocimiento facial similar al utilizado por la policía para identificar a sospechosos en los aeropuertos, y saben, por la cara que has puesto, si te gusta lo que has visto en el escaparate o estás pensando que ni en broma te lo pondrías. Y no intentes buscarlos porque van de incógnito, no esperes encontrarlos camuflados tras unas gafas de sol y una gabardina sino que van vestidos a la última moda: pueden ser espías en ropa interior, con abrigo de pieles o con ropa deportiva.
¿Te imaginas tener este sistema de los maniquíes inteligentes implantado como un microchip en tu cerebro al pasearte por una discoteca intentado ligar? El terreno hostil de la pista de baile se convertiría para ti en un campo de rosas sin ningún secreto. Tú localizarías tu presa y sólo con mirarla unos segundos te llegarían mensajes codificados al cerebro que dirían «23.45 horas, sujeto de treinta años, masculino, mulato, que lleva mirándote diez minutos y pone cara de que le interesas mucho» o «23.46 horas, sujeto de veinticinco años, caucásico, masculino, que te ha mirado y ni te ha visto»... ¿Verdad que tendrías claro dónde invertir tus esfuerzos? Pues lo mismo les pasa a los propietarios de las grandes marcas, que intentan ligar contigo para que te cases con ellos y no con la marca de la esquina, y les resulta mucho más fácil si saben todas estas cosas sobre ti, porque del mismo modo que tú no ligarías igual con microchip que sin él, las marcas no desarrollan la misma estrategia de ventas si te conocen bien que si no, y lo que pretenden con esto es conocerte mucho mejor.
En pocas palabras, las marcas montan un maniquí en un escaparate y le ponen un conjunto ideal de la muerte, pero se dan cuenta de que poca gente lo mira, o que la gente cuando lo mira pone mala cara. Entonces, es que vamos mal. Sin problemas, aquí no ha pasado nada, lo cambian y te montan otro look rápidamente. Parece que ahora hay más gente que lo mira, y sonríen mucho más. Vamos mucho mejor. Y mejor iríamos si los cibermaniquíes grabaran como la mayoría de la gente, después de ver el conjunto, echara mano a su tarjeta de crédito dispuesta a hacerse con el modelito. Llegados a este punto seguramente te preguntarás en qué tiendas los encontrarás, y como comprenderás muchas de las empresas mantienen el secreto, pero ya que lo preguntas te diré que se dice, se comenta y se rumorea que una de las marcas que utiliza estos maniquíes es Benetton,12 que en toda Europa tiene repartidas unas cinco mil unidades de bustos con cámaras y software de reconocimiento facial.
Aparte del uso que comentábamos, las marcas que cuentan con ellos descubren muchas cosas que antes habían pasado por alto, entre ellas algunas oportunidades para hacer negocio y que seguro que les sirven para recuperar la inversión de los cuatro mil euros que les ha costado cada cibermaniquí. Por ejemplo, una cadena de ropa para adultos descubrió que, por la tarde, más de la mitad de personas que entraban en sus tiendas eran niños, por lo que no dudó ni un momento en introducir una línea de ropa infantil. En otra ocasión, otra marca colocó personal de habla china en la entrada de la tienda después de que los maniquíes mostraran que un tercio de sus clientes a media tarde eran asiáticos, facilitando así su entrada al establecimiento.
En fin, ¿qué tal tu nueva vida como concursante de un reality? Tu nueva condición te deja pocas opciones. Tres, para ser exactos. Una, encerrarte en casa bajo doble llave y no subir las persianas ni para ventilar. Dos, pasear sólo por las calles sin escaparates de tu ciudad y comprar todo lo que necesites desde tu ordenador (eso sí, tapando la webcam, que nunca se sabe). Y tres, aceptar tu nuevo estatus de persona observada, vestirte una sonrisa y no extrañarte si alguien te pide un autógrafo. Te recomiendo ir pensando dedicatorias originales, que lo de «con cariño para ti» está ya muy trillado.