Capítulo 2

LA DES-EX-TOXICACIÓN

Preparando la lista de la compra

DO: Renueva tu vestuario de bibliotecaria. Si el 12/12/12 sobreviviste al fin del mundo, seguro que puedes superar esto. Yes you can!

DON’T: ¡Ojo con las visitas post-ruptura al peluquero! Está científicamente demostrado que es cuando somos más vulnerables a sus tijeras y a sus estilismos más radicales. Recuerda: ¡demasiado cambio mata el cambio!

—Primero: necesitamos unalias. ¿Tienes alguna idea?

—Hmmm... Eva_02.

—¿Por qué 02?

—Porque así se llamaban los robots de Evangelion, y también sale mi nombre.

—Nena, queremos amigos guays que puedas llevarte a la cama, no que te lleven al Salón del Manga. Necesitamos algo que llame la atención. Algo bélico, que se piensen que eres una guerrera amazona, no una rata de biblioteca.

—¿Teniente Ripley?

—No. Ya lo tengo: Teniente Amor.

—Por Dios. Eso es una horterada. Y suena suuupergay…

—Querida, pregúntame cuántos polvos he echado en los últimos tres meses. Vamos. Pregúntamelo.

—Vamos a ver, ¿cuántos polvos has echado en los últimos tres meses?

—No llevo la cuenta. ¿Y tú? Ninguno. Okey, está claro quién tiene idea aquí, ¿no? Call me Doctor Amor, y tú vas a ser la Teniente Amor, El Brazo Armado de la Seducción Femenina. NEXT.

El Doctor Amor, aquí a mi lado, es Danii, mi nuevo compañero de piso.

Danii no se llama «Danii», sino «Daniel», pero a él le gusta escribir su nombre así porque es muy fan de Danii Minogue (también te exige que lo pronuncies alargando la «i» final; al principio cuesta un poco, pero luego te acostumbras). Danii también es fan de Solange Knowles. Y de todas las divas secundarias que, según él, deberían tener la fama en lugar de las divas famosas que en realidad la tienen. Danii tiene una opinión muy fundamentada al respecto de las divas musicales y siempre está abierto a compartirla con cualquiera.

Danii es gay. Claro, ¿qué esperabais? Cuando mi ex decía que solo me rodeo de gays lo decía muy en serio. Pero, ¿qué le voy a hacer, si entrar en el mundo gay barcelonés es caer en una espiral de gayedad de la que es imposible zafarse? Por lo menos, Danii y su mejor amiga, ­Mariló (mariliendre, lesbiana y candidata a entrar en las FEMEN españolas, también aquí presente), están muy dispuestos a ayudarme a salir de ella.

Por eso se han prestado a ayudarme a abrirme una cuenta en AdoptaUnTío, la página que me recomendó Carlos y en la que tan alegremente conoció a la rusa que ahora habita en la casa donde yo viví durante los últimos ocho años. Una vía de escape a mi mariliendrismo crónico que —se supone— me ayudará a conocer a hombres heteros y, quién sabe, igual también a pillar cacho. Eventualmente.

Ojo que el camino hasta llegar aquí no ha sido fácil.

Y cuando digo «aquí» me refiero a darle un clic a «Abrir cuenta».

Por ejemplo: no fue fácil dejar el piso.

Maya empezó pronto su estrategia de conquista pasivo-agresiva del territorio y cada día me encontraba cosas nuevas en el pasillo. Primero unas maletas de Louis Vuitton. Luego un burro lleno de ropa. Más tarde cajas precintadas, e incluso, un día, llegué de trabajar y me encontré un enorme escritorio de madera maciza plantado en medio de mi habitación.

Maya era como una espía de la KGB: notabas sus acciones e incursiones, pero no la veías nunca.

A medida que avanzaban los días sentía su aliento frío en mi nunca cada vez que recorría la casa. Como un fantasma acechante que quisiera echarme de una patada en el culo.

Cuando empecé a tener que trepar entre cajas para entrar y salir de mi propia habitación me di cuenta del asedio en el que vivía y supe que tendría que darme prisa, o el día menos pensado cambiarían la cerradura y me encontraría —lo que viene siendo— de patitas en la calle.

Así que me tomé lo de la búsqueda de piso en serio. Me di de alta en todos los portales existentes y todos los días, cuando llegaba de trabajar por la tarde, me daba una vuelta por esa inmobiliaria virtual que es internet buscando algún sitio decente donde dar con mis huesos y mis cosas... sin mucho éxito. Si no te pedían un riñón, tenías que compartir sesenta metros cuadrados con tres personas en algo que se hacía llamar piso, cuando debería estar catalogado como «cuadra».

Cuando la gente dice que la cosa está fatal no bromea, no. Solo que yo, que viví en mi burbuja de inacción durante dos años, no me había dado cuenta hasta ahora.

Un viernes por la tarde estaba en plan búsqueda intensiva con pronóstico de desespero, alternada con la lectura del Cuore, cuando me llegó un whatsapp:

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Era de Domingo.

Domingo es algo así como el líder del grupo de gays con el que salgo. Es el mayor y el que siempre nos arrastra a todos a sus fiestas locas, a eventos raros y noches surrealistas. Con él no es raro acabar a las once de la mañana en un ático donde haya expresidiarios. Este es el nivel. Eso nos ha pasado: palabrita.

Imagen 02

Domingo siempre hace la misma broma. Y es una ruleta rusa, porque puede ser verdad que llame o no. Estando de fiesta con él le he visto hacerlo dos veces. En el cumpleaños de uno de sus novios (Fran, un legionario malagueño que nos echó de su casa y al que no vimos nunca más) y una noche de San Juan.

Domingo está muy loco, lo digo en serio. Así que aparqué el Cuore y el Idealista, respiré hondo preparándome para lo peor (es decir, para una noche de fiesta loca) y le abrí.

—Mira lo que traigo, Mari —me dijo mientras salía del ascensor con una botella verde en las manos.

—¿Absenta? ¿¿Qué somos, universitarios??

—Nena, el alcohol está muy caro y con esto te pillas un pedo rápido y efectivo. Y eso es precisamente lo que necesitas, que desde que tu ex te ha echado de casa estás de un mustio...

—No me ha echado de casa. Me ha invitado amablemente a que me vaya —pero esto me lo dije más bien a mí misma, mientras cerraba la puerta.

Cuatro chupitos de absenta más tarde salimos de mi futura excasa, abrazados de la cintura y cantando. Domingo había quedado para hacer ruta de bares por el Raval e ir a morir, como las ballenas, a la orilla del Pop Air. Desde que salimos de La Penúltima, a las dos y media de la mañana, yo ya no tengo recuerdos lineales.

Recuerdo risas, hacer pis en la calle, flashes, musicón y muchos tíos sin camiseta. Pero poca cosa más.

A la mañana siguiente Carlos entró como una tromba en mi habitación, levantó la persiana de un golpe como hacía siempre, ¡raaaas!, y me echó una ligera bronca: «Anda, que menuda liaste ayer al llegar». Pero nada grave. Levanté la cabeza para coger aire (cuando vuelvo de pedo siempre duermo boca abajo). Alargué la mano hacia el teléfono por si tenía algún mensaje de mis amigos del tipo «Nos hemos ido de after, ¿¿¿dónde estás???». Palpé la mesita de noche ruidosamente y vi que, efectivamente, me habían escrito, pero desde un número desconocido:

Imagen 03

Al principio flipé un poco porque no tenía ni idea de qué Danii era ni de qué propuesta se trataba. Me puse en lo peor, que yo, cuando voy un poco alegre, siempre estoy organizando cosas con la gente. Tiré un poco más del hilo, whatsapp va, whatsapp viene, y resultó que Danii es uno de los ochocientos ex que Domingo tiene repartidos por la geografía barcelonesa, al que yo aún no conocía y, como la absenta de Domingo había cumplido con su función, no recordaba haber estado hablando con él ni con su amiga Mariló la noche anterior.

Cuando aclaré que Danii no era un asesino en serie, ni un taxista chiflado al que le hubiera dado mi teléfono y que quería contactar conmigo para tener sexo en el asiento de atrás del taxi (no sería el primero, ojo), quedé con él esa tarde para hacernos un café y, manzanilla mediante, me ayudó a reconstruir la noche.

Por lo visto, entre chupito y chupito de tequila en la barra (nota mental: Si bebes, no mezcles), les conté a ambos mi panorama y Danii, sin pensárselo mucho, me ofreció una habitación que se acababa de quedar vacía en su piso. No pude evitar sorprenderme por semejante oferta, así, sin conocerme de nada. «Pareces una tía divertida. Nos lo pasaremos bien», me dijo. Yo ni recordaba la última vez que alguien me había dicho que era divertida y, ahora que vivía en lo más parecido al ambiente de la estepa siberiana, la promesa de un futuro mejor que aventuraba el «nos lo pasaremos bien» me pareció un regalo anticipado de Navidad.

Y así estuvimos toda la noche, entre risas y canciones de Madonna, celebrando que, por fin, mi nueva vida echaba a andar gracias a una juerga en el Pop Air. Para que después diga Carlos que mis amigos gays no me ayudan en nada. ¡Ja!

La mudanza fue rápida. En tres días tenía mis cosas en mi nueva casa, un piso de tres habitaciones en el Eixample que compartiría con Danii y otro inquilino fantasma que viajaba constantemente y al que prácticamente no se le veía el pelo. «Paga bien, puntualmente, y no molesta: win-win-win», me dijo Danii mientras me guiñaba el ojo *blink blink*.

Y ahora viene la gran pregunta: ¿lloré cuando me fui del piso que había compartido durante ocho años con Carlos? Respuesta: ni siquiera un poco. Me dio algo de pena, sí, pero las últimas semanas habían sido tan coñazo, con la progresiva invasión de la URSS, que solo tenía ganas de perderlos de vista a él y a su novia que vino del frío. Desde Rusia Con Amor Pero Que Te Den, Chata.

Durante los siguientes días el espíritu de Carlos aún estuvo bastante presente. Me llamaba y me mandaba whatsapp a todas horas:

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Y así durante días. Estaba comiendo y me sonaba el móvil. Carlos. Salía del curro y tenía un mensaje nuevo. Carlos. Estaba viendo Quién quiere casarse con mi madre con Danii y Mariló en el salón y llamada al canto. Carlos. Hasta que de repente, hoy, Danii ha gritado:

—¡¡BASTA!!

Así que he tenido que decirle a Carlos:

—Perdona, luego te llamo... —y he dejado el teléfono en el sofá como quien no quiere la cosa, silenciándolo—. ¿Qué decías?

—Ya vale. Enough is enough. No puedo más con esto —Danii se ha puesto de pie y ha empezado a dar vueltas por la habitación. Ha mirado a Mariló, y Mariló ha asentido con la cabeza. Algo estaba a punto de pasar.

—Esto no puede seguir. Eva, llevas tres semanas aquí y hablas con tu ex más que cuando vivías con él.

—Es que el pobre no está acostumbrado a estar solo, y como Maya pasa tanto tiempo fuera...

—¡No! —me ha interrumpido—. Se acabó. It´s over. Te mudaste aquí para empezar de cero y sigues atrapada en una red viscosa de dependencia con ese hombre que lleva polos de manga larga. Y no puede ser. Tenemos que hacer ALGO.

Y según ha dicho esto, se ha levantado y ha desaparecido en su habitación. A los cinco minutos ha vuelto con dos rotuladores, una pizarra Vileda y el trípode para sostenerla, y la ha plantado entre el mueble de la tele y el sofá, es decir, delante de nosotras.

Si hay alguien que sabe cómo hacer una puesta en escena, ese es mi nuevo compañero de piso.

Ambos se han colocado a uno y otro lado de la pizarra y mientras Danii decía «Esto es una...» ha escrito en la superficie blanca en mayúsculas, con letra bien grande y haciendo ñicñic con la punta del rotulador:

INTERVENTION

—Estás de coña —es lo único que he podido decir.

—¿Sabes lo que es Intervention, amiga? —me ha preguntado.

— Sí, claro que sé lo que es: el programa ese tan friki en el que unos impresentables compañeros de piso le leen la cartilla a otro aún más impresentable para sentar normas de convivencia e impedir que corra la sangre por la moqueta común. ¿De qué va esto? ¿Va a salir mi madre de la cocina ahora?

—Esto es una Intervention Danii Style.

—¿Me estás diciendo que me haces una Intervention cuando apenas hace tres semanas que vivo en tu piso? O sea, ¿no es un poco precipitado? ¿Y por qué me la haces? ¿Por dejar pelos en la ducha? —no daba crédito a lo que estaba pasando. Seguramente era la primera persona en España a la que le hacían «una Intervention» y, por supuesto, he batido récords de rapidez.

—No. Te la hacemos porque uno de los objetivos que te planteaste cuando viniste a vivir aquí era quitarte las telarañas y dejar de depender tanto de tu ex. Y como sigues emperrada en quedarte en la casilla de salida forever and ever, Mariló, aquí presente, y yo queremos darte un empujoncito y te vamos a ayudar.

Miró a Mariló, que asintió muy seria, y continuó:

—Por eso nos disponemos a establecer un plan de ataque para que vayas a la guerra preparada para conquistar ese mundo que está ahí fuera y que está llenito de hombres que se mueren de ganas de conocerte y de que les leas alguno de esos libros raros que no sueltas. Un plan de ataque que se compone de diferentes pasos que vas a tener que seguir a rajatabla. Es la Estrategia de Supervivencia y Ataque para Comerte el Mundo, que a partir de ahora llamaremos ESACOM.

Mariló asentía en silencio todo el rato mientras Danii explicaba el plan de dominación mundial que había elaborado para mí:

—El primer paso de la ESACOM, atención, el numbergüán, el más importante y que debes cumplir a la voz de YA es…

Danii vuelve a escribir con el rotulador en la pizarra —apretando mucho la punta, haciendo un ruido chirriante y provocándonos a Mariló y a mí una dentera horrorosa—, con una letra enorme:

1º) LA DES-EX-TOXICACIÓN

Y ha continuado su discurso, muy metido en el papel de predicador televisivo:

—Querida, tu grado de dependencia hacia el tal Carlos (y del tal Carlos hacia ti, aunque él no se dé cuenta) es más grande que un satélite de la Nasa. Y el problema es que no dejáis de orbitar el uno alrededor del otro. Así que lo primero que haremos será DES-EX-TOXICARTE. Lo que significa que se acabó hablar con tu ex. Se acabaron los mensajitos con tu ex. Se acabaron las llamadas a altas horas de la mañana, ni de la tarde, ni de la noche, ni de nunca más, con tu ex. A partir de ahora, tu ex es nombrado persona non grata en esta casa y pedimos una orden de alejamiento de tu vida. C´est fini. ¿Hablo claro?

—Alto y claro —la verdad es que lo que decía tenía bastante sentido. Y lo de ayudarme a salir de mi burbuja de inacción ha sido una oferta que no podía rechazar.

—Perfecto. El siguiente paso va a requerir su tiempo, no vas a poder cumplirlo hoy. Pero vive Dior que me encargaré personalmente de que lo lleves a cabo en los próximos días.

Y se ha girado y ha escrito en la pizarra, ahora con letras más pequeñitas:

2º) TUNEADO Y PUESTA A PUNTO

—Amiga. Esos pelos y esa ropa de bibliotecaria que me llevas están prohibidos en esta casa. Nosotros te queremos como la persona especial y única que eres, pero necesitas un total makeover que se adapte a tus nuevas necesidades. Y tus nuevas necesidades, para tu información, son, y por este orden: conocer hombres y divertirte con ellos. ¿Contamos contigo?

—Podéis contar conmigo —y lo he dicho convencida y feliz. De verdad de la buena.

—Muy bien. El siguiente paso lo ha propuesto Mariló, que es una chica callada pero tiene sus momentos. Mariló, haz los honores.

Y le ha dado a Mariló el rotulador para que escriba en la pizarra el tercer punto de la Estrategia. Y Mariló ha escrito en el poco espacio que quedaba:

3º) ADOPTA UN TÍO. O DOS. O TRES

—O cuatro o cinco —es Danii el que vuelve a hablar, mientras Mariló sigue asintiendo con la cabeza—. Los que quieras. Pero queremos que te montes tu propio harén de tíos y que hagas con ellos todo lo que le gustaría a tu madre, pero también cosas que no quisieras que se vieran en la tele en horario infantil. Ojo, que no te estamos diciendo que te nos eches novio. Que aquí todos sabemos que en la vida hay que ser PUTA antes que SANTA, y a ti no te han beatificado porque todavía no hay un papa gay (que se sepa).

—Eso está muy bien. Pero es que yo no conozco tíos heteros con los que montarme un harén —le interrumpo. Alguien tenía que aportar un poco de realidad a toda esta insanity, digo yo, y supongo que ese es el papel que me ha tocado.

—Es verdad. Pero para ello existen las herramientas adecuadas y nosotros contamos con La Gran Herramienta: internet. ¿No te habían hablado de una aplicación para conocer chicos?

—Sí, una red social en la que las chicas tienen la última palabra y está enfocada a conocer gente de todo tipo. Se llama AdoptaUnTío.

—¿No es para un «aquí te pillo aquí te la meto»? Da igual, me parece bien. Por el nombre suena a que tienes que «adoptar» hombres, y eso es justo lo que necesitas. Como si fueran gatitos y tú tuvieras que cuidarlos. Trae tu portátil. Vamos a abrirte una cuenta.

Y aquí estamos. Decidiendo un alias que sea a la vez ocurrente sin que resulte vergonzoso.

Rellenando campos en blanco con mi presunta personalidad, como si estuviéramos redactando la etiqueta de los ingredientes de un champú.

Pensando cosas divertidas para anunciarme y que hagan que un montón de tíos quieran dejarse adoptar por mí. Dilucidando cuál es mi estilo (¿Soy hipster? ¿Soy urban chic? ¿Soy moderna? ¿No habrá por ahí alguna opción tipo «librera sexi»?) y decidiendo si vamos a maquillar mi perfil o si queremos que me ofrezca tal cual soy, en todo mi esplendor, con mis aires de bibliotecaria incluidos.

Pero estoy contenta, porque por primera vez parece que me muevo con cierto dinamismo y no en un perezoso slow motion.

Uuups. Suena el teléfono.

Es Carlos.

Danii y Mariló me miran aguantando la respiración.

Adelante.

Hazlo.

...

Y lo hago.

Rechazo la llamada.

*RECHAZAR LLAMADA*

Y seguimos rellenando campos de mi perfil de futura Adoptadora de Hombres.

«Lo que no soporto: permanecer anclada en el pasado».

«Lo que me excita: afrontar nuevos retos».

Allá vamos.

¡Y me llamaré EVA_02, como tenía previsto desde el principio! ¡Y con mayúsculas!

CONCLUSIÓN

La ESACOM está en fase

de pruebas. Esperamos informar en breve de que evoluciona favorablemente.