Capítulo 1

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El peso ideal

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En este capítulo

• Reflexiones preliminares

• La obesidad como enfermedad

• Una primera definición de obesidad

• El peso ideal

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Vamos a empezar por orden. Lo primero es una reflexión para que veas las cosas tan curiosas que ocurren en torno al problema de la obesidad.

Fíjate: cuando alguien cae enfermo de gripe, por ejemplo, decimos que está enfermo, que está griposo. Pero cuando alguien está enfermo de obesidad, no decimos, por lo general, que está gordo, sino que definimos a esa persona diciendo “es” gorda.

Es curioso, pero es un matiz importante, porque da la impresión de que hemos asumido que se “es” gordo y que a lo más que podemos aspirar es a “estar” delgados con el sufrimiento del régimen y la dieta. Se es, y sólo con la voluntad de luchar contra esa forma de ser se logra una figura que mejora la imagen y la salud. Es decir, no es una circunstancia ocasional, sino una afirmación de permanencia. No está mal como reflexión, para empezar.

¿Te has fijado, además, en que en invierno poca gente quiere someterse a un régimen? ¿No son la primavera o el verano y el hecho de querer ponerse determinadas prendas las causas directas de muchas voluntades férreas en el ejercicio de adelgazar?

¿Te has preguntado alguna vez por qué personas cultas y razonables siguen dietas absurdas, cuando no peligrosas? ¿Por qué la gente, para tratar la obesidad, tiende a creer en curas milagrosas y a utilizar recetas caseras, cremas mágicas e inyecciones secretas? ¿Por qué, en definitiva, la mayor parte de la publicidad nos habla de la fina silueta y de la buena imagen en vez de hablarnos de la salud?

Aunque a primera vista parezca lo contrario, todas estas preguntas tienen su respuesta en lo más íntimo de cada uno de nosotros, de nuestro comportamiento, que a veces no es tan racional como nos gusta suponer. Cada uno tiene íntimos deseos que a veces contradicen incluso lo que la razón nos dicta.

Por eso me parecía de interés comenzar con estas dos reflexiones. Una, la de ser gordo. Y la otra, la de por qué se quiere adelgazar. Si deseas adelgazar por una cuestión de salud, lo que además mejorará tu figura, tu voluntad se va a ver reforzada y vas a tener mayor probabilidad de éxito. Si sólo es cuestión de perder unos kilos para lucir mejor el traje de baño, la solución es más fácil porque no se trata de obesidad, sino de unos kilos de más. Y hay soluciones sencillas, como la de no cenar durante unos días o sustituir una comida por una de esas barritas que tienen perfectamente equilibrados los nutrientes.

La obesidad: una enfermedad

recuerda.jpgUna cosa debe quedar clara desde el comienzo: la obesidad puede ser considerada una auténtica enfermedad que afecta a la mitad de las personas del mundo desarrollado.

Los datos de la Organización Mundial de la Salud son tan escalofriantes como los que nos hablan del hambre. Es la gran paradoja de nuestro mundo: media humanidad pasa hambre porque no tiene qué comer y la otra media pasa hambre porque lucha contra la obesidad. En los países desarrollados, la mitad de las personas mayores de cuarenta años padece problemas de sobrepeso. Y entre las personas de veinticinco a cuarenta años la proporción es similar, si bien un poco menor.

Desde el punto de vista sanitario, la obesidad puede considerarse como una verdadera epidemia. Y por si fuera poco, es un problema que va a más. La obesidad infantil (se trata en el capítulo 11) es ya una cuestión de salud pública. Y no tanto por lo que hoy se constata, sino por la tendencia inequívoca a aumentar.

Pero ¿qué es la obesidad?

Aunque todo el mundo puede tener una idea más o menos clara de qué es, dar una definición útil y objetiva no es tan sencillo. Como todos sabemos, las ideas subjetivas pueden ser válidas sólo en casos concretos. Es evidente que el concepto del peso ideal que puede tener una modelo de alta costura, por ejemplo, difiere notablemente del que tiene un levantador de pesas o un lanzador de martillo.

Infinidad de personas solicitan consejo médico para adelgazar, petición que también procede a veces de gente que está en su peso correcto o incluso por debajo de él. Está claro que todos pretendemos sentirnos bien en nuestra piel y que para ello desarrollamos complicados mecanismos mentales que utilizamos para juzgar nuestro aspecto físico como mejor nos parece. Eso justifica la necesidad de elaborar un criterio científico, puramente objetivo, que sirva para determinar un estado real de obesidad y que sea ajeno a valoraciones personales.

Es importante, además, crear conciencia de lo importante que es ejercer una vigilancia permanente del peso, por una razón que han expuesto claramente los especialistas: el mejor tratamiento de la obesidad es evitarla.

ocana%20OPINA.jpgPerder peso no es adelgazar. Esta afirmación suele discutirse mucho, pero cuando hablamos de adelgazar nos referimos a ir eliminando la grasa que nos sobra. Perder peso puede ser muy sencillo: basta un buen rato de sauna para perder un kilo. Pero ese peso se volverá a coger de manera inmediata en cuanto se beba agua. Es el peso que pierde un deportista después de una carrera o de un partido de fútbol. Se recupera de inmediato. Es un adelgazamiento ficticio. Por eso hay que vigilar muy bien los regímenes, pues muchos basan su eficacia inicial precisamente en eso: en la pérdida de agua.

Calcular el peso correcto

Lógicamente, para empezar debes saber cuál es el peso adecuado para ti. Existen varios procedimientos para calcularlo:

Equiparar los kilos que debes pesar con los centímetros de tu talla que sobrepasan el metro. Es el método más fácil y conocido, y a la vez el más imperfecto. Así pues, una persona que mide 1,80 cm debería pesar, según esta regla, 80 kg. Siempre se añade que, para corregir el error, se deben restar 2, 3 o hasta 5 kg. En cualquier caso, este procedimiento es muy poco preciso. Únicamente puede ser válido como orientación y a falta de otro mejor.

(Talla en cm – 150) × 0,75 + 50 = peso ideal. Es una fórmula bastante sencilla, aunque al principio puede parecer complicada. Vamos a suponer que tu talla es 1,70 cm. A 170 le restas 150, con lo que tienes 20. Siguiendo la fórmula, multiplicas 20 × 0,75, lo que te da 15. Debes ahora sumar a este número el 50 de la fórmula; así obtienes 65 kg como peso teóricamente ideal.

Verás que la diferencia con el primer cálculo es considerable, y crece sobre todo cuando la talla es grande. Según la regla más popular, una persona de 1,95 cm de estatura debería pesar 95 kg. Si aplicamos la fórmula nos encontramos con que:

195 150 = 45 × 0,75 + 50 = 83,75 kg

La diferencia con el primer sistema de cálculo son 11,25 kilos.

Una vez establecido el peso ideal, hay que tener en cuenta un factor corrector basado en la constitución de cada individuo. Se admite una variación del 10 % sobre la constitución que se considera normal. Es decir, que ese 10 % es válido desde el punto de vista de la salud. Así, en una persona que deba pesar 70 kg se admite que su peso oscile entre 63 y 77 kg.

Índice de masa corporal. Es otra fórmula para determinar el peso ideal, que hoy está más en boga que cualquier otra y resulta la más fiable. Se calcula así:

formula%201.jpg

Es decir, si pesas 80 kg y tu talla es 1,70 cm, debes dividir 80 por el cuadrado de la talla (1,70 × 1,70). La talla al cuadrado son 2,89. Dividimos 80 por 2,89 = 27,68.

¿Y qué quiere decir ese 27,68? La tabla 1-1 te indica la respuesta: delgadez, un peso normal, sobrepeso (conocido también como obesidad I), obesidad, obsesidad notable u obesidad mórbida.

Con este resultado ya tienes, en principio, una idea de tu masa corporal y, por lo tanto, de las medidas que puedes y debes tomar para perder peso. Y no hace falta, en principio, saber cuántos kilos debes pesar. Los científicos prefieren este índice, que es más correcto que cualquier otro.

tabla%201-1.jpg

Un criterio objetivo

Bueno, pues ya estamos en condiciones de definir la obesidad siguiendo un criterio objetivo, el índice de masa corporal. Así pues, la obesidad es un sobrepeso de más del 10 % sobre el peso considerado normal.

Y esta definición incide más en el síntoma —exceso de peso— que en las causas, es decir, en la auténtica naturaleza de la obesidad.

recuerda.jpgLa obesidad como tal es un estado patológico que afecta negativamente a nuestra salud. Puede decirse que es la enfermedad que más años de vida nos roba. Aunque no cause la muerte de forma inmediata, las estadísticas son inapelables, como demuestra la tabla 1-2. Si atribuimos un índice de 100 a la mortalidad total en las personas que tienen un peso correcto, veremos el nivel de la mortalidad para diferentes grados de obesidad.

tabla%201-2.jpg

Una mochila permanente

Piensa un momento en esta posibilidad: ¿qué ocurriría si te obligasen a llevar per­manentemente una carga de 25 o 30 kg?

Para empezar, significaría un esfuerzo con­tinuo que obligaría a tu corazón a trabajar de forma excesiva. Puedes imaginar perfectamente lo que supone subir una escalera hasta un tercer piso llevando una maleta de 25 kg.

Bien, pues imagina que la llevas continuamente sin poder desembarazarte de ella. Sin poder apoyarla en el descansillo de la escalera. Siempre a cuestas. En eso consiste la patología de la obesidad. Todo tu cuerpo sufre esa sobrecarga: desde el bombeo del corazón hasta los ligamentos de las rodillas.

advertencia.jpgSin paliativos: el sobrepeso está en relación directa con el riesgo de muerte.

Efectos de la obesidad

William Campbell, campeón de todos los gordos ingleses, batió la marca de obesidad cuando dio en la báscula un peso de 341 kg. Superaba así el récord establecido por Daniel Lamberts, que lo tenía en 336 kg. Daniel había muerto a los treinta y nueve años de edad, ya viejo, sobre todo si lo comparamos con su sucesor en el trono de la obesidad: William Campbell murió a los veintidós años.

De todos modos, es más perjudicial tener un sobrepeso de 25 kg que acarrear de forma continua una carga de igual peso, porque la obesidad es un estado patológico, mientras que llevar una carga no lo es. Y esta afirmación, que podría haberla firmado Perogrullo, tiene su sentido, pues la obesidad, como enfermedad, implica, además del sobrepeso, una serie de alteraciones internas:

La tensión arterial se eleva.

Hay un claro riesgo coronario. La acumulación de peso y tejido adiposo obliga a una mayor actividad cardíaca. Las grasas circulantes y las placas de ateroma pueden ir disminuyendo el calibre de los grandes vasos y acabar provocando un infarto de miocardio o un accidente cerebral.

Los pulmones trabajan mal. La llamada “falta de fuelle” de los obesos se percibe de forma inmediata.

Los problemas reumáticos son mucho más frecuentes. Y no sólo porque el sobrepeso está forzando las articulaciones, lo que ya implica un gran riesgo, sino también porque la obesidad conlleva falta de ejercicio, con lo que esas articulaciones no tienen la protección muscular necesaria.

El lumbago y los dolores de espalda son también mucho más frecuentes.

El riesgo de diabetes en los obesos está médicamente confirmado.

El embarazo de la mujer obesa es mucho más peligroso. Aparte de ser más difícil su recuperación, también el parto es más complicado.

Las varices y la flebitis son mucho más frecuentes entre los obesos.

Cualquier enfermedad, especialmente aquellas que pueden requerir una intervención quirúrgica, se ven agravadas por la obesidad.

advertencia.jpgComo puedes ver, la obesidad afecta de forma directa a gran parte de las funciones vitales. Es más grave que el simple hecho de llevar un sobrepeso. Si a todo esto añadimos que los obesos son más propensos a padecer accidentes debidos a la pérdida de agilidad física, no podemos extrañarnos de que haya países, como Estados Unidos, donde las primas de los seguros son mucho más altas para los gordos.