CAPÍTULO 15

¿Corcel o percherón?

En los años treinta se cree que las guerras futuras las decidirá la aviación. El aire no conoce barreras. Un avión no tiene que vadear ríos ni salvar montañas. Es más barato de mantener que cientos de miles de soldados, y alcanza en una hora objetivos a los que las fuerzas de tierra no llegarían en un mes.

Las batallas terrestres pertenecen al pasado, deciden los estrategas. Recordemos el horror de las trincheras en la Gran Guerra, aquella masa de casquería humana, fango, metralla y huesos. Sería un espanto repetir ese horror.

Que el avión es el futuro nadie lo duda. Lo que se discute es el tipo de aviación idóneo, la táctica o la estratégica. Es como escoger entre un corcel o un percherón. Los dos son caballos, pero sirven para labores distintas.

El corcel, la aviación táctica, requiere aviones de corto alcance y de escasa capacidad de carga, aptos para apoyar a las tropas de tierra, una especie de artillería volante bombardeando con precisión los núcleos de resistencia.

El percherón, la aviación estratégica, requiere aparatos de gran tamaño, con gran capacidad de carga y gran alcance, listos para bombardear las ciudades y núcleos industriales del enemigo.

A mediados de los años treinta, predomina la idea de que la guerra futura la decidirá la aviación estratégica. La aviación táctica ayuda a ganar batallas, pero la estratégica gana las guerras. Un bombardeo masivo que destruya sus ciudades y ocasione cientos de miles de muertos civiles obligará al enemigo a pedir la paz sin necesidad de enfrentarse a él en el campo de batalla.98

La destrucción de Guernica por la aviación alemana en abril de 1937 confirma la idoneidad de la aviación estratégica. Ingleses, alemanes, franceses y rusos diseñan enormes cuatrimotores de bombardeo.99

La Royal Air Force (desde ahora, RAF) estima que el bombardeo de Londres puede causar hasta un millón de bajas. Espantoso, ¿no?100

Conscientes de ello, los alemanes preparan en la clandestinidad una aviación estratégica,101 pero en cuanto la Luftwaffe sale de la clandestinidad, en 1935, sus nuevos dueños, Hitler y Göring, deciden que debe ser una aviación táctica. Los proyectos en marcha de bombarderos estratégicos se suspenden sine díe.

¿Por qué cambian los nazis su percherón por un corcel? Porque la guerra relámpago (Blitzkrieg) que proyectan Guderian y otros generales contra enemigos como Polonia, Checoslovaquia, Países Bajos, solo requiere una aviación táctica. Será una guerra de movimientos, con ataques fulminantes que permitan destruir la fuerza enemiga en un abrir y cerrar de ojos, sin necesidad de asolar ciudades ni industrias. ¿De qué aprovecharía ocupar un país con la economía destrozada?

Por otra parte, una aviación táctica sale más barata que la estratégica, y Alemania en los años treinta cabalga en una inflación galopante. Göring, que pasa parte de su tiempo jugando con trenes en miniatura, es más partidario de la cantidad que de la calidad.

—El Führer no va a preguntar cómo de buenos son nuestros aviones, sino cuántos tenemos.

También pesa la opinión de Ernst Udet, el flamante director técnico de la naciente Luftwaffe, un entusiasta partidario del bombardeo en picado.102

Göring, jefe de la Luftwaffe, un cargo para el que no está en absoluto capacitado (como pronto se demostrará), ha confiado a Udet la cartera de pedidos del arma aérea alemana. O sea, un morfinómano incompetente delega su trabajo en un borracho igualmente incompetente. Muy propio del compadreo entre nazis.103

La de abandonar la aviación estratégica por la táctica resultará una decisión crucial y equivocada. Para doblegar a Inglaterra (y más tarde a la URSS), Alemania hubiera necesitado una aviación estratégica. Esta carencia, que se hará sentir a lo largo de toda la guerra, será una de las causas que contribuyan a la derrota de Alemania.104

Göring y Udet.